Capítulo 20 "La espada que las hadas forjaron"


Aún con los brazaletes en las manos, las ropas rasgadas y la sangre estampada ya seca sobre su piel... Kirito, a quien le habían aflorado los cuernos y el resplandor en los iris nuevamente, se encontraba parado en la otra esquina de la habitación con Asuna desmayada en brazos.

-...Stacia... -la mirada dulce del joven espadachín, pasó del rostro de su amada hacia el otro joven y la otra mujer en la habitación. –Vector...

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Capítulo 20 "La espada que las hadas forjaron"

-¡ALISTAIIRRR! –el grito desesperado de Mortred desplazó el silencio que había envuelto a la habitación, de un momento a otro, empuñando la espada de la muerte Arondight, se acercó al príncipe recién despertado, apuntándole directamente hacia el pecho, aún sin importar si en el trayecto de la espada de interponía el cuerpo de la diosa dormida. -¡Es hora de terminarlo!

Fue cuestión de una fracción de segundo antes de verse involucrado. Alistair se agachó de una manera casi imperceptible, depositando a Asuna en el piso frente a él, al mismo tiempo que desenvainaba la espada que llevaba a la cintura, llevándola al choque entre hojas planas negras.

-¿Otra vez... planeas robarme mi corazón?... –preguntó despacio y serio el pelinegro dueño de la espada del cielo nocturno.

-No es nada personal... bueno... sí lo es... ¡Claro que lo es! –Mortred separó la espada de la de su oponente, reduciendo la fuerza de empuje, para dar un giro sobre sí mismo y tratar de arremeter, pero nuevamente fue detenido por la espada considerada como instrumento divino.

-Después de todo este tiempo... tus intenciones persisten en la maldad y la arrogancia... eres un ser despreciable... Una vez te llevaste la mitad de mi alma con esta arma falta de nobleza. ¡¿Por qué insistir con lo mismo?! –lo tiró hacia atrás, aumentando la fuerza de su empuje, pero no sin dejar de sentir las secuelas en su cuerpo. Kirito había sido sometido a una tortura extenuante y ahora Alistair sufría las consecuencias. Entrecerró los ojos tratando de no perder la objetividad.

-¿Por qué?... ¿Preguntas el por qué?... ¡¿Después de todo lo que las malditas diosas de Underword me hicieron pasar, sigues preguntando por qué?! He esperado demasiado tiempo por esto... ¡Por fin el día en que las puertas de Ávalon se abran ante mi presencia ha llegado! Y lo que necesito... está justo frente a mí... -la mirada de Mortred empezaba a divagar entre el odio y la alucinación del sueño realizado.

-¿Ávalon?... ¡¿Pero tú que tienes que ver con eso?! –abrió grandes los ojos sorprendido el príncipe.

-Lo sé todo... si la veo... ella me concederá los deseos que jamás podría alcanzar... ¡¿Fue lo que hizo contigo no?!

-No tienes idea... ¡No puedes pensar que ella va a solucionarte los problemas! ¡Nimué no es lo que parece ser! –empezó a preocuparse por el rumbo de la conversación, el ojigris.

-¿Nimué?... Con que ese es el nombre de la dama del lago... -sonrió por lo bajo Mortred, para luego levantar la mirada hacia él. -¡Entrégamela! ¡Sólo con ella podré abrir la puerta hacia Ávalon!

Alistair sabía perfectamente a que se refería Mortred, a quien reconocía como el dios Vector despertado en este mundo... Por lo que apretó los dientes y los párpados unos segundos.

-¡Excalibur! ¡La espada forjada por las hadas! –reclamó el dios oscuro.

-Aunque quisiera... no podría dártela... -abrió los ojos poco a poco con la preocupación reflejada en ellos.

-¡No te estoy pidiendo permiso! –con un movimiento rápido se deshizo del enganche de su espada con la de Alistair y girándole en su mano la blandió contra el pecho del príncipe. Sin embargo... sin siquiera llegar a tocarlo, desde la punta, la espada empezó a congelarse centímetro a centímetro. -¡¿Qué?!

-No puedo entregarte a Excalibur... porque Nimué la colocó dentro de mí para salvarme la vida... suple la mitad faltante de mi alma... -le rebeló sin intenciones de parecer ostentoso... más bien... un pesar inmenso se apoderó de su rostro.

-La mitad... del alma... -retrocede unos pasos Mortred, al recordar... aquellos acontecimientos del principio de los tiempos que los llevaron a esa situación.

INICIO DE LOS TIEMPOS

-Mi nombre es Alistair... representante de Overworld. –Se presentó esperando que el otro hiciera lo mismo.

-Así que era verdad... los rumores de que la diosa Stacia se paseaba con el representante de los cabros... era verdad... -al escucharlo Alistair apretó fuerte los puños. –No eres más que una piruja... -miró sumamente molesto a la castaña.

-¡¿Qué dijiste maldito?! –se adelantó un par de pasos el príncipe, pero enseguida sintió como el aire le faltaba y tuvo que doblarse obligado por la gravedad ante él. Al ser señalado por la espada que portaba el hombre de ojos azules.

-¡¿Qué está pasando?! ¡Déjalo en paz Vector! –empezó a desesperarse la diosa al ver que Alistair apretaba los párpados sin poder pararse, al punto que los cuernos empezaban a asomarse entre sus cabellos. -¡Ya detentee!

