Capítulo 27 "Estrellas de vida"
Cuando abrió los ojos finalmente dentro de todos sus sentidos aún vibrantes a flor de piel, el espanto poco a poco se apoderó de ellos... Estaba lloviendo y ni siquiera lo había notado, se encontraba completamente empapado en medio de aquel caos destacado en relámpagos incandescentes y sonoros truenos. Las manchas de sangren se escurrían como estrías sobre su piel hasta sus ropas, pero no dolía...
-...¿Stacia?... –se le humedecieron los ojos, ocultándose por completo en el mar de sentimientos que aquel despertar le acarreó, doblándolo sobre sí mismo, tratando de resistir el embate de frustración, arrodillado, chocó su cabeza en varias ocasiones contra el suelo.
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Capítulo 27 "Estrellas de vida"
INICIO DE LOS TIEMPOS –HORAS ANTES
No estoy segura en qué momento sucedió... las cosas pasaron de una manera tan rápida... que no pude ver con claridad lo que estaba sucediendo... en medio de mi propio dolor y la inminente necesidad porque me hija naciera en un lugar salvo... y mantenerla de la misma manera... tras pensar que cuando se encontrara dentro de mí, estaría segura y yo podría protegerla... pero en el momento en que viniera a este mundo... las naciones se volcarían sobre ella, estrujaba mi corazón y la necesidad porque todo eso pasara... porque terminara era más y más azotada dentro de mis pensamientos.
-Por favor... Ali... no me dejes... -apenas y le susurraba con la desgastada voz que a pedazos se había deshecho en gritos. La mano de su marido estaba firmemente tomada de la suya y ella la apretaba con gran fuerza.
Hace algunas horas habían logrado escapar del pueblo con la ayuda de Sirrah, la noche había caído en su totalidad y con ella las ventiscas y el frío que la protagonizaban. No estaban seguros de que hacer o hacia dónde dirigirse en un momento como ese, puesto que todo Overworld había sido tomado por Underworld en la declarada guerra por la cabeza del príncipe Alistair para tomar finalmente el control de la nación, al mando del príncipe desterrado pero autoproclamado heredero de la verdad de Underworld, quien clamaba por justicia y venganza en contra de la nación del otro lado del continente, debido a la infamia de haber ultrajado a su mayor tesoro y representante de la pureza de la nación y el mundo, la diosa Stacia.
-No iré a ningún lado... sólo voy a encender el fuego... estás temblando... -la mira sumamente preocupado. –El bebé llegará pronto... ¿No quieres que pase frío cierto?... –le sonrió tratando de brindarle ánimos, al verla pálida y sentirla fría, los labios coloreados de un púrpura profundo que lo preocupaba, mientras las gotas cristalinas se derretían en sus sienes y hacían posa entre su cuello.
Ella asintió, logrando apenas soltarlo, por el mismo miedo de perderlo en medio de todo aquello. Sin embargo el dolor no le daba tregua y nuevamente la poseía de manera abrumadora, haciéndole sentir la misma muerte rondándola por el miedo a no resistir, apretaba fuerte los párpados y los dientes, mientras sentía desgarrarse por dentro.
-Ahh... Ugghh... -apenas y profería tratando de controlarse, pero las lágrimas de dolor se le derramaban sin piedad.
Muchas veces había pensado en eso, en el momento en que daría a luz... fue una preocupación creciente a lo largo de toda su espera. Sabía que dolería... eso era un hecho, pero esto... superaba todas sus expectativas, era como si su espalda estuviera a punto de quebrarse. Sin embargo... el deseo de ver a su bebé... de sentirlo entre sus brazos... era tan grande que podría equipararse a aquel sufrimiento agónico para incluso superarlo.
Era el pensamiento que tenía en mente y le daba fuerzas, "pronto pasará y podré verlo". Una vez pasado ese momento, finalmente pudo relajarse, cada vez los espacios sin dolor entre cada punzada que sentía comprimirla por dentro eran menos duraderos.
Podía sentirlo... venía nuevamente, acorralándola desde lo más profundo de su interior, tornando su vientre tan rígido que la llevaba a pensar en que podría romperse por tanta presión. Trataba de buscar apoyo en el suelo, juntando fuertemente los pies contra la tierra bajo la manta donde la había recostado el príncipe.
