5.


W H I T E W O L F.
CAPÍTULO 5.
¿U N   E N E M I G O   O   U N   A L I A DO?


Justo ahora, Seokjin consideraba que tenía un solo enemigo: el tiempo. Y muy a su pesar que también fuese su compañero y que en su compañía haya vivido increíbles experiencias y conocido a asombrosas personas, debía de admitir que también como otorgaba, el tiempo también arrebataba.

    Un ejemplo de ello era su cachorro, pues aún recordaba como si fuera ayer cuando lo sostuvo por primera vez en sus brazos, o cuando se enteró de su existencia. Y ahora levantaba la mirada, volviendo a su realidad, miraba ahí a su pequeño de 6 años, con sus hinchadas mejillas, su pequeño cuerpo, su pequeña pero reluciente sonrisa y su brillar en los ojos que a penas y era visible debido a su ya bautizada "eye's smile"; viéndolo ahí, tan feliz, tan tranquilo y tan risueño jugando con uno de los lobos de la manada, justo ahí se daba cuenta de lo mucho que ya había crecido, de lo mucho que día a día cambiaba y lo notorio que era su carácter desde ya.

    Su pequeño Jimin estaba creciendo, y eso le dolía de alguna forma.

    Una incómoda sensación se implantaba en su pecho, una que lo apretujaba y estrujaba a su antojo, una que le obligaba a hacer muecas disgustado y una que le hacía reflejar su inconformismo con el crecimiento de su cachorro.

    Todavía recordaba cuando su pequeño lloraba en las madrugadas, o cuando se aferraba a su cuerpo pidiendo de esa forma no alejarse de su lado, o cuando en momentos y por mera curiosidad extendía sus manos a su rostro y apretaba, rasguñaba y otras veces golpeaba, tanteando terreno y descubriendo su sentido del tacto por su cuenta, o riendo o sorprendiéndose cuando una zona le llamaba la atención.

    Pero sobre todo, en cuanto más atrás se iba, podía recordar perfectamente como moría en su sueño.

    Todavía era capaz de recordar el crujir de los huesos de aquel pequeño cachorro, y el como su cuerpo caía al césped en seco, sin vida.

    Todavía recordaba varias cosas, cosas que no quería perder...

    No de esa forma y nunca...

    —Amor —llamaron a su lado, un tono apacible como en su interior preocupado—, ¿qué sucede?

    La pregunta le hizo voltear a ver a su esposo, reflejando en su iris el temor y la incomodidad que no era otra cosa más que producto de un recuerdo.

    De aquella pesadilla.

    Namjoon le sonrió con sutileza, extendiendo una de sus manos y acariciando la mejilla de Jin mientras que la otra se encargaba de abrazar al mayor por la cintura y acercarlo a su cuerpo, con el único propósito de calmarlo, de reconfortarlo como tantas veces lo había hecho por la misma pesadilla.

    —De nuevo, ¿cierto? —cuestionó el menor, sin dejar atrás su labor de mimar a su pareja.

    Seokjin sólo se limitó a suspirar con una notoria pesadez en su sentir. Y es que no podía evitarlo, no cuando el sentimiento de aquella pesadilla aún era tan latente como su presente, no cuando la impotencia seguía inundándolo como antes de haber despertado y vuelto para ver a su cachorro a su lado; él sólo se preocupaba por su familia y su manada, no deseaba males en la misma y tampoco deseaba transmitirle su malestar a su manada y, mucho menos, a su esposo, él era el que menos debía lidiar con su delirio y el calvario que le provocaba regresar a ese momento.

    Pero ahí estaba, abrazándolo, besándole el rostro y acariciando por encima de su marca, siendo tan suave como sólo Namjoon podía ser, tan atento y tan comprensible como sólo su esposo podía actuar. Y lo amaba por esa y por muchas otras razones; su sensibilidad como su dominancia al ser alfa era un perfecto equilibrio en el cual había caído enamorado, embelesado por la sublime dualidad de su esposo. Y se sentía afortunado.

    Pronto ya se encontraba con su rostro enterrado en el cuello del menor, inhalando su atractivo olor a canela y su propio vainilla mezclados ahí, imponentes como melodiosos que también podía comprender el porqué su pequeño cachorro sonreía satisfecho cuando hacían el apodado "abrazo de sándwich" (bautizado así por el pequeño), pues era envuelto por sus progenitores o era rodeado de ambos aromas.

