Capítulo 9 "Recuerdos y poder"
Yuuki nos había puesto al tanto del próximo movimiento de Sugou... un baile de máscaras por las empresas patrocinadoras en la parte superior del edificio.
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Capítulo 9 "Recuerdos y Poder"
La miré... por un largo rato... no podía moverme... y sentía que el cuerpo entero me temblaba, como si nada que yo hiciera o dijera para mantenerme tranquilo fuera a dar algún fruto, comparado con lo que estaba sintiendo. De un momento a otro la mandíbula se me tensó y mis dientes se apretaron con fuerza, mientras trataba de soportar el sentir como mi pecho y abdomen parecían retorcerse y paralizarse al mismo tiempo.
Lagrimas...
No había tiempo para eso... ¡No lo había!
Tras respirar agitado por algunos segundos de estática, logró dar el primer paso, junto al mismo sus pupilas se dilataron emocionadas, de la sola idea de que de seguir haciendo un movimiento como ese pronto... muy pronto podría llegar hasta ella.
-Tranquilízate... -escuchó entonces la voz de su amigo pelirojo a su lado. Él tenía razón... de seguir actuando de esa manera, sería descubierto al instante y no podía permitírselo y menos ahora que la había visto... estaba seguro de que se trataba de ella... aún tras ese antifaz plata. –Sí que te gusta ese color... -pensó sonriente al recordar que la bandida carmesí usa uno muy parecido.
-Gracias... -le respondió simplemente. A lo que Ryoutaro sonrió por lo bajo, para luego alargar la curvatura de su sonrisa. -¿Qué piensas? –Lo miró preocupado el pelinegro.
-Te daré una mano... -entonces reverenciando a Liz gritó al aire. -¡Cambio de parejas!
Los hombres en el salón, tomaban la mano de la dama siguiente según el orden de las parejas que encontraban en su camino, hasta que al ver que Kazuto llegó a su destino, volvió a gritar. -¡Alto!
Asuna se había quedado con la mano extendida hacia él, quien al verla de cerca, apenas y podía creerlo, sentía que la voz se le entrecortaría si hablaba.
-Se supone que ahora debe tomar mi mano... -le dijo algo molesta por la descortesía.
-Di... ¡Discúlpeme! –la reverenció rápidamente y tomándole la mano no pudo evitar sonreír desde lo profundo del corazón. Era su voz... aunque era cierto lo que dijo Yuuki, a pesar de ser ella... físicamente, su esposa no estaba ahí... debía estar consciente de eso. La dama en aquel vestido salmón no lo reconocería.
-No hay problema... -lo miró de reojo, encontrándose con aquellos ojos grises que le provocaron un salto al corazón al instante. No pudo evitar compararlos con los del espadachín negro que tanto detestaba.
Detestar... no era un verbo que se pudiera aplicar a la actual situación... después de todo... Sugou-san había cambiado ante mí... querer deshacerse de esa manera de Yuuki-chan... y yo lo apoyé para robarle a su hija a Kirito-kun... Kirito-kun... ¿Quién eres realmente?...
-¡Kirito-kun! –abrió grandes los ojos entonces. Lo que provocó la misma reacción en él.
-¿Qué dijiste? –preguntó demasiado interesado.
-¿Cómo no me di cuenta antes?... Kirigaya Kazuto... -lo relaciona inmediatamente con las fotografías del que creía su amante. -¿Qué estás haciendo aquí? –lo mira reprochante.
-¿Me reconoces?... ¿Asuna? –preguntó entre jadeos de emoción, pero no recibió más que una mirada de desaprobación y negación con la cabeza.
Al ver su reacción le sonrió.
-Lo sé... -se aventura a decir entonces. –Yuuki me ha contado todo...
-¿Yuuki-chan?... –mira hacia los lados para cerciorase que nadie los escucha. -¿La has visto?... –pregunta preocupada.
-Está a salvo... -le responde calmo, al contrario de la música que se intensificó en rapidez, por lo que aún en contra de sus propios deseos, la peliroja le siguió la corriente y siguió bailando con él en busca de información.
