Capítulo 18 "Magia"
-Deberías dejar de pensar en eso... después de todo... ¿Mi bebé no es tuyo no?... –La voz tan absolutamente conocida, lo trajo de vuelta a la realidad... abrió los ojos buscando a la emisora, encontrando a Asagi apoyada contra una de las paredes mirándolo.
-Asagi... -abrió grandes los ojos sorprendido al verla.
-¿Es a ella a la que más deseas ver Kirito-kun?... –la voz volvió a resonar en su cabeza, proveniente del lado contrario de la habitación, por lo que volteó hacia ella. Encontrando a Asuna apoyada contra la pared.
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Capítulo 18 "Magia"
INICIO DE LOS TIEMPOS
Habían pasado alrededor de 5 meses más desde que la diosa Terraria se percatara de los encuentros clandestinos de los príncipes representantes de las tierras del norte y del sur del mundo. Mismos que al no percibir peligro alguno a su alrededor habían seguido viéndose con naturalidad.
En ese momento caminaban por el mercado de la ciudad principal de Underworld, Centoria, conocida por ser la confluencia de los cuatro imperios que conformaban el territorio del imperio humano dentro de Underworld. Hogar de la princesa Stacia, La Iglesia Axiom.
-¿Es seguro que caminemos por aquí?... –pregunta el pelinegro al ver a las muchas mujeres con canastos cubiertas por flotantes velos que dividían cada uno de los negocios, agitando los brazos hacia ellos, en señal de necesitar que se acercaran.
-No tienes por qué tener miedo... son mi gente, las personas para las cuales vivo. –Decía mientras se agachaba frente a una anciana y le colocaba la mano sobre la cabeza.
-Gracias por bendecir a esta inútil anciana... mi diosa... -la miró embelesada la mujer.
-Que la prosperidad rija tu vida y la de los tuyos. –Le respondió para luego levantarse y caminar a paso rápido hacia otro de los puestos y hacer lo mismo. Alistair que iba encapuchado para no ser reconocido la miró incrédulo de la benevolencia de aquella bellísima mujer. Dos cualidades que muchas veces no iban de la mano, reunidas en una sola persona, que amaba.
-Stacia-sama... ¡Es Stacia-sama! –empezaba a escucharse el murmullo entre las personas y cuando menos se lo esperó, fue sobrepasado por varias personas que se reunieron alrededor de ella, formando un círculo, por lo que al principio se asustó y trató de intervenir, pero al verla sonriéndoles a todos, aguardó en el lugar en que estaba parado.
-¡Baile Stacia-sama! ¡Baile Stacia-sama! –las personas empezaron a aplaudir en ritmo cual dejaran un segundo entre aplauso y aplauso.
-¿Un baile? –se acercó a ver el príncipe de las estrellas. Al acercarse su sonrisa se expandió, lo mismo que sus ojos admirados.
Sonrisa que mantenía incluso unas horas después.
-¿De qué te sonríes su alteza? –le preguntó la princesa colocándole la mano delicadamente sobre el hombro, al encontrarse ambos sentados en el tronco de un árbol caído en medio de la llanura. La expedición por el pueblo de Centoria se había alargado más de lo que esperaban. El sol estaba a poco de desaparecer, por lo que el ambiente presentaba una calidez acompañada del soplar suave del viento.
-¿Qué fue eso del baile? –le preguntó directo.
-¿AHH? –casi se cae del tronco al irse de espaldas, por lo nerviosa que se puso al escucharlo. Fue sostenida por él para que recuperar el equilibrio. –Gracias... Pues verás... es cosa de los aldeanos... las personas piensan que todo lo que venga de su diosa es bendición... y bailar, para ellos significa que la armonía quedará en el viento con cada movimiento mío. No sé cómo fue que empezó... pero sin duda es una actividad que los alegra mucho.
-¿Y puedo yo... ser bendecido? De la misma manera... -terminó sin casi ser escuchado, ya que bajó la voz al percatarse de lo que estaba pidiendo. Sonrojándola a ella.
