Capítulo 22:
- Vooooy - grité mientras salía de la cama al escuchar como alguien aporreaba la puerta.
La abrí algo soñolienta y me encontré con Mika ya vestida.
- ¿Me he quedado dormida? - pregunté frotándome los ojos.
- No, no. Pero tienes que ver esto - dijo entrando a la habitación.
Cerré la puerta y la seguí a la cama. Llevaba algo en la mano. ¿Una revista?
- Sabes que a Hilda le encantan los cotilleos.
- Sí... - contesté recordando a una de sus damas de compañía.
- Suele hacerse con alguno de los números de El Mensajero. Mira - dijo tendiéndome la revista.
Al ver la portada empalidecí. Una foto de la noche de mi cita con Nathaniel. La foto de la portada era justo de antes del beso por lo que su mano se encontraba en mi mejilla. Abrí la revista a todo correr y busqué el artículo. Había montones de fotos y en muchas de ellas se veía el beso.
- No. No puede ser. No, no, no, no, no.
Comencé a leerlo por encima.
- "Se ha confirmado que estas fotos son de la cita de la primera fase lo que convierte a Lady Calíope en la chica misteriosa" - leí en voz alta -. ¿Podría ser peor?
Seguí leyendo y mi pregunta quedó resuelta.
- "Solo hay que ver la mirada de nuestro futuro rey para saber que cree que ya ha encontrado a su reina". ¿Pero que cojones estan diciendo? ¡Esto es horrible!
- También hablan de Jaime.
Busqué su nombre.
- "No solo se ha ganado el corazón de Nathaniel, sino que también el de Jaime con quien en varias ocasiones se le ha visto".
Fue entonces cuando cambie de página y vi una foto en la que se me veí con el vestido empapado pegado al cuerpo.
- ¿Cómo han podido ser tan cerdos? ¡Malditos hijos de puta! Escucha esto "O tal vez solo esta engatusando a su alteza con sus encantos. ¿Quién podría negar su belleza? Con un buen vestido y maquillaje cualquiera puede ser bella. Pero está claro que no ha dejado nada a la imaginación al llevar un vestido así al salir del agua." ¿Me están llamando puta o es solo impresión mía?
- No suena muy bien, no.
- ¿Cómo han conseguido esto? Creía que Nathaniel se había encargado.
Comencé a dar vueltas a la habitación notando como todo daba vueltas. Mika abrió las ventanas para que entrara el aire y me acercó al balcón.
- Respira hondo - me dijo con una voz tranquila.
Denia y Luna entraron en ese momento. Mika debía haberlas llamado.
- Traedla una infusión, por favor - les pidió.
- Yo prepararé un baño relajante - indicó Luna.
Mika se inclinó sobre mí y me acarició el pelo con suavidad.
- Esto no puede estar pasando - murmuré.
- No pasa nada. Era posible que tarde o temprano se enteraran o consiguieran las fotos.
- Él me dijo que se había encargado - grité.
- Ha debido haber algún problema. No pasa nada.
- Se acabó. Si ya no me dejaban en paz. Ahora me perseguirán más.
- Es solo cuestión de tiempo que pasen a otra noticia. Ya sabes como son.
- Pero siempre estará ahí. Y esas fotos... Odio todo esto. ¡Estoy harta!
- Recuerda por qué haces esto. ¿Que es más importante? ¿Tu padre o esos periodistas?
Alcé la mirada hacia mi amiga.
- Sabes bien la respuesta. No dejes que unos cotillas sin escrúpulos te impidan ayudar a tu familia. Saldrás de esta. Ya lo verás.
Me encogí sobre mi misma y cuando Denia me trajo la infusión de hierbas me la tomé con tranquilidad. Mika continuó a mi lado y cuando terminé me acompañó al baño.
- Imagino que querrás sales de melocotón - bromeó.
Asentí dejando escapar una pequeña sonrisa. Comenzó ha echar todo tipo de jabones y sales a la bañera y se sento a mi espalda asegurándose de que el pelo cayera por fuera de la bañera. Comenzó a cepillarme el pelo.
- No puedo salir de aquí. Todo el mundo me va a mirar - gruñí.
- No importa. Que miren lo que quieran. Solo debes ignorarles.
- Sí que importa. Lo odio. Me pone nerviosa...
- No puedes evitar que los demás te miren o hablen de tí. Tienes que aprender a ignorarlo.
- Nunca he tenido que hacerlo. No puedo ignorarlo. Es como una presión constante. No me deja respirar ni pensar.
- Puedo pedir a Luna y Denia que avisen de que no irás a desayunar porque estás enferma. Y puedo venir a pasar el día contigo. Pero tarde o temprano tendrás que salir.
- Mejor tarde que temprano - gruñí.
- Yo debo irme a desayunar, pero volveré enseguida. Pasaré por la cocina a traerte algo.
- Muchas gracias - susurré.
- No tienes por qué darlas - contestó con un guiño.
Cerré los ojos y trate de relajarme con el agua caliente y el dulce aroma a melocotón pero aquel artículo no dejaba de rondar mi mente y hacerme sentir pequeña y vulnerable.
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