-¿Por qué quieres a la hija de Sugou-san?... –lo miró hasta con cierta rabia, como si él no se diera cuenta que sus actos empeoran las cosas.
-¿La hija de Sugou? ... -bajó la mirada molesto. –Entonces tú también lo crees así...
-No lo creo... lo sé... -le responde seria.
-Lo sabes... -sonríe con cierta burla en los labios y amargura en el rostro. No dijo más nada... era demasiado doloroso para él tener una conversación así con la mujer que más amaba en el mundo, que creía había perdido para siempre y sin embargo la encontró en medio de la más sucia de las trampas. Tenía que recuperarla... eso lo entendía su razón, pero su corazón apenas y podía con todo.
La pieza continuó y ninguno de los dos hizo más interacción con sus labios, o tal vez... se volvió innecesario... sus miradas se reconocían y sus cuerpos se atraían en cada estribillo.
Sabía quién era... sabía de quien se trataba... pero por nada del mundo deseaba que aquella pieza terminara. Las parejas se habían decidido y había terminado en los brazos de aquel caballero de mecedores cabellos negros y penetrante mirada gris, que la absorbía de todo el odio y resentimiento que sentía al verlo a los ojos a través del antifaz negro.
Caminar en un sueño... flotar en una nube... eran muchos los símiles que podía utilizar para describir aquella sensación. Paso, paso, detenerse. Paso, paso, pequeño salto. Paso, paso...
La tomó los la cintura aún más fuerte y la acercó a él. Como si el tiempo se hubiera detenido para los dos, las demás parejas seguían girando a su alrededor sin prestarles demasiada atención, a aquellos dos extraños que se habían parado a mitad de la pieza para mirarse. Los ojos grises miraban casi desesperados a los ambarinos, como si trataran de encontrar en la profundidad de ellos a la persona que ahora yacía entre sus brazos.
-No me mire de esa manera... es intimidante... -bajó la mirada la chica y con un movimiento de su mano se desprendió de su agarre y estaba por dejarlo, cuando él le dio una vuelta sobre sí misma para quedar enrollada con él.
-Discúlpeme... pero no puedo evitarlo... esto en verdad es muy bello –le dijo quedo al oído. Lo que pareció irritarla.
-¿El baile?... ¿Acaso está alardeando de buen bailarín?
-No... hablo de usted, no hay nada más bello que usted.
-Mentiroso –le respondió seria y se desenrolló para volver a quedar frente a él, quien la sujeto de nuevo de la cintura y le sonrió divertido.
-¿Ya no va a decirme nada más que realmente me importe?
-¿Quieres que te hable de Yuuki?.
-Aquí no es buen lugar para eso... -miró en todas direcciones discretamente y tomándolo de la mano lo haló tras ella. El joven volteó hacia su amigo, quien no le había quitado los ojos de encima a la pareja y asintió enterándose del movimiento.
Salieron del salón del baile y con su acostumbrado liderazgo le hizo señas para que esperara y caminara sigiloso, pasando por otra puerta, llegaron rápidamente a una habitación de olor agradable a lavanda, Kazuto reconoció rápido que se trataba del cuarto de baño.
-Aquí estaremos solos... -le informó la peliroja asegurando la puerta.
-¿Crees que es decente que estés metida aquí con un hombre? –le pregunta divertido.
Levantándose el vestido, amarrada a la pierna llevaba la funda de una pequeña daga que sacó y lo amenazó con ella.
-Deberías dejar de hacer eso... es peligroso... -sonrió feliz por el recuerdo que le produjo tal hecho.
-Así que esto tampoco te asusta... -la guardó. –Eres tan extraño... no sé como yo... -estaba a punto de revelar su sorpresa de saber que entre ellos hubo algo clandestino pero se abstuvo.
-¿Tú?... –la miró impasible.
-¿Por qué dices que Yuuki-chan está a salvo?... ¡¿Por qué la tienes tú?! –lo tomó por el cuello de la camisa y lo arrinconó contra la pared.
