⳼♛- Tacto -♕⳹
🔞 Contenido +18.
⚠️ Afrontamiento a trauma con apoyo de una pareja. Esto en ningún momento apunta a ser una solución o salida, simplemente un apoyo; que es lo recomendable en esos casos junto a la atención necesaria. *Se es pedida discreción.
Recordatorio: No estás solo, y no sólo hablando de la gente que te rodea, sino, tú mismo. 💜
—Dannie —toque a la puerta en cuanto el chico se encerró en el baño cuando hablamos tras aquella disculpa. Era la mañana siguiente de ello—. ¿Quieres hablar, cariño?
No hubo respuesta, y aún así, mi cabeza seguía sin comprender lo que había ocurrido: Dan me había perdonado y seguía sin entender cómo o por qué. Pero ayudaba a apaciguar el tormento en mi mente. La idea de alejarme de todo lo que involucrase policías, armas y fuerza pasaban por mi mente desde la noche anterior. Cuando Miu reveló información que, muy probablemente, Christian agradecería tras saberlo.
"—He escuchado a los ejecutivos. Nos quieren utilizar para un objetivo muy claro: los rumores, las filtraciones, todo. Quieren que seamos una cortina de humo para ocultar todo eso." Eso había dicho la de auras bastantes rositas, a quien, aún con toda la dulzura encima, no podía dejar de ver con cautela para huir aún en los brazos de Dan que me adormecían. Aunque pronto pararon cuando esa información llegó: "—¿Qué rumores?, ¿qué está pasando...? No lo entiendo, no entiendo nada." Yo había querido detener su temor y a ello deshice una de las primeras promesas que me había hecho a mí mismo buscando apartarme de aquella experiencia desagradable diciendo investigarlo.
Por fortuna, estaban ellos para contradecir toda idea sinsentido en mi cabeza. "—No creo que en hybe quieran que nos enteremos. No sería buena idea." Había sido una de las gemelas, Aeris, según tenía entendido por parte de Dan, aún me confundía. "—Quieren que seamos su distracción, que creemos controversia. Probablemente, todo es una ilusión en esta empresa. Lo siento, chicos..." Las palabras de Miu calaron en todos, incluyéndome, aún cuando no lo hubiese querido. Noté a Dan sonreír con cierta amargura manteniéndose en silencio. Apreté su mano en decisión de apoyo.
Y así la conversación siguió, al menos, hasta que de un modo bastante sorpresivo Dan llegó con una idea tras pasar por todo aquel momento de aceptación sobre lo que su causa era. Y no había evitado reír ante Chung-ae, entendiendo que, quizá, y sólo quizá, era una compañía que me agradaba, pensando en tenerle cerca de mi hermano.
"—Tenemos que investigar esto con cuidado." Yo había susurrado, Dan pareció tener todo en orden tras escucharme y hablar con sus ojitos bañados de decisión y algo que me aseguraba que deseaba joderlo todo; en el buen sentido de la palabra. "—O quizá debamos darles lo que quieren... Imponerle nuestro estilo al 100% a este comeback...! Y que soporten, cabrones. Justo como miu hizo esa cuenta de twitter sin preguntar, nosotros podemos ir sorprendiéndolos." Está de más decir que me sentí orgulloso de sus palabras y que fue extraño, pero lindo comenzar a formar parte de ellos.
El tenue sollozo de Dan logró sacarme de cada idea pasada, recargándome contra la puerta del baño en la habitación del chico—. Amor, por favor, déjame entrar. —Pedí, rogando por no dejarme llevar por la ansiedad que recorría mi cuerpo. Me mantuve en silencio, esperando ante la petición que ya había hecho.
Tardo su tiempo, pero finalmente contestó—. ¿Estás ahí? —No me sorprendió lo rota de su voz, pero sí me preocupó. Respiré contando hasta tres antes de contestar.
