𝟶𝟹
Y dio aquel paso de confianza, el castaño se fue esa misma noche junto al alfa a dar un paseo por las calles, solo ellos dos, tratando de compaginar de alguna forma y lo que al principio Bin pensó que se estaba obligando a hacer, ciertamente disfrutaba ahora. Aquel joven era realmente interesante.
Una noche de tragos en donde pudieron ahogar sus penas y lo más impactante para el pelinegro fue saber que su juguetito tenía novia. Dong Min le contó sobre ella y pensó de que tal vez las cosas se iban a dar más difíciles por la heterosexualidad del joven, pero en el momento en que un muy borracho Dong Min puso su cabeza en su hombro, supo que las cosas seguían iguales.
-Señor Moooon~ vamonos- rio y apretó sus párpados para controlar el mareo qué sentía. Bin se río bajito por su rostro notablemente sonrojado.
-Eres un borrachito muy tierno, Dong Min. Mejor te llevo a casa para que nadie te robe.
Lo sacó del lugar y lo subió a su auto con cuidado, y en ese momento se dio cuenta que no sabía dónde vivía aquel castaño, así que pensó en la solución más rápida para cualquiera. Un hotel.
Buscó en su celular el hotel más cercano y afortunadamente, les quedaba a menos de 500 metros, por lo que se puso en marcha directo al lugar.
Lo depositó en la cama, despacio, cuidando de no golpearlo; aquel chico se removió y sonrió en grande soltando una amplia y brillante sonrisa.
-¿Qué te es gracioso, Lee?- se acostó a su lado y lo miró con el ceño fruncido.
-Todo a mi alrededor~ -quitó su cabello largo y castaño de su rostro y lo miró embobado. Dong Min era hipnotizante.
Fue tanta su atracción que lentamente, unió sus labios a los del beta, los movió suavemente esperando a que Dong Min le correspondiera, pero no pasó. Unos segundos después de haberse separado, Dong Min lo tomó por sorpresa del cuello de la camisa y unió sus bocas otra vez.
-A la mierda todo.
Abrió en grande permitiendo que el sin hueso del castaño explorara su boca, enredando sus lenguas hasta chuparla, creando chasquido. Dong Min era un gran besador. La humedad en su labio inferior aumentaba a medida que se mordían y comía salvajemente, y en ese instante, cuando decidieron tomar algo de aire, el castaño lamió desde su barbilla hasta sus labios, mordiendo al final su hinchado labio inferior.
-Aaa...
-Eres jodidamente adictivo..
Unió nuevamente sus bocas, profundizando ahora con su mano en la nuca del beta, tomando con fuerza sus cabellos apretando para contener su excitación.
Aquel castaño era sin duda su maldita perdición.
Llevó sus labios a su piel, a la blanca piel de su cuello y escuchó el gemido ronco del castaño. Era diferente, era como estar besando a otro alfa, pero sin duda era aun más excitante qué todas las veces que ha tenido sexo y eso que es una lista de nunca acabar.
Porque sus omegas eran débiles, porque sus omegas tenían una voz dulce.
Dong Min era tierno, pero su voz masculino lo hacia aterrizar en tierra firme. Aunque le gustaba la nueva experiencia.
Abrió tres botones de la camisa del muchacho y lamió su piel salada, dirigiendo su boca a sus pectorales mientras con salvajismo abre más para tener contacto con su ardiente piel.
Dong Min gime cuando siente aquella lengua lamer en círculos sus pezones ergidos, era delicioso, raro, pero exquisito recibir las mismas caricias que le hacía a sus mujeres. Sus miembros se frotaban con toda y aquella estorbosa tela que evitaba el contacto, tomó su pierna izquierda, poniéndola en su cintura y acariciando con sed de él.
Y cuando iba a buscar como abrir el pantalón del beta, sintió el cuerpo contrario bajar su pierna y... Nada, no hay mas señales.
-¡Carajo!- exclamó frustrado. Dong Min se había dormido y lo había dejado con una enorme ereccion.
-¡Aahh! ¡Aah! ¡Ahg!- una, dos, tres embestidas propinadas bruscamente, aquel omega se desvanecia en la cama donde se encontraba, mientras que Bin no hallaba la forma de apaciguar su calentura.
-Deja de gritar tanto -dijo un sonoro azote en el trasero del omega y con aquel tono tan dominante, supo que debía obedecer.
Después que Dong Min se durmiera, tuvo que dejarlo en aquel lugar, no tenía de otra y antes de salir, tomó una ducha fría aunque no sirvió de nada. Se masturbó pensando en que así se controlaría, pero nada y cuando se estaba vistiendo, miró el cuerpo en medio de aquella cama de hotel. Aquel bello cuerpo masculino y ese trasero redondo y pomposo que se marcaba en la tela del dichoso pantalón que no pudo quitar. Pensó en follarse a Dong Min sin importarle que estuviera en ese estado, pero no era tan hijo de puta como para hacer algo así. Al menos a Dong Min no.