Sin intenciones de hacerle el menor de los casos, empezó su explicación. –Esta es Arondight, la espada de la muerte.

-¿Espada de la muerte?... –lo miró preocupada.

-En los terrenos oscuros donde ustedes me confinaron... existen algunos secretos interesantes mi diosa...

-¡AAGGGHHHHHH! –se llevó las manos a la cabeza Alistair y esta a chocarla contra el suelo, mientras empezaba a respirar agitado.

-¡¿Pero qué le estás haciendo?! ¡Ya déjalo! –insistía la princesa.

-Se le llama la espada de la muerte porque es capaz de absorber las almas...

-No... ¡No por favor! ¡Por lo que más quieras! –mencionó sin pensar, cuando la sonrisa se había dibujado en el rostro del dios oscuro.

-Llévenselo... -señaló al príncipe con un movimiento de su rostro, ante el espanto de la castaña.

-¡¿Qué?! –retrocedió un par de pasos al ver como de entre los alrededores, los caballeros negros comandados por Vector, salían de sus escondites y tomando a Alistair lo arrastraron contra su voluntad en la dirección a la que iban.

-¡Nooo! ¡Alistaaaair! –trató de intervenir pero fue detenida por el mismo dios oscuro.

-¡Staciaaa! ¡Staaaciaaaa! –trataba de zafarse con todas sus fuerzas pero le fue imposible.

Las manos de ambos se estiraron en la dirección del otro, pero no pudieron volver a tocarse.

El dios oscuro movía su pie con fuerza y aceleradamente, mientras se encontraba sentado en el trono de la diosa Stacia en el castillo. Golpeó furioso el brazo del mueble y se levantó sumamente molesto. La escena no salía de su cabeza por más que pensara en otra cosa. Stacia se había reusado a permanecer a su lado... aún y cuando le ofreció gobernar a su lado incluso las moradas frías a las que más tarde fue desterrado. Sin embargo... ese sujeto... ese malnacido cabro había salido de las tierras despreciadas por los dioses y los hombres para interferir en sus planes, tanto del avance de la guerra por los mundos como de su reconquista de la diosa.

En ese momento, la diosa Solus, apareció tras la puerta, abriéndola de golpe y mostrándose agitada. -¡No está!! ¡Stacia desapareció!

-¡¿Cómo que desapareció?! ¡Deben buscarla por todo el castillo! –se acercó rápido hasta la peliceleste y juntos salieron de la habitación real.

Mientras tanto... en las mazmorras, una discusión elocuente se alcanzaba a escuchar hasta la entrada.

-¡¿Cómo que no puedes dejarme pasar?! –el sonido de la voz molesta de la princesa castaña, llamó la atención de todos los prisioneros, en especial, la del ojigris, que estaba recostado contra la fría pared de su confinamiento. Al escucharla se acercó rápido a los barrotes, a pesar de que estaba bastante lejos para escucharla, se afianzó a ellos y los apretó fuerte, esperando que de un momento a otro, su figura apareciera frente a él.

-Lo lamento... son las órdenes de la princesa Terraria... ella dijo que... -apenas y puede articular el hombre con el que discute.

-No me importa lo que ella haya dicho... -respirando hondo, se empoderó de su cargo. –Soy la diosa Stacia, estas son mis tierras, es mi castillo y yo puedo ir hacia la dirección que guste. –Le dijo firme, por lo que el guardia no hizo más que bajar la cabeza ante ella y cederle el paso.

Tras dejarlo atrás dio un suspiro de alivio y se encaminó, guiada por la luz del farol que llevaba en la mano. Llevaba poco más de un mes averiguando el lugar exacto donde se encontraba Alistair, para hacer un movimiento certero, no sabía lo que pasaría de ahí en más, pero estaba segura de hallar la respuesta al volver a verlo.

Corrió entre los pasajes oscuros, hasta que finalmente escuchó su voz llamándola. La había visto al cruzar el pasillo y sacando la mano por la baranda, trataba de llamar su atención.

-¡Staciaa! ¡Staciaaaa!

-¿Ali? –empezó a mirar en todas direcciones tratando de localizarlo, hasta que vio la mano saliendo de la reclusión, emocionada, su sonrisa se dibujó al instante y corrió hacia él. Atrapó su mano tras los barrotes y se aproximó lo más que pudo hacia su rostro en medio de los mismos. -¡Alistair! –Las lágrimas inmediatamente se le derramaron al verlo, el rostro manchado de hollín, las ropas gastadas y la apariencia devastada, consumido por la delgadez. -¿Pero qué te han hecho?...

-Tranquila... ¿Qué estás haciendo aquí?... –sacó la otra mano y le acarició el rostro. –Si te descubren...

-¡No me importa! He estado buscando la manera de poder venir a verte... ¡Perdóname por no poder venir antes! Sólo mírate... yo no quería esto...

-Stacia... cálmate... ¿recuerdas lo que alguna vez te dije?... Yo estaría satisfecho de ir al mismo infierno por ti... esto... no es nada, no importa, estoy bien. –Trataba de tranquilizarla, aún sabiéndose descuidado.