—Lo estoy. Aquí estoy, no me moveré. —No conté el tiempo, simplemente siendo consciente de las emociones que me rodeaban, del pánico al rededor en él como si fuese el propio. Nunca había entendido el decir encontrar a tu otra mitad, hasta él.
Aunque era curioso ver que éramos la contraparte del otro, llevando a que, en ocasiones, no nos entendiéramos, que lastimáramos. Relación kármica. Eso había llegado a escuchar alguna vez.
No lo tomaba de un mal modo. Sentía que ambos aprendíamos. Y lo importante era estar para el otro. Porque él lo había dicho: debía dejar de preocuparme por lastimarlo, lastimarnos, si parecía de todas formas.
Dan abrió la puerta cuando llegue a la conclusión mental de querer ser un apoyo para él, así como lo era conmigo con su propia espera—. Perdón. Prometimos conversaciones incómodas y me fui —Sorbió su naricita, arrugándola como un conejo y reí tras entender su disculpa. Él abulto sus labios en un puchero ante eso. Yo no ocupaba que pidiese perdón —. Me llene de emociones. No sabía qué quería. Mi cabeza dolía y mucho ruido llegó de pronto —tocó su cabeza, señalándome la zona en un gesto que se me antojó tierno y me acerqué hacia él, masajeando el lugar que apuntó.
—¿Necesitas algo? —susurré, como había llegado escuchar a Christian decirme alguna vez, explicándome que su pareja era propensa a tener ataques de estrés y que a ello su costumbre, que después pasó a él, y ahora, a sus hijos. Era lindo convertir esa atención en un hábito. Sin invadir y siendo paciente. Obedecí al asentimiento lento del chico—. ¿Ocupas que me quede?
—Abrázame —pidió en voz baja, mirando a un punto ya bastante lejano aún cuando sus ojos se encontrasen en mi pecho. Lo entendía, yo pasaba por esos episodios más de lo que gustaría admitir—. Abrázame, por favor.
Lo aprese en mis brazos al notar sus ojos lagrimosos y suplicantes. Aquellos que había visto sólo dos veces de su parte, cuando no tenía idea de nada con respecto a In-su, y cuando discutimos. Pero era la primera vez que lo veía decirlo. Un abrazo. Era jodidamente extraño pensar que eso era lo único que pensaba al tener momentos de ese estilo: un refugio. La idea de pensar en cada una de sus acciones, miradas y palabras, me hacía entender que era siempre quien las daba. Que compartíamos más de lo que sus palabras me otorgaban.
—Te amo, ¿lo sabes? —susurré, con el nudo en la garganta apretando cada idea, y sentí respirar de nuevo al palpar sus manos en mi espalda, rasguñando, aferrándose. ¿Cómo podía sentirme al entender que había luchado tanto solo, y aún con lo visto, siguiese siendo alguien puro?—. Y te admiro, mucho. Mucho más de lo que tendrías que admirarme. Si tú me consideras fuerte, entonces eres tú a quien yo tengo de motivo, siempre. Y un motivo es más fuerte que las ganas de seguir... No sabes cuánto te admiro, cariño.
Era la primera vez que decía admirar a alguien, ni siquiera a Christian podría admirarlo tanto como lo hacía con Dan. Y sí, quizá en niveles de mucho no se vería. Después de todo, era un chico que lloraba por casi mucho, que se había rendido ante palabras, ante mis palabras. Que tenía problemas, que los exteriorizaba. Y quizá para casi nadie con la mente tan cerrada eso sería fuerza. Pero para mí lo era. Todas esas razones lo eran.
Dan era mi motivo a todo, porque yo quería ser tal y como él lo era. Con sus sentimientos, con su cariño, y sí, no lo sería, porque el mundo me había moldeado, las palabras ajenas. Yo no podía perdonar y amar como él lo hacía, pero si podía cuidarlo y ser lo que él a su lado, y de los que me querían. Una familia. Era eso lo que deseaba desde siempre. Dan sólo me había hecho notarlo.
