Capítulo XX
La pertinaz melodía la había guiado hacia un cuarto inexplorado.
Miss Clarke se preguntó si alguna vez terminaría de conocer aquella enigmática casa. Cuando creía haber construído un mapa mental de la mansión, un nuevo espacio aparecía y debía reformarlo. Tuvo la impresión de que la propiedad se expandía a priori, conforme su estadía se alargaba y que le mostrara sitios novedosos, rincones inéditos para que jamás se aburriera. Quizá "Whispers House" no quería que se marchara y deseaba perpetuarla, como cada piedra, cada viga, cada hierro... que la componía, hasta volverla parte vital de su estructura.
Cualquiera fuera el objetivo de aquella misteriosa edificación, la realidad era que se encontraba en un lugar nuevo. Uno que, por su sombría naturaleza, causó que los vellos de todo su cuerpo se erizaran.
Avanzó cuidadosa por el funesto recinto, mientras cientos de ojos inexpresivos la contemplaban desde rostros umbríos y devolvían un reflejo miniaturizado de su silueta, cual espejo.
Se detuvo frente a una pétrea figura, una de las muchas que se encontraban diseminadas por aquel cuarto sepulcral y agudizó el oído. La música parecía brotar del interior mismo de aquel cuerpecito yerto, hueco, vacío...
—Erithacus rubecula —recitó una voz a sus espaldas. El corazón de Miss Clarke se heló ante la brusca aparición del menor de los herederos—. Es el nombre científico del petirrojo europeo. Lamento haberla asustado —se excusó, adentrándose en el Cuarto de Cacería.
—Más que asustarme, me ha tomado usted por sorpresa Mr.—informó, una vez repuesta—. Tal vez piense que lo que le diré es una locura, soy consciente de que estoy frente a una pieza de taxidermia pero, juraría que he escuchado a esta ave trinar —confesó, señalando al petirrojo al que había hecho mención Mr. Dominick.
El pajarito de pintoresco plumaje yacía sobre el alfeizar de la ventana, último paraje al que lo habrían de llevar sus disecadas alas. Su turgente pecho parecía impregnarse con los últimos rayos del sol de la tarde.
—Jamás lo consideraría —aseguró su Señor, sincero —. Es admisible su pensamiento o, en todo caso, entendible su confusión, ya que no está del todo familiarizada con la casa.
"En ese punto no se equivoca." Pensó la fémina, intentando ensamblar la nueva pieza en su rompecabezas mental.
»Es común que estas aves aprovechen los recovecos para anidar y si algo le sobra a "Whispers House" son grietas —prosiguió su explicación —. Aunque tienen un bosque entero a su disposición, gustan de hacer sus nidos en el techo, donde el musgo y la hojarasca abundan, de ahí que su trino pueda oírse con tanta claridad. Además, el petirrojo es un ave muy sociable. A veces, hace excursiones furtivas al interior de la propiedad para robar comida o simplemente para curiosear. Me sorprende que no se haya encontrado con algún espécimen vivo aquí dentro todavía.
Lo cierto era que Miss Clarke no había tenido la fortuna de verlos. De hecho, poca interacción había tenido con la fauna autóctona, incluso cuando se había adentrado en el bosque contra su voluntad.
¿Por qué los animales la evadían? ¿Temían de ella o de otro depredador más implacable y feroz?
—Es todo un experto en el comportamiento de las aves Mr. e incluso parece apreciarlas. No lo hubiera creído, considerando... —Paseó los ojos por aquel parco salón—. Bueno, ya sabe a qué me refiero.
—Lo imagino. Mas, si piensa que mi pasatiempo es la cacería, debo decirle que, como en tantas otras cosas que refieren a mi persona, usted se equivoca —sentenció. Acto seguido, se inclinó ligeramente hacia su rostro y le susurró—: Le confiaré un secreto, Miss. La caza de aves es propia de los Bits de la familia pero, en lo que a mí respecta, soy un apasionado observador e ilustrador de la especie, un taxidermista en el peor de los casos...
La governess abrió los ojos con sorpresa y admiración ante el descubrimiento de aquellas cualidades tan diestras y se sintió abochornada ante la cercanía. El aliento del caballero acariciando la piel de su cuello le trajo plácidas reminiscencias.
"Entonces, son dos los artistas de la familia" Meditó, para alejar sus recuerdos.