-¡AAAAAGGGGHHHH! –gritó finalmente no pudiendo acallar todo aquel dolor dentro de su pecho, por lo que Alistair llegó rápido junto a ella, se arrodillo sin poder hacer más que mirarla sufrir, viendo como se retorcía y habiendo bajado una mano hasta su vientre, pero sin tocarlo, esperaba que el dolor pasara, hasta que finalmente parece haberlo hecho.
-Stacia...
-Ali... me duele Ali... ya no... ya no quiero... siento que ya no tengo fuerzas...
-No Stacia... no puedes darte por vencida amor... Perdóname... por estar aquí... dejándote la parte más difícil... ¿Pero eso es lo que significa ser una madre no?... Tener la fuerza y tenacidad para soportar esto...
-¿Yo... seré una madre?... –lo mira abriendo tan grandes como puede los ojos, en medio de su debilidad.
-Claro que sí...
-Ali... perdóname por lo que pasó en la iglesia... -su actitud de preocupación no cambia.
-¿Pero qué dices?... No es momento para hablar de eso su alteza...
-Puede... que eso sea uno de los impedimentos... para que todo este dolor termine... no puedo estar en paz si no lo hago...
Ante las palabras de la diosa, el príncipe sólo bajó la mirada, aquel incidente del que hablaba sin duda lo había molestado y no quería hablar de cosas fuera del tono del momento, pero si se trataba de algo que ella quería expresar, como siempre estaría dispuesto a apoyarla y comprendía que no quería recibir a su bebé en ese mundo... con el corazón dañado por el pasado.
-Estaba... muerta de celos... -apretó fuerte los ojos, gesto que el pelinegro comprendió por el momento en que pasaban, a pesar de que ella le hablara, el proceso del parto seguía su curso, por lo que espero que aquella contracción pasara.
-Te dijo que eso ya no importa... es más... jamás importó... -acomoda su mano entrelazándola con la de ella.
-Pero jamás pensé... que tu... estuvieras comprometido con alguien... -lo mira tratando de encontrar sus ojos, pero la mirada de Alistair estaba enfocada en sus manos enlazadas.
-Bueno... soy un príncipe... ó ¿lo era?... –levantó entonces la mirada hacia ella. –El fin principal de mi nación era que encontrara a alguien... con quien poder ascender al trono de Overworld... por generaciones la corona del rey de mi nación... ha pasado solamente a hombres establecidos... guerreros consumados... y digamos que mi reputación no era precisamente esa... Fue por eso que mis... amigos me aconsejaron que debía de sentar cabeza de una buena vez...
-¿Ibas a casarte con ella?... –abrió grandes los ojos sorprendida. Con su pregunta el agarre de su mano flaqueó, pero él lo hizo fuerte nuevamente.
-Eso fue antes de conocerte mi diosa... a decir verdad... el compromiso se estableció unos días antes de la fiesta en que te conocí...
-Yo... le robé el marido a una mujer... -dice inmediatamente sintiéndose deshonrosa.
-¡No Stacia! Tú no tienes la culpa de nada... fue algo que yo decidí... -siente entonces como su mano es apretada con fuerza nuevamente, las contracciones se hacían cada vez más prolongadas y en intervalos de tiempo más cortos. –Una vez que te conocí... ya no pude sacarte de mis pensamientos más... te volviste todo para mí... Tal vez fue desafortunado que escogieras aquella catedral para desposarme... pensar que la hija de aquel sacerdote... sería precisamente ella... y nos vería... Lamento tanto en verdad haberte hecho pasar por eso...
La mirada de aquella mujer era descriptible en una sola frase: Amarga sorpresa. Aquella mañana Stacia había decidido llevar al príncipe Alistair en juego de enamorados hacia el lugar donde finalmente se llevaría a cabo su unión, vendándolo la mitad del camino hacia el lugar, al llegar... Sachisa, la hija del sacerdote que bendeciría su unión matrimonial, los reconoció de inmediato y mirándolos con suma desaprobación por el estado de la diosa, negó varias veces su presencia en aquel sitio sagrado, mientras le reclamaba al príncipe sobre su paradero de los últimos meses y una unión entre ellos que jamás se llegaría a consumar.
-Me sentí tan mal que lo único que me ocurrió fue salir corriendo... -sonríe por lo bajo la castaña.
-Y por eso terminamos en esta situación... te esforzaste demasiado... a sabiendas que tu salud no ha sido muy buena últimamente... -le pasó la mano sobre la frente, despejándosela de los ya empapados cabellos.
-Perdóname... -lo miró en verdad perturbada.
-No tienes que disculparte por nada... a decir verdad... -baja la mirada levemente sonrojado. –En cierto punto me gustó.
