25: A Love No One Could Sever.
Se escabulleron del castillo a través del túnel de escape que conducía al bosque, con largas capas cubriendo sus rostros y prendas. Sana había enviado un mensaje a un sacerdote de la ciudad a través de Momo, sabiendo que ella era digna de confianza. Los encontraría en los campos de lavanda y allí se casarían al atardecer.
—Aquí estamos, ahora sólo nos queda esperar—. Sana dijo una vez que llegaron a los campos que parecían un mar de color púrpura. —Estás completamente segura, ¿verdad?
—Sana, te pedí que te casaras conmigo dos veces, ambas después de conocer tu secreto y una vez después de conocer las consecuencias de que el mundo lo supiera. Si quisiera huir, ya lo habría hecho. Si te dejara ir ahora, me estaría negando el deseo de mi cuerpo y de mi alma. Quiero esto, te quiero a ti—. Respondió JiHyo, tomando las manos de la otra mujer entre las suyas.
Sana besó suavemente ambas manos de su amante antes de envolver a la chica de forma segura en sus brazos, jurando en silencio que nunca dejaría que nada le pasara a su ángel. JiHyo era como una diosa del amor y la paciencia, su corazón puro era un regalo del cielo.
—Te amo, siempre te he amado y siempre te amare. Para mí solo estás tú, eres lo único que veo, mi persona favorita, mi mundo entero eres tú. Mientras te tenga sé que tendré la fuerza para continuar luchando. Podemos superar cualquier dificultad mientras nos tengamos la una a la otra. Y sé que algún día podremos amarnos en paz—. Sana le dijo.
En ese momento, el sacerdote llegó cabalgando entre los árboles y detuvo su caballo una vez que llegó al borde del primer campo de lavanda. Ató las riendas del caballo a un árbol y caminó hacia ellos.
—Buenas tardes. — Saludó mientras se acercaba.
—Oh, buenas tardes. — JiHyo respondió una vez que lo escuchó, alejándose del abrazo de su amante, pero tomando la mano de Sana una vez más.
—¿Así que esto es lo que le ocurre? ¿Una boda secreta? — Dijo el hombre con una sonrisa descarada.
—¿Se conocen? —Preguntó JiHyo.
—Sí, trabajó en la capilla del castillo durante muchos años, empezó poco después del fallecimiento de Yuta. Y bueno, fue una de las pocas personas que vio a través de mi disfraz y tuvo el descaro de preguntarme al respecto—. Sana explicó.
—Ya veo.
—Y sí, Christopher, esto es a lo que hemos llegado. ¿Quieres casarnos?
—Por supuesto que lo haré. ¿Quién soy yo para interponerme en el camino del amor? Seguramente, si luchas tanto por el, debe ser una unión bendita—respondió Christopher.
—Gracias, sabemos que esto también es un riesgo para usted, así que gracias—. JiHyo dijo sinceramente.
—Es un placer para mí, alteza. — Dijo con una leve reverencia de respeto. —Ahora, ¿estás lista?
—Sí. — dijo Sana.
—Espera. — Dijo JiHyo, quitándose la capa y dejándola entre las flores moradas. —Ahora estoy lista.
—Te ves etérea. — Sana dijo mientras admiraba a su prometido.
Mientras que Sana había elegido un sencillo vestido azul de tela ligera, centrándose principalmente en su necesidad de ser ella misma en lugar de su hermano, JiHyo había venido realmente preparada. Su vestido era blanco con flores de encaje dorado cosidas y las mangas doradas colgaban delicadamente de sus hombros. El escote era ancho y su pecho estaba levantado por el corsé que llevaba debajo. Capas de suave tul constituían la mayor parte de la falda y, para sorpresa de Sana, el corpiño no tenía ningún deshuesado adecuado, parecía más bien un estilo antiguo con una cintura más alta.
—Era de mi madre. Lo he guardado durante muchos años como un recuerdo, y como el vestido que debía usar aún no está terminado, pensé que esta era la mejor opción.
—Es perfecto. — Sana respondió antes de volverse hacia el sacerdote. —Estamos listas.
