⳼♛- Sol & Luna -♕⳹

❗Advertencias de contenido... *se es pedida discreción. [ Tema de suicidio]

☼🐰☼

Esperaba a Dan a la puerta de la iglesia, el monumento enorme y antiguo al que me había pedido traerlo tan pronto como la pesadilla pareció ser menos agresiva. Y mucho me confundía, había hablado sobre borrar la idea de ser algo que yo sabía que no era.

Lo había hablado con Yejoon –o al menos, suerte mía que estuviese viendo cosas de ese tipo en la escuela–, y ambos concluimos en que era la misma culpa arraigada por lo que se le había sido enseñado repetidas veces.

Yejoon no conocía a Dan, y quizá, dudaba que lo hiciera, pero su mirada curiosa al decírselo, me dejaba ver que entendía que el tema sacado "porque sí" no era más que una tapadera.

Pero lo había dicho, no hablaría del tema a menos que Dan lo quisiera.

—Hey —el susurro débil del chico me hizo mirarlo, encarando su leve sonrisa y ese brillo determinado en sus ojos—. Terminé allá adentro.

Había extrañado bastante su voz.

—Me alegro, ya me hacías falta —rió con levedad, e hice un espacio para que se sentara a mi lado en la banca que había elegido para la espera. Tan pronto como se sentó, besé sus labios y me sentí gustoso al no encontrar resistencia o algo que me dijera que estaba mal—. ¿Por qué volviste a entrar?

Sus mejillas se colorearon de rojo y agachó la cabeza para observar el juego nervioso en sus manos.

—No pude resistir tomar una foto...

Reí por su actitud y lo abracé por los hombros, respirando con fuerza y recordando la conversación con Jina.

—Terminé mi amistad con las chicas... —Sus ojitos sorprendidos me miraron enseguida, deseando preguntar, pero sin abrir sus labios, sonreí, y besé los mismos antes de continuar—. No me sentía cómodo con ellas, quizá sea algo de lo que me arrepienta, quizás no, pero no podía pensar bien si las veía no interesarse en... ti —en mí.

Lo vi sonreír con levedad y prontamente sus manos acariciaron mis mejillas, rozando su nariz con la mía, y sentí mi cuerpo entero estar ansioso por la cercanía.

—Está bien, era algo que necesitabas.

—Prometí presentártelas...

—No era nada que me quitara el sueño —expresó burlón, y una pizca de aquel aspecto seguro y altanero que veía siempre aparecer con su grupo, fue visto por mis ojos—, pero, ¿cómo te sientes... con eso?

Besé su frente con calma, disfrutando de su aroma y despegándome, únicamente para besar su nariz y después su boca. El chico se estremeció por el afecto que no esperaba, y algo se sintió deseoso en mí de expresar que lo quería por completo.

—Si te soy sincero, siento que 'esto' no durará siempre, en algún momento creo que volveré a hablarles, e incluso a pedirles perdón —miré aquel rostro que rápidamente cambió a una ligera molestia, y reí burlón por su expresión—. Me conozco lo suficiente para saberlo, no es la primera vez que pasa.

—Pero... —bufó, como si aquello le hubiera preocupado más de lo que quería y pensaba en todo lo que diría—. No tendrías porque, no hiciste algo malo, ellas... Si te hicieron daño, confío en tu juicio para decidir alejarte, no eres alguien que actúe porque sí.

Alcé una ceja y no evité la extensión de mi sonrisilla petulante—. ¿Me conoces?

—Te analizo —asintió convencido, con cierta determinación que me hizo besarle nuevamente.

—Si lo hago, entonces tu análisis me creará un diagrama de "ciclo".

—Si lo haces —suspiró—, seré el que te defienda de ellas.

—Agresivo —reí de forma ronca y entendí su nerviosismo tan pronto la emoción lo inundó—, me gusta.

—Cállate —su mano en mi rostro, alejándome, me hizo reír, tomando el mismo y besando su brazo desde el codo a la punta de sus dedos, notándolo erizarse por el contacto—. ¡Me pones nervioso, para!

