𝟷𝟺
Media hora más tarde y con la ayuda del doctor de Suyeon, Bin estaba entrando a la sala. Tuvo que ponerse un cubrebocas, una bata especial y guantes. Le indicaron por donde pasar hasta que estuvo frente a la camilla donde una niña conectada a una máquina dormía.
Miró la manguera qué conducía hacia su nariz desde el tanque de oxígeno a su lado y se acercó. A primero impresión, sintió a su alfa alborotado sin razón, impulsivamente se acercó aún más para tomar su mano y al simple tacto sintió ganas de llorar.
Aquella pequeña se sentía frágil como un papel, su rostro lleno de ojeras y pálido le hizo sentir en carne propia un dolor similar al que Suyeon estaba sintiendo.
Estuvo unos segundos mirándola en silencio, observando sus facciones y se sentía como estar bien un espejo de alguna manera.
Su alfa le gritaba que estaba frente a su hija, de aquella pequeña de la cual nunca supo de su existencia y que tampoco sabía que había salido de su verdadero omega.
Pero claro, Bin estaba confundido y esa idea por nada del mundo podría pasar por su cabeza.
Suyeon sintió un olor relajante, fuerte, pero tan dulce como nunca había sentido. Era como un abrazo directo a su alma y sintió una punzada en su pecho qué la hizo abrir sus ojos de a poco. Sintió el tacto ajeno, pero no miedo ya que, entre sus manos podía sentir un lazo creandose, algo que no le permitía alejarse de aquel tacto frío, pero que a lo segundos, la llenó de calor y solo una pequeña lágrima cayó por su rostro.
Miró al hombre junto a ella y no sintió miedo, solo una inmensa alegría que no tuvo comparación y las ganas de llorar que se acumularon sin cesar.
Bin se sintió extraño por supuesto, el también sintió aquello y al ver el rostro de la niña asustado, se bajó el cubrebocas solo para que lo pudiera conocer.
-Tranquila, estarás bien. -Suyeon estrujó su mano con fuerza y se sentó con cuidado en la camilla.
Se soltó del agarre de su mano y abrió sus brazos. Bin sin comprender que hacía, la abrazó y la niña puso su rostro en el pecho del alfa.
-Tranquila, pequeña...
-Pa-pá...
Aquellas palabras salieron sin medir el efecto que causarían.
Dong Min fue avisado por Jong Sun qué Bin iría a ver a Suyeon, el omega estaba muy afectado con toda la situación y no se opuso, solo le pidió a Jong Sun no decir nada y dejar que las cosas fluyeran.
-Mi hija está muy mal y él no será capaz de quitármela. Pero si pasa algo, tratará de acercarse y no quiero verlo, mucho menos que sepa que soy un omega.
Tenía miedo de que lo descubriera, pero es no quitaba qué de alguna forma, quería que Suyeon al menos lo conociera.
Se fue a casa solo para recoger unas cosas y tratar de distraer a Min Hyuk quien quedó en llegar más tarde, porque si por el alfa fuera, llegaría de inmediato y le gritaría a Bin, de eso estaba completamente seguro y la verdad, no quería estar escuchando tonterías cuando la vida de su tesoro estaba en riesgo.
Dong Min se fue y Jong Sun se quedó esperando a que Bin saliera, y cuando lo hizo, el alfa venía con sus ojos llorosos.
-Bin... -Jong Sun quiso soltar todo, pero antes, necesitaba saber porque lagrimeaba.
-Es una niña muy bonita, realmente tenias razón, no merece esto. -cuando Suyeon le dijo 'papá' no pudo evitar llorar junto a aquella pequeña, no entendía porque pero sentía en el fondo de su alma que algo lo estaba llamando.
Estuvo un buen rato abrazándola, la llenó de sus feromonas inconscientemente y sin saberlo, su hija y él ya había terminado de crear el vínculo que desde un principio tuvo que haberse dado, su alfa se encontró con su cachorra y la abrazó en su alma, feliz de haber encontrado a su pequeña lobita.
Pero Bin seguía sin entender porque su alfa se sentía así y lo ignoró porque para él, no tenía caso indagar más a profundidad.
Salió luego porque Suyeon se durmió y antes de irse, nuevamente entrelazó sus dedos con los de la niña y ella susurró:
-¿Tú eres... mi papá?
-Duerme, pequeña, estás delirando por la fiebre.
-No... Tú eres papá... Papá... Te quiero... -dijo entre pausas para finalmente quedarse dormida.
