Capítulo 15 "Starlight, la historia de la bella y la bestia" Parte 1

Al principio de todos los tiempos... el mundo se encontraba dividió en tres partes iguales: The world, The Underworld y The Overworld, los tres con formas diferentes de ver la vida y por ende la supervivencia, a pesar de que dentro de los estudios realizados por cada parte del mundo integraban la existencia de los tres como poseedores de fuerza vital, nadie tenía permitido el estudio más allá de las fronteras de sus respectivos estados, por lo que mucho menos se aprobaría las relaciones extraoficiales entre miembros de cada mundo o peor que eso, la mezcla de las razas.

Situación que tarde o temprano desataría el caos y la confrontación entre las naciones, por la lucha de identidad, de poder, de soberanía... pero sobre todo de justicia. Al ver caer frente a ellos a sus representantes que al unirse en coalición para detener el devasto de la guerra terminaron sucumbiendo al entregar sus vidas por defender a su gente, sus territorios ahora compartidos, pero sobretodo el amor que los unía. Ella... La princesa Stacia venerada en su mundo The Underworld como una diosa y él, el príncipe Alistair, el guerrero cuya fuerza y valor eran comparables al destello luminoso de las estrellas, brillante por sí sólo y aferrado a sus ideales como la más fiera de las bestias, conocido como el Starlight, representante de The Overworld.

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WHITE BUTTERFLY

Capítulo 15 "Starlight, la historia de la bella y la bestia" Parte 1

24 de Octubre de 2029 ACTUALIDAD

No recuerdo como sucedió... pero de un momento a otro estaba ahí... y al siguiente... ya no... Todo se volvió tan borroso... frío y distante... sólo estábamos ella y yo... Yo sin saber que podía hacer...

-Yuuki... -agachándose frente a ella la rodeó al instante con ambos brazos y la apretó fuerte contra su pecho, las lágrimas no paraban.

-No papi... no debes ponerte triste... -le colocó una manita sobre el brazo que le pasaba sobre el cuello, por un momento apretando la tela de la manga, para por lo menos sentir un poco de aquella fortaleza que durante años le fue negada y que sólo podría recibir de parte de un padre. Apretó también los ojos. –No... no debo hacerlo...

-¿Hacer?... –preguntó Kirito sin soltarla.

-Llorar... -respondió sin más, lo que abrió los ojos del padre en sorpresa. ¿A qué clase de cautiverio la habían sometido? Una niña tan pequeña mencionando tales palabras... -Perdóname... no volverá a pasar... -trataba de controlar su propio llanto, pero las visitantes amargas ya habían inundado sus ojos de color idéntico a los suyos. –Lo sé... las personas como yo... que no existimos... ¡No tenemos derecho pero!... Estar contigo me hace tan feliz... -lo apretó con mucha más fuerza, por lo que él hizo lo mismo.

-Yuuki... ¿sabes una cosa?... tu puedes... correr... caminar, bailar, reír... e incluso... llorar todo lo que quieras... -empezó a acariciarle la cabeza, tratando de controlarla. –Todas las personas Yuuki... desde el momento en que nacemos... no... desde el primer momento que existimos, tenemos derecho a hacerlo...

-¿En serio?... –se separó de él para poder verlo a los ojos, encontrándolos irritados por el llanto como los de ella. –Pero padre... él decía que...

-En estos momentos... -le limpia las lágrimas de ambos ojos con los dedos, -todo lo que haya dicho o diga en el futuro Sugou... no importa, porque si alguien estará ahí para verte sonreír... ese voy a ser yo... y yo... -baja la mirada sabiendo que las palabras que vienen no son del todo ciertas. –No voy a permitir que nada malo te pase... porque te amo... -volvió a abrazarla, casi al mismo tiempo que escuchó un leve susurro de su pequeña.

-Papi... yo también te amo... gracias... terminó por desvanecerse... casi al mismo tiempo en que se da cuenta de lo que estaba sucediendo era verdad. Las explicaciones de una extraña condición de la que no tenía idea... el hecho de mencionar que la hayan sacado del proyecto por lo mismo... había algo que no encajaba. Si ella parecía tan saludable... sin embargo... puede que sólo fuera la fachada que mostraba... por los mismos impedimentos que aquel hombre que había caído en la desgracia le propiciaba. ¿Si era verdad que la había sacado por compasión?... ¡¿Qué demonios hacía aquel día huyendo del laboratorio?! El día en que la había encontrado... Había tanto... tanto que no comprendía...

-¡SUgoou!... –apenas y pudo terminar de gritar –llevó a la niña contra su pecho y las lágrimas se le derramaron.

-¿Papi?... –no entiende la situación Hime.

-¡Papáaa! –trata de hacerlo entrar en razón Yui.

El suelo bajo los pies de Kirito empezó a resquebrajarse, tiñéndose de un azul encendido y brillante, Hime al tocarlo se da cuenta de que estaba completamente frío. Acto seguido el Direct Link explotó, dando paso a la normalidad del mundo virtualizado en que se encontraban desde un principio. Los resquebrajos del suelo seguían en todas direcciones inundando el lugar de un ambiente sumamente frío. Había llegado el punto en que la situación se volvió insoportable.

-¿Kirito...kun?... –lo miró de lejos Bloody, lo mismo que los extrañados Kazuki y Silica.

-¡AAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHGGGGGGGGGGGGGG!!!!!!!! –gritó con todo lo que le dio la garganta, levantando del suelo despedazado miles de estalactitas filosas de hielo azul brillante que elevándose al cielo se impactaron en los adversarios, pero de igual manera en los amigos.

Los ojos dorados habían aparecido nuevamente en su faz clara, mismos que casi al instante iniciaron en destellos de un gris diamante.

-Oh... no... ¡NOOOOO! –se levantó entre escombros Asagi y como pudo, trató de alcanzar velocidad para llegar hasta él. Había avanzado lo bastante como para llegar a pararse a un par de metros y notar la mirada perdida del espadachín, mientras sostenía a la pequeña en brazos, quien yacía inconsciente y cuyos cabellos flotaban al aire con la ventisca que el poder emanaba. -¡Kirito-kun! ¡Kiritoo-kun! –lo llamaba pero no obtenía respuesta, su corazón latió rápidamente de golpe, de tan solo pensar que lo que tenía frente a ella era lo que tanto había escuchado...

CASTILLO DE GOBIERNO

Cardinal se levantó de golpe del asiento. –Despertó...

-¿Qué sucede Cardinal-san? –la miró extrañado el rey y levantándose de su propio asiento, llegó rápido con ella.

-¿Dónde está Mortred?... –Preguntó sin darle explicación a Arthur.

-¿Por qué?... ¿Tiene algo que ver esto con él?

-Alistair... -respondió con los ojos muy abiertos y preocupados. –Debemos ir con él... -volvió a su acostumbrada expresión serena, para luego levantarse y emprender camino junto al rey a los otros dos caballeros rubios que al verlos salir, fueron tras ellos.

La misma palabra pronunciada por Cardinal, salió entonces de los labios de Asagi. -¡Alistair! –lo llamó con su grito y sólo entonces la mirada de diamante se posó en ella. –No... no es cierto...

-¡Bloody! –escuchó el reclamo de otra voz masculina. -¡No interfieras en esto! –le reclamó entonces Mortred.

-Ciel... -lo reconoció y con los ojos temblorosos por la incertidumbre de lo que estaba por venir, apretó los puños, para luego tratar de tranquilizarse y pensar. Entonces levantó la mirada hacia él, que al recibir la decisión en su gesto, la miró expectante.

-No es manera de hablarle a un superior... ¡¿Ó ACASO CREES QUE TODO ESTE TIEMPO HA SIDO EN VANO?! –le gritó molesta, mientras su rostro denotaba la angustia inminente por la fortuna del espadachín que no hacía más que mirarla desde que lo llamó.

-¿Acaso tú?.... –abrió grandes sus orbes azules en sorpresa. -¡Es imposible! ¡Sugou-san dijo que tú nos habías traicionado! –le reclama indeciso.

-Era parte del plan... ten a tus amigos cerca... y a tus enemigos más cerca... ¿Recuerdas?... –sus palabras parecen significar algo en su memoria, pero su conversación fue interrumpida por los gritos de Kirito, que de un momento a otro se llevó las manos a la cabeza, soltando al instante a Yuuki que cayó en el suelo aún inconsciente.

