⳼♕- Dragón -♛⳹
Avanzar por el callejón en el que se había detectado la última parada del dispositivo me hizo estar más alerta, escudriñando aún en el interior del auto.
—Es aquí —avisé a Christian Salix, el capitán de policía. El hombre se detuvo tan pronto lo mencioné y quité mi cinturón—. Gracias, a partir de aquí puedo-
—¿Estás loco? —me detuvo—. Déjame revisar el área, cualquier cosa, puedo avisarte a partir de aquí —señaló a su radio y no me dejó más que asentir—. No comas ansias, tranquilo. Intenta pensar con la cabeza fría.
Y no tuve más que esperar a que saliese a verificar que todo estuviese en orden, puesto que tenía razón, podía ocurrir de todo, como la posibilidad de que se hubiese descubierto lo planeado y nos terminasen emboscando.
La idea de tener más cosas sobre esto me hacía estar un poco más alterado.
Eran las 8 de la noche, y la idea de estar en casa de los chicos de B!XXEN por mera paz, junto a Dan, no paraba de dar vueltas en mi mente. Pero no podía negarme, entendía que el hombre a mi lado pasaba por situaciones del mismo estilo y aún así, se exponía al peligro contra todo pronóstico, día y noche, teniendo por su familia y amigos.
El hombre era alguien a quien admiraba, un conocido hecho a partir del enlistamiento, quien apretó mi mano tras nombrarme capitán, y con quien mantenía contacto aún después de todo acuerdo legal.
La seña del hombre me hizo reaccionar y salir del vehículo.
—Ahí tienes, tu juguete... Seguiré revisando —palmeó mi hombro y asentí, sin notar nada despectivo en su voz. Y es que, tampoco podría ofenderme con él, conocía parte de su historia gracias al tiempo juntos, a mi miedo al fracaso y mi odio.
Sorprendentemente era quien más me había cuidado.
Tomé el aparato del suelo con los guantes que me habían sido entregados por Christian, maquinaria deshecha arrumbada cerca de los botes de basura. Sonreí, aún cuando el rastreador había sido quitado, la grabadora seguía intacta.
—Bingo —sin quererlo, había susurrado en español.
La palabra soltada de los labios de Dan cuando se encontraba cerca de descubrir algo rebotó por mi mente y pensé en el rostro que pondría por escucharme. Y la posibilidad de enseñarnos mutuamente los idiomas que no conocíamos –chino, japonés; español–, me lleno de entusiasmo por volver a su lado.
Algunas veces quería días normales junto a él.
—Despejado —escuché a Christian susurrar por el radio.
Había dicho de llevar un escuadrón, puesto que un punto de reencuentro tan frecuente no era algo que sólo se usase para disfrazar. El hombre se veía lo suficientemente entusiasmado cuando le conté que el caso iba a detener a un, o varios, depredadores sexuales.
—¿Lo tienes? —caminó hacia mí con lentitud, manteniendo la postura alerta y el arma en las manos—. No te descuides.
Asentí ante ambas cosas dichas, y es que tenía algo más que el objeto que seguro se tacharía de "inservible" para la policía, y sujetaba la grabadora con calma, aún cuando la adrenalina me recorriese.
Algo iba mal.
—Necesito que me des acceso a la revisión de los objetos junto a dos de mis compañeros, y un hombre mayor, uno de los CEOs —pedí, y la confusión pareció bañar su rostro—. Ocupo que lo que sea que salga de esto sea algo que podamos saber-
—Sólo permitiré el acceso a ti y a uno de tus compañeros, al que más confianza tengas —Man-Shik lo era—, no más. No gusto de negarte mucho, pero esto es algo serio. Haz mencionado la salida de información de la empresa, ¿no? —volví a asentir—. Bien, no podemos permitir más descuidos.
Estuve de acuerdo, y es que ya mucho se había escapado de nuestras manos por cuenta propia.
—Estoy de acuerdo, ¿tu escuadrón?
—Ahora se encontrarán dentro del edificio. Todo será comunicado.
Estuve de acuerdo.
Mi celular vibró en el bolsillo, lo tomé pensando en Dan llamando, y no hice más que sonreír al notar que no me equivocaba.
—¿Cariño?
Un silencio sepulcral se extendió por la otra línea, miré hacia Christian, nervioso. El hombre pareció entenderlo.
—Yun, ocupo revisión de tu parte en la dirección de Jeon Dan, en seguida.
Estuve agradecido, quizá era paranoia de mi parte, pero nada me aseguraba que algo así, mucho menos con tanta presión encima, fuese buena. Necesitaba asegurar a Dan.
Y mi miedo no fue inculcado al escuchar el grito de Dan un poco lejos del lugar.
Me acerqué a abrazarle cuando se indicó que todo estaba bien en la ambulancia parada cerca de la casa. Aprese con fuerza a Dan enfrente de la casa de sus padres y me sentí frenético por la idea de verle ahí en lugar del departamento con los demás chicos.
