⳼♛- Niñez Corrompida -♕⳹
⚠️ Menciones de abuso físico y s*xual, se es pedida discreción.
Acaricié la cabeza del pequeño doberman a mi lado, delgado y débil me miraba mientras agitaba su cola.
Me hallaba sentado minutos atrás de haber terminado esa extraña, y fuera de rutina, sesión de fotos con Dan, lo esperaba en una banca tras detenernos en una tienda a buscar bebidas y un alimento pasajero.
Una camada de perros nos había encontrado y Dan se había devuelto enseguida a la tienda para comprar de esas pequeñas bolsas de croquetas y sobres de carne. Así que yo me había quedado esperándolo, cuando uno de ellos, el más joven, había venido hacia mí con algo de miedo.
No había sabido cómo actuar, más que quedarme quieto y apagar el humo que consumía. Pero la criatura rápidamente se acercó a olfatearme, e ignorando el humo de la hierba, me permitió acariciarlo.
Yo aún seguía con las emociones arremolinando en mi interior cuando Dan salió de la tienda con dos bolsitas de croqueta y varios de carne. Me levanté para ayudarlo, y me sonrió en agradecimiento haciendo que me sintiese nervioso.
—Creo que hiciste un nuevo amigo —mencionó en lo que me daba la espalda y chiflaba para llamar la atención de los demás perros.
Tragué saliva aún sin comprender del todo lo que me atacaba al corazón cada vez que lo veía, y encontré a mis pies al mismo cachorro mirándome entusiasmado y hambriento. Comprendí entonces lo que había en mis manos, Dan había aportado lo suficiente para el cachorro, y entonces gemí ante la idea del chico de que afianzara mi lazo con el animal.
Me puse de cuclillas y abrí el empaque, vertiendo una porción adecuada para su edad en el suelo –o la que afiguraba– y eché la carne encima mientras el cachorro se lanzaba a devorarla sin sorprenderme mucho al comprender su situación.
Había tenido cientos de oportunidades en la base de afianzarme con muchos animales que servían, pero no había deseado ser débil con ninguno, y era gracioso que, sólo por la orden silenciosa de un chico que era más bajo que yo por centímetros, yo me encontrase ahí, alimentando a un cachorro que muy probablemente estaría deseando que lo llevase a casa conmigo.
Y no lo negaba, yo quería.
—¡Más despacio! —su risa provocó dentro de mi cuerpo una vibración extraña.
Miré por el rabillo del ojo al chico que me encerró en tal situación, sus mejillas ligeramente sonrojadas por la alegría mostrada en sus labios, la nariz arrugada y sus ojos cerrados mientras acariciaba a uno de los tantos perros que comía agitando su cola.
Mi boca se encontró seca cuando la sensación de hallarme perdido mirándolo afloró dentro.
Mi corazón palpitó con fuerza y el extraño cosquilleo volvió a hacer presencia. Algo en mí quería abrazarlo y poseerlo para siempre, protegerlo y alejarlo de todo aquel que buscará lastimarlo.
Fue el cachorro el que logró sacarme de todo pensamiento, saltando encima de mi cuerpo y llevándome a tomarlo, acariciándolo intentando que sus besos babosos no llegaran a mi boca. La risa de Dan volvió a llamar mi atención, mirándolo, y el calor me cubrió las mejillas al verlo siendo objeto de su alegría.
Cargué al pequeño cachorro tras encontrar que había dejado limpio el suelo donde había comido y caminé hacia el chico para entregarle la bolsita de alimento que inmediatamente utilizó para abastecer a los demás integrantes de la camada.
—¿Los adoras? —pregunté entonces sin poder evitarlo al notar de más su felicidad por llenar algo en las criaturas a su alrededor.
—Más que a cualquier cosa —respondió, llevándome a recordar el primer encuentro que habíamos tenido, del cual, él no tenía memoria—. De poder, haría todo por salvarlos a todos, por ahora, les doy lo que se encuentre en mis manos. Gatos, o perros, caballos o pájaros, terrestres o acuáticos... amo a cada animal existente sin importar lo que sean, como sean. Ellos aman igual, e incluso más —noté su mirada perdida al decirlo mientras acariciaba a un peludito cachorro que movía la cola cual ventilador—. El humano ama de forma tan sucia y contradictoria, pero ellos darían todo lo puro que tienen por vernos bien.
La forma en que había dicho sucio me había llevado a mantener un hueco extraño en el estómago, no gustándome lo que por mi cabeza había pasado al pensar que, de decirlo de tal forma, significaba que conocía aquello.
La campanilla de los helados llamó mi atención, y miré al cachorro en mis brazos.
Suspiré, sin poder evitar que el deseo de cuidarle me hacía sentir que cuidaría del chico a mis pies, y con las decisiones en cruzada me dirigí a la camioneta que había usado de la empresa, abrí la cajuela y quité mi suéter, acomodándolo al lado del equipo de grabación, y dejando al peludo sobre ella.
