⳼♛- Condena -♕⳹

⚠️ Homofobia, realidad...
*se es pedida discreción.

No lograba entender lo que había ocurrido, y es que, Jina, mi única amiga, había sido enviada a juicio. Las costillas parecieron apretar sobre mi pecho tras la noticia. Apenas nos despedíamos de México, volviendo a Corea, y lo primero que bombardeaba a mi teléfono era eso.

—Hana está muerta —fue lo único que Christian mencionó cuando llegue a preguntar a su oficina como el típico poderío, puesto que ni toqué antes de adentrarme—. Tu amiga fue encontrada cerca de la escena, y según se es sabido, por la relación que había con la esposa de ella, bueno... Hana era la amante. Las pruebas apuntaban completamente a ella.

Eché mi rostro sobre el escritorio, sin comprender, y suspiré—. ¿No puedes hacer nada?

Era la cuarta vez que soltaba esa pregunta en distintas ocasiones de la plática que, para este punto, ya sonaba repetitiva, y mi respuesta, como todas las anteriores, era la misma.

—Si el caso hubiera caído bajo mi autorización, podría hacerlo, pero aquí, ocurre que el caso está siendo tratado en otro estado... seguramente por otro departamento luego de saber que Jina es nativa de Tailandia —el rostro paciente de Christian no me ayudaba en seguir soltando la misma pregunta como si el hombre fuese capaz de todo, y es que, ese era el problema al momento de querer tanto. Sentía que la gente a mi alrededor era capaz de todo, por mí—. De meterme, estaría yendo en contra de la ley, a menos que el caso interfiera con alguno de los nuestros, pero fue catalogado como un "asesinato pasional"... Lo siento.

Asentí rendido, no queriendo hostigar más al hombre que ya tenía la hora marcada para marcharse, y aún con mi idea de ser un molestia, no faltaron sus brazos al rededor de mi cuello. Yo no lo negué. No tenía de ese contacto más que con Dan, pero con él, creía que podía aceptarlo al verlo como a un padre.

Un padre.

De vuelta en la nueva vivienda que sería compartida por los chicos de B!XXEN, no me extrañe de las miradas repetitivas de Dan sobre mi cuerpo, y maldije el día en que discutimos al notar su poca iniciativa por acercarse. Aún así, no se lo negaría, yo había tenido la culpa, y la seguía teniendo al no contarle.

Sólo Addae se mantenía a mi lado notando el aspecto decaído, y aún así, no dejaba de echar miradas veloces al tornado rojo que adoraba. Eso lograba robarme sonrisas mientras acariciaba el pecho acolchado del lobo.

Me mantuve tan lejos y cerca como me era posible, ignorando las miradas sobre mi persona, y endureciendo el semblante aún cuando la situación me sobrepasaba, y es que, el enojo parecía seguir siendo mi única salida.

—¿Te dijeron algo? —La voz débil del chico que adoraba logró destensarme, notando de reojo sus dedos nerviosos y las caricias tras la oreja a Addae.

—Puedes sentarte.

Pareció no esperar aquello, principalmente por la iniciativa de su cuerpo por alejarse al tener un pie más detrás suyo como si esperase a echarse a correr en algún momento con mi mal carácter. Él se sentó, respetando el espacio que Addae dividía entre nosotros, y aún así, el lobo pareció tener eso como su tarjeta verde a huir tras Danique y alejar a Kora de ese modo juguetón que había adoptado desde que encontró al cachorro.

—No hay nada que Christian pueda hacer, como ya esperaba. —Me sentí tonto, por saberlo y aún así llegar como un crío a pensar que la respuesta sería distinta.

—Ya... —fue lo único que profirió, y lo miré de reojo.

—¿Qué pasa? —Él se tensó, mordiendo su labio—. ¿Dan?

—No es nada. —El que no me mirase fijamente, más que a ambos cánidos juguetear me hizo fruncir mi gesto más de lo que quizá estaba, y él lamió su labio, como si lo hubiese sentido. Sus mejillas enrojeciéndose y notándose nervioso—. No es nada, más que no sé qué debo de hacer.

