Capítulo 28:

Entrecerré los ojos algo abrumada por los flashes de algunas cámaras. Sonreí ligeramente y posé para algunas fotos antes de sentarme en el sofá junto a Nathaniel. Me lanzó una mirada de apoyo y me tomó suavemente de la mano dando un ligero apretón que me reconfortó. Aquello me ayudo a calmar los nervios y centrar mi atención en los periodistas.
- Recientemente se ha confirmado que Lady Calíope fue la misteriosa chica del primer beso. ¿Qué podéis decirnos de aquel momento?
- Me habría gustado poder terminar la cita - contestó Nathaniel con tono divertido.
- Elegí aquel lugar porque fue su majestad quien me recomendó visitarlo y quería aprovechar la luz de la luna en una noche despejada.
- Fue todo un acierto. Recuerdo que los adornos del vestido también brillaban. Estabas realmente deslumbrante aquella noche.
- ¿Ha sido Lady Calíope quien ha llamado su atención hoy? - preguntó otro periodista.
- No querría que dar la respuesta se malinterpretara. Todas las Seleccionadas son realmente bellas.
- Muchos han sido quienes han destacado que ya son dos ocasiones en las que al pasar tiempo con Lady Calíope ambos terminasteis calados. ¿Es esto una coincidencia o creéis que se debe a algo?
- Debo aclarar que en la primera ocasión fue un accidente - me apresuré a aclarar con una risa algo nerviosa.
- La segunda vez si fueron sus encantos los que me llevaron a acompañarla en el estanque - bromeó Nathaniel.
Le fulminé con la mirada mientras notaba como la cara se me ponía roja como un tomate.
- ¿Diríais que Lady Calíope es vuestra favorita?
- Preferiría no tener que responder a eso.
- Lady Calíope, sois una de las pocas Seleccionadas que quedan de las castas más bajas. ¿Creéis que eso os garantiza que podréis llegar lejos en la competición?
- He aprendido a no dar nada por sentado en la vida. Espero poder continuar en la Selección el mayor tiempo posible y poder seguir conociendo a su majestad - dije girándome para mirarle -. Sé que no importa solo nuestro encanto o la opinión del príncipe, sino que debemos demostrar nuestras habilidades y capacidades. Me gustaría averiguar hasta donde puedo llegar.
Noté como cambiaba la mirada de Nathaniel poco a poco. No estaba muy segura de que significaba pero me vi completamente embelesada por aquellos ojos azules.
- ¿Majestad? - insistió uno de los reporteros.
- ¿Perdone? - contestó Nathaniel rompiendo el contacto visual.
- Preguntaba acerca del encuentro con los caballos. ¿Qué pensásteis cuando visteis a Lady Calíope con aquella ropa que algunos considerarían poco apropiada?
- Debo decir que aquello era algo privado y Lady Calíope estaba en su derecho de llevar la ropa que gustase. De todos modos solo podía pensar en que era una mujer demasiado imcreíble para ser real. Su atuendo ni siquiera fue algo que se me pasara por la mente observar.
- ¿Cuál ha sido su momento favorito con el otro hasta la fecha?
Me quedé algo sorprendisa por aquella pregunta. Lo cierto era que con Nathaniel o había discutido o había tenido un encuentro de lo más increíble por lo que era difícil elegir entre los buenos.
- Yo diría que el momento de los caballos ha sido mi favorito - contesté.
- Yo debo decir que nunca había bailado bajo la lluvia pero sin duda es algo que me gustaría repetir solo si es en tu compañía - dijo tomándome de nuevo de la mano y acercándose a mí.
El tono de voz que utilizó fue muy dulce pero percibí ciertas vibraciones sensuales que me provocaron un cosquilleo en el estómago. Por un momento nuestras miradas se intensificaron y no pude evitar mirar sus labios. El también miró los míos y pareció dudar un segundo.
- ¿Cuándo sucedió aquello?
La pregunta de aquella mujer rompió aquel momento y mos separamos ligeramente. Me sentí completamente avergonzada y desvié la vista al suelo.
- Fue la vez que la lluvia nos pilló en los Jardines de Cristal el primer día. Nunca creí que se pudiera disfrutar así de la lluvia.
- ¿Qué es lo que más os gusta del otro?
- Sería difícil elegir una sola cosa pero diría que su pasión. Creo que no es consciente de ello pero pone su corazón en todas sus acciones y creo que es algo que la hace única.
Me sentí algo abrumada por aquel cumplido. Y tardé un poco en contestar.