    Normalmente un cachorro se sentía seguro cuando tenía a ambos aromas envolverlo, pues de esa forma aseguraba su bienestar y su integridad física, en otros casos de ésta forma era capaz de recibir el amor de sus progenitores, absorbiéndolo como una esponja y sintiéndose satisfecho, tranquilo y pacífico por saber que sus padres estaban ahí, juntos, para él y la manada.

    Y hablando del Rey de roma...

    —¡Papi~! —habló un risueño niño, acercándose con los brazos extendidos hasta donde sus padres yacían cómodamente abrazados. El pequeño sonrió ante la imagen y con alegría extendió sus bracitos hasta ambos, rodeando con su mano un puño de flores que acababa de recolectar—. Las vi y me recordaron a ti, aparte y ya que papá está aquí, es como una prueba de su intenso amor —contó el pequeño moviendo su cuerpecito con inocencia, abriendo los brazos al final de su oración para dejar muy en claro que algo así era el amor de sus padres—, lo sé porque una vez me contaste que las margaritas aparte de felicidad transmiten amor, ¡como el de las historias que me cuentas antes de ir a dormir! —culminó el pequeño, denotando la pureza e inocencia que irradiaba su simple presencia.

    Seokjin sonrió, cautivado por lo hermoso y tierno que podía ser su pequeño niño con tan sólo sonreír; una vez más estaba seguro que lo había educado con excelencia. O bueno, al menos la mejor que pudo.

    Pues nadie te preparaba para ser padre, no hay un manual que te diga lo que debes hacer en ciertos momentos y mucho menos en situaciones que se irán presentando conforme el niño crezca; aprendías, tal vez cometías errores pero de ahí aprendías y mejorabas. Seokjin debía admitir que como padre falló varias veces ante su cachorro, no comprendiéndolo en ocasiones, cuando era más pequeño, o metiéndolo en asuntos que un pequeño no tenía nada que ver. Pero luego lo veía, el rubor en sus mejillas, lo brillosos que sus ojos se ponían y la hermosa sonrisa risueña que no hacían más que iluminar su rostro, su presencia y contrastaban a la perfección con su viveza.

    Lo veía feliz. Y para un padre era la mejor recompensa que podía tener.

    Tal vez no pudiese darle los lujos del que otros gozan, pero tanto Namjoon como él le otorgaban cosas más valiosas, lecciones. Le otorgaron valores y le forjaron el carácter que ahora su pequeño demostraba; solía ser tan tierno, tan humilde y dócil que su personalidad ya estaba así, ya era así y estaba seguro así continuaría un buen tiempo.

    No pudo evitar soltar una lágrima de lo cautivado que se sentía al momento de recibir el pequeño ramo de margaritas, que curiosamente era conformado por las más brillantes y vívidas que su pequeño perfeccionista seleccionaba con cuidado. Negó sonriente, extendiendo ahora él sus brazos para recibir a su cachorro en ellos; obviamente su pequeño no se opuso a la idea de los abrazos, queriendo ser envuelto por los fuertes y protectores, aunque también cálidos, brazos de su papi; río satisfecho cuando sintió otro cuerpo unirse al abrazo.

    —¡Abrazo sándwich! —dijo el pequeño, contento de estar en medio de sus padres, de estar rodeado de ambos aromas y sobre todo de sentir el profundo amor que se tenían.

    El pequeño sonrió complacido, cerrando sus ojos y perdiéndose en la cálida sensación que sus padres le otorgaban. Aferrándose a la playera de su papi y recargando su cabecita en el fornido pecho de su otro papá.

    Era evidente la satisfacción que sentía.

    Estuvo a punto de dormirse, cuando repentinamente un lobo apareció frente a ellos, luciendo intimidante y para nada contento a ojos del pequeño Jimin; el lobo mostraba sus colmillos y sos ojos brillaban en un evidente enojo, un feo enojo que inquietó a Jimin e hizo que su sueño se esfumara. Puchereó en reproche por ello.

    En cambio Seokjin pudo recibir el mensaje que él lobo le quería decir.

    Intruso.

    Alguien entró a su territorio sin su consentimiento.

    Sintió el gruñido que salió del pecho de su esposo, era evidente que tampoco estaba contento con saber que trataban de invadir su territorio.

    Seokjin se enderezó en su lugar, aún con su pequeño en brazos, y se enfrentó al lobo frente suyo, sintiendo como el Omega en su interior despertaba inquieto, sintiendo la evidente amenaza y la necesidad de proteger a su manada, sobre todo a su cachorro. Incluso supo que la ira que comenzaba a recorrer su cuerpo, calentándolo y erizando su bello corporal no era propia, sino de su lobo, una que se transmitió y le era imposible querer sacar a su lobo; sentía la furia de su blanco lobo, la forma en la que rascaba su interior y gruñía con furia mostrando sus colmillos, incluso le dolía. Por lo que harto de la situación se dispuso a levantarse, siendo seguido por su esposo, aunque su pequeño cachorro se aferró más a su playera, negándose a la idea de soltarlo y a pesar que el pequeño lobo en su interior se removiera inquieto e intimidado por el aura que su papi se cargaba, su parte humana no desistió en no soltar a su padre.

