Capítulo 8: Kayinat Haya
El 4 día del sexto mes del año llegó más rápido de lo que Jimin había imaginado. La puesta en marcha de la excavación del príncipe Meryatum los había tenido más que absortos a todos y aquel día festivo había llegado bajo agradecimiento de todos los que había trabajado incansablemente para comenzar con una excavación desde cero. El aire festivo se respiraba en todo el país, los trabajadores habían estado irremediablemente contentos esperando ese día.
Esa mañana Sammi llamó acelerada a su puerta tan pronto y tan fuerte que Jimin creyó que despertaría a todo el hotel. Cuando abrió la encontró con la cabeza colándose también entre la puerta de Yoongi al que se escuchaba reír desde dentro.
-Póntelo Min Yoongi, no te lo repito más veces-advirtió apuntándolo con un dedo.
-Que si pesada-escuchó que decía el chico con voz ronca de haberse despertado en ese momento.
-¿Que pasa?-preguntó él saliendo por la puerta. Samara abrió los ojos y se volvió hacia él con una sonrisa nerviosa.
-Jim...-Exclamó Yoongi desde su habitación pero antes de llegar a decirle nada, Sammi cerró la puerta de golpe y sonrió dirigiéndose hacia Jimin para empujarlo a su habitación. Recogió una caja y una bolsa de cartón de al lado de su puerta y lo empujó hacia dentro antes de que el arqueólogo pudiese salir a saludar.
-Si no os veis será más emocionante-dijo cuando Jimin la miró extrañado. Al joven le dio la risa y vio a su amiga dejar todo encima de su cama.
-Aish Sammi, ni que nos fuésemos a casar-protestó sentándose de nuevo en la cama.
-Si esto sale bien, espero que pronto-balbuceó ella mientras dejaba su bolso tirado al lado del escritorio.
-Cállate ya-murmuró el chico desplomándose sobre la cama de nuevo. Sammi lo miró desde arriba y arrancó las sábanas de sus manos para que no se tapase de nuevo.
-Vamos a pasar todo el día aquí así que he preparado un poco de comida y tu ropa, también te he traído una sorpresita pero tendrás que esperar para eso, así que empieza a moverte-ordenó bajo la atenta mirada de Jimin.
-¡Vamos, muévete, a que esperas para ir a ducharte!-chilló Sammi pataleando como una cría.
-¿Sabes que quedan como mil horas no?-cuestionó Jimin reprimiendo un bostezo.
-Pues tengo esas mil horas para hacer lo que tengo pensado y repasar todo lo que va a ocurrir esta noche-respondió ella firmemente.
-¿No quieres echarte aquí un rato y dormir un par de horitas más?-propuso el chico dando un par de golpecitos con la mano al colchón.
Ella alzó una ceja y Jimin la miró desde la cama. -¿No?-añadió él ante la mirada incrédula de la chica que luchaba por no reírse y parecer lo más seria posible.
-¿Pero que os pasa a los hombres de esta excavación? ¿Por qué os cuesta tantísimo levantaros de la cama?-preguntó Sammi revoloteando por la habitación mientras levantaba con fuerza la persiana.
-¿Será que estamos cansados de trabajar?-respondió irónico el chico rodando fuera de la cama.
-Yo también trabajo y aquí me tienes. A la ducha, Park Jimin-ordenó ella de nuevo.
-Si, jefa-dijo con voz grave cuadrándose como si lo hiciese delante de un general.
Sammi hizo amago de darle una patada cuando pasó por su lado y el chico se marchó riéndose hacia el baño donde se internó durante un buen rato.
Unas horas después mientras terminaban de comer sentados en el suelo a altas horas de la tarde, Jimin repasaba algunas cosas y contemplaba lo que Sammi había sacado de la caja y la bolsa que había traído.
-¿No crees que es demasiado blanco todo?-cuestionó Jimin.
-Se supone que tienes que homenajear a Isis-explicó la chica por octava vez aquel día.
-O llegar a casa manchado de pies a cabeza-protestó su amigo cruzándose de brazos.
-Tranquilo, ya me he ocupado de eso también-aseguró ella con una sonrisa suficiente.
-¿Has pensado en todo?-preguntó el chico incrédulo.
-En todo, ahora ve y vístete, tengo dos cosas que darte pero necesito que te vistas primero-pidió Sammi de nuevo.
