Primera y última noche
Resumen: Shinji Ikari era un simple ayudante de cocina soñador y apasionado, que de un día para otro comienza a recibir presiones que le hacen cuestionarse cómo encaja en su entorno. A la vez, enfrenta la partida de su gran amigo y confidente, Kaworu, con quien mantiene una relación con roses amorosos. Shinji deberá tomar una importante decisión, pero sea cual sea esta, Kaworu le hará recordar por siempre cuanto lo quiere, regalándole una noche inolvidable.
***
En ocasiones, las palabras correctas pueden mejorar el humor y alegrar el día. Pero en otras, las palabras precisas pueden calar más hondo de lo que se imagina hasta hacer sentir dudas sobre uno mismo.
Por algo como esto, Shinji llegó bastante desanimado un día lunes por la mañana a su trabajo. Sólo se limitó a hacer en silencio y cabizbajo lo que siempre hacía por las mañanas. Usualmente al ser el primero en llegar, le tocaba ordenar y preparar todo para cuando abriera el restaurante.
Suspiró largamente. No cabía duda de que iba a ser muy difícil que algo lo animara ese día.
—¡Adivina quién soy! —dijo una angelical voz a sus espaldas, a la misma vez que le cubrió sorpresivamente los ojos.
—¿Kaji? —sonrió Shinji.
—No lo digas ni en broma... -el chico besó su mejilla— Hola, Shinji... ¿Cómo estás hoy?
—Bien, no me quejo... —sonrió aun cabizbajo.
—Como siempre, ¿eh? —se acercó para besarlo, cariñosamente, a lo que Shinji respondió sin problema alguno— Te extrañé el fin de semana...
Bueno, nada podría animarlo ese día, salvo la irrupción de Kaworu Nagisa. Ese agradable y lindo chico que actualmente fungía casi como su amante. Aunque claro, cabía decir que tenían una relación más amistosa que romántica. Hasta el punto de que aún llevando más de seis meses de haberse conocido, y tres de estar saliendo, nunca habían tenido algún contacto sexual propiamente tal. O al menos nunca habían llegado tan lejos. Aunque en el trabajo claramente se la pasaban flirteando en los descansos y casi siempre andaban juntos.
Kaworu era un chico guapísimo. Con su particular apariencia y carisma resaltaba entre la mayoría de los trabajadores del lugar. Era un año mayor que Shinji, y desempeñaba el mismo rol que él en la cocina. Ambos eran ayudantes de cocina, o séase, hacían control de calidad, preparaban alimentos simples, y ayudaban a los chefs con los grandes platillos y otras cosas más. Juntos formaban un equipo bastante dinámico.
—¿Qué pasa, Shinji? No te ves muy bien... —sobó su mejilla— ¿Has dormido mal?
—No, no es nada de eso... —suspiró— No te preocupes, no me pasa nada —intentó fingir una sonrisa.
—Bien... —respondió inconforme Kaworu, quien por supuesto no le creyó nada. Y no era que Shinji siempre estuviera muy alegre —de hecho casi siempre era bastante serio en su trabajo— pero nunca antes lo había visto así de desanimado y cabizbajo.
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Shinji se sentía bastante conforme con las decisiones que había tomado hasta ahora. Pero lamentablemente, las observaciones y "sugerencias" que su padre le había hecho recientemente, le hicieron cuestionarse algunas cosas. Como por ejemplo, si realmente era tan bueno en lo que hacía. Después de todo, llevaba un tiempo ya trabajando de ayudante, siendo que él con su título de cocina profesional estaba capacitado para ser jefe incluso. Tal vez le faltaba experiencia, pero era frustrante ver que aún pasado el tiempo no reconocían su talento como él lo merecía.
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Más tarde, a la hora de almuerzo, Kaworu se percató de que Shinji no estaba cerca. Eso era lo que daba como señal cuando quería hablar sobre algo. Se apartaba un poco, para que el albino lo acompañara y así contarle qué lo aquejaba. Un código sólo entendible entre ellos, claro estaba.
Kaworu terminó de calentar su almuerzo, y se dirigió hacia afuera. El jefe ejecutivo lo vio un poco desorientado y lo ayudó.
—Hey, Nagisa, tu amiguito está por allá —señaló unas bancas y rio ligeramente.
—Bien. Gracias, Kaji... —dijo en un tono muy seco y sin quiera mirarlo de vuelta, ya que jamás le había caído bien ese tipo. Era creído y petulante, y en más de una ocasión se había hecho el galán con Shinji, aunque este no le podía prestar menos atención.
Rápidamente se dirigió hacia donde estaba aquel chico tan adorable. Se le acercó por la espalda y le dio una caricia en el pelo.
—Has estado raro hoy... ¿Me dirás ahora que te pasa?
—Sí, siéntate... —se hizo a un lado para dejarle lugar a Kaworu.
El chico obedeció y pasó disimuladamente un brazo por el hombro de Shinji, mientras este apoyaba la cabeza en su pecho, y comenzaba a hablar con naturalidad.
