⳼♛- Militar -♕⳹

Fue a mis doce años que toda idea de querer envidiar a los demás por completo, desapareció.

Mi primer beso fue entregado, a un chico un año menor que yo, y había sido suficiente para que el calor en mi pecho se extendiera.

Perdón, no me gustan los hombres.

De repente había soltado, y quedé congelado en mi lugar sin querer decir nada, reteniéndome a explotar.

Era el mismo chico que se había enfrascado en hacerme gustar de él.

El que ahora decía de forma brusca que no le gustaban los hombres.

Apreté mi mandíbula con fuerza sin desear mostrar otra expresión. Lo vi irse, y no despegué mis ojos de encima suyo.

A vista de otras personas, yo estaría jurando matarlo ahí mismo.

Y no era muy contrario a lo que pensaba.

La ira me bañó por completo tras verlo tomar la mano de su compañero y que comenzasen a susurrarse de lo más melosos mientras se burlaban de mí. Cerré los ojos, riendo con levedad y soltando el aire atorado.

Era claro que no pararían de burlarse de mí aún creciendo un poco más. Debía de reconocerlo, habían sido astutos engañándome de ese modo, y mi padre seguramente me golpearía por saber lo bajo que había caído.

Pero no se lo diría, ni muerto le hablaría sobre haber besado a un chico.

Su estúpido tatuaje no había servido para quitarme las ganas de desear meter la polla o que me la metieran. Sí, con doce años había aprendido bastante, pero agradézcanle a él. Su lenguaje era suficiente para imitarlo.

Llegué a casa, y demoré un momento fumando la poca marihuana que me había sido entregada por una de mis compañeras. Hacía estragos en mi sistema debido a la diabetes. Pero vamos, que morir era mi sueño.

Entre por la puerta tras desechar todo en el suelo y pisotearlo.

Las risotadas de mi señor y el tintineo de las copas chocando me hacía saber que se hallaban bebiendo, así que resultaba ser un poco de suerte, al menos así no me molestaría hasta que acabase de estudiar un poco.

Avancé por el pasillo y paré en el comedor, mirando a todos reunidos. Mi madre abrazaba a mi hermanito con una sonrisa algo forzada, y mi padre me miró con un gesto que, aún siendo una sonrisa, me causaba escalofríos.

—¡Ahí está mi hijo pródigo! ¡Ven aquí, Seong-su y saluda a tu viejo! —extendió los brazos hacia mí, y tan sólo me quedé en mi lugar.

Esto era extraño.

—No me metas en tus mierdas... —respondí fuerte y claro.

Que fuese de más "rango" que yo no me daba paso a temerle cuando se hallaba borracho. De algún modo, eran los únicos momentos en que me envalentonaba para contestarle.

—¡El niño tiene agallas, señor! —la risotada de In-su me hizo fruncir con ligereza el ceño.

Ya lo había visto, me había percatado de su presencia con una sola y rápida mirada al lugar, pero nada me exigía tener que tomarle importancia al hombre que odiaba.

Fue después de años de mi "tatuaje" que ya no eran más que cicatrices horrendas, cuando investigue, que descubrí por lo que el hombre había sido apresado.

Era un puto pederasta que se había hallado maltratando y dañando los cuerpos de innumerables jóvenes y niños, todos los que pareciesen ángeles eran suficiente para que aquel bastardo les pusiese la mano encima.

Yo no me consideraba uno, pero su mirada enferma no era nada difícil de ocultar. Me hacía pensar que no había puesto mano alguna encima de mí y mi hermano debido a ser hijos de un coronel, y el mismo que lo había sacado de la pocilga en la que se hallaba.

—¡Calla, rata! —gritó mi padre ante su burla, y lo miré con extrañeza. El hombre se comportaba "ejemplarmente" sólo en momentos donde el alcohol era más en cantidad sobre sus venas—. El único que puede adular a sus hijos, soy yo, marica asquerosa.

Me erguí con levedad, y permití mis ojos desviarse hacia mi hermanito, quien veía con recelo a mi padre mientras abrazaba con fuerza el vientre abultado de mi madre.

Otro descendiente de la familia Jeon venía en camino, y me alegraba, sabía que no sufriría lo que yo. Ninguno de mis dos pequeños sería torturado.