-¡AAAGGGGHHHHH!

-¡Papi! –trató de agarrarlo Hime, pero fue atrapada antes por Yui, quien la abrazó por la espalda y dio un par de pasos hacia atrás.

-¿Qué son todos estos códigos?... –temblaban los ojos acerados de la hija mayor.

-¡A! ¡Asagi! ¡Llévatelas! –le gritó antes de caer arrodillado aún sosteniéndose la cabeza, mientras sus iris bailaban entre los colores grises que lo conformaban.

Al escucharlo prácticamente suplicar su ayuda en medio de su agonía, apretó los puños y los dientes. -¿Qué no escuchaste?... ¡Se acabó! –en unos segundos acortó la distancia que los separaba y de una patada en el rostro terminó por derribarlo en medio contra el suelo, donde el joven apretó fuerte los párpados para tratar de sobreponerse.

-¿Mamá?... –la veían sin poder creerlo Yui y Hime, la primera por el extraño comportamiento de su madre, a quien no veía desde hace tantos años... y de la cual sabía de su existencia nuevamente en el mundo sólo por las conversaciones que había tenido con su padre.

-¡Papii! –enseguida se le saltaron las lágrimas a la pelinegra que trataba desesperadamente de ser soltada por su hermana.

-¡Yui-chan! ¡Hime-chan! –llegó a abrazarlas Silica, quien cerró los ojos esperando lo peor al ver parada frente a ella a la bandida carmesí.

-¿De qué demonios estás hablando?... –se escuchó tras de ella la voz del menos de los Kirigaya, por lo que bajó levemente la mirada, con cierta tristeza.

-Asagi... -trataba de reincorporarse Kirito, pero el vaivén de poder volvía a consumirlo una y otra vez, jugando con su cuerpo y sus emociones, al sentirse adolorido y perdido en medio de lo que le estaba pasando, por lo que volvió a caer al suelo.

-No podemos dejar que Alistair tome el control... -le dijo suave, mirándolo casi imperceptiblemente sobre el hombro. –Eso es algo que sabes bien Antares...

-¡No! ¡Si están haciendo esto es por el White Butterfly! ¡Eso es lo que quieren! ¡Lo que siempre han querido! ¡No es así Mortred! –empezó gritándole a la bandida para luego mirar hacia el caballero negro.

-¿Estás insinuando que serías capaz de dárnoslo?... –lo miró serio.

-Tienen que dejarlo en paz...

-¡K..Kazuki! –entreabrió un ojo Kirito.

-¿Kazuki-san?... –tiembla la mirada de Silica ante lo que escuchó.

-Pero dijiste que la flauta se había destruido... -se le acercó curioso el otro pelinegro, mirándolo de pies a cabeza. -¿Dime Kazuki... qué puedes hacer tú que nadie más allá podido hacer ya?...

El joven de facciones delgadas y piel clara, yacía parado en medio de los dos como ganado vigilado por depredadores, que lo rondaban en espera de la más mínima muestra de debilidad.

-Yo puedo hacer el llamado de los Dragones... ¡Porque soy un Dragon Lord! –le respondió más convencido.

-¡Nooo! ¡Kazuki noo! –permaneció en pie Kirito, pero un golpe en la nuca de uno de los tres caballeros cegadores lo doblegó nuevamente, apretando la tierra bajo sus manos en sus puños y cerrando con fuerza los párpados. -¿De qué se trata todo esto?... Acaso... -temblaron sus labios al separarse para tomar aire. -¡¿Acaso estuviste esperando por este momento todo el tiempo?! –le gritó a Asagi con una profunda rabia. Recordando el momento en que la reencontró en aquella fiesta de máscaras, llevarla a su casa y platicar con ella mientras bebían té, sorprenderla viéndolo dormir, haberla amado... entregarse a ella con profunda devoción, a la persona que ahora era... hasta dejando tal vez atrás el dolor por su viejo amor perdido... al enamorarse de Asagi... -su rostro se descompuso en decepción y desesperación entremezcladas.

No podía más que quedarme ahí parada escuchando... escuchando y tratando de decirle a mi propio corazón que todo lo que escuchaba no era cierto, que todas esas palabras eran un engaño... ¿Pero a quien engañaría con eso?... si yo misma lo había propiciado y me merecía cada una de las palabras que me dijo... de las lágrimas dolorosas que derramó y las veces que me maldijo... Aún y cuando lo hubiera hecho por el inmenso amor que le tengo... y aunque tal vez nunca lo llegue a saber...

-Llévenselo... -les ordenó estoico Mortred, ante la mirada de horror de Kazuki, Silica, Yui y Hime.

-¡¿Qué?! ¡NOOO! –gritó desesperado al ver que lo sujetaron entre Alastor y Orphnaus. -¡Mis hijas!, ¡Mis hijas!, ¡Suéltenmee! ¡Asagi! ¡Malditaaaa! ¡¿Cómo pudiste?! ¡Te di todo lo que era...! ¡Todo lo que tenía...! Tenías razón... fui un gran estúpido... ¡Un grandísimo estúpido por confiar en ti!, ¡Tú no eres Asunaaa!, ¡Nunca lo serás! ¡No te comparas con quien ella!... era... -baja la mirada con las lágrimas ya derramadas.

-¡Te dije que lo dejaras en paaaz! –irrumpió el gemelo del caballero de luz estelar, por lo que ambos caballeros negros se detuvieron.

-Por favor... -se encogió de hombros Mortred al ver que aún quería reclamarle. –Te hice la pregunta sobre qué estabas dispuesto a hacer para darnos el White Butterfly y no hiciste más que hablar de alucinaciones sobre un posible llamado de las bestias... ¡No tenemos tiempo para tonterías!

-¡Es que no lo son! –replicó el Kirigaya

-¿Entonces es verdad?... ¿Puedes restaurar la Flauta del llamado de los Dragones? –lo miró con los orbes azulinos sumamente abiertos en incredulidad.

-Puedo traer aquí a Pyrios... usando... esto... -buscó en su inventario y terminó por seleccionar un objeto que luego de unos segundos de traslucir frente a él, terminó siendo agarrado entre sus manos. Al observarlo los ojos de la Bandida sangrienta se abrieron sorprendidos y temblorosos ante lo que tenía en frente.

Una flor...

-¿Estás bromeando? –la expresión de cansancio de Mortred empezaba a aparecer.

-¿Acaso tienes idea de qué representa un señor de los dragones?... –le respondió con otra pregunta el caballero rojo. –A pesar que sea un estatus dentro de la clase Meister... no significa que como su nombre lo dice se tenga el poder sobre ellos... porque ellos son... -extiende el brazo, para recibir a Pina que llegó a posarse sobre él. –Criaturas maravillosas... con un nivel inmenso de sabiduría y virtud... Por eso que la gente piensa que ellos podrían recolectar y encontrar tesoros con gran facilidad...

-¿Qué... demonios es toda esa palabrería barata?... ¡¿Puedes hacerlo sí o no?!

Ante la pregunta directa los ojos grises del joven temblaron en el recuerdo.

07 de Noviembre de 2024 –piso 61- Slemburg-AINCRAD

-¡¿Tú... acaso tú también te pondrás en mi contra?! –la voz del muchacho retumbó dentro de la cueva. Era extraordinario presenciar la aparición de seres ancestrales dentro del mundo de las artes de la espada. Jamás se pensaría que atracciones tan fantásticas hubieran sido creadas por la mente retorcida de un científico. Sin embargo... al pensar que aquel castillo de acero flotante era el deseo anhelado de un niño temerario no era de sorprenderse. Los recónditos lugares de las almas de los humanos podrían albergar eso y mucho más... Lo magnífico de esa vida era vivirla aprovechando todo lo que ella pudiera brindar.

-No estoy en contra... pero tampoco estoy a favor Antares... -le respondió la profunda voz ronca y ensombrecida.-¿Viste a la chica?

- No... salió a las líneas delanteras con todo el gremio... tenía la esperanza de encontrarla en este lugar pero... hace un par de semanas que se marchó... y no tengo idea de a donde se fue... -aprieta el puño derecho junto con los párpados.

-Pronto será la hora... ya no habrá marcha atrás...