-¿Te gustó?...
-El hecho que sintiera celos por mí...
-Tonto... es usted un verdadero tonto milord... -no pudo seguir con su respuesta de juego, ya que luego de abrir grandes los ojos, apretó fuerte los párpados al sentir la inminente necesidad de sentarse, para entonces llevarse una mano al bajo vientre mientras con la otra se apoyaba en su marido que la contenía mientras aquella contracción pasaba. Sintió entonces como todo bajo ella se humedecía y en medio de la angustia y la vergüenza por lo que hubiera pasado, pudo notar que aquel líquido era su fuente rota.
Ambos se miraron asustados.
-Kaede me dijo que cuando esto pasara... todo iría más rápido... ¿Qué debo hacer Stacia?... ¿Quieres que mire?... –preguntó ofreciendo su ayuda, sin saber como más podría hacerlo.
-¿Mirar?... abrió grandes los ojos preocupada, pero era verdad... sólo él estaba ahí para ayudarle a traer a su bebé al mundo, por lo que al sentir nuevamente el dolor y la inminente necesidad de pujar asintió.
El bebé había descendido lo suficiente como para considerarlo apto para su nacimiento en los próximos minutos.
-¡Lo veo Stacia! ¡Se ve su cabecita ahí atrás! –le informa con suma alegría, sin saber a ciencia cierta cuáles son sus emociones al respecto, solamente guiado por la emoción y la felicidad que lo embargan desde que supo que sería padre, exacerbándose ahora que estaba por cargar a su bebé por primera vez, siendo la primera persona en verlo, incluso, antes que la misma Stacia.
El Pegaso negro que yacía en las afueras de la cueva donde se habían refugiado los príncipes fugitivos, había empezado a moverse inquieto.
-¡Vamos Stacia! ¡Tú puedes, un poco más! –le daba ánimos para que no se detuviera en pujar, en medio del dolor inmenso que eso le ocasionaba.
-¡AGGGGHHHH!
Los minutos pasaban repitiendo las mismas frases una y otra vez, hasta que la definitiva se aventuró a salir de su garganta, un grito abrazador, que prácticamente la dejó sin fuerzas, haciéndola caer de espaldas sobre el heno que la sostenía como almohada y sus oídos despertaron a la realidad nuevamente al escuchar el llanto... que más que eso, le parecía un canto de voz angelical.
-Mi bebé... -reaccionó en medio de su propia debilidad y sobreesfuerzo.
-No Stacia... no te levantes... -la voz de Alistair más parecía una advertencia.
-¿Ali?... ¿Está todo bien con el bebé?...
-Stacia... mi hijo... -la voz del príncipe denotaba angustia.
-¡Alistair! –le gritó entonces por una explicación y empezó a tratar de levantarse.
-Stacia... mi hijo está incompleto... le falta una parte vital...
-¡¿Qué?! ¡¿Qué quieres decir con eso?! –se reincorporó como pudo y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver al bebé... tan hermoso y perfecto a sus ojos. De piel blanca que por su recién llegada al mundo se denotaba bastante rojiza, algunos cabellos negros como los de su amado aflorando en su cabecita, adornada por el par de pequeños cuernos que tanto la hicieron sufrir en su descenso. Un par de ojitos grises que intentaban abrirse aún en contra del reflejo de la luz de la fogata, cuerpecito entero en tronco, brazos y piernas... ¿Qué era lo malo que tenía entonces?... -¿Se puede saber por qué me asustaste de esa manera?, eres un idiota –le dijo mientras envolvía al pequeño entre la sábana destinada para él.
-¿Qué no lo ves?... mi hijo... ¿cómo será un hombre en toda la palabra si no tiene su...?
-¿Qué?... –le sonrió divertida por su explicación. –Ali... es una niña...
-¡¿Qué?! –sacudió la cabeza para luego llevarse una mano a la frente. –En verdad soy un idiota... ¿Cómo no lo pensé antes?... Es que como todo el tiempo estuvimos llamándolo "Él" bebé... estaba seguro de que era un niño...
-¿No querías una niña?... –lo miró sintiéndose decepcionada.
-¿Cómo dices eso?... es sólo que soy un idiota... tengo ahora dos princesas hermosas solo para mí. –Le sonrió dulce, para luego notar como los labios de su esposa estaban sumamente pálidos, al igual que su piel. –La sangre no para... -dijo en voz alta para segundo siguiente verla desplomarse sobre la improvisada cama y sosteniendo a la bebé en brazos observar como efectivamente toda la manta se empapaba en sangre. -¿Stacia?...
