Capítulo 32:

- No quisiera molestar pero... ¿esos no son los aposentos de Lady Anica?
Me miró con sus enormes ojos azules.
- Estoy ciertamente sorprendida. Después de escuchar a mi padre hablar de vos pensé que no podríais ni fingir unos modales sin parecer ridícula.
- Ariana - le regañó Nathaniel.
- Sí, es la habitación de Lady Anica. Parecía algo disgustada y abandonó la celebración. Sin embargo, no me permite hablar con ella.
- ¿Se encuentra bien? - pregunté preocupada.
No la conocía mucho pero había coincidido con ella debido a su amistad con Alice.
- Eso trato de averiguar.
- ¿Puedo? - pregunté señalando la puerta.
La princesa dio un paso atrás. Me acerqué a la puerta pero era demasiado gruesa para oir algo. Llamé suavemente.
- Anica, soy Calíope. ¿Puedo pasar?
No hubo respuesta.
- Necesito saber que estás bien. ¿Podrías al menos dejarme saber que estas consciente y puedes oírme?
Oí un par de golpecitos en el otro lado de la puerta.
- Gracias. ¿Puedo pasar?
De nuevo sin respuesta.
- Tengo un par de secretos que seguro te interesan. Si me dejas entrar te los contaré.
El silencio volvió a llenar el pasillo pero unos segundos después escuché el pestillo. Me giré hacia Nathaniel.
- En seguida vuelvo - me disculpé antes de entrar.
Anica se encontraba con los ojos llenos de lágrimas algo rojos e hinchados. Eché de nuevo el pestillo y me acerqué a ella.
- He oído que te gustan mucho los gatos - comencé a decir.
Asintió tratando de quitarse las lágrimas con el dorso de la mano.
- Al parecer hay una hermana de la reina que también los adora y siempre que viaja los lleva con ella. Seguro que si le dices a Ariana que la invite vendrá. Imaginaté todo el castillo lleno de gatos.
Me senté en la cama y di unas palmaditas a mi lado para que me acompañara.
- ¿Qué ocurre?
- No es nada.
- Si me lo cuentas prometo no decírselo a nadie. Ni aunque me lo ordene el mismísimo rey.
Pareció dudar.
- Ahí va otro secretito. Mika conoce el camino a las cocinas. Si te escabulles te darán todo lo que pidas sin que nadie lo sepa.
Noté que comenzaba a respirar con algo más de normalidad.
- Hecho de menos mi casa - dijo tras un largo silencio.
- Es normal. Yo también hecho muchísimo de menos a mis padres.
- ¿Sí? ¿No es algo de niñas pequeñas?
- En absoluto. Es normal que tras tantas semanas añores a tus padres, tu familia, tus cosas, tu espacio... No tiene nada que ver con la edad. Esto también es un secreto así que no se lo digas a nadie pero... una de las primeras noches yo también lloré. Quería volver a casa como fuera. Es normal que tú también te sientas así y seguro que no somos las únicas.
- Antes estaba siempre con Alice y eso hacía que lo olvidara. Pero ella se ha ido. Sé que no voy a ganar. Que solo sigo aquí porque la princesa Ariana y yo somos amigas.
- Las Seleccionadas podemos abandonar cuando queramos.
- Pero es la princesa. Si ella quiere que esté aquí tengo que quedarme.
- ¿Y si hablas con ella? Si es tu amiga seguro que entiende como te sientes.
- ¿Y si aún así quiere que me quede?
- No puedes saberlo sin hablar con ella. Hay muchas soluciones y podéis buscar juntas una que os guste. Pero para ello es necesario que habléis.
- ¿Y si no funciona? ¿Y si no hay solución?
- Siempre hay una solución. ¿Por qué no lo intentas? Si no funciona siempre podemos volver a hablar y tratar de buscar otras soluciones.
Pareció meditarlo.
- ¿Si no sale bien me ayudarás?
- Te doy mi palabra.
Dejó salir el aire en un largo suspiro.
- Esta bien. Dile a Ariana que pase.
- Ya sabes cual es mi habitación. Cualquier cosa puedes venir o dejar una nota.
- Gracias, Cali.
Acaricié suavemente aquel pelo rubio platino y le mostré una dulce sonrisa. Fuera esperaba Ariana de brazos cruzados y Nathaniel apoyado en una pared.
- Podéis pasar, alteza - dije dejando la puerta entreabierta.
Me miró algo sorprendida. Como si esperara que fracasara.
- Sin duda debéis poseer unas grandes dotes de persuasión.
- No es necesria la persuasión. Tan solo saber escuchar.
Aquello era una pequeña indirecta para que tratara de escuchar y entender lo que Anica quería decirle.
- Y sigues pensando que no eres apta para ser reina. Tienes más capacidad de la que crees.
- ¿Vas a enseñarme eso que querías o vamos a discutir si eso es realmente cierto?
Sonrió y tomó mi muñeca con suavidad. Se acercó lentamente y dejo un suave beso en mis labios.
- Vamos - susurró.
Me llevó por pasillos por los que nunca había estado y descubrí zonas del castillo que no tenía ni idea que existían. A pesar del tiempo que llevaba allí, aún había montones de cosas que desconocía.

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