Capítulo 17:

- Sé que fue idea tuya lo de esta mañana. Gracias.
Sonrió ligeramente.
- Lamento que no diera resultado.
- Yo también lo lamento. Pero aún así te lo agradezco más de lo que puedas imaginar.
Asintió ligeramente con la cabeza. Sentía que la discusióm de aquella mañan aún estaba muy presente.
- Lamento todo lo que dije antes.
- No lo sientas. Tenías razón.
- Lo sé. Y lo siento.
- Ahora necesito pensar. Y los periodistas no dejan de seguirme así que aún no he comido.
- Claro, sí. Perdona. Te dejo ya. Solo quería darte las gracias personalmente.
Me sonrió de nuevo pero fue más bien una sonrisa algo amarga. Busqué a Jaime o a Aiden con la mirada pero no les veía, aunque había demasiada gente como para encontrar a alguien. Mika destacaba más por lo que al final fue la primera a la que encontré.
- Por casualidad no te apetecerá desaprecer de esta fiesta - dije acercándome a ella.
- No veo nada dulce. Podemos escabullirnos hasta la cocina y pedir que nos den algo.
- ¿Haces eso a menudo?
- A veces - dijo con una sonrisa pícara.
- Es un buen plan.
Nos escabullimos disimuladamente hasta el interior del castillo y Mika me guió hasta las cocinas.
- ¿Cómo se te ocurrió un plan tan fantástico? - le pregunté mientras bajábamos unas escaleras de piedra hasta el sótano.
- Me vuelven loca los dulces. A veces mis damas de compañía me consiguen algunos pero al final me aprendí el camino yo y así les ahorro el trabajo.
No pude evitar reírme.
- No sé como no se me ha ocurrido nunca.
Llegamos a las cocinas donde un montón de personas estaban terminando aún más bandejas de comida.
- Logan - saludó Mika a un hombre que amasaba algo.
- Ya sabía que vendrías en cuanto vieras que no salía el postre - bromeó.
- Esta es Calíope. Es otra de las Seleccionadas.
- Un placer - dijo con una enorme sonrisa -. Guilda. Saca algo dulce para estas señoritas.
- Así que asaltáis la cocina sin inviatrme - dijo Jaime a nuestras espaldas.
Vi que Aiden estaba a su lado.
- Quiero dejar constancia de que ha sido porque no os veía - me defendí.
- Aquí tu querido guardia ha seguido haciendo su trabajo y te ha estado vigilando. Así que cuando os hemos visto huir hemos decidido unirnos.
Aiden alzó las cejas entre sorprendido y divertido. Jaime se dio cuenta de su expresión y entre risas se corrigió.
- Bueno, yo he decidido unirme. Él solo quería hacer su trabajo. Deberían darle un ascenso.
- Su alteza - saludó una de las chicas con una reverencia en cuanto le vio.
Varios más la imitaron pero Jaime les detuvo haciendo gestos con las manos.
- Martin. Traeme un par de botellas de algo - ordenó alzando un poco la voz.
La tal Guilda volvió con un montón de dulces y postres en una cesta y en cuanto Martin nos trajo unas botellas de licor de fruta, nos fuimos.
- Gracias - dijimos varios al unísono.
- Seguidme. Conozco un sitio perfecto para continuar la fiesta.
- Es medio día - dijo Mika algo preocupada.
- Y solo era un banquete - añadí yo.
- Esto se alargará hasta la cena. Ya vendréis a darme las gracias más tarde - se mofó.
Entre risas le seguimos. Aiden continuaba bastante serio y no participaba en la conversación, pero de vez en cuando le veía sonreír ante algún comentario por lo que sabía que estaba atento. Jaime nos guió hasta una enorme terraza con mesitas de color blanco y vistas de todo el jardín. Desde ahí arriba podíamos ver al resto de participantes de la fiesta.
- Las damas suelen tomar su té aquí pero dado que hay una fiesta esta abandonado. Perfecto para nosotros - explicó Jaime.
- Imagino que cuando vives aquí conoces los mejores sitios para escabullirte en cada momento - comentó Mika.
- Aunque imagino que pronto querremos escabullirnos de aquí. A partir de mañana nos toca ser damiselas finas y educadas - bromeé sentándome con exagerada elegancia.
- Dos semanas con todas las damas de la corte... yo creo que puede ser interesante - contestó Mika.
- Si mi hermana os hace comentarios sobre vuestro pelo desviad la conversación. Su etapa como peluquera esta arruinando muchas vidas - se rió Jaime.
- Parece una niña muy dulce - comentó Mika asomada al balcón.
Seguí su mirada hasta donde estaban la princesa Ariana y dos Seleccionandas: Anica y Alice. Bailaban las tres juntas al son de la música.
- En efecto lo parece. Pero es lista la condenada y sabe usarlo a su favor.
- Entonces se parece más a tí que a Nathaniel - comenté.
- Es más bien la mezcla perfecta y equilibrada entre los dos.
- Eso suena peligroso - me reí.
Mika comenzó a contar historias de sus hermanos y mientras escuchaba, contemplé las bonitas vistas. Fue entonces cuando me di cuenta.
- ¿Es normal que haya tantos guardias? - pregunté sin apartar la vista de los jardines.
Nadie respondió.
- Hay un evento. Supongo que será por eso - dijo finalmente Mika.