-¿Acaso el príncipe Alistair, el más feroz de los guerreros necesita la bendición de una simple mujer? –le preguntó parándose frente a él.
-Aunque así lo fueras... mi diosa... -cayó al suelo apoyando una rodilla frente a ella.
-...Alistair... -le sonrió y asintió con la cabeza, para luego pasarle rozando el contorno del rostro con los dedos. Anteponiendo su figura a los rayos del sol que poco a poco se ocultaban en la distancia, magnificando el radiante color de sus cabellos castaños al tono rojizo más vivo.
El movimiento de sus brazos elevándose hacia el cielo, acompasado con el movimiento sutil de sus caderas lo dejó embobado al instante. Cual el hada que ordenaba a las flores florecer se hubiera plantado frente suyo, cada uno de sus movimientos le parecían exquisitos, sus pequeños hombros yendo de atrás hacia adelante, mientras impulsaban el movimiento de sus delicados y perfectos brazos. Llegando al punto de incluso verla recorrer el camino de un círculo a su alrededor, para al pasar nuevamente frente a él pasarle el extremo de la toga que llevaba a la cintura y tras soltarla convertirla en un precioso velo, una tira de tela en la que envolvió su cintura un par de veces de su extremo, hasta que Alistair se levantó de su asiento y acercándose de dos pasos a ella, agarró el otro extremo de la tela con la otra mano, afianzando inicio y fin de la misma en su poder y así halarla hacia él, en un movimiento que la sorprendió, para verse al segundo siguiente de estar bailándole, atrapada por su propia tela contra el pecho del príncipe.
Su respiración agitada por el movimiento, no fue impedimento para que él intentara robarle el poco aire que le quedaba, atrapándola de inmediato entre sus labios. Sin duda una de las experiencias más esperadas entre los dos. Al sentirse tan querida y deseada, aún y cuando tratara de mantener su propia compostura, la forma en que se habían dado las cosas, la emocionaba, también lo sentía... ella lo necesitaba de la misma forma, sentir que podía abrazarlo si así lo quería, la hizo mover los brazos poco a poco hasta colocar sus manos sobre los brazos de su amado.
Era verdad... era un princesa... y su comportamiento debía ser íntegro y jamás presuroso... era el ejemplo de su mundo... la venerada diosa de la vida... Pero...
Desde que lo conoció... algo de todo eso dejó de importar...
¿Qué había pasado con ella? Escabulléndose por las noches para verlo a horas que para el mundo se catalogarían como inmorales, escondiéndolo de los sirvientes para que no se pensara más que se reunían por trabajo, caminar con él en medio del mercado, aún y cuando lo llevara escondido bajo una capucha... él que era una bestia... se había robado su corazón sin que lo notara siquiera.
Las lágrimas se le derramaron en medio de su beso, por lo que al separarse para recuperar un poco de aire. El príncipe la miró preocupado.
-¿Qué sucede?... –le tomó el rostro entre las manos y con ambos pulgares la despejó.
-...Te amo... -le dijo apartándose, tras separarse de su agarre y dándole la espalda. –Pero tengo tanto miedo... -se cruzó los brazos sobre el pecho y cerró los ojos.
-¿Miedo?... ¿De mí?... –preguntó sintiéndose indigno de tales sentimientos y bajó la mirada, mientras apretaba los puños.
Su pregunta abrió los ojos de ella en sorpresa. -¡No! ¡De ninguna manera! –volteó a verlo entonces y al ver su gesto, se acercó rápido a él y lo tomó de las manos. –Miedo... a que puedan hacerte daño... -buscó su mirada sintiendo entrar la desesperación.
-Con gusto caería por conservar un minuto más a tu lado...
-¡No! ¡Eso es algo que no podría soportar! –soltándole las manos lo cobijó con sus brazos, llevando el rostro de su amado hacia su cuello, donde apoyado cerró los ojos y la abrazó por la cintura con la intensidad del momento.
Tras permanecer en la posición por algunos minutos, se separaron con la clara intensión de continuar con el beso inconcluso, ambos cerrando los ojos, no se hallaban sin la compañía del otro. Entre beso y beso, caminaron en busca de la comodidad de aquel tronco en el que yacían sentados en un principio.
