Where The Devil Don't Go

Probablemente, en algún lugar del mundo
se dicen las respuestas a todas las preguntas
y todo se vuelve simple.
Pero, ¿Queremos que sea simple?
O preferimos los retos de vivir una vida llena de emociones
    Buscando las respuestas.
Siempre me pregunte eso...
Otabek. 




Se suponía que, en un inicio, el infierno no era un lugar de castigo para el hombre.

El infierno solo era la contraparte del cielo y es por ello por lo que tenía que existir. Pero, aunque su carga fuera negativa, no quería decir que fuera un lugar de sufrimiento, sino, que de allí nacen aquellos males para dar balance; el lugar por lo tanto no era malo. Cómo el paraíso, donde nace lo positivo, no daba garantía que el lugar fuera bueno.

Simplemente eran lugares donde se creaban las cargas de energías positivas y negativas. Nunca tuvieron que ver con las almas o muertes, castigos o regalos.

Para esto había un especifico lugar. Los humanos lo llamaban de muchas formas, pero yo lo conocía cómo el inframundo. Donde este era un lugar de reposo para todas aquellas almas muertas en la tierra, solo reposo, no de castigo. Mi padre me había explicado que no puedes hacer nunca una línea divisoria para los buenos y los malos, porque nadie es completamente puro, y nadie es completamente malo.

Cuando le pregunte a aquel, mi padre, mi creador, ¿Cuál era la finalidad en la vida entonces? Aunque fuese bueno y positivo, o malo y negativo, tendría el mismo fin al morir... ¿Cuál era la finalidad de mi vida? si me esforzara o no, caería con el mismo fin que aquellos que hicieron el mal, y aquellos que hicieron el bien.

Mi creador sonrió, e inteligentemente respondió.

"Uno debe ser amable, generoso y humilde, porque nace de uno. Al igual que uno puede ser grosero, egoísta y altanero cuando la situación lo amerita. El equilibro de esto es algo que siempre está dentro de nosotros, uno debe saber cómo mantenerlo, por el beneficio propio y el de lo demás, no porque esperes un premio. Es difícil alcanzar un estado mental en donde veas mas allá del bien y el mal, toma trabajo, tiempo, y alma entender porque el reposo es igual para todos. Pero espero que, en la fracción de segundo, cuando mueras, entiendas lo que quise decir..."

Y después de ese día, viví toda mi vida creyendo eso.

El equilibro era la clave, nadie es absolutamente bueno, ni nadie es absolutamente malo. De las humanidades, las pocas civilizaciones que lo entendieron, fue la azteca, quienes llamaron al inframundo, "Mictlán" en honor al dios que ellos creían que era, Mictlantecuhtli.

Pero... muchas cosas cambiaron... Muchas.

Todo empezó con una historia. Que todos conocen, pero nadie con exactitud sabe cómo pasó. Algunos dicen que la ira de un dios se desató porque el hombre desafió una ley de este. Otros, que es una batalla contra el mal, algunos más, que fue simplemente una historia para tratar de explicar el equilibro de la tierra.

Las historias siempre tienen algo en común, en una mínima parte, pero no son reales. Solo hay una versión de lo que ocurrió, y es conocida por aquellos ángeles y demonios que la vivieron.

Y es ahora la que les contaré.

En donde un dios perfecto, decidió crear, y en el proceso, fue lastimado por sus propias creaciones...

La historia tiene muchas formas, pero yo soy el único que lo vivió completamente, así que les contaré todo... y cómo comenzó.

Un día Dios, en virtud de sus poderes y grandeza, desato un paraíso en el mundo, en donde dentro de sus creaciones, creo al ángel más hermoso de todos, con virtudes inigualables y que era el más apegado a ese dios perfecto. Sus ojos eran verdes potentes, como la basta tierra llena de hierbas y maleza. Su cabello era rubio como los finos rayos solares que daban vida al mundo. Su piel era blanca, reflejando las dulces nubes del cielo.

Lo más imponente de aquel ángel perfecto, eran sus alas, eran dos pares de alas, enormes y llenas de plumaje blanco donde en las puntas tenían diferentes colores en los que se reflejaba la luz.

Un hermoso y perfecto ángel, favorito de Dios. Que nació del amor, la inteligencia y la perfección. Lucifer era su nombre... era, porque ya no lo es...

El dios al quinto día de crear tal paraíso en la tierra se dio cuenta de algo, no había ningún balance. La perfección no puede llamarse perfección si no hay alguna contraparte que haga a la perfección brillar. Como los sentimientos, no puedes saber que es amor, si no existe el dolor, así que el Dios, creando un balance perfecto, creo los males por igual.

Entonces, por un chasquido de dedos, había un balance en la tierra ahora. El bien y el mal convivían completamente, haciendo que lo hermoso fuera más hermoso, que lo malo fuera destacado como malo, y que de lo bueno se aprendiera que está mal, y de lo mal, se aprendiera que está bien.

- Padre - dijo su perfecto hijo volando hacia él, aun como un pequeño niño - Padre, la tierra es perfecta, tiene un balance que me encanta disfrutar todos los días, pero padre, ¿Cuál es el balance del paraíso si solo existe el bien aquí? -el niño miro hacia arriba, a una potente luz, nunca había visto el rostro de su creador, ni los demás ángeles, arcángeles, solo era una luz que les hablaba, los amaba y los creaba.

Hasta ahora. 

- Lucifer... creo que le acabas de abrir los ojos a papá. - El Dios de pronto comenzó a descender de aquella luz tocando el suelo del paraíso que había creado, por primera vez.

Su rostro era perfecto, ninguna falla en su simetría, y con una belleza sin igual. Sus ojos eran azules como el cielo en hermosos días de primavera, su cabello era platinado, brillante y perfecto como diamantes. Su cuerpo era la perfección, completamente proporcionado y esculpido. Y su sonrisa era lo mejor, una sonrisa de calidez en forma de corazón.

- ¿Padre? – dijo el niño dando unos pequeños pasos hacia atrás, impresionado y curioso.

- Así es Lucy - sonrió el Dios acariciándole la bella cabellera rubia al pequeño - Me encanta que me digas padre, pero llámame... amm... - Miro hacia los lados viendo a otros ángeles que lo admiraban. Tenía que ponerse un nombre, pero era difícil, poner nombres siempre era difícil. Hasta que eligió uno - Llámame Viktor, es más simple.

- Okey papi - dijo el niño con singular alegría abrazándolo - ¿Yo tendré un nombre especial también?

- Por supuesto, pero tú ya lo tienes mi bello hijo, tú nombre es Lucifer.

- Okey - contesto el niño, dejando de abrazarlo, pero inmediatamente siendo cargado por el Dios, que le sonrió dándole vueltas, dejando que desplegara sus alas entre risas inocentes.

- Lucy, tengo que crear un balance con el paraíso, y tú me ayudarás.

- ¿Yo?

- Si tú... la contraparte del paraíso se llamará infierno, y el mal compartirá el bien, como el bien compartirá el mal... ¿Listo?

- Listo.

El Dios nunca supo, ni el niño nunca creyó, que ese viaje arruinaría lo que más amaba el Dios... su pequeño ángel perfecto.

El infierno era como el paraíso, solo que un poco más árido, donde en un oasis vivían los demonios y los 7 pecados que el Dios impuso. Los demonios como los pecados no eran considerados abominaciones por el Dios, eran el mal, que tiene el bien, nada más.

Primero, creo la Soberbia, un demonio de cabello negro azulado, con ojos azul zafiro y una sonrisa que reflejaba su nombre. Se amaba a el mismo, era lo que más quería, su triunfo y nada más. Soberbia era un hombre con carisma, pero se opacaba completamente por lo soberbio que salía a relucir. El Dios decidió llamarlo Jean Jaques, cada pecado tendría un nombre humano.

El segundo en ser creado fue envidia, tenía igualmente el cabello negro, pero un cuerpo estilizado, no tan musculoso. Su rostro tenía una piel más blanca con unas características cejas que le daban potencia a su rostro. Envidia solía ser tranquilo, mirando a los demás y deseando lo ajeno. A veces podía ser atrevido, pero en raras ocasiones. Su nombre fue Seung.

El tercero en nacer fue Gula, un pequeño hombre de cabellera castaña, con piel blanca y leves pecas en el rostro. Tenía los ojos rasgados y marrones, y como su nombre indica, el Dios al crearlo le dio algo de comida a lo que el pecado sonrió abiertamente y se sentó en el jardín del oasis comiendo tranquilamente. Su nombre era Guang.

El cuarto fue Ira, y apenas fue terminado de crearse, ya estaba gritándole al Dios por ser tan descuidado. El Dios sonrió abrazándole, era un hombre mayor, malhumorado y algo calvo por la parte de arriba de su cabeza, aunque aún conservaba gran parte de su cabello a los lados. Parecía tener siempre el ceño fruncido, pero se podía entablar una conversación con él, claro, siempre y cuando no estuviera gritando. Su nombre que Yakov.

El quinto fue Avaricia, quien fue representado como una hermosa mujer de cabellera roja como la sangre y ojos azules como el cielo, tenía encanto y carisma, lograba robar riquezas solo con ello, lo que quería, lo tenía, así nació una belleza a la que le fue otorgado el nombre de Mila.

El sexto en aparecer fue Pereza, el Dios quería crear algo tierno, que pudiera apreciar mientras está exhibiendo lo que su nombre indica, así que creo un animal, esponjoso y tierno de cuatro patas, un perro marrón, quien ladro al verle y se recostó en el suelo de espaldas. Gula le acarició el estómago y el perro se quedó en esa posición calmada en el oasis. Su nombre fue Makkachin.

Sonrió gustoso de sus creaciones, disfrutando la belleza del oasis, de las frutas y de que tan perfecto era el clima. Se sentó en el jardín, disfrutando de acariciar a Pereza mientras hablaba con Ira, pero, al final su atención fue robada por un ángel... el más hermoso de todos.

Su pequeño ángel estaba correteando, mientras Soberbia lo perseguía jugando con él. Los pecados que había creado tenían algo bueno, pero el mal era lo que más reinaba en sus corazones. Como los ángeles, que tienen algo malo, pero es el bien lo que reina en sus corazones.

El Dios disfruto la vista de su pequeño ángel, comiendo con Gula y acariciando a Pereza mientras veía como Soberbia y Envidia, jugaban con su pequeño.

- ¿No crees que falta algo? - dijo Ira al Dios - Somos tus creaciones, pero falta una, donde está el deseo desordenado e incontrolable que habita en nuestros corazones. No hay nadie quien lo represente.

- Creo que tienes razón Ira... ya sé que hacer.

Y el Dios se levantó ante la mirada de Avaricia y Pereza, comenzó a mover sus manos, moldeando el aire cómo si fuera arcilla, comenzando a crear una figura con curvas tenues, no tan remacadas, una belleza única que podía crecer, algo que el mismo sintiera deseo al verlo.

Entonces nació Lujuria. Un bello hombre de ojos rasgados y obscuros, con cabello negro peinado hacia atrás, piel blanca y fina, con un vestuario negro que remarcaba más sus bellas curvas y facciones.

- Wow... - dijo Avaricia sonriente - Eros... - sonrió dando unos pequeños saltos mientras el nuevo pecado veía su cuerpo y cruzaba miradas con el Dios. Se quedaron mirando un largo tiempo y el pecado le sonrió, el Dios víctima de un sonrojo, le sonrió de vuelta sintiendo emociones atoradas en el pecho.

- Tu nombre es Yuuri. Y eres una mi creación ... vivirás en el infierno, en el bello oasis que les he creado, y tú representarás un mal de los hombres, pero también hay bien en ti. Solo que el mal reina... ¿Entiendes?

- Si, soy Lujuria, uno de tus pecados, y para ti, mi nombre será Yuuri.

Y así, con un perfecto balance en la tierra, al igual que uno entre el infierno y el paraíso, el universo comenzó a vivir en armonía. Los demonios subían al paraíso, y los ángeles bajaban al bello oasis del infierno. El bien y el mal eran como gemelos, se necesitaban el uno al otro para sobrevivir completamente y dar el balance que los hombres necesitaban en la tierra.

Pero mientras el balance reinaba, algo se estaba formando, poderoso y único, que ni siquiera el Dios pudo advertir que pasaba...

El Dios decidió pasar más tiempo en esa forma perfecta que había descendido una vez. Y siempre, era para visitar a un pecado en específico. Aquel que logró hacer a su corazón agitarse tanto que apenas podía comprenderlo.

El Dios creo la perfección para él, representando algo que no debería de sentir, pero ahora siente en exceso. Lujuria solo era de él, y complacía cada uno de sus deseos, no había día en la que aquel Dios, no tratará de sacarle una sonrisa a su bello pecado. Y no había día, en el que el pecado, no correspondiera cada tipo de amor que el Dios le mostrará.

