Capítulo Final "Star King Kirito, Star Queen Asuna" Parte 2


Es inevitable... la vida... es diferente para todos... Los escenarios... cambian de acuerdo a las decisiones que tomamos... el bien y el mal siempre permanecerán de la mano... y la única forma de controlarlo, es aprendiendo a distinguir cada uno, para luego de diferenciarlos... aceptarlos... con sus beneficios... y sus encrucijadas, sus problemas... sus convalecencias; Para finalmente entender que ambos están dentro de nosotros... de todos... constituyendo el poder, el amor, la fuerza... la agonía... la furia y la ira... todos sentimientos incalculables en valor y en decisión.

El valor y la decisión necesarios para escoger el camino a seguir...

A través de los años he logrado comprenderlo, la vida no nos hace lo que somos... sino nosotros mismos a través de las decisiones que tomamos... guiados por los sentimientos que nos dominen. Eso te convierte en héroe o en villano... en mortal o inmortal... en dios o humano... en rey... o plebeyo... pero más allá de razas y estatus... te da la verdadera esencia... el amor que nace y crece para brindarte a los demás.

Y es entonces que te das cuenta que no puedes encontrar esa esencia solo... porque el amor fluye, si amas te amarán, si amas... puede que no te amen... pero aún así... si amas te entregas... si amas no elogias, reconoces... y si amas... das... todo lo que eres y todo lo que puedes y hasta lo que no sabes que tenías.

Comprender eso... es lo que me llevó aquel día... a decir sí... acepto.

Aunque para llegar a ella, haya tenido que pasar por tanto... lo repetiría... una y otra vez... las que fuera necesario con tal de poder permanecer a su lado.

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Capítulo Final "Star King Kirito, Star Queen Asuna" Parte 2

Un tanto más lejos del lugar... la castaña domadora de bestias, abría los ojos en sesiones de parpadeos, se sujetó la cabeza por el dolor causado recientemente y tras ubicarse donde se encontraba, miró en todas direcciones buscando a Pyrios y a...

¿Qué estaba pasando a lo lejos?... ¿Por qué estaban todos agachados?... ¿Qué estaban mirando?...

Se levantó despacio, se sacudió y empezó a caminar... cada vez más lentamente al buscar la figura de su amado entre todos los presentes que lograba distinguir... pero sin éxito... no estaba... ¿Dónde estaba?...

Tras acercarse lo suficiente pudo hacer realidad sus premisas desventuradas... se quedó quieta por varios segundos al contemplarlo, aún aferrado al pecho de la Yuuki por los brazos de la misma, la debilidad que lo había consumido se notaba presente en su rostro cansado y pálido, mientras la sangre que había escapado de su cuerpo le explicaba el modo de operar de lo que había ocurrido. Los ojos se le inundaron al instante, nublando tanto su vista como su razón, pensando en el recuerdo de la última vez que estuvo junto a él antes de que regresara a la batalla. Podía escuchar incluso su voz lamentándose.

-Debemos terminar con esto... -le dijo al levantar la mirada hacia él, al verlo asomarse.

-No... es... es cuestión de que hablemos, por favor... entremos. –le brindó la mano, mientras la miraba preocupado.

-¿La amas?... –le preguntó directa, sin tomar la mano que estaba frente a ella y parándose derecha, para luego terminar de limpiarse las lágrimas. Mientras una leve mueca de sonrisa se iba dibujando en su rostro, al ver la reacción que provocó en él su pregunta. Los bellos ojos grises que tanto le gustaban la miraban con una expresión de culpabilidad y sorpresa, mientras los labios que tantas veces había besado en busca de su calidez, yacían separados y temblorosos. -¿Lo ves?... No puedes siquiera negarlo... -lo pasó de largo, entrando de vuelta a la habitación y cerrándole la puerta de azote tras él.

Una vez adentro, las fuerzas que había recolectado para enfrentarlo se disiparon como humo y recargándose sobre la puerta se deslizó hacia el suelo entre sollozos.

Mismos que ahora la dominaban, no podía casi ni respirar por el inmenso dolor que sentía, sin embargo... aunque él ya no estuviera ahí... su rostro denotaba una paz increíble, después de todo, había fallecido en los brazos de su amada.

