ɪɪɪ. ¿ᴅᴏɴᴅᴇ ᴇꜱᴛᴀ ʟᴇxɪᴇ?
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✨ Capítulo editado ✨
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La noche estaba cargada de una tensión indescriptible, las luces rojas y azules de las patrullas parpadeaban alrededor de la casa del ignoto. El equipo de la UAC había llegado, acompañado por refuerzos locales, todos con un único propósito en mente: encontrar a JJ y Alexandra sanas y salvas. Todos, sabían que no había tiempo que perder y que debían actuar rápido.
—Escuchen, nuestro objetivo es encontrar a nuestras agentes lo antes posible.—ordeno Hotch esperando guardar la compostura.—Trabajaremos juntos y no dejaremos piedra sin remover . . . Nos dividiremos en grupos para inspeccionar la propiedad y asegurarnos de que no quede ningún rincón sin revisar.
—Manténganse comunicados en todo momento. Si encuentran algo, informen de inmediato.—informo Gideon notando la preocupación del equipo, entendiendo que la prioridad no era el ignoto al menos por ahora.
Morgan, Prentiss y Reid fueron enviados para inspeccionar el granero en busca de alguna pista o señal de ambas mujeres, tenían altas esperanzas de hallarlas en los al rededores. Sin embargo al entrar al lugar fueron recibidos por un olor putrefacto antes de mirar los restos de la mujer del video y a los perros que la destazaron muertos en el suelo.
A medida que se acercaban, la rubia salió de su escondite, apuntó con su arma a pesar de que su cuerpo estaba temblando ligeramente por la adrenalina. Podían notar que tenia salpicaduras de sangre por toda su cara, junto con una mirada perdida.
—JJ . . . somos nosotros.—anuncio Morgan con una voz calmada, antes de bajar su arma para generar un ambiente seguro.—Tranquila, no pasa nada.
Cuando Jennifer se dio cuenta de que las personas que tenía enfrente eran los miembros de su equipo, guardo su arma, dejando que ellos la guiaran hacía afuera del cobertizo. Notando como una ambulancia los esperaba preparada para cualquier intervención necesaria.
Su visión estaba como ida, ignoraba lo que ocurría a su alrededor. Ni siquiera sentía la presencia de los paramédicos, quienes comenzaron a revisar sus signos vitales para asegurarse de que estuviera estable.
—JJ . . . ¿Dónde esta Lexie?—Spencer pregunto mientras se movía inquieto, no podía esperar a que la siguieran estabilizando.
—Reid.—Morgan lo llamo con un tono de advertencia, esperando que se tranquilizara.
—Alexandra . . . Ella me dijo que acorraláramos al ignoto, pero . . . me congelé.—recordó la rubia mientras tomaba un segundo para recordar lo que paso.—Escuché un ruido en el granero y los perros salieron, grité y le disparé. No estoy segura de cuánto tiempo pasó.
—¿Recuerdas hacía donde corrieron?—cuestiono Emily en un intento para desviarse aún posible paradero.
—Hacía los campos de maíz.—JJ contesto sin pensarlo mucho, su mente aún no procesaba todo lo que estaba pasando, hasta que notó la preocupación en la mirada de Spencer y entendió el punto del asunto.—Espera . . . ¿Lexie esta desaparecida?
—Aún no la encontramos.—contesto Spencer viendo al rededor, negándose ante la idea de que ese hombre se la hubiera llevado.—Creemos que está por aquí . . . en algún lugar. Iré con Hotch para ayudar con el registro de la casa.
—Reid, estamos trabajando para encontrarla, pero necesitamos mantener la calma y seguir el plan de Hotch, no necesitamos entrar en pánico y obstaculizar lo que los demás hacen.—Emily intento calmarlo, entendiendo que una intervención abrupta podría retrasar la búsqueda.
Mientras dentro de la residencia de Tobías, el resto del equipo revisaba meticulosamente cada rincón. Por medio de la radio sabían que JJ estaba a salvo, pero Alexandra no mostraba alguna señal de vida y su seguridad era primordial.
Exploraron todas las habitaciones, el sótano y los armarios, esperando encontrar alguna pista que les llevara a ella. Finalmente, llegaron a la última habitación, que parecía ser la guarida del ignoto, un espacio lleno de ordenadores utilizados para espiar a sus "pecadores".
—Eduardo, dile al equipo que trabajaremos aquí.—ordeno Gideon viendo las múltiples pantallas donde aparecían personas viviendo su vida de manera simple y sencilla.—Que alguien la avise a García que venga lo antes posible . . . Pero no le digan nada de lo que ocurrió, no necesitamos que se altere antes de tiempo.
