Capítulo 21:

La segunda semana con las damas de la corte había sido igual de aburrida que la primera. Tratamos de no escabullirnos de las tareas pero hubo un par de días en que nos escapamos para preparar la cita doble. Esperamos hasta el dia que comenzaba la segunda tanda de citas y estuvimos toda la mañana preparándolo. Yo debía pedir a Aiden que me acompañara a dar una vuelta al jardín y llevarle allí. Mika llegaría poco después con Jaime.
- ¿Y esta decoración? ¿Esperamos a alguien más? - me preguntó Aiden divertido.
- En efecto.
- Creía haber entendido que teníais cierto romance con su alteza el príncipe Nathaniel. Pero ha salido esta mañana de palacio con Velvet por lo que dudo que sea para él.
- ¿Es que Jaime no sabe cerrar la boca?
Aiden se rió.
- Eso se acabó - le aclaré.
- ¿Entonces hay otro?
- Más o menos - dije con una sonrisa pícara.
Mika llegó en aquel momento con Jaime. Ambos se miraron sin parecer comprender y luego nos miraron a las dos que sonreíamos como dos niñas frente a un enorme pastel de chocolate.
- ¿Estáis locas? - dijo Jaime algo preocupado.
- No seas paranoico. Nadie viene por aquí - dijo Mika.
- Además hemos cerrado la entrada. Y si alguien aún así viene, ¿que van a pensar?
- Solo somos dos Seleccionadas comiendo tranquilamente con su alteza - explicó Mika.
- Y con mi escolta, que hace muy bien su trabajo.
Jaime y Aiden volvieron a mirarse pero esta vez sonrieron y se dieron un suave beso.
- Como haya que dar explicaciones os lo dejo a vosotras - nos señaló Jaime.
- Será un placer. Lo tenemos todo pensado - contesó Mika con un guiño.
La comida fue de lo más entretenida y dado que habíamos ido ganando confianza entre los cuatro, fue bastante agradable.
- Lo cierto es que no sabía que Mika también lo sabía. Aunque imaginaba que no tardaría en enterarse - comentó Aiden.
- Alguien de mi clase social no es apta para juzgar tales cosas - dijo con un fingido tono de humildad.
- Se supone que ahora somos de una clase social alta. Podemos juzgar - le corregí.
- En tal caso no puedo juzgar por evitar ser hipócrita - se rió.
Todos la miramos sorprendidos. Lo que solo hizo que se riera aún más.
- A Cali ya le dije que tenía a alguien esperándome en casa.
- Pero nunca me has hablado de ella - le reproché.
- Se llama Dandelion. Es la mujer más preciosa que podáis imaginar. Y también la más inteligente, divertida y amable.
- Cuando salgamos de aquí me la tienes que presentar - dije agarrando sus manos.
- Por supuesto. En cuanto tenga la ocasión ni lo dudes.
- ¿Salir de aquí? ¿Entonces es oficial? - me preguntó Jaime.
- ¿El qué? - pregunté confusa.
- ¿No vas a intentarlo si quiera?
Entonces comprendí.
- ¿Intentar qué? Ya hemos hablado esto - contesté algo disgustada.
Odiaba tener que repetir esta conversación una y otra vez con todo el mundo.
- ¿Por qué crees que no puedes ganar? - insistió Jaime.
- De verdad os agradecería a todos que dejárais este tema en paz. La Selección está amañada. Yo no tengo madera de reina y tampoco quiero serlo. Nathaniel tiene un deber con su pueblo y ahora que es consciente de ello se centrará en sus responsabilidades. Punto final del asunto.
La situación se había vuelto ciertamente tensa y en parte me sentía culpable. Me disculpé con la excusa de ir al baño y preferí volver a mi habitación. Unas horas después alguien llamó a la puerta y como imaginaba, sería uno de los tres.
- Quería darte las gracias por haber organizado lo de hoy. Y disculprme por estropearlo - se diculpó Jaime.
- No me mires con esos ojitos de cachorrito abandonado - dije cruzándome de brazos.
- Pero es que funcionan.