-Tu pueblo... tu ejército... ha mandado una declaración de guerra a Underworld... -le dijo cayendo en la desesperación. –No sé qué vamos a hacer... Por el momento tenemos que salir de aquí...

Al escucharla la mirada gris, se alejó de ella y se dirigió al suelo, soltándola también, entro los brazos a la celda.

-Alistair...

-Después de todo lo consiguió... Vector tenía muy claro todo lo que quería... -cerró los ojos fuertemente y cayó arrodillado sosteniéndose el pecho.

-¡Alistair!

-No... -negó con la cabeza, en señal de que no quería siguiera preocupándose por él. –Todo esto... todo lo que está pasando en por mi culpa... si yo... ¡Si yo no fuera así! ¡Si mi pueblo no tuviera esta maldición! –se llevó las manos a la cabeza. –Nadie nos odiaría... y me permitirían estar a tu lado... ¡Sí sólo hubiera una forma de deshacerme de esto!

-¡Alistair! ¡¿Pero qué estás diciendo?! –se agachó frente a él. –Sabes que a mí eso... no me importa en lo absoluto...

-¡Pero a tu gente sí! ¡Al mundo entero le importa! No estarán satisfechos hasta vernos desaparecer a todos...

-No es así... no al mundo entero... mientras haya una sola persona en el mundo que crea en ti... que te ame... entonces podrás seguir existiendo... en el corazón... en la mente... en la piel... y... hasta en el vientre de esa persona... -le dijo despacio para terminar derramando un par de lágrimas.

-¿Qué... a qué te refieres?... –abrió grandes los ojos en una mezcla de sentimientos de preocupación y alegría. -¿Stacia?...

-Sé que esto... si me hace merecer la degradación y el destierro... no soy lo que la gente piensa... una mujer... consagrada y pura... no lo soy... -las lágrimas le corren por las mejillas en aumento. Sus palabras hacen crecer la ansiedad en el pecho del príncipe. –Pero lo que pasó... lo que hice... fue por amor... el más grande amor... es un máxima expresión...

Como pudo sacó enteramente los brazos por los barrotes y la atrajo hacia él, en un abrazo que se los separaba la frialdad del hierro, pero que aún así les permitía compartir el calor entre ambos.

-¿Cómo?...

-Hace un par de semanas empecé con muchos malestares... no podía mencionarlo ante nadie... mucho menos el médico de la iglesia... por lo que fui al pueblo... el curandero me revisó y me dijo que había sido impregnada... ¿Lo comprendes?... el milagro que une nuestras vidas en una sola... Jamás... pensé que podría llegar a sentir algo así dentro de mí...

-Stacia... aunque la idea me llena de regocijo... también... me inunda de pánico... -le confiesa sin dejar de abrazarla. –Cuando esto se sepa... no me puedo siquiera imaginar lo que dirá el clero...

-Lo sé... -lo abraza con más fuerza. –pero confío en que algo podremos hacer...

-Te lo prometo... nada va a pasarte... ni a ti... ni a él... -le coloca una mano en el vientre, para luego mirarla a los ojos. –Mientras yo esté con vida...

-...Sí... -se separa y se limpia las lágrimas. ¿Qué podemos hacer? Es cuestión de tiempo para que se den cuenta que no estoy encerrada.

-Lo único que se me ocurre por ahora... es llamar a Pyrios... estoy seguro que él podría destruir esta muralla...

-¿El dragón?... –lo mira con grandes ojos abiertos.

El joven se levanta aún con dificultad y tras cerrar los ojos, los abre coloreados de platino y recita el conjuro de llamado de los dragones en lenguaje antiguo. Sus cabellos se mueven ligeros con el viento emanado de la convocación pero no ocurre nada, mas cae agotado sobre el piso de la celda.

-¿Qué ocurrió? –pregunta preocupada.

-No... -tiembla su mirada gris. –No puedo... es... es como si la magia de Dragon Lord ya no estuviera conmigo... -se mira las manos extrañado. A lo que Stacia abre grandes los ojos.

-Fue... fue Vector... -al escucharla empezar a hablar juntó su mirada con la ambarina. –él... dijo de que espada... la espada de la muerte... era capaz de absorber las almas... él...

-¿Él... me robó el trozo de mi alma que puede controlar a los dragones?... no puede ser... -empezó a sentirse desesperado, tanto que apretó las manos contra el barro del suelo de la celda.

-Ávalon... Stacia-sama... si van en busca de la dama del lago... ella seguramente les ayudará... -se escucha una voz proveniente del calabozo contiguo.

-¿Ryoutaro?... –preguntó el príncipe al escucharlo.

-Disculpen la intromisión, pero era verdaderamente imposible no escuchar...

-En verdad era verdaderamente imposible... -se escucha entonces la voz de Vector, que precedió a un inmenso estallido, que los ensordeció a todos los unos momentos.

26 DE OCTUBRE DE 2029 –ACTUALIDAD-

-Con que eso fue lo que hizo la dama del lago... para suplantar la mitad del alma que no tenías... te colocó a Excalibur como complemento... ahora todo tiene sentido... -se alejó un poco sin notarlo. –Teniendo un alma de espada... era lógico que el espadachín negro alcanzara ese nivel de destreza y habilidad... Mientras que la otra mitad del alma... Kazuki... -piensa rápido y retrocediendo otro par de pasos sale corriendo por la puerta de la mazmorra en la torre, seguido de Morgana, dejándolo sorprendido, para instante siguiente tomar a Asuna en sus brazos.