El mellizo asintió comprendiendo instantáneamente que no iban a encontrar a su hermana tan fácil como creían, así que salió corriendo para reunir al resto del equipo, dejando solo a Gideon y Hotch en la casa, rodeados de la tensión del momento.
—La vamos encontrar.—Jason trato de darle ánimos, pero su amigo parecía estar sumido en sus pensamientos.
—Sé que lo haremos. Pero no puedo evitar sentir que cada minuto cuenta. Ella es mi hija, Gideon. No puedo perderla.—contesto Hotch
—Lo entiendo, pero tenemos un equipo excepcional trabajando en esto.—el hombre mayor le informo entendiendo lo importante que era Alex para todos ellos.—Confía en ellos y confía en Alex . . . es fuerte, la he visto aferrarse a la ultima rebanada de pizza como si su vida dependiera de eso.
Aarón asintió sin prestar mucho en lo que decía Gideon, no sabía si lo que estaba pasando era su culpa, debido a que fue él quien la envió para investigar. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para reflexionar y decidió encapsular todas sus emociones creyendo que necesitaba mantener la compostura por el bien del equipo. Quienes no esperaron alguna orden por parte de Hotch y comenzaron a revisar o mejor dicho a desmantelar la casa.
No supieron cuando tiempo pasaron en esa burbuja de desesperación que solo reaccionaron cuando el sheriff Frank entro a la habitación con unas cosas en la mano.
—¿La encontraron? ¿Dónde está mi hermana?—pregunto Eddie con un tono de voz tembloroso, delatando visiblemente su preocupación.
El agente Hotchner miró al sheriff, sintiendo el nudo en su garganta, pensando en el escenario más horrible, pero sabía que necesitaba oír cualquier actualización del caso. Así que hizo una señal para que informara lo que habían descubierto.
Frank observó la tensión en la habitación, dudo unos minutos antes de extender una placa, junto con una identificación hacia ellos. Ambos llevaban el nombre "Alexandra Hotchner".
—Encontramos esto en medio del campo de trigo.—informo el hombre dejando los objetos en la mesa donde estaban trabajando.—Hay señales de lucha en la escena, al parecer puso resistencia . . . fue arrastrada y encontramos un rastro de sangre a las afueras de la propiedad. Creemos que la subieron a algún vehículo.
—¿Y que estamos esperando?—pregunto el mellizo, atrayendo la atención de todos.—Si la subió aún vehículo deben de estar en la carretera.
—Estamos en un punto muerto.—menciono Morgan intentando sonar lo más comprensible ante la situación.—Lleva horas de ventaja y conoce mejor estos lugares.
—Tengo a mi gente buscando en la carretera y en las casetas.—Frank intervino tratando de dar un poco de paz.—No dejaremos que escape.
En ese momento JJ volteo a Spencer, quien se encontraba en un rincón de la sala improvisada que habían hecho, su expresión reflejaba preocupación y ansiedad. Su corazón latía con fuerza mientras procesaba las noticias sobre Lexie.
A la mañana siguiente García había llegado a la casa de Tobías con una sonrisa en el rostro, su carácter tan alegre y elocuente como siempre. A petición de Hotch nadie le había informado que su mejor amiga había desaparecido.
— ¡Hola, mis queridos servidores de la justicia! ¿Se dieron cuenta de que soy la mejor en esto, por eso me trajeron aquí?—comento Penélope con una gran sonrisa en el rosto, pero al notar la expresión de todos su sonrisa se desvaneciera lentamente.—¿Qué pasa? ¿Por qué todos están tan serios? ¿Qué me he perdido?
—Penélope, necesitamos hablar contigo.—dijo Eduardo, ayudándola con su maleta llena de dispositivos tecnológicos para facilitar el rastreo.
—¿Qué sucede, Hotch? . . . Me estás asustando.—pregunto la rubia bastante nerviosa antes de mirar a todos los presentes.
—El ignoto se llevo a Lexie.—informo Aarón, tratando de mantenerse tranquilo.
Penélope se quedó en silencio por un momento, su expresión de alegría se transformó en una mezcla de incredulidad y preocupación. Negaba muchas veces con la cabeza antes de repasar con su mirada a sus amigos, notando que efectivamente faltaba el 'duendecillo'.
—¿Qué? ¿La secuestraron? No . . . eso no puede ser cierto.—García se negaba a reconocer los hechos y comenzó a reír de manera histérica.—Ok, muy bien, casi caigo en su broma.