Había llegado a arrodillarse a su lado, sin poder creer realmente lo que tenía enfrente, el cuerpo inerte y pálido de su amado. Trataba de controlar todo el llanto que quería brotar a borbotones hasta que ya no pudo más y terminó por echarse a llorar sobre el pecho del Kirigaya.

-¡Nooooo! ¡Kazuki-saaan! ¡Aghhhhhh!

-Silica-chan... -sintió la estocada de dolor en el pecho la joven de cabellos castaños claros.

-No... ¡No me digas nadaaa! ¡Todo esto es tu culpa! –le gritó sin mirarla, aún con la frente apoyada contra el pecho de Kazuki. Lo que abrió sorprendidos los ojos de Asuna.

-Por favor Silica-chan... sé que todo esto es muy duro pero... -llega a tomarla por los hombros Leafa.

-¡No! ¡¿Qué acaso no lo ven?! –aprieta fuerte los puños. -¡¿Es que ustedes nunca lo comprendieron?! -¡Kazuki-san no era una simple copia de Kirito-san! ¡Kazuki-san era Kazuki-san!

-Eso lo sabemos Silica-chan.... –le respondió la ex vice comandante. – Y créeme cuando te digo que esto me duele tanto como a ti... -le responde con las mejillas derramadas en lágrimas. –Pero fue su decisión... ¡Kazuki-kun hizo esto para ayudarnos a todos! ¡Yo jamás hubiera querido que algo así ocurriera! ¡Yo sabía quién era él! ¡Yo lo conocía! ¡Yo lo comprendía! –le gritó con los párpados apuñados. –Y precisamente por eso lo entiendo...

-¿Asuna-san?... –la mira incrédula de sus palabras. La domadora sabía del vínculo especial que los unió, pero jamás pensó que de parte de ella aún pudiera aflorar algún sentimiento hacia él, se había dedicado a cegarse dentro de su propia soledad y sus celos, que había olvidado la verdadera esencia de su amiga y puede que incluso la de su amado.

-Tranquila Keiko... -Kirito le puso la mano en la cabeza, de aquel modo tan familiar... y llamándola de aquella forma... que volteó a verlo enseguida sin comprender, sorprendida e intrigada a la vez, sus ojos temblaban sosteniéndole la mirada. –Todo estará bien... -le dijo finalmente sonando esta vez como lo usual.

Tal vez... porque se trata de su hermano gemelo... no pudo evitar confundir aquella sensación y recordarlo a él por medio del toque de su mano.

-Lo lamento mucho... -bajo la cabeza frente a Asuna, mientras Pina se colocaba sobre esta. Asuna estiró el brazo hasta posar su mano sobre la de Silica y sincera le sonrió aún con la faz irritada por el llanto.

-Tal vez... lo mejor sea deshacernos de todo esto de una buena vez... para poder... darle una despedida como se merece. –Se acerca tras Kirito, el rey Arthur.

-¿Deshacernos de todo?... –pregunta intrigado Klein.

-¿Qué quieres decir? –Sigue la línea Liz.

Ambas preguntas por las que Kirito y los demás esperan respuesta.

-Ellos se refieren al ritual... -la voz femenina los sorprendió, encontrando a su dueña a unos cuantos metros de ellos.

-Cardinal... pensé que te habíamos perdido... desde el ataque de Vector al castillo ya no te vimos más... -la mira incrédulo Merlín.

-Es mi deber como servidor velar por todo lo que ocurre dentro de él.

-Eso quiere decir que tuviste que huir para proteger tu vida... -se cruza de brazos Sinon. Al escucharla una gota se posó en la nuca del espadachín negro, quien prosiguió.

-¿Qué es lo que debemos hacer a partir de ahora?

-El ritual de invocación del poder del Star King. –respondió natural y seca.

-¿Star King?... –ladeó la cabeza sin comprender el padre de las gemelas, mismas que habían corrido hasta él para abrazarlo, luego de ser liberadas por Merlín tras la aparición de Cardinal.

-El poder del Star King... es lo que hemos buscado desde el principio... -inició la explicación Arthur. –Se supo que el poder de una espada santa que se enterrara en una roca podría configurar el mundo de una manera que destruiría esta realidad... regresando el mundo a la normalidad... digamos que el Star King es el administrador por excelencia.