Sin levantarla del suelo, su brazo fue ligeramente apretado por los finos dedos de la castaña. –Ali... se supone... que yo iba a rescatarte... pero siempre eres tú... quien llega montado en su pegaso negro y entra sin descuido por mi ventana...

No puede siquiera responder a su elocuencia, aprieta los labios y frunce el seño suave, tratando de controlar las lágrimas, para abrazarla y cerrar los ojos.

Al siguiente parpadeo, los ojos grises han regresado a la normalidad y al sentir el dolor de las heridas dispersas por todo su cuerpo Kirito aprieta fuerte los párpados, pero no suelta a la chica, entonces la observa con más detenimiento, lo pálida que se iba poniendo poco a poco, mientras la mano que tenía bajo sus piernas al sostenerla se humedece, por lo que la saca para observarse, sus ojos se abren inmensos en la sorpresa y preocupación al ver su palma inundada en sangre. -¡Asunaa! –la alza y mira hacia la ventana. Traga saliva preocupado.

El sonido de un vidrio quebrándose se escucha a lo lejos, llamando la atención de Kazuki, que por un momento se distrae y es cortado en el brazo por uno de los caballeros negros.

Al mismo tiempo que el sonido de los pasos rápidos se perfilaban en la estancia y disminuían una vez se adentraron en el bosque.

-No lo puedo creer... ¡No puede ser que nos dejaran atrás! ¡Si iba a salir por Kirito, debían decirnos! –se queja molesta la joven Asada.

-Es verdad... hasta Kazuki-san se fue con los caballeros y el rey... me pregunto por qué pasará esto... ¿Es que acaso ya no importa si estamos o no?... –se para en seco Silica. –Kazuki-san no me dijo nada... a pesar de que hoy... -se calla a sí misma, sacudiendo la cabeza.

Liz la escucha pero no menciona palabra. Más que la estrategia de ataque. -¿Y pensaste en lo que hablamos?...

-¿Hablar? –se interesa Klein.

-Sí... si lo llamo a él... sin duda será una poderosa fuerza de ataque de nuestro lado... -responde seria la Meister

-¿Llamarlo? ¡No estás hablando de un dragón como lo que hizo el hermano de Kirito! –la reprocha el salamander.

-¡Claro que sí! ¡¿Qué más podría hacer yo?! ¡Yo no tengo ningún poder que pueda contribuir a la batalla más que ese!... no quiero quedarme atrás...

-Pero Silica... ¿Acaso no viste en las condiciones en que quedó Kazuki al hacerlo? Es una locura... hallaremos otro método... -trata de persuadirla Shino.

-¡¿Por qué le andas metiendo esas ideas en la cabeza Liz?! –le reclama su novio.

-No son ideas... -responde seria. –Cada uno de nosotros está haciendo lo mejor que puede... no podemos sólo quedarnos mirando... y si en ese pequeño cuerpo... está el recurso para utilizar una Skill majestuosa como esa... ¿Quiénes somos nosotros para impedirlo? ¡¿Acaso le dijimos a Kirito que no usara su doble empuñadura en las batallas?! ¡Por supuesto que no! ¡Porque dependíamos de él!

-Liz... -la mira sorprendido Klein, era verdad, todos los puntos que había tocado eran ciertos. No había peor humillación que no hacer nada, teniendo la posibilidad de hacerlo.

El viento soplaba con fuerza y movía los cabellos de Leafa que no había mencionado palabra, se limitó a levantar la mirada al firmamento. –Onii-chan...

Mismo viento que se oleaba por toda la zona, regresando sus pasos hacia la entrada del castillo de gobierno, en el cual, un par de niñas tomadas se la mano estaban asomadas. Como si su conciencia se explayara, algo no dejaba de preocuparle al gemelo, que en más de una ocasión había vuelto el rostro en esa dirección.

Antes de su salida... había cruzado unas últimas palabras con la ex vice comandante, mismas que habían agitado su corazón, en un sentimiento que muchas veces había preferido ignorar, mantener controlado para no sentirse nuevamente miserable... y Ahora ese mismo recuerdo efusivo lo hace sentir tan solo que la batalla parece perdida antes de lo esperado. ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué estaba pensando?... el metal de la espada sonó al caer al suelo, seguido de su dueño arrodillado sin esperanzas.

La vio, salió corriendo desesperada del castillo, seguida de los caballeros, ¿Qué estaba pasando? Sin pensarlo dos veces, se aventó por el balcón donde estaba asomado, a caer sobre el tejado de más abajo y así de piso en piso, hasta aterrizar a unos cuantos metros de ella, prácticamente la persiguió hasta alcanzarla y tomarla del brazo, impactándola por la sorpresa y provocándole una mirada reprobatoria.

-¿Qué estás haciendo? Suéltame, debo irme... -lo miró desesperada.

-¿Pero qué pasa? ¿A dónde van? –mira entonces a los acompañantes, el rey junto a los caballeros de la integridad. –No me digas que tuvieron alguna noticia...

-Merlín pudo sentir la presencia de Morgana, -explica Eugeo.