Ayudándola a agacharse delicadamente, sin dejar de besarla y abrazarla, la recostó contra el tronco sobre la hierba.
A pesar que se habían besado varias veces antes... la intensidad de la unión en ese instante crecía con cada segundo que pasaba, y los besos dejaron de ser vinculados únicamente a los labios. Cuando se dio cuenta el olor que proveía de su amada lo había enloquecido y se encontraba besando con suma delicia las líneas de su cuello.
-A...Alistair... -echó hacia atrás la cabeza, abriéndole más espacio, mientras con sus propias manos recorría los caminos que se formaban al sumergir los dedos en el espeso y suave cabello del príncipe. Hasta que abrió los ojos sorprendida al sentir las protuberancias asomándose entre los cabellos de su amado y tomarlas una en cada mano. Los cuernos habían aflorado.
Al sentirlo el Starlight detuvo el recorrido de sus besos y levantó la mirada hacia ella, sabía lo que estaba pasando... -Lo lamento... yo...
-Shh... -le colocó el dedo índice derecho sobre los labios. –Estoy consciente Alistair... pero... antes que estos cuernos... antes que Overworld... está este corazón... -le colocó la mano en el lado izquierdo del pecho y acarició la tela por unos segundos.
-Stacia... yo también quisiera decirlo...
-¿Decirlo? –ladeo un tanto la cabeza al formular la pregunta.
-Que te amo... pero... -baja la mirada, por lo que ella lo observa con la mirada entristecida en sorpresa.
-No sé lo que sea... ó si... esa palabra encierre todo lo que siento cuando estoy contigo o pienso en ti... -se lleva una mano al pecho, colocándola sobre la de ella. –Si esta sensación de que mi pecho va a explotar... que me falta el aire... que pienso en como estarás cada minuto del día... que cuando no estás a mi lado me vuelvo loco pensando si estarás bien... que apenas te vas ya te extraño... Y que esto me pase... -se lleva la mano libre a tocar uno de sus cuernos. –Perder de esta manera el control... y tener tanto miedo al pensar que podría yo mismo llegar a lastimarte... -Sus palabras revolvieron el agua en los ojos de su amada, a quien de inmediato se le derramaron las lágrimas.
-Lo es... -le sonrió en medio de sus lágrimas. –Si eso no es amor... no sé lo que pueda ser...
-Oh... Stacia... -no pudo más y en un segundo la había alcanzado y vuelto a besar con suma necesidad, demostrándole a través de su contacto todos aquellos sentimientos de los que hablaba.
De un momento a otro el sol había terminado de ocultarse... y la repartición de besos y caricias apenas iba iniciando...
25 DE OCTUBRE DE 2029 –ACTUALIDAD-
ADVERTENCIA: VIOLENCIA SEXUAL
El sonido de las cadenas se agitaba desmesuradamente. Sus dos manos estaban sujetas hacia arriba de su cabeza y se notaba por las laceraciones en sus muñecas que había estado intentando liberarse, halándolas una y otra vez pero sin éxito alguno. Habiendo conseguido solamente lastimar sus antebrazos que de por si cargaban ya con las cicatrices que el sistema dendrita había dejado sobre su piel.
Las cadenas electrificadas mágicamente habían hecho caminos sobre su cuerpo, enredándose en sus brazos, pecho, piernas y cuello, rasgando con ellas las ropas que lo cubrían. Mientras la sangre que emanaba por sus heridas se secaba poco a poco entre la tela, las cadenas y su piel.
Un día había transcurrido desde que despertó en aquella reclusión, se sentía tan sofocado y débil que apenas y creía lo que había aparecido frente a él.
¿Cómo era posible... Asagi y Asuna reunidas en un mismo lugar? Había enloquecido... finalmente había perdido la cordura, era la única explicación.
-¿Por qué me miras así?... Si estoy aquí es porque así lo deseas... ¿o no? –dejó su lugar de apoyo la peliroja de cabellos cortos y camino despacio hasta llegar a él.