Habían demasiadas cosas que no comprendía, había visto nacer antes a potrillos y cervatillos... pero esto... algo que parecía ser la placenta había salido también, pero con ella los ríos de sangre que no paraban, sigilosos y derramándose para formar líneas de coágulos a su alrededor. -¡Staciaa! –puso a la bebé de lado junto a la cabeza de su pálida amada, para luego bajar hasta ella y separar sus piernas con aflicción para encontrar la razón de la pérdida, pero no entendía nada, los desgarros que le produjo su hija al nacer no sangraban tanto como la hilera principal que provenía directamente desde el fondo.
-Algo está mal... -sacó su mano manchada de sangre luego de su inspección, -hay algo mal aquí... puso la mano sobre su vientre recién parido tratando de encontrar algún indicio que le ayudara, notando así que cada que lo tocaba , la sangre salía más. -¿No debo tocar? ¿O debo tocar?... ¡¿Qué demonios tengo que hacer?! –Se decidió por tocar, aunque al principio la sangre salía más por la presión, poco a poco fue disminuyendo, al mismo tiempo sentía como la matriz de su amada se iba endureciendo... eso era... debía evitar que se ablandara... porque si pasaba seguiría sangrando.
El sonido de los relinchos de Sirrah lo alertó, el pegaso no se pondría tan inquieto por nada y tenía rato de estarlo notando nervioso.
-¿Qué sucede amigo?... ¿Te da miedo el olor a sangre?... A mí también me da un poco de miedo... -apretó los párpados mientras un par de lágrimas se le perfilaban y terminaron por derramarse. –No debí hacer esto... lo que tenía que hacer era entregarme... así ellos tendrían lo que quieren... y Stacia... estaría a salvo... aunque tú... -dirige su cansada mirada gris hacia la niña. –Tú no tienes la culpa de nada... yo dije que siempre iba a protegerte... si me hubiera entregado... hubiera faltado a esa promesa... tu siempre debes ser así... cumplir con las cosas que te propongas... ser siempre amable... y pura... como tu madre... Yui...
En medio de su elocuencia, el sonido de la desesperación del caballo alado, lo trajo de vuelta a la realidad, al ver como una bola de fuego cayó casi al lado del animal, cortando su amarre y haciéndolo huir despavorido.
-¡Sirrah! –trató de levantarse e ir a ver qué sucedía pero el simple hecho de separarse de la convaleciente diosa, le impedía moverse, la tomó con un brazo apoyándola contra su pecho, mientras con el otro tomó a la niña.
-¿Ali?... –el sonido de la voz de su mujer lo llenó de alegría momentánea, para luego recuperar el control de su semblante.
-Todo estará bien Stacia... te lo prometo...
-¿Puedes prometer en verdad una cosa como esa?... –Finalmente había llegado, asomado en la entrada a la cueva, el dios oscuro que había montado cacería por ellos meses atrás finalmente los había encontrado.
-¿Vector?... –lo reconoció aterrada Stacia, pero sin las fuerzas suficientes siquiera para moverse.
-Qué horror... que bajo... que terrible... ¿un lugar más inmundo no pudieron encontrar para procrear?... ¿Pero qué se puede esperar de un par de cerdos?... Más que den a luz en medio del fango...
Sus palabras enfurecieron al príncipe de Overworld en un segundo, haciéndole sentir la miseria por la que estaban pasando en un instante. No había ningún otro lugar que pudiera ofrecerle a su amada... un lugar seguro... con una persona capaz para ayudarla a traer a su hija al mundo... no tenía nada que darle aún y cuando fuera el príncipe de una nación...
-Vete de aquí... -lo miró con la rabia impregnada en cada pupila.
-¿Y qué es lo que te hace pensar que ahora que los he encontrado no voy a llevarme a Stacia conmigo? Acéptalo... se acabó... Overworld ha sido tomado... no hay nada que puedas hacer... me llevaré a Stacia que es mi posesión más preciada... aunque ya haya sido usada... si yo proclamo su virtud nadie podrá negarlo... ¡Porque al contrario tuyo maldito cabro! ¡Yo si tengo poder! ¡Puedo proteger a Stacia!
-Déjala en paz... déjanos en paz... -su respiración empezó a entrecortarse, los esfuerzos que había llevado a cabo hasta ese momento estaban cobrándole con creces cada gota de energía utilizada, mientras la desesperación lo invadía llevándolo a hiperventilar.