-¿Morgana?... ¿Acaso no es ella la bruja que mencionaron antes? –mira preocupado hacia Asuna.

-Es por eso que no hemos dicho nada... no queremos arriesgar a nadie –se cruza de brazos Alice. –No es una misión para cualquiera.

-¡¿Qué quieres decir con eso?! ¡Yo tengo que estar con Asuna para protegerla! –Ante su comentario la rubia alzo las dos cejas.

-Kazuki-kun... -lo detuvo en su ímpetu la castaña. –Por favor... debemos irnos antes de que la pista de Morgana se pierda...

-No... -la preocupación era ineludible. –Por favor...no te expongas... no soportaría que algo te pasara...

-Debo... -lo miró comprometida –se trata de Kirito-kun... -se le llenan de lágrimas los ojos al decirle esas palabras precisamente a él. A sabiendas que todo lo que pasó entre ambos es recordado con vehemencia. –Por lo que haya sido... Kazuki-kun... no me arrepiento... -le dijo casi sin aliento, por lo que él abrió grandes los ojos, -pero me duele demasiado que todo haya terminado así... todo lo que esa verdad provocó... ahora debo asumir mi culpa... -trató de zafarse, pero el agarre del pelinegro se hizo más fuerte, tanto que terminó por abrazarla. –Yo siempre voy a estar ahí para ti... aún cuando tú ya no me necesites... -tras permanecer así unos segundos, toma fuerzas y prosigue hablando casi en forma de susurro, -Cada mañana, al verte pasar se iluminan mi día y mi corazón... es por eso que, siempre me tendrás aquí parado, cerca de ti, para poder contemplar tu belleza. Es así que no existe nada, que pueda hacer que no llegue a la hora, que tú pases, dando luz a nuestra avenida... pues toda tu existencia es un sol que nos ilumina... -prácticamente le recitó al oído.

La remembranza fue entonces inevitable, aquellas palabras las había escuchado antes... aunque no estaba segura del donde ni cuando... -Kazuki-kun tú...

-No me gusta que estés en peligro, te amo y no puedo negar lo que siento -toca con suavidad sus mejillas-pero si en el futuro llega a pasar algo por favor no llores por mí, ámame como lo hiciste esa noche y guárdame para toda la vida, así sabré que al menos mi existencia no fue en vano... sé que soy un maldito egoísta... pero Asuna... nunca pude dejar de amarte... ni quiero hacerlo...

-Saldremos de esta... todos... ya lo verás... no tienes por qué hablar así... entonces recordaremos juntos aquella vez... -le sonrió abriendo el espacio de los acontecimientos mencionados.

AINCRAD, AGOSTO 12 DE 2023, PISO 34

Después de que completara un día entero de caza contra los poderosos ogros y lobos salvajes que en el piso abundaban, Asuna iba de camino hacia el portal de tele transporte a su vivienda pisos abajo.

Por el momento la línea delantera se hallaba a 3 pisos arriba, por lo que para ella era perfecto meterse en estos lugares para subir diariamente su estatus y su poder, no podía permitir quedarse estancada y ser cuidada por todos aquellos hombres de su gremio que se desvivían por protegerla.

Aun hoy siendo conocida como la mejor guerrera de Aincrad, la mayoría de los hombres solo la trataba con respeto y con un enamoramiento que ellos creían tener, pero que ella veía que solo la deseaban como objeto al cual vanagloriarse con los demás. Esto no lo permitiría, en su mente las palabras que aquel espadachín negro de nombre Kirito le dijo en los primeros pisos se le quedaron grabados en su memoria y aunque no lo había podido volver a ver, siempre le estaría agradecida por darle el empujón que ella necesitaba para ser quien era ahora.

Por supuesto, pensar en lo que Kirito le dijo a lo que debía de hacer era diferente, pues vivía encerrada en las batallas subiendo día a día su estatus, mandando a mano dura a quienes la servían con lealtad ciega y por eso se hallaba en el estado actual de casi desfallecer.

Había estado más de 15 horas inmersa en su entrenamiento, en un campo de batalla lleno de esos monstruos, había subido de nivel, pero ahora se sentía extraña, la incomodidad que la acompañaba no la dejaba pensar bien.

A menos de 3 minutos hallo la entrada a la ciudad de Atenas, una de las dos ciudad principales de ese piso casi enteramente dedicado a la antigua Grecia, quienes la veían pasar no advertían su estado de salud porque estaban inmersos en admirar la belleza y lo temible que era su nombre.

-¿Oye preciosa, quieres acompañarme?-pregunto uno

-¡Hermosa se mi esposa!

-¡Ven conmigo cariño seré tu apoyo, cásate conmigo!

Los piropos no dejaban de escucharse, quería sacar su amada espada de su cincho y atacarlos, pero apenas y podía caminar, poco a poco sus parpados se cerraban y sentía un calor insoportable. Se alejó poco a poco de quienes la seguían y al meterse a un callejón los perdió por completo.

-¿Qué me sucede?-se preguntó en voz baja mientras trataba de recordar si había sido atacada por algún monstruo con efectos como estos, pero por más que tratara más le dolía la cabeza, sus pasos se volvían inestables y su cuerpo comenzaba a calentarse en demasía.