-Es una lástima que no pueda despedirme... aunque fuera a la distancia... -voltea hacia atrás, en que la lejanía de la llanura con la ciudad se hace evidente.

-El corazón de los humanos es muy volátil y débil... -su comentario frunció el seño del joven. –Pero es precisamente por eso... que los amamos tanto... y tú... por ser quien eres no puedes dejar atrás tu propia humanidad... un caballero de luz que brillará para iluminar el camino de los que queden por detrás.

-Te la vives diciendo eso Pyrios, pero... Yo... no soy más que una basura... -se agachó y tomando una piedra en su mano, la arrojó al aire para volver a atraparla y luego arrojarla mucho más lejos.

-Las estrellas se vuelven más incandescentes cuando caen...

24 de Octubre de 2029 ACTUALIDAD

-Las estrellas se vuelven más incandescentes cuando caen... -La voz dragónica resonaba en su memoria.

-¿Con que a esto te referías?... –sonrío para su recuerdo y su mirada se tornó serena. –La Flauta del llamado de los Dragones se forja con el sacrificio del objeto más preciado que un Dragon Lord posee –posó su mirada perlada en la flor ya diminuta y marchita. –Nii-san... -volteó a ver a Kirito entonces y tras dar un suspiro, -Perdóname... No sería capaz de ser completamente honesto si no... te revelo de donde vino esto...

El Starlight abrió grandes los ojos, la tensión del momento fuera de lo que su hermano tenía que hablarle era increíble, pensar en la traición de Asagi, la preocupación por sus hijas y que sería ahora de él... ¿De qué se trataba?

-¡Perdóname! ¡Pero debo ser completamente sincero para que funcione! –apretó los puños y cerró fuerte los párpados.

-¿Kazuki?... –lo miró igual de intenso el hermano mayor.

-La ví... vi a Asuna hace más o menos medio año... antes que la encontraras en la fiesta de disfraces de NervCo...

-¿Cómo?... –lo miró incrédulo. -¡¿De qué rayos estás hablando?!

El tono de Kirito le hacía saber de inmediato lo molesto y decepcionado que estaba.

Los cabellos negros de ambos gemelos se movían con la leve brisa que sobrevolaba el lugar. Ojos grises a ojos plateados se miraban buscando en el otro por lo menos una pequeña parte de ellos mismos que los obligara a comprenderse, fue entonces cuando sucedió, las pupilas de Kirito se dilataron, al ver como un par de lágrimas se perfilaron de los orbes de su hermano.

-Yo... también la amo... no podía soportar haberla perdido... -mientras más hablaba, más se resumían las lágrimas en sus ojos, mientras el hermano apenas y podía creer que realmente estuviera diciendo esas palabras. –Tú... ¡Tú lo sabías! ¡Yo lo sé! ¡Pero fue un pacto tácito entre los dos! No decirnos nada... ¿porque sería una situación demasiado aberrante no? –El otro Kirigaya lo miraba sin saber cómo responderle. –Viví creyendo que todo lo que me pasaba era una maldición... ¡Que yo mismo era una basura! ¡Que mi existencia en el mundo no era más que un error! ...Que si iba a haber dos de nosotros... sólo con uno bastaba... y era lógico quien había sido escogido por el destino...

-Kazuki...

-Hasta que la conocí a ella... -baja la mirada ante Kirito y voltea despacio a encontrar la mirada de Silica, quien ya lo miraba con las lágrimas rebalsándole por las mejillas.

Asagi lo miraba igual de sorprendida, pensando que aquel encuentro fortuito que habían tenido meses atrás... fue mucho más que eso...

MEDIO AÑO ANTES

−¿Vas a salir? −Kazuto se aproximó a su hermano con Hime profundamente dormida contra su hombro.

Kazuki evitó sus ojos mientras se abotonaba la chaqueta oscura −Saldré un momento.

−En la tarde viene el resto de los chicos, Rika sugirió que le hiciéramos el cumpleaños a Hime...−siguió explicando notando que su compañero seguía en lo suyo revisando sus bolsillos, cerciorándose de tener todo en orden −Keiko también viene...

Ante el nombre de la chica, Kazuki se detuvo solo un segundo. Titubeó, pero al instante se envolvió el cuello con una bufanda negra y tomó sus llaves −Estaré aquí para ese entonces.

Estaba mintiendo y ambos lo sabían.

−Que te vaya bien −Kazuto lo despidió con suavidad.

El muchacho tenía la mano sobre el picaporte, sonrió para sí, pero no le respondió. Salió al exterior, recibiendo la fría correntada que le hizo lagrimear los ojos. Inmediatamente cerró la puerta tras de sí y caminó por el sendero.

Como años anteriores Kazuto sabía dónde se dirigía, porque siempre escogía esa hora para salir. Como el recordatorio funesto, aniversario horrible de esa estrella fugaz que ese mismo día se apagó para siempre.

Pero como en todas esas ocasiones, su hermano mayor no mencionaba palabra.

...

...

...

Estaba sintiendo esa curiosa sensación desde que se levantó ese día. Y quizás el dolor aquel, esa aguda dolencia crónica con la que vivía día a día, se había agravado con esa fecha.

Pero lo cierto era que sentía la cabeza pesada y el cuerpo entumecido. Hacía frío, y él se había abrigado bien... ¿entonces por qué no podía dejar de temblar? Sentía el sudor frío empapándole la frente.

Empujó la puerta de la florería casi al borde del agotamiento y entró al recinto bañado de flores y colores. El diferente abanico de aromas hizo que una leve sensación de paz se condensara en su abatido ánimo.

−¡Buenas tardes! ¿Vienes a por las rosas para tu novia? −la vendedora, una señora de la edad de su tía Midori, se le acercó con una enorme sonrisa en la cara. Obviamente lo había reconocido, después de llevar por tercer año consecutivo esa rutina se había convertido en un cliente habitual.

−Sí −asintió devolviéndole el gesto −Una docena de rosas rojas...

−...y un clavel blanco...− completó sonriendo, adivinando el resto. Enrolló las manos en su delantal antes de darse la vuelta, haciéndole el imperceptible gesto de que la siguiera −Sabía que vendrías, así que las reservé aquí atrás ¿deseas algo más?

−De momento no...− hacía un momento estaba temblando de frío y ahora repentinamente se sentía abrumado. Tal vez la calefacción dentro del local estaba muy alta, de pronto tenía calor. Se aflojó la bufanda y se secó la frente.

La verdad no era un local muy grande, pero estaba bien constituido y alejado, que era lo más importante. Un punto muerto en un lugar bien apartado de Kawagoe. Uno al que solo él tuviera acceso.

Con la buena suerte de que quedaba en su camino al cementerio.

−Muy bien cariño, ¿necesitas algo más?

La voz de la vendedora volvió a oírse haciéndolo reaccionar, pero tras verla descubrió que la pregunta no iba dirigida a él, sino a esos pasos que se escucharon por detrás.

−Creo que con esto bastará...−dijo una alegre voz femenina.

Y el aire se volvió pesado para Kazuki al ver a la chica de corto cabello anaranjado que se detuvo junto a él. Llevaba un gran abrigo blanco, y una canasta pequeña con varias docenas de pequeñas flores rojas de aspecto aterciopelado y exótico, las que depositó sobre el mostrador.

Entonces la muchacha giró el rostro hacia el espectador, y Kazuki perdió estabilidad teniendo que asirse enseguida del mesón. Porque era ella. Asuna estaba de pie junto a él sonriéndole con cortesía.

−Hola.

Ni siquiera le pudo responder, sus piernas perdieron firmeza y se hicieron agua, su respiración se agitó al punto que su sistema sufrió un colapso. Pronto todo a su alrededor se volvió negro y antes de que pudiera darse cuenta se encontró sumergido en esa oscuridad familiar que lo acogió en su seno.

...

...

...

−¿Deberíamos llamar a una ambulancia?

−C-Creo que está recuperando la conciencia...

−Pobre muchacho, apenas entró me di cuenta que no se sentía bien.

−Está ardiendo en fiebre... ¿usted lo conoce?

−Viene todos los años en esta fecha para comprar flores para su novia... Nunca falta...

Los sentidos de Kazuki empezaron a despertar tras oír las voces a su alrededor. Lo primero que advirtió fue el tacto de algo fresco y húmedo en su frente, las manos que le sobaban el cabello y el regazo suave en el que estaba muy cómodamente apoyado.