Trató de ir a casa, pero no sirvió, seguía pensando en el cuerpo precioso del beta, en su marcado abdomen, en sus fuertes pectorales, en la manzana de adán qué se movía cada que tragaba saliva y en su desesperación, consiguió al primer prostituto que encontró.
Un omega con un cuerpo voluptuoso sin duda, su rostro ni siquiera lo miró, ni aunque aquel omega se miraba tan caliente chupando su pene o recibiendole en cuatro patas, se podía controlar. Él no necesitaba a un omega, él necesitaba ver debajo de su cuerpo al hombre que dejó dormido en el hotel, ver solamente ese rostro tan hermoso desformarse del placer que pensaba darle.
Y aunque para el omega con el que estaba fue el mejor sexo de su vida, se puede decir que Bin odió con toda su alma usar a otra persona para saciar su hambre del aquel bello castaño.
Pero ya se las pagaría.
Cuando Dong Min despertó, se hallaba perdido y con un fuerte de dolor de cabeza. Estiró su mano y miró su teléfono, tenía 10 llamadas pérdidas del canciller.
Se levantó lo mas rápido que pudo, aunque de nada sirvió considerando que no sabía que hacer. Necesitaba ir a casa, tomar una ducha, conseguir algo para resaca e ir al trabajo en tiempo récord.
Se asqueó al sentir el fuerte olor a alcohol en su ropa y fue entonces cuando cayó en cuenta de lo que había hecho. No está seguro, pero si recuerda vividamente las caricias de Moon y como presionaba contra su cuerpo.
En estado de shock quedó al recordar aquello, ¿Le había sido infiel a su novia? Y peor aún, ¿Con un hombre?! Una locura total sin duda. De todas formas, debe ignorar aquello, tiene que apurarse para ir a trabajar.
Ya después se encargaría de aclarar las cosas con Moon.
Se tomó prácticamente medio día de trabajo y para su suerte, cuando se presentó ante Park este no le regañó, más bien le dijo que estaba bien que se divirtiera.
-Eres un muy recto en tu trabajo y sobre todo, un excelente trabajador. No todo en la vida es trabajo, Minnie.
-Pero debo ser serio, señor Park, no es ético irme a tomar cuando tengo trabajo al día siguiente.
-¿Quieres que te regañe, entonces? ¡Qué chico más terco! No te preocupes, solo no lo tomes como costumbre. - abrazó al chico y palmeó su hombro -Sabes que te quiero como si fueras mi hijo, no quiero que te esfuerces mucho. Eres joven aún.
-Gracias por su compresión, señor Park.
Continuó con su trabajo ese día, demasiado ocupado como siempre y mientras estaba en lo suyo, sintió una silueta a su lado, al girarse su cabeza quiso regresar de inmediato, pero los dedos posesivo del hombre a su lado le hicieron pararse correctamente frente a él.
-Señor Moon...
-¡Que gusto verte, Dong Min!- saludó aquel pelinegro, acariciando con sus dedos el rostro del chico. -¿Estás bien? Ayer me dejaste... En una situación difícil...
Sus ojos seductores le hicieron a Dong Min levantar su mirada, aquella fuerte atracción que sintió desde el día que comenzaron a hablar sin duda estaba acabando con su paciencia, casi y haciendo un esfuerzo por no caer tan bajo.
-¿Podría no hablar de eso ahora? Estoy trabajando, señor.
-¿Señor? Tuve mis labios en tu cuerpo, ¿En serio me llamarás así todavía?- y pudo haberse acercado más a él, pudo incluso comerse su boca nuevamente. De no ser porque Park apareció de repente, las cosas hubieran sido diferentes.
-Moon, que sorpresa verte aquí. ¿Se te ofrece algo?- Park miró seriamente a Dong Min, no entendía porque Moon tenía casi arrinconado a su asistente.
-Señor Park, disculpe mi insolencia, solo vine a saludar a Dong Min. -el mayor no entendió absolutamente nada.
-¿Disculpa?
-Señor Park, soy amigo de su secretario, pensé que sabía- Dong Min solo pudo asentir lentamente, aunque no estaba seguro en si el hombre era realmente su amigo o algo parecido.
-No lo sabía, Moon. De todas formas, no quiero ser descortés, pero no lo distraigas. -sus palabras sonaron más a una amenaza -Dong Min, ven rápido, necesito que veamos algo.
-Enseguida, señor.
-Que esté bien, señor Park- se despidió, recibiendo solo una mirada del mayor, nada más que eso.
Jin Woo los dejó solos nuevamente y Dong Min ahora con un poco de claridad mental pudo apartar a Moon de él.
-Señor Moon, me tengo que ir. -Cogió unas carpetas de su escritorio y dio un paso, pero nuevamente, Bin lo jaló.
-¿Vas a ignorarme? ¿En serio? No seas malo, Dong Min. Estás hiriendo mis sentimientos. -una carita llena de súplica, lo más fingido que ha podido hacer. Al verle dudoso, lo pegó a él tomándole de la cintura, rodeando con su mano el hueco bien hecho en su espalda, de donde desembocaba su trasero y caderas de infarto.
-Está sobrepasandose, no hemos quedado en nada. Usted y yo no somos nada.