Así nació un sentimiento enorme, una clase de amor, amor de pareja. Amor hacia el uno al otro, amor ante todas las barreras, amor, puro y simple amor.

Pero no todo fue bien...

Su bella creación, su hijo favorito, Lucifer, crecía con gracia singular, con una mente brillante y una sonrisa sin igual. Pero, el Dios, comenzaba a llenarse de preguntas, preguntas y preguntas, acerca de él mismo, de su existencia, de la existencia de todos. Estaba cayendo en un hoyo del que no podía salir.
Ya no se sentía vivo, sino, obligado a vivir, a existir, obligado por todas sus creaciones. Había perdido el equilibrio que tanto había amado de él.

Su bello ángel comenzó a notar esto, y quiso ayudarle, organizando cosas y liderando otras para quitarle peso a su creador, pero esto, lo hizo enfurecer. El ángel al notarlo, trato de hablar con su padre, pero este no quiso escuchar. Se sentía remplazado y odiaba al ángel por ello. Si no le hubiera dado esa mente, el no sería ahora aquel que todos aman.

Sus miedos, sus preguntas, su falta de balance, lo hicieron ser un dictador, furioso y estricto dios.

Y ocurrió lo que tenía que pasar.

Un cierto día en el paraíso, ese ángel, siendo un joven ya, desafío al Dios, rompiendo reglas, creando una revolución, incitando a la liberación. Y el Dios al verlo... enfureció completamente contra él.

Furioso, de lo que el mal le había hecho, decidió destruir la unión del bien y el mal, aquellos demonios en el paraíso quedaron desterrados al infierno, y los ángeles que se encontraban en el infierno, fueron extraídos a la fuerza, sin poderse despedir de sus amistades. Los demonios recibieron cuernos, enormes y horribles, al igual que aquellas alas, que en lugar de ser blancas y plumadas, ahora eran como las del más horrible de los murciélagos.

Y el hermoso oasis que alguna vez existió en el infierno, se marchito, murió y solo el fuego y obscuridad, con el llanto de los lamentos se hizo pleno.

El hijo más preciado del Dios fue arrojado a la tierra, se le arrancaron las alas a la fuerza y su aureola rota formo unos cuernos retorcidos. Al caer daño su espalda, y quedo allí días.

El Dios ahora tenía el paraíso, el único lugar bueno. Y el infierno, a donde nunca más bajo, ahora era un lugar de desdicha y lamentos. El pecado, amante devoto del Dios, miro hacia el cielo, pero el Dios nunca lo miro de vuelta de nuevo.

El Dios era más estricto, nada piadoso y casi nunca sonreía ahora, los hombres sufrieron de su ira por igual y nada en el universo hermoso y equilibrado que había, quedo. Solo un día, cada año, los ángeles y los demonios podían caminar sobre tierra, para reencontrarse, era doloroso, porque tanto demonios como ángeles habían pagado la ira de algo inevitable.

Cierto pecado camino por la tierra, esperando, deseando, que aquel Dios en una forma perfecta, bajara a visitarle. Pero nunca bajo a la tierra, no importaba cuantas veces el pecado caminaba en tierra para verle, desearle y rogar por el... ahora, aquel amor fugaz y hermoso, solo vivía en sus memorias.

- Y-uuri... - escucho una voz, gruesa y moribunda cuando camino por un desierto y lo vio. Nunca se sintió más horrorizado. Aquel hermoso ángel, ahora tenía la piel quemada por el sol, sus bellos rizos dorados ahora estaban quemados y caídos por la maldad acumulada. Sus ojos verdes ahora eran negros y rojos, su belleza y dulzura ahora no existía y solo era algo moribundo condenado a arrastrarse. Sus alas arrancadas a la fuerza dañaron su espalda a tal punto que levantarse era un completo dolor.

- Lucifer - dijo el pecado tomándolo en sus brazos - Estoy aquí, tranquilo...

- No digas ese nombre... - se quejó el ángel caído desmayándose en los brazos del pecado.

Como pudo, aquel pecado limpio su cuerpo, las heridas, pero su piel ahora morena de por vida no podría volver a brillar como lo hacía. Sus ojos llenos de dolor serian obscuros, su cabello tuvo que ser cortado casi en su totalidad, porque entre más largo era, más horrible y dañado crecía. Tuvo que enseñarle a ese ángel caído a caminar con dolor, a vivir con él, hasta que su fuerza de voluntad, impulsada por aquellos pecados que eran su familia ahora, lo motivasen a seguir.

Y ese ángel caído se volvió demasiado poderoso siglos después, a un nivel inimaginable. Tenía cada pecado viviendo en él, cada mal era lo que ahora representaba, el poder lo consumía e hizo el infierno su reino. Estaba solo a un simple paso de ser igualmente de poderoso que ese Dios. Y eso es algo que todos notaron, incluso el hombre en la tierra.

- Yuuri... dame un nombre. - pidió aquel ángel caído, ahora un demonio supremo - Quiero un nombre.

- Tienes uno. - contesto el pecado acariciándole el cabello.

- No, dame uno real, uno que sea mío. Por favor. No quiero escuchar el nombre que me dio él nunca más.

El pecado frunció el ceño pensando, mirando el infierno arder, sintiendo su corazón roto y caído. ¿Un nombre? Era difícil, porqué ponerle un nombre significaría desafiar la voluntad de aquel que amaba... un nombre... ¿Podría dárselo? ...

- ... Otabek. Tú nombre será Otabek.

Siglos después... 

- Siempre tienes que estarle contando esa historia a tus súcubos ¿No es así? - Dijo Otabek, viendo a Lujuria quien le sonrió con delicadeza levantándose. Llevaba un simple traje entallado negro que se fundía en su piel aun blanquecina, contorneó sus caderas hasta pegarse por completo al cuerpo de Otabek. - ¿De nuevo? ¿Estás seguro?

Pregunto el demonio, viendo el exquisito cuerpo del pecado. Ya era mayor, y comprendía más cosas, pero, las necesidades de Lujuria siempre eran un problema al cumplirlas. No era porqué odiará el sexo, sino que, se le hacía indiferente...

- Si... hay algo de él en ti... aún. - Casi con voz rota dijo Yuuri abrazándose del cuerpo de Otabek. - Tu dulzura que niegas, que aún hay en tu corazón marchito, es un reflejo de él. Estar cerca de ti me recuerda a él, te vuelves cada día más fuerte por la maldad que hay en tu corazón, cuando tú eras el reflejo perfecto de un balance.

- Fue él quien te abandonó, me abandonó a mí y nos abandonó a todos Yuuri... Pero eso cambiará, ya es la noche de los monstruos y tanto ángeles como demonios podemos tocar tierra, será divertido porque conseguiré una audiencia con él.

- No le hagas daño - suplico el pecado ante el demonio, quien lo cargo en sus brazos, caminando por los fuegos infernales que eran ahora solo un reflejo de penas y lamentos - Él volverá a buscarme.

- No merece tu perdón.

- Él es a quien amo... sí he de tener algo bueno dentro de mí, quiero que sea mi amor por Viktor. Soy maldad, esa es mi función, reflejar un mal, pero aún sigo creyendo en sus palabras, hay algo bueno en mí, cómo hay algo bueno en ti, por eso decidí cuidarte, acabar de criarte y sanarte. Porque sé que, si consigues esa audiencia, dejarás a tú lado bueno actuar.

- Le arrancaré las alas... - contesto el demonio, dejando al pecado sobre una cama de sabanas negras y fuego ardiente a los lados - Haré que sienta el dolor que yo sentí. No hay día en el que no sienta dolor por su culpa.

- Tu bello carisma, tu sonrisa, tu personalidad, todo se fue... dejando este amargo y serio carácter. Eres realmente un demonio introvertido que con sarcasmo saca un lado extrovertido. Y peor aún, cuando enfurece causa un caos digno de un Dios. Otabek, tu sonrisa ya nunca la he visto brillar. - contesto Yuuri, comenzando a desabrochar sus ropas, dejando que estas, se desvanecieran como humo. En cuanto al demonio mayor, quitaba sus ropas para dejar ver unas alas de hueso negro que se abrían, en donde estas al salir, provocaban que la sangre de Otabek se derramara por su espalda - Extraño la luz que solías desplegar.

- Yo extraño verte feliz, verte ser tú, donde no tenías que sucumbir ante mí solo para sobrevivir. - contesto Otabek comenzando a besar el cuerpo del pecado tan suavemente, quería ser delicado, como siempre lo era.

- Soy la lujuria, si no cometo mi maldad, dejaré de existir. Y no puedo dejar de existir hasta que Viktor venga por mí de nuevo - contesto, entre gemidos, dejando que su cuerpo fuera tomado poco a poco.

- Que maldición te puso ese viejo... Te ama, puedo sentirlo... pero aun así se castiga a sí mismo, dejando que te tome cada vez que lo necesites. El deseo de perdición que se desata por cada toque contra tu piel es indescriptible... solo quiero poseerte.

- Hazlo... mi rey...

- Mi pecado favorito...

Otabek deslizo sus manos por todos los muslos del chico, apretando y saboreando con sus manos el perfecto cuerpo de pecado. Se termino de desnudar, dejando que sus ropas ardiesen con las llamas que se encontraban alrededor de la cama, comenzando a chupar con descaro uno de los pezones, succionando, dejándolo completamente rojo y duro.

Se estaba deleitando con los gemidos ahogados que el pecado lanzaba al aire, haciendo que las llamas alrededor comenzarán a arder cada vez más. Pero el demonio quería tomarse su tiempo, le encantaba ver a Yuuri suplicando por más y gimiendo su nombre, además, Yuuri es lo más cercano a "amor" que tiene, y no quiere dejarlo ir.

Amaba tenerlo entre sus brazos, a su merced exigiendo cada día más y más, Yuuri necesitaba el sexo, los toques, los besos, la excitación y el deseo sexual para seguir sano y con vida, y a él le encantaba dárselo.

Mas aun, cuando sabe que cierto Dios se revolcaba en sus propias acciones, cuando es aquel que ahora odia, quien toca descaradamente a su pecado que tanto ama.

Se dejó llevar por su deseo, acariciando y besando esos muslos jugosos hasta llegar al trasero, levantándolo y dándole una palmada para ver lo precioso que se ve su trasero rebotando. Sonriente y llenándose de aquel pecado capital, comenzó a lamer el pequeño anillo, deslizando su lengua en círculos mientras masturbaba lenta y tortuosa mente el falo del chico. Apretando la glande mientras empujaba y penetraban con su lengua la entrada ya húmeda y viscosa por la saliva del demonio mayor.

Agitado se acomodaba, pero como siempre, besaba la espalda del pecado, aguantándose las ganas y solo pasando a los dedos para darle placer a aquel chico que lo cuido por días, le sano la piel y le beso cada lagrima de su trágico destino.

A veces sentía que debía solo hacerlo, Yuuri no lo impediría, y no es como si nunca lo hubiera hecho, pero, tocar a Yuri hace que el dolor de su espalda tal vez se intensifique mil veces más. Sabía que era su padre, sabía que simplemente tocar la mano de Yuuri significaba un dolor que a cualquier humano lo hubiera desmayado por la intensidad.

Pero tenía que ayudar al pecado, a diferencia de aquel dios, él nunca los dejaría. Ni siquiera furioso, siendo un demonio como es, hubiera dejado a los ángeles desamparados. ¿Por qué aquel dios perfecto, creador del mal y el bien, había abandonado la maldad que el mismo había creado...?

Entre gemidos que hacían arder las llamas aún más, Yuuri rompía las sabanas en los que un par de dedos lo profanaban, rápido y duro, haciendo que se formara una sensación desde su glande, recorriendo como electricidad a su cabeza para explotar en un orgasmo total que puede que se haya escuchado hasta los rincones más inhóspitos del infierno.

Otabek beso su cadera, su cintura, subiendo por su delicada espalda, dando mordidas, disfrutando tan perfecta criatura, terminando con un beso mientras el pecado se abrazaba de él, gimiendo el nombre de Viktor, con los ojos cerrados.

A Otabek no le importaba, en lo absoluto, sabía que Yuuri siempre amaría a Viktor. Lo que le dolía, era como ese Dios, podía ver el sufrimiento del pecado, y aun así, durante los siglos y siglos que han pasado, aquel hombre de luz, nunca volvió por su más adorada creación.

- Viktor... - dijo Yuuri sosteniendo el rostro de Otabek - Te amo Viktor, te amo... Vuelve.

- ... Si consigo la audiencia, lo primero que haré es que el idiota venga a verte - contesto Otabek, besando más sus labios - Te lo prometo Yuuri.

- ¿Lo juras?

- Con mi maldita sangre...

- Otabek - dijo el pecado sosteniendo aquel rostro con piel morena - Eres hermoso, y aun sé que dentro de ti vive aquel ángel perfecto. Solo tienes que sentirte de nuevo feliz.