—¿A qué te refieres?

—Yo... ¿A qué más voy a referirme que al cómo actuar cuando estás de ese modo? —Tomé su mano, forzándolo a mirarme y deshaciendo la distancia entre ambos. Sus ojos me miraron al fin, y no dije nada al adivinar el por qué de sus temblores—. No quiero decir nada que te moleste, pero no sé si no hablar va a molestarte más... Haz- haz estado con esa aura de no-me-mires todo este día por lo de tu amiga, y al mismo tiempo me haz estado viendo todo el rato y yo... no sé qué te gustaría. No quiero caer en lo mismo de ese día, sólo... perdón.

Quizá por fin sentí mi cuerpo estar menos a la defensiva, y no dije nada, más que observar sus ojos llorosos sintiendo mi propio mundo descompensarse. Era sólo de esos días en que no lograba entender el por qué seguía conmigo.

—Lo siento —murmuré, acariciando su cabello cuando por fin logré embelesarme. Dan miraba de nuevo a los cachorros, y la sola idea de verlo ser tan frágil me impulsaba a tocarlo—. Ese día, nada de lo que ocurrió fue tu culpa, sino mía. De Byeon-Ho. —Su puchero confundido al volver a verme, me hizo sonreír de forma inevitable—. Ella solía amenazar siempre con herirte si seguía con esto... yo pensé que lo mejor era alejarte si quería seguir metiéndome donde probablemente acabaría muerto, quería restarte de un dolor y sacarte de otro.

Dan frunció ambas cejas, y supe sin palabras lo que estaría por decirme.

—¿De qué hablas? —No había porque explicárselo, él lo sabía, y aún así, ese extraño sentir de querer hablar y explicarle de cada momento en mi vida, brotó en mi pecho como cada vez que le veía.

—Me refiero a que, desde que me hice cercano a Christian, a Man-Shik, dentro de un corporativo oficial, comprendí que muchos de los que siguen esa vida no hacen más que despedirse de sus parejas como si fuese el último día que podrán verlos, y... Sorprendentemente fue lo mismo que me hizo entender que no quería decirte adiós si lo último que supe es que te había hecho daño. —Remojé mis labios, rememorando lo último a lo que me estaba dispuesto—. Cuando volví sólo quise asegurarme de que estuvieras bien, yo no... No planeaba que volviéramos. Sólo me preocupaba por ti.

Dan respiro hondo, cerrando los ojos, y para mi sorpresa, no había llanto en ellos cuando volvió a encararme, sólo una molestia extraña.

—¿Así que, preferías morir por una causa que no hace más que atormentarme, a volver conmigo?

—No lo sé...

Y es que no lo hacía. Ni siquiera supe qué me había llevado a hablar de más y relacionarme aún más de lo que debí esa noche. Sólo sabía que lo quería a mi lado, y justo ahora, podía creer que fue la mejor o peor de mis decisiones.

—Sólo dime que no volviste conmigo por lástima —susurró, y fue que lo que ya esperaba se reveló. Los ojos cristalinos me encaraban, y no hice más que perderme de nuevo en el reflejo que mostraban.

Porque sólo parecía herirlo aún cuando me esforzara.

—No —susurré, notando a su cuerpo dejar los temblores—. Eres la persona más fuerte que he conocido, más dulce. Si algo siento por ti no es más que admiración. Y amor, porque te amo. Y me maldije cada día después de esa pelea, no quería- No sabes cuánto es que quiero estar contigo, incluso si ese no es nuestro camino, yo- Estaría tan loco para forzarlo todo por tenerte.

Dan negó, apretando nuestras manos—. Entonces, ¿creíste más en amenazas que en la idea de contarme?

Sonreí, negando. Aún en una situación así, el chico parecía seguirse esforzando sin notando por sacarme sonrisas.