—Maravilloso. Estamos reunidos aquí esta tarde bajo la atenta mirada de Dios, entre sus dones terrenales, para unir a estas mujeres en santo matrimonio. Confiamos en Dios para bendecir esta unión y concederles muchos años de alegría y felicidad. En estos momentos de dificultad también pedimos la protección de Dios, para que su bendito amor salga ileso... ¿Tienen sus votos?
—Sí. — Ambas chicas respondieron al mismo tiempo.
—Bueno, entonces Sana, ¿por qué no vas tú primero?
—Muy bien... JiHyo, desde que éramos niñas tú y yo nos hemos entendido de maneras que nadie más podría hacerlo. Siempre te he amado, incluso si me di cuenta de eso años después. Eres la persona más hermosa en este mundo, por dentro y por fuera... Te has mantenido a mi lado, incluso cuando mis secretos han puesto a prueba tu amor. Incluso cuando te he herido profundamente, te has mantenido paciente y amorosa, y te estaré eternamente agradecida. Eres con quien preferiría pasar mi vida.
—Sana. Mi querida Sana. Mi hermosa Sana. Eres la persona más fuerte que conozco. Has pasado por muchas cosas en tu joven vida, pero te has mantenido fuerte. Eres mi mejor amiga, mi amor y mi sueño, y realmente creo que estamos destinados la una para la otra. El camino por delante puede no estar claro, pero con gusto caminaré por el camino más difícil mientras te tenga a mi lado. Siempre te amaré y juro ante Dios que mi corazón y el alma estarán siempre ligados a ti y sólo a ti—. Dijo JiHyo, lágrimas de alegría escapando de sus ojos.
—Entonces te pregunto: ¿tú, JiSoo Beatrice Park, aceptas a Sana como tu legítima esposa? — dijo Christopher
—Sí.
—¿Y tú, Sana Evangeline Minatozaki , aceptas a JiSoo como tu legítima esposa?
—Sí. — Sana respondió.
—Por favor, intercambia anillos mientras repites conmigo: Con este anillo me caso contigo, prometiendo amarte y honrarte hasta que la muerte nos separe—. Dijo el sacerdote.
Sana sacó dos anillos de una bolsita que llevaba atada a la cintura de su vestido. Eran hermosos anillos dorados con ramas grabadas en ellos en un hermoso patrón, pequeños zafiros azul real imitando flores en el de Sana y pequeños zafiros rosados en el de JiHyo. Afortunadamente, los anillos se habían quedado en la habitación de Sana y no con el guardián de las Joyas de la Corona, por lo que pudo traerlos.
—Con este anillo me caso contigo, prometiendo amarte y honrarte hasta que la muerte nos separe—. Dijo Sana, deslizando el anillo en el dedo de JiHyo.
—Con este anillo me caso contigo, prometiendo amarte y honrarte hasta que la muerte nos separe—. Repitió JiHyo, otorgándole a Sana su anillo.
—Ahora debo pedirles sus firmas y debo pedirles que confirmen que están firmando este documento de matrimonio libremente—. Dijo Christopher, sosteniendo un documento y una pluma que colocó sobre el libro sagrado que sostenía en la otra mano.
—Les doy mi palabra de que firmo este documento libremente, jurando mi vida por elección propia—. Dijo JiHyo mientras firmaba.
—Yo también te doy mi palabra. — Dijo Sana, firmando su nombre en el contrato de matrimonio.
—Bien, entonces, por el poder que Dios y su santa iglesia me han conferido, en presencia de sus muchas maravillas y en celebración de su mayor maravilla, los declaro legalmente casadas. Pueden besarse.
Sana no perdió el tiempo, acercó a su esposa y la besó con una pasión inigualable, actuando como si JiHyo fuera el aire que necesitaba para respirar. Finalmente, nadie podría quitarle su amor, nadie podría interponerse en su camino sin importar su opinión. JiHyo le devolvió el beso felizmente, sintiendo que un gran peso se quitaba de sus hombros ahora que finalmente podía llamar a la nipona su esposa.
—Te amo. — Dijo JiHyo una vez que finalmente se alejaron.
—Yo también te amo, JiHyo.
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