-Eso tiene sentido... pensar que al encontrar la Excalibur... adquirían el poder... por eso es que la han buscado durante todo este tiempo... -comprende Leafa.

-Pero la espada Excalibur no resultó ser lo que nosotros pensábamos... el filo de la espada compone un alma... jamás podría sacrificarse para realizar el ritual... por lo menos yo no lo haría... -baja la cabeza el rey.

-Pero ahora que la espada ha desaparecido... ¿Cómo se supone que lo haremos? –pregunta comprendiendo Asuna.

-Caliburn... -responde rápido a la pregunta Arthur.

-Es verdad... cómo no lo pensamos antes... La espada Caliburn, está enterrada en una roca. –Lo mira esperanzado Kirito.

-Exactamente... -esa voz... todos voltearon hacia atrás, el otro cuerpo que había quedado tendido en el piso tras ser atravesado por la Arondight, aún respiraba... y había hablado.

-Mortred... -abrió grandes los ojos Asuna, asustada.

-No... cariño... -se sentó de golpe entonces, con lo que se hizo notar que su herida estaba cerrada.

-No puede ser... -saca su espada despacio el Kirito, mientras los demás se ponen en guardia de igual forma. Sin embargo, los ojos grises lo miran furioso, de solo pensar que el sacrificio de su hermano hubiera sido en vano. -¡¿Qué demonios?!

-No... exactamente un demonio... -se puso de pie. –Un dios...

-¿Cómo?... –los labios de Sinon temblaron al verlo.

-Tienen mucha razón al preguntarse el por qué... cuando la orden dada a la Arondight es inminente...

-La... espada... obedecerá... a quien la empuñe... la espada santa de Lancerot... Arondight... -habla Merlín tratando de explicar la escena.

-Por favor... Arondight... encierra su alma maldita dentro de ti... y la mía... traspásala a su verdadero dueño... -dio las últimas ordenes el Star Knight.

-El joven Kazuki no tuvo en cuenta que dentro de este cuerpo habitaban dos almas... -se tocó el pecho Vector.

-No puede ser... -tiemblan los ojos de Kirito.

-Eso quiere decir... -comprende entonces Asuna.

-Que quien está encerrado en la espada... es Mortred... -baja la mirada apabullado el espadachín estelar.

-Exactamente... -les sonrió macabro y tras esto, una enorme descarga de energía los impactó de frente a todos, haciéndolos volar hacia atrás, arrojándolos como proyectiles contra el suelo.

En pleno segundo el padre de las gemelas pensó en pedirles activaran la zona restringida pero al reflexionar en la condición de su pequeña Yuuki, no pudo más que abrazarlas con fuerza contra él, y dejarse caer de espaldas, recibiendo el impacto por completo.

La nube de polvo que se levantó apenas y los dejaba divisar la figura que había llegado a pararse a unos cuantos metros de ellos.

-El Star King... el administrador absoluto del sistema... el origen y fin de todo poder dentro del mundo... finalmente se ha develado... un poder tan glorioso no puede ser utilizado por un simple mortal... -la voz de Vector resonaba en todas direcciones, aturdiéndolos.

-Jamás... Jamás permitiremos que un poder como tal sea dominado por alguien más... menos alguien como ustedes... -se pone en temblores de pie el rey Arthur.

-Es verdad... Arthur-san es el rey que ha estado guiando al pueblo en medio de todo este caos... -los ojos de Leafa lo han atrapado en sus pupilas al estar más cerca que nadie de él.

-No Leafa-san... no te confundas... -volteó a verla sobre el hombro, el polvo había bajado lo suficiente para que todos los presentes se distingan. –No niego que no hay nada en este mundo... que me gustaría más que darle su merecido a este maldito... y aunque en este mundo yo sea un rey... no soy más que un simple mortal... y es entonces cuando entiendo mis limitaciones... yo no puedo pelear por el título del Star King... porque jamás podría ganar... -aprieta fuerte los puños y los párpados.

-Sólo haces el ridículo al aceptar tu mediocridad... -se cruza de brazos Vector. –Si el rey que los representaba se echa para atrás... ¿significa que están rindiéndose?... –arquea la ceja izquierda.