-¿Y qué te gustaría que fuéramos? Porque si te soy sincero, me dejaste con ganas de besarte... Besarte tanto hasta que te vengas con solo eso- susurró en su oído, atrapando entre sus labios su oreja.
-¡Dong Min!- la voz de Park desde su oficina nuevamente le hizo pensar con claridad al castaño.
-Hablemos luego. - fue lo único que pudo decir para después, marcharse dejando aun más encantado al pelinegro.
Era duro, pero no imposible de atraparlo entre sus redes.
10:00 pm.
Un castaño cansado y con mil pendientes aún, posiblemente la única persona dentro del edificio, su lámpara era realmente la única fuente de luz en todo el piso, pero necesitaba terminar, no llevarse el trabajo a casa porque eso rompía la regla de oro que se había impuesto.
Nada de trabajo en casa.
Nada de llamadas después de las 10 de la noche, al menos que sea por emergencia.
Nada de sexo o citas en su apartamento.
Y la última era meramente por su sobrino, porque realmente no quería darle un mal ejemplo, suficiente tenía con los problemas que su padre le provocó.
"Ya casi, ya casi".
Decía en modo alentador, realmente su cabeza no había dejado de doler en todo el día y más las cosas que le había pedido Park hacer era demasiado para él, pero ya estaba a nada de terminar, por lo menos eso.
Pensó que su noche sería tranquila, al menos que la única preocupación que tendría ese día sería el trabajo y nada más, pero se equivocó.
Cuanta fue su sorpresa cuando escuchó unas pesadas zapatillas dar pasos cerca de él, tal vez a alguien se le había quedado algo y posiblemente por eso regresó, pero no era de eso. El pelinegro que a horas tempranas lo pasó molestando estaba nuevamente ahí. Caminaba hacia él con sus manos metidas en su pantalón y aquella sonrisa en sus ojos, casi y como que le hablaran ese par de orbes.
-Pensé que te habías ido a casa.
-Pues no, muchos tenemos que trabajar duro, señor Moon.
-Ya veo... - pensó Dong Min en disculparse e ir a la oficina de su jefe para seguir trabajando, pero en cuanto se puso de pie, el castaño le obligó a sentarse sobre el escritorio. -Tenemos una plática pendiente.
Por puro impulso, unió sus labios a los de Dong Min, no pudo soportarlo más y aunque en un principio, el beta no quería, le terminó correspondiendo. Abrió su boca dejando que el pelinegro nuevamente se adueñara de ella y no solo de ella, sino también de sus cuerpo. Se metió entre sus piernas y le obligó a abrirlas más, para que su cuerpo tuviera contacto directo.
Llevó sus manos a sus muslos, acariciando con camino a su ingle y con un reprimido gemido, el beta se separó.
-¡No! ¡Esto está mal!- dijo mientras intentaba alejar al alfa.
-Dong Min...
-¿Sabe lo que está haciendo? Es muy malo, todo esto es una locura.
-Dong Min... Cállate... -nuevamente aquellas manos sobre su rostro, aquellos dedos sosteniendo su barbilla y esa voz tan... dominante.
-No quiero que me toque- dijo, aunque su voz sonaba más a un: "sigue haciéndolo".
-¿En serio?- fue acercándose a él hasta que Dong Min por poco pega su espalda a la fría madera.
-Usted es otro hombre al igual que yo, no debería sentir nada. No soy gay.
-No deberías, pero tu cuerpo lo desea- sus dedos habilidosos fueron abriendo con lentitud los botones de su camisa -Solo sé sincero, Dong Min... Me deseas como yo también te deseo... -sus palabras tan llenas erotismo extraño hicieron que el beta girara su rostro dando espacio a que Bin besara su cuello. -Me vuelves loco, desde el día que te conocí no he dejado de pensar en ti..
Sus besos subieron por su mentón, girando a su oreja donde mordió con suavidad. Bin sonrió cuando escuchó la voz del bonito hombre quebrarse, se escuchaba claramente como estaba luchando por no soltar más, pero le haría gritar de placer, de eso está muy seguro.
Y aunque luchó contra la voz interna de su cabeza, Dong Min terminó cediendo. Dejó que los besos subieran con tal intensidad que le provocó un dolorosa erección.
El castaño mientras repartía besos por todo su torso, fue abriendo agilmente aquel ajustado pantalón del beta, su mano se filtró dentro de su ropa interior y acarició su miembro enviándole una corriente de placer por todo el cuerpo. Comenzó a masturbar al beta, haciéndolo tan bien que tuvo que soltar la boca del chico y comenzó a escuchar sus gemidos roncos, el rostro del beta se contrajo en una mueca sin duda excitante para él.
-Vamos, lindo... Déjate llevar... -acarició sus testículos, volviendo a masturbar su miembro con rapidez. Dong Min tuvo que agarrarse del filo del escritorio para no caer y soportando la deliciosa sensación que el hombre le estaba causando.
Y con un grito en alto, el castaño beta se corrió en la mano del alfa, besando al final los labios del hombre.
No pasaría mucho tiempo para tener a Dong Min comiendo de su mano, de eso está seguro.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top