No pude evitar sonreír. Tenía unos ojos claros del color de la miel que asomaban bajo el cabello castaño despeinado. Era como un Golden Retriever pidiendo que le dieran unas caricias.
- Es solo que parece que el tema no puede quedar atrás. Yo he tomado una decisión y Nathaniel también. No va a cambiar por mucho que los demás insistáis.
- Lo que quiero es que vosotros insistáis.
- Tampoco serviría de nada.
- Eso no puedes saberlo.
- Tú tampoco puedes saber que funcionará. Y todo indica a que no.
- No seas negativa. Hay que ver el vaso medio lleno.
- Medio lleno o medio vacío todos estamos de acuerdo en que no está lleno.
- Es solo que he tenido ocasión de estar con mucha gente y se cuando alguien es diferente. Sé que ambos sabéis que lo que hay entre vosostros es distinto. Es único. No quiero que lo perdáis porque a mi no me gustaría perder a Aiden.
- ¿Tan claro tienes lo de Aiden? - pregunté sorprendida.
- Estoy arriesgando mi título y mi reputación tan solo por estar con él los pocos segundos que pueda aprovechar.
- Eso es muy bonito - dije con una sonrisa tierna.
- Solo quiero eso para vosotros también. Puede que seamos amigos desde hace poco pero has hecho más tú por mí de lo que ha hecho nadie nunca. Y además tus intenciones son sinceras. Y bueno, Nath es mi hermano. Toda su vida ha hecho lo que se le pedía y lo que se esperaba de él pero creo que solo en esto tiene derecho a elegir.
Oí que alguien se acercaba y tiré de él para que entrara en la habitación.
- Vamos a tener esta conversación por última vez. ¿De acuerdo?
- Puedo conformarme con eso.
- Bien. Adelante.
- Yo si creo que tienes madera de reina. Eres una buena amiga, quieres lo mejor para tus amigos. Ser reina es lo mismo pero con todo un reino.
- ¿Y te parece poco?
- Solo digo que puedes ser mejor Reina de lo que crees. Tienes un gran sentido de la justicia y sabes adaptarte con increíble rapidez. Imagino que antes de venir no habías hecho una reverencia en tu vida. Creemé que todos nos sorprendimos cuando una chica de clase 6 hizo una de las mejores reverencias que podríamos haber visto. Sabes leer y escribir, Mika me lo ha contado. Eso te da muchas ventajas y te permite aprender seguro todo lo que necesitas.
- Aunque pudiera pasarme los próximos meses de la Selección preparándome, e incluso más adelante seguir, eso no quita otro de los problemas. No quiero ser Reina. No quiero tener tantas responsabilidades. No quiero mi cara y mi vida expuesta al público. No quiero tener que desconfiar de todos a mi alrededor porque ya no sé quien se aprovecha de mí o de mi posición. No quiero no tener tiempo para mí o mi familia por estar demasiado ocupada todo el día. No quiero seguir llevando estos ajustados vestidos y mil kilos de faldas. Odio el maquillaje, los tacones y sobre todo el puto corset. Puede que mi vida no fuera maravillosa pero me sentía libre. Trabajaba de vez en cuando y aún así podía cuidar a mi familia y salir al campo cuando quisiera. No tenía ataduras. Aquí me siento como una muñeca encerrada en un escaparate para una exhibición. Quiero que esa exhibición termine cuanto antes. No que dure el resto de mi vida. Nathaniel se merece a alguien que le haga feliz y alguien que odia su propia vida no podría hacer eso.
- Si eso es realmente lo que sientes entonces no puedo decir nada más. Solo que si cambias de idea, no importa lo tarde que creas que sea, ven a buscar mi ayuda.
- Te lo agradezco - dije con una sonrisa dulce.
- En cuanto a lo de odiar la ropa, puedo conseguir que te hagan ropa a medida más de tu gusto. Pantalones por todas partes - dijo con un gesto de la mano exagerado.
- Eso suena bien. Pero no me dejaran llevarlos.
- Puedes. Aunque no causaría muy buenas impresiones. Pero si no quieres ganar, ¿qué más da?
- Tampoco quiero que me echen.
