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Dong Min se había desmayado en sus brazos y lo primero que pensó fue en llevarlo a un hospital, pero en cuanto se subió a la patrulla qué los escoltaria, el omega despertó y le pidió con voz baja:

—Llévame a casa... —se oía suplicante.

—Iremos al hospital a que te revisen, mi amor.

—N-no... Binnie, vamos a casa...

Estaba desesperado por estar en un lugar donde se sintiera seguro y no expuesto después de tantos abusos, así que Bin le hizo caso y le pidió al oficial los llevara a casa.

En el apartamento, lo primero que el omega le pidió, fue un vaso de agua y que le ayudara a bañarse. Ambos estarían solos al menos por un par de días ya que en el camino, le avisó a Sunmi y le hizo saber que cuidaría de los niños.

Era momento de fortalecer sus lazos con su omega.

Dong Min creyó que Bin estaba buscando ropa o alguna toalla y por eso tardaba en llevaba al baño, pero cuando volvió y lo llevó, se llevó la sorpresa de que su alfa le había preparado un baño en la tina.

—Vamos a lavarte, nene. —a pesar de estar sucio, le dio un beso en la comisura de su boca y le sonrió.

Le ayudó a quitar su ropa deteriorada y bajo su mirada, quedó totalmente desnudo.

—Ven. —le dio la mano y al sostener la suya, lo llevó a la relajante tina.

El agua estaba tibia, totalmente cristalina aun cuando en su pecho estaba algo de espuma, pero lo cierto era, que no podía siquiera levantar su mirada al alfa. Estaba avergonzado, sentía un asco irracional hacia sí mismo. Como si le hubiese fallado.

Bin se pudo dar cuenta de lo que pasaba desde el momento que lo tomó en brazos, olía a otro alfa, olía a sexo e incluso miró unas marcas en sus cuellos casi por borrarse, sabía que había abusado de él, sabía que se aprovecharon de su estado, pero no sentía asco o cualquier cosa que pasaba por la cabecita de Dong Min.

Él amaba a su omega con todo su corazón, ¿Por qué odiarlo o decir algo cuando era una víctima?

—Bebé... —llevó su mano a su rostro para dejar una suave caricia. —Te amo tanto... —le sonrió con calidez y Dong Min hizo lo mismo, sin embargo, en medio de aquella sonrisa, se quebró. Una lágrima salió deslizandose por su mejilla y por más que sonrió, fue inevitable partirse en llanto. —Corazón...

No le importó mojarse, abrazó a su omega rodeandolo con total seguridad y sintiendo los brazos de Dong Min aferrandose a él también mientras sus lágrimas se mezclaban.

—Te amo tanto, Dong Min, no te imaginas cuanto...

—No lo merezco... No merezco, no soy digno de nada... —Negó tratando de hacerle entender, pero... Tampoco entendía a que se refería Dong Min.

—No pienses en nada, solo piensa en cuanto te amo..
—se separaron y sus miradas conectaron. —Minnie, he luchado por ti... Es a ti a quien quiero, a nadie más

—Desiste... No merezco tu nada de ti...

Porque a través de su propio espejo miraba un desastre, un omega roto, que se perdió a sí mismo en el camino, quien no supo cuidar de su propia hija, que no supo dar el mismo amor a la persona que amaba, quien en su ceguera no dejó que su hija conociera a su padre, que no se dio cuenta del error que estaba cometido. Era un omega feo, sin cualidades ni actitudes encantadoras, con ojeras y mala alimentación, con una vida atormentada, con un pasado en sus hombros qué no le impedía avanzar.... No quería hundir al alfa en eso.

Al menos esa era su perspectiva, no se permitía ver lo que había más allá porque solo miraba sus defectos y consideraba que no era merecedor del amor, ni de un final feliz.

—Soy yo quien no te merezco, Dong Min... —entre lagrimas, sostuvo sus manos y besó sus nudillos. —Eres mi vida, date cuenta de lo mucho que te amo por favor.

No hubo respuesta más que un corto beso y una sonrisa débil.

