Capítulo 6 "Ojo por ojo, hija por hija"


El White Butterfly... la fuente de memoria y poder infinito por el que todos los jugadores que hacen sus recorridos diarios dentro de las diferentes plataformas conectadas por la semilla, se habían reunido en Grand Theft Online... el juego parche de GGO, en busca de llevar a cabo el gran robo. Sin embargo... nuestras intenciones eran otras... si era verdad que White y Black Butterfly estaban relacionados... era muy posible que dentro de White se encontrara la memoria descargada del sistema de IHO por el Black Butterfly... y si llegaba a descargarse dentro de otra plataforma... el virus de la corrupción se liberaría de forma masiva a las redes.

Y eso... era algo siquiera inimaginable...

SWORD ART ONLINE

WHITE BUTTERFLY

Capítulo 6 "Ojo por ojo, hija por hija"

Podía... sentirlo... el dolor inmenso que embargaba el corazón de Sugou-san... pensar que su pequeña hija haya sido secuestrada en el momento de su nacimiento por un hombre maldito y desgraciado... Porque yo misma... he pasado por eso... aunque mi memoria continúa aún demasiado borrosa... el recuerdo de aquel momento me llega una y otra vez a la mente al despertar. Puede que como producto de la misma ansiedad que me provoca vivir en un mundo que ha tomado tanto de mí... ó más bien de mi yo del pasado... y que no sabe nada sino es a partir del momento en que desperté en los brazos de Sugou-san...

El recuerdo de haber dado a luz a un hijo y tenerlo por unos escasos momentos entre mis brazos, para luego perderme a mi misma en medio de la oscuridad.

Han pasado casi 4 años desde entonces... desde el día en que Sugou-san me recogió de un basurero a unas cuantas calles del Hospital central de Tokyo... Con una herida de una operación reciente en el vientre pero con los brazos vacíos... ¿Qué había pasado conmigo?... ¿Cómo había acabado en esa situación?... Estaba tan desolada y desesperada que me aferré a él como un perro a su amado amo.

Para esos días la esposa de Sugou-san lo había convertido en padre... sin embargo ella no logró resistir el parto y falleció, por lo que aún sobreponiéndose a la terrible pérdida que había sufrido, llevó a casa con él a la pequeña Yuuki-chan. Fue entonces... cuando me lo propuso...

-Asagi... sé que es demasiado pedir... pero ella... -hace referencia a la bebé de cabellos claros que llevaba en los brazos.

-No se preocupe... yo lo entiendo... -La toman entre sus brazos y le sonríe.

Tal vez... el destino lo quiso así... que yo también hubiera pasado por una situación parecida para que pudiera estar ahí junto a ella... y poder brindarle mucho más que mi compañía... La alimenté de mi pecho tal y como hubiera hecho con mi propio hijo. Si ella me necesitaba... si yo podía ayudarla... ¿Por qué habría de hacer lo contrario?...

La conexión entre ambas crecía día con día cada vez más y más, hasta el punto en que llegué a sentirla como mía, fantaseando con que sus cabellos eran del mismo color que los míos, aunque sus ojos... no se parecieran en lo absoluto a mí... o a Sugou-san... me parecían... del color gris perla más hermoso y atrayente que hubiera visto jamás. Me encantaba el color de los ojos de esa pequeña bebé, al verla su mirada me parecía tan profunda... como si dentro de aquel mar lejano que se formaba dentro de ella guardara miles de secretos que quisiera gritar, pero aguardara lenta y silenciosamente a que yo lo descubriera por mí misma.

Tal como una madre siente el dolor de la separación, lo sentí entonces. Sabía que el día llegaría y el momento de dejarla nos alcanzaría, pero no quería... no podía entregar a mi bebé a esas personas. Cuando Yuuki-chan cumplió dos años de vida, me la arrebataron para llevarla al laboratorio clandestino de NerVCo. Mismo lugar en que en aquel entonces yo trabajaba hace poco más de un año.