Su lloriqueo me hizo reír, acariciando su mano y tocando su muñeca, y tan pronto como hice aquello, uní mis cejas. Me alcé para observar las líneas que mis dedos habían sentido, cicatrices, una más visible que las otras, reciente.

—¿Qué pasó? —dije, mi voz algo más tensa de lo que tal vez planeaba.

Sabía por él, por pequeñas bromas en nuestras conversaciones que era de cortarse mínimamente con cualquier cosa, lo hacía denominarse a sí mismo de 'piel sensible', pues el mínimo roce lograba marcarlo. Y de algún modo mi cabeza agradecía que toda herida de lo que había pasado no hubiera impactado de gran forma a su piel para ser un recordatorio más cruel de lo que ya eran los recuerdos.

O eso quería creer.

—No es nada, pequeñas cortadas recientes... Otras no tanto, ya sabes, lo de siempre. Chocando con cosas, agarrando hojas, sabes... —su voz nerviosa no fue algo que pudiese ignorar.

—Dan... —susurré, no queriendo molestarme, no sabiendo bien el por qué de aquella emoción—, ¿qué pasó?

Quizá remarqué mi pregunta acariciando la cicatriz más sobresaliente, notándolo tragar saliva y mirar alrededores, evitándome. Aquello siendo suficiente para hacerme reaccionar, me quise disculpar.

—Creo que mi cabeza se llenó de... muchas cosas ayer. —La idea de que fuera tan reciente me hizo revolver el estómago—. Era bastante tarde, yo- no quise, fue la primera vez, lo juro... Antes sólo eran pensamientos, yo sólo, yo —tosió avergonzado, y quise mandarlo a callar, pero debatí demasiado contra la idea—... No volveré a probar el filo de un cuchillo, nunca más, fue... helado.

Se hundió en sí mismo como si el solo recuerdo le aterrara y suspiré, la cabeza me quedó en blanco, no sabiendo qué hacer o decir, imaginando escenarios que ahora parecían imposibles, pero que pudieron haber sido reales, pensando que eran sólo algunas horas lo que nos separaba del acontecimiento.

—Ya pasó —me agaché a nueva cuenta hacia las marcas en su piel y bese cada una simplemente dejándome llevar por lo primero que mi cuerpo había deseado—. No te disculpes, sólo prométeme que trabajaremos en esto, por favor... —no había querido que mi voz sonase tan débil o necesitada, pero la sola idea había sido suficiente para aterrarme.

—Lo prometo —susurró en respuesta, y entonces me sentí más tranquilo.

Deseando creer en sus palabras.

La casa de la abuelita paterna de Dan era agradable y bastante cómoda a simple vista. Su acomodo siendo sencillo y tranquilo aún en el espacio más pequeño, y algo en lo que mis ojos podían ver, se sentían en total libertad de no encontrarme alerta.

Dan entro por la puerta del patio trasero riendo con fuerza, y el gato casi dorado entrando tan elegantemente como sólo esos animales podían hacer.

Algo en mí los había comparado.

Mi cabeza haciendo ideas de más cuando el chico al que veía me miró igual, sonrojándose de pronto y apartando la mirada. Me hizo verlo curioso y pensar en que después preguntaría.

No pasó mucho cuando la mujer más grande entró y nos ofreció alguna merienda, ambos aceptamos con gusto, y entre la espera, Dan comenzó a jugar con la felina de la señora tomando el rostro más chico de una forma chistosa, llevándome a tomarle una foto y simplemente publicar algo con lo primero que pensaba con sólo ver al chico.

—Seong-ah —miré a la mujer mayor en cuanto hablo pareciendo susurrar mi nombre, haciendo un gesto con su mano para que fuese con ella, e inmediatamente lo hice, adentrándome a la cocina—. ¿Podrías ayudarme con esto?

Tome la bandeja de galletas y panes sin dar respuesta, y la mujer me sonrió agradecida haciéndome sentir que había pedido más que mi ayuda...

Dejé la bandeja a un lado, y esperé a lo que dijera.

