Capítulo XIX

—¿Alguna vez en su vida habían visto un hombre más apuesto? —preguntó Miss Grey.

A continuación, emitió un largo y resonante suspiro. El tercero en el rango de una hora.

—Te lo he dicho niña, sino dejas de observar al joven Quick vas a terminar causándole mal de ojo —adjudicó Ms Cook, mientras preparaba su famoso pastel de ternera y riñones.

No todos los días tenía la oportunidad de lucirse con un platillo culinario tan exquisito, pero la ocasión lo ameritaba.

››Además, no me parece atractivo y aunque lo fuese no debería ser motivo de distracción —alegó en tono afilado—. Hablando de ello, ¿no deberías estar prestando oficio o tienes el día libre acaso?

Miss Grey, que permanecía firme frente al ventanal de la cocina, mismo por el que venía desfilar al nuevo cuidador de caballos, frunció en entrecejo ante aquel incisivo comentario.

—En primer lugar, esas son supersticiones de viejas. En segundo lugar, no me extraña que no te guste, a ti no te agrada nadie y por eso estas soltera —soltó ponzoñosa—. Y en tercer lugar, estoy en mi receso. Me merezco uno después de pasar medio día explicándole a la tal Bella Chambers sus oficios... Sé que necesitamos manos extras pero, ¡¿por qué Mr. Kirby no envió a personal de servicio capacitado?! —se quejó.

—¿Te molesta haber perdido parte de la jornada instruyendo a Miss Chambers o estás celosa porque te desplazó del puesto? —interrogó la cocinera, añadiendo un poco de sazón a la mezcla (y también a la conversación).

—¿De qué hablas? Es un hecho que, como llevo más tiempo trabajando en "Whispers House" mi rango es superior al suyo —alegó la menor, intentando mantenerse serena. Pero, en su interior, la duda comenzó a extenderse como la mala hierba.

—No me refiero al puesto de trabajo —aclaró la mayor—. Te desplazó del pedestal princesa, Miss Chambers es mucho más joven y a la legua se nota que es hermosa que tú—dijo, vengativa.

Miss Grey infló sus mejillas, enfurecida. Sus orbes brillaron a causa de las lágrimas contenidas. Aunque las causantes del inminente llanto bien podrían ser las cebollas, cuyos vapores ácidos habían comenzado a invadir el cuarto, alzándose sobre otros aromas más amables: como el del laurel y el tomillo recién cortado.

—¡Ya basta! No sabes lo que dices —bramó la muchacha, restregando sus irritados párpados—. Poco me importa Miss Chambers... El que me interesa es Mr. Quick —recalcó, retornando a un tema más placentero.

››¿Verdad que es el hombre más guapo que ha visto Miss Clarke? —indagó, buscando la complicidad y el apoyo de la otra dama de la habitación.

La governess estaba ubicada junto al amplio mesón de mármol, de espaldas a sus compañeras, picando vegetales.

Tras insistir en ayudar a Ms Cook en sus labores, la cocinera había accedido pues había advertido que su amiga buscaba distraer su mente —atormentada por cuestiones que ella desconocía, mas intuía— y pensó que mantener las manos ocupadas era una buena forma de comenzar a alejar pensamientos perniciosos (al menos, ella encontraba en su oficio una fuente de distracción diaria que la ayudaba a olvidar las penurias de su vida de mujer soltera).

Ante la pregunta de Miss Grey, los pensamientos de Miss Clarke volvieron a Mr. Dominick de forma inevitable. ¡Era inútil! Todo la llevaba hacia él. Pero, ¿de quién hablaba con exactitud la otra fémina? Lo cierto era que no había estado prestando atención a la charla.

—Por...supuesto —dijo, para no pecar de indiferente.

—¡Lo ves! Miss Clarke también reconoce los atributos de Mr. Quick —se jactó la jovencita, que volvía a esbozar una deslumbrante sonrisa.

"Con que a él se refería". Meditó la institutriz poniéndose al corriente.

››Además, la señorita tiene buen gusto en caballeros —continuó, destinándole una mirada pícara a la mencionada, cuyas mejillas se pusieron del color del vino que acompañaba tan distinguida comida.

En ese momento deseó que Ms Paige estuviera allí para poner orden, pero la anciana estaba ocupada en el gran comedor, ultimando los detalles de la velada.

Lo cierto era que, desde su llegada a "Whispers House", era la primera vez que sentía tanta energía en la mansión. Incluso los misteriosos susurros, que se escabullían entre las fisuras de los muros y las tuberías y que tenían un origen desconocido para la dama, se habían acallado para dar prioridad a las voces humanas. Pero era lógico que así fuera, no todos los días se celebraba el compromiso de uno de los Señores de la casa.

Y hete aquí la prístina causa del hondo malestar que la aquejaba, la razón principal por la cual deseaba mantenerse ocupada y alejada de la vista del caballero involucrado en el célebre acontecimiento.