—Pasa que mi padre cree que estoy viejo.
—¿Cómo así?
—Cree que nunca haré nada con mi vida más que fregar platos.
—¿Sabe que haces mucho más que eso aquí, verdad? ¿Y cuándo te dijo eso, por cierto?
—Este fin de semana fue a verme a mi casa. Creí que almorzaríamos normalmente hablando sobre política o de su trabajo, pero me salió con el tema de que debo hacerme "hombre" de una vez, y tomar decisiones que me lleven a caminos reales, o algo así... Él sabe que este es el camino que elegí, pero nunca me apoyó completamente en esto. Mi madre fue la que aportó con todo. Ella me enseñó a cocinar desde que fui niño, e incluso cuando se separó de mi padre y se fue de la ciudad, me apoyó como pudo. Ella me pagó más de la mitad de mis estudios. Y ahora mi padre hasta se ofreció a pagarme una carrera completa, pero en algo "de verdad profesional y digno" según él —hizo una leve pausa—. Y esa no es la peor parte...
—Dios... ¿Qué hizo además?
—Escucha esto, ahora va de casamentero y quiere comprometerme con una de las hijas de sus compañeros de trabajo... Bueno, por el momento no son nada más que sugerencias, pero el sólo hecho de que quiera que lo tome en consideración es insultante.
—Esa broma sí que no me gustó —dijo serio Kaworu— ¿Cómo es posible? ¿Tantas ganas tiene de ser abuelo?
—Al parecer, sí. Y no confía en nada de lo que yo he hecho por mi cuenta. Y bien, aún no tendré una casa propia, pero al menos soy capaz de llegar a fin de mes por mi cuenta, sin ayuda de nadie. Yo pago mi renta, yo compro mi comida, en fin... Yo siempre he salido adelante sólo. Bueno, desde que se fue mi madre...
—Yo jamás cuestionaría eso, Shinji —le dio suaves caricias en la espalda— Lo que dice tu padre me parece muy tonto. Sólo mírate... Tienes 25 años, eres guapo, estás en la flor de la vida y eres capaz de mucho. Tal vez sólo tengas que aprovechar más algunas de tus capacidades para poder ahorrar o ganar más dinero y así poder tener tu casa... ¿Pero acabado tú? Por favor... El acabado es él, que a duras penas pudo conseguirse otra esposa que lo soporte con todas sus mañas de viejo...
—Haha, sí... es verdad...
—No, y lo digo muy en serio. Tal vez incluso él te mira, y se arrepiente de haberte tenido a una edad tan madura, y ahora te presiona para cumplir algunas de sus frustraciones a través de ti. No lo sé, pero debes ignorarlo. Sabes que está equivocado...
—Sí, lo sé muy bien —dijo Shinji algo más seguro seguido de un hondo suspiro. Realmente le servía mucho hablar y desahogarse con Kaworu— Gracias... —lo abrazó cariñosamente.
—De nada, Shinji... —le devolvió el gesto y besó su frente.
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A la salida, Kaworu pensaba animar más a Shinji llevándolo a su casa para ver una película, pero este tuvo que quedarse a hablar con la administración por asuntos desconocidos. No le dio demasiada importancia, y dio por hecho que se reunirían al día siguiente.
Aun así, en esos momentos, para Kaworu era sumamente importante aprovechar al máximo su tiempo con Shinji, pues a decir verdad, no le quedaban demasiadas semanas en Japón.
Debido a su altísima posición económica, Kaworu siempre había tenido la libertad de hacer prácticamente cuanto quisiera en el ámbito profesional, y las puertas solían abrírsele con facilidad en todos lados, por lo que oportunidades laborales no le faltaban. Pero últimamente había decidido que era hora de volver a su tierra natal, Dinamarca. En donde buscaría desempeñarse como bailarín profesional de ballet. Llevaba gran parte de su vida practicando y participando en alguno que otro teatro, pero ahora tenía como propósito participar de espectáculos más grandes y prestigiosos, y tal vez, hasta llegar a convertirse en maestro.
Tenía tres grandes pasiones en su vida: la cocina, el baile y la música.
Ah, y Shinji por supuesto. Desde que conoció a ese chico, se sintió atraído a él de inmediato. Era increíblemente adorable con su apariencia frágil y delicada, pero eso también enmascaraba una actitud valiente y admirable frente a la vida. Pero sin duda, lo que más le gustaba de él era su determinación. Se notaba que amaba lo que hacía. Era un joven de naturaleza apasionada y eso era muy bello de contemplar.
Aunque ahora acarreaba consigo un inconveniente. Aún no le había contado a Shinji que se iría en menos de dos meses. Había dejado pasar más tiempo del indicado porque temía la reacción del otro. Era cierto que no eran novios, pero pasaban mucho tiempo juntos, y los momentos de intimidad y confidencia que tenían eran impagables. Solían apoyarse el uno al otro después de un mal día, y porqué no decirlo, en ocasiones y cuando nadie los veía, también se robaban algo más que un simple beso.