En un momento perdió la conciencia de donde iba, era como estar en piloto automático, se sentía como en las nubes, se sentía ligera, lo último que recordó fue que algo la atrapo en dos fuertes brazos, un cabello negro en conjunto con una mirada gris preocupada le dio pauta para saber de quién se trataba. De sus labios escucho su nombre antes de caer en el vacío de la inconsciencia.

-¡Asunaaa!

"Kirito"

Ya había pasado casi un año desde que este mundo de la muerte dio inicio, un largo tiempo al parecer de muchos, pero mínimo en mí caso. La línea delantera siempre en constante movimiento llovía de órdenes y avances para que todos los jugadores de niveles medios y bajos estuvieran seguros de que todos podrían en algún momento regresar al mundo real.

Pero en mi caso no lo quería, no quería regresar al mundo real, este es mi mundo ideal, un mundo donde me siento vivo, un mundo donde podía vivir sin problemas, sin riesgos, sin preocupaciones.

Sólo pocas cosas me interesaban fuera de mi burbuja de felicidad y hablando de ello mientras camino por las transitadas calles de Atenas puedo oír cómo se produce un alboroto, no es extraño si esto fuera la línea delantera, pero acá 3 pisos por debajo ya rara vez se oía esto.

Con curiosidad y sin quitarme la capucha que adornaba mi faz me acerqué. Mis ojos grises se dilataron de sorpresa al verla, siempre hermosa, siempre perfecta, una mujer en todo el amplio sentido de la palabra. Desde la primera vez que la vi en el piso 1, mi corazón no ha dejado de latir por ella, por supuesto eso nadie lo sabe y yo mismo tampoco he querido que se sepa, soy demasiado tosco en lo que se remite a lo social y tal vez si me acerco me vea como sus locos fanáticos.

Estaba por dar media vuelta cuando lo noté, mis ojos se entrecerraron para confirmar su estado, no respiraba bien, sus pasos aunque parecían seguros eran tambaleantes y eso era extraño, ¿qué le había sucedido?

No tarde en seguirla por el otro extremo de la plaza para que nadie notara mis intensiones, salté sobre los tejados y cuando localicé su posición estaba a punto de caer desmayada. Mordí mi labio, era demasiado lo que estaba pensando, ¿pero en verdad quería ayudarla?

-Soy un maldito cobarde-dije en voz baja y salte a su encuentro, mi capucha dejo ver mi rostro y mi ser siendo lo último que ella vio antes de perder el sentido.

-¡Asuna! -le grite por inercia al levantarla -¿pero qué? -dije en sorpresa al sentir completamente caliente su cuerpo, su respirar se había vuelto elevado. Fruncí el ceño al pensar en lo peor -¿acaso fue atacada?, pero eso era imposible, el terrero de un pueblo o ciudad es seguro y nadie puede ser atacado, además los estados negativos debían de quitarse una vez que se ingresa a uno de estos.

-¿Está enferma?, no... es imposible -susurre mientras que con mis ojos distinguía el letrero de hotel de NPC lo suficiente oculto como para no alertar a nadie sobre lo que pasaba, no sólo por el hecho de que ella estaba inconsciente si no porque tarde me di cuenta que mi apariencia estaba a la luz del día.

La cargue con cautela, ella era una hermosa mariposa que debía ser tratada con delicadeza, una guerrera de estas características pocas veces se veían y con la información que de vez en cuando le compraba a la Rata más la conocía.

La sensación que siento con sólo verte es indescriptible mi querida Asuna. Eres una gran luz y me has deslumbrado desde nos vimos en el primer piso, conocerte es el mayor de mis anhelos y aunque al principio no sabía lo que me pasaba y me irritaba cada vez que pensaba en ti, me fui dando cuenta que mi cariño por ti se fue convirtiendo en algo más, en algo imposible, en algo que debía de convertirse en efímero, porque como todo en este mundo, podías morir en mi alma si yo desaparecía. Aunque no lo sepas y jamás te lo diré, eres esa luz que ilumina todos mis días, eres ese postre que nunca quiero dejar de comer. Tienes la combinación perfecta de ternura con seducción y simplemente no puedo dejar de amarte. Amor... -sonrió con tristeza mientras que caminaba con rapidez hacia su lugar de destino, sus ojos grises se aguaron un poco-es raro que lo haya encontrado, pero tú lo significas y lo simplificas de igual manera.

La noche finalmente cayó mientras que ingresaba a la habitación que renté con mi preciada carga, me preocupaba cada vez más su estado, era su condición algún virus o mal estado del sistema?

La dejé encima de la cama mientras que de mi inventario sacaba una bandeja y una toalla húmeda, saque agua de un estuche que portaba y lo puse en ella, lo bueno es que recién había pasado por un lago congelado que por los cambios de temperatura había dejado sacar varios cubos grandes. Los vertí para hacerla más estable a la temperatura que deseaba y procedí a colocar el paño sobre la frente de Asuna.

-¿Qué hiciste para llegar a este estado? ¿es tan grande tu deseo de superar lo que sea y dejar atrás tu propia salud?

Los sentimientos son tan profundos y las palabras tan superficiales que a veces no es fácil expresar todo lo que este amor me hace sentir y soñar. Puede que todo en este mundo sea mentira, pero mi amor por ti es más verdadero que la vida misma.