...

En la habitación, Bin curó sus heridas ya que con los golpes qué le habían dado, una que otra cortadura tenía, aparte de sus moretones.

Cuando nuevamente quedó desnudo frente a él, la pena lo acurrucó y el alfa muy decidido, no permitió que se tapara cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.

—No...

—No quiero que me veas. Me siento sucio...

—¿A quien le importa eso? Tu desnudez revela la belleza que me deja sin aliento... Nunca me cansaría de verte... —se acercó a besarlo mientras acariciaba su mejilla. —Me haces el hombre más feliz del mundo con solo tenerte a mi lado.

Sus bocas nuevamente se unieron sus dos manos se entrelazaron mientras que las otras sostenían sus mejillas, cerrando el espacio, dejando que sus narices se acariciaran y sus labios se reconocieran una vez más.

Y al pasar de los segundos, el cuerpo de Dong Min fue inclinandose hasta que su espalda tocó el colchón y entendiendo en que terminaría eso, le hizo separar.

—Bin-...

—Quiero hacerte el amor, Min. —No le dio tiempo de decir alguna otra palabra, nuevamente lo besó y esta vez, tiró la toalla al suelo para darse más espacio de su omega.

—Bin-...

—¡Shh! —puso su dedo índice sobre sus labios. —¿Qué pasa, mí vida? —preguntó con voz dulce al ver su mirada preocupada y triste.

—No quiero sentirme sucio otra vez, ni quiero sentir lo que mi asqueroso cuerpo produce...

—Min-...

—Quiero hacer el amor contigo, pero no quiero sentirme mal, solo entiéndeme...

Por supuesto, era un momento muy difícil de afrontar y si le estaba pidiendo aquello con tanta súplica, él sería un buen alfa.

—No te preocupes, nene. Todo estará bien, solo recuerda... Que nada de esto es tu culpa...

Su omega deseoso recibió los labios de su alfa sobre su piel, los besos cariñosos de su amor, el toque suave de sus dedos por todo su cuerpo y justo cuando iba a prepararlo, el alfa decidió abrir el cajón de la mesita de noche y sacar un paquete de preservativos.

Tomó uno, lo abrió y lo puso en su dedo medio, para seguidamente acariciar a su omega, entendía aún cuando Dong Min no se lo decía que tenía asco de sentir alguna mano sobre él, al menos en esas partes, podía escuchar a su omega gritándole en el oído todo lo que le incomodaba, así que él tomaría las medidas necesarias para solo darle amor y hacerle sentir bien.

Hizo una preparación lenta donde en realidad no había necesidad de ella, pero quería darle placer a su castaño y al menos, quitarle un poco de culpa.

Aunque lo estaba pasando frente a los ojos de Dong Min era algo completamente diferente.

De cierta manera, comenzó a sentirse mareado, con calor y algo de su razonamiento se nubló en el momento que su omega comenzó a hablarle.

Tu alfa.

Nuestro alfa.

Marcalo.

Pídele que nos ame.

Que se apure.

No puedo estar más sin él.

Díselo.

Hazlo.

Vamos, hazlo.

Marcalo.

No entendía absolutamente nada y al no querer ceder, terminó su omega tomando las riendas de la situación.

—Alfa... Tómame. —no era invitación sola, era un pedido, casi y una súplica a como lo ha estado haciendo.

—Eres quien me va a tomar... Soy todo tuyo, Lee Dong Min...

La excitación creció entre ellos, sus labios se negaron a despegarse, incluso cuando el omega le ayudó a desnudarse, nada hizo que se separaran. Aunque al sentir la punta de sus dedos helados pasarse por su torso, le erizó y le gustó tanto que terminó soltando un prqueño jadeo.

Su omega le hacía ser un loco enamorado e insaciable. Jamás tendría suficiente de él.

Le colocó al omega uno de los preservativos y él se puso el suyo, Dong Min no quería sentirse sucio se lo dijo y él no sería tan imbecil de correr el riesgo de alterar algo en su omega nuevamente y que terminara en embarazo. Aun cuando la idea no le desagradaba para nada.