Pero ya era hora de enfrentarse a la verdad y contarle todo a Shinji. Él merecía saberlo cuanto antes. Y aunque lo cierto era que le dolía muchísimo tener que dejarlo, no podía quedarse por más tiempo ahí, o sus sueños simplemente no prosperarían. Además tampoco podía pedirle a Shinji que se fuera con él, ya que seguramente tendría sus propios proyectos específicos para el futuro. No podía pedirle dejar toda su vida sólo para irse con él... a pesar de que una vida con Shinji no sonara para nada mal.
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Días después, los chicos aún no habían podido concretar una reunión. Según Shinji, estaba algo más atareado de lo normal. Sin embargo, Kaworu ya se estaba preocupando. Ya que quería decirle cuanto antes que debían disfrutar todo el tiempo que les quedaba juntos. Así que sin avisarle fue a su casa el día viernes, después del trabajo. En todo caso no creía que lo fuera a encontrar tan ocupado como decía que estaba.
Y en efecto, no lo estaba. Cuando Shinji abrió la puerta, Kaworu lo notó avergonzado y retraído.
—K-Kaworu... ¿Qué te trae por acá? ¿Pasó algo? —dijo algo nervioso.
—Shinji. Tengo que hablar contigo algo importante —lo tomó levemente de los hombros, como queriendo captar su atención pero sin presionarlo— ¿Puedo pasar?
—Ah... Claro. Justo ahora estaba limpiando la casa, pero sí, podemos hablar... —Shinji lo invitó al interior y le ofreció un vaso de limonada fresca, a lo que Kaworu aceptó y se sentaron a conversar en el sofá.
—¿Qué ocurre?
—Shinji... La verdad no es fácil decirte esto... —Kaworu exhaló fuertemente— Sobretodo cuando esta semana al parecer me has evitado un poco...
—No me he sentido bien. Lo siento... —lo interrumpió Shinji.
—Está bien, no te preocupes... Te aseguro que no estoy molesto. Pero el asunto es que... dentro de poco, me iré.
Shinji sintió como su cuerpo entero se enfriaba.
—¿A qué te refieres...?
—A que volveré a Europa. Dentro de un mes y unos días. Lo siento, Shinji. Quería decírtelo antes, pero la verdad no sabía cómo enfrentar esto... Tú sabes que te quiero muchísimo, y que hemos pasado momentos...
Todo lo que decía Kaworu se transformó en ruido blanco de fondo por un momento. Shinji había cambiado su expresión de estupefacción por una de seriedad y apatía absoluta. Ninguna palabra de Kaworu, por más dulce que fuera podría neutralizar la sensación de vacío de aquel momento.
—Yo también tengo algo que decirte contarte, Kaworu —inmediatamente recibió toda la atención del otro chico.
—Te escucho, Shinji... —puso su mano sobre la del menor, tratando de transmitirle un poco de cariño y confianza.
—Ese día que me quedé a hablar con la administración me dijeron que debido a algunos problemas económicos habrá recorte de personal. Así que a finales de este mes no me renovarán el contrato.
Ambos guardaron silencio por unos segundos.
Lo único que Kaworu pudo hacer en aquel momento fue sentarse al lado de Shinji para abrazarlo suavemente. El chico le devolvió el gesto con mucha pasividad, pero a fin de cuentas permanecieron juntos echados en el sofá por mucho rato. Kaworu pasaba las manos por el cabello de Shinji, mientras este le acariciaba dulcemente la mejilla.
Estaban tristes. Ambos dejaron sus frágiles corazones al descubierto esa tarde, sólo para recibir otra mala noticia por parte del otro.
Fue difícil mentalizarse de forma positiva en una situación como esa, pero algo en lo que concordaban era que lo que menos deseaban era amargar el poco tiempo que les quedaba. A partir de ese entonces, acordaron verse sin falta todos los días después del trabajo, siempre que eso no interfiriera en algo muy urgente.
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—¿Qué harás entonces para el próximo mes? —preguntó Kaworu, cuando ya estaban despidiéndose en la puerta de Shinji ya entrada la noche.
—Lo único que puedo hacer, supongo... Buscar otro trabajo. De preferencia uno donde sepan valorar mis cualidades —contestó irónicamente, aunque tenía la mirada baja.
Kaworu lo acurrucó espontáneamente en un fuerte abrazo.
—Lo siento mucho... —susurró mientras acariciaba sus cabellos— A veces las cosas se complican bastante, pero estoy totalmente seguro de que lo harás bien... Eres fuerte, y muy valiente. En un tiempo más, un simple despido te parecerá cosa de risa...
Shinji suspiró suavemente.
—De alguna forma... confío en eso.
—Ese es mi chico —selló entonces una vez más el cálido contacto entre sus labios, conformando un dulce besó— Nos vemos la próxima semana. Ya se me ocurrirá qué hacer o a dónde llevarte —le guiñó un ojo— Te lo prometo...