OooO

Los ojos de Asuna se fueron abriendo en sesiones de parpadeos luego de algunas horas de comenzar este ritual, su temperatura había bajado como lo predije, pero su estado de enfermedad aun se veía sobre su rostro. Su hermoso color ambar, un color puro me observó queriendo reconocerme.

-¿Asuna?

No me habló, solo lanzó una sonrisa cansada y volvió a cerrar sus ojos, esto fue extraño, es como si no pudiera estar consiente mucho tiempo. Su mano derecha cerca a la mía me atrapó en un apretón fuerte y para mi sorpresa lagrimas comenzaron a resbalar por sus orbes aun cerrados.

-¿Qué sucede, te sientes bien?

-Gracias por preocuparte por mí, es poco con lo que puedo compensar siendo que soy una niña mimada y nada agraciada. Soy una debilucha y una sentimental.

-No, eso no es cierto-apreté su mano sobre la mía-tu eres alguien importante, eres una guerrera fuerte, nunca te has derrumbado a comparación mía, soy un egoísta, una persona que puede ser una basura y que nadie querría estar a su lado. Así que tú no debes de pronunciar esas palabras, si estoy aquí es porque quiero, porque no puedo permitir que estés así.

-...-sus lágrimas volvieron a caer, cambié el paño de agua que había perdido su estado de congelación mientras que ella me veía con ojos acuosos, era como si la que me hablara no fuera Asuna, si no su subconsciente, aquella persona que estaba atrapada en un mundo de hielo, un mundo de soledad y tristeza.

Me acerqué poco a poco y con mis labios limpie con suavidad sus lágrimas, ella no hacia ningún movimiento mas salvo observarme, su temperatura por fin volvió a la normalidad y ella me sonrió preguntando mientras que acariciaba su suave mejilla

-¿Cómo te llamas?-no terminó de preguntarme y siguió-mi nombre es Asuna, Yuuki Asuna

-Yuuki

-¿Y el tuyo?

-...-en verdad no reconocía donde estábamos, se estaba presentando como si estuviéramos en la vida real, como si los tabúes de decir nuestros nombres reales no fueran un estigma. Suspiré, estaba bien decirle mi nombre, nadie estaba cerca y sólo yo podría saber su secreto, además si ella caía en sueño y despertaba a la mañana siguiente estaba seguro que nunca recordaría nada. Sonreí con tristeza al pensar lo último y hablé

-Puedes llamarme Kazuki, Kirigaya Kazuki

-Kazuki-kun-me sonrió-sabes, te pareces a alguien que he visto, pero que no recuerdo -se tocó su frente con cautela

-¿Te duele la cabeza?-pregunte obviando su respuesta, era lógico que me pareciera a mi hermano, después de todo ese día había dejado de usar el avatar porque quería estar a solas y en libertad en este paisaje, por supuesto después lo volvería a portar ya que sabía cómo burlar el sistema en este caso.

-Un poco

-Duerme, te sentirás mejor en la mañana Asuna

-¿Te quedaras conmigo Kazuki-kun?

-Toda la noche Asuna, no te preocupes, descansa

-Gracias

Al verla dormir en un rato sin que ella soltara mi mano me di cuenta de que aquellos síntomas los conocía, aunque era extraño que pasara en un mundo virtual como este no había duda, era un resfriado, tal vez porque las estaciones están en proceso de cambio en casa es que nuestros cuerpos reales están afectados.

No puedo despegar mi mirada de la tuya, mi hermosa guerrera. Me atraes como si fuera yo un pedazo de metal y tú el imán de mi corazón, eres la única persona que me hace sentir esto y aunque sé, que tu corazón ha decidido otro camino, me alegra que seas feliz, que más diera yo ser el afortunado de tus sonrisas, tus besos y tus palabras. Es imposible no notar que estás en un lugar ya que iluminas hasta el último rincón con tu esplendorosa presencia, tu mirada tan pura y electrizante hace que muchos se fijen en ti, pero sólo pocos sabemos la verdad, eres única.

-Asuna, qué has hecho conmigo... -susurre en voz baja mientras que mis labios se aproximaban a los suyos, tal vez una maniobra irresponsable pero nada perdía, si esta era la única oportunidad de estar a su lado con gusto lo aceptaré, pero antes debo probar su miel, su calor y su presencia.

Sólo la luz de la luna llena sería la única testigo de lo que ocurrió, mis labios se juntaron con los suyos un momento, luego bese sus parpados, sus mejillas, su frente y entre sus pechos. Nada me hacia el hombre más feliz que estar al lado de mi princesa. Finalmente le susurré.

-Lucha, esfuérzate, protege a quienes amas, protege a los débiles. Se bondadosa mas no ingenua, se valiente pero no engreída. Ama sin obstáculos, ama completamente, no a medias. Se una líder viva... no muerta, llévalos a todos por el buen camino-la volvió a besar-se la mujer que amo, supera el pasado y mira siempre al horizonte, que nada ni nadie te diga lo que tienes que hacer, vive, ríe, ama y si en algún momento del camino nos llegamos a encontrar permíteme amarte como lo mereces.

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El sol se dejaba ver en el horizonte y mientras más temprano se hacia la luz finalmente llegó sobre los ojos de la Vice Comandante quien se movió sobre su eje y se tapo con las sabanas para evitar que la molestara más, pero cuando pretendía volver a despertar sus ojos se abrieron y se sentó de golpe.