La mirada avergonzada de su castaño se posó en su rostro, aun cuando enroscó sus piernas alrededor de su cadera en una clara invitación, la vergüenza y lo usado que se sintió volvió a caer sobre él.

Sin embargo, el alfa ya metido entre sus piernas, se inclinó sobre él y sosteniendo con sus manos, se acercó a su boca nuevamente.

—Eres hermoso, nene... Y todo mío... —sus labios se unieron por unos cortos segundos cuando, con lentitud, se deslizó dentro de sus paredes.

—Aah...—tomó su rostro con su mano y lo acarició.

—Eres mi omega, él único hombre para mí...

Se movió fuera, para luego volver a introducirse tan lentamente que Dong Min sentía el placer explotar en su vientre. Tuvo náuseas y lloró al recordar lo que había pasado, pero ahora... Tenía a su alfa sosteniendolo, limpiando sus lágrimas con besos y gimiendo en su oído su noche.

—Dong Min, te amo...

—¡Aah! Ah~

—Te amo y siempre lo haré no importa cuanto pase.

El placer incrementó, así como las embestidas del alfa, Dong Min lo guiaba atrás de su voz rota y sabía que no le estaba haciendo daño.

—¡Alfa! ¡Alfa, por favor-ah! —se aferraba a él con fuerza, con sus brazos abrazando su cuello, no dejando ni que se le escapara ni un segundo mientras la voz en su cabeza le seguía hablando.

Marcalo.

Marcalo.

Bin es...

Eres mi alfa, Moon Bin.

Un pequeño empujón le hizo separarse, su omega no dejó que pensara correctamente y se lanzó a besarlo mientras cambiaban de posición y era Dong Min quien se sentaba sobre él.

Por supuesto que le ayudó y nuevamente se introdujo en su canal, sosteniendo su cintura y dejando que el omega le diese calor donde su amor se transmitía hasta en sus poros y cada gota de sudor que caía por sus sienes.

Los brazos cálidos de su omega alrededor de su cuello, sus piernas flexionadas brindándole calor a su abdomen y sintiendo como cada a medida que avanzaban, estaba a nada de llegar.

La presión ejercida por su interior le estaba avisando que Dong Min se iba a correr y era tan excitante que incluso él mismo se sentía igual. Iban a llegar juntos si seguía así, pero el placer era tan grande que eso era lo de menos.

Estaba haciendo que su omega olvidara todo y eso era lo que le importaba.

La bendita voz en el oído del omega volvió, su cabeza estaba por explotar y en medio del extasis, de tanto placer sentido, Dong Min escuchó esa voz en su cabeza y al momento que se corrí y gimió en alto, mordió a Bin.

La marca se creó.

Sus dientes filosos crearon la marca en su alfa, reclamándole como suyo y de nadie más, así como debió ser desde hace mucho tiempo atrás.

—Eres mío, alfa.

—Soy todo tuyo, omega.

No habría nadie que pudiera cerrar ese lazo, porque no habría otro omega para Bin más que Dong Min y hasta el día que su omega muriera, ese día lo más probable se iría junto a él al más allá.

No se trataba de la protección o la posesividad como la marca de un alfa... La de un omega era entrega absoluta a su otra parte y una promesa sellada de amor eterno.

El que Dong Min sea quien lo halla marcado, simboliza más que un simple rol, le está dando su vida, así como está tomando en sus manos las del alfa.

Su vista borrosa se levantó, el sabor de la sangre de su alfa estaba en su boca y mientras bajaban juntos del climax, miró el reloj....





Un cuarto diferente, pero las mismas caricias, una mirada enamorada y una paz excesiva como jamás la ha sentido.




Los labios de su hombre le hicieron volver y terminó siendo cargado al baño y tomando una ducha junto a Bin. Vestidos bien abrigados y limpios, se acostaron en la cama, arropados con las sábanas nuevas y el edredón, no creyendo aun lo que habían hecho.

