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Llegó en su auto lo más rápido que pudo, al entrar a casa, su hermana y su sobrino lo miraron extrañado y más por como tiró la puerta.
-¿Estás bien? -Preguntó Sunmi y él solo asintió.
-Tío Min, si estás cansado deberías ir a la cama.
-¡Eso haré! -dijo alterado, asustando al pequeño.
-¡Dong Min! -regañó su hermana y asintió ya con más calma.
-lo siento... Ya iré a dormirme. Buenas noches, Yesung.
Corrió a su cuarto sin esperar respuesta alguna y cuando cerró la puerta, fue directo a su baño y se metió con toda y ropa a la regadera, abriendo la llave inmediatamente. Dejó que el agua empapara todo su cuerpo y resopló cansado debido a tantas cosas que tenía en la cabeza.
"¡¿Qué demonios hiciste?!".
Por supuesto que se cuestionaba lo que hace una hora pasó. El como se dejó llevar por el tacto impaciente de otro hombre sobre él y como odió la sonrisa victoriosa en el rostro de Moon después que le hizo correr. Empujó al alfa y salió corriendo directo a su auto, pero en todo el camino, se la pasó haciendo memoria de todo lo que hizo.
Como sus dedos diestros acariciaron en los lugares más deliciosos de su glande, como aquella muñeca se quebraba en círculos en su punta y le hacía gemir.
-¡Mierda! -con desespero, arrancó su ropa y la tiró al suelo para luego, comenzar a darse caricias por todo el cuerpo, como si fuesen las manos del alfa.
Duro.
Musculoso.
Guapo.
Excitante.
Ese hombre lo tenía todo, todo lo que alguna vez le llamó la atención y de solo imaginar que era follado por él duramente contra aquel azulejo, se corrió abundantemente en su mano que ni los chorros de agua pudieron lavarlo.
Estaba loco, completamente perdido en una fantasía imposible e incoherente. Él no podía excitarse por un alfa, no por los toques de otro hombre, no podía siquiera imaginar nada con él porque estaba mal, a él le gustaban las mujeres, ¿Entonces por qué dudaba?
Y mientras descansaba de su descarga de placer, escuchó su teléfono sonar y tuvo que salir con urgencia. Ató una toalla en su cintura y caminó hasta la mesa de noche donde anteriormente, había dejado su móvil.
Mina.
Leyó el contacto y rechazó la llamada, la culpa entró en él casi al instante. Había sido consciente de todo, menos de que le había sido infiel a su novia.
Y no solo eso, le había sido infiel con un hombre, con un jodido alfa que comenzó a meterse dentro de sus sentidos. Un maldito bastardo que acababa con su paciencia y con todo su razonamiento.
Por supuesto que los días siguientes fueron difíciles para Dong Min, tuvo que adaptar su horario para permanecer lo menos posible en la oficina y para su fortuna, Park tuvo varios asuntos exteriores que ameritaron su compañía, por lo que fue exitoso el no encontrarse con Moon en aquellos pasillos.
Por otro lado, esa tarde, se reuniria con Mina. La chica lo llamó repentinamente y le hizo saber que tenía que hablar algo importante con él, así que aceptó porque a decir verdad, se sentía apenado con ella que ni quería verle la cara, pero al tratarse de algo urgente, no tuvo más opción.
El hecho de que no ha dejado de pensar en un hombre le pone los pelos de puntas y más cuando nunca se imaginó que podía caer tal y como un omega en celo. La necesidad nunca se había presentado en él, siempre había tomado a chicas hermosas disfrutando con demasía, pero ahora su cabeza es un remolino sin salida.
Salió casi a las 6 de la tarde del edificio, encontrándose a su novia en las gradas hacia el estacionamiento y saludó, puso su mejor cara y caminó a ella.
Las cosas entre ellos no estaban bien obviamente, pero estaban tratando de llevar su relación nuevamente a como empezaron, principalmente Mina quería que Dong Min despertara ese cariño hacia ella y pues... Solo lo van a intentar nuevamente, no más.