—Agradezco que cuides de mi nieto —la sensación familiar de las palabras me hizo verla atento, detallándola—. Lo que pasó, en toda situación, es horrible, y agradezco que lo entiendas. También que lo acompañaras a esa iglesia... —No vi forma de decir algo, encontrándome, de algún modo, siempre atrapado entre pláticas que me señalasen grietas en el chico que quería—. Dan siempre tenía pláticas conmigo cuando era más joven —comentó después de un rato, y detallé el espacio que nos rodeaba—. Decía no sentirse apto para una pareja, y es curioso verte aquí. —Mis mejillas se calentaron tan pronto escuché aquello...

»...—Siempre hablaba de "polos opuestos", y siento que ustedes son todo eso, a simple vista puede verse —su risita me llevó a sonreír con levedad, encontrando el mismo pensamiento que llegaba a tener cada noche después de conocerlo a él—. El sol, y la luna. Agua, y fuego. Aire, y tierra, perros y gatos. Zorros y lobos... eran sus temas favoritos siempre. A todos quería encontrarle contrapartes, pero siempre unirlos. Ustedes son eso —asintió convencida después de un tiempo y suspiró, palmeando mi mano—. Las personas siempre vemos como algo malo los "polos opuestos", pensando en dolor, y mal. Pero la física llega a contradecirnos también, inevitable atracción, ¿no lo crees? Dejen de temer y ayúdense a crecer.

No dijo más y se alejó de mi lado, haciéndome sentir de un modo extraño al no saber si seguir poniendo trabas a la idea de qué éramos muy distintos para estar juntos aún con tantos avances, o regresar de todo lo que había avanzado.

La señora tenía razón en el hecho de que Dan era adaptable, tan tranquilo y listo a querer buscar dos caras a todo... Y yo, me enfrascaba en un sólo punto, detestando o amando conforme las cosas que veía, atacante e inconforme.

¿Sería posible?

Me acerqué al marco de la puerta y lo vi en la sala, con el sol alumbrando su espalda. De algún modo, el arreglo de la casa lo hacía ver como parte del paisaje, una escena planeada... Un tesoro que, dependiendo como actuara, podría destruir o cuidar.

Tal idea del filo que nos separaba me hacía ser más consciente del nivel de pensamiento que ambos teníamos. Demasiado distinto, extrañamente unidos.

Apreté la bandeja que había tomado nuevamente, mirándolo.

Sus cabellos dorados seguían haciendo estragos en mi mente, más cortos que cuando eran rojizos de forma intensa, pero sin quitar el aspecto etéreo que tanto adoraba ver hasta perderme.

Neko, neko, neko —cantaba de forma chistosa en un tono infantil que ya estaba acostumbrado a escuchar de su parte, siendo melodías o hasta ruiditos de lo más espontáneos—. ¿Te gustan los gatos, babe? —Lo miré enseguida, sonriendo como tonto y negando a la pregunta, su exclamación sorprendida me hizo reír—. ¿Por qué?

—No sé —me hundí de hombros, pensando quizá demás en la pregunta y recordé que en sí, yo no era de animales, al menos no hasta él—. Nunca guste de tener mascotas, digo, me agradan, pero nunca quise conectar con ninguno —hice una ligera mueca, pensando en el felino en sí y expresé—: Los gatos me parecen demasiado liberales, no obedecen y sólo actúan si les parece. Sí nos referimos a eso, prefiero más a los perros. Educados y buscando estar cerca de uno.

Dan parpadeo, pensando en mi respuesta y me sentí atrapado en uno de esos tantos exámenes, a los que, claro, me darían respuesta en unos cinco días.

Mi método de estudio era en pausas debido al trabajo que tenía, y quizá era la única cosa que podía agradecerle a mi padre.

—Bueno, siempre depende como los trates —dijo finalmente, asintiendo—. Eso igual con todo animal. Los gatos, a diferencia de los perros, buscan respeto. No se quedan donde no les corresponde, toda falta de igualdad, y querrán irse... Actúan conforme al trato. Además de que nos ven como sus iguales, simplemente nos van analizando, así determinan cómo comportarse.