- Me siento algo avergonzada respondiendo la pregunta pero sería algo injusto no responder tras un cumplido así - bromeé tímidamente para quitarle hierro al asunto -. Sin duda lo que más he llegado a apreciar de su majestad es lo detallista que resulta. Siempre esta atento a las necesidades y gustos de aquellos a su alrededor y sabe captar los más mínimos detalles para después utilizarlos. Debo admitir que en más de una ocasión me ha ayudado a sentirme mucho más cómoda y relajada gracias a ello.
- Imagino que su majestad ya ha visto el vídeo en el que Lady Calíope canta. ¿Cuál fue vuestra primera impresión?
- No puedo recordar como me sentí. Me quedé completamente en blanco. Seguramente ni los ángeles y sirenas podrían cantar así de bien.
De nuevo noté como las mejillas se tornaban rojas y agaché la mirada no pudiendo esconderme tras el pelo.
- Lady Calíope, ¿podríais cantar algo ahora?
- Yo... No sé si... - comencé a tartamudear.
- Por favor. Me gustaría oírte en directo - me pidió Nathaniel cogiendo ambas manos y levantándolas ligeramente.
- Está bien - murmuré.
Cerré los ojos y respiré hondo. Comencé a cantar una nana que mi madre me cantaba cuando era pequeña y tenía alguna pesadilla. Era otra de mis canciones favoritas y era la única que podía recordar en ese momento. Cuando terminé de cantar todos me aplaudieron y me levanté para hacer un par de reverencias.
- Aún nos queda una Seleccionada y se acerca la hora del banquete, por lo que debemos despedirnos ya de Lady Calíope - dijo Nathaniel cuando los aplausos cesaron.
Sonreí una última vez a las cámaras y me puse en pie.
- Permitidme que os acompañe - añadió poniéndose en pie e invitándome a ir hacia la puerta con una elegante reverencia.
- Una última pregunta, Lady Calíope - me pidió un periodista que estaba en primera fila muy cerca mío.
- Claro - dije con una sonrisa.
- ¿Deseáis ganar la Selección?
Aquella pregunta me golpeó en el pecho como un puñal. Miré a Nathaniel que no parecía esperar la respuesta. Apreté los puños algo nerviosa.
- Sí.
En cuanto respondí, Nathaniel alzó la mirada sorprendido y yo no aparté mis ojos de los suyos para dejarle claro que iba en serio.
- Muchas gracias por su tiempo - me agradeció el hombre.
Un sirviente abrió la puerta y me extrañé cuando Nathaniel salió conmigo. Iba a preguntarle cuando sus labios apresaron los míos. Algo en mi pecho pareció estallar y no pude resistirme. Había añorado aquel contacto y no era consciente de cuanto hasta aquel preciso instante. Llevé mis manos a su nuca para poder aferrarle con fuerza, como si en cualquier momento su pudiera desvanecer. Nathaniel siempre era gentil y dulce pero aquel beso era feroz y apasionado. Me soprendió cuando me empujó contra la pared pero no me disgustó en absoluto.
- Llevo queriendo hacer esto desde que te he visto esta mañana pero ya no podía resistirme más - susurró con una voz grave algo rasgada que me puso los pelos de punta.
- Pues no pares - contesté tratando de recuperar el aliento.
Sus labios volvieron a los míos y pegué mi pecho al suyo. Noté como una de sus manos se delizaba por mi espalda pero se detenía en la parte baja. Ante todo siempre un caballero. Tomé su mano suavemente y le animé a descender un poco más. Me aferró a él con fuerza y deseé que jamás terminara aquel momento.
- Nathaniel - le llamó una voz grave claramente disgustada.
Aunque dejamos de besarnos parecía que nuestros cuerpos no pudieran separarse. Ambos dirigimos la mirada a su padre, el Rey Michael Aureus.
- ¿Dónde está tu sentido común? ¿Qué pensaría cualquiera que te viera? Termina las entrevistas y no me avergüences más.
- Sí, padre - contestó con tono serio.
En cuanto se marchó me obligó a mirarle de nuevo posando su mano en mi mejilla.
- Debe ser que me has pegado los malos modales porque estaba deseando decirle que a nadie le importa lo que piensen los demás.
- ¿Y por qué no lo has hecho? - pregunté divertida.
- Porque entonces no podría hacer esto.
Me dio un último beso, suave y dulce. Antes de despedirse para volver con los periodistas.
- Te buscaré en el banquete - me prometió

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