Capítulo 19 "Arondight"
-¡AGGHHHHH! –el grito ahogado del Starlight llamó la atención de Morgana.
La misma habitación, el mismo entorno, pero mostrando la realidad. La torre oscura donde estaba recluido. La magia de la bruja había activado con mesura la magia de ilusión de la clase Spriggan que aún conservaba a pesar de la utilización de su avatar mítico sobreagregado.
Kirito respiraba con dificultad, mientras sus ojos emitían un resplandor verde brillante.
-Me pregunto si con este nivel de magia será suficiente para destruirte... -le colocó la mano en la mejilla. –Necesitamos a Alistair pronto... -lo miró por algunos segundos de pies a cabeza y el extraño movimiento de su respiración tóraco-abdominal le llamó la atención. –Me pregunto qué estarás soñando...
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WHITE BUTTERFLY
Capítulo 19 "Arondight"
25 DE OCTUBRE DE 2029 –TORRE OSCURA- EFECTO DE MAGIA SPRIGGAN-ACTUALIDAD-
ADVERTENCIA: VIOLENCIA SEXUAL
El pelinegro movía las manos sin renunciar a su afán por la libertad, mientras su respiración se aceleraba de momento evidenciando en las exhalaciones por su boca y el movimiento agitado de su pecho y abdomen que se contraía con los estímulos que le proporcionaba.
-¡Bastaaaa! –le gritó con la garganta casi entrecerrada por las sensaciones dentro de su pantalón.
-¿Por qué lo pides?... ¿Acaso crees que no mereces pasar por algo como esto? –Preguntó desde su lugar Asuna. Sus palabras abrieron grandes sus ojos grises. Era verdad... ¿Quién era él para liberarse... si él mismo había propiciado una situación así en el pasado? –Yo no lo merecía... -Sus palabras lo descompusieron, el inmenso dolor que sentía hacia ese recuerdo lo mataba día tras día... pero pensar que se encontraba en una situación similar... y la molestia enorme que sentía... sin duda no se comparaban a lo que ella sintió en su momento. ¿Merecía entonces lo que le estaba pasando?...
Bajó la mirada y las energías que aún conservaba se hicieron nulas ante sus palabras, las lágrimas se resumieron poco a poco en sus ojos entrecerrados, mientras los gemidos de impotencia lo hicieron presa de la desesperación. Con un leve movimiento de su rostro en negación, las gotas se deslizaron sobre sus mejillas. Abrió la boca dejando escapar un quejido de miseria.
-¿Así que te diste por vencido?... –lo miró seria la Yuuki.
-Puedes hacer lo que quieras... -le respondió de la misma manera. –Si esto es lo que quieres... entonces hazlo... -las cejas temblaban al mirarla.
De un momento a otro la conversación se tornó solamente entre ellos dos, la presencia de Asagi había desaparecido sin que lo notara siquiera.
Se limitó a cerrar los ojos y liberar un par de gemidos al sentir como la mano de Asuna se posaba sobre su intimidad.
-¿Ya no piensas resistirte?... –acompañando sus palabras su mano se movió contra él proporcionándole presión.
Movió las cadenas por la falta de control que empezaba a invadirlo y apretó los dedos de las manos en puños. –Es que no puedo... -apretó los dientes y cerró fuerte los párpados cual deseara con eso brindarse una distracción al estímulo principal. -¿Me lo merezco no es así?... Y aunque lo odie... ¡Aunque me repudie! –echó la cabeza hacia atrás víctima de la angustia mezclada con el placer que había empezado a recorrer sus piernas, quitándole estabilidad a sus pies apoyados sobre el piso.
-Dices eso... sin embargo... -se agachó despacio hasta quedar a la altura de la cadera del joven, quien al ver los cambios en sus movimientos la siguió con la mirada, observándola expectante, para segundo siguiente apretar fuertemente los párpados al sentir sus labios sobre la tela que la separaba de su piel. Había empezado a besarlo, situación que lo enloqueció, movía la cadera hacia los lados tratando de que lo soltara, pero ella lo afianzó, tomándolo bajo la cintura con ambas manos.
