Capítulo 22 "Hecate II"
Si había algo que pudiera hacer... si el destino del mundo estaba en sus manos... con gusto las alzaría para que hicieran con él lo que fuera necesario para preservar la vida de los demás... un pensamiento demasiado desprendido de su propia persona, al considerar que hasta el momento... la vida que llevó parecía un soplido en un segundo durante la vida de un gigante.
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Capítulo 22 "Hecate II"
Era la primera vez que se quitaba aquel molesto visor, estaba despierto, desde que recordaba había permanecido monitorizado por un sistema complicado de software del que le era imposible liberarse por su propia voluntad. Sus ojos cansados trataban de enfocar la mirada, pero todo lucía empañado a su alrededor, las figuras fantasmagóricas que se formaban apenas e iban adquiriendo sentido, cuando las uniones entre su cuerpo y su cerebro finalmente se enlazaron, lanzando un sinfín de destellos fulminantes por lo largo de su columna vertebral hasta su cráneo, sintiendo como en el recorrido sus dedos que yacían entumecidos se acalambraban y retorcían en medio del más incesante dolor.
¿Qué hacer? ¿Cómo pararlo? No quería y no pensaba en nada más que la inminente necesidad de morir. El dolor era insoportable al punto que había paralizado su propia respiración, con tal de no continuar sintiendo la pulsación en sus costillas en cada inhalación.
Echó la cabeza hacia atrás tratando de encontrar un punto sobre la almohada en que su cabeza no pareciera fuera a explotar en medio del ardor del aire pegando contra su rostro.
Gritar... No había que hacer nada más que eso, gritar y seguir gritando, maldiciéndose a sí mismo, a su existencia, por cada segundo que pasaba y sentía ahogarse en su propio llanto, que a esas alturas ya corría sobre sus mejillas. Aquellos pómulos sumamente resaltados por la inexorable delgadez de su faz, dándole una apariencia de cadáver degradado hasta los huesos.
Los orbes hundidos en sus cuencas, el cuello sumamente delgado, tanto que fácilmente podría ser agarrado con una sola mano, imponente sobre sus delgados hombros finos y sus clavículas resaltantes.
-Tranquilo... Tranquilo... todo estará bien... todo estará bien... pronto pasará...
Aquella dulce voz le transmitía un poco de paz, paz en aquel segundo de desesperación que se volvía contra sí mismo, al sentir el líquido recién inyectado en el catéter de su brazo corriendo por sus venas. Tan frío que parecía dibujar el camino formando ramilletes en su interior. Pero que al mismo tiempo calmaba todos aquellos estallidos de dolor que se dispersaron como dinamita dentro de su ser.
La figura de la chica parada junto a su cama, se distinguía ahora un poco más, hasta empezaba a parecerle familiar, esos ojos marrones y esa pequeña estatura, pero no pudo seguir con sus conjeturas al sentir como las fuerzas lo abandonaban y de un segundo a otro todo se atenuó a negro.
Habían pasado casi cuatro años desde entonces... ¿Por qué aquel recuerdo le venía ahora a la mente? Despertar de Sword Art Online II... Todos habían tenido destinos y rumbos diferentes con aquel final... y pensar que tanto en aquel momento como ahora las cosas no parecían haber cambiado... él... congelado en medio de los dos caminos que desea seguir, por una parte sumamente preocupado por el estado de salud de Asuna... Asuna...
Aprieta los puños.
El hermano gemelo se encontraba sentado en uno de los sofás de la sala de estar de la torre de gobierno, no lo dejaban a entrar a ver a ninguno de los heridos, puesto que estaban siendo atendidos por los médicos de la corte. ¿Qué más podía hacer que ahogarse dentro de sus propias interrogantes? ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaba por venir?
Había pasado alrededor de unas tres horas... Ya debía ser tiempo suficiente como para poder averiguar algo. Se levantó y dio un par de pasos, para instante siguiente detenerse en seco y bajar la mirada. ¿Hacia dónde iba? Las tres personas en su mente tenían un lugar especial, sin embargo había una de los tres que le preocupaba quizás un poco más... siempre era ella... siempre había sido ella... recordar su propia expresión al verla así de lastimada le hizo hervir la sangre. Tanto que encolerizado se volteó y encontrando en su camino un jarrón lo arrastró con el brazo sobre la superficie hasta aventarlo contra el suelo. El sonido del material rompiéndose en miles de pedazos, le hizo detenerse. No quería eso... no quería perder el control por ella... por lo que cayó arrodillado al suelo en frente de la porcelana rota y se llevó las manos a la cabeza.