Jimin asintió sin rechistar y cuando paso cerca de su amiga dejó un beso en su mejilla de agradecimiento que la chica correspondió con un abrazo. Se internó en el baño con la ropa colgada en el brazo intentando no doblarla ni rozarla. Se quitó la camiseta negra que llevaba y deslizó la vaporosa camisa blanca por su cuerpo para después anudar un largo lazo que llevaba para contornear su fina cintura. Los colores del tatuaje en su abdomen se transparentaron bajo la brillante tela y Jimin lo contempló complacido mientras se ponía el pantalón del mismo color y la misma textura vaporosa.
Cuando salió del baño y Sammi lo miró, los ojos de la chica se aguaron.
-Déjame que te ponga esto-murmuró elevando un poco una suave tela que llevaba entre sus manos. Jimin la contempló hacer su trabajo y paso el paño brillante por alrededor de su cuello con soltura. Lo subió un poco tras su cabeza cubriendo una parte de su pelo negro contrastando con el blanco y dejó caer el resto a su espalda y entre sus brazos.
-El velo de Isis representa sus alas, elevación y evolución-explicó retirándose un poco para mirar a su amigo como si admirase una obra de arte en un museo. Él se quedó allí plantado mientras la chica lo observaba y volvía a acercarse.
-Te he comprado una cosa-dijo pasando a su lado para acercarse a su escritorio.
-¿A mi? ¿Porque?-cuestionó Jimin mirándola trastear en su bolso que había sido abandonado en una esquina al lado de su mesa de trabajo. Se acercó al chico y dejó con cariño sobre su palma una caja azul con un lazo del mismo color mientras lo miraba sonriente con aquellos ojos a los que no podía negarles nada.
-Ya lo entenderás, solo póntelo-pidió la chica. Jimin asintió y abrió la pequeña cajita. Sobre la almohadilla negra un pequeño colgante plateado relucía bajo la luz de la mañana con un dije en el centro. Se trataba de un disco solar redondo y resplandeciente portando dentro las alas desplegadas de Isis que dejó al joven arqueologo sin palabras ante la mirada intensa de su amiga.
-Sammi, no puedo aceptarlo, es demasiado-tartamudeó sin despegar la vista del precioso amuleto que acababa de regalarle.
-Déjame hacerte un regalo, tu me consientes a menudo-se quejó ella arrebatándole la caja de las manos y sacando el colgante. -Agáchate porfa, sino no llego-pidió colocándose detrás de él.
Se agachó un poco y Sammi retiró el velo de su cuello para colocar el colgante. Cuando terminó volvió a subir la tela hasta su pelo y volvió a mirarlo como había hecho antes.
-Jimin...eres la viva imagen de Isis, estás...increíble, creo que voy a llorar-admitió con adoración.
-No seas tonta-protestó bajo aquella mirada que la chica le estaba dedicando.
-Te va a ver y va a caerse de culo-afirmó la chica consiguiendo que las mejillas de Jimin se coloreasen de un majestuoso tono rojizo.
-Me gusta lo que has elegido, no se como darte las gracias por todo esto-dijo él mirándose en el espejo de su habitación mientras observaba lo que su amiga había hecho para convertirlo en Isis aquella noche. Jamás se había visto con ese aura pura y dulce y a la vez se había sentido tan sexy.
-Ve allí y haz feliz a ese hombre, no hay nada más importante para mi que verlo sonreír como lo hace contigo-dijo solamente. Embobado con su imagen en el espejo asintió levemente. A él también le gustaba verlo sonreír como le sonreía a él.
Un rato después Sammi lo acompañó hasta la puerta del hotel donde algunas personas esperaban su turno para coger un taxi que los llevase al festival, ya que como su amiga le había explicado, había mandado a Yoongi con la cena a coger sitio antes de tiempo y se encontrarían allí. Cuando el taxi apareció, Jimin dejó un beso sobre la frente de su amiga y ambos se abrazaron con cariño.
Viajó durante casi hora y media charlando con el amable taxista que lo confundió con un turista y que le hacía reír con sus preguntas curiosas acerca de su país. Cuando llegó, pago al taxista que se marchó cantando y observó por un segundo la gran entrada desértica con el enorme templo quedándose absorto por todo lo que allí había preparado.