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Las siguientes semanas fueron sumamente agitadas emocionalmente. Los chicos se divirtieron más que nunca. Salieron, pasearon de la mano por los parques, juguetearon y a medida que pasaban más tiempo juntos, Kaworu acabó dándose cuenta de lo obvio. No sólo quería y apreciaba a Shinji, no sólo lo encontraba tremendamente atractivo y le gustaba, sino que además ya se había enamorado completamente de él probablemente mucho antes de lo que él mismo imaginó. Para el albino, cada día que pasaba en compañía de Shinji, era más y más difícil, sobretodo porque ya se acercaba la fecha en que lo tendría que dejar.
O tal vez no...
Fue entonces cuando una gran chispa pasó por su mente.
Tal vez no era tan loca la posibilidad de que Shinji lo acompañara. Tal vez incluso era mejor darle la oportunidad para que al menos pudiera elegir.
Compró otro pasaje de avión. El mismo día y a la misma hora que él se iría, y puso a disposición de Shinji su futuro. La fecha estaba cercana, así que usó el bendito poder del dinero, sólo para arriesgarse a que Shinji le diera un "no" como respuesta.
Llegó entonces la gran noche en la que se verían por última vez. Kaworu se iría dentro de seis días, y claro que tenía preparado mucho más que una especie de ultimátum. Esa noche sin dudarlo más, seduciría a Shinji con sus mejores encantos, y lo llevaría al mismísimo paraíso. Tanto que si daba una respuesta afirmativa como negativa, al menos se llevarían una magnífica experiencia de esa noche.
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Ambos llegaron expectantes y emocionados a casa de Kaworu, y lo primero que este hizo fue ir a darse una ducha mientras Shinji esperaba pacientemente en el sofá viendo televisión y comiendo unos bocadillos.
Un rato después, Shinji sintió un estruendo, y luego un quejido bastante sonoro.
—¡¿Kaworu?! —gritó y rápidamente fue a ver qué diablos había ocurrido en la habitación del chico. Subió las escaleras y se encontró con la puerta de la habitación, la que abrió completamente, exponiendo a un totalmente desnudo Kaworu.
—¡Oh, mierda! ¡Lo siento, Kaworu, creí que te había pasado algo! —intentó excusarse Shinji, mirando avergonzado hacia otro lado.
—Ah, bueno, sí... —se cubrió como pudo con la toalla. No porque le diera vergüenza, sino para que Shinji no se sintiera incómodo— Sí que me pasó. Se cayó la maleta que tenía encima del closet, pero estoy bien. Sólo me topó un poco la cabeza, y sonó muy fuerte porque cayó al piso...
—Ah, ya veo... Disculpa por entrar así, es que--
—No te preocupes, Shinji... Tengo total confianza contigo. No me molesta que me veas desnudo...
—Bueno, te dejo...
Shinji salió de la habitación muy avergonzado y juntó la puerta. Iba caminando por el pasillo, de vuelta al sofá y a la televisión cuando de la nada comenzó a oír una música proveniente de la misma habitación de Kaworu. Se detuvo unos momentos pensando que era muy bonita y armoniosa. Sin saber muy bien porqué y sin darse cuenta de sus propios impulsos, Shinji volvió sigilosamente a la habitación de Kaworu, para escuchar mejor aquella preciosa melodía; y como había dejado la puerta junta, por unos momentos pudo volver a contemplar el maravilloso cuerpo desnudo de Kaworu al asomarse tímidamente.
—Ahh... ¿Qué estoy haciendo?... —se reprendió a sí mismo echándose para atrás, pero poco después continuó observando con atención los movimientos de Kaworu al son de la música. Algunas veces lo había visto practicar para los espectáculos, pero obviamente jamás había prestado tanta atención al comportamiento de cada uno de sus músculos. Ver cómo se contorsionaba exactamente su cuerpo era un agasajo. Se movía con más gracia y encanto que un pavo real, y se estiraba a niveles que Shinji consideraba verdaderamente imposibles. Todo sin mencionar lo bello y perfecto que era su cuerpo. Era como hecho por los mismos ángeles, de porcelana y muy fino y suave. Al menos así se veía... Y también le carcomía la curiosidad por saber si así se sentiría también...
No se cuestionó el porqué Kaworu ofrecía aquel celestial espectáculo a la nada, y simplemente supuso que era usual en él ese tipo de ejercicios de elongación luego de una relajante ducha.
Sin embargo, en seguida se sintió como todo un pervertido por todo lo que hizo y pensó durante ese rato. Jamás había visto a Kaworu desnudo, y mucho menos esperó verlo a ese nivel de detalle, pero francamente desprendía un erotismo demasiado irresistible para él.
Más tarde, Kaworu bajó las escaleras -no sin antes dejar todo preparado en la habitación- vestido con un atuendo bastante bonito. Llevaba unos pantalones negros algo ajustados, y chaqueta gris encima.
—Ya estoy listo, Shinji...