Sé durmieron tomados de la mano sin saber que mientras ellos dos se entregaban, en Corea un omega estaba en emergencias, temiendo por su vida.

Le había llegado el momento de pagar a Seungkwan.

Vernon había regresado a Corea, Seungkwan lo esperaba expectante de alguna buena noticia, como por ejemplo, que Dong Min haya sido abandonado o si había sufrido más de lo que tenia en mente.

Sin embargo, el alfa no le hizo ningún comentario más que: «Tu trabajo se hizo».

No entendía porque el alfa actuó tan cortante, pero desesperado por cariño lo invitó a casa y también, fue rechazado. Vernon aun no pr9cesaba lo que cometió y de lo que fue participé, no puede creer el sufrimiento que le generó a una persona desdichada que solo buscaba amar.

No se lo perdonaba.

Y hasta que no saliera de ese shock y sentimiento de culpa, no iba a ver a Seungkwan.

El omega se enteró que la policía había capturado a sus marionetas y principalmente, que Bin se había llevado a Dong Min lo que supone que, aún cuando le hizo probar el infierno, ellos seguían juntos.

Hizo un desastre la casa, les gritó a su personal y los mandó fuera de la mansión, no quería ver a nadie, estaba desesperado.

Se tiró al suelo y maldijo a Dong Min entre lágrimas, su odio ferviente cegaba su cordura, haciéndose miserable por un amor no correspondido.

Y que más da que, de repente, comenzó a toser, nada grave pero cuando sintió una flema la escupió. Se asustó al ver nuevamente sangre salir de su cuerpo y de luego... Mareo, el dolor de cabeza y... Finalmente la punzada en el corazón que le hizo colapsar.

—¡Señor Boo! —su ama de llaves quien fue la única persona que se quedó por lástima al omega, fue quien lo rescató.

Seungkwan echó sangre por la boca mientras su cuerpo daba rebotes nerviosos y sus lágrimas se derramaban.

Eso no le podía estar pasando, Bin....

Su corazón se rompió en miles de pedazos junto al dolor inexplicable que lo asfixiaba. Tal cual Dong Min un día sintió.

La mujer llamó una ambulancia, pero Seungkwan terminó desmayandose y perdiendo el conocimiento.

En el hospital le ayudaron a estabilizarse, sin embargo, con su lazo roto estuvo a punto de morir y le recomendaron descanso y estar en observación ya que debían hacerle algunos estudios.

Pero sentía que se moría, no tenía fuerzas y el dolor en su corazón era el peor de todos. En aquella camilla de hospital lloró hasta deshidratarse, sin poder aceptar su destino.

Por la mañana, la pareja aun dormía, acurrucados y abrazados, las feromonas de ambos dándose tranquilidad.

El alfa fue el primero en despertar, miró a su omega dormir y sonrió con ternura, su omega aun dormía aferrado a él y amó con todo su corazón verlo.

Era pocas y contadas las veces en las que se ha permitido despertar a su lado y se siente como si estuviera en un cuento de hadas.

Movió su cuello y sintió el punzón, la marca, por fin se habían unido nuevamente. Se sentía tan feliz que no podía siquiera explicar y más cuando... Su omega fue despertando, mismo que al darse cuenta que él estaba a su lado se le escapó una sonrisa.

—Buenos días, mi príncipe. —Dong Min soltó un suspiro y sin dar una respuesta como tal, solo le dio un beso en la mejilla. —Me llena de alegría que ahora estés cariñoso.

—No estoy siendo cariño. —dijo con vergüenza.

—¿Ah no? —

Dijo con gracia, llenando su cuello de beso para finalmente hacerle cosquillas y rodar junto a él en la cama escuchando su dulce risa.

—Ahora soy todo tuyo, Min. —el omega frunció los labios.

—Tengo miedo.

—No lo tengas, al contrario... Ahora soy yo quien tiene miedo de perderte... Tienes mi vida, todo lo que soy es gracias a ti y te lo entrego a ti.

Un beso más cerraba el temor y los abrazaba profundamente en el alma.