-¡Por supuesto que no! Y es precisamente el trabajo de un rey conocer perfectamente al equipo con el que cuenta... todos estos peleadores... los caballeros de la estirpe más gloriosa que haya existido... el honor más grande que se me haya brindado, fue precisamente poder ser yo quien les sirviera de guía para este momento... porque aunque se reclame un título de rey... todos sabemos que es mucho más que eso lo que está en juego... y esto no es trabajo para una simple persona... -voltea despacio hacia atrás, para finalmente encontrar su mirada azul, con la gris del espadachín negro, quien abrazado de sus hijas, abre sorprendido los ojos, para luego entrecerrarlos.

-Jajajajajaja, no puede ser... ¿Otra vez?... ¿El destino del mundo a manos de ese maldito cabro? –se toca la frente con el pulpejo de los dos primeros dedos, el dios oscuro.

-Porque este no es trabajo para solo un hombre... es el trabajo de un dios... -termina su discurso el rubio, a lo que Kirito sonríe por lo bajo.

-No hay una descripción de mí más alejada de eso Arthur... -se levanta, pero las niñas no lo sueltan, agarradas cada una de sus piernas. –No sé si podré lograrlo... -habla franco... mucho más de lo que esperarían. Se había enfrentado tantas veces al poder de Vector y en todas las ocasiones había perdido que la duda lo embargó por unos instantes.

-¡No digas tonterías! ¡Sólo confía en ti mismo! –se escuchó el grito de reclamo de Klein desde más atrás.

-¡Tú eres el espadachín negro Kirito-san! –lo siguió Silica.

-¡Vamos Kirito! ¡No es momento de dudar de tu propia fuerza! –lo animó Liz

-¡Debes creer en ti mismo y en todo lo que tienes de tu lado! –lo apoyó también Sinon.

-¡Onii-chan nunca te des por vencido sin haberlo intentado! –las palabras de todos sus amigos le hicieron apretar los puños, sabía todo lo que ellos confiaban en él y la situación le traía mucha remembranza a aquel momento en Sword Art Online... él contra el administrador... si ganaba todos serían liberados... era igual... era lo mismo...

-Nosotras siempre estaremos contigo... -cuando lo notó Asuna y Yui habían llegado junto a él.

-Asuna...

-Eres el príncipe de Overworld... un rey que nunca llegó a ser coronado... pero más allá de eso... eres mi Kirito-kun... mi héroe... -tomó su mano y entrelazó sus dedos con los suyos. –Yo siempre voy a estar contigo... nosotras... siempre vamos a estar contigo...

-De acuerdo... -le sonrió dulce, para luego soltarla y tras ser soltado por las niñas dar un paso al frente.

-Tú puedes papá... -casi susurró Yui.

-Así que al fin te has decidido... estaba empezando a aburrirme... auuooo... -bostezó el dios oscuro.

-Cuando quieras... -asintió hacia Arthur, el espadachín negro. El rey invocó desde su inventario la espada Caliburn, que había resultado la entrada hacia la batalla decisiva, el ritual del Star King.

-La persona que gane el reto se convertirá en el Star King... -menciona la única regla del mismo y con esto, ambos contrincantes se miraron, para luego colocar la mano sobre la espada clavada en la roca.

Al hacerlo, la sensación de muerte inminente lo envolvió haciéndolo tambalear con la dificultad para respirar evidente.

-¡Kirito-kuun! –se espantó la Yuuki.

-¡No! ¡No lo toques! ¡Si haces eso, tú también quedarás atrapada en aquel mundo! –le advirtió Cardinal, haciendo comprender a todos que el ritual del Star King no se estaba llevando a cabo justo frente a ellos.

-¿Qué está sucediendo?... –miró extrañada Sinon hacia Kirito, al comprobar que no se movía, él y Vector en el cuerpo de Mortred habían quedado estáticos tras tocar la espada Caliburn.

-Mamá lo que dice Cardinal-san es verdad... Papá y Vector han sido transportados a otra parte del servidor... pero por más que la busco no puedo accesar a él. –explica preocupada Yui.

-¿Dónde?... ¡¿Dónde están?! ¡Yo no puedo dejar solo a Kirito-kun en esto! –explicó con aires de reclamación hacia Cardinal, la joven madre.

-Están... donde deban estar... -respondió sin más.