—Te traeré agua en un rato. Vendrás conmigo, delgaducho —la idea había sido ejecutada, y no pude ignorar el extraño sentido de tacto en mi corazón al pensar en lo que me hallaba convertido.
Dominado por un chico de palabras suaves y pasado tortuoso que me llamaba a desear complacer cada deseo silencioso en una forma de protegerlo y hacerle sentir bien.
No negaba que eso mismo parecía llenarme a mí.
Me hacía sentir como el niño pequeño que alguna vez fui.
Porque Dan era mayor que yo, y aquello me hacía sentir tan ajeno a la idea de ser fuerte, deseando que me controlase y mandase.
Respondería a cada palabra suya aún cuando la idea de la corona me había sido impuesta en la cabeza.
¿Un rey obedeciendo a un soldado?, sí, así parecía ser el juego.
—¿Quieres un helado, caramelo? —mi voz chocó contra su cuello al agacharme cerca de sus límites y lo noté erizarse ante aquello—. Yo pagaré todo.
Me miró lentamente, buscando al cachorro que cargaba, y sonriendo al encontrar las luces de la camioneta encendidas, muy probablemente notando la figura delgada del doberman asomado en el vidrio.
—Sería un placer.
Y por supuesto que así sería. Deseaba conocerle, y no veía razones para negarme a ello.
Era un siervo a sus pies, y era consciente de lo poco que él lo sabía, pero deseaba hacérselo saber con cada día.
Se levantó, dirigiéndose al hombre que vendía con cautela, y tal acción presionó cada botón, llevándome a acercarme y cubrirlo con mis pasos seguros, tomando sus hombros.
—¿Te cuento un secreto? —La idea de mentirle me era imposible al mirarlo.
—Tú lo estás diciendo, así que está bien —me miró, jugueteando con los ojos en un pestañeo lento que con seguridad me descolocó entero, llevándome a gruñir con lentitud—, cuenta tu gran secreto.
—No tengo veintiuno —lo miré a los ojos notando su desconcierto, y sonreí con levedad gustando de la comodidad que sentía a su lado—. Cumplí 16 hace unos días... Hyung.
Su boquita abierta en sorpresa me impulso a contarle una parte de mi historia sin poder detenerme.
Las mentiras habían sido parte de mi vida, hasta él.
La caricia a mis cabellos fue suficiente para tenerme sonriendo de oreja a oreja mientras dejaba que la oscuridad me consumiera lentamente, despertando.
—Feliz cumpleaños —lo escuché cantar en mi oído y carcajee con fuerza al recordar su promesa de celebrarme aún cuando mi cumpleaños había pasado ya—, feliz cumpleaños, querido Seong-ie.
El aliento se cortó en mis pulmones ante el apodo y abrí los ojos, encontrándome con los dulces oscuros y vista de cachorro a la que ya me había vuelto adicto. Era la primer persona con la que adoraba la cercanía, con la que, aún negando por su presencia, me sentía extrañamente aturdido si no tenía su atención encima.
—Eres precioso —había susurrado para nadie más que él, y la ligera tristeza en sus ojos demostrando no creerme, me llevó a tomar su nuca y besarlo, esos labios que desde el principio se habían vuelto una extraña fantasía en mis sueños—, eres lo más lindo en mi vida.
Lo noté sonreír con un ligero sonrojo e imité su expresión para incorporarme y volver a besarlo.
—¡Jeons! —La voz del hombre me hizo estremecer, alejándome de Dan y notando lo descompuesto que lo ponía escucharle.
Miré al frente, encontrando a In-su mirándonos con el enojo bañando su rostro, pero no siendo suficiente para intimidarme cuando la molestia ardió en mi cuerpo con más fuerza, cubriendo a Dan y apretando la mandíbula en cuanto la picazón entre mis piernas se hizo presente recordándome las cicatrices de hace años.
No aparté mis ojos en cuanto se fue, al contrario, lo hice hasta que el apretón de las manos de Dan en mis hombros me hizo mirarlo a él. Sentí como si todo el fuego en mi interior por la molestia se hubiera apagado al notarlo a punta del quiebre y sostuve sus mejillas entre mis manos.
—Perdón... —No sabía porque me disculpaba, pero eso pareció hacerlo llorar con más fuerza y la ansiedad invadió mi cuerpo enteramente—. Perdón, perdón, lo siento tanto, lo haré mejor... yo... te cuidaré. Perdón.
Él me abrazó, aferrándose a mi cuerpo y no permitiéndome analizar lo que sentía cuando la alarma de mi celular empezó a sonar, fruncí el entrecejo y escuché la risa de Dan llegar a mis oídos mientras el ruido era detenido, muy probablemente siendo puesto en pausa el cántico para despertarme.