—¿Listo para qué? —preguntó curioso.
—Para que veamos una película —dijo alegremente y se abrazó al chico menor. Era tan cálido y reconfortante tenerlo así de cerca...
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Se acomodaron un largo rato en el sofá y entonces Kaworu decidió que ya era tiempo de hacerle la gran propuesta. Pero ya que sus expectativas estaban ultra bajas, tampoco podía desilusionarse demasiado.
—Shinji... —dijo mientras le acariciaba el pelo y este descansaba sobre su regazo.
—¿Mmh? ¿Sí...? —contestó relajado.
—¿Tú me quieres mucho, verdad?
—Mmmh... yo... yo te amo, Kaworu —afirmó el chico. Haciendo que el corazón de Kaworu se sobresaltara antes de proseguir.
—Sin embargo... ¿Odiarías la idea de una relación a distancia...?
—Un poco... No poder verte quizás en cuánto tiempo me destrozaría, la verdad. Pero, Kaworu, ¿Por qué hablamos de esto? Es nuestra última noche juntos...
—Si tuvieras la oportunidad de irte conmigo la próxima semana, ¿Lo harías?
—¿Qué? ¡¿Por qué dices eso?!
—Porque podría ser posible. Hace muy poco me di cuenta de que me costaría mil demonios estar sin ti, y decidí hacerte un hueco en mi maleta...
—Kaworu, si estás bromeando, no es para nada gracioso...
—No estoy bromeando, Shinji. Compré un pasaje de avión hace dos días y no importa si me dices que no. La oferta seguirá en pie hasta que me vaya.
—Kaworu, yo...
—¿Sí...?
—Eres la mejor persona que he conocido nunca. En serio, pero... No sé si sea lo correcto irme de aquí. Creo que no estoy listo para dar un salto tan grande en mi vida. De verdad agradezco mucho que te hayas tomado esta enorme molestia por mí, pero no puedo aceptar. Lo siento mucho, de verdad...
—Bueno... No te preocupes ni te sientas mal, Shinji. Era sólo por si a caso. Sabía que era muy difícil pedirte esto. Tal vez incluso peco de egoísta, pero supongo que era mi forma de decirte que mis puertas siempre estarán abiertas para ti...
Shinji se acomodó en el sofá para abrazar de frente a Kaworu, y este lo estrujó contra su pecho. El albino ya no sentía tristeza, sino que se sentía agradecido de haber tenido la oportunidad de conocer y estar junto a un joven tan maravilloso.
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Una vez hubo terminado esa mala película que estaban viendo, Kaworu pensó en ofrecerle el siguiente "Show" a su invitado.
—Shinji, tú eres una persona en quien confío mucho... ¿Sabes eso, no? —susurró en su oído.
—Claro... lo sé, y te lo agradezco...
—Sólo a alguien en quien confío podría mostrarle mi verdadero talento.
—¿En serio? ¿Y yo seré el afortunado?
—Es menester, ya que he preparado esto especialmente para ti... —se paró del sofá muy decidido y se dirigió hacia una mesa cercana, en donde había dejado su celular conectado a un pequeño parlante.
Con calma, puso play a una hermosa pieza clásica, la misma que Shinji había escuchado en su habitación y que ahora resonaba en la sala de estar. Era lenta, suave y pausada. Sobre esto, Kaworu se fue quitando lentamente la chaqueta que traía puesta, y la dejó a un lado.
Shinji lo observaba atento. Interesado hasta en el más mínimo movimiento de su compañero.
Kaworu lo miró mientras se contorsionaba ligeramente, emulando unos pequeños pasos de ballet, todo a un suave y muy elegante ritmo, casi buscando desesperar a Shinji. Pero eso no era nada todavía, pues en seguida el chico se quitó también la camisa en un rápido movimiento. O eso pensó Shinji, ya que hacía ademanes de quitársela, pero demoraba en quitarla del todo.
—¡Quítatela ya! —exclamó Shinji para sus adentros. Sin duda, lo que más tenía ganas de admirar en su totalidad era la fina y delicada cintura de Kaworu. Tal vez él no era el más indicado para hacer esos señalamientos, ya que tenían cuerpos similares, pero para Shinji el cuerpo de Kaworu era simplemente espectacular. Literalmente, digno del espectáculo que estaba dando de sí mismo. No tenía absolutamente ninguna duda en que triunfaría como bailarín profesional. Con esos brazos delgados pero atléticos que se movían dulcemente al son de la bella melodía, esos leves abdominales marcados, esa cintura de porcelana... Todo conformaba una elegancia muy particular que enloquecía a Shinji. No podía compararlo con la belleza de ninguna chica, por más preciosa que haya sido, no. Kaworu poseía una belleza realmente ajena a este mundo.