- Mi felicidad será cuando consiga justicia por lo que nos hizo. - suspiro el demonio abrazándose del pecado - No me duele que me desterrara, o me arrancara las alas, rompiera mi aureola, que me dejara quemarme, que mi aspecto cambiara. Me duele el hecho que simplemente olvido mi amor, el tuyo, el de todos hacia él... y lo desecho como si no importara ni siquiera un poco. Lo peor que nos pudo hacer fue ignóranos en vida cuando dábamos la vida por él.

- Mi pequeño ángel - sonrió el pecado acariciando suavemente aquellos cuernos - Mi ángel caído, si consigues la audiencia, habla con el corazón marchito que tienes y no con los sentimientos que nosotros pecados manchamos sin ningún permiso...

- Ustedes no mancharon nada. El tuvo que haberme enseñado de equilibro...

- Te consentía mucho... te ama.

- No me ama. Es un jodido idiota, al que después de que logre verte, le espera un futuro donde le pateare el trasero arrancándole las jodidas alas.

- Otabek... Basta.

- Odio como lo defiendes cuando sabes que es un idiota - contestó molesto el demonio levantándose, haciendo que su ropa se colocara de nuevo en su cuerpo, ahora era una especie de túnica que cubría su cuerpo casi de una completa desnudes. - Iré a ver a Soberbia.

- No hagan tantas cosas malas Otabek... - suspiro el pecado – la razón es amor... por eso lo defiendo creo.

- Pues que horrible es el amor entonces... y no prometo nada - contesto saliendo. 

El demonio camino por las llamas y los cuerpos de los condenados. Lejos de aquella habitación, su piel se volvió negra como el carbón, quemada y con grietas, sus ojos rojos y sus cuernos destilaban humo como si estuvieran ahumándose, desplegando llamas azules. Sus alas de hueso se abrieron, dejando caer su sangre como acido en los cuerpos de los condenados. Poco a poco se llenaron de flamas y humo. El infierno lo había convertido en una bestia de él, no era hermoso, su belleza radicaba en un punto extremista. Tenía aun la perfecta simetría en su rostro, pero esa piel chamuscada, no dejaba ver esos finos detalles.

Siguió caminando por aquellos círculos del infierno mismo que antes solía ser un oasis. Un oasis de reflexión. Se le había enseñado al joven Otabek, un día, por un dios piadoso, que el mundo de los muertos era el mismo para aquel que hubiera hecho el bien en vida como para aquel que hubiera hecho el mal.

El inframundo, era un lugar de reposo.... Ahora era un lugar de perdición.

Las almas podían acceder al oasis del infierno, y al enorme oasis en el paraíso sobre las nubes... pero, ahora todo es delegado sin un equilibrio. El malo, llega a sufrir a este lugar de lamentos, el bueno, solo se envuelve en su ego de haber sido una persona buena, sin meditar sobre su vida.

Cualquier lugar a donde fueras, cielo o infierno, estabas condenado tras la muerte cuando realmente no era así.

El demonio rio golpeando con fuerza un pedazo de un árbol que tenía adornos de partes humanas, con sangre y restos intestinales escurriendo mientras este ardía en sus hojas. El árbol en putrefacción se fue abriendo poco a poco destrozando algunos brazos y piernas que explotaban como si de granos reventados se tratará. Hasta que se abrió delante de él un hoyo lo suficientemente grande. Era como una especie de escalera enfrente, así que descendió, tal vez, diez o veinte metros, hasta llegar a una sala. Alumbrada con velas, y con ropa desgarrada en el suelo.

Otabek suspiro negando con la cabeza y siguiendo un pasillo hasta que comenzó a escuchar gemidos que le indicaban el lugar donde se encontraba su viejo amigo, y en algunas ocasiones su amante.

Abrió aquella puerta de madera podrida y allí estaba, Soberbia entre las piernas de Envidia, profanando una y otra vez aquel chico de cabellera obscura, degustando sus pezones en tonos claro, ahora rojizos, mordiendo sin miedo aquella piel, dejándose llevar por la parte de lujuria que hay dentro de todos.

- Veo que te estas divirtiendo. ¿Practicando para mañana? – Dijo Otabek sonriente mientras veía como profanaban el trasero de Envidia. Un leve sonrojo estaba en sus mejillas, era claro que le excitaba en cierta parte eso, pero al mismo tiempo, se le hacia divertido molestarlos.

- Ah, pero miren quien tenemos aquí, si es el jefe - rio Soberbia separándose de envidia, no sin antes nalguearlo dándole una mordida por el hombro. - ¿Practicamos para mañana? Por supuesto, todos admiraran mi belleza y grandeza, humanos y ángeles.

- Yuuri no quiere que nos metamos en problemas... de nuevo - suspiro el demonio regresando poco a poco a esa forma más humana. – Creo que aún sigue molesto por lo que hicimos en Australia.

- Yuuri es como una madre que no nos deja hacer nada. - suspiro soberbia sentándose en las piernas del demonio mayor aun desnudo - ¿Sigue seguro de que Viktor vendrá por él, no es así? ... Además, no hay nada mejor que desatar la mejor fiesta del mundo.

El moreno sonrió moviendo sus caderas en las piernas del demonio mayor, sacándole una sonrisa al otro.

- Si... sigue esperando a Viktor - contesto el demonio lamiendo a lo largo del pecho de soberbia quien se deleitó con tan espontaneo toque - Conseguiré una audiencia con Viktor, y haré que el equilibrio vuelva. Quiero mis alas de vuelta... y no sé si quiero mi apariencia anterior, no encaja con mi carácter ahora.

- Tienes alas - contesto Envidia jalando el mentón de Otabek y besándolo suave y lentamente en los labios. Seguía atrayendo su atención, mientras soberbia le besaba el cuello, marcándolo. Otabek gimió un poco quitándoselos de encima - Aburrido... y de nuevo, tienes alas, ¿No te gustan?

- Me duelen cada vez que las uso, ya no quiero sentir dolor... y además no soy aburrido. Siempre acepo tener sexo con ustedes, pero ahora no estoy de humor.

- Esta bien, te ayudaremos a que consigas algo con Viktor si podemos, pero es casi imposible, más cuando me achacan a mi lo peor contigo. Fui declarado el pecado principal de todos los demás, ¿Te das cuenta de eso? De todos soy al que más odia, todo porque solía juntarme más contigo cuando eras niño. No es mi culpa... yo no quería... - dijo Soberbia encogiéndose de hombros - Que él me vea como el pecado iniciador... es doloroso. No he hecho nada malo, y aun así me odian. Me amo a mi mismo, más que nada, pero eso es mi problema, no el de los demás, soy una buena persona... ¿Me puedo llamar persona? Bueno, la cosa es que soy bueno, dentro de lo que cabe.

- Lo sé... Jean, yo no te culpo de nada.

- ¿Qué vas a hacer una vez en la tierra? - pregunto Envidia vistiéndose enfrente - ¿Crearás unas enormes escaleras para ver si puedes llegar? patético.

- No, escuche algo de una plática que tuvo Yuuri con Yakov... Hay un ángel nuevo, perfecto, más perfecto de lo que yo fui. Lo encontraré y haré que el dios se preocupe por no tener a su ángel favorito a salvo.

- ¿Cómo es?

- ¿Recuerdas cómo era yo?

- Hermoso. - contesto envidia ladeando su cabeza.

- Bella piel blanca como la nieve, ojos esmeraldas, fuertes, que daban daba viva a la tierra, cabello dorado como los rayos del sol, una estructura facial delicada y con gracia, un cuerpo andrógino, un equilibro perfecto entre rasgos femeninos con cuerpo masculino, unos labios bellamente rosados y delineados, una perfección hecha ángel. - suspiro ya en la forma más humana dentro del infierno - es como una versión mejorada de lo que yo fui. Lo encontrare en tierra, y él me conseguirá la audiencia con Viktor.

- Te matará si le haces daño. - contesto Jean preocupado.

- No le hace daño... al menos que él quiera que le haga daño, tú sabes que los ángeles tienen cierto fetiche por las cosas malas - guiño el ojo aquel demonio - Este es el plan, vamos, nos divertimos, conoce al nuevo favorito, consigo la audiencia y todos volvemos a pisar el paraíso. ¿Les suena buena la noche?

- Perfecta.

- Pues mis demonios - se levantó Otabek, formando una copa de cristal fundido con algo de vino dentro, para después formar lo mismo en la mano de Soberbia y Envidia - Mis queridos hermanos, esta va por nosotros, los demonios, los que sufren, los sin nombre, esta va por hacer nuestra desdicha una historia fantástica. Esta va por conseguir lo que queríamos, pero nunca lo que necesitábamos.

- Esta va para aquellos que nos ven en nuestro mejor tiempo, y nos llegan a ver en nuestro peor momento, pero nunca notan la diferencia - continuo Envidia soltando una muy leve sonrisa.

- Esta va para el piso, que siempre nos ha soportado, por nuestros brazos, que siempre están a nuestro lado. - Siguió soberbia riendo un poco.

- Que los mejores días de hoy sean lo peor de nuestros días futuros - siguió envidia alzando más su copa.

- Esta va para mantenernos positivos incluso cuando hemos sido revolcados en lo negativo - continuo soberbia recargándose en envidia.

- Esta va para una larga y feliz vida, para una muerte rápida y fácil, para un corazón latente e imparable, para un espíritu inmortal y libre. Esta va para los buenos amigos y los buenos momentos. Para las historias que probablemente se borren, pero para los amigos que nunca olvidaremos. Mis queridos hermanos, esto es por nosotros, por los que hacemos un paraíso en el mismo infierno, salud.

Y así los tres hombres tomaron de la copa para después romperla en el suelo y darse palmadas en la espalda. El gran día donde los hombres juegan a ser monstruos, los dulces se desbordan y las risas y fiestas se hacen obscuras estaba a horas de llegar, y tanto ángeles como demonios ya tenían un pie fuera esperando lograr conseguir, una probada del fruto prohibido, del pecado inmoral, de la libertad en todo su esplendor que la tierra tiene. 

- 31 de Octubre - 


El demonio sintió sus huesos más pesados, su cuerpo humano una vez en la tierra era algo difícil de controlar al inicio, pero podía con ello. Además, que aparecer desnudo en plena calle no es algo que le agrade, pero así es mejor, dado que la ropa siempre se destruye cuando sube a la tierra.

Camino solo unos pasos, tenía 24 horas y las disfrutaría al máximo. Pero primero, tenía que conseguir algo de ropa. Camino sin parar a la primera tienda donde vio algunas prendas y atravesó las puertas encontrándose cara a cara con una mujer que parecía haber pasado la noche anterior en la tienda.

La mujer adormilada lo miro y pego el grito al aire. El demonio se quedó con su estoica cara mirándola mientras esta tomaba un taser de su bolsa disparándolo. Los ganchos llenos de electricidad pegaron en el abdomen del moreno. Pero este ni siquiera lo sintió, solo se quedó viéndola ladeando la cabeza.

- ¿Es así como recibes a los clientes? Con razón no hay nadie aquí, que mal servicio.

- ¿¡Quién eres y porque estas desnudo!?

- Soy Otabek y ando desnudo porque cuando vengo del infierno y al momento de subir a la tierra mi ropa se destruye en el camino. - dijo el chico frunciendo el ceño - ropa, quiero ropa, tomaré alguna. Tú puedes mirar para allá, en lo que finges que nada paso, mientras yo tomo la ropa y me voy.

La mujer se quedó en blanco viendo al chico. Era un chico moreno con cabello negro intenso, y ojos al parecer chocolate, su rostro tenía una estructura perfecta y una mirada completamente irresistible, su cuerpo era de infarto, completamente marcado con tatuajes que cubrían parte de sus hombros y brazos. Deslizo su mirada para abajo y vio un perfecto abdomen moldeado. Se mordió el labio siguiendo un camino fino hasta dar con algo que no pensó ver. El chico estaba realmente dotado.

Se sonrojo de golpe apartando la mirada para volver a verle al rostro.

- No puedo hacer eso, no toques la ropa, no estamos abiertos... ¿Cómo entraste? ...

- Atravesé la pared.

- ¡¿Qué?!

- No la rompí, puedo atravesarlas si quiero. Mira, si fuera por mí ya hubiera robado la ropa, pero le prometí a alguien no hacer tantas cosas desagradables así que ¿Puedes darme la ropa o no?

- No. Tienes que pagar por ella.

- No tengo dinero... nunca lo he necesitado, volvamos al inicio... Dame la puta ropa... por favor.

- No, al diablo contigo, no te daré la jodida ropa.

- ...

El moreno miro al suelo pensando. ¿Dónde consiguen los humanos dinero? Hizo una mueca, en su mente solo estaba conseguir su audiencia con Viktor, pero ahora se le había olvidado algo fundamental. ¿Como se conseguía dinero en tierra? ... oh bueno, lujuria le había dicho algo que algunos humanos hacían por dinero.