—Muñeca, lo siento mucho, pero no es una broma, entiendo lo que sientes pero tranquilízate.—hablo Morgan intentando abrazarla, recordando ese vinculo tan raro.
La desesperación se apodero de Penny mientras su mente luchaba por aceptar la realidad. Sacó su teléfono y comenzó a marcar el número de Alexandra con manos temblorosas esperando que respondiera
—Lexie, por favor . . . contesta.—murmuro la rubia comenzó a rezar, como si quisiera atraer la buena suerte. Sin embargo, la llamada solo fue a correo de voz, la ausencia de respuesta la dejó aún más devastada.
—García, necesitamos que accedas a tu sistema para encontrar algo que nos lleve hasta ellos.—pidió Hotch señalando las múltiples pantallas que tenía Tobías en su casa.
—Por supuesto, haré todo lo que pueda para traerla de vuelta.—Penélope luchó por recuperar la compostura, sus ojos llenos de lágrimas mientras asentía.
Mientras la diosa de la tecnología comenzaba a instalarse, el resto del equipo siguió buscando alguna pista que les dijera donde estaba su amiga. Sacaban cajones, despegaban papel tapiz e incluso leían cualquier nota que encontrara.
En momento de caos Morgan logro notar como en la parte de afuera un par de costales de maíz tapaban algo, no dudo dos veces y corrió a registrarlo. Encontrándose con un sótano lleno de un olor putrefacto antes de visualizar el cuerpo de un hombre congelado.
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La conciencia de la melliza volvía lentamente, despertando en un sitio lúgubre y desolado. Su cabeza latía con dolor, junto con su cuerpo adolorido, como si hubiera sido golpeada. La visión borrosa se aclaró gradualmente y se dio cuenta de que estaba atada a una silla en lo que parecía ser una cabaña abandonada. Un olor repugnante llenaba el lugar, haciendo que su estómago se revolviera.
—¿Dónde . . . donde estoy?—pregunto la chica en un susurro, luchando por no caer en pánico.
—Veo que al fin despertaste.—Tobías hablo desde la distancia, al parecer estaba concentrado en una computadora que por alguna extraña razón había logrado conseguir.
—¿Tobías?—la castaña pregunto algo desorientada, girando la cabeza hacía un lado cuando escucho un extraño sonido. Notando un cordero, atado a una esquina de la cabaña, balando suavemente mientras la observaba.—¿Qué estoy haciendo aquí?
—Así que eres una oveja descarriada . . . — informo Hankel con una voz áspera, retrocediendo un par de pasos, revelando un par de pantallas que mostraban los antecedentes criminales de Alex. Estaba claro que sabía que había sido una ladrona y estafadora en su juventud.
—Eso fue hace mucho tiempo.—confeso Alexandra tratando de mantener un tono calmado, no quería hacerle ver su vulnerabilidad.—Las personas cambian, tuve mucha ayuda y logre ser una mejor persona.
—El Señor nos advierte sobre los ladrones y los falsos testimonios —murmuró el hombre antes de levantar un libro de la mesa. Mostrando que no estaba poniendo atención a las palabras de la melliza.—Lucas 12:33-34, "Vendan sus posesiones y den a los pobres; háganse bolsas que no se desgasten, un tesoro en los cielos, donde ni el ladrón se acerca ni la polilla destruye. Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón."
—No tienes que hacer esto, estas cavando un hoyó sin salida.—Lexie esperaba que sus palabras pusieran un alto a toda esa locura.
—Dios me ha dado una misión y tú eres mi oveja perdida.—recito el hombre con un tono firme y decidido. Mientras se acercaba al cordero, acariciándolo suavemente.—Pero . . . para redimir tu alma, debo lavarla. Lavar tus pecados en la sangre, justo como el Salvador nos enseñó.
La melliza tragó saliva con fuerza, por fin había comprendiendo la locura que planeaba hacer. Su estómago se revolvió cuando vio cómo sacaba una navaja afilada y se inclinaba hacia el cordero, que balaba con desesperación.
—¡MALDITO LOCO! ¡DEJALO EN PAZ!—la castaña gritar, pero al perecer para él su voz apenas fue un susurro suplicante.
Sin mirarla, Hankel deslizó la navaja por el cuello del cordero, dejando que la sangre empezara a manar por todo el suelo. Lexie desvió la mirada, pero no pudo evitar escuchar al pobre animal agonizar y percibir el olor metálico de la sangre.