-¿Qué quieres decir con eso?... –la miró inexplicada.

Mientras tanto, los pasos que daba se escuchaban, dándole a entender que caminaba sobre un piso firme en alguna especie de construcción, guiado solamente por su intuición y el sonido de sus pasos. No podía ver ni sus propias manos ante él, debido a la oscuridad que lo rodeaba prácticamente en cada ángulo y dirección.

-¿Dónde estoy?... –a pesar de no distinguir nada, su sentido del tacto estaba demasiado despierto, desde que abrió los ojos en aquella oscuridad, el ambiente gélido había ido incrementándose, sentía como su cuerpo tiritaba y se estremecía de frío, lo mismo que le ocurría a su cuerpo afuera, que agarrado del mango de la Caliburn había empezado a temblar, mientras las gotas de sudor se deslizaban desde su frente.

Asuna no podía dejar de verlo y sentir la necesidad inexorable de ir a ayudarlo, aún más cuando su mirada se dirigió hacia Vector, notándolo tranquilo, como en el mismo momento que tomó el mango de la espada en la piedra.

-Esto no me gusta nada... ¿Por qué a Vector no le afecta en lo más mínimo?...

-Puede que sea por su condición de dios... -analiza Merlín.

-¿Por su condición de dios?... –no puede evitar bajar la mirada hacia sus propias manos, para luego apretarlas en puños. –Iré... ¡Me voy ahora mismo!

-¡¿Pero qué estás diciendo?! ¡Ya es suficiente con tener a Kirito perdido! ¡Lo que debemos hacer es esperar por él! –trata de persuadirla Klein, quien tras escuchar sus propias palabras, baja la cabeza. –Me escuché como un verdadero idiota... Pero Asuna-san... -la mira sumamente intranquilo de dejarla ir, sintiéndose responsable de cuidar a las personas de ese lado.

-No te preocupes Klein-san... y Gracias por todo... por favor... cuida de ellas... -antepone a las gemelas frente a ella.

-Con mi vida... -se agacha y las abraza contra su pecho.

-Tranquila, todos estaremos bien de este lado... -la anima Liz. –Ve por Kirito... -la abraza su amiga, a lo que la joven de largos cabellos claros corresponde.

-Volveremos pronto... -les sonríe y luego se voltea. -¡Yui-chan!

-¡Sí mamá! –adoptando su forma de pixie, vuela tras ella hasta llegar a posarse sobre su hombro.

-Solus... Terraria... -les habla antes del último paso antes de tocar a Kirito, todos los presentes escuchan sus palabras sin comprender, sin embargo las mencionadas, sintieron una punzada en el pecho tras escuchar aquellos nombres, que la miraron intrigadas, para luego voltear a verse entre ellas.

Asuna llegó finalmente a pararse tras su amado, al que rodeó con un abrazo por la espalda, quedando casi al mismo instante de hacerlo en forma estática como él.

Al instante se sintió cual cayera en la profundidad de un abismo, mientras una inmensa tristeza la envolvió, tanto que las lágrimas se derramaron de sus ojos aún cerrados mientras caía sin rumbo.

-¿Qué es esto?... ¿Qué es este dolor?... –abrió finalmente los ojos, viendo la implacable oscuridad por la que caía sin fin.

-Mamá... todo esto... todo el ambiente... se siente como papá... -le respondió entonces la pequeña, que había viajado junto a ella.

-¿Yui-chan?... ¿Qué quieres decir con eso?... ¿Kirito-kun está sintiendo todo este dolor?... –se llevó las manos al pecho preocupada.

-No lo sé exactamente... pero es lo que puedo sentir... mi análisis de datos no anda muy bien.

-Kirito-kun... -cierra nuevamente los ojos.

-Asuna... debes recuperarlo... -escucha entonces su propia voz, por lo que abre grandes los ojos al notar lo que tiene en frente.