-¿Escucharon eso? –se asomó en la estancia la francotiradora y adelantándose unos pasos más, encontró la figura del Kirigaya en el piso. -¿Kazuki? –lo vió extrañada y camino rápido hasta alcanzarlo. Entonces se agachó junto a él, con el cuidado de no lastimarse al ver los pedazos de cristalería. -¿Estás bien?
-...Shino... -la reconoció y entonces notó lo patético que se había portado, por lo que empezó a reincorporarse. –Tengo que ir... a traer algo para limpiar esto... -dijo sin hacerle mucho caso a su presencia y parándose le dio la espalda.
-Ellos van a estar bien... todo va a estar bien... -le dijo firme, aunque más pareciera que esas palabras se las decía a ella misma. El pelinegro podía reconocer aquel sentimiento de desesperación a simple vista, porque lo conocía mejor que nadie, por lo que volteó hacia ella. Entonces notó como sus miradas se parecían... el sufrimiento que acarreaban era el mismo.
-¿Podemos hablar?... –le dijo tomándolo por sorpresa.
-Estaba por ir a ver a... -no pudo terminar su frase, por no conocer la palabra final.
-Acabo de preguntar... me dijeron que aún falta un poco más... -le responde franca para que confíe en ella.
Al cabo de unos minutos estaban afuera, la oscuridad de la noche iba siendo suplantada poco a poco por el amanecer que se dibujaba en brumosas nubes coloridas a lo lejos.
Ambos permanecían callados, sintiendo el aire fresco.
-Es normal... -habla entonces la joven Asada.
-¿Normal?... –bajó la mirada hasta encontrar el rostro de la chica. -¿A qué te refieres?
Sinon se queda pensativa durante algunos segundos, a pesar que había sido ella la que inició la conversación, pero estaba segura de que sus sentimientos se parecían mucho a los que experimentaba el hermano de su amado, por lo que decidió continuar. –Una persona... no puede olvidar el amor que siente por alguien a quien respeta y admira con tanta facilidad.
Al escucharla, abrió grandes los ojos sorprendido, para luego entrecerrarlos y voltear de nuevo al horizonte.
-Supongo que es más aún... cuando convives con esa persona todo el tiempo... aunque el amor también puede preservarse a la distancia... sin malgastarse... tan solo con el recuerdo... -se sorprende por sus propias palabras y baja la mirada y los hombros.
-Es precisamente por eso que no debes sentirte culpable...
-Amar... según la manera en que yo lo veo es... sentirte feliz... cuando ves a esa persona bien... querer lo que hace y como lo hace... pensar en ella antes que en ti... es por eso... que debo irme... -aprieta los puños y los párpados.
-¿Irte?... ¿Pero a dónde? ¿De qué estás hablando? –se preocupó el ojigris.
-Al castillo de Mortred... tengo que recuperar la Excalibur...
-¡¿Te volviste loca?! ¡No puedes regresar ahí tu sola! Lo que debemos hacer es... trazar un nuevo plan...
-No hay tiempo para eso... no deben preocuparse por mí... yo... no soy tan débil como ella... que sale a rescatarlo sin avisarnos nada... sólo para recibir un castigo peor...
-¡¿Qué estás diciendo?! –el estridente grito de una voz aguda los sacó de la plática para voltear hacia donde provino.
-...Asuna –abrió grandes los ojos Sinon al verla.
-¡Asuna-san por favor! ¡Regrese a la cama! –venían prácticamente a pasos de ella los médicos de la corte.
-¡Asuna! –sin pensarlo, Kazuki la recibió entre sus brazos y la apretó fuerte contra su pecho.
La pálida, ojerosa y desaliñada ex vicecomandante, no le apartó la vista de encima a la arquera de ALO.