-¡Ella no es tu hija!, ¡Nunca lo fue!, ¡Y nunca lo será!, ¡Así que no te tomes atribuciones que no te corresponden!, ¡No puedes venir a decirme que puedo o no puedo hacer con mi hija! –Después de gritarle terminó por pegarle una cachetada que la mandó a caer al suelo, derribada por la fuerza con que le había pegado.

Sugou-san era su padre... y yo... yo no era nada... así que no pude hacer nada...

Pero aún así... le debo tanto...

La chica de cabellos castaños casi rojizos se encontraba sentada frente al computador en el laboratorio.

-Solamente en esta máquina podré encontrar más información al respecto... las bases de datos en todo el lugar están bloqueadas... -se llevó una mano al mentón mientras leía. Había llegado a la conclusión de que si debía hacer algo para ayudar a Sugou a recuperar a la otra gemela debía tener mucha más información de la que se le había brindado.

Las carpetas se iban desplegando ante ella una tras otra cual se fueran decodificando con los segundos.

-Proyecto del Hijo único...

-Innovación del Sistema Dendrita...

-Datos de Inmortal Heart Online...

-¿Qué rayos es todo esto?... aunque me lo pregunte... Sugou-san jamás quiere hablar de su trabajo... -frunce el seño, pero entonces abre grandes los ojos al ver una carpeta.

-Yuuki Asuna... ¿Yuuki...Asuna?... ¿Es esta información de Asuna-san?... la esposa de Sugou-san... -tomó el mouse y lo situó sobre el icono de la carpeta. -...No... no estoy aquí para verla... -la pasó y siguió leyendo.

-Kirigaya Kazuto (Kirito)... -finalmente había encontrado el objeto de su búsqueda y lo seleccionó, al hacerlo, al instante varios archivos de hojas con apuntes se desplegaron y junto a ellos varias fotografías de Kazuto junto a Asuna, por lo que la joven que estaba casi con el rostro pegado al monitor, fue retrocediendo lentamente en su asiento hasta apoyarse contra el respaldo al reconocer su propio rostro en el de aquella joven de largos cabellos castaños casi rojizos que lucía en extremo feliz en compañía del joven de vestimenta negra. –No puede ser... ¿Soy... yo?...

Temiéndose haber descubierto la verdad subió al apartado del icono de la carpeta de Yuuki Asuna y la abrió al instante. Mismo momento en que varios archivos y fotografías de ella aparecieron frente a sus temblorosos ojos avellanas. Era ella pero con el cabello largo y un peinado de dos trenzas a los lados de su cabeza. -¿Yo?...¿Yo soy?...¿Asuna-san?... –se llevó ambas manos a la cabeza, mientras el agua empezó a circular por sus ojos. –Kirito-kun... -se sorprendió ella misma por la manera en que se refirió al espadachín negro, pero luego la imagen de Sugou le vino a la mente. –Sugou-san... yo... soy la esposa de Sugou-san... -se llevó una mano a la boca tratando de guardar silencio y que no se escucharan sus murmullos.

Tras descargar la información a través de la red inalámbrica de área personal a su teléfono, apagó rápidamente el sistema de la computadora y salió corriendo del lugar, para regresar a la casa, por la que subió rápido las escaleras y llegó a la habitación que se le había asignado. Cerrando la puerta tras de sí, se apoyó contra ésta y cerró fuerte los ojos.

En el recuerdo del día en que dio nacimiento a su hijo, la imagen de un hombre parado a su lado permanecía constante, sin poder reconocerlo en todas esas veces que había soñado el recuerdo. Hasta ese momento... el hombre parado al lado de su cama era Sugou... podía verlo claramente ahora.

-Si Sugou-san estaba ahí... y yo soy su esposa... eso significa que... Yuuki-chan... -se le llenan los ojos de lágrimas al pensar que aquella pequeña que ama como a una hija lo es en realidad. –Pero... ¿Y la otra bebé?... en verdad... la tiene... ese hombre vestido de negro... Kirito-kun... -Sus propias conclusiones la desconciertan. -¿Pero si todo esto es verdad?... ¿Por qué Sugou-san se ha distanciado así de mi?... –Su corazón latía tan rápido que pensaba que iba a desmayarse de seguir así, al recordar las fotografías que había visto de ella junto a Kazuto. Abre grandes los ojos y respira hondo. –Éramos amantes... -no encuentra otra explicación para todo aquel teatro montado por su esposo al robarle la identidad pasada.