—Él dijo, "Purifícate en la sangre del cordero"—Tobías se acerco alzando el recipiente, cerca de la chica antes de verterlo completamente en ella.—. Esta es tu purificación, Alexandra. Búscalo en tu corazón. Acepta la redención que se te ofrece.
Al sentir la sangre tibia recorrer su rostro, la melliza no pudo contener más su repulsión. Su estómago se contrajo violentamente y sin poder evitarlo, vomitó en un lado, jadeando entre arcadas mientras intentaba no desmoronarse.
—Tu cuerpo rechaza el sacrificio, pero tu alma se limpiará.—el hombre explicaba la sensación del vomito como si fuera lo más normal del mundo.—Es solo el primer paso.—murmuro alejándose de ella, caminando hacia el fuego que emitía una especie de chimenea.
—No . . . no . . . —suplicó la castaña notando como calentaba un tipo de varilla, sacudiendo la cabeza mientras intentaba alejarse, pero sus fuerzas se desvanecían.
—"Marcaré en tu frente el símbolo del Señor, para que todos sepan que has sido redimida".—Hankel informo apenas en un susurro, sosteniendo con fuerza sus mejillas para que no se moviera.
La melliza sintió el calor insoportable contra su frente, haciendo que el dolor se hiciera presente de inmediato, dejando escapar un grito desgarrador escapaba de sus labios, sintiendo como las fuerzas de su cuerpo la abandonaban por completo, dejándola en completa oscuridad. Mientras que el último sonido que escuchaba antes de perder el conocimiento fue la voz suave y fanática de Tobías, murmurando una oración mientras ella se desvanecía en la oscuridad.
Transcurrieron un par de horas, hasta que por fin despertó, sintiéndose exhausta y adolorida, pero era algo de esperarse. No sabia cuanto tiempo había perdido en ese lugar, pero esperaba que el equipo estuviera buscándola sin parar.
—Creo . . . bueno, debes comer.—menciono Hankel con una actitud totalmente diferente, ahora era ese chico tímido que le acercaba un pedazo de carne.
—¿Eres tú, Tobías?—pregunto la melliza con un tono que delataba nerviosismo ante la idea de hacer la pregunta equivocada.
—Sí.—respondió el hombre, notando la sangre seca de la cara de la chica. Deduciendo que ya había conocido a su padre.—Tobías le acercaba un bote con agua—Disculpa si te hizo daño.
—Tranquilo, no fue tu culpa.—menciono Lexie brindándole una sonrisa cálida, mientras tomaba un poco de la comida que le brindaban.
—¿Te duele?—cuestiono Hankel, señalando una cruz similar que tenía quemada en la frente también.
—Un poco.—murmuro Alexandra, cambiando su rostro a una mueca cuando tocaron su herida.
—Déjame ayudarte.—dijo el castaño, quitándose el cinturón e ponerse de rodillas enfrente de ella, haciendo un torniquete en el brazo.
—¿Qué haces?—pregunto Lexie confundida, viendo como sacaba unos frascos y jeringas
—Tranquila, esto te quitara el dolor—informo Tobías mientras llenaba la jeringa con algún liquido.
—No, por favor . . . Me dan miedo las agujas y siempre eh estado en contra de las drogas . . . No digo que tu seas . . . Por favor, no, no lo quiero, por favor.—la castaña pidió desesperada, quería creer que sus suplicas la salvarían.
Sin embargo, Tobías ignoro sus suplicas e inyecto una gran cantidad de Dilaudid, provocando que el entorno de la agente comenzara a tornarse borroso y distorsionado. Su conciencia se desvaneció en medio de una mezcla de sensaciones.
Las luces y los sonidos se mezclaron en una confusión abrumadora, mientas su mente luchaba por mantenerse centrada en la realidad. Pero la alucinación había comenzado a manifestarse.
La primera noche en prisión
Había sido liberada temporalmente para ir al baño, pero en el camino se interpuso un grupo de mujeres que claramente no tenían buenas intenciones. El corazón de Lexie latía con fuerza en su pecho mientras su mente intentaba buscar una salida. Intentó dar media vuelta para regresar a su celda, pero se encontró con más reclusas bloqueando el camino detrás de ella.
—Oh, ¿Quién tenemos aquí? Parece que tenemos una nueva visitante—una recluso pregunto en un tono burlón, queriendo intimidarla.
—Tranquila, solo quiero volver a mi celda—Lexie tragó saliva, intentando mantener la calma.