-Sexo. Te pagaré con sexo. - contesto el moreno mirándola - Así no tendré que pagar con dinero, si te pago con sexo. Bájate los pantalones, inclínate en el mostrador, y te pago por todo, ¿Cuántos orgasmos vale esa ropa que usa el humano petrificado? – continuo el demonio señalando el maniquí - Unos ... ¿Cinco?

- ... ¿Me tomas de a puta o que mierda tienes en la cabeza?

- ... ¿Diez?

- ¡Vete a la mierda y fuera de mi tienda!

- Oye, oye... tranquila... Algunos humanos no pagan con dinero, sino con favores, y sexo, yo te daré sexo. Porque te conozco Jocelyn.

- ¿Cómo sabes mi nombre?

- Soy un demonio muy poderoso, pero escúchame, te conviene mi propuesta, porque tu querida, no has tenido sexo desde hace 8 meses porque tu novio te dejo por la hermana de tu mejor amiga Amelie, después de que le rompieras el Xbox tus posibilidades de que consiguieras pareja disminuyeron y te tacharon de loca. Entonces estas deseosa de coito y por cómo me miraste creo que no te importaría que fuera yo, así que. ¿Qué dices?

- ... ¿Quién eres? ... - dijo la mujer dando pasos hacia atrás - ¿Cómo sabes de mí? ¿C-cómo...?

- ugh... Lucifer. - dijo el moreno - el ángel que Dios desterró, ¿Te suena?

- ¿Qué?

- Soy el tipo al que patearon del paraíso, conoce todo lo mal que hacen las personas y lo sacó a relucir, soy el "rey" del infierno, el malo de malos, el que se supone que solo te jode la vida.... bla bla bla, ¿Ya me vas a dar la ropa o no?

- ...

- La tomaré. - dijo el kazajo tomando desde ropa interior hasta la ropa que le gusto más.

Salió del vestidor con unos jeans negros algo rotos y levemente entallados por las piernas, unas botas rockeras, una playera gris y larga sin mangas y para rematar, una chaquea de cuero encima. Vio su cabello y paso las manos peinándolo hacia atrás para después tomar unas gafas de sol y colocárselas.

- Uff si, esto se ve bien, creo que tenías razón, la ropa si valía diez orgasmos – sonrió suavemente el demonio volteando a ver a la chica que se había quedado en shock - Hasta luego... por cierto, el tipo Jonny te quiere coger, te invitara hoy así que, por el bien de tu vida sexual, di que sí. Necesitas deshacerte de ese estrés.

- ...ok... ¿Gracias?

- De nada.

El demonio salió caminando por las calles y sonrió al ver a Avaricia con Lujuria.

Avaricia llevaba un simple vestido corto rojo y suelto dejando ver sus hermosas piernas y su cabello que parecía brillar con él. Lujuria llevaba unos jeans de cuero entallados al cuerpo y una playera con la leyenda "Suggar Baby of Gods" escrito en lentejuelas sobre la tela negra sin mangas y con cortes en la espalda dejando ver su hermosas cuervas y piel de porcelana. Tenía el cabello peinado hacia atrás y maquillaje leve en loso ojos color negro, con un dulce resaltador de labios.

- Lucen hermosos. - dijo Otabek sonriendo - ¿París?

- Solo nos queda París cariño - sonrió la pelirroja. - ¿Hasta el amanecer?

- ¡Hasta el amanecer! - gritaron los tres desapareciendo como humo de allí. 

Había diferentes colores de ropas, ya no solo blanco predominante como siempre. Por ejemplo, Leo, llevaba unos jeans negros con una playera azul encima y una chaqueta. Phichit llevaba unas bermudas con una playera roja.

Todos los ángeles en el cielo ya querían irse y estaban ansiosos de bajar. Nadie tenía color blanco, nada de blanco, estaban realmente hartos de ese color, lamentablemente no podían expresar sus molestias.

La luz del Dios se encendió y él descendió a donde se encontraban sus ángeles. Era simplemente perfecto como siempre, llevaba una simple chaqueta negra, una playera blanca y jeans. Nadie hablo y solo le miraron cuando se quitó la chaqueta y apareció una gabardina encima, al parecer le gustaba más de esa forma.

- Mis ángeles, ¿Qué siguen haciendo aquí? Vayan y diviértanse.

Y así los ángeles comenzaban los saltos y se dejaban caer a la tierra. En grupo o uno por uno. El Dios los vio descender, generalmente eran los más jóvenes quienes se tiraban con más entusiasmo, los mayores a veces bajaban, dependiendo si lo deseaban o no. Suspiro y sintió una mano cerca de él tocándole el hombro.

- ¿Bajarás? - pregunto una hermosa voz.

- No.... solo los veré, los estaré cuidando, principalmente a ti... no confíes en los demonios.

- Pero padre, ¿No son tu creación? Creo que tú mismo te muerdes la lengua.

- Yurio... no empieces – dijo el Dios negando con la cabeza – hazme caso una vez en tu vida.

- No me digas así. Mi nombre es Yuri y además mi anciano padre - comento el joven - Yo hago lo que quiero, te veré mañana. No me espíes tanto.

- ¡No te acerques a nadie peligroso, recuerda que eres el bebé de papá!

- Si, si, cielos viejo relájate, no hay nadie más poderoso que tú - bufó el ángel y se dejó caer.

Abrió sus alas a momentos de estrellarse en el suelo para hacer un aterrizaje perfecto y sutil. Estas fueron desapareciendo quedando como hermosos tatuajes en su espalda en tinta blanca y brillante. Allí estaba, la perfecta creación nueva del Dios, el remplazo de Lucifer, su nombre era Yuri y era completamente hermoso.

Tenía labios finos y rosados, ojos esmeraldas perfectos, cabello rubio como el sol algo largo, cuerpo andrógino y delicado, piel de porcelana y una dulce sonrisa de querer divertirse.

- ¡Leo! - dijo Yuri acercándose al ángel moreno que acababa de aterrizar - ¿Cómo se llama aquí?

- Bienvenido a Toxic, estamos en París, según lo que especulan hay pecados aquí al igual que demonios, como no has tratado nunca con uno será mejor que no te alejes.

- No actúes como hermano mayor, solo dime donde tengo que bailar.

- Solo vamos, me quede de ver con alguien. pero por todo lo bendito Yuri, no hagas de nuevo una de tus rebeldías.

- ¡Admite que divertido emborrachar a los ángeles! – grito el rubio sonriente – Fue lo más divertido que había pasado en meses.

- Okey lo admito – rio el moreno, suspirando de alegría por estar en tierra – fue jodidamente genial... pero no hagas algo así o Viktor se pondrá peor, solo vamos ya me están esperando.

- ¿Esperando? ... ¡por Viktor!, ¿Estás saliendo con un demonio? - pregunto curioso el rubio mirando a todos lados siguiendo al moreno.

- No exactamente, con un pecado. - comento sonriente tomando la mano del rubio. Era la primera vez que Yuri bajaba y la verdad todos los ángeles se sentían como niñeras con él. - no aceptes tragos de extraños, y recuerda lo que decía padre.

- ¿Los demonios son malos?

- ... No, los demonios son cool, los humanos son malos... - comento sonriente. - No te alejes tanto.

- Okey... lo prometo.

Dijo el dulce ángel, pero realmente fue una mentira piadosa, porque se dejó llevar por el color de las luces en ese lugar que brillan mientras las personas se movían. Cómo ángel, podía ver brillar los tatuajes de alas de sus iguales, así podía no perderse, pero definitivamente se acabó alejando de Leo mientras seguía el ritmo de la música.

La música en la tierra siempre era buena, mejor que los coros celestiales que tenía que oír todas las mañanas. Le gustaba el sonido de música electrónica, las voces fuertes, la batería y el bajo, le electrizaban las caderas y quería divertirse.

Así que se dejó llevar... sin darse cuenta de que pronto, un destino predilecto ocurriría.

En ese mismo lugar, había ya un demonio rodeado de chicas que tenía la vista fija en su compañero. El baile se veía divertido, pero faltaba algo en él. Con ojos ya de súplica miro a Lujuria que se encontraba a un lado. Lujuria sonrió depositándole un beso en la frente mientras sonreía y movía las manos. De pronto por arte de magia el DJ cambio la canción por algo más sexy y adictivo, el baile se volvió más loco y libre, se podía sentir el espíritu joven liberarse por los poros de todos. Una sonrisa del pecado hizo reír al demonio mayor.

- Yuuri, es asombroso... - dijo sonriente el moreno.

- Y aún falta lo mejor. - contesto el pecado caminando al centro de la pista.

La música envolvía el cuerpo de Yuuri mientras el movimiento de sus caderas hipnotizaba a quien lo viera, fueron segundos y la gracia y sensualidad con la que se movía el pecado atrajo las miradas y el deseo sexual de todos los presentes.

Comenzó una danza alocada y de roces leves con los demás.

El demonio mayor sonrió y camino a la pista para encontrarse con el pecado, se miraron ambos a los ojos y al ritmo de la música se dejaron llevar por dulces toques, alocados gritos, salvajes movimientos al ritmo de esa canción. La sangre de todos hervía en pasión desembocada, era un juego del infierno que ambos tenían, dejaban relucir sus males, mientras los humanos eran víctimas de un deseo sexual que aparecía de la nada, y una maldad seductora que les susurraba en el oído.

El cuerpo del demonio y el del pecado eran deseables, te incitaban con los movimientos entre ellos a imitarlos, a ser pecaminosos esa noche y no arrepentirse de nada. Al final, lo que pasa en una noche loca, se queda en la noche loca.

Acabada la canción, ambos abandonaron la pista, sonrientes y satisfechos por lo que habían provocado.

- Calculo 10, 10 embarazos no deseados. - dijo Lujuria tomando de su trago.

- ¿Solo diez? Velos, calculo unos 20 y me estoy viendo como buen chico. – rio Otabek tomando su trago sonriente - es tan divertido cuando haces que todos se pongan calientes.

- Mi don, mi maldición cariño - rio lujuria recargándose en el hombro del pecado. - mira nada mas quien esta aquí... ve a divertirte con tus amigos - dijo Yuuri, señalando a Leo y a Jean quienes platicaban mientras Guang comía una dona abrazado de Leo.

- Tú eres mi amigo - replico Otabek - ven con nosotros.

- No... tengo que ir a un lugar primero.

- No vendrá Yuuri.... no lo ha hecho en siglos y siglos...

- La esperanza es lo último que muere - contesto el pecado besando los labios del moreno enfrascándose en un beso apasionado. El demonio sostuvo su cintura y lo pego más a él, disfrutando ese toque dulce y pasional que desplegaban los labios del chico. Una calidez y tranquilidad que le daba.

- ¿Quieres hacerlo?... No me importaría ir a los baños y ...

- No, no hoy, cuídate... no hagas nada malo y te veo en casa. ¿Ok?

- Yuuri...

- Estaré bien, al final, es la ciudad del amor... - sonrió desapareciendo entre las sombras.

El demonio suspiro tomando su trago y acercándose a sus amigos quienes compartían risas y sonrisas. Sonrió abrazándose de Jean y este lo recibió besándole la frente mientras Leo le regalaba una sonrisa.

- ¿Que tal va tu vida en el cielo Leo? ¿Viktor ya los convirtió en vírgenes puros que no pueden usar más que blanco?

- Uff ni me lo digas, - contesto el ángel girando los ojos – Mi vida es perfecta, en exceso... porque no podemos hacer nada, recuerdo que antes el paraíso tanto como el infierno, eran más divertidos de lo que son ahora.

- Viktor nunca va a cambiar sus decisiones - dijo Guang hundiéndose en el pecho de Leo - Leo kun, quiero ir al restaurante que dijiste, vamos.

- Si amor – contesto el ángel.

- Ah tan rápido nos roban a Leo, Ota diles algo... – se quejó soberbia.

- ¿Van a ir a un restaurante o van a ir a coger? – pregunto Otabek sonriente – Digo, que si van a coger al menos inviten a sus amigos, no sean egoísta. Además, queremos ver a Gula en acción. Nos lo debe, siempre va a nuestras casas solo para tragarse la comida e irse... es un hoyo sin fondo.

- Pero no es el único hoyo que tiene ¿Cierto Leo? – dijo sonriente Soberbia – Estoy seguro de que Gula sabe completamente dulce.

- Basta Soberbia, me mataría de hambre antes que meterme con ustedes. – contesto Guang sonriente abrazado de Leo – Leo kun, vamos...

- Auch eso dolió – se quejó Jean dramatizando más de lo normal.

- Nos vemos chicos... - contesto Leo- pero para responder tu pregunta, primero a comer y luego a coger...

- Eres egoísta Leo, se supone que es el único día que podemos vernos y te vas – se quejó esta vez Otabek.

- Vamos chicos, no veo a Guang desde el año pasado, y quiero disfrutar a mi mitad.