-Tengo... tengo que verlo... y lograr que me diga... donde está mi hija... tengo que recuperar a mi hija... así como él me la arrebató... yo se la quitaré... -cierra los ojos pensando en Kirito como el Star Light, junto a la pequeña Hime salamander, para luego abrirlos y tomando el teléfono en sus manos desbloquearlo y mirar las fotografías que aparecían en la carpeta de Kirito. Sin duda alguna el joven le parecía de lo más atractivo y la forma en que ella sonreía auténtica tomándolo del brazo la desconcierta. –Kirito...kun...

-Asuna... -los labios del muchacho de cabellos negros dueño del nombre que ella había pronunciado, le respondió entre sueños. Se movía ciertamente inquieto entre las sábanas, hasta que la palma de una mano tibia se colocó sobre su mejilla, por lo que abrió levemente los ojos, encontrando sus orbes grises con la figura de aquella bella mujer que de solo verla lo tranquilizaba.

-...Asuna...

-¿Qué tienes pensado hacer? –lo mira paciente y enamorada como era su costumbre, como la recordaba...

-¿Hacer?... yo... yo siento que nadie comprende por lo que estoy pasando... es como... si hubiera perdido una parte de quien era yo...

-Lo sé... ven aquí... -le hizo sentar sobre la cama y abrazarla con fuerza, una sensación añorada una infinidad de veces hasta ahora, sentir la delicadeza de su piel suave y fragante rodeándolo, sintiéndose prisionero de sus acciones, esclavo de sus pechos que rozaba con el mentón al abrazarla. De un momento a otro había empezado a besar el lado derecho de su cuello y la había aferrado a él por la cintura. Podía sentirla... finalmente había dejado de lamentarse interiormente y de sentirse terriblemente solo...

Las heridas de su corazón pasaron a segundo plano, aquel ardor doloroso que se filtraba en su pecho al mencionarla, al pensarla, al añorarla... al darse cuenta que con cada segundo que pasaba la extrañaba cada vez más. El miedo a morir de dolor...

La había derribado sobre la cama bajo suyo, cada centímetro de su piel le parecía de lo más atrayente, teniéndola desnuda junto a él, sólo podía enloquecer de deseo por ella. Todo lo que él era, ó lo que había quedado de él... era no más que el remanente de lo que ella había dejado, sintiéndose hasta desprotegido sin ella.

La amaba... a través de los años aún seguía haciéndolo, amando aquel recuerdo de la mujer que le parecía la más bella y admirable. Su esposa...

La sensación incandescente de besar sus labios cerezas lo estremecía, amaba cada centímetro de ella, sentía morir al besarla, al mirarla, pareciéndole tan dulce y preciosa que tenía que incluso saborearla, por lo que la lamía y la chupaba siempre que podía y el lugar examinado se prestaba.

La besó en los labios, sintiendo como el deseo fluía entre ambos, profundizándose por lo que cerró los ojos despacio. Sintiendo entonces como la contraparte con la que se repartía había desaparecido del contacto con sus labios y el resto de su cuerpo, dejando su beso al aire por lo que abrió los ojos.

-...¿Asuna?...

La desesperación hizo nudo dentro de su pecho. No era posible. No quería verse sin ella... nuevamente perdido... -¡Asunaaa!

Mismos gritos que traspasaban las puertas de su habitación hacia el exterior. La plática que había tenido con su hija, había estimulado los recuerdos que había tratado de reprimir en sus adentros, convirtiéndose en un sueño. Mismo que no tenía desde hace un par de años, cuando recién había ocurrido todo y soñaba con ella todas las noches.

-¡Asunaaa!