-¿Cómo puedes decir eso?... –se le hicieron lágrimas los ojos en un instante a la castaña. -¿Un castigo peor?... ¡¿Sabes tú de qué demonios estás hablando?! –le gritó aún siendo sostenida por Kazuki, que la abrazó más fuerte tras escucharla, no sabía el porqué había salido corriendo de su habitación y menos en el estado en que se encontraba pero...
-Mi bebé... Mi bebé... ¡Mi bebé se murióooo! –cerró los ojos con gran fuerza con el grito. -¡¿Tú que sabes de eso ehh?! ¡Devuélvanmeeelooo! –empezaba a gritar incoherencias, pero Shino no pudo más con sus acusaciones.
-Si realmente te hubiera importado ese niño no hubieras salido sola a arriesgarlo...
-¿Qué?... –abrió grandes los ojos casi desorbitados la joven Yuuki.
-Si fuera yo... la que llevaba en mi vientre un hijo de Kirito... jamás lo hubiera expuesto de esa manera... -no pudo terminar de hablar, cuando había recibido una cachetada en la mejilla, tan fuerte, que le hizo virar la cabeza de lado.
-Eso es lo que quisieras verdad... -la mira con desprecio... la memoria de Asagi sigue presente dentro de mí... -se le ruedan las lágrimas antes sus propias palabras. –No sé lo que haya pasado entre Kirito-kun y tú... pero es mío... -le dijo con un dejo de voz antes de sucumbir ante su propia falta de energía.
-Él... me necesitaba... cuando te perdió... cuando todos pensamos que las habíamos perdido a ti y a Yuuki-chan... Kirito estaba destrozado... Parecía que no iba a poder dar un simple paso si lo dejábamos solo... no fue mi intención a primera instancia acercarme a él de otra manera que no fuera la de una amiga que está pendiente de él y de sus cosas... de su pequeña hija... la bebé que debía criar solo y por quien en varias ocasiones remilgó su rol de padre... se sentía inexperto... y hasta tonto... ¡Pero todo era parte del crecimiento que debía experimentar! ¡Todo lo que debía pasar para poder comprender que ahora todo dependía de él! Pero yo jamás iba a dejarlo solo... y mucho menos en esos momentos...
-Por favor... la paciente necesita descansar... -se entrometió entre ambas uno de los médicos.
-Kazuki... sácame de aquí... llévame de aquí por favor... -prácticamente le suplicó la castaña, por lo que la tomó en brazos y dirigiéndole una mirada de soslayo a Sinon, salió escaleras arriba.
Al verlos marcharse, quedó nuevamente sola en medio de aquella sala, de un momento a otro, las lágrimas se le rodaron a gran velocidad y sin poder tolerar el dolor que todo aquello le causó, se dobló sobre sí misma y se llevó las manos al rostro.
Después de todo... solo tenía esos recuerdos de lo que alguna vez pudo ser...
-¡Asunaaa!
Al escucharlo, Sino que se había quedado a dormir al lado de Hime, salió lo más rápido y sigilosa que pudo de la habitación de la niña y llegó hasta la de él, acercándose a la cama con premura y suavidad.
-Kirito... ¡Kirito!... –lo movió un par de veces para que despertara y lo consiguió. Los ojos grises se abrieron despacio y reconocieron de inmediato el entorno, por lo que se llevó ambas manos a la frente.
-....Shino...
-¿Estás bien?... fue sólo un sueño...
-Sí... sólo un sueño... -respondió decepcionado y sintiéndose terriblemente frustrado.
-Tranquilo... -le colocó una mano en la pierna derecha a la altura del muslo, por lo que sus dedos quedaron a unos centímetros de su intimidad, notando que se encontraba bastante abultado bajo su pantalón, lo que le supuso de inmediato que había tenido una erección a causa del sueño del que recién despierta. No se atrevió a decir más, aunque muy dentro de ella, todo aquello le parecía tan novedoso e interesante... él... había sido el primer chico por el que se sentía atraída de la forma en que él la provocaba. De cierta forma hasta su salvador, el héroe que la había rescatado de caer en la oscuridad y de la misma muerte. Así que todo lo que viniera de él, o lo que tuviera que ver con él le importaba, aún si se trataba de la primera vez que veía un suceso como ese y más aún provocado por otra mujer, dentro de un sueño.