—¿Sabes? Alguien pagó muy bien para que recibieras una cálida bienvenida—dijo con un tono de voz que heló la sangre de Alex.
En ese momento, el grupo se cerró a su alrededor, las manos agresivas la agarraron y la sometieron con fuerza. Los golpes comenzaron a llover sobre ella. Sus intentos por escapar eran en vano mientras las reclusas la atacaban sin piedad. Cada vez que intentaba defenderse, era derribada nuevamente por la fuerza de las reclusas que la rodeaban.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, los golpes cesaron. Alexandra estaba en el suelo, jadeando y temblando, sintiendo cada centímetro de su cuerpo en agonía. Las reclusas parecían satisfechas con su cruel acto y se alejaron, dejándola sola en el pasillo oscuro.
Luchó por ponerse de pie, sus piernas temblaban y sus manos estaban ensangrentadas. Con lágrimas en los ojos y una mezcla de rabia y tristeza en el corazón, se tambaleó de regreso a su celda, su cuerpo herido llevando las marcas de una brutal bienvenida a su nueva realidad.
Equipo de la UAC
García estaba sumergía buscando desesperadamente cualquier rastro que pudiera llevarlos a la melliza, sus dedos volaban sobre el teclado, navegando por los sistemas y rastreando cada pista posible. Sin embargo, de repente, las computadoras comenzaron a parpadear, enlazando una serie de imágenes que aparecieron en las pantallas.
—¡CHICOS, CHICOS!—grito Penélope con desesperación, su voz llevando una mezcla de alarma y preocupación.
El resto de los agentes se apresuraron a rodear el computador que mostraban alguna extraña trasmisión en vivo, la figura de Alexandra apareció, visiblemente herida y desorientada. Su rostro lleno de sangre haciendo que todos se quedaran en silencio mientras observaban la escena, su preocupación en el aire.
—Por Dios, la golpearon.—dedujo Emily notando que estaba atada a la silla.
—Voy a matarlo cuando lo vea.—murmuro Eddie al ver a su hermana en esa situación, sintiéndose bastante impotente.
—Penélope ¿Puedes rastrearla?—pregunto JJ, tomando la mano a su novio para que se tranquilizara un poco.
—No, al parecer solo es una transmisión para nosotros.—contesto la rubia bastante frustrada, era como una conexión remota o algo así.
—Un espectáculo para nosotros—susurro Gideon negando la cabeza, notando lo loco que estaba ese hombre.
La expresión de Hotch se endureció mientras apretaba los puños, luchando por controlar sus emociones. Ver a su hija en ese estado era angustiante, pero sabía que necesitaban mantener la calma y buscar pistas para encontrarla.
—Esten al pendiente de cualquier indicio.—ordeno Aarón enfocando mejor en lo que veían.
Durante la transmisión, Tobías mencionó que Alexandra tenía una sorprendente capacidad para conectarse con las mentes de los demás. Creía en este don después de haberla observado a través de la pantalla, como si existiera una conexión que solo él pudiera entender. En ese momento, le mostró una serie de imágenes: personas disfrutando de la tarde o simplemente durmiendo, insinuando que solo una de ellas sobreviviría y que Alexandra debía elegir quién sería.
Sin embargo, la castaña se resistió, y como respuesta a su negativa, recibió un golpe en la mejilla. Los miembros del equipo se tensaron al ver lo que sucedía, y Tobías solo detuvo su ataque cuando Alexandra finalmente tomó una decisión, eligiendo a una persona para que viviera. A través de la transmisión, proporcionó los datos de la persona que sería salvada, dando así al equipo de la UAC la oportunidad de advertirle.
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Transcurrieron un par de horas, hasta que Tobías volvió a aparecer. Explicando que había tenido que ausentarse, proporcionándole algo de comida proporcionó algo de comida a la melliza. Ella le pidió que la dejara ir, que necesitaba ir al baño, bueno en ese momento no era tan urgente, así que no importaba ese punto. Aunque, él optó por inyectarle una vez más una dosis de Dilaudid, llevando a Alexandra a otra ilusión, o mejor dicho, a otro recuerdo.
Inicio de estafas, Nevada
El ambiente del centro comercial estaba lleno de vida, con personas apresuradas que iban y venían, atrapadas en el torbellino de las compras y las actividades. Alexandra y Eduardo tenían alrededor de 12 años. En una de las tiendas, su mirada se posó en una mujer vestida de manera elegante, que seleccionaba productos de los estantes con agilidad. Lexie observó cómo la mujer llenaba su brazo con diversos artículos, cada uno más lujoso que el anterior. Sin embargo, lo que llamó más su atención fue cómo, al final, la mujer simplemente salió de la tienda sin pasar por el cajero. Lexie frunció el ceño, intrigada por la audacia de la mujer. Se abrió paso entre la multitud y se acercó a la mujer que ahora estaba fuera de la tienda.