Unas cuantas casitas de madera habían sido colocadas a la entrada con puestos de comida y souvenirs temáticos del festival y cientos de pequeñas lucecitas adornaban todo el suelo como si fuesen pequeñas velitas que te conducían hacia el templo.
La música típica del antiguo Egipto sonaba por algunos altavoces dispersos por la zona y las parejas y turistas se internaban hipnotizados por el ambiente.
Dio un par de vueltas sobre si mismo contemplando todo con la boca abierta mientras buscaba algún rastro de Yoongi entre la gente y como no lo encontró sacó su móvil para escribirle.
-Yoon, acabo de llegar, no te veo-escribió rápidamente intentando buscar entre la multitud. Inmediatamente su móvil recibió el mensaje de respuesta.
-¿No me ves? Pues yo creo que estoy viendo un ángel-había escrito Yoongi.
-Cállate y dime donde estas que no te veo...-volvió a escribir intentando calmar el leve temblorcillo de sus manos con una sonrisa tirando de sus labios.
-Pues abre los ojos principe, porque estoy delante de ti-volvió a leer en la pantalla. Giró hacia su izquierda y contempló una larga fila de coches aparcados un poco más allá.
Primero divisó el todoterreno blanco de Yoongi que a diferencia de todos los días que lo había visto desde que había llegado a Egipto, ya no portaba toda aquella arena en sus laterales y en sus ruedas sino que lo había limpiado para la ocasión.
Aguanto la respiración cuando lo vio allí sentado en el capó de su coche como si esperase desde hacía mucho rato, mirándolo fijamente como si realmente hubiese visto un ángel y su corazón aleteó viendo lo guapo que estaba con aquella camiseta negra pegada a su cuerpo y un pantalón beige acompañado de una botas del mismo color. Había decorado sus manos con bonitos anillos finos plateados y mientras Jimin caminaba embobado hacia él, pudo apreciar con más claridad el bonito brazalete dorado que el chico llevaba en su muñeca y que resplandecía bajo la tibia luna que comenzaba a aparecer en el cielo nublado de Egipto. Lo observo de arriba abajo y cuando lo miró a los ojos, su estómago explotó en cientos de pequeñas maripositas por culpa de su sonrisa. Mantenía aquella sonrisilla tímida y había peinado su pelo claro hacia abajo y Jimin aseguró en ese momento que no habría un hombre más guapo que aquel en su vida.
A unos pasos de llegar lo vio bajarse del coche de un salto y ambos se acercaron al otro mirándose fijamente como si no hubiese nada más allí que ellos dos, el menor perdido en aquel porte maestro que lucía el arqueologo, y este perdido en la belleza angelical de la viva reencarnación de un príncipe.
-¿Acaso quieres que me muera?-preguntó en bajo mirándolo de pies a cabeza. El ruborcillo acudió de nuevo a las bonitas mejillas doradas por el maquillaje del chico cuando el arqueologo lo miró tan intensamente
-Qué cosas dices...-se quejó Jimin mirando al suelo.
-Creo que no eres consciente de lo increíblemente guapo que estás esta noche-volvió a afirmar alcanzando a rozar levemente sus manos.
-Calla, no me adules en serio, me muero de vergüenza, Sammi ha insistido en todo esto...-pidió él mientras intentaba explicarse.
-Le daré las gracias entonces, aunque no eres el único al que se ha permitido torturar-admitió Yoongi sin poder dejar de mirarlo.
-Llevas una pulsera preciosa-dijo Jimin fijando su vista en la joya de su muñeca fijándose en la imagen de esta mientras intentaba cambiar de tema y eludir los cumplidos de Yoongi. Un ojo de Osiris adornaba la joya y a sus lados el cetro y el cayado con el que se representaba al dios.
-Oh...es Osiris...Sammi me lo regaló esta mañana y ha insistido en que me lo ponga-explicó el arqueólogo pasando su mano por encima de la pulsera para recolocarla.
-Ah...¿Sammi eh? Está generosa la chica-afirmó Jimin rozando levemente el colgante que su amiga le había regalado esa misma tarde mientras lo ayudaba a prepararse.
-Isis...-confirmó Yoongi contemplando fijamente el dije con las alas extendidas cayendo entre la liviana camisa blanca de Jimin. Ambos se contemplaron en silencio un poco cortados pero inmediatamente sonrieron al ver la incomodidad del otro.