-...Sino... -la llamó al ver que se había quedado pensativa con su mirada posada en su entrepierna, de la cual era consciente de su estado. Al escucharlo ella levantó la mirada hacia él. Aunque en un principio lo odió... se convirtió en su amigo, su confidente... y cuando lo notó ya estaba enamorada de él.
Ella se levantó de la cama y trató de permanecer inmune a la mirada y a la voz débil que le había dedicado. –Tenemos... que entrar pronto a GTO... escuché que en el club de Luka están ofreciendo una recompensa grandiosa para el ganador de los combates libres.
-¿Eh? –se extrañó por el brusco cambio de conversación.
-Los combates libre son... lo que en este lado del mundo serían las peleas callejeras... sin armaduras, sin skills... peleas cuerpo a cuerpo.
-¿Y cuál es la recompensa de la que hablan? –pregunta ya intrigado.
-Un pase para conocer a un herrero místico... estoy segura de que es algo que te interesa.
-¿Un herrero?... Pero... creo que con la habilidad de Liz es suficiente...
-La verdad... se dice que ese sujeto es capaz de labrar instrumentos divinos... y tus espadas ya han sido leveleadas lo más alto que se puede. –le sonríe.
-Muy bien... iré, pero... esta vez no puedo llevar a Hime conmigo... -se queda pensativo.
-No te preocupes por ella... yo la cuidaré mientras tú no estás.
-Gracias... -dijo casi sin pensar, para luego levantar la mirada hacia ella. –Sino... ¿Por qué haces esto?...
-¿Eh?... –pregunto ciertamente nerviosa. Era verdad... la atmósfera pintaba completamente para otro escenario y ella como siempre... como ruta de escape cambiaba el tema hacia algo que según ella lo distraería al parecerle más interesante. Lo tenía recostado, solo y mirándola sobre la cama, en medio de una oscuridad helada que traslucía sus pieles a un delicado azul de claro de luna. -¿De qué hablas?...
Kazuto le sonrió al ver que eludía la conversación. Después de todo era mejor así... no tenía sentido provocarla y menos aún por una simple sensación de intranquilidad que le brotaba en el pecho. Había despertado de un sueño placentero y eso lo tenía muy molesto, pero el acto de ella de mirarlo de la manera en que lo hizo lo había de cierta forma reanimado.
-Por favor... trata de estar bien para mañana... dicen que los encuentros en el club de Luka se ponen agresivos, -se acercó a él con la inmensa necesidad de tocarlo que la recorría entera, le puso una mano sobre el pecho y lo miró tratando de encontrar en sus ojos la respuesta a lo que tenía que hacer... siempre que se sentía así recurría a las opciones que él pudiera darle, ¿Por qué tendría que esta vez ser diferente?
Kazuto no hizo más que ceder a lo que se venía, lo sabía... esa... no era su esposa... no era su amada... no se trataba de Asuna pero... cerró los ojos al sentir el contacto de sus labios con los suyos y los toques de las pequeñas manos sobre su pecho y abdomen le parecían de lo más dulces.
Pero había algo que no encajaba... por lo que la chica se detuvo.
-No... no... así... -separó sus labios de los del joven pero no su rostro, no quería hacerlo... por lo que al sentir como la mano de él la tomó por la mejilla y la atrajo de regreso a su dominio, no pudo resistirlo más y se dejó envolver completamente por él y por lo que sentía al estar a su lado.
Jamás pensó que ella podría llegar a degustar de las sensaciones divinas que cada uno de sus contactos le brindaron, los estímulos eran tantos y diversos que la hacían sentir rara... su lengua... su saliva, compartida con la de él, sólo despertaban en ella la necesidad de continuar y continuar, pero no sólo sus labios... quería probar su cuello... su pecho... sus brazos... su abdomen... cada recoveco de su cuerpo que se presentara ante ella, en un arrebato agresivo y de posesividad, metió sus manos bajo la camiseta del joven y con ayuda de este se la sacó, dejando expuesto su torso ante ella, para que hiciera lo que quisiera... El mismo que hace algunas horas había visto embarrado de pintura de dedo... seguía manchado y eso la divertía. Sin embargo no se había atrevido a moverse de lugar, seguía sentada a su lado.