-No... no quiero verte... -bajó la mirada confundido. -¿Qué demonios estás haciendo aquí?... ¡¿Viniste con ellos?! ¡¿Ahora es tu turno de tratar de hacer que aparezca ese tal Alistair?! –la miró sumamente dolido. -¿Cómo pudiste?... –cambió por completo de actitud, de la confrontación a la tristeza en un instante. Sus emociones habían empezado a jugar en su contra. -¿Cómo pudiste jugar así conmigo?... ¡¿Esto era lo que querías?! ¡¿Eh?!
-¿Y si te dijera que sí?... Porque eso es lo que tú quieres que diga... no tienes idea de lo que siento ni lo que quiero...
Kirito bajó la mirada nuevamente por sus palabras. Después de todo era verdad... ¿A qué había llegado? ¿No había sido suficiente con todo lo que había pasado?...
-Quiero lo que me pertenece...
-Yo no tengo nada tuyo... -la miró despectivo.
-Por supuesto que sí... - le colocó una mano en el pecho, haciéndolo entrecerrar los ojos por el dolor. -al igual que yo llevo algo tuyo dentro de mí...
-¡No es cierto! ¡Ya deja de estar repitiendo lo mismo! –se exasperó.
-¿Por qué sigues sin creerlo?... ¿Acaso no te das cuenta que son sólo dudas?... lo necesito... recuperar eso que perdí...
-¿Y qué se supone que es?... –se dio por vencido en querer llevarle la contraria. Su mente se sentía nublada y su cuerpo pesado. No estaba en condiciones de seguir debatiendo.
-Tú... tu delicadeza... tu ternura... tu vulnerabilidad... todo eso que me entregaste... tu parte débil... la que nadie conoce... -mientras hablaba su blanca mano invirtió la dirección posada sobre su pecho, para recorrer el camino hacia su abdomen expuesto entre las hendiduras de la ropa lacerada.
-Asagi... ¡Asagi no! –empezó a revolverse contra la cadena que le aprisionaba las manos nuevamente, tratando de liberarse. -¡No me toques! ¡Suéltame! –Su mirada divagaba en la habitación buscando alguna manera de alejarla, hasta que su mirada se encontró con la de Asuna. Sus ojos temblaron de solo imaginar la idea aberrante que su esposa estuviera parada ahí mirando lo que la otra mujer estaba haciéndole.
La mano de Asagi se posó en su entrepierna atrapando en su mano las salientes en su pantalón, por lo que de inmediato abrió grandes los ojos al sentirlo y agitó las cadenas que lo aprisionaban.
-Asagi... -la miró frío pero empezando a desesperarse al sentir su mano frotándose contra él. ¿Qué demonios estaba pasando? Le repudiaba la idea que apareciera en aquel lugar donde desde que despertó no había hecho más que ser atacado por las constantes descargas eléctricas y golpes que lo habían dejado mareado y débil. Y después de lo que ella le había hecho... haberlo entregado al enemigo para acabar en esas condiciones... no sólo habiéndola perdido a ella sino sin saber del paradero y bienestar de sus hijas. Aún... con todo eso... los roces de su mano eran sin duda reconocidos por su cuerpo. Sentía como su miembro se delineaba entre su mano, ensanchándose, aunque lo detestara. ¡No lo quería! ¡No lo aceptaba!
Cerró los ojos con fuerza tratando de controlar la sensación pero era demasiado tarde.
-¿Lo ves?... estaba segura que tú también sentías lo mismo... no puedes dejar de amarme de un momento a otro...
El pelinegro movía las manos sin renunciar a su afán por la libertad, mientras su respiración se aceleraba de momento evidenciando en las exhalaciones por su boca y el movimiento agitado de su pecho y abdomen que se contraía con los estímulos que le proporcionaba.
-¡Bastaaaa! –le gritó con la garganta casi entrecerrada por las sensaciones dentro de su pantalón.