—Te amo. Te necesito. —susurró en mi cuello y lo miré sin entenderlo, mirando a sus ojitos llorosos y esa sonrisa que me dejó sin aliento.
Porque no sólo hablaba de sentimentalismos.
—Nene...
Él infló el pecho de un modo que me hizo verle tierno, demostrando que ya esperaba mi duda y junto las cejas, sus mejillas sonrojándose a la par de sus palabras—. No me refiero a que me-... Yo... quiero que me... Q-que...
Alcé las manos en señal de paz y silencio, cerrando la puerta detrás mío con el pie y recargándome al colocar el seguro. No pude evitar la perversión que se apoderó de mi cuerpo, sonriendo al ver a Dan y a sus ojos oscuros—. No necesito que expliques, mi amor. Sólo ordena, soy tuyo. —El efecto de mi voz en el chico logró hacerme sentir orgulloso, acariciando su mentón cuando logró acercarse a mí—. No haré nada que no quieras.
Él lo pensó un momento antes de asentir y decir—. Digo lo mismo para ti. —Lo adoré más que hace segundos. Tomé su cintura y lo hice estar contra la puerta, en busca de todo soporte.
—¿Lo haz hecho antes? —Su sonrojo fue de golpe.
—No... —susurró, casi sin voz, y besé su frente buscando darle calma—. Sólo me he tocado a mí. Pensando en ti. —La fuerza de lo que aquello provocó, era algo que sólo permitiría conocer al chico.
—Entonces, podemos empezar desde ahí. ¿Te parece? No me excederé. Si no quieres, sólo di que no. —Nunca me sentí tan mal al verle ser tan tierno y atractivo por sólo mirar.
Definitivamente, Dan era el único que podía tenerme así.
Él asintió, y uní nuestras frentes, sin dejar de verlo. Lo cual fue curioso, pues escuché una infinidad de veces que aquello era inclusive gracioso, pero con él, era como si ambos estuviésemos amoldados al otro. Mirándonos fijo, detallando el rostro ajeno. Los labios rositas, esos que había entendido que no cualquier amigo vería al punto de decir lo bonitos que eran siendo tan gorditos. Acaricie su cabello, sin decisión de ir rápido y guste del temblor que le siguió al tacto tras ello. Sabía que no temía, no a mí, sino a lo que pasaría. Quería demostrarle que no era así.
—¿Sabes que me gusta de mirarte así? —hablé, a la par en que rozaba con mis dedos su mandíbula, llegando a su cuello y disfrutando de la toma de aire que hizo por ello. Recordé la cantidad de fantasía que había tenido por esa parte de su cuerpo, pronto, por todo lo que a él lo conformaba. Adorando todo rastro—. Tus ojos, son tan grandes y oscuros que siento que me caeré en ellos entre más te veo. Y también ese lunar en ellos, ¿lo haz notado? Yo lo adoro. —Fue la primera vez que toque sus clavículas, y me sorprendió lo claras que eran bajo mis dedos. Una sensación de alimentarle adecuadamente llegó de nuevo a mi mente, haciéndome entender que con él no era sólo aquel deseo sexual, sino más allá—. Tu nariz es muy linda, se arruga igual que la de un conejito. Y yo adoro esos animales. —Lo noté sonreír tímido ante mis halagos y detalle un tiempo en acariciar su pancita, cuando sonreí a la par de su boca—. Tus labios son gorditos y bonitos, tanto que ni siquiera hay que tocarlos para que estés haciendo un puchero a cada rato. Es tan lindo —Adoré lo rojo de sus mejillas con mis palabras, y tome con cuidado su cintura con ambas manos—. Pero lo que más amo son tus ojeras... Hablan más de lo que haz pasado, y hablan incluso de sueños que te mantienen despierto, que me hacen desear saberlo todo. Todo de ti. Eres como algo que por más que conozca, revelará siempre más cosas, y adoro la idea de tenerte siempre y escuchar todo lo que te invada por las madrugadas. Sería un privilegio incluso ser por quien te desvelas, pero esa idea no me gusta mucho. Sino, ser quien te ayude a dormir sin problemas...