Por fortuna, yo había sido convencido de dejar a un policía a disposición de Dan con la distancia medida, así como cerca de cada chico de B!. Cualquier acción que se considerase sospechosa o agresiva en contra de cualquiera de lo d chicos, se permitiría acción inmediata de resguardo, manteniendo en anonimato y secreto lo relacionado, al menos, hasta poder comunicar sobre los acosos y la investigación a Doori, en persona.
—Lo siento —susurró el chico tan pronto dejó de mirar el cuerpo de Junnie en la camilla—. Iba a llamarte únicamente para preguntar cómo estabas... Junnie estaba jugando y un jarrón le cayó encima, se corto, y me asusté mucho. No quería-
Lo arrulle—. Está bien, sea como sea, era importante —y lo era, Junnie había sido afectada principalmente sobre la cabeza, debía de ser revisada con cuidado y por expertos para asegurar cualquier daño—, ignoremos sólo que poco poco me da un infarto.
El chico en mis brazos rio con fuerza, la voz rota y llorosa al devolverme el abrazo necesitado de protección y calma. Bese su cabeza y lo sentí removerse cuando fue a tomar la mano de Junnie al verle incorporarse tras la indicación de la enfermera.
—¡Mira, Dannie, tengo venditas en la cara! —se señaló la niña con esa sonrisa chimuela y sonreí de igual forma al verla.
Aún con las cicatrices que quedarían, no se podía negar la alegría que te transmitía. Solo esperaba que nadie la dañara.
—Sí, Jun... —el chico sorbió su nariz antes de tocar las mejillas sonrosadas de su hermanita y unir sus narices en aquel gesto que había comenzado a copiarme—, te ves muy linda.
—¡JunJun! —MinJi chilló cuando otro enfermero la dejó ir, y es que la niña había estado cerca regañando a su hermana cuando sucedió—. ¿Estás bien, lograste verlo?
Fruncí el gesto al escucharla, y antes de nada llame por su nombre para que se acercara.
—¡Princesa! —chilló la niña.
—Hola, lindura, ¿puedes explicarme a qué te refieres con "verlo", a quién? —miré a Christian acercarse cuando me vio ponerme de cuclillas, y cierto cariño apareciendo en sus ojos al ver a la niña—. Él es el comandante Salix... quiero decir —interrumpí al notar el rostro confundido de la niña—. E-es un rey que gustaría de saber sobre lo que ha pasado en tu castillo.
—¡Oh! Siendo así —la pequeña asintió y saltó tomando la mano de Christian y jalándolo a su lado—. Dan-oppa llegó para visitarnos, como nos prometió, estaba jugando conmigo y Jun cuando dijo que llamaría a su princesa —me señaló, y asentí por completo interesado en el dedito acusador de la niña, en lugar de la sonrisa burlona de mi mayor—. Cuando eso pasó, Junnie y yo vimos a un señor cerca de la ventana. Jun quería verlo para decirle a Dan si tocaban la puerta, y subió por el mueble del jarrón de mamá... Yo le decía que no lo hiciera, no me escucho, después mi hermano dejó el celular bajo el cojín de la sala y se acercó a vernos... Fue donde Jun se resbaló y Dan fue a atraparla. ¡Fue muy bueno cachando, debiste verlo!
Sonreí queriendo esconder la inquietud que me había llenado. Sentí a Christian pensar igual—. ¡Puedo imaginarlo, pequeña! —acaricie su cabello y miré al oficial a mi lado. Se veía ocupado en revisar alrededores aún cuando supiéramos que aquello no nos serviría de mucho—. MinJi, el hombre que vieron, ¿recuerdas cómo era?
La niña pareció quedarse pensando, y tras un momento después asintió.
—Sí, lo vi cuando JunJun cayó. Vestía todo de negro, pero tenía los ojos verdes... ¡como los dragones! —señaló entusiasmada, hasta que sus ojos se llenaron de miedo—. ¿Es el malo?
—No todos los dragones son malos —puntualicé, antes de generar algo en la mente de la pequeña niña—, pero me preocupa que este lo sea... —MinJi asintió, convencida, quizá aprobándome ante el hecho de que seguía los mismos pasos de su hermano mayor sobre un punto imparcial—. MinJi, necesito que la próxima que veas, o sepas de parte de Junnie que el dragón está cerca, le pidas a Dan, sin decirle nada, que quieres llamarme. ¿Podrías hacerlo?
—Mentir es malo...
—No estarías mintiendo, sólo, "quieres llamarme"... No permitiré que ocultes información ni que mientas, sólo pide llamarme diciendo que quieres decirme algo. No cubres información ni mientes. Igual si lo ves cerca de tus padres, estoy trabajando en cuidarlos... cuidarlo.