Él se detuvo a mirarla por algunos instantes al percatarse de eso.
-¿Qué?... ¿Qué me estás viendo?... –se puso completamente colorada al darse cuenta de que era su objeto de visión.
-¿Planeas quedarte ahí todo el rato? –la miró y parpadeo
-¿Cómo?...
Kazuto suspiró y se sentó también. –he sido un idiota... así como estoy puedo lastimarte... lo mejor será que te vayas...
-¿Por qué dices eso?... ¿En qué sentido podrías tú lastimarme?...
No estaba jugando... se conocía... y sabía de lo que era dueño. Cerró los ojos y volvió a mirarla, colocándole la mano en el hombro, al hacerlo sintió a través de la tela de su camisa como se estremeció. –Shino...
-...Kirito... -su respuesta desesperada lo aturdió, podía ver como todo su pequeño cuerpo lo llamaba, a través de su respiración agitada, el rubor posado eterno sobre sus mejillas y sus pequeños pechos tensos bajo su sostén, provocando su propia virilidad, por lo que terminó yéndose sobre ella y tumbándola sobre la cama, ante una joven Asada incrédula y extasiada por los acontecimientos, cuando lo notó estaba tumbada bajo Kazuto, solamente en ropa interior, sintiendo como la erección del joven bajo su pantalón se pegaba de vez en cuando contra su cadera, por lo que no pudo evitar bajar la mano para también tocarlo, había querido hacerlo desde que lo vio al entrar a su habitación, pero por razones obvias no se había atrevido. Notó entonces como la expresión del rostro de Kazuto cambió, haciéndolo jadear un poco, para luego liberar un leve gemido ronco.
-Si haces eso... voy a terminar demasiado pronto... -le confesó sin medir sus palabras.
-¿Terminar?... Parecía que por un momento lo había olvidado ¿Qué rayos estaba haciendo?... ¿Kirito iba a hacerle el amor? ¿Qué era todo ese ritual de besos y caricias al que la tenía sometida?... Se sentía tan bien que no se había percatado de su propia situación, estaba empapada... toda su ropa interior era un caos.
Su ser interior le pedía a gritos que dejara que pasara... que se dejara poseer... que la primera vez que lo hiciera tenía que ser con el hombre que amaba... y lo deseaba... lo tenía ahí... junto a ella...al alcance de sus manos y de sus labios.
Pero...
Su razón no se lo permitió... si algo tenía ella era que pensaba demasiado en las cosas... y aún en esos momentos no pudo solo dejarse llevar... no era el momento... no era el lugar... y aunque se tratara de él... no lo quería así... aprovecharse de la excitación que tenía por un sueño con su esposa muerta era una estupidez.
Se levantó rápido de la cama, tomó su ropa y salió corriendo de la habitación.
Aquel sentimiento parecía imponerse nuevamente... el deseo de salir corriendo de aquella habitación en la que él se encontraba y más aún luego de esa repartición de palabras entre ella y la esposa de él... ¿Qué era ese juego que se traían? De ninguna manera quería ser considerada como una arrimada que buscaba al marido de otra pero... su encuentro fue antes... cuando ella pensaba que él era libre... ahora había regresado a verlo sólo como amigo... o al menos esa era la mentira que se daba a sí misma.
Al tener el permiso de los médicos, llamó a la puerta y giró la perilla, su rostro inmediatamente se llenó de preocupación y corrió a su lado en la cama, lo había visto horas antes, estaba mancillado y cubierto de sangre, por lo que no se apreciaban con claridad sus heridas, ahora que había sido atendido, la cantidad de raspones, moretones y heridas vendadas que tenía era demasiada... sus manos, su rostro, su cuello, lucían las represalias de la tortura a la que había sido sometido. Sus labios reventados y resecos la hicieron fruncir el seño y apretar los puños.
-...Kirito...
-...Asuna... -dijo en medio de su despertar, al escuchar su nombre mencionado.
-No... soy yo... Shino... -ya verás que te pondrás bien...