-¡Min! -la chica corrió a abrazarlo y dio un beso en sus labios -¿Nos vamos, cariño?
-Sí, bebé, vamonos -la chica sonriente rodeó con sus brazos la cintura de Dong Min y caminó con él hasta su auto.
Y estaban tanto en su mundo, que no notaron los ojos maliciosos qué los observaban.
Llegaron al cafetin favorito de ambos. Luego de una jornada difícil de trabajo una taza de café solucionaba sus problemas. Ordenaron y ya listos para disfrutar de sus postres se sentaron en una mesa.
-¿Has estado bien, Min? Últimamente ni has respondido a mis mensajes -bebió su americano como agua, tratando de no notarse nervioso.
-He estado ocupado, bebé. Lo siento mucho. -se obligó a mostrar una sonrisa.
-No te preocupes, la verdad, creo que esto es bueno.
-¿Qué?
-La distancia, de hecho, Min... Tengo que decirte algo -quedó atento a lo que dijera -Voy a irme.
-¿Te vas? -aquello lo tomó por sorpresa.
-Mi abuela enfermó y necesita a alguien que la cuide. Sabes que vive al norte, en Hamgyong y pues, en realidad toda la familia irá allá para estar con ella.
-Lamento mucho toda la situación, bebé.
-Descuida y pues... hay un distrito que busca a una secretaria en ese lugar. Fui escogida hace poco, así que comenzaré a trabajar ahí el próximo mes.
-¿Dejarás tu trabajo también? ¿Entonces ya no quieres estar aquí? -Dong Min se oía reprochero y la chica se río.
-Min, no sé si será algo temporal o no, y necesito algo estable mientras se ordena todo. Lamento que te tenga que dejar solo, pero no me voy hoy, hasta dentro de unas semanas.
-No puedes hacer eso, vamos a estar separados mucho tiempo.
-No necesariamente, podemos seguir nuestra relación a distancia, hacernos llamadas... Tú sabes que tipo de llamadas también... -la chica acarició sus manos y él sonrió.
-Por supuesto que sí, bebé... Hasta quiero darte la despedida adelantada -dijo siguiendo su juego.
-Me encantaría que fueras a mi casa, que me quites la ropa y-... -la mujer se detuvo de decir más al percibir al hombre que se acercaba a ellos.
-¡Oh, disculpen! -Dong Min al escuchar aquella conocida voz casi y le da un infarto.
-Tranquilo, señor -la muchacha miró a Dong Min pidiendo una explicación dado a que aquel hombre no dejaba de ver a su novio.
-Señor Moon, ¿qué hace aquí? -tomó valor para enfrentarlo hablándole de frente.
-Señor Lee, lo he pasado buscando toda la semana pero no lo encontré -sus ojos maliciosos le hablaban con profundidad.
-Min, ¿quien es él? -interrumpió la chica.
-Señorita, me presento- tomó el atrevimiento de hablar antes que Dong Min -Soy Moon Bin, consejero de estado y amigo de... ¿Disculpe? -mencionó para saber con certeza el parentesco con Dong Min.
-Mi novio, Dong Min es mi novio -sonrió en grande al escuchar aquello y besó la mano de la chica.
-Es un placer conocerla, Dong Min me ha hablado mucho de usted -Mina se ruborizó al escuchar aquello, mientras que Dong Min estaba rojo, pero de rabia.
-¿Se puede saber para qué me quiere, señor Moon? -interrumpió, lo único que quería era que ese desgraciado se fuera.
-Es un asunto de negocios, Lee.
-Puedo irme, no hay problema, no quiero interferir con su trabajo -dijo rápidamente Mina.
-No, bebé, tranquila. Señor Moon, estoy teniendo una cita con mi novia, no sé si le importe-...
-No, Min. Primero es el trabajo y no quiero interferir.
-Si quiere, tu novia puede escuchar sobre nuestros negocios, no tengo problema con ello- la malicia en cada palabra se reflejaba con claridad. No iba a correr el riesgo.
-Discúlpame, muñeca. Prometo recompensarte esto -la chica con una sonrisa se acercó a Dong Min y lo besó.