—Disculpa—comenzó, su voz sonando decidida.—Vi lo que hiciste allá adentro. ¿Cómo lograste que te dieran una bolsa sin pagar?
—¿Hacer qué?, no entiendo de lo que hablas.—dijo la mujer intentando hacerla aún lado.
—Si no, nos dices no te regreso tu cartera.—hablo Eduardo mostrando el objeto, con una sonrisa de satisfacción.
La mujer se detuvo en seco, su expresión pasando de la sorpresa a la precaución. Sus ojos se encontraron con los de Eduardo, y luego se posaron en la cartera que él sostenía en su mano.
—Jamás había conocido a ladrones tan jóvenes —menciono la mujer realmente sorprendida—Parece que tienen mi atención. Pero antes de responder, ¿por qué no nos presentamos adecuadamente?, me encantaría saber a quienes voy a entrenar en este arte —propuso la mujer con una sonrisa cautivadora. Extendió su mano hacia Lexie. —Soy Debbie Ocean.
—Soy Eduardo y ella es Alex . . . somos mellizos, puedes decirnos Rivera.—el pequeño intento quedar en el anonimato, pero esa bastante torpe.
—Tienen el potencial para algo más grande que esto.—confeso la castaña tomando su cartera de un movimiento.
—¿De qué estás hablando? —preguntó la melliza con cautela.
—Creo que están destinados para algo más emocionante que robar en un centro comercial.—la menor de las Ocean informo apretando las mejillas de los niños.—Ustedes . . . son como yo, amantes de la emoción, de la adrenalina. ¿Qué les parece si les enseño un par de trucos que harán ver al robo de carteras como un juego de niños?
—¿Qué tipo de trucos?—Eddie se adelantó, mirando fijamente a Debbie.
—Les enseñaré a ser los mejores en lo que hacen, a convertirse en maestros del arte de las estafas. Si están dispuestos a aprender, puedo ofrecerles un mundo que nunca antes habían imaginado. Un mundo donde el robo se convierten en una forma de vida.
La mente de Alex salió de la alucinación con un sobresalto, solo para encontrarse cara a cara con 'Rafael'. Dejándola completamente asustada ante su presencia tan perturbadora, no sabía que era lo que quería en ese momento, pero suponía que no era algo bueno.
—Entrega a uno de tus demonios, uno de esos . . . con los que trabajas y vivirás un día mas.—ordeno el ignoto intimidando a la chica, pero solo recibía negación con la cabeza.
—No, eso no, jamás.—dijo la melliza segura en lo que decía, el puro hecho de poner a uno de sus amigos en esa posición la enfermaba.—Mi trabajo es poner a las personas a salvo, mantenerlas seguras de lunáticos como tu. Mátame si quieres, pero no, no con ellos.
El ignoto la miró fijamente, su mirada insensible y fría. Sin decir una palabra, levantó el arma y apretó el gatillo, el sonido del disparo resonó en la habitación, pero no hubo un estruendo de bala. Provocando que Alex se asustara y cerrara los ojos, como si esperara un milagro o tal vez su muerte por fin.
—Habla ahora.—exigió el hombre con un tono de voz amenazante.—No es negociable.
Alexandra negó nuevamente manteniendo su decisión de mantener a todos a salvo. Sin embargo, otro disparo se produjo y nuevamente, el casquillo de la pistola estaba vacío. La tensión en la habitación era palpable mientras ambos jugaban una especie de ruleta rusa macabra.
En ese entonces, algo hizo clic en la mente, teniendo la respuestas a sus suplicas. Sus ojos se iluminaron mientras una idea tomaba forma. Miró la cámara y pronunció con voz firme.
—Penélope, Penélope García.—aseguro Alexandra intentando pensar rápido, necesitaba dejar el mensaje claro, solo tenía una oportunidad.—Dile . . . dile lo mismo que dijo mi padre antes de . . . antes de morir.
—¿Qué?—pregunto Hankel curioso sobre el recado a dar.
—"El refugio está en un claro apartado, donde los árboles susurran secretos y el silencio parece . . . parece más profundo al caer la noche. Donde los recuerdos, están marcados por piedras y nombres olvidados, bajo la luna. Si sigues el sendero entre sombras y raíces, lo encontrarás. Solo aquellos que buscan lo desconocido se atreven a cruzar."