-¿Dónde... está Asuna?... –preguntó entre bocanas de aire e hizo el intento de levantarse de golpe pero no pudo al ser detenido por la arquera.
-Debes descansar... no puedes moverte aún...
-Asu...na... -seguida exclamando como delirio, moviendo la cabeza de un lado a otro. Entonces abrió los ojos de golpe. -¡El bebé! ¡Himee! ¡Yuukii! –se sentó con su propio ímpetu y se quitó la sábana de encima para intentar pararse al instante de poner un pie en el suelo perdió el conocimiento y se desmayó, cayendo al instante contra el suelo.
-¡Kiritoo! –dio la vuelta a la cama Sinon. Para recogerlo y notar que estaba ardiendo en fiebre.
Al mismo tiempo que las pequeñas mencionadas caminaban por el bosque cada una tomadas de las manos de Yui.
-Papiii, Paaapiiii –caminaba casi arrastrada por Yui la pequeña pelinegra.
-Tranquila Hime-chan... estoy segura de que papá está bien... debe estarlo... -le decía tratando de convencerse a sí misma después de lo que vió.
-¿Y Asagi-chan?... –le haló la mano entonces Yuuki.
-Sí... mamá también está bien Yuuki-chan... -se detuvo y las colocó a ambas frente a ella. –¿Escuchen a su hermana mayor sí? Ellos... ambos... papá y mamá... están bien, por eso no deben llorar, aunque les encomendara lo dicho, sus propios ojos derramaron un par de lágrimas.
-¿Entonces?... ¿Por qué lloras?... –Pregunta la pequeña peliroja tratando de controlarse.
Ante su pregunta, el recuerdo de lo recién vivido acude a la mente de la hermana mayor.
-¡¿Yuuki-chan?! ¡Hime-chaan! –gritaba en medio del bosque, hace un par de horas, las niñas se habían salido del castillo, mientras ella dormía. -¿Qué es esto?... ¿Por qué no puedo contactarlas?... ¿Dónde están?...
Al mismo tiempo que la batalla entre Kazuki y Mortred había dado inicio...
Kirito había logrado avanzar un par de pasos, cuando la vibración del suelo los sacudió cual terremoto, seguido de un estallido inmenso a sus espaldas, arrasando con toda el área a su alrededor, haciendo volar la tierra y la grama en todas direcciones y a ellos, salir despedidos por la onda y cayendo cada quien por su lado, rodar metros abajo, hasta detenerse al golpearse contra los troncos de los árboles.
Kirito logra ver con un ojo semiabierto, que el efecto de aquel estallido, no era obra más que de una batalla librándose.
-Ka...zuki... -se refleja la figura de su hermano en su pupila, poniéndose de pie y señalando con su espada en la dirección de alguien más. La Long Sword 2 que una vez le fue entregada por Asuna para que continuara en batalla, sigue empuñada en su mano.
-Tú eres la clave de todo... al ser la otra mitad de Alistair... ¿Cómo no lo vi antes?... –escucha entonces la voz de Mortred y logra visualizarlo a unos cuantos metros de su gemelo. –El Alma perfecta para ser el núcleo del nuevo mundo... ¡Para proclamar el renacimiento de Underworld! –habla de su mejor amigo del pasado como un instrumento.
-¡¿De qué demonios estás hablando?! –la estrella roja sabe perfectamente la desventaja en la que se encuentra, sin embargo trata de mantener la calma y conseguir información.
-Eso es algo que no te interesa... -sonríe delincuente, ante la mirada atónita de Kazuki, al ver la espada negra Arondight clavándose en el suelo.
-¡Tíooo salsaa! –gritó entre los arbustos la pequeña pelinegra que junto a su hermana habían llegado por sus medios al lugar.
-¡NOOOOOO! –se levantó por la analgesia momentánea del estrés Kirito.
-¡Direct Link! Gritó sabiendo que era la única forma de ganar algunos segundos de tiempo. Inmediatamente todo a su alrededor se coloreó de un azul intenso que parecía haber detenido el tiempo para los demás, exceptuando a su hermana y a su padre.
Kirito al notarlo desvió la mirada hacia ellas. -...Hime... Yuuki... ¿Qué hacen aquí?...