-Yo...he reservado un sitio aquí cerca, delante de los colosos para poder realizar las ofrendas, he dejado todo allí, ¿vamos?-preguntó Yoongi rompiendo el tenso silencio. El joven asintió ilusionado.
Como por inercia se tomaron de la mano y caminaron hacia el enorme recinto pasando bajo las lucecitas y paseando alrededor de los pequeños puestos mirando todo mientras charlaban.
En el momento en que pusieron el primer pie dentro de Abu Simbel, Jimin sintió un extraño fuego en su pecho y una voz perpetró en su cabeza como un rayo.
-Ahmet...hermano...-dijo alto y claro como si estuviese en su cerebro. Con la mano libre se agarró la frente y sintió a Yoongi pararse en seco. El corazón le aleteó en el pecho como si se hubiese vuelto loco.
-¿Jimin?-preguntó mirándolo con una mueca extraña. El chico le devolvió la mirada perdida. -¿Te encuentras bien?-volvió a decir. Jimin asintió levemente.
-Si, si, solo estoy...impactado por todo esto-murmuró acercándose al chico que lo miraba con una ceja alzada.
-Decía que no me acostumbraré nunca a venir aquí y ver semejante derroche, Ramsés se lo montó bien para construir todo esto, ¿no te parece?-volvió a decir el arqueólogo mirando inquisidor a aquel chico que parecía no encontrarse bien.
-Ni en mis mejores sueños hubiese llegado a pensar que estaría aquí hoy, es simplemente enorme-admitió mirando todo a su alrededor intentando calmarse por el episodio anterior. La cabeza le daba vueltas y había vuelto a oír esa palabra que lo atormentaba últimamente en sus sueños y en su realidad; Se había sentido al igual que cuando estuvieron en el museo y escuchó aquella voz por primera vez.
-Si que lo es, y espera a estar justo delante de los enormes colosos, he cogido un sitio lo más cerca posible, en primera fila-explicó Yoongi con una enorme sonrisa.
-¿En primera fila?-preguntó Jimin asombrado.
-He tenido que tirar de influencias-comentó altivo tirando de su mano para pasar entre la gente.
-Se me olvidaba que eres el arqueólogo del momento-murmuró Jimin con sorna intentando picar al mayor.
-Se te olvidan muchas cosas bonito-comentó risueño pasando por alrededor de la pequeña mesita para sentarse en uno de los lados frente a las enormes estatuas que presidían el festival.
Jimin rió junto a él y se sentó en el suelo en los cojines que había preparado el muchacho sabiendo que aquello había sido obra de su amiga.
En ese momento escucharon a un hombre mayor romper el silencio mientras todo el mundo se sentaba en sus lugares correspondientes y les daba la bienvenida. Luego escucharon las oraciones hacia Isis y Osiris, entonaron los cánticos típicos y bendijeron la comida bajo el hechizo de todo aquello que les rodeaba, siempre sin dejar de mirarse y perderse en el otro.
Pasaron toda la cena charlando y sonriendo, felices por la presencia del otro. Hablando de todo y de nada, de sus vidas, de sus amigos y de su trabajo.
-Tengo que hacerte una pregunta...es sobre una palabra que leí y de la cual no he logrado saber que significa. Se su significado, pero no se en que contexto se usa...-dijo de repente Jimin mientras tomaban el postre viendo a las parejas mecerse frente a los grandes colosos al son de la música. Yoongi le hizo una seña con la mano mientras tragaba el trozo de piña que se había metido en la boca.
-Es Ahmet...¿sabes que significa?-cuestionó Jimin removiendo la fruta en el pequeño bol que tenía en las manos.
Yoongi abrió los ojos y tosió levemente llevándose la mano a su antebrazo. Bajo la ligera tela de la camiseta, la tinta en su piel ardió.
-¿Dónde has leído eso?-preguntó demandante.
Jimin abrió los ojos. Pillado. Su mente trabajó a mil por hora para buscar una respuesta convincente que no lo dejase como un loco ante el arqueologo.
-En...un libro-dijo simplemente.
-Ahmet...Ahmet es una palabra de amor-dijo simplemente. Pronunciar aquel nombre en alto dolía con cada respiración.