-Tranquilo, Min. Te llamaré luego -dio un último beso en los labios de la chica para luego verla ir del lugar.
-¿Muñeca? ¿Bebé? Es todo un caso, señor Lee -Dong Min apretó su mandíbula y le hizo sentar.
-¡Cierra la maldita boca! ¿Qué quieres? -el alfa tomó asiento con calma, sonriendo por lo divertido que le era ver a Dong Min molesto.
-Hablar contigo, precioso. -dio una rápida caricia en su mejilla y Dong Min apartó su cara -Desde ese día estás muy arisco.
-Vete a la mierda. Yo en ningún momento permití que te me acercaras. -Bin rio ante su comentario.
-Eres una dulzura, realmente no puedo sacarte de mi cabeza.
Buscó como tomar sus manos y al ver que no lo consiguió solo sonrió.
-Dong Min, yo no quiero quedar mal contigo, es por eso que te busqué, para que podamos hablar y arreglar esto.
-No vamos a arreglar ni una mierda, es más, no tengo porque seguir hablando con usted.
Se levantó enojado, sumamente enfadado, aquel pelinegro era insoportable. El alfa lo siguió y justo cuando iba a subir a su auto, este lo jaló y con la fuerza impuesta le obligó a quedarse pegado a él. Fue sorpresivo, claramente así fue, pero para Dong Min fue aún más vergonzoso por como las personas los miraban.
¿Un alfa y un beta juntos cuando hay tantos omegas en el mundo? Lo más nefasto nunca antes visto.
Dong Min se separó por su misma inseguridad y aunque el pelinegro se veía renuente a dejarlo, Dong Min y su claro "rechazo" le hacía ceder.
-Hablemos. -pidió el alfa con más calma.
-¿si acepto me dejarás en paz? -preguntó, por supuesto que no quería correr el riesgo de que escucharan su conversación con aquel hombre. Bin asintió, y más porque estaba seguro que luego de la conversación que tendrían, las cosas cambiarían.
Confiaba ciegamente.
-Por mi vida te juro que no te molestaré más, precioso.
Y con esa respuesta, ambos retomaron lo pendiente.
Llegaron a un apartamento dónde se "supone" vive el pelinegro alfa, aunque la verdad es que aquel lugar es donde suele llevar a sus amantes, un lugar donde les hace creer que es especial para él cuando no es así. La cama de aquel apartamento ha sido usado en múltiples veces con una lista extensa de personas.
Porque se divierte de esa manera y se siente dichoso.
-Toma asiento, lindo. -Invitó mientras se dirigía a su mini bar. Los ojos de Dong Min se fueron en aquel lujo ostentoso y ridículo, paredes blancas y tonalidades cálidas, luz tenue y brillante, muebles finos y mármol reluciente, algo que sin duda solo los ricos pueden tener.
-¿Es su apartamento, señor Moon? ¿Aquí vive? -el hombre asintió y una sonrisa escapada lo dejó en evidencia.
-No es donde vivo, pero por eso no deja de ser mío. -el beta dispuesto a no preguntar más solo asintió.
-Ya veo.
-¿Gusta de una copa? -ofreció al joven aquella copa con vino con clara cortesía y Dong Min un tanto renuente, la recibió. -Espero con todo mi ser que hoy no seas arisco, precioso.
-No soy arisco, usted me causa conflicto.
-¿Así? -dejó su copa en la mesita a su lado y quitándose su saco, se levantó directo al beta quien mantuvo su mirada baja y sumisa ante la fuerte presencia de aquel hombre. -Entonces dime... ¿Estás dispuesto a aclarar nuestra situación?
-No quiero que me malentienda, si pasó lo que pasó fue porque estaba ebrio y después... No lo sé... -calló, no supo como defenderse. Ni él mismo sabe como pasó.
-La segunda vez que tuve mis manos sobre ti estabas cuerdo, bebé -acarició su mejilla con la punta de sus dedos y Dong Min movió su rostro renuente.
-No me digas así. -dijo con enojo.