—Creí más en la idea de no ser bueno para ti, que en lo mucho que todo en mí se negaba a alejarse.

Él me miró, y sentí que por fin dejaba ir un peso de encima cuando se dejó caer sobre mi pecho. Lo apreté con fuerza, tanto como él parecía hacerlo conmigo, y es que, sin importar qué tanto mal pareciera cometer, siempre llegaba a ser mi esperanza.

—Terminaré atándote si decides alejarte así de nuevo por una idea tan tonta, tonto —Carcajeé, besando su cabeza y escuchándolo suspirar cual cachorro.

—Si me ataras a la cama estaría contento. —El golpe en mi costilla no se hizo esperar, y dejé de sonreír cuando la idea de no querer hacer de eso un ciclo para él se apoderó de mi mente—. Acércate, cada que esté molesto, o distante, no es contigo, no tengas miedo porque no sería capaz de herirte. Me mataría antes yo a dejarte llorar, porque no sabes lo mucho que me atormente luego de dejarte así. Lo que más quise esa noche fue abrazarte, no ser contigo lo que todos dicen de mí.

Las dos cuencas oscuras me miraron, camuflándose entre los cabellos negros y de puntas moradas, sonreí al peinar cada hebra y él ronroneo sobre mi cuerpo.

—¿Y qué dicen todos?

—Que soy un monstruo...

Mi día de confesiones no pareció terminar ese día, siendo llamado por mi madre luego de una siesta en mi departamento en compañía de Dan luego de la organización para la mudanza del grupo en una de las propiedades de Xiuying.

—Hijo —revolotee el café servido, grabando aún sin buscarlo, el sonido de la cuchara mezclando la bebida—, ¿puedes mirarme?

Sonreí con poca amabilidad al momento de detener mi análisis sobre posibles ayudas para Jina y miré a la mujer de cabellos oscuros y facciones más duras que las de mi padre, junto a la piel más tostada que la blanquecina acostumbrada.

—Ya lo hice. —Volví la mirada al café haciendo notar mi indiferencia, y no era intencional. Es que ya me había preparado para algún ataque sorpresivo de mi padre por la espalda como la última vez.

—Hijo... —suspiró, pareciendo preocupada y apreté los labios cuando, en la esquina de la mesa, noté los papeles de la denuncia a mi nombre y al de Sunwoo—. ¿Por qué lo haz hecho?

—¿El qué? —me mofé, sintiendo la comisura de mis labios elevarse—. ¿Denunciarlo, lo preguntas en serio?

—Seong-su, sabes que eso no...

—Mató a tu hijo, a mi hermano. Me maltrató, y quién sabe qué tantas cosas le hizo a Sunwoo durante el tiempo que no estuve para engañarlo. ¿Sabes lo que es verlo y notar que ni él mismo difiere su realidad? —No podía negar que sentía asco de la confusión en su rostro, como si nunca lo hubiese notado—. Te preguntaré una cosa, señora-

—"Mamá", Seong-su, soy tu madre.

Negué—. Chéng lí —declaré, ignorando la mueca en su rostro—, ¿por qué no lo denunciaste nunca? Y no hablo de hace años, me refiero a ahora. ¿Sabes que tienes las de ganar? Hay pruebas, registros, ¡por Dios, tienes de todo en contra de ese hombre y-!

—¡Escúchame, Jeon Seong-su, no permitiré que blasfemes de ese modo a tu padre! —me señaló, furiosa, y puedo decir que es la primera vez que me dejó con las palabras en la boca, aunque, también, no es cómo que yo haya hablado nunca con ella—. No lo he denunciado porque no ha habido razones, y si esperas que te acompañe a ti y a ese bastardo con sus niñerías, están equivocados.

Sentí el aire huir de mis pulmones.

"Bastardo", ¿era eso lo que pensaba?

—¿Le haz dicho?

Ella inhaló hondo, sin retractarse, y tomó asiento nuevamente sobre el sillón de la sala. Ni siquiera yo había notado cuando se había alzado con el cuchillo de la mantequilla en mano, señalándome. Aún así, no evite sentirme extraño.