    —Sostenlo —dijo Seokjin, obligando a su pequeño a pasar a los brazos de su otro padre, y a pesar de los balbuceos o quejidos lastimeros que soltara, Namjoon lo sostuvo contra su pecho sin rechistar—. Tranquilo, mi amor. —le habló una última vez Seokjin, dejando un escaso beso en su boca y finalmente alejarse de ambos.

    Se despojó de sus prendas lo más rápido posible y finalmente, al estar como Dios lo trajo al mundo, se dispuso a transformarse de un solo, haciendo tronar sus huesos, extenderlos y acoplarse a su nueva forma, una que si bien le dolió y lo mareó de lo rápido que cambió, eso no fue impedimento para ladrar a la manada de lobos y finalmente emprender corrida hasta donde podía estar el intruso.

    Incluso Seokjin rogaba que no fuese humano, sobre todo cargando un arma. No quería perder a nadie de la manada y mucho menos a sabiendas que no era el único con un cachorro por el cual preocuparse. Por supuesto que se preocupaba por aquellas lobas y sus crías; por ello no deseaba obligar a los cachorros a crecer sin la figura de alguno de sus padres.

    Sobre todo por la imprudencia de los humanos.

    Pero grata sorpresa se llevó cuando en el ambiente, que curiosamente le apoyó en aquella situación, captó un aroma cítrico, uno que se hizo más fuerte y se transformó en limón. Detuvo su andar, deteniendo a la manada también.

    Se sorprendió de tener delante suyo a un lobo de un pelaje café, aunque lucía intimidado por su presencia y el de los otros lobos; olfateó en su dirección para asegurarse que el aroma a limón proviniese de aquel lobo, confirmando cuándo por inconsciencia el propio lobo liberó su aroma, demostrando sumisión; aunque cohibido pues también mostró su cuello. Seokjin jadeó sorprendido ante ello.

    Sacudió su cabeza, haciendo que su pelaje blanco se moviese junto a aquella acción; sin rodeos se acercó hasta aquel lobo, moviendo sus patas con cautela y poco a poco acercando su hocico hasta estar en el cuello del otro lobo. Debía aprovechar lo curiosamente bien que colaboraba el contrario.

    Comúnmente un intruso solía comportarse agresivo, mostrando sus incisivos y gruñendo a la manada que lo rodeaba, pues era como un psicópata negando todos sus crímenes. Sin embargo era rara la vez que se mostraban dóciles, tan sumisos y colaborativos en cuanto a la silenciosa interrogación se trataba.

    Pero había algo que diferenciaba a ese intruso de los que habían tratado de entrar en el territorio Owen: la naturalidad con la que se dejaba oler y la nula agresividad que demostraba ante ello.

    Inhaló con profundidad sobre el cuello ajeno, recibiendo no sólo su aroma, sino un mensaje que captó y lo sorprendió.

    »No vengo con malas intenciones, sólo quiero pasar un tiempo aquí, lo juro. Después me iré. Habló el lobo, denotando una voz temerosa pero medianamente grave, sin embargo no titubeaba, tampoco era aguda, era un perfecto intermedio.

    Se alejó de inmediato del lobo, encarándolo y osando a mirarlo frente a frente, topándose por primera vez con aquellos orbes ámbar que brillaban en temor. Soltó un gruñido natural desde su pecho, viendo como el lobo pegaba su cabeza al césped entre sus plantas delanteras y como sus orejas se apegaban a su cabeza, claramente siendo intimidado. Entonces Seokjin bufó.

    Sin embargo no se sentía mal por poner a aquel intruso tan sumiso ante él, aunque tampoco le agradaba.

    Harto de la situación ladró al intruso, indicando una sola cosa.

    »Levántate. Ordenó.

    El lobo acató la orden, levantándose inmediatamente y encarando ahora él al lobo blanco, que evidentemente era más alto que su propio físico. Bajó las orejas en sumisión sintiéndose pequeño al lado de aquel lobo de pelaje blanco, que siendo sinceros se tomó el atrevimiento de admirar. Era alto, de una apariencia delgada pero no por ello menos intimidante, su pelaje brillaba al contacto con la luz natural de aquel bosque. Debía admitir que era físicamente bello.