Jimin arqueó las cejas ante la mirada cabizbaja del chico y se quedó en silencio procesando lo que acababa de decirle mientras contemplaba el bonito y romántico espectáculo que se desarrollaba delante suyo. Después de aquel momento, la conversación se sintió mucho más densa y pastosa y Yoongi se sintió tremendamente cansado, como si no hubiese descansado en mucho tiempo.
-Es hora de las ofrendas-murmuró Jimin unos minutos después interrumpiendo el silencio que se había instalado entre ellos. Yoongi lo miró con algo de pena y lo contempló allí, bajo la luz de la luna resplandeciente, y como si no hubiese pasado nada volvió a sonreír levemente olvidando todo lo que le rondaba por la cabeza. ¿Cómo ese chico podía hacer estragos tan profundos en él?
Se giró levemente y le pasó una bolsita de tela que Sammi le había dado para que la llevase hasta Abu Simbel.
Levantándose de la baja mesita, caminaron de la mano hacia delante y se alejaron de toda la gente que hacía sus ofrendas en el mismo sitio.
-¿Te parece bien aquí?-preguntó Yoongi mirando la bonita perspectiva del templo.
-Me parece perfecto-admitió el moreno con su imperturbable sonrisa.
Rebuscó en la bolsa que había preparado junto a Sammi esa misma mañana y sacó el par de ramilletes de flores blancas que habían preparado con un ribete rojo alrededor de sus tallos.
-Gardenias-dijo el mayor simplemente.
-Si, son preciosas, las elegí por lo que significan y porque eran las flores favoritas de mi madre, no tengo ninguna duda de que si ella hubiese tenido que hacer esta ofrenda las hubiese elegido sin pensar-murmuró con una sonrisa arrodillándose en el suelo para dejarlas frente al enorme templo. -Isis, reina de reinas, alabamos tu sacrificio y creación-recitó solemne con una sonrisilla dulce mientras cumplía con la tradición que su amiga le había enseñado durante los últimos días.
Yoongi se agachó a su lado y hurgó en sus bolsillos de donde sacó un pequeño mechero blanco que apoyó sobre la arena. Después se volvió hacia la bolsa que llevaba colgando del hombro y sacó su contenido para dejarlo a la vista de Jimin. Dos velas blancas enredadas en un hilo rojo destacaron sobre la oscura arena del lugar. Se miraron de reojo y ambos contuvieron una sonrisa tonta que los delataba.
-Osiris, rey de reyes, alabamos tu sacrificio y creación-recitó Yoongi tal y como había hecho Jimin unos momentos antes. Con cuidado encendió las velas y las acercó delicadamente a las gardenias del moreno que lo miraba con fascinación. A su alrededor, cientos de personas realizaban sus ofrendas con una sonrisa de satisfacción en sus caras y las fotografiaban como un bonito recuerdo para el futuro.
Volvieron a su lugar en silencio y contemplaron todas aquellas escenas de parejas y familias prometiéndose cosas todos a la vez. Jimin acababa de prometer y ofrendar junto a Yoongi frente a los grandes colosos aún teniendo algo rondándole la cabeza y que necesitaba aclarar con el chico.
-Oye Yoon, quería decirte que sé lo de Sammi, sé lo que pasó entre vosotros-dijo solamente. Vio la sorpresa en el rostro del arqueólogo y sonrió internamente porque, sin duda, lo había sorprendido.
-Jimin yo...-empezó a decir Yoongi. Jimin lo encaró de frente sin borrar su expresión dulce.
-Escúchame, no te preguntes cómo lo sé. Lo sé y ya está. Y realmente sé que no tienes por qué contármelo, pero si queremos funcionar juntos, como amigos, compañeros o lo que sea, tienes que confiar en mi-pidió mirándole fijamente a los ojos.
-¿O lo que sea?-repitió asombrado. El joven a su lado abrió mucho los ojos y gesticuló con las manos, como si así pudiese borrar lo que había dicho.
-Que te centres-pidió sonrojado por lo que había dicho sin darse cuenta.
-Perdona, es que no puedo dejar de mirarte y me distraigo-intentó justificarse Yoongi con media sonrisa tonta.
-Estoy hablando en serio. No necesito que me ocultes cosas. Por lo que más quieras, no lo hagas, he sufrido mucho por mentiras-explicó el chico mientras se mantenía serio mirando al mayor.
-Perdóname-pidió sinceramente el mayor. Jimin asintió restándole importancia.