-¡Papiii! –gritaron ambas al mismo tiempo y llegaron a abrazarlo con fuerza, haciéndolo entrecerrar los ojos al contacto, pero hizo su mayor esfuerzo por sonreírles una vez se separaron. –Vinimos... porque estábamos preocupadas... -explica Yuuki.
-No había nadie en el castillo... sólo Yui-onee-chan. –termina la explicación Hime. –Yo quería verte... -vuelve a abrazarlo.
-Pero este no es el lugar... no deben estar aquí... es peligroso...-se levanta y como puede camina hasta llegar al lado de Asuna y se arrodilla junto a ella, colocándole una mano en la mejilla para ese momento congelada en el tiempo. –Debo sacarla de aquí... pero... -voltea hacia atrás y observa la difícil batalla que se está desatando. –No hay más opción... una vez quite a Kazuki del camino... pelearemos juntos contra Mortred... entonces podremos irnos... -piensa mientras sus hijas lo miran expectantes.
Agachándose frente a ellas, les pone una mano en la cabeza a cada una. –Deben regresar... no importa lo que pase... nos encontraremos de vuelta en el castillo ¿Sí?
-¿Papá? –entra finalmente a la zona restringida Yui.
-¡Yui! –la abraza también.
-Lo lamento tanto... ella se fueron y...
-Tranquila... tómalas y regresen al castillo
-¡Pero papá! –observa la situación a sus espaldas a lo que Kirito sólo le sonríe.
-Me brindaron un poco de tiempo... ahora solo es cuestión de agilidad...-explica dándoles la espalda, gesto que Yui comprende y tomando a las niñas se alejan lo más rápido posible, al instante que la zona restringida por el Direct Link desaparece.
-¡Me quedaré con la otra mitad del Alma! ¡El alma del Dragon Lord!
La espada inició su desprendimiento de magia oscura, ante un pelinegro sin comprender, para instante siguiente ser tomada por Mortred para asegurarse de clavársela y destruirlo por completo. Sin embargo Kirito logró llegar a tiempo para apartarlo, colocándose de espaldas a Mortred, lo empujó.
Por la rapidez del momento, Kazuki se sintió levemente aturdido y levantó la mirada lo más rápido que pudo. Encontrándose con una escena increíble para su ser.
-¿Py... Pyrios?... –miró hacia el cielo al sentir la enorme presencia que había sido convocada, sumamente extrañado de verlo, sin que haya sido él quien lo llamara.
-¡Jajajajajaj! ¡Sí que eres un grandísimo estúpido! ¡¿No que no ibas a entregármela?... –la carcajada de Mortred le hizo prestar atención a la escena frente a él, bajando su mirada de los cielos. Su seño se frunció y sus labios se separaron angustiados, mientras sus ojos se abrieron horrorizados.
-¡Nii-saaaan!
La Arondight había atravesado el pecho de Kirito desde la espalda alta. El pelinegro trataba de tocar la hoja con la mano, pero las fuerzas le desaparecieron según pasaban los segundos. Sus ojos se cerraron y perdiendo la conciencia cayó al suelo, deslizándose sobre la espada a través de su herida, para finalmente desprenderse de ella y caer de golpe contra el suelo.
-¡Nii-san!, ¡Niii-san! –lo acogió rápidamente entre sus brazos Kazuki. Pero era demasiado tarde... La luz lo envolvió casi al instante y de su cuerpo, en sesiones relampagueantes, empezó a tomar forma, de altura lo suficientemente estilizada como para ser blandida... de una hoja delgada y fina... el mango de polvo de diamante brillante y precioso y las escrituras antiguas que le daban su nombre grabadas sobre ella. La espada que las hadas forjaron Excalibur, se desprendió en un segundo de luz frente a ellos.
Los ojos de las tres niñas que miraban desde lo lejos se horrorizaron...
En la actualidad, finalmente aquellas largas horas caminando de vuelta al castillo rindieron fruto, las pequeñas que todos creían dormidas dentro del castillo regresaban.
Continuará...
SAO, White Butterfly, capítulo 23 "Escape"
Juajuajuajua. Me gusta Shino, eso ya lo saben... quería mi escena Kirinon completa pero no me atreví a hacerle eso a ella... no así xD.
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