Quizá, quien hablaba era ese lado que seguía con la conciencia intacta de toda idea que deslumbraba sobre el chico a cada rato, en cada día. Porque yo ya había pasado de estar ahí a simplemente sumirme en sus ojos detallando cada imperfección en su rostro. Su nariz con aquel tabique algo alzado, aquel cuello que ocultaba un tanto de papada, su cintura que mantenía un tantito de grasa y aún así mantenía una cintura que el mundo diría de perfecta sólo por no conocer los días sin comida y atragantes de la misma que significaba. Incluso juraría que habría estrías por la rapidez de esos actos, forzando a su cuerpo a engordar y a bajar a cada rato. Inclusive, sus muslos eran bastante gorditos. Y sus pies parecían desiguales, al menos sin tener el mismo orden. Eran tantas las imperfecciones, que yo veía demasiado mal para considerarlo el chico perfecto, o quizá, veía de la forma correcta. Amando sin desear lo que el mundo afirmaba correcto.
Mi mano se adentró en su pantalón, y lo sentí cerrar las piernas, llevándome a sonreír mientras colaba la mía entre ellas, separándolas y escuchándole jadear por lo que aquello le sorprendió. Bese sus mejillas, esas regorditas y esa cicatriz en una de las mismas, encontrando más cosas que podría enlistar en mi cabeza sobre errores que le volvían la mejor pieza de arte.
Fui testigo de su primer gemido al tocarle, de los temblores que le invadieron y las emociones que llenaron a mi cerebro por aquel ruido, alertándome por si en algún momento deseaba una pausa. No ocurrió. Acaricie de forma lenta escuchándole lloriquear comenzando a dejar en ridículo los sueños que había llegado a tener, pues no se comparaban a su voz demostrando estar seguro con lo que le otorgaba. Porque yo no necesitaba considerar esto una prueba de amor, sino, una prueba de que podía amarle como él merecía. Porque él me daba todo sin yo pedirle nada, y él dejarle desfallecer en mis brazos, temblando, era lo mínimo que yo podía otorgarle.
—Eres lindo en todos los aspectos, dulzura —Fue lo único que mi cabeza pudo conectar al verle tan perdido, y yo mismo, en sus ojos, en sus labios y en su rostro. Besándolo cuando aviso de liberarse, sin palabras, las reacciones fueron suficientes para indicármelo aún sin conocerlo.
Lo apreté con fuerza contra mi pecho, sintiendo mi rostro enrojecer y mi respiración descompensarse. Más bien, haciéndome sentir consciente de lo mismo que yo había disfrutado por verle a él complacido por mis manos.
Entonces supe que lo mío hacía él iba más que a todo lo que quisiese explicar. Sería capaz de entregar cuerpo y alma, mente inclusive, a él, y al mundo, si aquello significase su bien.
El amor podía ser tan loco, y tan bello a la vez. Y no necesitaba de ninguna ayuda, si estaba dispuesto a fallecer junto a él cuando el momento llegara.
➠ 𝒥ℯℴ𝓃 𝒮ℯℴ𝓃ℊ-𝓈𝓊
⒉⒌
"拼寫: Hechizo"
Ay... 😳
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Regrese de exámenes, y parece ser que todo irá bien. He traído ya el siguiente cap y acto, que quería escribir más, pero siento que este ocupaba su lugar propio... -\\\-
Adoro las (im)perfecciones. <3
Como fuese, locuras de la vida. Espero se encuentre paciencia para esperarme al próximo que, ahora sí, hablará de más cosas... (no estás). Sin más, ¡les quiero! 💜
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