Con eso en mente, Shinji observaba como Kaworu se deshacía sensualmente de sus pantalones, parando en seco ante la música y dedicándole una mirada desafiante. se desabrochó los botones y bajó el cierre en un movimiento rápido. A pesar de ser un poco ajustados, estos se deslizaron suavemente hasta caer al suelo, exhibiendo sus bellas piernas. Quedó únicamente en boxers e hizo ademán de acercarse por fin a Shinji, pero antes, dio una vuelta completa para que pudiera apreciarlo en todas sus dimensiones. Para qué negarlo, Kaworu tenía también un culo muy lindo a los ojos de Shinji, y a los de cualquier persona realmente.
El albino recorrió su propio cuerpo con sus dedos, de arriba a abajo, provocando maliciosamente a su espectador haciendo exactamente lo que él llevaba deseando desde que lo vio en la habitación.
Luego, fue al sofá por fin y se colocó justo detrás de Shinji para desabotonar lentamente su camisa a la vez que dejaba suaves besos en su cuello. Shinji suspiraba pesadamente a la vez que trataba de mantener la calma pero poco a poco iba perdiendo la batalla. Kaworu sin dudas era demasiado bueno en eso. Segundos después de deshizo totalmente de la camisa del castaño, tirándola a un lado y en seguida se acomodó hábilmente sobre las piernas de Shinji, besándolo con ansiedad. El menor contrarrestó su pasión desenfrenada agarrándolo por la cintura y devolviéndole los besos con calma. Kaworu se sintió enternecido con sus gestos. Shinji estaba actuando por demás cariñoso y suave con él. Subía y bajaba las manos por su espalda, causándole un agradable escalofríos mientras proseguía a besar su cuello con avidez. Kaworu se aferraba mientras tanto a los hombros de Shinji, y por momentos se sentía como el ser más frágil y delicado en existencia.
—Haz lo que quieras conmigo... Esta noche soy sólo para ti... —le susurró Kaworu al oído.
Y así lo hizo. Shinji quería sentir más y más de Kaworu. Apretó posesivamente sus nalgas y lo atrajo más hacia él. Podía sentir claramente la erección despierta de Nagisa, que se frotaba contra él, buscando el mismo delicioso contacto entre sus miembros.
—¿Vamos a la habitación...? —Shinji interrumpió los candentes movimientos y los besos en la clavícula del albino para hacerle la propuesta definitiva.
—¿Ah? S-Sí... claro... —el otro chico apenas podía articular correctamente las palabras.
A pesar del calor del momento, ambos se levantaron lentamente de la silla y se miraron por unos momentos. Shinji le dirigió una mirada de total cariño y confianza a Kaworu, y este respondió con un tierno y fugaz beso.
Después, fueron rápidamente a la habitación, y Kaworu se lanzó nuevamente a los brazos de Shinji para besarlo apasionadamente, mientras este le retiraba de a poco la ropa interior.
—¡Mh...! —exclamó Kaworu tras el repentino agarrón de Shinji, y este rio— Al final no eres tan tímido como pareces...
—Bueno, no hay porqué serlo ahora, ¿No? —sonrió coquetamente el castaño, para luego —no contento con lo anterior— darle una suave nalgada al albino.
Siguieron besándose hasta casi arrastrarse a la cama. Una vez ahí, Kaworu se recostó suavemente y Shinji encima de él seguía devorándose sus labios de manera cada vez más hambrienta y pasional. Kaworu se hallaba atrapado en aquellas dulces e intensas sensaciones, y sólo rogaba porque no parara jamás.
Las manos de Shinji iban recorriendo todo el pálido cuerpo contrario, mientras que daba ligeros apretones en los muslos y en sus suaves glúteos, a la vez que besaba su cuello y clavícula. El mayor gemía extasiado ante esto, y para su sorpresa, Shinji pensaba bajar aún más. Prosiguió besando la suave piel de tu tórax, acariciando su cintura y bajando por las costillas a la vez que estimulaba cariñosamente los pezones con su mano libre.
Kaworu suspiraba pesadamente. El calor presente de a poco se iba haciendo insoportable. No podía siquiera moderar sus gemidos, ya que las caricias de Shinij eran demasiado atentas, lascivas y cariñosas como para aguantarlo, y además su cuerpo estaba especialmente sensible ese día por alguna razón. Tal vez definitivamente había esperado demasiado para hacer suyo al chico castaño.
Se sobresaltó al sentir una leves mordidas en sus caderas. Shinji realmente se había tomado en serio el concepto de una primera y última noche de sexo. Eso le conmovía y a la vez lo alegraba mucho.
El castaño fijó su vista en el despierto y chorreante miembro del otro chico. Se sintió tentado en meterlo de lleno a su boca, para provocarle un sobresalto aún más grande a Kaworu, pero en lugar de eso se conformó con torturarlo lentamente.
Fue dejando un camino de besos desde los muslos internos hasta casi llegar a los testículos. Luego de eso, comenzó a lamer su pene por los costados, y de arriba a abajo. Luego besó insistentemente la punta desde varios ángulos, mientras masajeaba con delicadeza sus testículos. Todo endemoniadamente lento, mientras Kaworu no le quitaba la vista de encima.