Eso me hizo pensar un poco en Dan y sus anécdotas de joven.

—Dannie, lindo —parpadeó ante mi llamado y sonreí gustoso por el gesto cuando soltó al gato, que de inmediato fue tras su dueña—. ¿Crees que somos como un perro y un gato? —murmuré, y el chico ladeó su cabeza un momento antes de sonreír algo avergonzado y asentir—. Somos polos opuestos.

El chico me miró nuevamente, y quizá ya estaba pensando de un modo bastante alejado sobre todo, deseando conocer sus respuestas, deseando amarlo entre tantas diferencias.

»...—Por favor, dime qué opinas de todo esto —rogué, sin entender bien porque lo hacía. Dejando la bandeja en la mesa de madera que separaba ambos sillones, arrodillándome a su lado y deleitándome con lo que mis ojos veían.

Sentía que ocupaba su aprobación a todo, su voz diciendo que algo así podría ser posible. Ocupaba que él mandara para yo acatar a toda idea en mi cabeza por quererlo enteramente.

Lo vi respirar con más fuerza, como si no lograse entender lo que ocurría, pero aún así quisiese perder en la pesadez que mis ojos tanto mostraban al tenerlo cerca. Un mar de sensaciones siendo acciones que frenaba por el miedo a lastimarlo. Deseo, protección, anhelo, todo lo que a él le facilitara controlarme era lo que ocultaba, lo que no mostraba, y aún así, sintiéndome totalmente expuesto ante él.

—Claro... —susurró algo desajustado, su voz saliendo ronca y temblorosa llevándome a sonreír con levedad. Me senté en el suelo esperando su hablar—. "Polos opuestos" —pensó en la pregunta, como si no supiese qué decir, y el impulso de ayudarlo me dejó hablar por cuenta propia.

—El sol y la luna —pedí, en un tono tan perdido y sin fuerzas como me sentía, como él lo hacía.

Era extraño, pero nos sentía conectados más allá de lo humano. Tome su mano y la acaricie con lentitud disfrutando de su estremecimiento ante mi actuar.

—Sí, ellos —lamió sus labios, mirando nuestros dedos y no evité imitarlo—. El sol es una estrella poderosa, llena de calor, algo que todos necesitamos y a pesar de ser quien nos cuida de temer, lo ignoramos gran parte del tiempo... La luna es un astro, se alumbra con ayuda del sol, encuentra brillo a partir de él... —inclinó la cabeza, pensativo y hundido entre ideas—. Agua y fuego, la luna controla el agua, el sol es simplemente fuego. No sé qué habría que ver más allá de eso...

—¿Crees que seres tan distintos deban de estar juntos?

—No puede haber uno sin otro. Oscuridad y luz, alegría y tristeza. Pacifismo y enojo, bien y mal. Son siempre juntos —asintió convencido y me incorporé, rozando nuestras bocas, perdiéndome en sus ojos.

—Deja de hacerme creer que podemos estar juntos y nada saldrá mal... —susurré, y quizá lo hice sentir más perdido. Sus ojos lo decían.

—¿Qué podemos? —rápida chispa de confusión siendo cubierta de comprensión, y una ligera sonrisa de ternura se creo en sus labios—. Sí ambos estamos dispuestos, claro que será.

Reí con levedad, abrazándolo con fuerza y besando parte de su cuello.

—Si no dejas de ser tan optimista y dulce, juro que me casaré contigo.

El chico apresado rio y golpeó con levedad mi abdomen. Y de algún modo, parte de mis miedos lograron contagiarse de lo que él creía.

Uno no puede estar sin el otro. Ambos éramos capaces de arriesgarlo todo por el otro...

Me hacía preguntarme qué tanto mal cometeríamos de decidir dar otro paso hacia adelante.

𝒥ℯℴ𝓃 𝒮ℯℴ𝓃ℊ-𝓈𝓊
⒈⒉
"童年時期: Niñez"

Me sentí desconectado...

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