Abrió los ojos, envalentonado ante esas caricias que conocía muy bien. Lo primero que descubrió fuero los alegres ojos color miel que lucieron aliviados al verle recuperar la conciencia. Siguió el recorrido por su nariz respingada, sus labios llenos, sus pómulos altos y translucidos, su cuello largo...

Era Asuna. No había dudas. Podría reconocerla donde fuera.

−¿Te encuentras mejor? −preguntó.

−Sí...− asintió. Notando que no se había equivocado y estaba recostado en sus piernas. Se tocó la frente advirtiendo el tacto del pañuelo húmedo buscando refrescarlo.

−Iré a buscar un poco de agua fresca para beber...−dijo la dependienta, y Kazuki se sintió abochornado de no haber reparado en ella. La oyó retirarse al fondo de la tienda, y la vergüenza de lo que había ocurrido finalmente lo obligó a intentar levantarse de su cómoda posición.

−Con cuidado, tómalo con calma...

Las manos delgadas le sirvieron de apoyo, y él pudo respirar ese aroma femenino en tanto lo ayudaba a tomar asiento en un taburete alto junto al mostrador. Ahí descubrió que su pedido estaba listo y decorado en la forma de un precioso bouquet.

−¿Quieres que llame a alguien? No pareces en condiciones de salir... ¿alguien de tu familia...?

La duda bailaba en sus hermosos ojos de ámbar mientras desbloqueaba la pantalla de su móvil. Al notar la acerada mirada rompió el contacto acomodando un mechón de cabello anaranjado tras su oído en una acción que era fiel copia de ella cuando estaba nerviosa.

Su boca se secó. Pero no podía dejar de mirarla. Era su voz, sus labios al hablar, su sonrisa. Aunque se veía ligeramente más adulta y vestida con sencillez era Asuna. La esencia de la mujer que amaba. Estaba completamente seguro.

−¿Quieres que llame a alguien? −reiteró con suavidad.

Kazuki reaccionó. Era verdad que no estaba en condiciones de movilizarse por sus propios medios, pero... ¿Llamar a Kazuto...? La miró mientras ella esperaba su veredicto. Se veía tan hermosa con la claridad de la tarde haciendo resaltar su cabello anaranjado, su silueta aún menuda...

No... no podía dejar que Kazuto la viera. Aunque sonara egoísta y horrible. No podía dejar que él tuviera contacto con ella. ¡Porque era su recuerdo! ¡Era el consuelo que la vida le regalaba! ¡Era lo que tantas veces había pedido!

A pesar de su miserable existencia, de estar pagando los errores que cometió... ese encuentro era un regalo que no compartiría con nadie.

Kazuto la había tenido para si todo ese tiempo. ¡Y la había perdido! La había dejado morir en Aincrad, la olvidó durante su paso por GGO, y la sacrificó para salvar a los jugadores de IHO... Y Dios sabe que si él hubiera tenido la mínima oportunidad de estar junto a ella, y que Asuna correspondiera a su amor, no hubiera dejado que todo acabara así. Con su muerte innecesaria. Con su absurdo sacrificio...

Kazuki la hubiera cuidado como la joya más preciosa. Hubiera enviado todo Aincrad a la basura si fuera él quien llevara el famoso título de ser su esposo. Hubiera dejado las líneas delanteras para dedicarse a la hermosa misión de hacerla feliz, y que los jugadores resolvieran por su cuenta como limpiar los cien pisos de SAO. Hubiera viajado por todos los mundos virtuales hasta encontrarla y mantenerla a salvo. No hubiera dejado que derramara una sola lágrima, y hubiera cargado sobre sus hombros la responsabilidad de hacerla sonreír.

Pero esa suerte había caído sobre su hermano y no sobre él. Y muchas veces sentía rabia e impotencia ante lo injusta que era su vida. ¿Porqué? ¡Si él la había visto primero...! ¿Por qué Kazuto cargaba con ese privilegio cuando había hecho tantas estupideces? ¿Cuándo le había hecho tanto daño...? No tenía el derecho, jamás había tenido el derecho de estar a su lado...

Hasta cuando veía a Hime con melancolía pensaba lo que sería si esa niña llevara sus genes y no los de su hermano. Era un pensamiento terrible y egoísta, pero no podía evitarlo. Así como no podía evitar sentir rabia porque Kazuto se quedaba con todo. Todo lo que él atesoraba...

−No es necesario...−le dijo por fin respondiendo su pregunta, y sintiendo la lengua seca al hablar −Me quedaré aquí hasta que me sienta mejor.

−¿Estás seguro? −se le acercó aún con el teléfono en la mano.

¿Por qué insistía? ¿Acaso ella sabía que a quién él le estaba ocultando?

−En verdad estaré bien.

Antes de que la joven volviera a hablar, la vendedora apareció con un vaso de agua, el cual le tendió, y bebió con suma animosidad como una forma de censurar el remordimiento que estaba sintiendo.

Quizás debió tomar sus analgésicos antes de salir. Kazuki recordó que con la prisa no había tomado ninguno... Suspiró, molesto consigo mismo. Los doctores habían sido muy claros, estaría atado de por vida a píldoras y pastillas. Tomaba tantas por día, que hasta había perdido la cuenta. Aunque últimamente ya no las tomaba... ¿Inconscientemente estaba buscando su fin de alguna manera?

Lamentablemente así era.

Vivir con una dolencia que ni los analgésicos podían aliviar no era vida, y envidiaba a Kazuto por tomar los pedazos de su corazón y seguir con la rutina. Él sentía que cada vez le era más difícil, a pesar de los esfuerzos que ponía Keiko en parchar ese intento de relación que desde un principio estuvo destinada al fracaso. Pero no puedes entregar el corazón, cuando éste ya pertenece a alguien más...

−¿Quieres que llames a alguien? −la dependienta tomó la palabra al verlo ligeramente más repuesto.

−No es necesario, esperaré hasta que me sienta un poco mejor− respondió con una sonrisa falsa. Alzó la vista hacia la chica notando que ella le estaba viendo las manos con gesto preocupado... las secuelas de sus años de internación eran demasiado obvias, y las cicatrices en sus muñecas eran horribles, disimuladamente se tironeó las mangas del sweater ocultándolas de la vista. Sentía pena de si mismo...

−¿Quieres que empaque eso, linda? −la mujer prosiguió con acento cariñoso tomando la cesta cargada de plantines coronados por esas exóticas y aterciopeladas flores.

−Oh, sí por favor− rió apenada y agregó −Son para mi... la niña que cuido. Hoy cumple tres años y le encantan las flores... −explicó con cierto bochorno.

−¿Eres de por aquí? −aventuró él con voz temblorosa.

−En verdad no, hoy estoy de paso... −se mesó el cabello en un gesto inconsciente pero terriblemente familiar −Por mi... trabajo debo viajar mucho....—suspiró encogiéndose de hombros.

Kazuki sintió que el torrente de preguntas subió hasta sus labios.

¿Dónde vives?

¿Con quién vives?

¿Podemos volver a vernos?

¿Cómo te haces llamar?

¿Me recuerdas...?

Pero cuando su lengua iba a soltarse, apareció la dependienta con el nuevo pedido en orden.

−Aquí tienes, linda.

−Muchas gracias ¿cuánto le debo?

La dama miró a Kazuki con expresión maternal −Es un regalo de la casa, en agradecimiento por ayudar a este joven que es uno de mis clientes más fieles...

−Oh por favor...− murmuró la muchacha con un leve rubor en las mejillas. Pero ni cerca a lo abochornado que él se sentía −Es parte de mi trabajo atender a niños convalecientes... no iba a dejarlo así... ¿cuánto le debo?

−De todas formas es un regalo −aventuró la mujer con su mejor sonrisa. Entonces se oyó el sonido de la campanilla de la puerta anunciando la entrada de un nuevo cliente, y se alejó a atenderlo, dejando al par donde estaban.

Ella tomó la cesta adornada y la sostuvo contra su pecho volteando a ver al chico quien no quitaba los ojos de su rostro. Aguantó el peso de su mirada acerada con un mohín apenado −¿Conoces estas flores? −le señaló los plantines que cargaba.

−Me temo que no.