- Son tan difíciles las relaciones entre cielo e infierno - comento Jean - se están conteniendo mucho para este día.

- ¿No te molesta Viktor con esto? - pregunto Otabek jalando a Jean para besarlo y callarlo por un momento.

- Todo el tiempo... pero realmente solo dejo que hable y lo ignoro. Parece que odia a los demonios y pecados ahora.

- Hijo de puta - dijo Otabek molesto separándose de Jean.

- Hey... hay algo que tienes que saber, él... él creo...

- ¿Alguien como yo? ¿Su nuevo favorito?

- Si... bajo con nosotros, debe de andar por allí.

- No me interesa realmente conocerlo. - comento a Otabek - si lo veo, solo lo usaré para conseguir mi audiencia.

- ¿Cómo vas con eso?

- Pues, voy a comenzar a matar a todos y hacer un infierno en tierra para que el venga de nuevo y me enfrente si mi plan A sale mal. Pero aún estoy viendo si lo hago o no.... tú sabes, decisiones difíciles del día.

Y nadie dijo nada más, dejaron que el demonio se llenara de sus expectativas y rencores, de sus deseos impuros e imposibles. Porque nadie le podía decir nada en ese momento, solo él sabía lo que hacía y nada más.

Suspiro diciéndoles a sus amigos que iría a causar destrozos antes de irse al siguiente club a lo que ellos aceptaron. Pero la verdad es que quería estar solo por un momento. Pensar en diferentes cosas, en lo que era, en si iba a funcionar lo que planeaba, en si tenía las bolas para hacerlo.

¿Realmente destruiría al mundo por hablar con Viktor? ... No, no podría, amaba la tierra, todo en ella, incluso cuando no conocía muchas cosas. ¿Entonces era malo? ¿Por qué era malo? Parecía ser que entre él y Viktor, él era quien parecía ser el más bondadoso.

Suspiro cansado pensando que a veces, ciertos demonios necesitan tiempo a solas para sanar las heridas que no pueden evitarse.

El demonio mayor caminaba por la pista escuchando el cambio de canción que el DJ hacía. Entonces, entre pasiones desbordantes, risas y roces, vio a un dulce chico siendo rodeado por chicos. Parecía algo asustado, pero aun así mantenía una postura desafiante.

- ¿Tú quién eres? – se preguntó a sí mismo el demonio viendo a aquel ángel rubio a lo lejos.

Este mantenía su posición mientras los chicos se acercaban más a él. Acariciándole las mejillas y la cintura. El demonio rio, porque al parecer el hechizo de Yuuri era completamente efectivo.

Suspiro, y siguió su caminar para salir a la parte trasera del lugar, pero, en ese momento escucho un "Amor tardaste demasiado" seguido por un abrazo en su espalda.

- ¿Disculpa? – dijo Otabek volteando a ver al dulce rubio que ahora lo rodeaba con sus brazos.

- Amor, le dije a estos muchachos que venía contigo pero no me hacían caso – sonrió nervioso el ángel abrazándose más del demonio – S-solo diles que me dejen en paz.

El demonio alzo la vista y vio a unos 5 chicos mirándole con cara de pocos amigos. Este suspiro.

- No he visto a esta zorra en toda mi puta vida, pero he oído de él. Es un loco rubio que abre las piernas por 5 centavos, si todos cooperan de seguro les da un servicio perfecto en lo que resta de la noche... Que tengan buen día caballeros.

El demonio sonrió malditamente y el ángel lo veía con odio mientras los chicos se acercaban por el pequeño rubio.

- Pero pensándolo bien, creo que me quedo con esta belleza mejor yo. Así que háganse a un lado.

Por obvias razones, los chicos no se movieron y jalaron al rubio de su cabellera haciéndolo caer. El demonio suspiro y movió sus dedos estampando a los hombres fuertemente contra la pared dejándolos noqueados. Soltó una risa y prendió un cigarrillo depositándolo en su boca mientras veía al ángel en el suelo sobando su cabeza.

- ¿Eres estúpido? No andes solo si eres bonito... Por poco y tenías cinco vergas dentro de ti, agradéceme y bésame los pies ya que estas allí tirado.

- Me dolió – se quejó el rubio levantándose sobando su cabeza – ¡tú maldito! N-no soy nada de lo que dijiste, pudiste haber evitado que tocaran mi cabello.

- Merecías una lección para tu próxima vez en estos lugares. – contesto el moreno soltando el humo de su boca - ¿Tu primera vez en la tierra cierto?

- S-si...

- Ven aquí – dijo el moreno acariciándole la mejilla, limpiando la tierra y sacudiéndola de su camiseta – Los humanos son malos... no confíes en todos. Algunos son buenos y otros neutros, pero, la mayoría son idiotas así que no andes por allí exhibiendo esa belleza que cargas sin cuidado.

- ¿Crees que soy bello? – sonrió el ángel.

- No te ilusiones – contesto el demonio.

- Yo debería decirte lo mismo... pero ahora siento que te debo algo. ¿Quieres un trago?

- Hmm... - el demonio volteo a ver al DJ quien estaba sacando realmente música que no le atraía. Tendría que cambiar eso – ¿Bailas?

- Si... bueno he practicado en casa. – se sonrojo el rubio pasando su cabello detrás de su oreja – B-bueno, Leo cree que lo hago bien, pero mi padre casi no me deja bailar este tipo de música porque, bueno veras padre es demasiado...

- ¡Oh por el jodido Viktor para! ... - se quejó el demonio - ¿Sabes moverte, o no?

- ¡Joder, sí sé! – replico el ángel cruzándose de brazos.

- Entonces, págame con un baile...

- De acuerdo... vamos.

Ambos caminaron a la pista mientras el demonio ponía sus ojos rojos viendo al DJ que rápido cambio a otra canción de la que tenía. El demonio puso sus manos en las caderas del ángel haciendo que este se sonrojara de golpe.

- ¿P-por qué tocas mis caderas?

-Porque siento que tus caderas ya quieren bailar con las mías - sonrió el moreno - Oh simplemente es el calor del momento, ¿Tú que dices?

- Solo cállate y enséñame lo que tienes jodido demonio – contesto el ángel retándolo.

- Con gusto... - contesto el demonio dejando su cigarrillo caer y expulsando el humo que quedaba en su boca. 

La canción inicio con una fuerte batería y guitarra, el demonio la sintió en los huesos. Tomaron el centro de la pista sin apartar la mirada de cada uno. La canción les rogaba mover las caderas a ambos, pero la competencia de miradas que tenían les erizaba la piel. Comenzaron a mover suavemente los hombros mientras las personas al rededor comenzaban a desembocar las caderas al ritmo de la música.

El moreno se acercó más al cuerpo del ángel, rozando sus labios en el hombro descubierto que tenía, comenzando a liderar los movimientos mientras que el rubio recorría con sus manos lentamente la espalda del moreno, haciendo que este sonriera mientras se dejaban llevar por sus propias sensaciones y deseos.

El demonio se posiciono detrás del rubio de golpe, tomando sus caderas firmemente moviéndolo con él, sintiendo la letra y la melodía mientras el club en el que estaban donde la oscuridad permanecía y las luces exóticas y brillantes alumbraban se desenvolvían alrededor de sus figuras. Comenzaron a sonreírse a sí mismos, dejándose llevar por la multitud, sus movimientos eran cada vez más juntos, más íntimos, más suyos, como la canción decía "He visto noches obscuras, pero solo la luz más obscura puede liberar mi amor..."

El rubio volteo para verle, llevando sus brazos al rededor del cuello del moreno, de nuevo esas miradas, esas suaves sonrisas, suaves toques y antes de que el ángel o el demonio se dieran cuenta, ya estaban hechizados el uno por el otro.

Seguían moviéndose, mientras el demonio mayor deslizaba sus manos desde las caderas del rubio, subiendo acariciando la cintura y espalda hasta llegar al cabello y pasar sus dedos por el mientras el rubio se movía. Se pregunto en ese instante, como era que alguien tan puro como este ángel virgen podía llegar a tener tanta sensualidad dentro de él.

Los ojos del ángel brillaron, un esmeralda hermoso que ocultaba constelaciones dentro, y los ojos del moreno brillaron rojo, un rojo pasional que hacía que los deseos más impuros se cumplieran.

Yuri se levantó en sus puntas y jalo el cuello del moreno para besarle, no tierna, sino algo apasionado sintiendo esa pasión de la que hablaba siempre Leo, o Chris cuando estaban en el paraíso. Esa simple y pura pasión que desbordaba en un roce de labios, de lenguas, de abrazos, toques y gemidos contenidos. La pasión de un beso sin igual llevada por el éxtasis del momento.

Disfruto como el moreno reclamaba su boca como suya, como la música retumbaba en sus oídos y estómago, como las sensaciones de libertad se desbordaban como nadie.

Y entonces paro el beso alejándose unos centímetros, apreciando esos labios del chico, con un leve hilo de saliva que los unía. Miro sus ojos para encontrarse de nuevo con unos ojos rojos brillantes, y sonrió. Por su parte el moreno miro aquellos ojos angelicales brillar suavemente, y una media sonrisa se formó.

- ¿Eres un demonio pasional acaso?

- ¿Y tú un ángel rebelde y sensual?... - contesto el moreno - ...Y no solo eso, ¿Cierto?

- ¿Qué quieres decir?

- Eres su favorito... esa combinación, rubio, ojos esmeraldas, piel blanca... tanta belleza inexplicable. Es lo que más ama Viktor...

- ¿Lo conociste?

- Hace mucho tiempo. - contesto - ¿Tu nombre?

- Yuri... ¿El tuyo?

- Otabek... que dices si dejamos que París se quede con su amor y cursilería mientras tú y yo vamos a divertirnos por el mundo.

- No lo sé... - replico el ángel tomando la mano del moreno llevándolo lejos de la pista - ¿Que de bueno tiene salir con un demonio?

- Muchas cosas, entre ella el disfrutar de los placeres de la vida. Dado que solo un demonio sabe hacer el mal divertido... confía en mí.

- Me dijeron que no confiara en demonios... - comento el rubio mordiéndose el labio viéndolo.

- Si no quieres divertirte lo comprenderé... - suspiro el demonio poniendo sus brazos detrás de la cabeza - entonces es nuestra despedida. Diviértete Yuri y regresa con "bien" como todo un ángel bueno de papi.

- Hey ¿Por quién me tomas? - rio el ángel - quiero divertirme, por eso baje, vamos... ¿O ya te arrepentiste demonio pasional?

- Eso nunca, vámonos.

Y así, ambos, tanto demonio como ángel, montaron una motocicleta que se encontraba en la calle y partieron lejos de París fundiéndose con las sombras. 

Caminaba por las frías calles de París, con un abrigo negro envolviéndolo y acentuando su cintura. Miraba a los amantes tomando sus manos, compartiendo sonrisas y un ocasional beso discreto y juguetón entre ellos. El olor a tierra mojada y pasto se hacía presente, le gustaba el ambiente húmedo por las calles después de una lluvia ocasional. Le daba ese brillo al piso y se sentía por un momento, parte de algo celestial.

Paso caminando por encima del Ponte Marie de París, cerró los ojos cerca de un túnel y beso su muñeca, imaginando los labios de un lejano amante. Suspiro y siguió su camino. París siempre le había traído buenos recuerdos, recuerdos de un amor pasional, vivo y excitante, que lo hacía sentir más de lo que pensó sentir en toda su vida.

Era gracioso, porque gracias a él, el sentimiento de amor se intensifico en el universo, pero era el mismo quien ahora sufría de la perdida de este mismo. Como un hueco, que, si bien no te mata, siempre te está recordando que algo falta...

Al final del puente se encontró con un grupo de muchachos, con sus celulares escuchando música mientras disfrutaban de la vista del anochecer. Le gusto la melodía que escuchaban así que se quedó hasta que terminara. Pero entonces vio un dulce brillo caminando por las calles, volteo y vio a un hombre mirando a todos lados, no lo distinguía por ese abrigo y gorro, pero parecía necesitar ayuda...

Camino hacia él, tal vez porque quería ayudarlo, tal vez porque quería seducirle, o tal vez había un sin fin de cosas que podría decir que hicieron que moviera los pies, pero lo hizo. El tipo parecía que necesitaba ayuda así que trato de ser lo más amable posible. Escucho la voz del hombre y se paralizó de golpe. Conocía la voz, la conocía... y ese grito. "Yuri, Yuri ¿Dónde estás?" ... ¿Podría ser?... ¿P-podría ser que...?

El hombre se acercó, chocando con el pecado y eso fue todo.

- ¿S-se encuentra bien? – pregunto el pecado, y el tipo se quedó estático.

Comenzó a voltear poco a poco, hasta quedar de golpe cara a cara con el joven. Lujuria, ni en sus sueños más profundos pudo haber imaginado, que, sin desearlo, de una manera u otra, la persona que amaba, no, el Dios que amaba estaba frente de él, en su forma humana mirándole como él lo miraba, con tristeza y alegría, con enojo y frustración, con todas las malditas emociones juntas.