-... -trató de tomar un poco de aire para contestarle, pero por más espacio que hiciera no había otra manera de responder que con la verdad. –Porque es mi hija...
-¿Tu hija?... ¿Qué estás diciendo?... –lo soltó sin comprender.
-Es la hermana gemela de mi hija Hime... yo... -se siente hasta estúpido al decirlo. –Yo... todo esté tiempo pensé... que estaba muerta...
-¡¿Ah?!
-Fueron muchos los acontecimientos que tuvieron que pasar para que yo finalmente... me diera cuenta de todo... -le responde miserable.
-¿Entiendes lo que estás diciendo?... Eso... no puede ser... ¡Todo eso está mal!, ¡Es al revés!, ¡Es Sugou-san el que perdió a Hime! –le gritó desesperada por la contradicción, por lo que él la tomó por ambos antebrazos para que se tranquilizara y lo viera.
-¡Asuna! –la llamó directamente, a pesar de que ella no se reconocía como tal, sintió un vuelvo en el pecho cuando lo hizo. -¿Sabes que Hime y Yuuki son tus hijas? –la miró impávido.
-Lo sé... -se sintió débil de momento, por lo que él aflojó el agarre y la tomó por la cintura para luego ayudarla a caer de rodillas contra el suelo abrazada a él.
La respuesta lo hizo respirar profundo.
-Me enteré... hace poco... cuando encontré unas fotografías... de Asuna... la esposa de Sugou-san... -cerró los ojos a los cuales ya se le asomaban las lágrimas.
-Son tus hijas Asuna... tuyas... y mías... -la abrazó fuerte y tomando su cabeza con su mano, la juntó a su cuello para sentirla completa. Tan frágil y bella como la recordaba.
Al sentirse entre sus brazos, el sentimiento de bienestar y hogar la invadió, no quería soltarlo, por lo que se aferró a él. –Kirito-kun... -lo llamó finalmente.
-Tú... eres mi esposa Asuna... mía... no de ese maldito...
Al escucharlo se quedó estática, estaba feliz de escuchar eso... era como sí... escucharlo le diera esperanzas... ¿Cómo había podido causarle tanto daño a él?... a ese hombre hermoso que había hecho la locura de infiltrarse para llegar hasta ella... El amor de quien la habían separado y que a pesar de no recordar con certeza, las reacciones de su alma y su cuerpo se lo confirmaban. El espadachín negro tenía algo... que amaba.
-Ayúdame.... –le dijo con voz de sollozo al oído, por lo que él la separó por unos segundos para poder verla a los ojos. –No sé que me pasó... pero... por favor... sálvame...
-Eso no tienes ni que pedírmelo... estoy aquí para eso... -le respondió dulce mientras le limpiaba las lágrimas con el dedo. Mientras sus propios ojos se hacían agua y se rodaba hacia sus mejillas en un espasmo de su pecho que finalmente liberó el llanto que venía reteniendo desde el momento en que la vio de lejos. La acercó rápido hacia él y la abrazó con fuerza. Aún con la ausencia de su largo cabello que adoraba, podía sentirla entre sus brazos tan ella... que era suficiente para renovarle las fuerzas.
Me sentía tan sólo... tan vacío... desde hace tanto tiempo que la sensación de felicidad que me producía era hasta ardorosa, como si temiera que en cualquier minuto se desvaneciera, así como me había ocurrido infinidad de veces en mis sueños... Aunque había tratado con todo mi empeño de salir adelante por mi hija... de no dejarme vencer por el dolor... ella... mi amada... me tenía viviendo en un mundo de convalecencia con su ausencia, aunque tratara de actuar como si todo estuviera bien... me sentía despierto pero la mitad de mi ser seguía dormido... o quizás hasta muerto... haciéndome sentir incompleto.