-Y ese bastardo... no habrá forma más fácil de desaparecerlo... esta misma noche... es más en este segundo... -sacó su espada encantada, portadora de la muerte Arondight y empezó a caminar hacia ellos a gran velocidad, al verlo el príncipe se perdió... ¿qué podría hacer ahora?... en una mano Stacia... en la otra Yui... y él sin más energías para defenderlas... sólo...
Antes que pudiera llegar a tocarlos, todo el lugar explotó.
Tras disiparse el polvo que se había levantado, las cejas de Vector se movían arrítmicas mientras trataba de comprender lo que estaba sucediendo.
-¿Qué?... ¿Qué demonios?...
El sonido de un pajarillo agitando sus alas al viento... pero aumentado en decibeles un mínimo de 1,000 veces... sonido que acompañó la mirada del dios, al observar como en el lugar donde se encontraban los tres en un principio no había más que... ¿Qué era eso?...
Parecía un capullo formado con plumas negras... entonces se separaron... un par de alas negras juntadas una encima de otra, mientras formaban un refugio para las personas dentro de ellas. Pendían ahora de la espalda alta del príncipe llamado bestia... cuyos cuernos habiendo aflorado, crecieron incluso un poco más y hacia atrás, en un color gris oscuro, mientras sus iris brillaban en plata deslumbrante.
-¿Querías tratar con la bestia?... aquí está...
1 DE NOVIEMBRE DE 2029, ACTUALIDAD
Caminó lo más rápido que pudo hasta llegar a él, levantándolo al instante del suelo que ya estaba empapado con su sangre, recargando su cabeza sobre su brazo, observando el estado terrible en que se encontraba su amado.
-...Ali... -le colocó una mano en la mejilla, con la que le brindó una caricia repetitiva en la misma, sin dejar de mirarlo. -¿Por qué pasó esto nuevamente?... –se agachó sobre él y lo beso despacio y suave, al mismo tiempo que colocó su mano sobre la herida de su pecho, de la cual un brillo irregular e inmensamente luminoso se empezó a desprender. Para al cabo de unos segundos separarse y notar que no había servido de nada. Sus ojos avellanas temblaron incrédulos. -¿Ali?... –entonces parece comprenderlo y voltea a ver hacia Vector aún su marido entre sus brazos.
-¡¿Dónde está la Excalibur?!
-No te la daré... -responde franco con la intención que ella sepa donde se encuentra.
-Devuélvela... sin ella Alistair... -baja su mirada al pálido rostro de Kirito. –Morirá... no... peor que eso... la bestia lo dominará...
-Entonces verás cómo es realmente ese maldito demonio...
-No tienes idea de lo que estás hablando...
-La que no tiene una idea eres tú Stacia... -Las palabras del dios la sorprendieron y asustaron. -¿A qué se refería?...
En ese momento la luz que recorría por el rostro de Kirito se estampó con las entrellas que le representaban como el caballero de luz estelar, aquel que no era más que la representación del príncipe Alistair en la actualidad, la luz de vida que recorría su cuerpo gracias al poder de la diosa de la vida... Stacia. Los ojos plata se abrieron despacio... hasta enfocar completamente aquel rostro que tanto amaba... la mujer que la vida le daba una y otra vez... para esclarecer la verdad... un futuro donde pudieran permanecer juntos y amarse... aunque tuvieran que esperar por toda la eternidad...
-Asu... na...
-Kirito-kun... -le respondió ella al instante, cual el llamado de su nombre la trajera de vuelta al instante al momento y al lugar. Lo aferró contra ella con toda su fuerza, lo mismo que él en su lastimera condición.
-No voy a perderte... no otra vez... eso no nos pasará... -le transmitía entre alientos el pelinegro.
-Lo lograremos... saldremos de esto... -le respaldó sin dudar, aunque ella misma no supiera el porvenir.
-Papá... -el llamado de aquella voz los separó levemente, lo suficiente para voltear a ver de qué se trataba.
-Mamá... -los ojos avellana se abrieron grandes y temblorosos al ver lo que tenía en frente.
La imagen de la niña de largos cabellos negros parada de espaldas a ellos y frente a vector los sorprendió.
-Gracias... -fueron las palabras menos esperadas en ese momento...
-¿Yui?
-¡¿Yui-chan?!
Trataron de moverse en ese instante, pero fue demasiado tarde.
Continuará...
SAO, White Butterfly, Capítulo Final "Star King Kirito, Star Queen Asuna"
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