Lloraba del impacto, de saber que aquella niña lo había confundido con su padre y era más difícil, ya que sabía por boca de su madre que la pequeña no tenía a nadie más que a su madre omega. Todo era tan confuso.
-Susu es una lindura, incluso cuando la veo siento que te veo en ella. -Bin no dijo nada ya que lo que decía su madre no tenía mucho sentido.
-Debo volver al hotel con el ministro, ¿Podemos regresar juntos a Corea?
-Todavía no pienso irme, al menos quiero pasar unos días a esperar por saber de la pequeña.
-Está bien, yo tengo otras cosas que hacer y luego estaré libre, supongo que si podemos volver.
-Seguro. -le dio un beso a su madre.
-Dime si sabes algo de Dong Min, vendré enseguida.
No espero por una respuesta, solo se marchó sintiendo como si su alma se hubiera quedado en aquel hospital.
Y su corazón no lo engañaba, porque dentro de aquella sala, su presencia había calmado los dolores en el cuerpo de su hija, sus feromonas la ayudaron a dormir, pero también... Lentamente todo espíritu de vida comenzaba a desaparecer...
En cuestión de unas horas, Dong Min llegó al hospital en compañía de su suegro y su esposo por supuesto, Jong Sun se encontraba con Sunmi quien había llegado a dejarle algo de comida.
Pidió al doctor dejarle ver a su hija y nadie le negó la entrada, entró tomando las debidas medidas de protección y se acercó a la camilla donde su pequeña se encontraba.
-Corazón.. -llamó con voz dulce y la niña giró su rostro y sonrió debilmente. Ya habían cambiado la mangueritas en su nariz por una mascarilla que cubría toda su boca y con un tubo más amplio, el oxígeno le comenzó a faltar.
-Ma-...
-No hables, muñequita. -se puso de rodillas en el suelo y sostuvo su mano con cuidado. -Me dijeron que papá vino a verte.
Los ojos de Suyeon se iluminaron y una media sonrisa se dibujó en su rostro cansado. Sin importarle, quitó el tubo y habló antes de que Dong Min la detuviera.
-Pude... Conocer a papá... -hablaba con cansancio -Me parezco mucho... A él...
-Bebé, ponte eso-...
-Mamá, te amo... Gracias por... ser mi mami y cuidarme tanto... Tienes que sonreír y vivir bien...
-Suye-... -la máquina comenzó a sonar, la niña comenzó a temblar.
-Prométeme qué vas a vivir bien, mamá...
-¡No! ¡Bebé! -se puso moradita y rápidamente los médicos llegaron para tratar de estabilizarla.
-Promete que serás feliz, mami... -Dong Min no quiso soltar su mano y aun llorando como desquiciado, siguió pidiéndole que no se fuera.
Su vida se había ido frente a sus ojos sin siquiera tener tiempo para un último abrazo...
Y en un cuarto de hotel, el dolor que se apoderó del cuerpo de Bin, le impidió seguir cenando y fue rápidamente a vomitar, sentía sus manos picar y unas fuertes ganas de llorar qué no entendía que sucedía.
Su alfa le estaba avisando sobre la pérdida de su cachorra y no lo sabía.
Dong Min se desmayó, toda la familia lloraba en el pasillo al saber lo que había pasado, pero nadie como Dong Min quien se aferraba al cuerpo sin vida de su pequeña y en el mismo estado de shock le pedía que se despertara.
-Cariño, despierta... Susu, tenemos que ir a casa, por favor...
Lloraba a mares sobre aquella camilla, aferrado a su esperanza de que me dijeran que todo era un sueño.
El alma de la pequeña subió a los más alto con un pequeño ángel que cuidaría de Dong Min para siempre, aun cuando el omega acaba de perder todo rastro de vida con ella.
Jong Sun voló de regreso a Corea junto con Bin hasta después de cuatro días, le hizo saber a su hijo sobre la pérdida de la pequeña y fue él quien también consoló a su madre puesto a que la omega estaba demasiado afectada.
En cuanto llegaron a casa, se obligó a actuar normal y cuidó de su nieto quien le decía lo mucho que la había extrañado.
-¡Abuelita, te extrañé muchísimo!
-Prometo no dejarte solo nunca más, mi pequeño. -ella amó a su nieto desde el primer minuto que lo tuvo en sus brazos, San Ha se convirtió en su luz, en el niño de sus ojos y quien la acompañaba en sus solos días.