- Eso depende de Nathaniel. Conozco vuestro trato. Te mantendrá todo lo que pueda a pesar de lo que diga mi padre. Siempre cumple su palabra.
- Eso no lo dudo. Pero tu padre...
- Sí. Es un cabezota y tiene muy mala leche. Pero Nathaniel se las apañará. No te preocupes.
- ¿Cuánto crees que podrá mantenerme?
- Imagino que hasta la fase 4. Al final de la tercera fase debe quedarse solo con 8. Puede que intente que esa fase también la realices pero no estoy tan seguro de si lo conseguirá.
- 3 fases no están nada mal. Ya solo con el dinero de la primera fase mi padre ha podido mejorar bastante con la medicación y mi madre es muy ahorradora. Sé que les han dado un bono porque he pasado a la segunda, así que me siento más tranquila. Si además consigo pasar a la tercera seguro que el dinero es más que suficiente para que mi padre se recupere.
- ¿Estás aquí por eso?
- Creía que lo sabías.
- Nathaniel me habló de que te mantendría. Nada más.
- Pues sí, es por mi padre. Por eso necesitaba aguantar un poco más. Si no fuera por Nathaniel creo que ya me habrían mandado a casa.
- Me alegro de que no sea así.
Me dio un abrazo y lo cierto es que me sentí reconfortada. Pocas veces me sentía plenamente a gusto en palacio pero aquel abrazo era como volver a casa.
- Vamos a ir a dar una vuelta por los jardines. ¿Te vienes?
Asentí emocionada y le acompañé. Al salir de la habitación me topé con una escena que no esperaba encontrar. Vi la espalda de Nathaniel que se despedía de Velvet. Al parecer habían regresado. La mirada de Velvet se encontró con la mía y aquellos ojos verdes me miraron con malicia. No supe que se proponía hasta que se inclinó hacia Nathaniel para besarle. Jaime me agarró de la muñeca y me arrastró por el pasillo a todo correr para alejarme de aquella escena.
- ¿Jaime? - oímos que preguntaba.
El ruido de nuestros pasos parecía haber llamado su atención. Jaime no se detuvo a pesar de que estaba segura de que le había oído. Nos alejamos por los pasillos hacia los jardines a buen ritmo pero aquello no impidió que Natahaniel nos alcanzara.
- ¿Se puede saber que demonios hacéis? - nos preguntó algo molesto.
No parecía fatigado por la carrera aunque si estaba algo despeinado. El pelo negro como el carbón había seguido creciendo y parecía que ya le alcanzaba para una pequeña coleta. Tenía una barba de varios días que solo le hacía más atractivo.
- Vamos a dar una vuelta - dijo Jaime continuando.
Me sentía como un globo al que un niño arratra por el aire mientras corre.
- Para un segundo - le pidió.
Vi que obedecía bastante a disgusto. Nathaniel nos adelantó y se colocó frente a nosotros pero su mirada se colocó sobre mí. Aquellos ojos azules tan brillantes y profundos como imaginaba que sería el mar.
- ¿Por qué habéis salido corriendo?
- Nos están esperando, así que si no te importa... - se quejó Jaime.
- Sabeís que no es de buena educación correr por los pasillos. Esperaba algo más precisamente de vosotros dos.
- Relájate un poco. Era más bien andar deprisa - le reporché.
Pareció algo sorprendido por mi respuesta.
- No me mires así. Eres tú el que se ha puesto a darnos la chapa en plan paternal.
- Solo intento que se mantenga el orden - se defendió.
- Dejaremos de andar rápido entonces. ¿Necesita algo más, su alteza? - dije con tono serio.
- Yo... no.
Continuamos nuestro camino pero esta vez sin apretar el paso.
- Pensaba que podríamos huir de él y evitar este incómodo encuentro - me susurró Jaime.
- No se cual de vosotros dos ha hecho que se más incómodo. Ya podríamos habernos ido sin hacer ruido.
- Admito que no ha sido una de mis ideas más brillantes.
- ¿Es que alguna vez tienes ideas brillantes? - le piqué
Ambos nos reímos mientras salíamos al jardín.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top