-Habla conmigo, ¿vale? Dime las cosas y lo entenderé, te lo aseguro-declaró con firmeza.
-Te lo prometo, lo último que quiero es quitar esa sonrisa de tu cara-aseguró el mayor mirándole fijamente a los ojos. Jimin apartó la mirada un poco avergonzado por aquella confesión y su corazón amenazó con salírsele del pecho si no se calmaba. -Yo también tengo el corazón un poco dañado-añadió Yoongi bajando un poco la mirada para perderla luego en la arena que los rodeaba.
-¿Quieres contármelo?-preguntó Jimin. El arqueólogo titubeó y dudó un segundo, pero miró a aquel ángel frente a él y se dijo que ya era hora de dejarlo salir.
-Hace mucho tiempo amé a alguien con todo mi corazón, de la manera más intensa que he amado nunca. Todo el mundo pensaba que repetiríamos la historia de Osiris e Isis, pero él...él fue Osiris en aquel momento y murió. Murió lejos de mí porque su familia lo había comprometido con otra persona-explicó despacio luchando con las irrefrenables ganas de llorar que le atacaban en ese momento.
-Oh Yoon...lo siento tantísimo-se lamentó Jimin sinceramente. Entendió muchas cosas en ese momento, pero sobre todo la enorme y dolorosa carga que el joven arqueólogo llevaba sobre su espalda.
-Hace tanto tiempo que pensarás que soy un tonto por guardarle luto todavía-murmuró este tan bajo que Jimin se descubrió inclinándose hacia él para escucharle.
-No digas eso, somos humanos y nuestros corazones siempre guardan luto a las personas que se van. Da igual el tiempo que pase, siempre estarán en nuestros corazones-explicó comprensivo, intentando aliviar el dolor de aquel chico. Yoongi lo miró a los ojos.
-Era tan joven y fue tan repentino...no me dejaron despedirme de él-dijo simplemente dejándolo salir.
-Estoy seguro de que esté donde esté te ve y te cuida-aseguró Jimin con una mueca dulce en su cara. El arqueólogo acarició su mejilla tiernamente.
-Siempre estará conmigo, él es el motivo de todo esto. Por él hago las cosas que hago, por él vivo y existo, yo no se estar con nadie más, pero siento que te necesito a ti y es muy injusto-comenzó a decir con el corazón levemente alterado.
Jimin se acercó a su lado, interrumpiendo el doloroso monólogo del rubio y tímidamente tomó su mano entre las suyas entrelazando sus dedos con cariño.
-Jimin yo...-se quejó Yoongi por un segundo. El joven negó con la cabeza levemente dedicándole una mirada comprensiva.
-Lo se, solo déjame estar contigo ofreciéndote mi cariño y recibiendo lo que puedas darme. Yo solo...necesito estar a tu lado, aunque todavía no entienda muy bien porqué, es una necesidad irrefrenable la que siento-explicó Jimin con dulzura.
-Eres tan parecido a él, tan bueno y tan comprensivo. No te mereces los resquicios de alguien, te mereces todo lo que esté en mi mano para darte-murmuró, llevando su mano al pelo oscuro del chico mientras dejaba sus manos acunando levemente sus mejillas. Jimin cerró los ojos al contacto. Yoongi se adelantó un poco y dejo un pequeño y dulce beso en la frente de aquel muchacho. Pensó en apartarse, pero algo en su interior lo llevo un poco más allá y bajó despacio hasta dejar otro pequeño beso en la naricilla sonrosada del joven, que permanecía inmóvil entre sus brazos y mantenía los ojos cerrados como si se tratase de un sueño del que, obviamente, no quería despertar. Yoongi contuvo el aliento cuando fijó su mirada en aquellos abultados labios marcados por un bonito color rosáceo y tragó saliva pensando en como sería besarlos y morderlos hasta saciarse.
Ninguno supo quién dio el primer paso y, aunque ambos se habían planteado muchas veces cómo podría ser aquel momento, en el mismo instante en que sus labios hicieron contacto por primera vez, una explosión de emociones los embriagó a los dos y los envolvió en una atmósfera brillante que los hizo volar.