La joven rió levemente antes de depositar la cesta en el mostrador y con todo cuidado, retirar el envoltorio y tomando una pequeña planta que tenía varios capullos rojos se la tendió.

−Se llama Rayito de sol...−le explicó con obvio orgullo. Él había agarrado sus manos al recibir el obsequio −Es de procedencia sudafricana... y según se dice... sus pétalos se abren cuando sienten el calor del astro rey.

Kazuki advirtió que seguía sosteniendo las manos femeninas junto a la pequeña planta −¿Crees que lo necesito? −aventuró recobrando algo de la vieja confianza que solía tener.

−Todos necesitamos un rayo de sol −le respondió estirando la sonrisa −Ya sea para iluminar nuestra vida, o para mostrarnos el camino por el cual estamos transitando...

Él miró la pequeña flor con curiosidad, no tenía perfume, pero sus pétalos al tacto eran como suave terciopelo. Sonrió enternecido −Gracias.

Ella sacudió la cabeza en una negación inconsciente −Aunque tus días estén nublados recuerda que ahora dispones de tu propio rayo de sol para poner luz a tus pasos...− Kazuki levantó la vista al oírla. Ella se le había acercado sin abandonar el gesto de sus rosados labios, sus orbes brillaban en asombrosa sorpresa −Tienes los ojos grises más bonitos que he visto en mi vida... −murmuró tocándole la mejilla.

Y para Kazuki aquella frase fue el cielo. Sonrió como nunca antes lo había hecho, y aquellas pupilas de acero temblaron, pero esta vez ya no fue por tristeza, ni por dolor. Se sentía rebosar de emoción de felicidad.

¡Ella había alabado un rasgo suyo! De él. No de Kazuto.

−Oh, debo irme. Ya me tardé más de la cuenta...− volteó con pena tomando la canasta y sujetándola contra su pecho −Fue un placer conocerte...

−Espera −la frenó con un gesto. No quería que ese momento se terminara de aquella forma. Dejó la pequeña planta en una esquina del mesón y tomando su propio bouquet, sacó una rosa carmesí y tras sostenerla algunos segundos con nerviosismo entre sus manos se la extendió −No tengo otra forma de agradecerte.

−No tienes que hacerlo.

−Insisto −seguía con la rosa extendida hasta que la muchacha la tomó sonriendo alegremente.

−Me llamo Asagi...−le dijo con evidente bochorno y haciendo una pequeña inclinación de cortesía.

−Yo soy Kazuki.

Ella rompió el contacto, afianzando la carga contra su pecho. Dio varios pasos hacia la salida, cuando repentinamente se volvió a verlo conservando la hermosa sonrisa y el fulgor en su mirar ambarino −Ya no estés triste, ¿vale?

Se sintió en la ridícula obligación de levantar su mano derecha para afianzar la promesa −Lo prometo.

Asagi volvió la cabeza y a paso decidido se dirigió hacia la puerta, allí se despidió de la amable vendedora, y tras abrir la hoja de vidrio, se giró viendo al muchacho que seguía en la misma posición, y ampliando la sonrisa agitó su mano en señal de despedida, antes de desaparecer en el exterior.

Kazuki acercó el pequeño rayito de sol hacia su nariz y rió regocijado.

'Te prometo ya no estar triste, Asuna...'

...

...

...

Arregló las rosas rojas y el clavel blanco bajo la orgullosa lápida que erigía el nombre de su cuñada y amor secreto. Sonrió enormemente sin poder evitarlo.

−En verdad te veías hermosa hoy Asuna, el cabello corto te sienta perfecto...

Se alejó varios pasos hacia atrás notando que la tumba seguía en buen estado porque él se ocupaba de mantenerla.

Afianzó los dedos en torno a la plántula que tan celosamente custodiaba contra sí, como si se tratara de un tesoro. Entonces alzó la vista hacia las nubes que cubrían el cielo, y no le importó el gélido clima, ni el viento que persistían en despeinar su cabello.

−Gracias...− susurró y exhaló un suspiro hondo y aliviado −Gracias en verdad por dejarme verla una vez más.

Se limpió las lágrimas que de forma involuntaria escaparon de sus ojos, y consideró que ya era hora de volver. El cumpleaños de Hime debía estar en su apogeo, y él no quería perdérselo. Era su preciosa sobrina después de todo.

Se alejó por el camino circundado de cruces y lápidas y no pudo borrar la sonrisa que despuntaba en sus labios, mientras recordaba sus palabras, aquellas que Asuna le había dicho en más de una oportunidad.

Kazuki, tienes los ojos grises más bonitos que he visto en mi vida...

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Kirito sólo bajó la mirada, mientras sus propios ojos se inundaban en lágrimas, era demasiado... ¿En qué momento su vida había dado un giro tan terrible?... Pensar que su hermano llevaba sufriendo tanto tiempo por la misma mujer que él amaba y añoraba con desesperanza.

-¿Cómo es posible?... lo entiendo... que... te enamoraras de ella en Aincrad... -apretó los dientes, pero... ¿Por qué seguir sosteniendo un amor así? –lo mira sediento de respuestas.

-Porque no fue solamente eso... la hice mía... -lo miro serio tomando con fuerza las palabras. -¡Asuna fue mía!

-¡¿Qué?! –Trató de zafarse del agarre de los caballeros negros. -¡¡¿Qué estás diciendo imbécil?!!

Bloody abrió grandes los ojos al escucharlo y se llevó las manos al pecho. -¿De qué está hablando?...

-¡CONTÉSTAMEEE! –Insistió el espadachín negro.

-Tú... la mataste... -apretó la mano, -la descuidaste... cuando ella... ¡Cuando ella era lo más sagrado que yo tenía!... No pude evitarlo...ella... siempre fue tan dulce y bella... Una mujer verdaderamente bella existía... y nació para darle un significado a mi vida de mierda... Cuando la tuve en mis brazos... fue... el acercamiento... el calor más puro que jamás sentí... era... como si me necesitara... como si dentro de mi calor pudiera encontrar el refugio que tanto deseaba... era como tocar una delicada rosa con la mano...

Sus pensamientos lo llevaron al recuerdo de aquella vez en el juego de Inmortal Heart Online años atrás.

-¿Listos? –se escucha la voz de Asuna desde el inicio del Pasillo, la hora había llegado y era tiempo de ponerse en marcha.

Ambos asintieron.

-¿Kazuki-kun... podemos hablar un momento? –pregunta hasta con cierta seriedad la castaña, por lo que Silica bajó la mirada ante ella, sin saber siquiera el por qué se sintió levemente intimidada por su presencia.

-Ve con Asuna-san, Kazuki-san, yo tengo que terminar de revisar mi inventario, -lo reverencia un par de veces.

-¿Cómo?, ¿Y no que ya estabas lista? –la mira divertido.

-¡Tú!, ¡Tú sólo hazlo! –volvió a reverenciar y salió corriendo.

Una vez estuvieron solos en el pasillo, la atmósfera levemente incómoda para ambos volvió a establecerse, por lo que respirando hondo, se acercó finalmente a ella.

-¿De qué querías hablarme?, -sin embargo no recibió respuesta, más que una Asuna apretando los puños y la mirada hacia el suelo. -¿Quieres que vayamos a otra parte?

-Tengo algo que darte... ven... -lo tomó de la mano y lo haló hasta su habitación, una vez dentro, el chico se quedó inmóvil al ver que ella se sentó en la cama y abrió su inventario.

-No te quedes ahí, ven, -prácticamente le ordenó, por lo que él caminó hacia ella, un tanto intranquilo y se sentó a su lado en la cama.

-¿De qué se trata? –preguntó tratando de entender su comportamiento.

-Durante el último enfrentamiento que tuvimos con Kirito-kun... perdiste una de tus espadas... y me preocupa que si vamos al campo de batalla, no puedas pelear bien... sin ella...

-¿Eh?... sí... la Lambent Light red se hizo pedazos... pero tengo otras espadas, tranquila, -le sonrió.

-¿Aunque sea la mitad de fuertes que esa? –preguntó directa.

El joven pelinegro, abrió grandes los ojos ante su pregunta, porque estaba en la completa razón, no tenía ningún arma que por lo menos se equiparara a la mitad de agudeza y durabilidad que tenía Lambent y mucho menos la Elucidator roja.