—Seong-ah —Mi madre habló, llevándome a mirarla directamente—, toma asiento, cariño, por favor.

Asentí, sin extrañarme de su tono amable y cariñoso. Desde que había tenido a mi hermanito, se había ablandado bastante en sus tratos, y aún cuando me hiciera pensar en ella como a una madre, me incomodaba ahora recibir esos tratos.

Obedecí, sentándome a su lado, y ella tomó de mi hombro, pero a diferencia de lo que me había acostumbrado, su mano había apretado con cariño; como había empezado a hacer desde que su tercer embarazo había sido confirmado.

Había notado en ella la ligera mueca en su rostro al notar que su petición había sido acatada por mí como una orden, pero no podía culparme.

No podía comenzar a arreglar algo que permitió extenderse mucho antes.

Bien, yo era algo rencoroso.

—Bien, tengo algo que anunciarles a todos —me tomó del hombro de igual modo que mi madre, pero con más pesadez que ella y me hizo voltear a verlo—. Como bien sabrán, tengo a mi más joven pupilo frente a ustedes tres... —hizo una pequeña mueca, apuntando hacia el vientre de mi señora—, cuatro.

Era extraño ver como, de algún modo, mis dos progenitores se habían "ablandado" después de algunos años.

Pero ya no sentía envidia alguna.

Sabía que este había sido mi destino y no tenía más opción que aceptarlo. De todas formas, ya era una costumbre.

Me perdí un momento en la comida de la mesa. Había tomado ya el medicamento en la escuela, y me había alimentado lo suficiente, pero haber consumido la hierba me había permitido tener campo libre a desear alimentarme. Me sentía un perro babeando por comida.

Seong-su ha sido aceptado para ingresar en el Servicio Militar y cumplirlo antes de lo planeado. —Alcé mi vista tras escucharlo, me miró, y sonriendo de oreja a oreja, sólo respondió a mis dudas silenciosas con seis palabras—. Tengo grandes planes para ti, hijo.

No sentí cariño alguno por las palabras soltadas.

No sentí nada.

Cumplir 15 años en una base militar sería divertido de poder congeniar con tus compañeros, de no haber nacido en un ambiente como el mío.

Sentía que cualquiera se acercaba para obtener algo, para debilitarme y después burlarse.

Y mi mayor problemática era el hecho de ser hijo del coronel, de ser el más joven, y un mestizo. Por mucho que el ambiente en mi vida hubiese sido distinto, no cambiaría nada la mentalidad retrógrada de muchos, la inferioridad que sentían ante mí, así que nada me salvaba de que buscasen meterse conmigo.

Eso mismo me había forzado a ejercitar exigentemente día y noche, más que los demás, para así superarlos, intimidarlos y dejar de lado toda idea y sensibilidad idiota que aún se hubiera mantenido en mi mente.

—Seong-su, ¡feliz cum-! —Golpeé su cara antes de que continuara, alejándola de mi cama, y por poco tirando el pequeño pastel que muy seguramente había batallado en traer a escondidas—. ¡Deja de estar tan a la defensiva! Te noté tensarte incluso antes de que me bajara de la litera...

Byeong-Ho, de las pocas chicas que parecían querer estar cerca mío, o de las pocas personas en la base que lo querían. Era como un jodido cachorro alegre y agresivo, siguiéndome y defendiéndome a todos lados aún cuando yo no se lo pidiese.

—Si quieres que deje de estar tenso, deja de molestarme, garrapata.

Aw, yo también te quiero —carraspeó, sentándose a mi lado y abrazándome por los hombros llevándome a estar más tenso. No me gustaba que me tocaran—. ¿Sabes? Deberías de dejar esa actitud tan fría, algún día alejarás a todos.

Alcé una ceja, preguntándome porque ella no lo había hecho si era justo lo que quería—. No quiero amigos como esos patanes.

—Oh, yo lo sé. A lo que me refiero, es a la gente fuera de aquí. La gente ve mal, al menos aquí en Corea, que sean así de hostiles, hay mayores y todas esas cosas, y yo, soy tu mayor. En otro ambiente, no habría tolerado que fueras como eres, eso tienes que aprenderlo-

—No necesito agradable a nadie. Tengo suficiente contigo y Hana.