-No te muevas... te puedes lastimar. –Metió la mano bajo los retazos de tela sobre su pecho, descubriendo su abdomen, para humedecerlo con sus besos también. Repartiéndolos entre su ombligo y su vientre.
La situación era inclasificable... ¿Cómo podría llamarse al hecho de ser atacado por su esposa? ¿Atacado? ¿Era así como se sentía?... Las sensaciones placenteras que amaba, los toques de sus labios que durante tanto tiempo había anhelado, esa manera tan suya de enloquecerlo... se había traslapado de una manera horrenda con su castigo...
-Por favor... déjame... -se debatía entre sus mismas emociones, movía la cabeza de un lado a otro sintiéndose ahogar y enmudecer a la vez. Lo había provocado tanto que se sentía listo para un acto que no concebiría nada más que alimentar la venganza.
-¿Eso quieres?... –se levantó despacio y se acercó tanto como pudo a su rostro, al mismo tiempo que metía la mano dentro del pantalón del espadachín, afianzando su miembro en su mano.
-...Asuna –profirió con una leve voz, mientras la veía tan cerca que estaba seguro si se movía sólo un poco sería capaz de besarla. Al ver las intenciones en sus ojos, la chica se aproximó un poco más, con aparentes mismas intenciones, cuando él se dejó llevar al verla dispuesta, reclinó un poco su cabeza para alcanzar sus labios, hasta estar a un centímetro de su cometido, cuando ella se desvió y alejó, al mismo tiempo que incrementaba la velocidad y fuerza en la caricia sobre su entrepierna, haciéndolo cerrar los ojos.
Caricias despiadadas provocadas por un sentimiento falso... a pesar de tratarse de ella...de su esposa... a pesar de sentirse humillado y usado... traicionado... derrotado... aún así... dentro de su pecho, el amor que una vez la unión entre ambos despertó en él la fuerza para soportarlo.
¿Qué estaba ocurriendo?... podía sentirse libre y abandonado al mismo tiempo. Perdido dentro de la agonía a la que había despertado en medio de aquella marea de placer desbordante que empezó a recorrerlo, detenerse o no hacerlo, se había convertido en una opción que ya no dependía de él, había caído presa de sus manos, manipuladora de su cuerpo y de su alma en un momento vital, encontrándose al límite del decaimiento y desolación.
Sólo quería que continuara... la pregunta que ella le hizo en un principio finalmente tenía respuesta... ¿Se había rendido?... lo había hecho.
Las lágrimas se deslizaban de sus orbes en gotas... una por una al compas de su respiración acelerada, sintiendo como cada vez, la necesidad y el deseo de expandirse para poseerla crecía en su interior, pero en ese momento... no era más que un simple juguete en sus manos... incapaz de tomar las riendas del asunto... manipulado y utilizado como símbolo de su propia fragilidad.
Él que era el dueño de su propio universo había sido desplazado hasta el más bajo de los puestos... sin la autorización para asentir o aceptar. Todo aquello pasaría con su voluntad o contra ella.
Cuando lo notó, ya había sido liberado... toda su virilidad se exponía frente a sus ojos como un trofeo ganado con artimañas. Completamente erguido y palpitante, en busca del mismo placer que lo había llevado hasta ese punto... entonces lo comprendió. Era verdad... no era más que una bestia... con los atributos de tal, tan insaciable, despreocupada y atádica, liderada solamente por sus instintos.
Había empezado a retorcerse en medio de las cadenas...
Las halaba una y otra vez tratando de encontrar aunque fuera un poco de estabilidad y control pero era en vano, su cuerpo lo traicionaba y no podía permanecer quieto. Los labios de su esposa, la lengua de su esposa, la saliva de su esposa... todo combinado en un manjar exquisito que lo consumía al adentrarlo en el calor húmedo de su boca pequeña. Se sentía estimulado desde la primera célula... ¿La posición?, ¿El lugar?... ¿Qué estaba pasando con él que aún en una situación así podía sentir el éxtasis recorriéndolo de pies a cabeza... ¿Acaso no tenía orgullo? No podía permitir que continuara... ¡No!