-Lo sabía... perdona... pero no pude evitar echar un vistazo a tu inventario...

Ante su revelación se levantó de la cama sorprendido. -¿Cómo?

-Pues... sea como sea... -se puso nerviosa ante lo que tenía que explicarle. –Tú y yo estamos casados... y nuestros inventarios están compartidos... teniendo esa información, no podía quedarme cruzada de brazos... pensando que podías ir desarmado a la batalla...

-Vaya... no tenía idea... yo pensaba que la boda era simplemente la oportunidad de portar este anillo, -le muestra la mano.

-¿Nunca te habías casado antes? –lo mira curiosa.

-No... tampoco es que alguien me lo hubiera propuesto, -volvió a sentarse. –Antes... lo único que me importaba era... -entrecierra los ojos.

-No tienes porqué recordarlo... -agarró la mano de él con la suya, -discúlpame...

-Al contrario... -le sonrió, -si olvidara mi historia... sería un tonto sin una lección aprendida.

-...Kazuki-kun...

-¿Entonces qué era lo que querías darme?... –trata de volver al tema, al sentirse sonrojar por ser el centro de atención de ella.

-¡Ah!, prueba a abrir el inventario, no es necesario que yo te lo pase, puesto que está en el inventario compartido. –Y así lo hace y abre grandes los ojos sorprendido al ver el nombre de las espadas. –Pero estas... -voltea a verla.

-Lo sé... créeme que no es fácil para mí... pero creo que en este momento es necesario... y si podemos disponer de ellas... lo mejor será ocuparlas, que luego arrepentirme por no haberlo hecho. La Long Sword II, creo que te quedaría bien... es una espada recta de una mano con hoja plana, aunque requiere un alto nivel de STR. –le explica.

-A Kirito siempre le han fascinado ese tipo de espadas. Asuna le sonrió al asentir. –Como yo también soy un personaje de Fuerza, creo tener la suficiente para empuñarla... pero mi agilidad no es tanta como la de Kirito... mi otro fuerte es la suerte, por lo que con suerte lograré que mis ataques atinen, -trata de sacar la seriedad del momento y se le queda mirando.

Estaban sentados uno al lado del otro nuevamente con esa sensación de querer seguir juntos, aquel magnético sentimiento del joven redimido que atraía a la confundida y lastimada, una combinación de sufrimiento en el aire que los inundaba, por lo que después de tanta palabrería sobre equipamiento terminaron acercándose al cerrar los ojos lentamente, juntando sus labios en un beso, que al subir poco a poco en su intensidad los terminó derrumbando sobre la cama, dejándolo sobre ella, por unos pocos segundos se dejaron llevar por la atmósfera del momento y continuaron besándose, al punto de sentir cuando el joven caballero se apoderó con la mano de uno de sus pechos, mismo que soltó en un instante y terminó por recostar su frente bajo estos, donde empezaba el reborde de sus costillas.

-Esto... no puede ser... -le dijo casi imperceptible.

-...No... -le respondió con las lágrimas ya resumidas en sus ojos, aún a esas alturas el fuerte sentimiento que despertaba el recuerdo de Kirito en él la enloquecía.- Lo sé... ¡No debería ser así! –se le derraman las lágrimas a los lados del rostro. –Pero Kazuki-kun...

El joven apretó fuerte los párpados y trató de mantenerse tranquilo al sentir las manos suaves y firmes de su amada posándose sobre sus cabellos oscuros. Pasaron algunos segundos y se sintió incluso empezar a temblar, aquella posición que lo sostenía apenas sobre ella iba a terminar por acercarlo mucho más de lo que hubiera esperado en un principio, si de verdad hubiera querido detenerlo, simplemente se hubiera levantado y hubiera salido corriendo de esa habitación, pero no pudo... para él... desde el principio... ella fue como un rayo de luz en medio de su tortuosa oscuridad, el vacío que poco a poco se fue llenando de sus sonrisas y el brillo de su mirada que lo cambió...

Se levantó aún con las manos de ella sobre su cabeza y en un impulso subió a encontrar su rostro nuevamente, se miraron dudosos por un par de segundos, pero enseguida cerrando los ojos se unieron en un beso desesperado, una repartición de amor y piedad por el otro... o tal vez... simple nostalgia... hasta que terminaron separándose unos centímetros para recuperar un poco de aire.

-Es una lástima... que hasta aquí se pueda llegar... -le expresó libremente el caballero rojo.

-¿Cómo?... –lo miró sin comprender y Kazuki al darse cuenta que era el único que pensaba que las cosas podrían avanzar un poco más se detuvo y guardando silencio se alejó otro poco y se sentó sobre la cama.

-Eso quiere decir que en verdad eres un chico muy correcto... no te habías casado y por ende... no habías hecho otras cosas tampoco... -se sorprende a si misma por la franqueza con la que le habla.

-¿Otras cosas?... se ruboriza y recuerda entonces que su amada y su hermano ya tenían experiencia en ese ámbito, que además había sido un requisito para la creación del ítem de la misión oculta. –Asuna... estás diciendo que...

-Tal vez... suene demasiado impropio... y la mezcla extraña de sentimientos que tengo por el momento en el pecho, no deja pensar bien a mi cabeza... -se le derraman las lágrimas al darse cuenta de lo que le había propuesto. –Pero no puedo dejar de pensar en eso... -se llevó las manos a los ojos cubriéndose de su propia inseguridad, pero reflejándola completamente para su acompañante.

-Yo... -deja un espacio y aprieta los dientes para tomar valor, -también te necesito... y no tienes idea de cuánto... -se acercó nuevamente a ella y separándole las manos del rostro, la besó sorprendiéndola e instantáneamente atrapándola en la nebulosa de sus sentimientos compartidos. –Quítate la ropa... -prácticamente le ordenó de un gruñido que lo sorprendió a sí mismo por esa manera de hablar y de actuar al sentir que tenía posibilidades, logrando estremecerla.

ADVERTENCIA LEMON ASUNA X KAZUKI

Después de un minuto de explicación acerca de la desactivación del código de ética, finalmente se habían dejado llevar por todos aquellos sentimientos, pensamientos, emociones y reacciones que manifestaban sus cuerpos y sus mentes al tenerse cerca. Ya imparable e incoercible.

Era... tan extraño... conocía ese cuerpo desnudo en toda su gloria y expresión... sabía perfectamente la manera de hacerlo explotar al compás de sus movimientos si se lo proponía, lo había probado de muchas formas y en todas ellas, la degustación de su piel, su olor y hasta de su sudor le parecía exquisito, pero sobre todo... conocido y deseado... Y ahora... a pesar de tener a tal cuerpo frente a ella... no podía evitar sentirlo desconocido, inexplorado y hasta puro... sería ella nuevamente la que se llevara consigo y sus sentimientos abiertos todo lo que el dueño de aquel cuerpo pudiera darle. Sintiéndose dispuesta a recibirlo a él y a su corazón en una fusión en la que la pasión es la mayor protagonista.

Sin duda, su inexperiencia era mucho menos indagatoria que la de Kirito. Se había quedado arrodillado en la cama frente a ella sumamente nervioso, tenso y hasta cierto punto inmóvil.

-Kazuki-kun... -le puso la mano en el rostro para que la viera y así lo hizo, quedando impactado por tal revelación. La mujer más hermosa que había visto en su vida y la única con la que había compartido un momento íntimo tan profundo como ese, empezó a sentir como su corazón se aceleró de tiro, cuando la distancia entre los dos se acortó por el beso provocado entre ambos al verse a los ojos de esa manera, provocándoles incluso inestabilidad y derrumbándolos sobre la cama. Sentir sus pequeñas y frágiles manos sobre su pecho iba a terminar por volverlo loco si no es que moría de la emoción antes, al descubrir cómo el mundo de sensaciones se entrelazaban entre sí y anidaban todas en la parte central de su cuerpo haciendo subir su temperatura, era indescriptible como aquel cúmulo de sangre circulaba más intenso hacia sus piernas y entre sus caderas, llegando a sentir como su pene despertaba en medio de todos aquellos estímulos, creciendo un poco y empezando a ponerse rígido, por lo que cerró los ojos. Separando levemente los labios al sentir como la chica había empezado a bajar sobre su cuerpo dejando una estela de besos sobre su piel con su recorrido caudal, llegando a posarse sobre su ombligo, haciéndole abrir los ojos y echar la cabeza hacia atrás, apretándose los labios al sentir que había tomado su órgano fálico entre sus pequeñas y tibias manos y estimulándolo entre caricias lo halaba hacia ella de abajo hacia arriba, obligándolo a retorcerse según avanzaba.