Escuché a la más baja suspirar como si se encontrase rindiéndose ante mí, o perdiendo la paciencia. Tomó el puente de su nariz y respiró unas tres veces.

La chica tenía cabellos oscuros y cortos, y también su piel era un poco más "oscura" para la norma en Corea. Habíamos sido trasladados desde la primer semana juntos cuando ingrese. Era mayor que yo por dos años, y no me molestaba su presencia por mucho que mostrase externamente.

Aunque sí, en ocasiones me tensaba de más.

El tenerla a ella había sido la estrategia extraña de mi padre de hacerme sentir sexualmente atraído por ella. Toda una conspiración extraña donde rompió las reglas uniendo a dos chicos de sexos totalmente opuestos.

Y no lo negaba, por supuesto que mi libido se sentía despierto con ella, era una mujer atractiva. Pero me había acostumbrado a verla más como una hermana, así como a la chica que me vendía marihuana –Hana– y que, por alguna razón, había comenzado a ser una amiga y especie de confidente el último tiempo antes de reclutarme en la base.

—Mira, sólo te digo que, con la actitud que tienes, muy difícilmente alguien se fijara en ti —me señaló dejando muy en claro que se refería a todo en mi persona, y la miré sin expresión alguna, muy a pesar de la ligera tristeza que eso me había producido—, independientemente de si es un hombre o una mujer, nadie gustaría de que un maldito ser sin sentimientos le "quisiera". En serio, das miedo.

Me alcé de hombros, suspirando, y acostumbrado a sus comentarios.

En ocasiones me cuestionaba mis decisiones con respecto a mis amistades, pero qué podía ser. Era la costumbre.

—Piénsame como un perro —voltee a verla, sonriendo con levedad—, uno de los que se catalogan de "pelea" y que la gente acostumbra a odiar y temer siempre —alcé una ceja dejando en claro mi punto, con una sonrisa un poco más superior de lo acostumbrado. Byeong frunció el ceño algo ofendida—. Es poca la gente, pero existen quienes no juzgan ni critican por una primera vista. Hay personas que aman tanto, que quieren cuidar y curar a pesar de todo. Algún día encontraré algún chico, o chica, que piense así.

Me hundí de hombros y no hice caso al suspiro cansado de mi amiga. Tome el pequeño pastel que había traído, y lo comí a grandes bocados, procurando comer algo más adecuado para mi dieta después.

—Eres un imbécil —su mano atravesó por mi rango de visión, y alejé el plato con pastel de su agarre—. Dame aunque sea un poco.

—Soy el cumpleañero, ¿recuerdas?

—¡Joder, Seong-su! Era para los dos, jodido troglodita —carcajeé cuando busco escalarme y tomar el pastel.

Sí, quizá amarme sería difícil. Pero quería estar confiado de que existían, aún con el mal que ya conocía, gente noble que no juzgaría.

Deseaba ser como esos perros a los que, tras tanto maltrato y hallarse siempre en defensa, encontrasen a alguien que quisiera curarles por más que mostrasen los dientes. Alguien con quien sentirme tranquilo.

Y de no ser así... morir entre heridas sin suturar ni olvidar.

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Se es anunciado que toda asistencia con conocimiento de defensa o fotografía será agradecida en las instalaciones de las empresas más conocidas en Corea.

"—¡Estamos en búsqueda de nuevas mentes y conocimientos, HYBE abre sus puertas a los jóvenes talentos!..." - más información acerca en la pág. 17

Se espera que se encuentre su asistencia a la apertura de las instalaciones a las 10 am, y un poco antes de su cierre a las 8 pm para evaluar sus estadísticas. Todo esto será evaluado por nuestros expertos, y se es pedido que, bajo ninguna circunstancia, sea comentado lo que se trabaja bajo las paredes de la empresa.

HYBE sin duda prepara grandes cosas para este nuevo y próximo año 2024, y nosotros, su noticiero seleccionado, somos de lo más felices en contarlo.

Aunque también, la curiosidad hace de las suyas... ¡esperamos encontrarles más información pronto!

- MinSeo

"La estrella artística del momento, Zhāng Xiuying, anuncia su retiro de las próximas competiciones..." -más información en la pág. 49

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🄀⒉
" 鬥狗: Perro de pelea"
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