Luchando contra su propia sed de continuar, se concentró en colocar toda su fuerza y empeño para liberar por lo menos uno de sus brazos, recayendo a cada instante entre sus propios gemidos. Los movimientos involuntarios de su cadera lo llevaban hacia adelante buscando el encuentro con aquello que le propiciaba succión. No podría mantenerse cuerdo por mucho tiempo de seguir así.
Lo había conseguido, aún y cuando se laceró bastante la piel de la muñeca y el dorso de la mano derecha, pero inmediatamente trató de apartar a su esposa de su lado empujándola por el rostro, pero no obtuvo más que ser agarrado por la mano de ella.
-¿Quieres que estrechemos nuestras manos?...
La miró insólito. No era cierto... ¿Hasta cuándo iba a detenerse? Sus ojos incrédulos se posaron en el rostro de la chica que se llevó la mano masculina a los labios para luego empezar a lamer sus dedos y llevarse uno por uno a la boca.
-No... -negó al verla, ya estaba demasiado fuera de control la situación. ¿Qué rayos?...
-No intervengas... tengo que terminar... -volvió a meterse el pene del espadachín a la boca, haciéndolo temblar al instante.
-..No... -Por fa...por favor... -trataba de articular pero cada palabra que pronunciaba le costaba bocanadas de aire.
-¿Por qué quieres que me detenga?, estás tan duro ya... ya casi...
-Por qué... porque esto no es verdad... -dijo finalmente. –Asuna... jamás haría una cosa como esta... y menos a mí... aún y cuando yo la lastimé... yo no quería... ¡No pude evitarlo!
Advertencia desactivada.
De un momento a otro abrió los ojos. Se encontraba aún atado en la torre, frente a Morgana, quien al verlo se sorprendió y emprendió camino hacia la puerta.
-Mortred... ¡Mortreeed! –gritó de inmediato al cruzar hacia el pasillo.
-¡SUELTAMEEE! –le gritó con toda la garganta, mientras se sacudía entre las cadenas, para terminar viéndola marchar y sentirse completamente desvalido. ¿Qué había sido todo aquello?...
Habiendo bajado la mirada, completamente exhausto, sus pupilas reaccionaron a la aparición de una sombra parada en el lumbral de la puerta. Entrecerró los ojos y frunció el seño, esperando ser nuevamente atacado por las cadenas eléctricas, pero a cambio de eso, el sonido de los pasos rápidos llegando hasta él, para segundo seguido ser rodeado por los brazos de una chica lo traen de vuelta a la realidad sumergido en la sorpresa.
Aquel olor... esos cabellos... ese dulce tacto...
-...Asagi... -dijo apenas entre dientes.
Las finas y pálidas manos de la joven se posaron entonces en sus mejillas. –Kirito-kun... -tomó un poco de aire para expresarle todo lo que quería con una sonrisa. -¡Soy yo!
Al escuchar aquellas palabras, la mirada perla se elevó despacio hasta ella, mientras temblaba en incredulidad.
-Soy yo... Asuna... -se le derramaron un par de lágrimas al mencionar su propio nombre.
-¿Qué estás diciendo?... –Aquel sentimiento era extraño... una colisión de emociones que estaba por derrumbar la poca cordura que le quedaba, aunque saber que su amada Asuna había vuelto... el sentimiento de pesar por la pérdida de Asagi lo invadió, al punto que un par de lágrimas se asomaron a sus orbes. Ya nunca tendría la oportunidad de aclarar con ella las cosas, se quedaría para siempre con la incertidumbre de que todo aquello que pasó... fuera o no verdad... su engaño... su traición... su... bebé... -su respiración se agitó de golpe con el pensamiento. Era verdad... Asagi se había marchado... pero su hijo... crecía dentro de su esposa... su esposa que lo había traicionado con su hermano... No pudo más... sus lagrimales se inundaron en un instante y su expresión se descompuso en desesperación.
-¡Kirito-kuun! –lo abrazó nuevamente la ex vice comandante, al escucharlo llorar tan amargamente, sus mismos ojos empezaron a gotear al cerrarse y apretar los párpados con fuerza al tenerlo entre sus brazos.
-Por favor... aléjate... -le dijo con un dejo de voz.