-A...Asuna... -apenas y podía hablarle, por lo que ella al ver lo excitado que había logrado ponerlo, empezó a sentir la necesidad de hacerlo más y más... no quería que parara de hablarle de esa forma y mirarla de esa manera... pero al mismo tiempo, algunas lágrimas se le corrieron, no podía evitar de ninguna manera que todo aquello le recordara a su amado, era como estar con él y no estarlo al mismo tiempo... una sensación de pertenencia y no pertenencia que la envolvía, hasta el momento en que Kazuki la rodeó con sus brazos y la tumbó sobre la cama, con los brazos abiertos exponiéndola ante él.

-Sé... muy bien en lo que estás pensando... y es verdad... yo no soy Kirito...

-...Kazuki-kun... -cerró los ojos avergonzada por aquella posición y por sus palabras.

-Pero también es verdad... que tú y yo... sea por lo que sea... nos amamos... y si está será la única vez... pues... que así sea... pero al menos... no moriré sin saber de qué se trataba... hacer el amor con la persona que amo... -la besó entonces y continuó con el camino de besos hacia su cuello y de este a su pecho, bañando a ambas coronas con una lluvia de besos pequeños y delicados. Empezaba a sentir la diferencia de sus formas, mientras Kirito era apasionado y agresivo... Kazuki era dulce y delicado...

Sin notarlo... cada vez que se agachaba sobre ella para continuar con el ritual de sus besos, se producía un choque entre sus intimidades por la posición en que se encontraban, hasta el punto que aquella sensación los inundó a ambos, reflejado en la coloración intensa de sus rostros sofocados.

-...Asuna...

-Kazuki-kun... -le respondió de inmediato en una afirmante vehemencia.

-...Yo... -la mira interrogante por su siguiente acción y ella asiente. Por lo que baja y la mirada y tomando su miembro con su mano, busca unirlo a la entrada expectante. Pero sólo logra que su amada se estremezca fuertemente con el primer contacto.

-..Ahh...¡Ahhh Kazuki-kun!

-¡Asuna! –se asusta.

-Tranquilo... pu... puedes introducirla toda... -se sonrojó con sus propias palabras, lo mismo que él, pero siguiendo su petición se empujó contra ella, logrando unirse completa y finalmente a ella, quien no pudo evitar levantar la cadera hacia él, mismo que la atrapó entre sus manos para ayudarla a apoyarse.

-A...Asuna... -menciona su nombre una vez más antes de agacharse sobre ella y besarla, acción que tuvo dos fines, enlazar nuevamente sus labios y profundizar aún más la unión entre sus cuerpos, haciéndolo sensible para ambos, al intentar volver a sentir aquello que lo extasió, se separó un poco, saliendo levemente y volviendo a entrar despacio, una vez más y otra más, hasta que identificó que esos movimientos llenaban y hacían surgir el placer inexplorado y fulminante.

-...Kazuki-kun...

-Asuna...

Había llegado el punto en que aquel movimiento de su cadera ya era incontrolable, se sentía atrapado en medio de las paredes de aquel canal que lo sentían exprimir mientras salía y entraba buscando y buscando más de aquella sensación que revistiera su pene y de él se desprendiera para todo su cuerpo.

-¡Kazu!, ¡Kazuki-kun! –sentía que de seguir así, llegaría a su momento culmen muy pronto, agarraba las sábanas entre sus manos para tratar de no perder completamente el control.

-¡Asuna!, ¡Asuna yo! –trataba de explicarle que estaba sintiendo exactamente lo mismo que ella, sintiéndose tan extremadamente duro, grueso y caliente como si en cualquier segundo fuera a explotar.

-No importa... déjate ir...

-Asuna... ¡Asuna! –cerró los ojos fuerte al sentir que no podía controlarse más.

-¡Kazuki-kuuun! –Lo llamó también al sentir como el momento había llegado y los líquidos tibios se deslizaban desde Kazuki hasta dentro de su cuerpo.

Ambos se miraban jadeantes, pero sonrientes... sin embargo... puede que aquel sentimiento de melancolía no hiciera más que empeorar...

FIN DEL LEMON

Kirito bajó la mirada destrozado ante sus palabras.

-Nunca me dijo lo que le sucedió... la encontré hecha un desastre... triste... un día en IHO... cuando tú habías sido contaminado por el virus de la corrupción. –Ante su relato, los ojos plata se abrieron de golpe al atar cabos sobre las palabras de su hermano. Había sido seguramente luego de su encuentro... luego de que él... de que él la abusara... -las lágrimas se apoderaron al instante de sus ojos y la desesperación lo hizo presa en un instante.

-¡AHHHHHHH!! –exclamó mientras nuevamente el poder empezaba a recorrerlo y emanar de su cuerpo hasta el exterior, intensificando el dolor en su cabeza, por lo que con la liberación de poder, los caballeros negros lo soltaron y él logró dar un par de pasos hacia adelante, mientras la luz de su propio poder le iluminaba el rostro y hacia volar sus cabellos, ante una Asagi que lo veía desde más atrás, pero que al ver el rumbo que había tomado la situación, apretó los puños y negando con la cabeza al ver su plan de salvarlo de precisamente lo que estaba ocurriendo fallido, salió corriendo con toda su velocidad hasta él, siendo detenida por el choque de la energía fría, cuando se encontró a un par de metros de distancia de él, quien la veía con la decepción, la tristeza, desilusión y la burla de la que se sentía preso, impregnadas en el rostro.

Mientras la flor marchita en las manos de Kazuki empezó a brillar y a flotar, transformándose en la flauta del llamado de los Dragones.

-¡NOOOOOOOOO!! –corrió rápido la bandida hacia Kirito e intempestivamente pasó la barrera que la laceró en todas direcciones sobre la piel y la ropa, hasta llegar a él y abrazarlo contra ella con fuerza, aferrando su pecho contra su rostro y apretando la tela de su espalda entre sus manos. -¡Por favor noo! ¡Contrólate Kirito-kun! ¡No puedes permitir que despierteee! ¡Yo...! ¡YO NO PUEDOO PERDERTEEE! ¡TE AMOOO! –trató de gritar con todo su corazón para que sus palabras lo alcanzaran, mientras mantenía sus párpados apretados, pero no obtuvo el menos movimiento como respuesta, hasta que sintió un par de gotas caer pesadas sobre su mejilla. -¿Qué?... –separó una de sus manos de la espalda de su amado para llevarla a su propio rostro y tocar con ella el líquido que la humedeció, abriendo los ojos aterrada al ver que el color rojo se deslizaba sobre su piel.

-...Suéltame... -le dijo casi en forma de susurro, pero alcanzó a escucharlo con claridad, al levantar su mirada para verlo, finalmente comprendió el origen de aquella sangre, desde la frente, pasando por las mejillas del Starlight se deslizaban grandes hileras sangrientas, como producto de la reciente emersión de la característica principal del príncipe Alistair, el par del cuernos del clan de las bestias sobre su cabeza.

-¡Pero Kirito-kun! –trató de frenarlo de su intento por separarlos.

-¡NO! –le respondió simple y con una onda desplegada de poder la separó de él, haciéndola rodar unos metros por delante. –No me toques... -una lágrima seguida de otra se deslizaron de cada uno de sus ojos.

-No... Por favor... ¡Tienes que escucharme! –se puso de rodillas como pudo la bandida, mientras las lágrimas se le derramaban también.

-¿Escuchar?... Ya escuché demasiado...

-¡Por favooor!

-¡CÁLLATEE! –le gritó furioso. Y con la mano hacia la señal de que no se levantara. –No te muevas... no hables... -apenas y podía pronunciar de la enorme rabia que sentía. –Eres... eres una basura... -se le deslizaron un par de lágrimas más. –Te divertiste tanto conmigo... con mis hijas... -apretó los dientes y los puños. –Como te has de haber reído de mí... hablándote de amor... tratándote con tanto cuidado...