Yoongi lo atrajo hacia sí con dulzura y Jimin se dejó guiar por él hasta que sus pechos hicieron contacto y obtener un mayor contacto era imposible. Ambos se besaron como si no hubiese nadie a su alrededor, como si solo la luna y la música fuesen testigos inevitables de aquel sentimiento maravilloso donde todo fluía como si fuese lo más común entre ellos.
Fue un beso tan dulce como la miel y tan ansiado como unas vacaciones de verano. Jimin saboreó los labios de su adorado arqueólogo y el mismo lo abrazó como si no quisiese dejarlo escapar, como si sintiese que iba a marcharse en cualquier momento. Ahogó un jadeo cuando un flashazo cruzó su mente y lo hizo separarse de los labios de Jimin. Se agarró a sus manos inmediatamente y le rogó con la mirada que no se fuese, que no lo abandonase él también.
Jimin masculló algo y juntó sus frentes con dulzura.
-Podría ofrecerte la luna por como me haces sentir, pero mi corazón...necesita sanar...-intentó explicar Yoongi en un susurro jugueteando con los dedos contrarios entre sus manos. Delineó inconsciente cada linea y cada detalle mientras veía a Jimin suspirar como si quisiese decirlo todo con aquel suspiro.
-No voy a obligarte a nada, no pretendo sustituir al amor de tu vida. Solo que, como ya te he explicado...me siento irremediablemente atraído hacia ti y bueno, hacia tu contacto. Y, con ello, estoy dispuesto a esperarte todo el tiempo que haga falta-contestó el más joven permitiéndose acercarse un poco más hacia el arqueologo.
-Sabes que yo también me siento así-respondió este con firmeza.
-Entonces, deja que fluya. Si tiene que ser, será. Y no esta mal, de momento, ser el dueño de tus besos-dijo Jimin asintiendo levemente.
-Y de mis mariposas-afirmó Yoongi con una sonrisa. El moreno se contagió de aquella sonrisa y sintió, allí en lo hondo de su estómago, sus propias mariposas.
-Jimin, otra cosa...tu sabes que...en el trabajo...-comenzó a decir. Se interrumpió un segundo y miró a los ojos a aquel hombre que le estaba robando el aliento. -Y en el país, en general, tenemos que...-añadió titubeando. Jimin volvió a asentir esta vez algo más serio.
-Sí, ser discretos. Es algo con lo que contaba, inventaré algo para cuando me muera por besarte, una palabra en clave o...un gesto-añadió Jimin cortando a Yoongi que tartamudeaba trabándose con las palabras.
-¿Como los niños pequeños?-preguntó con una enorme sonrisa intentando volver a animar a ese chico tan dulce que se había quedado serio momentáneamente.
-Déjame pensar algo, lo sabrás-aseguró.
-¿En serio vamos a hacer esto?-volvió a preguntar ante la incredulidad del chico.
-Pues claro, será divertido-afirmó plantando de nuevo una preciosa sonrisa en su rostro.
-¿Cómo puedes ser tan dulce?-murmuró acercándose nuevamente a sus labios para capturarlos mientras el joven sonreía agarrándose a sus brazos con fervor.
Los fuegos artificiales de colores rompieron el cielo interrumpiendo aquel beso que los hizo sentir irremediablemente tímidos. Y en aquella fría noche en el desierto, frente a los colosos de Ramsés II y su hermosa Nefertari, Jimin descubrió lo que estaba dispuesto a dar por aquel hombre. Y quizá aunque había asegurado que era muy pronto para sentir algo, aquel calorcillo en el pecho a cada roce de sus labios le hacía ver que Yoongi y la palabra amor si podían ir en la misma frase.
Por su parte, y bajo las estrellas del negro firmamento siendo iluminadas por los fuegos artificiales del festival, Yoongi firmó su sentencia a perderse en aquellos labios, apartando de su mente por primera vez al único hombre que había tenido su alma.
Ahmet.
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Hola a todos :)
Bueno, ya estoy aquí con un nuevo capítulo. ¡Y esto marcha! Quizás no como nos gustaría, pero Yoongi necesita sanar, hay algo ahí, el recuerdo de Ahmet que lo está matando por dentro y necesita estar bien para darle a Jimin el amor que se merece.
Me ha encantado escribir este capítulo, en el siguiente ya volvemos a la excavación, ¡tenemos una tumba que encontrar!
En fin, espero que os haya gustado y que os esté gustando mucho, de verdad.
Nos leemos en el siguiente.
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