Los ojos ambarinos se abrieron incrédulos al escucharlo. –No... por favor... no me digas eso... yo... Yo vine a sacarte de aquí... -se separó de él con la mirada temblorosa y nerviosamente trató de colocar la mano sobre los broches de las muñecas, estirándose lo más que pudo sobre él, llegando a quedar frente a su rostro, notándolo sumamente cansado, sucio... y ...¿Qué era esa expresión?... Una mirada que jamás había visto en él.
-¿Cómo pudiste?... ¿Por qué?... –bajó la mirada nuevamente y negaba con la cabeza, moviéndola de un lado a otro sin intenciones de detenerse.
-...Kirito-kun... -apretó los puños y luego se los llevó a los labios. -Cardinal-san... dijo que fue cosa del sistema... que los sentimientos por ambos serían los mismos... yo... ¡Yo! ¡Yo lo lamento tanto!
-Lo entiendo...
-Lo bueno es que todos vamos comprendiendo nuestro lugar en el juego... -llegó nuevamente Mortred a la torre donde estaba recluido el espadachín negro.
-Mortred... -lo reconoce Asuna.
-Sabía que te escabullirías... A decir verdad... esperaba con ansias que lo hicieras, no pasaste nada desapercibida en el bosque oscuro... según sé los demás caballeros siguen ahí.
-Tenía que venir... -le responde seria.
-¿Aunque a él lo único que le provoques es asco?... –preguntó cortante y acercándose a ella.
-No tienes idea... -lo miró altiva.
-Pues... esa expresión no es la de un hombre enamorado... ¿Ó es que finalmente enloqueciste Kirito? –lo tomó por un mechón de cabello, halándolo hacia arriba para que lo viera.
-¡Déjalo!
-Claro, claro... -lo soltó, dejándolo con la vista hacia el suelo.
-De todas maneras... al venir aquí... y verlo así... propicias exactamente lo que necesitábamos Stacia... tus recuerdos. –le sonrió.
-¿...Sta...cia?... –lo miró sin comprender. -¡¿De qué estás hablando?!
INICIO DE LOS TIEMPOS
La madrugada se extendía en colores azules, en una acuarela que poco a poco se volvía más luminosa sobre sus rostros. El rocío caía despacio y fresco, mientras los ojos avellana se abrían en sesiones de parpadeos.
Los vestidos rasgados, algunos moretones... su blanca piel tenía la estampa del dolor tatuada en sus delicados hombros y cuello. Frunció el seño al sentirlo, mientras reconocía los alrededores. ¿Dónde estaba?...
-No...
Árboles
-No...
No había un techo resguardando su figura de la intemperie.
-No... no puede ser... -finalmente miró a su lado, encontrando al príncipe dormido plácidamente, semidesnudo. -¿Alistair?... ¡Alistair! –empezó a moverlo, por lo que la mirada plata se fijó en ella.
-Stacia...
-No puede ser... ¿Qué vamos a hacer?, no puede ser...
-¿Qué pasa?... –se sentó y se frotó los ojos, para luego estirarse.
-¡Nos quedamos dormidos! –comenzó a revolver su vestido, buscando hallar entre los fustanes el orden en que cada uno iba.
-Tranquila... sólo es cuestión de volver pronto, nadie lo habrá notado. –se levantó y le tendió la mano para que ella hiciera lo mismo.
El sonido de dos palmas juntándose entre sí, propiciando el sonido de un aplauso lento, los alertó de inmediato, por lo que voltearon hacia atrás, de donde venía.
-¡Vector! –abrió grandes los ojos Stacia al reconocerlo, mientras el príncipe de Overworld, miraba extrañado al recién llegado.
-Me preguntaba cuánto tiempo puede permanecer una diosa dormida como pordiosera al lado de un enclenque...
-¿Pordiosera?... –miró entonces sus vestimentas y tomando las telas entre sus manos las llevó hacia su pecho.
-¿Enclenque?... –lo miró divertido el Starlight. -¿Qué clase de palabra es esa?
-¡No digas nada! –le llamó la atención, aunque en un sonido bajo en decibeles la princesa.
-Stacia... -le tomó la mano, a lo que Vector elevó una ceja. –No tienes por qué temerle a este sujeto... nosotros no hicimos nada malo... -le sonrió el príncipe.