-Bebé -retó, tomando su mandíbula con fuerza. -Bebé eres tan bello... Y gruñón...
La conexión con sus ojos fue tan fuerte que se le hizo imposible despegar la suya de él. Los ojos de Bin eran seductores, como fuego vivo, con un imán qué hacía que lo viera sin descanso. Y cuando volvió en sí... Los labios del pelinegro acariciaban los suyos suavemente. Un beso de cortos segundos que le hizo sentir como si estuviera tocando el cielo mismo.
-Nada te cuesta colaborar. -dijo con una sonrisa ladina y burlesca.
-No sé si te das cuenta, pero tengo novia.
-Lo sé, ¿Y?
-¿Y? ¿No captas? No soy gay, no estoy interesado en ti, ni en ningún otro hombre.
-Yo tampoco estoy interesado en betas, sabes... Pero hay excepciones... Y tú eres la mía -le hizo levantar y lo jaló hasta la habitación principal donde entre medio de reclamos acostó al chico en la cama y se posicionó sobre él.
-¡¿Qué demonios estás haciendo?! -el castaño se río sutilmente en el momento que bajó su mirada a la entrepierna del beta y con cautela, se acercó nuevamente a sus labios.
-Repite una vez más lo que acabas de decir.
-No soy gay, tengo novia, ¡Maldita sea, quítate! -tomó sus manos y las puso por encima de su cabeza, metiéndose entre sus piernas para dominarlo más.
-Es lo que tú dices, pero mi amor, un hetero no se excita con solo la voz de un hombre...
-¡Ah! -con su rodilla masajeó su entrepierna, causando que aquel ronco gemido saliera.
-Deberías apartarme si eres tan hetero, mi amor -sostuvo solo con una mano sus muñecas para así poder quitar su corbata y atar sus manos. Por supuesto, que aquella acción fue realmente una oportunidad que le daría a Dong Min de alejarlo, pero el beta no pudo hacer nada, no cuando recibía tan deliciosa fricción.
Atadas sus manos, el pelinegro quitó la corbata del beta y abriendo solamente el primer botón de la camisa, se acercó a sus labios.
-Acéptalo... Estás tan metido en esto como yo, bebé. -lo besó obligandole a abrir su boca para poder enredar su lengua con la suya.
Se separó para bajar dando besos por su cuello hasta los demás botones, comenzando a soltarlos uno por uno con su boca, la excitación fue entrando de a poco en Dong Min, quien recibía un masaje suculento en su entrepierna y en sus pequeños botones por sobre la tela de la delgada camisa.
-De-¡ah! -apartó su rostro de vergüenza, un gemido sumamente agudo había salido y se sintió demasiado apenado.
-Déjame hacer que toques el cielo, bebé...
Sus labios se unieron nuevamente, empezando una guerra donde el alfa llevaba demasiada ventaja, sus manos curiosas quitaron prenda por prenda la ropa del beta hasta que de un tirón se alejó y gimió por la vista que el beta le ofrecía.
Una piel blanca y sonrojada, tan limpio y liso por todos los rincones de su cuerpo, curvas salvajes qué nadie nunca pudo imaginar. La imagen masculina que Dong Min mostraba a diario quedaba totalmente borrada en su cama, era como una obra de arte precioso... Bin estaba encantado.
-¿Cómo puedes decir que nadie nunca te ha tocado... Cuándo eres tan exquisito? -pasó sus manos desde su cintura hasta sus muslos gruesos donde bajando dio un beso sobre estos.
-No hagas nada, Moon... -el pelinegro sonrió al verlo tan sumiso ante sus toques, la forma tan encantadora en que trataba de cubrir su rostro aún con sus manos atadas.
-Eres hermoso... Completamente precioso, Dong Min -con sus palabras el beta abrió sus ojos conectandolos con los del alfa, sintiendo muy adentro de su pecho cada palabra. -Me vuelves loco...
Acarició los cabellos del beta hacia atrás y unió sus labios a los contrarios, mientras que con sus manos acariciaba sus piernas, colocándolas alrededor de su cintura para seguidamente, poner a Dong Min sentado sobre él y poder acariciar su trasero.