Y los días pasaron...

La pareja le hizo saber a San Ha que nuevamente se habían unido y con temor, Dong Min aceptó frente a su familia que había vuelto al lado de su alfa. Tal vez ni ubican bien el miedo del omega, pero lo cierto es que Dong Min ama tanto esos momentos especiales, sin embargo, no quiero perder nada esta vez y la culpa lo sigue carcomiendo.

Pensaron en decirle a Sua sobre su relación, pero al momento de querer hablar con ella, la pequeña solo soltó un:

—Papi, ¿Iremos a casa? Quiero ver a mamá.

La inocencia de la pequeña era tan grande que prefirieron mantenerlo así.

—Si tú y yo estaremos juntos... Es mejor que ella se dé cuenta por si sola quien en realidad soy.

—Ella cree que era un amigo.

—Lo sé, pero ella piensa en su madre y está pequeña como para decirle abruptamente que te divorciaste de él. Hay que ser cuidadoso y dejar que el tiempo le haga saber esto.

Porque Sua era muy sensible al respecto aún cuando las cosas con Dong Min fueran diferentes.

Yesung estaba feliz, incluso abrazó a Bin y lo felicitó.

—Sabía que cuando le dije tío por primera vez, sería para siempre.

San Ha lloró en medio de ellos y también celebró su unión.

—Sanhie, no llores.

—Hijo, detente.

—Es que estoy muy feliz... Sus rostros están iluminados, han sufrido mucho y es momento que sean uno. Ya no estaré más solo porque me has dado una familia, Dong Min. —estaba agradecido con el omega por todo el apoyo que le daba y el amor sobretodo.

Ese omega era como la madre que nunca tuvo.

Y su papá volvió a ser ese hombre que recordaba, el amable alfa, quien lo mimaba y consentía. Su héroe.

Aunque, en medio de tanta felicidad, Sunmi sentía algo en su pecho que necesitaba sacar y en cuanto tuvo tiempo, habló a solas con su hermano en su cuarto.

—Min, sé que lo que te vaya a decir no cambia nada, peor necesito que me respondas una cosa.

—Dime.

—¿Realmente estás feliz con esto? ¿Lo amas? —esa pregunta... Algo en lo que ha querido ser sincero siempre.

—¿Qué quieres que responda?

—Con la verdad. —se sentó junto a él en la cama y sostuvo sus manos. —Min, yo te amo y no quiero nada malo te pase. Quiero que sanes y te permitas vivir, eso todo. —cada palabra salida de su boca se la decía desde el fondo de su corazón.

—Estoy decidido, Sun... Yo lo marqué.

—Pero una marca no es nada aquí, yo quiero saber como está tu corazón, si tus heridas sanaron o si sigues respirando con vendas alrededor de él. —el omega no le respondió, pero sus ojos tristes dieron la respuesta clara.

Su hermana lo abrazó fuerte y dejó que llorara, Dong Min aun guardaba muchos secretos y siquiera le había contado a Wooyoung sobre eso y eso que era su mejor amigo.

Era un dolor que guardaba por dentro, el cual no era capaz de expresar.

—Tengo miedo, no quiero arrastrarlo a mi desgracia, pero ya es tarde para lamentos.

—Confía en él. —Jamás creyó decir eso, pero entendía que Bin era todo lo que su hermano necesitaba.

—Lo hago, pero lo quiero y siento que en cualquier momento me va a tocar despertar de esta pesadilla.

Cada que hablaba el mareo lo atacaba, era como estar luchando el doble contra su salud mental y su cuerpo debilucho.

—Deja que todo se haga a como está escrito, no te mates con tus pensamientos.

Y decidió liberarse, llorar y siguió.

El tiempo fue pasando, comenzó a convivir con su alfa más como la pareja que ahora eran, pero durante los 4 meses que pasaron, hubieron muchos tropiezos.

Bin no podía vivir en Japón permanentemente gracias a su trabajo, pero hacia de todo para organizar su tiempo, el proceso legal contra los abusadores de Dong Min fue retrasado muchas veces ya que ninguno de ellos hablaba, aunque para Bin algo andaba mal.