-Como se nota la baja categoría a la que perteneces... pedazo de basura... al no saber con quién estás hablando... -lo miró serio el hombre recién aparecido. Los ojos azules zafiro y los cabellos negros, le daban una postura desafiante.
-Mi nombre es Alistair... representante de Overworld. –Se presentó esperando que el otro hiciera lo mismo.
-Así que era verdad... los rumores de que la diosa Stacia se paseaba con el representante de los cabros... era verdad... -al escucharlo Alistair apretó fuerte los puños. –No eres más que una piruja... -miró sumamente molesto a la castaña.
-¡¿Qué dijiste maldito?! –se adelantó un par de pasos el príncipe, pero enseguida sintió como el aire le faltaba y tuvo que doblarse obligado por la gravedad ante él. Al ser señalado por la espada que portaba el hombre de ojos azules.
-¡¿Qué está pasando?! ¡Déjalo en paz Vector! –empezó a desesperarse la diosa al ver que Alistair apretaba los párpados sin poder pararse, al punto que los cuernos empezaban a asomarse entre sus cabellos. -¡Ya detentee!
Sin intenciones de hacerle el menor de los casos, empezó su explicación. –Esta es Arondight, la espada de la muerte.
-¿Espada de la muerte?... –lo miró preocupada.
-En los terrenos oscuros donde ustedes me confinaron... existen algunos secretos interesantes mi diosa...
-¡AAGGGHHHHHH! –se llevó las manos a la cabeza Alistair y esta a chocarla contra el suelo, mientras empezaba a respirar agitado.
-¡¿Pero qué le estás haciendo?! ¡Ya déjalo! –insistía la princesa.
-Se le llama la espada de la muerte porque es capaz de absorber las almas...
-No... ¡No por favor! ¡Por lo que más quieras! –mencionó sin pensar, cuando la sonrisa se había dibujado en el rostro del dios oscuro.
-Llévenselo... -señaló al príncipe con un movimiento de su rostro, ante el espanto de la castaña.
-¡¿Qué?! –retrocedió un par de pasos al ver como de entre los alrededores, los caballeros negros comandados por Vector, salían de sus escondites y tomando a Alistair lo arrastraron contra su voluntad en la dirección a la que iban.
-¡Nooo! ¡Alistaaaair! –trató de intervenir pero fue detenida por el mismo dios oscuro.
-¡Staciaaa! ¡Staaaciaaaa! –trataba de zafarse con todas sus fuerzas pero le fue imposible.
Las manos de ambos se estiraron en la dirección del otro, pero no pudieron volver a tocarse.
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La puerta de la habitación real, se abrió con brusquedad para prácticamente aventar a la princesa dentro, enredándose en las telas andrajosas de su vestido y caer arrodillada en la alfombra de terciopelo.
-...Alistair...
-¿Pero qué fue lo que ocurrió?, ¿Dónde la encontraste? –alcanzó a escuchar a través de la puerta la voz de Terraria, por lo que se levantó rápido a juntarse contra la misma, esperando escuchar mejor.
Afuera el joven de ojos azules, miraba a la diosa verde sin intenciones de seguir hablando con ella.
-Debes colaborar... sabes perfectamente que no se te es permitido pisar las tierras de Axiom... Pero precisamente por la alarma que se levantó por la desaparición de Stacia-sama, quien venía contigo, el ejército no se ha levantado en tu contra.
-¿El ejército humano? –hizo una mueca de burla. –La encontré dormida en la pradera...
-¿Dormida en la pradera?... –una tercera voz se unió a la conversación, la tercera diosa, representante de la luminosidad: Solus.
-De todas las personas que existen tenías que venir tú... -la miró odioso y se cruzó de brazos.
-A mí tampoco me hace gracia verte Vector... pero cuando se trata de algo relacionado a Uverworld... debemos estar todos unidos... por lo menos en lo que se pueda. –se cruza de brazos también la diosa peliceleste.
-¡¿Unidos?!
-Aja... -lo mira despectiva.
-Bueno... bueno estabas por decirnos cómo es eso de que estaba dormida en la pradera... -lo mira extrañada Terraria.