- V..vi...Viktor.

Y como si fueran mecanismos premeditados para estar juntos, hicieron que los metros que los separaron fueran absolutamente cero, y se fundieron en un apasionado beso, nada estético, era desesperado y pasional, en donde querían fundirse el uno con el otro, ser uno con el otro, olvidar las penas que los siglos les enviaron y solo olvidar por un momento que se dejaron el uno al otro.

Siguieron los besos, acariciándose las mejillas, la espalda y los hombros, pegando sus cuerpos cada vez mas, sin premeditar ni odiar lo que ocurría, se amaban, se amaban infinitamente y lo sabían.

Se separaron después de minutos jadeantes mirándose el uno al otro. El Dios beso la frente del pecado sin soltarlo mientras este último se escondía en el pecho del peliplata.

- Viktor...

- Yuuri... ¿Has regresado siempre aquí?

- No hay día, de cada año, que no venga para ver si tú estarás aquí esperándome... - Contesto el pecado abrazándose de el - No hay día en el que no piense en ti, en lo que éramos, en lo que creamos juntos, no hay un solo maldito día en el que no piense en ti.

- Yuuri...

- ¿Qué se supone que hiciera Viktor? Mi único propósito era representar un mal en el mundo, pero, mi única motivación era tu amor. Cuando perdí mi motivación, mi propósito quedó en el olvido y ...

- Y dejaste que los hombres cayeran sin medición.

- Nunca quise que pasará...

- Es difícil... pero lo entiendo. – contesto, y entonces, el brillo que tenía el Dios en los ojos al momento de besarse desapareció. No había luz en aquellos ojos azules que le miraban ahora - Aun así, hay cosas que no comprendo aun, como porque curaste a Lucifer... - se quejó el Dios viendo al pecado - Lo curaste, le diste casa y lo acabaste de criar, el destino de Lucifer era morir Yuuri.

- ... ¿Cómo puedes ser tan cruel?

- ¡Él lo provocó! - grito el Dios comenzando a causar una tormenta eléctrica - ¡Él con sus estúpidas acciones, arruinando lo que era, mi precioso hijo!

- Viktor, él no cometió un error, tu malinterpretaste todo lo que hizo. Tú te estabas corrompiendo a ti mismo y eso hizo que lo vieras de esa forma. Viktor él solo quería ayuda, incluso ahora, él solo quiere hablar contigo.

- No quiero volver a verlo.

- ... Entonces supongo que no nos volveremos a ver nunca.

- Yuuri... no... no por favor eso no... - Suplico el Dios.

- Te olvidas de nosotros y cuando regresas solo vienes con más odio... Otabek no ha hecho nada malo, él... él ha tratado de controlarse y se ha hecho muy fuerte y ...

- ¿Quién?

- Otabek, lo nombre de nuevo, su nombre es Otabek...

Y de la nada, una tormenta comenzaba a formarse de nuevo. El cielo se nublo con nubes grises y negras de golpe.

- Como te atreves a querer superar mi autoridad... yo soy el único que puede nombrar a ese bastardo. ¿Quién diablos te crees al querer desafiar a tu Dios de esta form...?

El Dios no pudo terminar la oración. Dado que el pecado había golpeado su rostro con su puño, sintió su carne arder y el dolor que siente al estar en un cuerpo humano. Entonces se dio cuenta que se había dejado llevar por el odio acumulado que tenía hacia su hijo caído. No lo meditó o siquiera pensó la forma más conveniente para lidiar la situación, solo actuó.

- Ser el creador de todos, ser un Dios, nunca te hará perfecto. Si un Dios crea todo lo del universo a su misma imagen quiere decir que el también tiene fallas, puede equivocarse. Nos creaste y ahora te quieres deslindar de nosotros, alegas a que los humanos sigan un equilibrio estipulado, y tú por ti mismo, ni siquiera puedes restablecerlo en tu vida eterna.
¿Qué dice eso de un Dios a sus creaciones? ... La única diferencia de mi mente a la tuya, es que yo si tengo el concepto de decir "me equivoque" en cuanto a ti, lo único que tienes en la cabeza es que tu palabra es la única y nada más. ¿Te preguntas porqué Otabek abandono tu lado? ¿Por qué se puso a trabajar con tanto empeño en lo que tú estabas mal? ¿Por qué quiso ayudarte? Es porque lo hiciste tan parecido a ti, que en el momento en el que su mente te vio mal, decidió crear y pensar diferente, como tú lo haces para seguir cumpliendo tus obligaciones. Pero tu enfureciste...
Tus ángeles y tus demonios solo te agradaban cuando seguían tus reglas, pero cuando uno se levantó y dijo que algo no le gustaba, enfureciste... más cuando aquel ángel fue una perfecta versión de lo que más amabas... Estabas tomando malas decisiones en el pasado Viktor, si Otabek no te hubiera detenido nada de este mundo seria igual.

- Yuuri...

- El amor que todos los humanos tienen por ti, en tus distintas facetas, pero dando el mismo mensaje, es basura... es basura porque un Dios que no acepta lo bueno y lo malo, un Dios que no tiene equilibro, un Dios egoísta que se fundamenta en sus propias creencias sin dejar espacio a nuevas ideas, opiniones, ni cambio en la forma de pensar, es absolutamente un caso perdido.
Se supone que guíes a la humanidad a una nueva trascendencia en la forma actual de pensar, no que la envuelvas en tus propios prejuicios y dolencias... Jodete Viktor... no eres el Dios del que me enamore, no más... Otabek tenía razón, no merecías todo el amor que tenía por ti.

Y como si de un predicamento final se tratara, el pecado dio media vuelta desapareciendo de ese puente que le daba amor, de aquella ciudad que dejaba huella en su corazón, y del amor "prohibido" que había tenido en toda su existencia atrás.

- ¡Yuuri! – Grito el Dios cayendo de rodillas, estaba roto y tenía que repararse, pero cuando lo podrido dentro de su corazón ganaba, solo acababa cometiendo más errores de los que pensaba. Lo más hermoso de su vida iba a comenzar a dejar de amarle, y eso lo estaba destruyendo... solo por ser un Dios idiota.

No hay lugar para el mal al parecer, solo horror, los ideales y pensamientos que un día se le dijeron, habían quedado manchados en la poca tolerancia, el odio y la sensibilidad de un Dios envuelto en prejuicios y de mente cerrada.

Simplemente la tierra, era un lugar donde los demonios no van nunca más... 

Si hay una ley que dice que un ángel y un demonio no deben estar juntos, realmente es una ley equivocada, ambos son criaturas, ambos ejercen un propósito, pero estos propósitos no los hacen diferentes, sino, los hacen piezas fundamentales que al unirse pueden crear un equilibrio sin igual.

Otabek estaba feliz, porqué su viaje no había sido más que placentero, en primer lugar, fueron a Cabo San Lucas, México, donde el mar, las playas y diferentes fiestas llenas de un calor bombeante, golpeaban al ángel y al demonio a bailar y divertirse, compartieron allí recuerdos, anhelos, ideales y más, mientras los tragos no faltaron, las risas y juegos los dejaron llevarse por su juventud pausada.

El demonio después con un beso, en medio del mar, dejándose hundir en las aguas hasta tocar un arrecife, se apareció esta vez, en compañía de su hermoso ángel en Moscú, Rusia. Helados al estar empapados, fueron y robaron unas cuantas prendas, el ángel rio apareciendo dinero en la máquina registradora, lucían ahora largos abrigos que solo acentuaban los perfectos cuerpos que ambos compartían. Se divirtieron con la nieve, bebiendo vodka y sonriendo en besarse en lugares públicos para hacer enojar a tan estricto régimen de creencias. Se podría decir que disfrutaban del uno con el otro, no solo por sus diferentes formas de pensar, sino porque incluso con eso, cada uno se aceptaba, no importaba si era un tipo con cuernos o un tipo celestial, ante sus ojos, era simple diversión y nada más.

Después tras un simple beso fugaz, se dirigieron a Nueva York, cantando a Sinatra en el camino, dejando que las miradas juzgaran y los prejuicios hablaran, dejando que la necesidad del ser humano en reírse de los demás fluyera, porqué ellos no lo consideraban malo, era algo natural, pensar mal y actuar mal, porqué todos tienen eso dentro, seas un ángel o un demonio. Pero la humanidad lo había olvidado por completo, y ellos querían recordárselo.

Viajaron a Irlanda exactamente Dublín, en donde con grandes sombreros verdes comenzaron una fiesta en un concierto gratuito, en donde rockearon con su corazón, compartieron risas y abrazos. Explotaron su juventud y su libido, besándose no solo entre ellos, sino con demás, dejando que su lado pecaminoso aflorara, pero también su lado bueno al comprar sin fin de cosas y regalarlas. Recordaron que era convivir, y los humanos lo sintieron al estar con ellos.

Fueron a Miami por capricho, y se metieron a una fiesta de celebridades, en donde una fiesta de un rock star les dio la bienvenida y ellos bailaron y se tomaron fotos. Con personas que admiraban, pero nunca lo dirían, se dieron cuenta que las celebridades son personas comunes, algunas llenas de ego, otras simples, pero que al menos saben divertirse en grande, no tardaron en festejar y cantar, dar ideas de películas y escuchar historias únicas.

Después ya entrada la noche, fueron a Ámsterdam, bebieron como locos, disfrutando la belleza de los colores, recordando a Rio de Janeiro de Brasil. Rieron, cantaron, disfrutaron lo que el mundo humano podría ofrecerles. Lloraron, porqué un día no puede estar completo sin dejar las emociones fluir, sentirse más equilibrado, dejando las frustraciones e ideales de lado y solo llorar por llorar, besarse por besarse y maldecir al aire solo por querer hacerlo.

Al final se quedaron perdidos en algún techo de Barcelona, de algún edificio de esa ciudad, mirando las estrellas, recordando como podían tocarlas y jugar ping pong con ellas, así de simple, así de fácil, decidieron recordar la creación del universo.
El ángel lo escucho vívidamente mientras el demonio hablaba de las historias, después el ángel le dijo de la creación de los ángeles benditos, aquellos que portan un bien, el demonio lo miro fascinado al ver todo lo nuevo o lo que ya conocía. Ambos se sonrieron, mirándose, dejándose llevar por el hoy y el ahora.

Y fue cuando se dieron cuenta, que el amor surgió, de la nada, porqué así es como debería de surgir, sin darse cuenta, hasta el último momento, en una noche, donde los pensamientos se desembocan y las almas se relajan, así, tranquilo y preciso, mediático y único, así como ellos, aquellas criaturas perfectas en lo que eran. Así, lindo y suave... así como el amor en sus corazones en ese instante.

El ángel acaricio el rostro del demonio y sonrió un momento, mirando el fino rostro que poseía. Sus ojos chocolate intensos, su piel tostada y lisa, su cabello negro como la noche y su sonrisa perfecta. Si, era hermoso, perfecto...

Junto suavemente su mano, dejando que sus dedos se unieran poco a poco, sintiendo la piel contraria y dejando que el calor de su cuerpo aumentara. Era algo nuevo en su pecho, algo nuevo y excitante le provocaba ese simple roce de pieles. El demonio movió sus dedos, comenzando a entrelazarlos con la finura de los dedos del ángel, es piel pálida con toques rosados, esos ojos esmeraldas como ningunos que ocultaban constelaciones vivientes en ellos, ese cabello como los más finos rayos del sol por la mañana, esos labios que suplicaban besos, todo el ángel era perfecto, y el demonio sentía dolor en el pecho, dolor del bueno, dolor que te causa querer más, que te impulsa a seguir.

Se acercaron más, lentamente, pegando sus piernas, entrelazándolas, sin dejar de mirarse en ese cielo estrellado. Ambos comenzaron a agitarse, sin saber por qué, ni cuál era el motivo, comenzaron a jadear de nerviosismo y a soltar leves risas.

Ya encontrándose tan cerca que ambos sentían la respiración contraria, se unieron en un beso, simple y suave al principio, dejando que sus labios exploraran los ajenos, para que después la lengua comenzara una expedición. No había más palaras, era todo físico y sentimental, ambos olvidaron quienes eran y a donde iban, y solo se dejaron llevar por el hoy.

El tiempo era el límite, pero ambos lo jodieron, y era normal, todos joden al tiempo cuando están enamorados.

El demonio tomo la delantera, no porqué fuera obligación, sino porqué su cuerpo se movía, decidió posicionarse encima del ángel, acariciando su espalda besándole el cuello y los hombros. Despojo su camisa de su cuerpo entre besos y mordidas suaves que dejaban enrojecimientos a la par. Miro la perfección de curvas en ese cuerpo andrógino y se dejó llevar por ellas, lamio, chupo, marco aquel lienzo blanco solo para él, haciendo un camino por el torso hasta llegar a la gloria que era la línea divisoria entre lo inocente y lo maduro.