- Debe ser - murmuré pensativa -. Aunque eso me recuerda que no se muy bien porque tenemos guardias personales.
Aiden se aclaró la garganta para hacerse notar.
- Sin ofender. Estoy encantada de volver a verte, aunque no sepas lo que es un descanso. Es solo que estamos en uno de los lugares más seguros del país y ya suele haber guardias en todas partes.
- Sé lo que quieres decir - respondió Mika -. Yo también lo he pensado.
Jaime y Aiden se miraron.
- Es solo un protocolo de seguridad - respondió Aiden.
- Yo tampoco entiendo la mitad de las cosas que ordena mi padre - bromeó Jaime.
Traté de buscar algún tema del que hablar para aligerar la tensión que se había creado en el ambiente.
- Aiden, ¿por qué no te sientas? - le ofrecí -. Puedes hacer tu trabajo y descansar al mismo tiempo.
Silenciosamente se sentó en el hueco que quedaba entre Jaime y yo.
- Tenemos aún un rato hasta que empiece la función - comentó Jaime mirando su reloj de muñeca.
- ¿Qué función? - pregunté confusa.
- Han preparado una obra para representar en el teatro real. Un muermo de unas 4 o 5 horas - gruñó Jaime.
- ¿Sería muy obvio si me quedase dormida? Con las luces apagadas no deberían pillarme - preguntó Mika.
No pude evitar reírme ante la idea de verla babeando en uno de los asientos del público.
- Puedo pedir que nos reserven un palco. Al menos no será tan aburrido si estamos juntos - propuso Jaime.
Finalmente esa fue nuestra solución. En vez de ir al palco real con su familia, nos guió a un palco lateral. Aiden y el guardia de Mika se quedaron fuera, y nosotros nos sentamos con nuestras palomitas a ver la función. Resultó más divertida de lo que habíamos imaginado, aunque no gracias a los actores. Los tres nos dedicamos a comentar la obra por lo bajo y a hacer bromas. Jaime incluso comenzó a tirar palomitas a los espectadores de abajo. Mika y yo nos vimos obligadas a escondermos para evitar la vergüenza y mientras esperábamos a que continuara después del intermedio, tuvimos una gran idea. Mika y Jaime habían comenzado a imitar cómicamente a varios de los personajes por lo que nos repartimos varios papeles y las imitaciones continuaron durante una segunda parte. Tratábamos de hacer el menor ruido posible y de reírnos en voz baja pero estaba segura de que todos estaban ya al tanto de nuestras trastadas. Pero no me importó. Estaba con dos buenos amigos pasándolo en grande. No necesitaba nada más. No necesitaba ser una dama perfecta. Ni caerle bien a lor reyes. Ni ganarme el favor de las cámaras o el público. Solo importaba disfrutar de unos minutos con dos compañeros de bromas. Yo no podía ser como las demás y por eso no podía ganar. Si me obligaba a cambiar estaría perdiéndome a mi misma y dudaba que eso me hiciera feliz. No podía pasar el resto de mi vida encerrada fingiendo y tampoco quería. Dejar que Nathaniel me besara había sido un error. Era dar esperanzas tanto a él como a mí. No podía ganar. Ambos lo sabíamos. Cuanto antes lo asumiéramos más sencillo sería para ambos. No pude evitar buscarle en el palco real pero me di cuenta de que no estaba. Debía suceder algo. Él no era de los que se saltaría una cosa así.
- Cali, que esta es tu parte - se rió Jaime que había comenzado a hacer uso del apodo.
- Perdona - dije volviendo a centrar la atención en el escenario.
- Es raro que no esté - comentó cuando se dio cuenta de a donde miraba.
No supe que responder por lo que simplemente asentí suavemente.
- No deberías dejar que los demás te digan con quien estar o no. Se nota que entre vosotros hay algo especial. No deberías perder la oportunidad de estar con él por el que dirán.
- Sabes que no se trata solo de eso.
- Es mi padre quien esta amañando esta supuesta competición. No Nathaniel. No se había saltado ninguna norma y ninguna orden hasta que llegaste tú. Ahora esta plantando cara a mi padre. Ha conseguido bastante dado que sigues aquí.
- Eso no significa que vaya a conseguir convencerle de que me deje ganar. Por no hablar de que aún así son muchos meses hasta que tenga que elegir y puede echarse atrás.
- Eres inteligente. Puedes buscar la forma de equilibrar responsabilidades y ser tu misma. Me pondría como ejemplo pero no es el caso. Recuerda lo que dije de mi hermana.
- No puedo arriesgarme tanto. Entregarme a la competición sin saber si lo voy a perder todo. Lo cual es bastante probable.
- Como ya sabrás no soy un romántico por lo que negaré a ver dicho esto. El amor es tener fe. Es confiar. Es saltar y arriesgarte creyendo que la otra persona estará ahí para cogerte.
Le miré sorprendida. No habría esperado descubrir un lado tan tierno y tan dulce de Jaime.
- Si le dices eso a la próxima chica con la que ligues, la vas a enamorar perdidamente.
- ¿Contigo funciona?
- Ya sabes que lo nuestro, por corto que fuera, no involucraba sentimientos.
- Había que intentarlo - se rió.
Miré de nuevo al palco pero Nathaniel seguía sin aparecer. Me levanté ante la atenta mirada de Jaime y salí a buscarle.

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