—¡Ahh... Shinji...! No seas cruel, ya siento que voy a explotar... —dijo pesadamente Kaworu. Le costaba demasiado hablar a esas altura- Me-- Me duele... —lo miró con ojos suplicantes.
—Está bien —sonrió— No llores más. Tú ganas... —Shinji se acomodó un poco mejor, para luego meterse todo el miembro de Kaworu a la boca, mientras cerraba con fuerza los labios. El albino lo tomó de los cabellos y lo fue guiando al ritmo perfecto, hasta que sintió que estaba pronto a eyacular.
—Shinji, creo que... ¡Ah...! —gimió sonoramente— ya estoy a punto de--
El menor sacó su boca del miembro ajeno y dejó de darle placer por el momento.
—Estando así ya es mucho más fácil prepararte... —sonrió Shinji, tomando de la mano al albino para acomodarlo sobre la almohada. Kaworu, ansioso por sus acciones, cooperaba sin demora hasta ponerse totalmente de espaldas hacia Shinji.
Tomó un poco de lubricante y lo esparció por sus dedos. Luego, con mucho cuidado fue tocando la suave entrada de Kaworu, y, aprovechando su latente excitación, lo penetró suave y lentamente. El mayor gemía relajado y Shinji sólo podía pensar en cuanto quería entrar finalmente allí. El incandescente cuerpo de Kaworu era como un maravilloso templo sagrado, el cual moría por profanar a gusto.
Antes de dar cabida a las penetraciones tanteó directamente el terreno, y frotó suavemente el pene por entre sus nalgas. La sensación le pareció tan extraordinaria, que se enfocó varios segundos más en ese libidinoso vaivén del cual Kaworu tampoco quería escapatoria.
Una vez estuvo completamente listo, fue introduciendo de a poco su pene en el interior del otro chico. Aunque casi no podía resistirlo, Shinji hizo todo lo posible por ir despacio para no lastimarlo.
—¿Es... Estás bien, Kaworu? —preguntó Shinji, muy excitado.
—Ahhh... sí... no te preocupes... Mételo... Mételo todo de una vez... —jadeó.
—¿No te duele?
—No... ¡Ahh! —gimió fuerte— Bueno, s-sólo un poco, pero me acostumbraré... —Kaworu cerró pesadamente los ojos, como si aguantara un fuerte dolor, pero un placer inmenso a la vez— ¡Lo quiero ya dentro de mí, Shinji, por favor! —exclamó Kaworu, pegado a la almohada.
Haciendo caso a sus desesperadas peticiones, Shinji no tuvo más remedio que dejarle sentir todo su pene dentro de él, a lo su compañero que respondió con un exquisito jadeo de placer. Lo sujetó por las caderas para controlar mejor el ritmo, y comenzó a moverse a un ritmo lento y muy pausado.
—Ahh, Shinji... —gimió. Kaworu estaba apoyado sobre sus codos, y le dirigía a cada momento miradas que reflejaban un creciente placer. Shinji disfrutaba bastante teniendo a su entera disposición ese cándido cuerpo. Por esa noche, Kaworu sería completamente suyo.
Al cabo de un rato comenzó a desesperarse en medio del placer, y apretó sus nalgas con ambas manos mientras se hundía cada vez más rápido en él con exuberante entusiasmo, demostrándole enteramente cuan ansioso estaba por poseerlo y marcarlo como suyo.
Mientras tanto el albino se ceñía con vigor a las sábanas, se mordía fuertemente los labios y luchaba por mantener un ápice de cordura en medio de tanto desenfreno sexual. Se sentía hechizado, jamás había experimentado tal placer y casi sentía que podía desvanecerse en cualquier momento.
Shinji se inclinó un poco, y se apegó a Kaworu sólo para poder sentirlo y escucharlo gemir más de cerca. El mayor entonaba una voz dulce y más aguda de lo normal, mientras Shinji jadeaba fascinado en su oído, haciéndole sentir aún más inmerso en ese tórrido placer.
Pasaron muy pocos minutos y Kaworu no pudo resistirlo más.
—Ngh... ¡Aaahh...! —gimió entrecortadamente al sentir esa maravillosa descarga eléctrica por todo su cuerpo. Tal era la completa satisfacción que Kaworu se vino abundantemente sobre las sábanas, en lo que Shinji seguía penetrándole, haciéndole sentir una sensación increíble.
Shinji siguió con las embestidas hasta que sintió que ya iba a acabar dentro de Kaworu.
—Kaworu... ah... ya voy a--
El albino tomó eso como su señal. A pesar de estar tan agotado por el reciente y tan intenso orgasmo, se volteó rápidamente, ya que quería tener la satisfacción de que Shinji se corriera en su cara.
Todo ocurrió en cuestión de segundos. Al principio quedó algo descolocado por la rapidez de Kaworu, pero en seguida entendió lo que pretendía y no perdió tiempo en masturbarse frenéticamente contra la boca del chico.