-¿Por qué lo pides?... ¿Acaso crees que no mereces pasar por algo como esto? –Preguntó desde su lugar Asuna. Sus palabras abrieron grandes sus ojos grises. Era verdad... ¿Quién era él para liberarse... si él mismo había propiciado una situación así en el pasado? –Yo no lo merecía... -Sus palabras lo descompusieron, el inmenso dolor que sentía hacia ese recuerdo lo mataba día tras día... pero pensar que se encontraba en una situación similar... y la molestia enorme que sentía... sin duda no se comparaban a lo que ella sintió en su momento. ¿Merecía entonces lo que le estaba pasando?...
ADVERTENCIA DESACTIVADA
-¡AGGHHHHH! –el grito ahogado del Starlight llamó la atención de Morgana.
La misma habitación, el mismo entorno, pero mostrando la realidad. La torre oscura donde estaba recluido. La magia de la bruja había activado con mesura la magia de ilusión de la clase Spriggan que aún conservaba a pesar de la utilización de su avatar mítico sobreagregado.
Kirito respiraba con dificultad, mientras sus ojos emitían un resplandor verde brillante.
-Me pregunto si con este nivel de magia será suficiente para destruirte... -le colocó la mano en la mejilla. –Necesitamos a Alistair pronto... -lo miró por algunos segundos de pies a cabeza y el extraño movimiento de su respiración toraco-abdominal le llamó la atención. –Me pregunto qué estarás soñando...
Mientras tanto, en el castillo de gobierno, un caballero de hermosos cabellos rubios corría bajando las escaleras y cruzando un pasillo, hasta llegar a la habitación donde estaban hospedadas las Kirigaya-Yuuki.
El sonido de la puerta siendo llamada, levantó a la ex Vice-comandante de KoB, que no había podido conciliar el sueño. Al ver que su madre se levantó Yui estaba por hacer lo mismo, pero con un movimiento de señal de que esperara por parte de su madre, acató sus órdenes.
Asuna abrió la puerta despacio.
-¿Eugeo-kun? –lo reconoció y entonces salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
-Perdona por las molestias a esta hora de la noche Asagi-san... perdón... Asuna-san... -se detuvo varias veces en su cometido, antes de continuar hablando con normalidad, al ver el rostro de ella, que no se inmutó por ninguna de las formas en que la llamó. –Merlín pudo sentir la magia de Morgana en la dirección del Sur.
-¿Morgana?... –preguntó sin comprender.
-Arthur-sama piensa que Mortred seguramente está trabajando con la bruja... así que existe la posibilidad que si vamos en esa dirección podamos encontrar el paradero del Starlight.
-¡¿Qué?! ¡Hay que salir ahora mismo! Sólo... ¡Sólo deja que me cambie y enseguida bajo!
-Espera por favor... no podemos salir a esta hora de la noche... es cuando la mayoría de cegadores andan merodeando la ciudad... ni se diga del campo.
-¿Cegadores?
-Son seres como Orphnaus, Alastor y Nikteus... Caballeros negros que se oponen a la orden real...
Al comprender, la peliroja se llevo la mano doblada en puño hacia los labios mientras piensa. –Aunque sea más peligroso... es la única pista que tenemos... -levantó la mirada hacia él. –No podemos desaprovecharla... tal vez... sea demasiado pedir que se arriesguen por nosotros, después de todo lo que han hecho... incluso darnos albergue... pero... Eugeo-kun... yo no puedo estar tranquila sabiendo que Kirito-kun necesita mi ayuda... y yo pudiendo brindársela me quede sin hacer nada...
-Te dije que no la convencerías. –baja por las escaleras Alice y le sonríe, gesto que Asuna le devuelve. –Te acompañaremos... porque ese bebé es importante.
Lo había olvidado...
El hecho de tener los recuerdos de su identidad mientras yacía sin memoria, no la ubicaban del todo en el tiempo. Seguía armando mapas de su propia vida para adecuarse. Se llevó una mano al vientre y se tocó despacio, estaba nuevamente embarazada, aunque no se le notara en lo más mínimo. Su misma magia de Healer se lo decía, había algo dentro de ella que no sabía cómo catalogar.
Continuará...
SAO, White Butterfly, Capítulo 19 "Arondight"
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