Al escucharlo, Sino que se había quedado a dormir al lado de Hime, salió lo más rápido y sigilosa que pudo de la habitación de la niña y llegó hasta la de él, acercándose a la cama con premura y suavidad.

-Kirito... ¡Kirito!... –lo movió un par de veces para que despertara y lo consiguió. Los ojos grises se abrieron despacio y reconocieron de inmediato el entorno, por lo que se llevó ambas manos a la frente.

-....Sino...

-¿Estás bien?... fue sólo un sueño...

-Sí... sólo un sueño... -respondió decepcionado y sintiéndose terriblemente frustrado.

-Tranquilo... -le colocó una mano en la pierna derecha a la altura del muslo, por lo que sus dedos quedaron a unos centímetros de su intimidad, notando que se encontraba bastante abultado bajo su pantalón, lo que le supuso de inmediato que había tenido una erección a causa del sueño del que recién despierta. No se atrevió a decir más, aunque muy dentro de ella, todo aquello le parecía tan novedoso e interesante... él... había sido el primer chico por el que se sentía atraída de la forma en que él la provocaba. De cierta forma hasta su salvador, el héroe que la había rescatado de caer en la oscuridad y de la misma muerte. Así que todo lo que viniera de él, o lo que tuviera que ver con él le importaba, aún si se trataba de la primera vez que veía un suceso como ese y más aún provocado por otra mujer, dentro de un sueño.

-...Sino... -la llamó al ver que se había quedado pensativa con su mirada posada en su entrepierna, de la cual era consciente de su estado. Al escucharlo ella levantó la mirada hacia él. Aunque en un principio lo odió... se convirtió en su amigo, su confidente... y cuando lo notó ya estaba enamorada de él.

Ella se levantó de la cama y trató de permanecer inmune a la mirada y a la voz débil que le había dedicado. –Tenemos... que entrar pronto a GTO... escuché que en el club de Luka están ofreciendo una recompensa grandiosa para el ganador de los combates libres.

-¿Eh? –se extrañó por el brusco cambio de conversación.

-Los combates libre son... lo que en este lado del mundo serían las peleas callejeras... sin armaduras, sin skills... peleas cuerpo a cuerpo.

-¿Y cuál es la recompensa de la que hablan? –pregunta ya intrigado.

-Un pase para conocer a un herrero místico... estoy segura de que es algo que te interesa.

-¿Un herrero?... Pero... creo que con la habilidad de Liz es suficiente...

-La verdad... se dice que ese sujeto es capaz de labrar instrumentos divinos... y tus espadas ya han sido leveleadas lo más alto que se puede. –le sonríe.

-Muy bien... iré, pero... esta vez no puedo llevar a Hime conmigo... -se queda pensativo.

-No te preocupes por ella... yo la cuidaré mientras tú no estás.

Con esas palabras, la ubicación cambió, el sonido del agua corriendo y estrellándose contra su piel, inundaba el lugar, acompañado de vapor cálido. A pesar de querer concentrarse en otros pensamientos... en el White Butterfly... en lo que tenía que hacer para evitar que se liberara el virus de la corrupción, no podía olvidar el contenido de su sueño. Estar con su amada esposa... le había devuelto un poco de alegría, aunque al final resultara sólo un teatro dentro de su cabeza, por lo que sonrió por lo bajo y entrecerró los ojos en tristeza mientras el agua caía haciendo caminos y deslizándose entre sus negros cabellos, que parecían aún más oscuros al humedecerse.

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-Debo encontrarlo... ¿Dónde estás?... según las redes del sistema están adentro... -Analiza un mapa la Bandida sangrienta. –Tengo que encontrarte... tengo que saber la verdad... ¿El club de Luka?... –abre grandes los ojos al parecer encontrarlo. –Así que tu también quieres uno de los instrumentos divinos... -guardó el holograma del mapa y siguió su camino corriendo.

Mientras tanto, Kirito que se había reunido con el resto de la Party en la parte trasera del Club mencionado, les explicaba los términos para la participación.