Como si de pronto toda sensación de oportunidad hacia ella se hubiera disipado. Nos quedamos en silencio un rato.

—Esa amiga tuya —murmuró—. Quiero que no te juntes más con ella. —No exprese más allá de la confusión, y ella aclaró—. Es lesbiana, lo han dicho los medios, ¿es que no los has visto?

—Los he visto, pero, ¿qué hay de malo?

—Ha asesinado a una mujer, por "amor". Enfermedad, diría yo. Es lo que esa gente produce.

Dejé la taza de mi café de lado.

¿Enfermedad?

—Es humana, y estoy totalmente seguro que no tuvo nada que ver en lo que la acusan. Además —miré a mis manos, sintiendo las uñas encajarse en las palmas a través de los puños cerrados con fuerza—, ¿qué ocurre con eso? Tú misma me ayudaste a... vestirme antes.

—Y no sabes el asco que me producía hacerlo. —No hubo titubeos, ni siquiera al mirarla, sonreía como si fuese lo mejor que haya dicho en años. Yo sí que sentí asco—. Lo creí un juego de tu cabeza infante, bobo. Fue un alivio que tu padre te quitará la idea desde mucho antes, no imagino golpearte. Después de todo, yo debo ser la buena.

La buena. Me reí con fuerza, sin evitarlo, mis ojos picaron.

—¿Qué es esto, el policía bueno y el malo? —solté en mi natal chino, sintiendo cada palabra desgarrarme el pecho—. ¿Qué mierda de padres son?

La severidad en sus ojos me dio a entender que a ella no le hizo gracia mi vocabulario. Nunca lo hizo.

—¿Estás drogado? —susurró, chasqueando los dedos, y seguí riendo sin importar que me mandara a callar. Esto dolía—. Somos su mejor opción de padres, no como los de tu amiga, esa descarrilada...

—Sunwoo... él... —hipé entre risas. Joder, no entendía el porqué de mis risas.

—Él no es mi hijo. Nunca lo fue. Ahora será mejor que te calles antes de que me tome lo que estás haciendo como una ofensa, maleducado.

—Yo... yo no... No puedo evitarlo —cerré los ojos, comenzando a sentir el ardor en la garganta y esa sensación caliente sobre las mejillas—. Es que... Son una mierda...

—No estoy jugando, Seong-su —indicó incómoda—. Para... —Yo seguí riendo, con más fuerza mientras el dolor de cabeza se producía. Tenía que irme o comenzaría a llorar. La palma de mi madre sobre la mejilla logró silenciarme—. ¡He dicho que calles!

Una risa leve escapó de mis labios, junto a un sollozo. Sorbí, antes de enfocar los ojos furiosos de mi madre, la mejilla me ardía.

¿Recuerdan cuando dije no sentir afecto alguno por ella? Bueno, lo he confirmado.

Me alcé, y rasqué mi cuello antes de reverenciar para despedirme, yendo a abrir la puerta dispuesto a marcharme, pero antes...

—Apelaré por la custodia de Li Yie; veo que no está a salvo ni contigo —murmuré, sin escuchar respuesta, e inhale hondo—. Soy bisexual, y- y no sabes cuánto amo al chico a mi lado, mamá —sentí mi voz quebrarse, no sólo por su tono. Lo sentí ir dentro—. Creo que nos veremos en juicio.

No hice más que agradecer el momento en que llegué a casa. A mi departamento. Y Dan me recibió desde el suelo acariciando a Kora y a Addae.

Él pronto fue a mi encuentro, y me permití llorar lo que antes no pude.

¿He dicho antes que la vida es una mierda? Porque lo es, siempre y cuando, Dan no esté a mi lado.

𝒥ℯℴ𝓃 𝒮ℯℴ𝓃ℊ-𝓈𝓊
⒋⒈
"母亲: Mamá"

;w; -c va a llorar-

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