—Aaaaahh... Kaworu... —susurró sensualmente mientras se corría totalmente en la cara de su amante, a lo que este lo recibía satisfecho y aparentemente muy feliz.
Shinji observó muy excitado esa bella carita del chico. Era jodidamente sexy y más aún con todo ese fluido recorriéndole parte de la cara. Sus comisuras estaban manchadas con sus restos de semen y no podía sentirse más complacido. No podía creer lo afortunado que era. Se había corrido en plenamente en la cara de Kaworu, y fue él mismo quien lo invitó a hacerlo.
Con una mano acarició tiernamente la mejilla del albino, y vio alegremente como este terminaba por tragarse cuanto podía de sus fluidos.
Después de un rato, ambos yacían acostados sobre la cama, después de aquella sesión tan ajetreada. Kaworu estaba recostado suavemente en el pecho de Shinji, mientras este le hacía un cariñoso masaje en el cabello.
—¿Te ha gustado? —preguntó Shinji.
—¿Tú que crees? —respondió y besó parte de su cuello.
—Pues yo me sentí en el jodido paraíso... —dijo sin tapujos.
—Mi misión fue un éxito total, entonces... —Kaworu se sentía increíble, por supuesto. Había logrado al fin complacer como quería a su hermoso chico, y además lo había pasado fenomenal. A pesar de que Shinji fue atrevido, se moderó todo lo que le fue posible, sólo para que no le doliera en ningún momento. En verdad era digno de agradecer.
—Kaworu... yo... —se vio interrumpido por un repentino, pero suave beso. Siguieron así un rato más hasta quedarse finalmente dormidos, abrazados el uno al otro. Ya no hacían falta las palabras.
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Shinji sintió una leve luz sobre sus ojos cerrados. Aún estando medio dormido, sintió también sobre su frente un cálido beso y unas caricias suaves en el pelo. Más tarde, al despertar, se dio cuenta de que Kaworu se había ido. Se quedó un rato plasmado frente a la ventana, algo extenuado y con la mirada ida. Después de varios suspiros, se percató de un papel doblado entre medio de unos libros, que obviamente el albino había dejado. Sorprendido, lo abrió y lo leyó.
"Mi querido Shinji, espero que hayas disfrutado de mi regalo de despedida. No se me ocurrió otra cosa más que darte una experiencia que espero, haya sido inolvidable para ti. Debo también agradecerte por tratarme con más cuidado y cariño que nadie. Muchas gracias por una noche tan pero tan especial... A pesar de tu decisión, te deseo evidentemente lo mejor en todos tus planes futuros. Yo te estaré apoyando siempre a la distancia. Siéntete libre tanto de contactarme, como de no hacerlo. Te amo, Shinji. Mantén contigo los recuerdos de mi que te parezcan prudentes. Hasta siempre, amigo mío."
El castaño de pronto sintió un impulso de enojo. Quiso romper la carta. Luego de un rato quiso llorar, preso de la impotencia y pasó casi todo ese día divagando sobre qué debía hacer.
Cuando ya hubo tomado una decisión, finalmente tomó su celular sin pausa pero sin prisa, y luego de unos segundos, contestaron desde la otra línea.
—¿Shinji?
—Me voy.
—¿Cómo dices?
—Me voy contigo, Kaworu.
—¿Estás seguro?
—Si no estás tú, no tengo muchas razones para seguir aquí.
—...
—¿Kaworu? ¿Estás ahí...?
—Te espero en mi departamento el Jueves a las 8 de la mañana.
Shinji sólo atinó a decir un "sí" bastante tajante. Ambos colgaron y quedaron estupefactos. Lo único que deseaban con fervor en ese preciso momento era volver a verse.
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Casi una semana después, se reunieron como lo habían prometido. Shinji llegó a su puerta con una enorme maleta en la que llevaba todas sus cosas y Kaworu lo recibió con una sonrisa divertida.
—¿Cómo lo hiciste?
—Bueno, simplemente le dije a Misato que ya no iba a estar en la casa... Y que además me habían despedido así que no tenía cómo pagarle la renta de todos modos... —ambos rieron tontamente.
—Bueno, comprendo... Y a tu padre, ¿Se lo dijiste? —preguntó muy intrigado Kaworu.
—Prefiero ahorrarte lo que me dijo por decirle que me voy con un novio del que no sabía nada a Dinamarca. Bueno, al menos sé que mi madre me apoya, y que está muy feliz por mí.
El albino se echó a reír y luego abrazó y besó alegremente a su novio. Pues como bien dicen, a palabras necias, oídos sordos.
Así, Shinji y Kaworu se fueron, dejando atrás todo lo que habían vivido, dispuestos a afrontar las nuevas experiencias, ya que sabían que habían tomado una de las determinaciones más arriesgadas posibles. Pero al menos, decidieron vivir su vida como ellos querían. Estando juntos al fin.
***
—Shinji, ya que habrá una próxima vez... Supongo que ahora yo iré arriba, ¿No?
—¡¿Qué?!
***
FIN
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