Dong Min fue a terapia ya que de alguna forma, lo vivido le afectó emocionalmente y psicológicamente, y junto a Bin fueron superando cosas aunque tuvieron un cierto distanciamiento en el ámbito sexual.

Sin embargo, las caricias, mimos y besos, más que nada, el tiempo que pasaban juntos como familia, era lo que le hacía sentir pleno y entendía que Bin no lo buscaba por lo que su cuerpo le pudiera ofrecer, sino por lo que era.

Tuvo comunicación con su mejor amigo, le contó que Bin y él estaban juntos, y aunque esperó que lo regañaran, Wooyoung lo felicitó.

—Mereces ser feliz, Minnie. Ya es hora de que vivas tu luna de miel eterna.

En su plática le contó que Seungkwan estaba en el hospital y que al parecer era por el desvinculo qué casi lo mata. No se alegró por su desgracia, pero le hizo recordar como se sintió en el pasado cuando eso pasó y ahora, solo miraba con el karma cobraba sus malas pasadas.

También le contó que San estaba distante y que debía hablar con él a escondidas para que el alfa no se enojara.

—Es un griton, se pone a estar hablando de ti delante de los niños y odió tanto que haga eso. La cosa es entre nosotros, mis hijos no tienen nada que ver.

—Tenle paciencia.

—No, ya es el colmo. Min, puedo amarlo mucho, puede ser mi alfa, pero si sigue con esa actitud no voy a soportar.

Ya le estaba cansando y hablaba en serio.

A medida que los días siguieron su rumbo, algo raro comenzó a presentarse en Dong Min.

Por la noche tenía fiebre escalofríos, los dolores de cabeza que no paraban, así como también un sarpullido entraño qué no lo dejaba en paz. Comenzó a tener muchas náuseas, una diarrea imparable y lo más preocupante, fue encontrar unos pequeños granitos en sus partes íntimas qué le pusieron en alerta.

No le dijo a nadie por miedo, se mantuvo sin decir algo para no crear pánico y no fue hasta que un día... Bin llegó a visitarlos como siempre, le estaba preparando el almuerzo cuando sintió un mareo terrible y Bin se dio cuenta de como se tambaleó.

—¡Amor! ¿Te sientes bien? —fue a auxiliarlo y de pronto se desmayó.

Esperó en la sala por una hora, la doctora le dijo que le harían un análisis rápido para descartar cualquier cosa que esté afectando al omega. Pero la espera se hizo larga y estaba sumamente preocupado, sabía que Dong Min tenía algunos problemas de salud, su hijo le comentó que muchas veces miró a Dong Min correr al baño y escuchó sus quejas en las noches, así que eso lo mantuvo más alerta.

—Familiares de Lee Dong Min. —llamó la enfermera y él fue.

—Soy su esposo, dígame que pasa con él.

—Pase a la sala 5, la doctora lo espera.

Con temor se dirigió hacia allá, ubicó la camilla donde lo tenían y cuando logró estar con él, la doctora entró con los resultados de sus exámenes.

—Doctora, ¿Qué tiene? —la mujer no pudo ocultar su lamento.

—¿Usted es su pareja, cierto?

—Así es.

—De acuerdo... Ya que está, necesito hablar con ustedes sobre los resultados de los análisis.

—Díganos, doctora. ¿Qué está pasando? —Dong Min seguía bajo los efectos de la medicina que había tomado, así que solo escuchaba atento.

La doctora respiró profundamente y prosiguió. —Los resultados indican que tiene VIH, señor Lee.

—¿Q-qué...?

—Lamento traerle estas noticias y entiendo si es impactante para usted...

Sentía nuevamente, su mundo comenzar a caerse a su alrededor y solo había una pregunta en su cabeza:

¿Por qué?

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Cap dedicado a KarlaNataliaAlvarez. Te amo muchísimo, lindita✨

-sin comentarios esta vez, ¿Yo? Yo me llamo Yeison.

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