-Stacia... -tiembla su mirada ante la diosa que se ha manifestado ante ella, cayendo en su mismo rumbo y posición. Por lo que estira su brazo hacia ella, tratando de tocarla y cual se tratara de un espejo la diosa hace lo mismo, logrando encontrarse palma con palma una a la otra. Al hacerlo, la ropa de Asuna empezó a brillar, transparentándose para luego convertirse en una vestimenta de combate, tras lograr finalmente la unión perfecta entre la diosa y la guerrera, dándole nacimiento a la cuenta de la diosa guerrera de la vida y la creación Asuna-Stacia. Un vestido blanco con encajes y listones rojos a los extremos, cinturón y protector de pecho blanco, medias largas hasta arriba de la rodilla y guantes del mismo estilo y color, acompañado el atuendo con su arma legendaria, el estoque Radiant Light.

Con lo que finalmente pudo dejar de caer a la deriva y centrarse.

-Kirito-kun... aunque sabes que siempre estoy contigo... nunca he podido estarlo en el momento en que realmente me necesitas... no sólo como un apoyo... sino ahí... junto a ti... esta vez será diferente...

-Mamá... ahora puedo verlo con claridad... papá no está lejos de aquí –vuela agitando sus alas rápidamente frente a ella.

-¡Vamos! –le sonrió decidida. –Kirito-kun... no estás solo...

Un recuerdo en particular acudió entonces a su mente, provocándole una sonrisa tierna al mismo tiempo que sufría al pensar que no pudiera alcanzarlo con todos aquellos sentimientos hasta encontrarlo en medio de fúnebre oscuridad que él mismo había creado.

Las luces de la casa habían sido apagadas horas atrás, la madrugada entraba con toda su frialdad, desplazándose infinita sobre los habitantes de toda la ciudad, incluida ella que reposaba sobre la cama que desde hace unos meses acotada como suya, en la habitación también suya... más bien de ambos, de ella y de su amado, quienes habían sido acogidos por los padres de este, tras enterarse que los errores de la juventud los habían alcanzado e iban a convertirlos en abuelos precozmente.

A pesar que la tenue luz que aún se mantenía encendida dentro de su habitación, no representaba un distractor de sueño lo suficientemente poderoso, el movimiento de sus hijas dentro de su vientre lo completó. Llevándola a abrir los ojos en sesiones de parpadeos perezosos, mientras trataba de enfocar la mirada, localizándose a sí misma arropada y a la persona que se supone debía estar a su lado en esos momentos, sentado frente a las pantallas del computador.

Tecleaba de manera frenética y sumamente concentrado, con el rostro muy cerca de los monitores cual no quisiera perder el mínimo detalle. Así como se veía de apurado se notaba de cansado, las ojeras ya eran muy difícil disimulables.

Su novia lo observaba preguntándose a sí misma si debía intervenir, pero al verlo tan entregado a lo que sea que estuviera haciendo, sólo se tapó el rostro con las sábanas hasta la nariz, sin quitarle la vista de encima. Hasta el momento en que el joven de cabellos oscuros se echó hacia atrás en el respaldo de la silla y levantando los brazos hacia arriba para estirarse, movió la cabeza de un lado a otro.

-Deberías descansar un momento... -se atrevió a decir finalmente, descolocándolo, haciéndole perder el equilibrio sobre la silla de rodos y casi irse de espaldas.

-Asuna... me asustaste. Perdón por despertarte... enseguida apago esto, -le sonrió, aún y cuando su mirada se notaba demasiado extenuada.

-No... no te preocupes, es más, déjame ayudarte. –se descobijó. –Por favor déjame hacerlo, no me gusta para nada verte así...

-Tranquila, no es nada. –Es lo que debo hacer...

-¿Estás seguro? –Por favor... no te hagas el fuerte frente a mí... confía en mí...

-Sí, tranquila-es lo que yo escogí...

-¿Qué fue eso?... –se preguntó una vez regresó a la realidad, ¿acaso aquel recuerdo no había sido solamente suyo?...

El crujir del hielo llamó entonces su atención, sin darse cuenta lo había alcanzado. Sus ojos se abrieron grandes y preocupados en el instante, tendido a unos cuantos pasos de ella, el espadachín blanco... el mismo que hace años se había cruzado en un encuentro triste y abrumador para ella.

-¿Kirito-kun?...

Los párpados de largas pestañas oscuras que yacían cerrados por la escarcha, se abrieron al escucharla, delatando los ojos dorados que lo caracterizaban en esa forma.

-...Asuna

Continuará...

SAO, WHITE BUTTERFLY, Capítulo Final "Star King Kirito, Star Queen Asuna" Parte 3


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