—El descanso ha terminado, bello durmiente —me fue avisado en un susurro con ligera burla y no obedecí, abrazando con fuerza las piernas que me habían servido de almohada—. Levántate ya, ¿qué pensarán los demás si no soy un buen hyung contigo?, malcriado.
Mordí con ligereza su muslo, recibiendo un golpe en la cabeza que no dolió, pero que me hizo reír al comprender que el chico a mi lado estaba más cómodo con cada día que pasaba.
—Nadie más lo sabe, hyung. No hay porque preocuparse... por ahora, pensarán que soy quien malcría a mi dongsaeng.
—Ay, por favor, párate ya, o me obligarás a despertarte.
No podía verlo, pero aseguraba el lindo sonrojo en sus mejillas.
No deseaba levantarme, no tanto por el sueño, sino por la emoción de algo malo aproximándose. Algo en mí quería quedarse en ese lugar, en ese momento, abrazándolo por siempre.
—No quiero —murmuré cuál niño y sentí su mano empujándome con suavidad. Sonreí al captar que él tampoco quería volver a la rutina de siempre—, pero si vas a despertarme, hazlo con un beso.
La escena de sus dos hermanas menores preguntando por una "princesa" hace unos días cuando me invitó a su casa paso por mi mente. Y joder, la idea de ser una no sonaba tan mal si los besos por parte de mi caballero eran siempre la solución a todo.
—¡De ser...!
Su silencio abrupto, el ruido de su respiración cortándose y el estremecimiento en su cuerpo me hicieron alzarme en automático al presentir el aire fresco recorrerme enteramente.
Sentí un nudo formarse en mi estómago al verlo.
Los ojos depravados mirando hacia nosotros, clavados sobre Dan, y gruñí cuando la sonrisa perversa se formó en In-su. El hombre había sido puesto como chofer de Dan después de aparecer pocos días después de mi confesión, era más que obvio que por influencias de mi padre había llegado al puesto en el que estaba, con un currículum limpio y fuera de dudas.
—Tienes razón, será mejor que nos vayamos —susurré, tomando la mano del chico y jalándolo utilizando la mayoría de mi fuerza en arrastrarlo al notar los temblores que parecían consumirlo. No fue hasta que nos alejamos de la otra presencia que me sentí libre de preguntarle—. ¿Estás bien?
—¿Qué? —Pareció despertar de una ensoñación que lo tenía más que sumido, pálido y con miedo, sonrió, como si él tampoco comprendiera del todo lo que lo inundaba, y la sola presencia de ese acto me hizo endurecer la fuerza entre mis dientes apretados—. Sí, estoy bien... s-sólo, ¿no sientes frío?
Me soltó, abrazándose a sí mismo y haciéndome notar lo débil que se hallaba, casi por llorar y desfallecer ahí mismo.
No obedecí a mi propia idea de años de no aceptar el contacto físico cuando lo noté acariciarse deseando limpiar algo, y cada conversación tenida, acciones vistas y sus ojos reflejando toda emoción se arremolinó dentro al comprender que lo que arrastraba el chico frente a mí era algo más allá de una familia y vida llenas de presiones por ser perfecto.
Lo abrace, deseando poder cuidarlo y permitiendo que relajara su cuerpo para ser quien lo sostuviera.
No dije nada cuando comenzó a sollozar.
No dije nada cuando empezó a pedir perdón.
Y tampoco dije nada cuando me pidió ir a los baños de la empresa y vomitó.
Estuve ahí cuando se recostó en la pared con aspecto mareado y enfermizo, me senté a su lado y limpié su frente y boca con el rollo del baño.
Estuve ahí cuando volvió a romper en llanto y me explicó entre sollozos que no entendía lo que pasaba.
Estuve cuando pedimos a Bang que se ausentara cuando él se negó a irse y seguir practicando.
Estuve en cada momento, y comprendí lo que mi corazón pedía: estar a su lado.
Y por fin algo tenía sentido, los tirones en mi corazón pedían llenar con oro cada grieta que él sintiera. Borrar cada lágrima y pintarlo de sonrisas y calma como la que había sido testigo tiempo atrás.
Lo abracé con fuerza aún cuando no me lo pidió antes de irse, bese su cabeza y tras unir nuestras frentes en ese característico gesto compartido con mis hermanos, entendí que estaba perdido.
Y también, que daría todo porque él estuviese bien.
➠ 𝒥ℯℴ𝓃 𝒮ℯℴ𝓃ℊ-𝓈𝓊
🄀⒌
"危險: Peligro"
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Dirás no hacer nada, pero tu sola presencia, tus bromas, tu risa y tus pequeñas acciones, son suficientes para hacerme olvidar cada mancha convertida en tortura sobre mí...
Te agradezco, mi ángel. ❤️
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