—Que tu deseo sea tu voluntad.— pronunció Rafael agregando una bala en la cámara final, destinado a la rubia que estaba en algún lugar.
Equipo de la UAC
El silencio cayó en la casa del ignito, dejando a todos los miembros petrificados cuando Alex sacrifico a su amiga, sus rostros quedaron totalmente desconcertados, ella quería que la próxima victima fuera su mejor amiga no entendían nada. Los ojos de todos se dirigieron automáticamente hacia Penny, quien estaba parada frente a las pantallas con cara seria y fuera de si.
—García, ella está . . . —Hotch comenzó a decir, buscando las palabras adecuadas para disculparse en nombre de Alexandra.— solo esta . . . en shock.
La rubia solo sonrió a la pantalla antes de comenzar a moverse por el mapa de la región intentando encontrar lo que pensaba que había comprendido.
—¿Qué ocurre?—pregunto Morgan confundido ante su tranquilidad, en cierta manera.—No entiendo, ella no conoció a su padre.
—Tiene que estar en un . . . bosque, busca un bosque cerca de un cementerio.—indico Reid moviendo las palabras que dijo la chica que le gustaba solo para encontrarla.
—El ignoto iba a un lugar para drogarse.—informo Eduardo antes de comenzar a buscar en los diarios que estaban en la mesa.
—Marshall Parish —respondió Penélope, su voz revelando una mezcla de emociones, cuando encontró los reportes por vandalismos en el lugar.—Aquí está el cementerio.—agregó mientras mostraba la ubicación resaltada en la pantalla de su computadora.
—Gracias.—murmuro Hotch con una sonrisa sincera antes de voltear a ver a los demás.—Todos andando, quiero a todas las unidades en ese lugar, nada de sirenas o luces.
La velocidad en los vehículos parecía surrealista, el polvo de la tierra volvía más tétrico el lugar, encontraron el humo cercano, indicando que habían encontrado la cabaña, prácticamente salieron corriendo de las camionetas, encontrando a Tobías fuera de si, discutiendo consigo mismo y la visión de él generó una mezcla de emociones en todos.
Eduardo no pudo contener su furia y se abalanzó sobre el hombre, desahogando toda la ira que había acumulado durante el tiempo que Lexie estuvo desaparecida. Hotch se movió con rapidez para separarlos, preocupado de que la situación pudiera salirse de control.
—¡Eduardo, cálmate!—exclamó Aarón, tratando de contener al chico mientras miraba al otro hombre con una expresión de desprecio.
Mientras que Spencer corría hacia el interior de la cabaña, buscando a su amiga. Sentía que su corazón latía con fuerza mientras inspeccionaba el lugar. Y finalmente, la encontró, seguía atada en la silla, tenia la mirada distante y desenfocada. Antes de que empezara a temblar y sacar una espuma extraña de la boca.
—¡NECESITAMOS AYUDA MÉDICA AQUÍ!— gritó Spencer, su voz llena de urgencia.—SOBREDOCIS, TIENE SOBREDOCIS.
El sonido de pasos apresurados resonó mientras los paramédicos se acercaban. Tomando a la chica antes de administrarle un tipo de solución salina junto con otros medicamentos para estabilizarla. Y mientras el equipo medico revisaba, la melliza tendría su ultima alucinación, aquella que trato de esconder durante mucho tiempo.
La muerte de su madre
Su mente, regreso a los 10 años, a su vieja casa, un lugar lleno de recuerdos y emociones que habían quedado atrás. Miró a su alrededor, las paredes estaban decoradas con fotografías familiares y objetos que habían sido parte de su infancia.
—Voy a jugar afuera, Lex. Quédate aquí y cuida a mamá, prometo traerte un chocolate.—dijo Eduardo mientras se dirigía hacia la puerta.
Alexandra asintió con una sonrisa, se acomodó en el suelo, imaginando aventuras con su peluche en el regazo. Pero su fantasía fue interrumpida por un grito aterrador que llegó desde el cuarto de su madre. El corazón de Lexie se aceleró cuando los sonidos fuertes llenaron su hogar.
Sin pensarlo dos veces, dejó caer el oso y corrió hacia el cuarto de su madre, donde encontró un escenario desastroso. Muebles volcados, objetos rotos y su madre en medio de una crisis. Los ojos de su madre parecían estar vacíos, sin reconocer a su hija. La mujer arrojó cosas alrededor de la habitación, Lexie, asustada y confundida, se acurrucó en un rincón, protegiéndose de los objetos que volaban a su alrededor.