-Estaba con un hombre... -al mencionar esto apretó el puño furioso.
-¿Un hombre?... –se sorprendió la rubia
-Eso no puede ser... ¡Stacia-sama sabe perfectamente que su posición es! –explica Solus, pero es interrumpida por Vector.
-Es lo de menos ahora para ella... por eso lo atrapé... ese maldito pagará caro su desfachatez...
-¿De quién se trata?... –busca información Solus, mientras Terraria se lleva las manos juntas al pecho.
-Ese maldito cabro...
-Alistair-sama...
Pronuncian al mismo tiempo ambos dioses frente a Solus que los mira sumamente sorprendida. -¡¿Qué?!
26 DE OCTUBRE DE 2029 –ACTUALIDAD-
-Pues... esa expresión no es la de un hombre enamorado... ¿Ó es que finalmente enloqueciste Kirito? –lo tomó por un mechón de cabello, halándolo hacia arriba para que lo viera.
-¡Déjalo!
-Claro, claro... -lo soltó, dejándolo con la vista hacia el suelo.
-De todas maneras... al venir aquí... y verlo así... propicias exactamente lo que necesitábamos Stacia... tus recuerdos. –le sonrió Mortred.
-¿...Sta...cia?... –lo miró sin comprender. -¡¿De qué estás hablando?!
El joven de ojos azules volteó entonces hacia la puerta, encontrando a Morgana parada, mientras sostenía en sus manos un artefacto largo, envuelto en una manta oscura.
-¿Qué es eso?... –los ojos de Asuna tiemblan en sorpresa.
-Pronto lo recordarás... -Tras desenvolverla, Mortred la toma y se la muestra, la espada guardaba en la funda con decoraciones grabadas a fuego.
Kirito que levantó levemente la mirada para percatarse de lo que sucedía, abrió grandes los ojos y sus orbes adquirieron una tonalidad plata al verlo. -¡NOOOOO!
-¿Kirito-kun? –volteó a verlo Asuna, pero cuando regresó la mirada hacia el frente. Mortred clavó la espada en el suelo y con esto el embrujo del que era dueña empezó a correr. Arondight la robadora de almas se puso en marcha.
Asuna cayó arrodillada al instante, frente a un Kirito incrédulo de lo que estaba pasando. -¡NOOOO! ¡Déjala Mortreeeed!
-¿Ah... acaso finalmente estás recuperando tu pasado?...
-...Ki...rito-kun... -se llevó las manos al cuello al sentir le faltaba la respiración la Yuuki.
-¡Noooo! ¡Vas a matarlaaa! ¡Déjalaaa! –se sacudía fuerte, tratando de soltarse pero no podía hacer más que ver como poco a poco la vida abandonaba el cuerpo de su amada, que cayó de lado en el suelo. -¡Si quieres a alguien llévame a mí! ¡Ella! ¡Ella no se merece estooo! ¡Si tanto deseas matarme hazlo! ¡Mátame maldito! ¡Mátameeee!
-Jajajajajajajajajaja, no sabes la alegría que hacer eso me daría... pero necesito a Alistair... ¡Devuélveme a Alistair y lo detendré!!
-¡AGGGHHHHH! –la desesperación de no poder hacer nada... de perderla nuevamente... aún con todo el peso que llevaba a sus hombros, terminó por consumirlo. De un momento a otro se quedó quieto, los ojos le rodaron mostrando la esclerótica, al mismo instante que la escarcha empezó a recubrirlo todo, explotando las cadenas en destellos luminosos a su alrededor, creando una nubosidad cegadora.
Mortred y Morgana miraban en la dirección de las cadenas, que ahora yacían reventadas.
Aún con los brazaletes en las manos, las ropas rasgadas y la sangre estampada ya seca sobre su piel... Kirito, a quien le habían aflorado los cuernos y el resplandor en los iris nuevamente, se encontraba parado en la otra esquina de la habitación con Asuna desmayada en brazos.
-...Stacia... -la mirada dulce del joven espadachín, pasó del rostro de su amada hacia el otro joven y la otra mujer en la habitación. –Vector...
Continuará...
SAO, White Butterfly, Capítulo 20 "La espada que las hadas forjaron"
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