Las manos atadas del chico descansaron alrededor de su cuello y al tener más estabilidad, prosiguió a abrir su camisa y su pantalón sin quitar las prendas completamente.
Susurró palabras calientes en su oído, cosa que provocó que Dong Min se calentara más hasta que su pene goteaba. El ser deseado por un hombre no resultaba ser tan malo y quería disfrutar, aún cuando su conciencia no se lo estaba permitiendo del todo.
Las lamidas en su oreja y los besos constantes en su cuello eran un detonante en bruto para la excitación del beta quien estaba encantado por como aquel hombre le hacía sentir. Y llegó el momento, en el que los dedos del alfa comenzaron a masajear la piel de sus glúteos, hasta que sus manos agitaron con fuerza aquel despampanante trasero y gimió de gusto al sentirlo.
-¿Cómo no le has dado uso a esto, bebé? Es grande... y muy jugoso -con curiosidad, uno de sus dedos se pasó por toda su abertura haciendo soltar más de aquellos sonidos a Dong Min, pero lo que más le sorprendió, fue sentir junto a su intimidad el glande mojado del alfa uniendo a él.
Él castaño lo acomodó de tal modo que ahora estaba sentado sobre su duro miembro, el pene del alfa justo en su trasero, rozandose con su entrada nerviosa. El roce se hizo continuo hasta que se convirtieron en embestidas en falso, rozando entre sus muslos y su culo expuesto.
-algún día... Voy a follarte, precioso...
-¡Ah! -su espalda tocó nuevamente el colchón y las embestidas sobre su entrada se volvieron más fuertes y rápidas, sentía un fuego quemar toda su intimidad sin medida y solo pudo gemir de gusto sin evitarlo, hasta que sintió su propio miembro explotar y el del pelinegro dejar bañado su agujero por todos lados.
-Después de esto... Ni loco te dejaré ir...
El agua caía con ganas sobre el cuerpo de aquel castaño chico quien se hallaba sentado en el azulejo helado de su baño, dejando que el agua limpiara sus pensamientos. Menos de una hora tenía de haber llegado y si era sincero, la guerra mental en su cabeza iba por una segunda fase donde su interior estaba en contra de su cabeza.
Dong Min después de aquel momento con el alfa, se acostó en aquella cama con la mente perdida y sus ojos llorosos por el conflicto que guardaba en sus adentros, el pelinegro lo desató y con cariño, besó sus hombros acostándose a su lado y acariciando sus cabellos.
"No tengas miedo, Dong Min".
Fueron sus palabras, las mismas que no comprendió del todo gracias a su gran turbulencia, pero lo cierto e inquietante es saber que el castaño con total seriedad le dijo también: No me alejes, solo déjame amarte y conocerte.
¿Cómo podría amar a un hombre? ¿Cómo pudo dejar que tocaran su cuerpo? ¿Cómo siquiera podía considerar en que un alfa sería su próxima pareja?
¡UN ALFA Y UN BETA ESTÁ MAL!
Y con ese mismo pánico, se niega a creer en que el alfa sienta algo por él, claro que no.
-Ese idiota solo quiere jugar conmigo, lo sé.
Él sabe su trayectoria, lo ha investigado y sabe absolutamente todo lo que hace Moon, ¿Entonces por qué no puede alejarse? ¿Por qué permanece ahí a la espera de que tome control de su vida? Está enfermo.
Por lo menos ya está fuera de sus garras por el momento, y así pasaron unas cuantas semanas en donde el contacto se hizo mínimo con Bin y estaba agradecido con el cielo por tan increíble coincidencia de la vida.
Por otro lado, sus últimos días se la ha pasado escribiendose por mensajes con su novia y justo ese día, tiene una cita con ella. Sale de su apartamento, no sin antes avisarle a SunMi que saldría a ver a Mina.
Con ropa casual y delgada gracias a la calurosa noche, sale en su auto hacia donde vive su chica con una sonrisa plasmada en su rostro y sintiéndose más tranquilo, no está abrumado desde hace mucho tiempo, la paz reboza y está bien, perfectamente bien.