-Kirito-kun... todo lo que pasó... tuve que hacerlo... ¡Porque esperaba precisamente que esto no pasara! –al escucharla Mortred volteó hacia ella con la sorpresa reflejada en el rostro. -¿Cómo... cómo se supone que yo podría hacerte daño a ti?... ¿Recuerdas lo que te dije anoche?... ¡Todo eso es verdad!

Ante sus palabras, los ojos plateados se abrieron grandes y sus hombros se relajaron un poco. -¿Crees que sería tan estúpido de creer en eso?... En este momento...

-Pero... es cierto... -se llevó ambas manos al vientre y cerró fuerte los párpados.

-¡Te dije que te calles!... si es verdad que vas a tener un hijo... seguramente ni es mío...

-¡Kirito-kun! ¡¿Qué estás diciendo?!

-Tratando de decirme que es mío... cuando podría ser de cualquiera... ¡Porque eres una maldita zorra! ¡Te acostaste hasta con mi hermano! –el hecho parecía desesperarlo demasiado.

-¡Pero eso! ¡Yo no sé nada de eso! ¡Por favor!

-Es suficiente... -se escuchó entonces la voz del pelinegro de ojos azules, cuando Kirito pudo racionalizar bajó la mirada hacia su pecho, mientras la sangre abandonó su boca, haciendo recorriendo bajo la comisura derecha de sus labios, una espada electrificada, lo había atravesado. A pesar que para su avatar una herida como esa no sería en lo absoluto una complicación, su cuerpo real enseguida empezó a desangrarse, por lo que cayó arrodillado frente a una Bloody que gritó su miedo con toda su garganta para luego salir corriendo a su encuentro.

-¡Kirito-kunn noooo! –llegó a sostenerlo.

-No me esperaba esto Asagi... -le dijo lúgubre Mortred.

-Yo tampoco... -le respondió de la misma forma, para luego bajar la mirada hacia su amado. –Por favor... -apretó fuerte los párpados al ver que los suyos yacían cerrados. -Sabes nunca comprendí... porqué elegí ese color de ojos y cabello para Bloody... hasta que te conocí... mi interior jamás dejó de pensar en ti...

Casi al mismo instante los cristales fríos empezaron a recubrir el lugar a gran velocidad.

-Noo... ¡Debemos darnos prisa! ¡Hay que retenerlo! –Miró entonces hacia Kazuki el pelinegro al mando. -¡Dijiste que lo harías por él! ¡Entonces si quieres salvarlo será mejor que lo hagas rápido!

Finalmente había llegado el momento... Tras mirarla tristemente por unos momentos llevó la boquilla de la flauta a sus labios.

-¡KAZUKI-SAAAN! –gritó en medio de la preocupación Silica, a sabiendas que con la utilización de esa Skill su vida correría peligro, aún y cuando no hacerlo significara continuar en la actual situación. ¿Merecía un sacrificio como tal? ¡¿En qué estaba pensando?! Sacrificar a un ser querido por el bien de los miles de más... era lo mismo... lo mismo que había sucedido con Asuna y Kirito años atrás.

El cielo se oscureció e inundó en nubes.

-¿Qué... Qué rayos está pasando?... miran desde todas las localidades Sinon que estaba con Liz y Klein, mientras Cardinal, Arthur, Eugeo y Alice corrían en busca de llegar al lugar donde se encontraban, cuando su camino fue interrumpido por una ráfaga de viento increíblemente alta, tanto que les hizo agachar y cubrir sus cabezas.

-No... puede ser... -se levantó Liz al ver como a los lejos, la criatura que les pasó por encima apenas y se distinguía, pero la claridad de sus alas desplegadas y cola, sin contar con su gran tamaño, sin duda representaban a una ser poderoso e imponente.

Los iris de Kazuki brillaban en un rojo encendido traslúcido, mientras las escrituras del hechizo de invocación circulaban en espiral a su alrededor.

-Con que a esto... se referían con estrella roja... -se queda boquiabierta Silica al ver como el resplandor de la invocación lo envolvía. Pero abrió más grandes los ojos, al ver que había volteado a verla y tras brindarle una pequeña sonrisa miserable sus labios le deletrearon un "Lo lamento"... y enseguida una serie de disparos de luz provenientes de la nada empezaron a atravesarlo sin tregua, hasta hacerlo caer arrodillado.

-¡Kazuki-saaan! –trató de llegar a su lado.

-No... no vengas...

-Antares... se suponía que no volveríamos a vernos... -la voz profunda y ancestral parecía molesta. El viento del azote de sus alas hacia volar los cabellos y ropas de todos. –Sabes muy bien que con cada invocación... el poder de vida del dragón viene directamente de la del Dragon Lord... -Una garra se posó suave y despacio sobre la cabeza del pelinegro.

-...Pyrios... -se le derramaron las lágrimas. El único ser al que sabía le importaba sólo y totalmente él había regresado a su vida aunque fuera unos instantes y en circunstancias que hubiera preferido no tener que pasar, pero finalmente había podido volver a verlo.

Todos los presentes miraban lo que ocurría sin poder creerlo realmente.

-¿Qué necesitas?...

-Quiero... que me traigas el White Butterfly... -le dijo apenas con aliento.

-¿White Butterfly?... No creo... tener el poder suficiente... -entrecierra los ojos el ser mítico.

-No te preocupes por eso... -le respondió a sabiendas que no quería superar la cantidad de poder que le extraía. Pyrios aceptó con una leve reverencia y en un segundo emprendió el vuelvo más allá de las nubes, desapareciendo ante el asombro de todos, para algunos segundos después ser visualizado nuevamente con el vuelvo dirigido en su dirección.

Kazuki se llevó una mano al pecho y la respiración se volvió superficial y rápida. -¿Esto... esto será el fín?... por lo menos... al final... hice lo correcto... -Cerró los ojos y cayó tendido en la tierra, al mismo tiempo que el dragón desapareció en el aire.

-¡¿Qué?! –la expresión de desapruebo de Mortred se suavizó cuando vió caer desde el cielo, una pequeña bola blanca de energía.

-¡Kazuki-saaan! –corrió hacia él Silica.

Mientras más se acercaba hacia la tierra, se podía apreciar la figura de una mariposa blanca como fuente de una inmensa luz, que tras unos segundos de caída libre explotó en cientos de rayos luminosos que se esparcieron por doquier.

-No puede ser... -contemplan los recién llegados Cardinal y los caballeros de la mesa redonda.

-Como el receptor no estaba en condiciones... -mira hacia Kazuki en el suelo, entre los brazos de Silica. –El White Butterfly se activó solo... -se da una explicación la castaña.

Frente a Asagi que sostenía a Kirito entre sus brazos, una pequeña burbuja luminosa producto del White Butterfly apareció.

-¿A...suna?... ¿la memoria de Asuna?... –abrió grandes los ojos asustada.

Continuará...

SAO, WHITE BUTTERFLY, Capítulo 16 "Starlight, la historia de la bella y la bestia" Parte 2


Sí... sé que todo se desató finalmente, pero ya era tiempo de que Kirito se enterara de todo lo que había pasado entre su hermano y su esposa y él no sabía. Esta parte del escrito en un principio lo había lanzado como una historia alternativa, porque en Black Butterfly no se ve que pase más nada entre ellos, pero con el pasar del tiempo me di cuenta y me hicieron ver jeje, que Kazuki tenía mucho potencial aún que explotar y que esa parte de la historia podría servir para agregar aún más drama. Espero lo tomen con calma, porque esta historia es un Kiriasu, llegará el momento de la reconciliación y final feliz. De todas maneras creo que estoy acostumbrada a las amenazas de muerte? En fin, espero les haya gustado.

También quiero hacer énfasis en la parte del recuerdo de Kazuki sobre haberse encontrado con Asuna-Asagi en la florería, esa escena es parte de la historia hermosa RAYITO DE SOL, que Fleur Noir hizo sobre el amor frustrado pero con esperanza de Kazuki hacia Asuna, como me pareció algo tan bello decidí incluirlo en mi trama y con el permiso y colaboración de ella, helo aquí. ¡GRACIAS SUMI-SAMA!

Y por último, finalmente empezamos con el arco del Principio de los tiempos donde se expone a grandes rasgos la historia de El Príncipe Alistair y la diosa Stacia.

Gracias por leer!

ARIGATO MINNA-SAN!

JA NEE!

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