Por supuesto que cuando supo que tenía una nieta más no dudó también en cuidar de ella, pero no hacía diferencia, ella amaba a ambos, aún cuando Suyeon ya ni estuviera presente, ella siempre la llevaría en su corazón y trataría de ser mejor abuela para San Ha. Muchas veces se sintió mal porque sabía que para su nieto ella era su refugio, pero también debía de pasar aunque sea una semana con su nieta y ahora que ya están las cosas destruidas, se siente sin cargo de consciencia porque estuvo para ella para cualquier cosa.
Ahora su deber era seguir demostrandole a su nieto que ella lo amaba con toda su alma, aun cuando estuviera rota por dentro.
Por otro lado, el tiempo fue pasando, pasaron semanas en las que el vacío se apoderó de un hogar que solía sentirse cálido y lleno de amor. La luz se apagó por completo, Dong Min sentía su pecho vacío y un punzón qué lo asfixiaba por las noches. No conciliaba el sueño al menos que Min Hyuk o Sunmi le dieran algún ansiolítico que calmara su sistema.
Se ha quedado en su cama durmiendo, mirando a su pared vacía, escuchando la dulce voz de su niña a su alrededor y es aun más doloroso con cada día que pasa, y solo se pregunta, ¿por qué el cielo le quita todo lo que amaba? ¿Qué está pagando? ¿Qué hizo en su antigua vida para que en esta sufra terriblemente?
Ya está harto de vivir, ya no quiere nada.
Tocan la puerta y se cobija de pies a cabeza para que no vean su estado demacrado.
-Minnie, te traje la cena -su pareja le lleva la comida todos los días en cada tiempo, y él se queda en silencio sin responder, sin siquiera moverse cuando el alfa le habla. -Minnie, tienes que comer...
-No tengo hambre -su voz sale entrecortada, el dolor sigue intacto.
-Mi amor, tienes qué. No puedes seguir así, ya casi llega al mes y sigues sin comer, solo bebes agua y es todo. Te vas a morir así.
-¿Y qué? Ojalá me muera de una sola vez y dejo de estorbar.
Sunmi llega a la habitación al escuchar los gritos y trata de acercarse a su hermano.
-Min, no sabes lo que estás diciendo. -enfadado le tira la bandeja al suelo.
-¡¿Acaso no entiendes lo que te estoy diciendo?!¡¿No entiendes mi dolor y mis ganas de asesinarme hasta que no queden pedacitos?! ¡PERDÍ A MI HIJA, HYUK!
-Min Hyuk, por favor-...-trata de interferir, pero es inútil.
-También me duele, Dong Min, pero con llorar no podemos traerla de vuelta.
-No entiendes... Ella no salió de ti, ella no estuvo para ti cuando más la necesitaste, tú nunca entenderás el porqué me duele tanto. -gritaba con amargura, con lágrimas a más no poder.
-¿Es por qué era hija de ese bastardo? ¿Es eso?! -nuevamente los celos estúpidos presentes.
-¡Nadie lo está mencionando!
-¡Pero inconscientemente lo haces, Dong Min! ¡Entiende de una vez que él nunca te amó, que solo fuiste su juguete y vive en paz! -el omega corrió fuera de su cuarto derramado lágrimas amargas.
-¡Min Hyuk, por favor! ¡Deja a Dong Min en paz!
-¡Tú solo lo defiendes sin saber lo que ha hecho!
-¡Deja de ser tan irracional, él sufre por su hija y el dolor de una madre jamás lo entenderías, imbecil!
Min Hyuk no sabía nada, Min Hyuk solo soltaba su rencor porque supo que Bin estuvo en el hospital el último día y parece no perdonarle eso, pero que más daba si ya nada tiene sentido para él.
Su única razón de vivir se había ido, su brillo, su risa, su alma, todo se había ido.
¿Qué sentido tenía luchar ahora?
Promete que serás feliz, mami.
Aquellas palabras vivían en su mente sin darle paz, pero al momento de que se encerraba en el cuarto de su bebé y olía su ropa y se acostaba en su cama, el dolor caía sin cuidado lastimando cada parte de su ser.
¿Cómo podía ser feliz si su cachorra, por la que luchó toda su vida, se la habían arrebatado?
¿Cómo iba a pedirle a la luna que lo guiara, si su luz se había apagado para nunca más encenderse?
Su omega una vez más cogió un cuchillo y se apuñaló, quedando en silencio y dejando que sea la voz de su subconsciente quien tome las riendas a partir de ahora.
Dong Min simplemente, se había tirado al vacío esperando nunca más salir de ese hueco tan frío y oscuro en el que había terminado...
❖•ೋ°•°ೋ•❖
No me maten ni me odien, por favor😿😿
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top