—En mi defensa diré que, el día que llegué a "Whispers House", Ms Paige comentó que había salido de expedición al bosque y tras descubrir esta sala de "exposición", repleta de...
—Aves muertas —Mr. Dominick culminó la oración por ella—. Puede decirlo con toda confianza. De nuevo, es entendible que hiciera esas conjeturas —dijo, extrañamente empático y comprensivo—. Pero, como adelanté, mis pasatiempos son otros, de naturaleza más sensible. Incluso la taxidermia lo es, pues encuentro en ella una manera de perpetuar la belleza de la vida.
—¿Aunque en el fondo sepa que esa vida acabó? —inquirió, sagaz.
—Aún así. Todos alguna vez, ya sea de forma consciente o inconsciente, intentamos alargar la existencia de aquello que se ha ido; a través del pensamiento, los recuerdos, los sueños o dando nueva vida a lo inanimado, porque la sola idea de una pérdida absoluta, la concepción de que aquello que amamos y admiramos desaparezca por completo, genera un vacío inefable, donde solo habita una insondable soledad —expresó, nostálgico.
Miss Clarke debió reconocer que compartía parte de aquella filosofía, para ella su amado padre vivía en cada latido de su corazón, en sus sueños más profundos y en sus atesoradas memorias.
»Usted lo ha hecho ¿sabe? —dijo él, como si leyera su mente—. Hace un momento con este petirrojo. Le ha dado nueva vida con su ferviente deseo de oírlo cantar.
No había adivinado sus pensamientos, pero lo dicho también era verdad.
—Tiene razón —admitió la mujer —. Y me contenta saber que en el futuro no me considerará menos cuerda si llegara a atribuirle propiedades animadas a algo que por naturaleza no lo está —comentó, risueña.
—En absoluto, o tendrían que encerrarme a mí por creer que las mayólicas de la sala principal me responden cuando charlo con ellas por las noches —manifestó.
Ambos rompieron a reír tras la disparatada declaración. Era la primera vez que lo hacían juntos y de manera tan abierta. Pero, ¡qué reconfortante y pleno se sentía nutrirse de la risa del contrario!
No obstante, la situación resultaba tan extraña e irreal que Miss Clarke se preguntó ¿a qué se debía el buen ánimo de Mr. Dominick? ¿Acaso no debería estar furioso ante el anuncio formal del compromiso o había algo más...
Un turbio pensamiento obnubiló su faz.
—¿Qué ocurre, Miss? —inquirió el caballero, notando el cambio de expresión.
—Es solo que... No creí que se encontraría usted de tan buen humor justamente hoy —develó, a la espera de una respuesta honesta.
—¿Cómo no estarlo? Es la primera vez, desde hace tiempo, que usted no sale huyendo de un cuarto cuando advierte mi presencia.
Miss Clarke sintió que el alma regresaba a su cuerpo, justo para recibir el aguijonazo de la culpa pinchando su pecho. Pero Mr. Dominick estaba en lo correcto, ella no se había ido y no se marcharía luego de haberse enterado de lo que él había hecho: renunciar a su amada purasangre para costear los gastos médicos.
"Ha sido dinero bien invertido si ha favorecido su recuperación." Evocó, y en ese momento supo que tan veraz y amplia era aquella afirmación.
»Pero, entiendo a qué se refiere —prosiguió el heredero—. Y tengo que confesar que estaría de mal genio si pensara asistir a esa maquiavélica cena.
—¿Entonces planea ausentarse?
—¿Y perderme las expresiones de decepción y furia de los conspiradores de mi desgracia? ¡Por supuesto que no! Planeo observar desde las sombras y a prudente distancia las reacciones de todos cuando, Ms Paige les comunique que me encuentro indispuesto —anunció, divertido.
Su excitación se traspoló nuevamente a la muchacha, que sintió regocijo al imaginar el rostro de la presumida Miss Kirby rojo de rabia.
»Además, deseo dormir tranquilo hoy —siguió—. Pues mañana a primera hora saldré con mis sobrinos de picnic...Y esperaba que usted nos acompañe —añadió, tras una breve pausa.
En esa ocasión, el rostro de Miss Clarke resplandeció, como el sol crepuscular deslizándose tras la nebulosa línea del horizonte.
—Puede darlo por hecho.
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