La niña pareció hacer una mueca y después asintió.
—Esto es raro. La princesa salvando al caballero —hizo un puchero y reí ante su similitud con su hermano, agradecí en silencio—. Pero está bien, ¿puedo decirle a Junnie?
Asentí, yo no le negaría eso.
De igual forma, hablaría con los padres de Dan para que estuviesen al pendiente.
Fuese como fuese, la idea de estarle mintiendo al chico por el que daría todo, me carcomía.
Nada estaba bien.
La información encontrada en la grabación de Keiko lo probaba.
3 años antes...
—Continúa de ese modo y saldrás muerto de este lugar —la voz del Capitán Salix me hizo parar de golpear el saco de boxeo enfrente mío. Lo miré sin asco aún cuando no lo hubiese querido—. Eres sólo un niño, el más joven, intenta relajarte.
Todos sabían de él.
Un japonés que entró a la academia de policía de Corea con 18 años, antes del tiempo seleccionado. Un hombre de alta inteligencia, y ante todo, un hombre casado con otro hombre.
Su esposo, de nombre Alexis.
Yo no quería, pero el hecho de escuchar a mis compañeros hablar sobre el nuevo inspector de seguridad de la academia me había llevado a actuar de ese modo con el hombre cerca, aún cuando no lo quisiera.
—Yo no puedo relajarme. Está prohibido, o eres perfecto, o eres nada —golpee a nueva cuenta el saco tras recordar las palabras de mi padre soltadas hace un año. Ni siquiera sabía porque lo decía a un extraño en primer lugar.
—Interesante idea... ¿Estás aquí porque quisiste o alguna obligación? —el hombre suspiró cansado tras verme detener a nueva cuenta y no decir nada—. No imagino a nadie de tu edad por elección. Conozco a tu padre. —El nombramiento de mi superior me llevó a prestarle atención—. Alto rango, al punto de tener tal altura en la cabeza. No imaginaba que sus hijos serían igual.
Hice una mueca ante lo dicho, y sin pensarlo mucho, hablé—. No soy igual a él.
Christian rio—. Puedo verlo... Tu mirada de "odio" y "desprecio" hacia mí es distinta. Pero aún así, no cambiarás nada si dices no ser igual y seguir lo mismo.
Me removí incómodo y bajé la mirada—. Lo siento, señor.
—No te disculpes, sólo deja de ir con la corriente. —Le vi tomar los guantes de boxeo extra y avanzar hacia mí, yo estaba curioso—. Tu postura es algo mala, pies firmes a la distancia de tus hombros, e intenta impulsarte con la cadera, no con todo el cuerpo —explicó, golpeando el saco con lo indicado y aún cuando me había parecido algo de poco impacto, el saco se movió como si toda ira controlada hubiese sido ocupada. Lo miré sorprendido—. Si te irás a desahogar de un mal día, procura cuidarte mientras te fortaleces... No quiero que alguien que veo capaz de hacer un cambio resulte lastimado.
Negué aún sorprendido—. Yo no tengo porque cuidarme señor. No es importante, usted en cambio es muy fuerte.
El mayor rio sin mostrar rechazo o altanería ante mis palabras y tan solo dijo—. Eres fuerte, incluso más de lo que tu padre o yo seríamos a tu edad... sólo necesitas encapsular ese enojo, visualizarlo, y hacerlo parte de todo golpe que sueltes. Puedes estar molesto, pero no permitas que eso te controle. Tu tienes el control. Tenlo en cuenta.
Mire mis propias manos enfundadas y me coloque imitando la misma posición que había visto en el capitán. El mismo me corrigió un poco por la distancia y la posición de las manos, y me indicó respirar para relajarme antes de comenzar a golpear.
Puedo decir que me sentí orgulloso cuando mi primer golpe fue exitoso, al menos, moviendo un poco el saco y no haciéndome desviar las manos.
Ningún agente anterior había querido enseñarme correctamente, me consideraban un niño, al igual que mi padre, pero tras las palabras del capitán Salix, sólo dos palabras marcaron lo suficiente en mi mente.
"Eres fuerte, incluso más que tu padre"
"Tú tienes el control, tenlo en cuenta."
Llegando a mi casa tras asegurar a Dan con los chicos en B!XXEN, llegué a casa y golpee un rato el saco de boxeo en la habitación que tenía preparada. Ya no para dar golpes erráticos como hacía antes de cumplir los catorce, sino para poder soltar la tensión que me invadía, y aún así, mantener la cabeza limpia. Preparándome para lo que pronto enfrentaríamos.
El día 6 de febrero, pedí un tiempo a solas junto a Doori y el CEO de la empresa para explicarle todo el asunto.
➠ 𝒥ℯℴ𝓃 𝒮ℯℴ𝓃ℊ-𝓈𝓊
⒈⒎
"生氣: Enojo"
El castillo de arena está por caer.
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