Que Mr. Dominick le hubiera manifestado su disgusto hacia el matrimonio, poco importaba. Los hechos demostraban que, pese a su negativa, el evento nupcial se llevaría a cabo tarde o temprano. El anuncio oficial del compromiso entre él y Miss Keira, planificado de manera cuidadosa por sus respectivos hermanos que tendría lugar aquella noche, así lo demostraba.

Incluso Mr. Patrick había enviado a la mansión dos de sus sirvientes para ayudar en los oficios y dejar todo dispuesto. Un pequeño anticipo de la jugosa dote que Mr. Andrew obtendría a costa de su fraterno.

Miss Clarke estaba dolida con la decisión tomada por el mayor de los Bradley (a quien no había vuelto a tratar directamente desde el "incidente" de la Biblioteca) pues no podía comprender las ansías por casar a su hermano para recuperar su posición financiera, habiendo otras alternativas viables. A menos que su teoría fuera cierta y la verdadera causa de aquel matrimonio arreglado tuviera que ver con una rivalidad fraternal vinculada a la difunta Elizabeth.

Sin embargo, Miss Clarke también encontraba responsabilidad en Mr. Dominick, quien no había puesto punto final a aquella situación. Si tanto aborrecía el compromiso con Miss Kirby y en tan poca estima tenía a su consanguíneo, ¿por qué complacer los caprichos de ambos? A menos que, sobre sus declaraciones, primara una emoción más profunda, un sentimiento de culpabilidad difícil de aplacar, una falta pasada que había generado una deuda con su hermano que solo así podía saldar. Era eso o le había estado mintiendo de forma descarada y en verdad existía un sentimiento de afecto hacia la señorita Keira.

—¡Miren! Ahí va Philip de nuevo —anunció Miss Grey, extasiada.

Miss Clarke dejó de lado sus ominosas cavilaciones y, motivada por la curiosidad, decidió acercarse al ventanal para conocer al aclamado criado.

—¡Esa yegua es Storn! —exclamó, con repentino entusiasmo, fijando sus iris en el animal que el añorado galán de Miss Grey guiaba hacia las caballerizas, no sin dificultad.

La governess podía reconocer a esa indomable y primorosa purasangre incluso a la distancia. No había yegua más obstinada. Aunque debió admitir que aquel desgarbado y menudo jovencito no declinaba en su afán por meterla al corral y ese ánimo le confería un punto adicional que compensaba su falta de atractivo físico.

—Tiene usted razón. Se trata de la potranca de Miss Elizabeth —confirmó Ms Cook, igual de asombrada. —Creí que se había perdido aquel fatídico día de la tormenta —añadió, persignándose ante el horrible recuerdo.

"Y yo que había sido vendida a la familia Kirby" Pensó la institutriz.

—Es que tú no sabes nada, como de costumbre —siseó Miss Grey a Ms Cook, regodeándose de tener la primicia—. La yegua no se perdió. Regresó poco después del temporal a la mansión, pero el amo Dominick decidió deshacerse de ella. Según supe, la vendió para pagar al doctor que atendió a la señorita Clarke durante su convalecencia. ¿Verdad Miss? —manifestó, suspicaz.

La governess casi sufre un desmayo ante el súbito aluvión informativo.

"¡Entonces el mismo Mr. Dominick fue quien vendió la yegua a Mr. Patrick! Y todo en pos de mi buena salud." Pensó. De pronto se sintió menos enfadada con el heredero e incluso algo culpable por haber destinado tantos malos pensamientos hacia su persona.

—Bueno, confieso que sabía sobre la venta de la potranca. Pero desconocía la totalidad de las circunstancias —admitió.

—Y yo... reconozco que no sabía que se la había vendido a la familia Kirby. Pero, ¿acaso Mr. Patrick no teme a los equinos como el Oscuro repele la santa cruz? —comparó la joven Grey.

"La yegua fue un regalo para su hermana" Recordó Miss Clarke. "¿Será que Miss Kirby decidió devolver el indeseado presente porque no logró la fama esperada?" Conociendo a la melindrosa dama lo más probable era que, anticipándose al matrimonio, hubiera comenzado la mudanza de algunas de sus pertenencias a su futura casa.

"Primero los empleados y ahora Storn." Reflexionó con gran pesar.

Claro que la potranquita siempre había pertenecido a "Whispers House", contrario a su nueva dueña que resultaba una mezcla heterogénea con la propiedad; como agua y aceite, eran imposibles de combinar. Puede que ambas fueran guarida de sombras, pero la luz oculta dentro de una jamás podría verse brillar en la otra.

—¿Qué están haciendo ustedes tres allí de chismosas? ¿Acaso no tienen trabajo que hacer?—regañó Ms Paige.

La silente anciana había aparecido de forma repentina en la habitación, haciéndolas estremecer. Miss Grey se había puesto tan pálida que casi se desmaya sobre el pastel de Ms Cook.

¡Y es que "Whispers House" podía ser refugio de muchas entidades indescifrables, algunas escalofriantes, pero ninguna causaba tanto pavor como la vieja ama de llaves!

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