Deslizo los pantalones, entre sonrisas y jadeos, para encontrarse con la excitación del ángel, algo tan puro, algo tan único. Deslizó la suave tela interior y dejo a la vista una erección, de buen tamaño, palpitante y roja en la punta que suplicaba atención.

- P-perdona mi libido - indico el ángel avergonzado.

- No tienes que pedir perdón por como reaccionas, es único para cada quien.

- Es malo, para alguien como yo.

- ¿Cómo es alguien como tú? - preguntó inocente el demonio, deslizando lentamente la tela por las piernas finas del ángel.

- Soy puro - contesto - Nunca nadie me ha tocado, soy puro para padre, soy la representación de la inocencia y rebeldía junta, soy una combinación con equilibro...

- Si eres un equilibrio perfecto, entonces, no te disculpes si tu rebeldía le gana a la inocencia en algún tiempo. Nunca te disculpes si es algo tuyo, algo único en tu personalidad, en tu cuerpo. Es tuyo Yuri, nadie puede quitártelo, eso te hace único, eso no nos hace iguales, y a la vez si... todo tenemos algo único, que al mismo tiempo nos une como hermanos.

- ¿E-entonces está bien?

- Esta perfecto.

El demonio beso sus pies, subiendo y desliando su lengua por sus muslos, mordiendo el interior de estos, dejando una marca enrojecida como trofeo para él mismo y su ego, deleitándose con los gemidos al aire del ángel.
Hizo aparecer unas cobijas, sacadas de una tienda cercana para ponerlas debajo y no dejar que el frio cemento maltratara la tersa piel de su ángel. Después se dispuso a darle placer como lujuria le había enseñado. Lamio el glande deleitándose en la uretra con la punta de su lengua haciendo que el rubio soltara un gemido de placer. Chupo suavemente esta, haciendo que sus labios apretaran el falo, desliándolo lento y suavemente por su boca.

El ángel se arqueó experimentado por primera vez tal sensación de satisfacción en él. Tan perfecta y única. Conocía todas las clases de amor, pero nunca una tan bendita como esa.

Otabek seguía succionando su falo y acariciando sus piernas mientras que una mano se aventuraba a algo más prohibido, viajaba a lo largo tocando el trasero del ángel para encontrarse con su anillo rosado comando a acariciarlo en círculos.
Un gemido se escuchó, de miedo y sorpresa cuando el moreno posiciono sus dedos allí. Aun así, el ángel se estaba dejando llevar por la libido vibrante dentro de él.
Deslizo sus manos hacia la cabeza del moreno impulsándolo a chuparle más. El moreno palmeo sus muslos y el ángel jadeo mientras este alzaba sus caderas y las ponía a nivel en alto dejando ver una sonrisa traviesa, el demonio se deslizo hacia su entrada y lamio suavemente comenzando a degustar al rubio.

- ¡AH! ¡OTABEK NO! - grito asustado, su cuerpo no le respondía como quería y tenía miedo de tantas cosquillas en su abdomen y tan sensible que se estaba volviendo -

- No te asustes, te haré sentir bien....

- Es demasiado... tonto, no sé cómo... debo comportarme.

- Solo deja que el demonio te guíe en lo pasional y malo cariño.

Entre jadeos y negaciones con la cabeza, el ángel abrigo más sus piernas como afirmación a que continuara el acto. Otabek seguía degustando aquella entrada, enrollando y desenrollando su lengua en ella, humedeciéndola y dilatándola a su placer, mientras no dejaba desatendido el falo del rubio, acariciándolo en puntos sensibles, como la glande, la uretra o acariciando las bolas de vez en cuando.

Yuri se encontraba ya en el bendito éxtasis, sin parar de gemir y retorcerse en sus pasiones.

A la entrada del primer dedo, se dejó ir por su pasión y se corrió entre un grito, con un cuerpo excitado y una respiración agitada, manchando su abdomen mientras dejaba que el orgasmo lo consumiera.
El demonio sonrió, colocándose entre sus piernas mientras repartía besos en el pecho del rubio y chupaba descaradamente sus pezones, mordiéndolos y lamiéndolos a su gusto. El ángel volvió a gemir arqueando su espalda, cosa que le encanto al moreno, quien aprovecho para acomodarse mejor.

- ¿Listo?

- ¿Dolerá?

- No... bueno, tal vez un poco.

- Solo hazlo...

Y así lo hizo, el moreno tomo fuertemente las caderas del rubio y lentamente comenzó a entrar. El ángel soltó un grito jalando la cobija, intentando ignorar el dolor y concentrarse en los besos que repartía el demonio en su cuerpo.
Debería haber siempre algo de placer en el dolor, como hay algo de bien en el mal. Eso quería pensar.
Otabek siguió deslizándose llegando a meter la mitad entre jadeos y gemidos. Y de nuevo, como si hubieran estado conectados se miraron, mirada chocolate choco con una mirada esmeralda llena de cristalinas lágrimas. El demonio sonrió y el ángel apretó los ojos, mientras sentía como su cuerpo era profanado, y donde el dolor reinaba, también, comenzó a sentir un placer que no creía que pudiera existir.

Las estocadas del moreno comenzaron a ser más rápidas y en mayor cantidad, mientras mordía su labio entre besos.
De pronto el dolor fue desapareciendo, solo dejando que el placer aumentara sus gemidos y jadeos. El ángel rasguño completamente la espalda del moreno cuando este toco cierto punto especial en su cuerpo.

Un gruñido de dolor salió de la boca del moreno y el ángel se percató de lo que pasaba, cuando comenzó a sentir un líquido caliente en la espalda del demonio y cuando vio, solo pudo observar chorros de sangre brotar que mancharon las sabanas.
Unas enormes alas de murciélago, color negro se abrían.

Otabek hizo un gesto enorme de dolor y el ángel acaricio su rostro. Le habían salido unos cuernos, largos y curvados, acompañados de unos ojos rojos intensos.

-No... no me mires... - comento el demonio bajando la mirada - lo lamento te...te llene de todo esto - comento señalando la sangre que había en las sabanas.

El ángel hizo un gesto de molestia y antes de que Otabek interpretara porque, este se lanzó a sus labios comenzando a besarlos pasionalmente, mientras movía la cintura exigiendo más. El moreno no lo pensó, no hizo más que seguir embistiendo, disfrutando los rasguños de Yuri, sus gritos y gemidos.
Sus cuerpos unidos con desesperación bendita que ambos buscaban. El ángel de pronto saco sus alas, y el demonio sonrió de golpe cuando los tatuajes en el cuerpo del ángel se convirtieron en hermosas alas de plumas blancas y brillantes, su cuerpo tenía un especial brillo y sus ojos parecían ocultar constelaciones dentro.

- Eres tan hermoso...

- Tú lo eres igual - comento el ángel - No pares... sigue y haznos uno.

Y así, entre gemidos y roces, besos desesperados y mordidas, tanto el demonio como el ángel se dejaron llevar por la lujuria que vivía dentro de ellos para culminar en un maravilloso orgasmo que hizo que sus alas se encajaran las unas con las otras.
El demonio estaba lleno de rasguños, y el ángel de mordidas y besos. Ambos estaban jadeantes y mirándose tras el orgasmo. Otabek acerco a Yuri a su cuerpo, calentándolo y cubriéndolo con sus alas, besándole la frente a su nuevo amante.

Un amante que realmente no tenía planeado, pero la cosa es que nunca planeo viajar así por el mundo, divirtiéndose con esta persona, haciéndola suya de esta forma... Las mejores cosas son sin planearlas, pensó por un momento...

Había un sin fin de cosas que dictaban que esta relación estaba mal. Pero tanto ájeles como demonios, nunca han tenido miedo de una pequeña rebeldía, un pequeño éxtasis en su mundo.

Pero las cosas nunca son como se planean, ambos estaban experimentado una clase de amor del que solo habían escuchado. Del que ninguno creía, pero aun así tenía que aceptar que existía, porque había muchos que podían comprobarlo...

- ¿Qué clase de demonio eres? - pregunto el ángel y el demonio sintió miedo. Miedo de decirle, miedo de mentir.

- Yo... no nací siendo un demonio. - contesto - en realidad... Soy una versión vieja de ti.

- ¿Uh?

- Soy... Lucifer... el ángel caído. Cuando padre me expulso, Lujuria me cuido y acabo de criar, pero mi cuerpo nunca volvió a ser el mismo por las quemaduras. Me arrancaron las alas cuando me arrojaron, así que, ahora tengo estas cosas... Mi piel se quedó tostada, mis ojos quemados, mi cabello lleno de ceniza, ...

El ángel le miro impresionado, había escuchado mucho tiempo sobre él, pero nunca pensó que acabaría perdido en aquel ángel caído que su padre odiaba. Ahora, tenía que decidir en desafiar a su padre, o seguir sintiendo el amor hacia el demonio... Su decisión fue simple... elegiría al demonio sobre todas las cosas, porque solo basto un día para hacer que él se sintiera vivo y en paz.

- ... Lucifer... no luces como si estuvieras sufriendo.

- Bueno querido, soy un excelente actor.

- No creo que seas horrible... escuche tu historia, y no creo que hubieras hecho algo malo...

- Mi objetivo de venir aquí, a la tierra, era robarte y hacer que Viktor me otorgara una audiencia. Pero de pronto me di cuenta de que todo se arruino cuando comencé a sentirme bien, incluso en los momentos de silencio incomodo, el momento en donde puedo callarme y tú te callabas y aun así sentía que todo estaba perfecto. ¿Qué clase de maldición es esta? El mejor de los males, lo peor de las buenas cosas, un equilibrio perfecto... un balance sin igual.

- ¿Amor?

- El amor es lo más equilibrado entre bien y mal que he visto y he sentido. Algo que me mata como veneno, pero al mismo tiempo me hace sentir tan bien... solo algo malo y algo bueno pudieron crear esa cosa...

- Padre y el pecado - dijo sonriente.

- Un ángel y un demonio... - contesto Otabek - Con razón no podemos dejarnos.

- Estábamos enamorados antes de saberlo.

- Si... muy enamorados...

Un suspiro lo hizo reaccionar.

El demonio se encontraba viendo el cielo, como poco a poco sentía el amanecer a la vuelta de la esquina y su hora de volver al infierno estaba llegando. Miro su pecho y vio al ángel descansando, con sus hermosas alas, abiertas en el suelo. Se pregunto que era ese sentimiento que le oprimía el pecho, ¿Qué era?

Se paso su vida preguntándose, si las sensaciones humanas no eran más que mitos, si realmente existían. Era un demonio proveniente del infierno y el más poderoso allí, pero incluso sabiendo eso, aún tenía dudas, preguntas y miedos. Se preguntaba como es que las emociones dañaban tanto, cómo las sonrisas afectaban y cómo el amor torturaba el corazón.

El cielo, definitivamente tendría las respuestas. Entre sus nubes y estrellas, entre su luz y oscuridad, en algún lugar por allí, de alguna forma, por algún modo, el viento susurraría las respuestas de todo, y uno solo tendría que escuchar.

Recordó cuando estaba con padre, acostado sobre una esponjosa nube, mirando de cerca una estrella que resplandecía sin parar. Podía pasarse toda la noche mirándola. Era su deporte favorito. ¿Él era malo ahora?, si es así, ¿Por qué no tiene pensamientos como tal? Los humanos le imaginaban maldito, de color rojo con piernas de cabra.... ¿Tenía que ser eso?

¿Realmente los demonios tenían que ser malvados?

Una gota de lluvia, el olor del cielo, aterrizo en la punta de su nariz. Sonrió para sí mismo sintiendo las finas gotas golpear. Un fenómeno tan común, que había dejado de ser fantástico para los humanos, pero para él, era maravilloso.

No había lluvia en el infierno, así que agradecía que lloviera aquí, ahora, mientras se encuentra realizado con lo que es. Miro una vez más al ángel mientras sentía la ultima hora acabarse. No le importaba, no ahora, tal vez le importaría dentro de 3 o 4 días, se conocía, y pensaría en ello, pero no por ahora... Ahora mismo solo quería sentir la lluvia golpear sus cuerpos. Y por como el ángel extendió sus alas, al parecer el también lo quería.

Vio un brillo en el cielo, ¿Una estrella? sonrió, parecía cerca... muy cerca.

Rápidamente el demonio arrojo lejos al ángel mientras la espada sagrada atravesaba al moreno por el pecho. El arcángel Christophe, lo había atravesado dejándose caer del cielo. Sintió su interior arder, haciendo contacto con los ojos verdes del arcángel con sus dos pares de alas. Escupió sangre frunciendo el ceño mientras escuchaba el grito del ángel, su ángel rubio quien suplicaba perdón por el demonio.

- Tocando al ángel más preciado de nuestro dios... Lucifer, ¿Tanto deseas volver al cielo?