Al tocar la puerta del apartamento, es recibido por una sonriente Mina vestida con un sexy conjunto de lencería y sin renegar, deja que su novia lo jale y bese con pasión, cierra la puerta detrás suyo y besa aún más apasionado a su novia quien comienza a subir su pierna a su cadera y sin más, la carga a la habitación.
Con los segundos, va dejando en completa desnudez a la beta e intenta hacerla disfrutar, chupa sus senos con cariño como de costumbre, dando leves mordidas en sus pezones y lentamente ambos van cayendo en la excitación del momento.
Con sus piernas abiertas alrededor de la cintura de Dong Min, Mina lo espera deseosa, coloca el preservativo a su atenta y lujuriosa mirada, y se deja ir fingiendo en todo momento que está en la misma sintonia que ella.
¿Por qué?
Porque es obvio que desde que empezó, hay algo que no le permite disfrutar del todo aquel momento íntimo con la chica. Y la chica está tan ida y deseosa de él que no presta atención, al final, Dong Min contaba con un buen tamaño, así que no era tan notoria la diferencia, estaba duro, pero no completamente excitado. Pero lo que si era notorio, era el hecho de que el beta en ese instante deseaba parar, salir corriendo a buscar a Bin y... Nuevamente ese pensamiento donde el alfa estaba involucrado. Una mierda, así se sentía por estar engañando a la chica que lo amaba.
Unos empujes más y la hizo correr, fingiendo en ese momento que él también había llegado. Con disimulo bajó de la cama y quitó el látex vacío para casi correr y botarlo. La beta quedó encantada con él que cuando regresó, fue abrazado y besado tanto que se sintió sofocado.
Estaba lejos de sentirse bien con ella y toda situación empezó desde que lo conoció y jodió todo con su insistencia y poco carácter.
A la hora de estar ahí, no pudo más y fingió recibir una llamada para poder irse rápidamente.
-Yesung tiene calentura y Sunmi quiero que lo lleve al hospital.
-Está bien, cariño. Espero que el pequeño esté bien- con un beso con sabor agridulce se despidió de ella y fue hacia su casa.
El pelinegro se hallaba sentado en el sofá de su apartamento, vestido con solo un chándal, con sus gafas puestas y mirando algo en la televisión que ni entendía, pero estaba tan sumido en sus pensamientos que prefirió solo ver fijamente.
-Señor Moon~ -un omega recién duchado salió del cuarto y se sentó a su lado, llevando sus manos al hombro del alfa para colgarse a él poco a poco, pero el alfa lo rechazó sin piedad alguna.
-No, aléjate. Sabes que no me gusta que me toquen. -el omega asintió y mostró sus manos.
-Manos fuera, lo sé perfectamente, mi señor -el hombre giró su rostro para verle y negó.
-No vuelvas a decir que soy tuyo, ni mucho menos me toques. -advirtió con ojos fríos y voz dura -En la mesa hay dinero, vete que tu taxi está esperándote.
El omega se alejó y sonrió al ver la cantidad puesta en un sobre sobre la mesa, nada mal viniendo de Moon.
-Nos vemos. Cuando me necesite, solo llámeme.
Ignoró por completo el momento en que salió de ahí y se quedó sentado pensando en... Nada. Solo era su mente y él organizando sus siguientes movimientos.
En dos meses, Seungkwan vendría a verle ya que decidió darse unas vacaciones. Un dolor de huevo completo. Y por el tiempo que aquel omega dure en Corea tiene que ser el amante dulce que sabe no es, pero es bueno fingiendo, así que no hay mucho de que preocuparse.
Menos de 10 minutos habían pasado, cuando escuchó su puerta ser tocada.
"¿Qué se le habrá olvidado a esta perra?".
Dijo en su mente sintiéndose molesto completamente. Se levantó dispuesto a regañarlo, pero al momento de abrir su puerta... Su rostro se iluminó como si tuviera una estrella frente a él.
-¿Dong Min...?
Su visita repentina claramente ameritaba una explicación.
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