-¿Pero qué?

Lo último que recordaba bien es que había entrado a la ciudad de Atenas desde los campos de caza, después no recordaba bien pero le comenzó a dar mucho calor y luego ya no supo más de sí

Estaba por levantarse cuando noto una rosa rosa encima de su almohada y una nota que contenía dos simples palabras "Recupérate pronto"

Confundida era decir poco nadie en su radar estaba cerca y si lo estaba debía de tener un muy alto grado de la Skill de invisibilidad, aun así comprendió tras ver la bandeja y la toalla que había sido cuidada por alguien. Una persona que no se sobrepasó, una persona en la que debía de confiar.

Con el viento fresco ingresando por la ventana se acerco a ella mientras olía la hermosa rosa que brillaba en todo su esplendor, tal vez el aroma era una programación virtual pero esta esencia le recordaba a su niñez, a aquellos campos de hermosas flores que habían en la casa de sus abuelos.

No recordaba nada, pero parecía que su alma sí, estaba más ligera que nunca y sus preocupaciones habían desaparecido. Una brisa más refrescante que la anterior inundó su cuerpo, cerró sus ojos y se dejó consentir por la delicada oleada de viento que la rodeaba, al sentir un delicado rose en su mejilla abrió sus ojos topándose con los pétalos de la rosa que sostenía, todos se hallaban a su alrededor y la protegían como un escudo, un escudo enviado por alguien más. Miró cada uno de ellos escuchando un susurro regido por el viento, un mensaje que era exclusivo para sus oídos

Cada mañana al verte pasar se ilumina mi día y mi corazón, es por eso que, siempre me tendrás aquí parado, cerca de ti, para poder contemplar tu belleza. Es así que no existe nada, que pueda hacer que no llegue a la hora, que tú pases, dando luz a nuestra avenida, pues toda tu existencia es un sol que nos ilumina. Asimismo, eres un verdadero ángel, caído del cielo y que nos da el privilegio, de poderla mirar. Vive y reina para siempre mi querida Destello, pues mi corazón ya ha sido cautivado por ti.

Una sombra negra la observaba desde lejos mientras que la mencionada quedaba abrumada y sonrojada al extremo, sus labios se curvaron en una sonrisa y poco después se lanzó hacia las calles poco transitadas para volver a su rutina, a su vida normal y mientras lo hacía un conocido timbre de campana se dejó oír seguido de una luz. Al salir del callejón los que por ahí transitaban sólo pudieron ver como un espadachín de cabello negro, alto y con armadura roja se dejaba ir hacia los campos de caza con una sonrisa en sus labios, no había sido mala idea el haber usado el espejo, porque gracias a él y a un resfriado había podido estar cerca de la única mujer que le había hecho pensar que la vida valía la pena.

-Este día fue el más productivo que he tenido-susurró en voz baja-si mi final está cerca creo que moriría con gusto de haber estado con la mujer más hermosa que he conocido. Ahora si no tengo nada que temer.

Nada más decir eso su vista detecto los movimientos de los enemigos de piso, su sonrisa se ensancho y desenvainando su espada se lanzó al ataque con mas vitalidad de lo que acostumbraba.

26 DE OCTUBRE DE 2029 –ACTUALIDAD-

Antes de su salida... había cruzado unas últimas palabras con la ex vice comandante, mismas que habían agitado su corazón, en un sentimiento que muchas veces había preferido ignorar, mantener controlado para no sentirse nuevamente miserable... y Ahora ese mismo recuerdo efusivo lo hace sentir tan solo que la batalla parece perdida antes de lo esperado. ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué estaba pensando?... el metal de la espada sonó al caer al suelo, seguido de su dueño arrodillado sin esperanzas.

-Me lo había prometido a mi mismo... que ya no dudaría... y que tomaría fuerzas de esos... mis recuerdos... pero acabo de darme cuenta Asuna... que no puedo vivir del pasado... si mi vida y mi presencia sirven para algo... entonces los usaré con gusto por ti... -Tomó la espada entre sus manos y con toda su fuerza la atravesó en el cuerpo del caballero negro frente a él, partiéndolo por la mitad. No estaba seguro de qué trataba... si en verdad estaba asesinando personas... o como en la realidad virtual sólo había que esperar su regreso... eran teorías que descubriría con el paso del tiempo...

La vida en este mundo se esfumaba tan rápido como el soplido sobre una vela.

Y todos... en cierta medida están por comprobarlo.

CONTINUARÁ...

SAO, White Butterfly, Capítulo 21 "Demasiado tarde"

Quiero agradecer por la COLABORACIÓN a la escritora Yui Kirigaya-sama, quien nos trajo la historia de Kazuki y Asuna en Aincrad que apareció en este capítulo, idea original de ella y escrito de ella, yo solamente lo acomodé a mi formato. Me encantó la historia cuando la leí y no pude evitar compartirla con ustedes, porque es algo que en verdad nos abre un poco más el camino de los pensamientos de Kazuki, quien es un personaje fundamental en mi escrito, sé que a muchos les gusta la historia de este OC así que es mejor explotarlo antes de que cualquier cosa pase..

ARIGATO MINNA-SAN!

JA NEE!

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