- Tsk... yo... no... lo... obligue...

- No creo nada del demonio mayor. Mi trabajo era encontrar a Yurio, y si te veía, mi trabajo era atravesarte con la espada sagrada... Yurio, regre...

El arcángel se quedó estupefacto, el ángel se encontraba desnudo, lleno de marcas enrojecidas y mordidas sangrantes. Con sus alas el perfecto ángel se cubrió bajando la cabeza. El arcángel negó y torció la espada en el pecho del demonio.

- ¡Para joder! - grito el demonio tocando la espada quemando sus manos al momento de tocar su filo - ¡Ah, maldición!

- ¡Para Chris! ¡Para ya! -grito el rubio empujando al arcángel tomando la espada y desencajándola del pecho sangrante del demonio - ¡No lo toques joder! ¡No te atrevas a tocarlo de nuevo!

- Yurio.

El ángel se estremeció, más cuando sus ropas volvieron a su cuerpo, y las del demonio por igual. Las pisadas en los charcos que se habían formado en el techo hacían más predominante el sonido.

El ángel volteo y vio al Dios en su forma humana. Bajo la cabeza de inmediato, no por miedo, sino por instinto. Cuando alzo la mirada una enorme bofetada le llego al rostro.

No dijo ni hizo nada, acepto el golpe dejando que finos mechones de cabello golpearan su rostro.

- Lucifer... ¿Qué diablos crees que haces?

- Otabek... - contesto el demonio, levantándose con dolor mientras la sangre derramada volvía poco a poco a su cuerpo - Mi nombre es Otabek.

- ¿Quién te crees que eres para hablarme así? Soy tu dios...

- ¿Qué es un dios para un no creyente? - bufo el moreno - exacto padre, es nada.

- No has cambiado en nada - replico el Dios enfadado, comenzando una tormenta como aquella vez...

- Lo mismo digo... No has cambiado en nada.

- Arrogante... - el Dios suspiro, y con su suspiro una fría brisa golpeo la ciudad. Si, un dios en tierra controla todo - El demonio más poderoso del infierno... El único que es un ángel caído, el único que "tiene equilibrio" ... Dicen que eres tan fuerte como yo ahora. ¿Tú que dices?

- Yo solo digo que quiero patearte el culo - contesto el demonio - has estado tanto tiempo siendo tú, tanto tiempo, que has olvidado tu propósito y razón de ser, y ahora, te has dejado envolver por todo al punto donde te perdiste a ti mismo, jodido dios dictador. Alguien te tiene que patear el culo realmente para hacerte reaccionar.

- Entonces hazlo tu...

Comento el dios y un trueno se escuchó mientras el aire se hacía más violento a la par. Probablemente, este enfrentamiento era algo que tenía que pasar, pero, ninguno de los dos tenía una razón en absoluto. Solo se dejaban llevar por sus propias convicciones achacadas por el dolor en su pecho, creyendo, erróneamente, que derramar sangre era la única salida para sus diferencias.

Y el viento soplo aún más. Los rayos del sol, por un momento, su luz, fue más violenta de lo que había recordado el demonio, y de lo que quisiera el Dios.

Finalmente, el moreno cerro la herida en su pecho, y en ese instante el dios se acero velozmente a él, dejando que rayos de sus manos salieran pero en el momento en que iba a chocar con el demonio que no tuvo momento de reaccionar, algo sucedió.

Un grito del ángel perfecto se efectuó aturdiendo tanto al dios como al demonio y entonces una sombra con un escudo apareció protegiendo al moreno. El pecado favorito del Dios estaba frente a él, con un escudo roto, destruido por la fuerza del peliplata, y una mirada fría.

- No dejaré que lo toques.

- Yuuri... ¿Es así como lo decides? ¿Él en lugar de mí?

- No, elijo lo que creo que es correcto. Solo una jodida audiencia, un dialogo, una puta revelación para que el equilibrio se restableciera, era lo que no solo Otabek buscaba, sino todos... Viktor.

- Esa es una conversación que no pienso tener ahora... - comento el Dios moviendo su mano quitando al pecado del camino. Con su mano derecha, hizo un movimiento hacia arriba donde todos los ángeles comenzaban a ser alzados al cielo, como si los estuvieran obligando a regresar ya. Y con la otra, jalo tanto a pecados como demonios de vuelta al infierno

- ¡Maldito tirano, date cuenta de tus propias acciones! – grito el demonio viendo a su bello ángel ser succionado por las nubes - ¡Yuri!

- ¡Otabek!

- ¡Maldito hijo de puta! – grito el demonio lanzándose contra el dios, pero este solo movió sus dedos azotando al chico contra una pared.

El Dios tomo su cabeza confundido, con sus ojos brillantes y con dolor en el pecho.

- ¿Qué son los pensamientos para un dios? ¿Qué son los sonidos para él? ¿Qué son sus creaciones para él? - dijo el dios llenándose de lágrimas - ¿Recuerdas las respuestas? Yo no... Al final, cuando cree este universo me di cuenta de que, era el único. Todos ustedes, son simples creaciones, que salen de mi cabeza, que les doy el poder de volverse fuertes, les doy el poder de pensar, de todo. Pero, son tan frágiles, tan frágiles... que, si yo lo deseo, puedo hacerlos desaparecer.

El dios entonces movió los dedos y millones y millones de arcángeles, como si los controlaran, apuntaron arcos y flechas a la tierra desde el paraíso. Grandes flechas encendidas de fuego azul, apuntando a uno de los más bellos planetas. Movió la otra mano y los demonios, en el infierno, prepararon los volcanes y tierra, a punto de detonarlos como bombas.

- Si yo lo deseo... si yo me doy cuenta, al final, todos son tan frágiles como mi estado emocional de las cosas. Solo soy yo y ustedes, como amigos imaginarios para mi. Sin mi presencia, ninguno de ustedes existiría, ningún sentimiento, ninguna emoción, ningún tipo de vida. ¿Qué es el universo para un Dios entonces? ... No entiendo lo que me pasa solo siento todas estas cosas, estas preguntas de repente, yo no sé...

Y el dios puso ambas manos en su cabeza, como si tuviera una enorme jaqueca mientras una enorme tormenta se desataba en la ciudad, llena de truenos y rayos que caían en el pavimento asustando a los hombres. El demonio entonces recordó su infancia, cuando su padre solía llevarlo a diferentes lugares, explicándole lo importante que eran las preguntas sin resolver, las dichas de la vida, los propósitos y el sentido de todo...

- ¿Cuál es el lugar de un demonio? - dijo el moreno, mirando al Dios, interrumpiendo sus pensamientos - ¿Cuál es?

- No lo sé... - contesto el Dios - No tengo ni la más mínima idea.

- Entonces allí lo tienes, el propósito de las preguntas que te acongojan, que te lastiman, son el propósito de seguir... Seguir, hasta que un día, en nuestro camino, podamos mirar atrás y comprender, que la preguntas eran las respuestas.

- ¿Cómo un objetivo lejano?

- Si... cambiamos cada paso que damos para tener algo que recordar en el momento que paramos...

El demonio y el dios se vieron, y entre sus diferencias que se hacían bastas cada día, se dieron cuenta que, no todo es tan fácil. La omnipotencia y omnipresencia del Dios le carcomía el alma, y la mortalidad del demonio le destruía el espíritu.

Ambos, perdieron lo que alguna vez creyeron tener. Ambos sabían que en algún momento, ambas ambiciones dentro de ellos estallarían a un nivel que nunca comprenderían como, porqué, cuándo y por cual motivo, ocurriría.

Sin decirse nada más el Dios movió las manos y tanto arcángeles como demonios pospusieron su actuar y evitaron que el apocalipsis que tanto temían los humanos ocurriera. No se dijeron nada más. El dios solo se acercó a él, vio los rasguños en la piel del moreno. Le alzo la camiseta y vio como estos rasguños quedaban como ramas de árbol tatuadas en la piel morena con tinta blanca brillante.

Sonrió para sí, sin revelar el detrás de la sonrisa.

- Lu... Otabek, en algún día, no sé cuándo ni dónde, nuestros anhelos chocaran. Y es por ello por lo que, no podemos estar juntos. Pero... pensare muchas cosas y... mi Yuuri... sé que el necesita... sé que él, yo solo quiero que...

- Viktor... sea donde sea que estés, con tu omnipresencia absoluta, tus pensamientos y acciones lo consolaran esta noche, como sabes, él siempre te estará esperando, pero viendo la realidad, tú nunca regresarás.

- ... Yuuri... - suspiro dejando que sus lágrimas brillantes resbalaran en su rostro.

- Tal vez no era algo que deberían sentir los pecados. Ni los ángeles, ni algo que debería de existir en el bien o mal, pero de alguna forma, formaron el amor y eso se los agradecemos todos.

- ¿Tú lo agradeces?

- hmm... - el moreno levanto el rostro viendo las estrellas y nubes, imaginando que había un ángel allí - si... El cielo, lo bueno, todo, lo agradezco.

- Todo lo que acabas de mencionar, es el lugar donde el diablo no va.

- Pero lucha por estar... mi vida, mi juego, mis reglas.

- Nos vemos en el apocalipsis.

Y así, solo con miradas fugaces, el Dios volvió al cielo, dejando sus pensamientos de lado por un momento.

Mientras que el demonio volvió a casa entre sonrías y abrazos.

Se escondió un momento en el pecho de lujuria, como un niño pequeño que quería regresar a brazos de su madre. Este le acaricio el cabello y miro las marcas en su cuerpo como tatuajes. Hizo una cara de preocupación, pero el demonio sonrió dándole calma. Al final, fuera lo que fuera su destino, era de él y de nadie más.

Tal vez el diablo no debería estar involucrado en todo, pero, siempre donde se diga que es un lugar donde no debería estar. Él estará allí.

Se recostó en su cama, mirando al cielo, solo viendo negro, viendo apenas las estrellas, sintiéndose extrañamente bien al solo ver, de casualidad un poco del brillo que emanaba.

Deseo ver de nuevo, por un simple momento fugaz, unos ojos esmeraldas, una cabellera rubia y un rostro angelical asomado. Confiaba de que el ángel estuviera viéndolo y, por un milagro, pensando en él y en lo que, en un día fugaz de tiempo contado, lograron sentir al estar juntos.

El dios, en cambio.

Al llegar al cielo, y ver a todos sus ángeles, suspiro lanzando una suave sonrisa y volviendo a ser ese haz de luz.

Se quedo suspirando en su grandeza, pensando en un pecado, su favorito, en lo que tal vez fue un día, en lo que tenía que volver hacer, en todo. Sonrió para sí mismo moviendo los dedos, tal vez, solo tal vez, dejar que los demonios y ángeles se reunieran en la tierra cuando quisieran, sería un paso más cerca a lo que busca.

Un paso más cerca para recuperar a su amado pecado...

Y desde ese simple movimiento. Los ángeles y demonios se sintieron libres, de que podrían al menos, verse, en una forma humana, en la tierra, y eso ya era más de lo que podrían desear.

Pero, no todos estaban completamente atentos a esta bendición porque, un ángel, uno perfecto y hermoso, ahora se dedicaba a mirar hacia abajo, con la esperanza, de que, en un momento, en algún lugar, pudiera ver esa piel tostada, esos ojos chocolate, ese cabello negro, en esa motocicleta.

Ese chico bueno y malo, aquel héroe que le había mostrado el mundo y lo que es, aquel chico que, con música, con voz y con melodía le mostro una faceta diferente.

Aquel con una familia y amigos raros. Aquel que conoce completamente el pasado y que tiene un futuro determinado, aquel que es un demonio sin rumbo ni convicción, pero al mismo tiempo es la máxima expresión de lo que un propósito es.

Aquel que había robado su corazón sin consentimiento y se había salido con la suya sin arrepentimiento en la mente...

Aquel, con un alma indomable... 

¡Hola a todas \(+w+)/ !

Este, One Shot o lo que sea esto, solo lo escribí como especial para el cumple de Otabek. Decidí escribir una historia de demonios y ángeles algo muy diferente... :v Espero no ofendiera ninguna creencia ni nada, recuerden que es ficción y el objetivo es entretener uvu. 

Pero es que estaba escuchando esta canción de Florence y la idea se me vino a la mente. Un dios no tan bueno y un demonio no tan malo... si, quería probar eso. 

La verdad no sabría si quisiera escribir mas de esto :P, pero me agrada la idea de que ambos saben que el apocalipsis sucederá y que ambos se enfrentaran. Solo hice el preview (?) xD 

Y si, ya voy a actualizar Instucciones no Incluidas y Entropy, tal vez no esta semana pero la que viene sin falta. :) Solo quería escribir esta mini historia por gusto y para Sexybek, poniéndolo cool como siempre B) 

Bueno, espero les guste, o al menos las haya relajado un ratito. 

Lenzz Fuera :3 

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