-Así que... ¿Es una pelea de cuerpo a cuerpo contra personas sudorosas y malolientes?... No gracias... por mucho que vayan a enseñarnos al dios de la herrería... no me gusta para nada –hace un equis con los brazos Liz.

-Jaja vamos, sí sólo es de aplastar unos cuantos traseros –le coloca la mano en la cabeza Klein.

-Eso lo dices tú, entonces hazlo tú... -responde cruzándose de brazos.

-La verdad que esto no es una actividad de chicas Onii-chan... -lo mira no muy convencida Leafa.

-¿Y qué dice el tío Salsa? –no suelta la palabra el Salamander.

-Ehh... etto... ¡Kazuki-kun no peleará! –responde por él Silica.

-Jajajaa, una cosa es amarse mucho... -lo mira pícaro el pelirojo, -Pasar la noche... -mueve las cejas enfatizando su comentario, -lo que los sonroja a ambos. –Pero... ¿Hasta dejar que ella hable por ti Kazuki?

-¡¿Cómo que pasar la noche?! –le grita sonrojado en respuesta y mira hacia su hermano.

-Jeje... gomen gomen... -levanta las manos en señal de disculpa. –Como llamaron anoche diciendo que te quedarías con ella... yo... sólo transmití el mensaje cuando me preguntaron por ustedes. –le sonríe Kirito.

-Vamos... no es nada de que apenarse. –trata de aliviar los ánimos Liz.

-Entonces... ¿Tú y... Klein-san?... –se sonroja la Cath Sith por la insinuación que ella misma hizo.

-¡AHHH!, ¡Pero no es para que lo hables abiertamente! –responde con puchero la pelirosa.

-La verdad... es que no me siento muy bien, tal vez no deba... -se explica finalmente el caballero rojo, preocupando de antemano a Kirito y a Silica, la última que aunque sabía de la situación, no deja se sentirse mal al respecto.

-¿Cómo que no te sientes bien? –le pregunta directo el espadachín mítico.

-¿Te dejaron muy cansado?... –sigue con tu tono de insinuación Klein.

-¡Yaa! –le grita la pareja en cuestión.

-No es nada Nii-san, es sólo que ayer me cambiaron los implantes de las tabletas del medicamento inhibidor... por eso me duele un poco el cuerpo. –le explica sereno.

-Bueno... si es así, será mejor que no participes, entonces sólo seremos Klein y yo. Antes de venir aquí, pasé a hablar con Yui sobre lo que sucede con nuestros avatares... como en este mundo no está programada la magia, es lógico que aunque entremos con ellos, no podamos usarla. –Explica Kirito.

-Si es así... entonces es un desperdicio... -mira su ropa Leafa.

-Será como SAO entonces... -analiza la situación Liz.

-Pues... digamos que sí... -se encoge de hombros Kirito. –Una combinación de SAO con GGO... Por lo que lo mejor será cambiar los colores, a algo menos llamativo, este lugar está lleno de cazadores de recompensas y player killers...

Por el comentario recomendación del espadachín negro, todos seleccionaron la opción de atenuar color a sus vestimentas, quedando todos en colores negros y grises.

El sistema clandestino de apuestas había sido activado, una vez dentro, todos caminaban en fila india, viendo a la cantidad de sujetos que esperaba que empezaran las rondas, la mayoría con cara de psicópatas.

-¿Estás seguro de esto?... –tomó por el brazo a Kirito su hermana. –Se ve... peligroso...

-Pero si es la única manera para conocer al herrero mítico lo haré... tranquila, que lo que tienen estos tipos de grandotes, yo lo tengo en fuerza y agilidad...

Mientras tanto, arriba, desde la planta más alta, asomada hacia abajo, la Bandida escarlata miraba fijamente a Kirito, que caminaba entre la multitud seguido de su Party.

-Que suerte que hoy sea el día de descanso de Yuuki-chan... así podré actuar con más libertad... Kirito-kun...

Continuará...

SAO, WHITE BUTTERFLY, Capítulo 7 "Descontrol"

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