-Estoy aquí... -abrió los ojos al escucharla y sentir como le posaba la mano en la mejilla, una actitud tan suya... aunque la mujer frente a él fuera su esposa y aunque no lo recordara... no tenía que decir más nada... sus actitudes se lo demostraban todo... se encontraba atrapada detrás de la barrera de los recuerdos olvidados pero el mismo corazón que latía con fuerza por él antes, aún lo hacía en ese momento.
La chica no podía separar sus ojos de él, aún tan confundida como se encontraba, sentía que podía confiar en él... sensación que aunque alguna vez sintió con Sugou... llegó a comprender que más que confianza... a aquella persona le temía... Y necesitaba ayuda... su ayuda... la presencia junto a ella del joven de cabellos negros y ojos grises que le habían ordenado odiar, pero que ahora al encontrarse entre sus brazos, no cambiaría la sensación por nada en el mundo.
Sentía como su corazón se aceleraba poco a poco más, mientras lo contemplaba, habiéndose abrazado desde hace ya varios minutos. Él al notarlo le sostuvo la mirada lo más que pudo hasta que el impulso de lo que tanto había deseado hacer lo hizo presa de su propio entusiasmo. Acercando sutilmente su rostro al de ella, atrapó sus labios entre los suyos de una manera firme y dulce al mismo tiempo, prácticamente robándole cualquier fuerza de resistencia ante su delicadeza. Como si se hubiera transformado en mermelada se sentía escurrir entre los labios del joven que profundizaba su beso hasta con adoración.
No podía evitar querer tocarlo, para sentirlo cada vez más cerca de ella. El abrazo que se había deshecho con la separación para verse, volvió a armase, esta vez con ella estrujando la tela de la espalda de la chaqueta negra entre sus dedos.
El sonido de la puerta abriéndose con rudeza y azotándose contra la pared, los separó al instante. Volteando a ver lo que había ocurrido, los ojos de Kazuto se abrieron grandes para entrecerrarse en el más profundo de los rencores.
-¡Sugoou! –se levantó inmediatamente, poniendo a Asuna tras de él, quien lo agarró del brazo.
-Así los quería encontrar, eres una perra... ¿Cómo pudiste hacerme esto después de todo lo que yo he hecho por ti?... ¿Asagi?...
-¡Basta! –no la dejó contestar el Kirigaya. –Ya sabemos todo lo que has estado haciendo... eres un maldito... desgraciado... loco... ¡Hijo de puta!
-¿Yo?... Perdona... Kirigaya-kun... pero no soy yo el que trata de robarse a las esposas de otros y secuestra niñas ajenas.
-¡No digas tonterías!, No sé cómo demonios lo hiciste pero... me las vas a pagar...
-¿Me estás amenazando?...
-Tómalo como quieras... ¡Pero esto se acabó! –metió la mano tras su chaqueta en su pantalón, para sacar una pistola y apuntarle con ella.
-Así que ahora tienes otro juguete... ¿Vas a matarme?, ¡Anda!, ¡Dispárame!
-Toda la gente de la división virtual de asuntos internos está aquí... en estos momentos ya deben haber desmantelado el laboratorio clandestino que tenía NervCo abajo... no tienes escapatoria Sugou...
-¿Y tú crees... que no se eso?...
-¿Eh? –se asustó Asuna.
-¿De qué estás hablando?... –preguntó el pelinegro.
-Es verdad... que un principio solo la quería a ella... -mira entonces hacia Asuna. –Hice todo lo posible por hacerte desaparecer Kirito-kun... pero me di cuenta... que no serviría de nada... siempre regresabas... siempre volvías de la muerte, ¡No sé cómo diablos sobreviviste a todo!... Así que pensé... que si tú no desaparecías... la que debía desaparecer entonces era Asuna... -le sonríe, lo que enfureció al Kirigaya, notándose en como frunció el seño ante las palabras de Sugou. Fue muy fácil... me la llevé mientras tú le llorabas a un ataúd cerrado... jaja...jajajaja... ¡Jajajajajajaja! ¡Es que eres realmente estúpido!