    »¿Cuál es tu nombre, exiliado? Cuestionó Seokjin, bajando el tono de su voz y tranquilizándose un poco.

    El intruso debía admitir que se sintió humillado de nueva cuenta al ser llamado de aquella forma, pero se lo merecía pues después de todo en su anterior manada no era deseado, ni siquiera por sus padres.

    »Jung Hoseok. Contestó cabizbajo el intruso, no queriendo dar la cara otra vez a aquel lobo.

    Seokjin volvió a bufar, pero no de frustración, ésta vez no.

    »Levanta la cara, Hoseok. Indicó Jin, queriendo encarar al nuevo. Me dirás de dónde vienes, de quién eras y por qué acabaste aquí.

    Hoseok escuchó atentamente las indicaciones que aquel lobo blanco le solicitó, iniciando por levantar la cabeza una vez más, teniendo vergüenza de que viesen la fea marca que cruzaba de arriba a abajo por su ojo derecho, es más, le ardía de sólo recordarlo. Aunque resignado, contestó a las preguntas.

    »Vengo de la manada Carey, me supongo que la conocerá porque sólo hay una manada con dicho nombre. Dijo, sorprendiendo a Jin al saber de dónde provenía y sobre todo del fluido coreano que manejaba, y debía suponer que manejaba el inglés de igual modo. Terminé aquí porque me escapé de mi antigua manada, no me deseaban allá, eso era evidente; así que escapé y después de tanto recorrido terminé en su territorio. Créanme que no es mi intención entrar así sin más, pero le ruego que me deje quedarme sólo unas semanas, lo prometo, después continuaré mi camino. Lo juro.

    Seokjin sólo lo miró, pero por más que pasaban los segundos no habló.

    Incluso Hoseok pensaba que seguramente estaría planeando una forma de asesinarlo por haber entrometido en su territorio, pero él juraba que no era su intención irrumpir de aquella forma, sólo quería descansar unos días, recuperas las energías y finalmente continuar su camino. Pues Hoseok ya se había resignado a ser un lobo solitario, ya había aceptado que jamás tendría una familia ni nadie que pudiese amarlo.

    Ya lo sabía.

    No fue hasta que Seokjin notó la pesada aura que el nuevo cargaba que se sintió un poco mal, los cortos pasos que había dado hacia atrás en señal de correr en dirección opuesta y marcharse eran una clara prueba de lo inseguro que se sentía. Así que después de meditarlo un rato, habló.

    »Puedes quedarte, Jung Hoseok. Ya no estarás solo, ya no mendigarás por sobras ni te enfrentarás a la dura vida silvestre por tu cuenta, porque ahora tienes una manada. Dictaminó Seokjin, acercándose al inseguro lobo y lamiendo su frente, le dió una cálida mirada, incluso un atisbo de sonrisa.

    Hoseok podía jurar que todo rastro de nerviosismo se esfumó de su ser, como si jamás lo hubiese sentido. Es más, aquello se transformó en una cálida sensación que se implantó en su pecho, una que creció y se expandió dándole una hermosa calidez que terminó en su rostro, haciendo sonrojar a su parte humana y la sonrisa extenderse en su mundano rostro; sus ojos brillaron de la emoción y su rabo se movió contento.

    Había sido lamido por el líder de la manada. Había sido aceptado en una nueva familia.

    Y Jung Hoseok estaba más que contento con eso.

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Aprecia a quien te vio
cuando eras invisible para todos los demás.
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¡Hola! He venido inspirada para actualizar White Wolf ^^
Además, ha entrado un nuevo personaje! >< nuestro hermoso esperanzo, Jung Hoseok. 💖

Uff, cada vez me sorprendo de cada cosa (por no decir mierda) que escribo. :)

Y cuéntenme, ¿qué tal su día? ¿Todo bien en la vida? ¿En el amor? ¿Cómo anda la familia? ¿Me suicido? ¿Hotel, trivago? Y ¿quién quiere dedicación? 👀

Estuve a punto de echarles arena pero ya me calmé. ^^
¿Qué opinan de la multimedia? Me esforcé toda esta mañana en terminarlo y así quedó. :0 Aunque Wattpad culero le baja la calidad feo.

En fin, no tengo mucho que reportar por hoy por lo que... me voy.

Les deseo un hermoso día, tarde o noche, sea cual sea el horario en el que estén leyendo esto.
Se despide su autora.

YoungMi17ⓒ.

Reproduzcan Black Swan nmmn, ¿o le temen al éxito? ewe

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