—Perdóname cariño.—la castaña susurró, su voz cargada de arrepentimiento. Acariciando el rostro de su hija con una mano.—Es una lástima que estés creciendo, ser adulto es horrible. El carrusel nunca deja de girar.
—Dame eso.—pidió Alexandra mirando que tenía un arma en sus manos, la habían encontrado en el vecindario y su madre decidió quedársela para protección.
—Tu . . . no . . . ¿Quién eres?—pregunto la mujer antes de comenzar a sacudirla con violencia, gritaba incoherencias, esta vez se había desconectado de la realidad con fuerza.
La melliza comenzó a forcejear con ella intentando zafarse del agarre o simplemente quitarle el arma, sin querer acciono el cañón. Dejándole una herida cerca del pecho, notando como poco a poco le dificultaba respirar. La mujer cayo al suelo clavándose algunos vidrios rotos de los portarretratos, de algunas piezas decorativas y golpeándose la cabeza con brutalidad.
Alexandra corrió hacia ella y empezó a moverla, buscando que despertara, gritándole que abriera los ojos, pidiendo perdón, diciendo que fue un accidente y no quiso hacerlo. Cuando escucho la puerta abrirse y volteo para ver a su hermano.
En ese momento regreso a la realidad, la melliza abrió los ojos con brusquedad, su respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza. Sin embargo, ya no se encontraba en la cabaña, ahora estaba en una habitación de hospital. Estaba confundida y desorientada, parpadeó varias veces mientras trataba de asimilar su entorno.
—Hotch ya despertó.—informo Reid algo adormilado por su intento de sueño que tuvo en ese incomodo sofá.—Iré por un médico, no te muevas.—murmuro antes de inclinarse para depositar un beso tierno en la mejilla de Alexandra.
Mientras el genio salía de la habitación en busca de un ayuda, Hotch se levantó también del sofá, acercándose a su hija antes de rodearla con un abrazo reconfortante.
—Tranquila, no hagas movimientos bruscos.—advirtió Aarón calmándola de todo lo que le abruma.—Estamos en el hospital, estás bien.
—Gracias por estar aquí.—la voz de Lexie salió casi como un susurro ronco, por los días que paso sin hidratarse.
—Siempre estaré aquí para ti y hablando de estar aquí, tendrás dos semanas de recuperación obligatoria.—el azabache quería dejarla descansar y recomponerse del trauma.—Nada de oficina, nada de informes, solo te enfocarás en recuperarte.
Alexandra asintió con debilidad, apreciando el cuidado y la atención que Hotch le brindaba. A pesar de su experiencia traumática, se sentía afortunada de tener a alguien como Hotch en su vida.
—Lo sé, papá, lo sé.—la castaña se dio por vencida, reconociendo que los dos eran bastante testarudos.—Te prometo que tomaré las dos semanas de descanso.
—Eso es lo que quería escuchar.—confeso Aarón notando la marca que tenía su hija en la frente.—Solo . . . No vuelvas a asustarme así, ¿De acuerdo?
—No tenía planeado ser la rehén de un loco religioso.—se quejo la chica antes de recostarse en la cama del hospital.
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El equipo de la UAC regresó a Quántico después de que Alexandra fue dada de alta del hospital. Podían sentir un ambiente más relajado, habían rescatado a su amiga y estaría en casa. Por el momento descansando las siguientes dos semanas. Sin embargo, esa sensación de calma se vio interrumpida cuando las puertas del elevador se abrieron.
—¿Qué haces aquí?—pregunto el genio viendo el rostro aun golpeado de la chica.
—Bueno, estaba en casa cuando . . . —Alex trato de explicar pero fui interrumpida por su padre quien hizo contacto visual, se supone que era su primer día de descanso y ya estaba en la unidad.
—Prometiste que ibas a obedecer, nada de oficina y aquí estas.—Hotch intentaba presionarla para obtener algo de información de su visita.
—Usted no fue notificado, requiero la presencia de la señorita Hotchner en mi oficina.—Strauss interrumpió la conversación, ganándose la atención de todos los presentes.— Hay un conflicto de intereses evidente, ya que ahora es su padre.
La directora comenzó a caminar hacia el pasillo, indicando claramente que esperaba que Lexie la siguiera. Dejando a Aarón bastante frustrado por la situación. Sabía que Erín no tenía las mejores intenciones y que podría incomodarla aún más a Lexie.
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