-¡Te mato!, ¡Te voy a matar maldito! –se separó de su amada para llegar rápido frente al Nobuyuki y tomarlo del cuello de la camisa para estrellarlo contra la pared. La diferencia de estaturas había prácticamente desaparecido, la fuerza del joven era abrumadora comparada al del hombre del parche, que no efectuaba mayor movimiento.
-La utilización del Memory Dump fue realmente la clave para todo... ya que el Black Butterfly vació la memoria de todo el sistema, incluida la misma memoria de Asuna... convirtiéndola en mi muñeca... no sabes como la disfruté... -se pasó la lengua sobre los dientes y el labio superior.
-¡Sugou! –volvió a golpearlo contra la pared, tratando de controlarse, quería acabarlo con sus propias manos en ese mismo instante, pero tenía que escuchar lo que tenía que decirle.
-Necesitaba seguir con las pruebas para el proyecto del hijo único... así que no había mejor opción servida en bandeja de plata, que un par de gemelas nacidas para mis propósitos.
-¡AAAAHHHHHHHH! –le pegó con la pistola derribándolo contra el suelo con una herida sangrante en la cabeza. –Entonces te llevaste a Yuuki... No se trataba de que en verdad la quisieras como hija... ¡Sólo la tomaste como uno más de tus experimentos! –se agachó sobre él y volvió a golpearlo, estaba descontrolándose. -¡¿Acaso no te dabas cuenta de cómo sufría?!, ¡Bastardo!
-Hasta que llegó a mí la noticia... que la implantación de los chips cerebrales había tenido éxito... la nueva realidad... no... ¡La realidad misma se virtualizaría! Y qué coincidencia... que una de los niños... que Black Lotus estuviera al alcance de mi mano...
Kazuto sólo lo miraba, deseoso que terminara de hablar para destrozarle la cara.
-Decidí que lo mejor era la aproximación... Si le inventaba una ridícula historia de mi trágico pasado a Bloody, ella sin duda cumpliría con todos mis caprichos... y qué mejor para hacerlo que darse cuenta de que ella misma es la madre de la niña... ¡Sin duda alguna haría lo que fuera por ella! Sabía que perdería a Yuuki... pero no importaba... ¡El sacrificio valía la pena si a cambio de eso podía tener en mis manos a Black Lotus!
Ante sus revelaciones los ojos de Asuna se llenaron de lágrimas y se tapó la boca. -¡¿Cómo pudiste?!
-Lo siento Asagi... pero no eres más que una mentira... bien planeada... -le sonrió sardónico.
-Tranquila... -volteó a verla Kazuto, tratando de transmitirle confianza le sonrió. Para luego regresar su fúrica mirada a Sugou. –Todo eso se terminó...
-¿Eso crees?...
-¡Kirito! –apareció de repente en la puerta Ryoutaro. -¡Es por aquí! –avisó y con eso, muchos hombres uniformados entraron en la sala de baño, capturando a Sugou.
-Esto apenas comienza Kirigaya-kun... no... quiero decir Kirito-kun... Its show time... -le dijo mientras era sacado a la fuerza, dejándolo con la intranquilidad en la piel.
-No te preocupes de lo que diga ese idiota... -le puso la mano en el hombro el pelirojo. –Avisaron que encontraron a Hime-chan.
-¡¿Dónde está?! –estaba apurado por ir por ella, cuando fue detenido por el brazo por su esposa.
-Kirito-kun...
-Tranquila... ya todo está bien –le tomo ambas manos entre las suyas. –Ahora... sólo iremos por Hime y regresaremos a casa... por fin... estaremos los cuatro reunidos.
-¿A... casa?... –aunque el término le pareciera de lo más agradable, no reconocería nada ni a nadie... lo que le preocupaba.
-Poco a poco... ya verás como todo te va resultando familiar... además... -la seriedad se apoderó de su expresión –Yo voy a encontrar el White Butterfly... y te regresaré tu memoria... te lo prometo...
Ante sus palabras le sonrió entre lágrimas.
-Sí.
Continuará...
SAO, WHITE BUTTERFLY, Capítulo 10 "Hogar"
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