9
Aquel chico de cabellos castaños, tirando a anaranjados, abrazó a Sumire.
Ella lo empujó.
—¿Que rayos? No te conozco— Sumire se alejó considerablemente de el chico llamado Ryousuke.
—Claro que me conoces— el chico nuevamente se acercó a Sumire y acarició su cabeza —Has crecido mucho—
Sumire, agresivamente quitó la mano de Ryousuke de su cabeza.
—No me trates como a un perro— inmediatamente Sumire pensó en sus palabras, las cuales se contradecían, pues la liga de villanos la trataba igual que a un perro —Y no me hables tan familiar—
—Vamos Sumire... No seas así con tu hermano mayor— Sumire miró estupefacta a aquél chico.
—Yo no tengo hermanos— decía la pelinegra —Y además ni nos parecemos—
—Nos parecemos en los ojos ¿No? Es algo de familia— alardeo el chico —En todo caso, ¿No te acuerdas de mí?— Ryousuke puso cara triste.
—Agh, estás loco— Sumire pasó de largo y se dirigió a la casa del chico que debía matar.
A medida que caminaba por el vecindario de personas millonarias, las casas disminuían de tamaño, había menos alumbrado, había menos personas paseando a sus mascotas y en cambio, habían gatos y perros callejeros. Sumire comenzó a sentir escalofríos y pensó en aquello que dijo Ryousuke.
¿Su hermano?
Estaba completamente confundida, no quería creer en la posibilidad de que tenga otra familia, le daba... Miedo.
Pero, a pesar del miedo que se apoderó de ella, quería saber más, tenía sentimientos encontrados, tenía miedo pero a la vez curiosidad.
Se dió unas pequeñas cachetadas para aclarar sus ideas y centrarse en el trabajo que le dió Kurogiri.
De vez en cuando miraba los papeles y después miraba las casas, buscaba una casa con el número 103. Cuando finalmente encontró dicha casa, tocó la puerta, nadie abrió, volvió a intentar por tres ocasiones. Al final, nadie abrió, así que miró que cerca de una ventana, había un árbol. Trepó el árbol hasta llegar a una ventana y romper está, Sumire terminó con algunos cristales incrustados en su mano, ya que está acostumbrada a esto, los quitó uno a uno, haciendo pequeñas muecas de dolor.
Miró la habitación, una cama, un escrito con muchas hojas y un pizarrón con varias fotos de Sumire. Le asustó un poco la idea de ser acosada... Pero se enfocó en encontrar a él chico.
Sigilosamente, se movía por la casa para evitar alarmar a las personas que vivan ahí.
Después de varios minutos de encontrar al chico, descubrió que esté se encontraba en un sótano. Observaba como el chico se concentraba, no había notado la presencia de la pelinegra.
—Esto será rápido— habló Sumire y el chico inmediatamente se giró, puso cara de horror y Sumire quitó su cubre bocas.
El chico sólo pudo dar dos pasos antes de caer muerto con los ojos de un azul claro y con la piel extremadamente pálida.
Volvió a ponerse su cubre bocas y se acercó a ver lo que estaba investigando el chico, había fotos de una dos familias, debajo de cada foto se encontraba el apellido y el nombre de cada familia.
Una de las familias, usaba ropa aparentemente fina, mientras que la otra, usaba ropa casual.
—"La familia Hirahara compuesta por Hirahara Fujiko, Hirahara Takumi, Hirahara Ryousuke, Hirahara Sumire y Hirahara Izumi, pero un día, el vecindario dejó de ver a la hermana mediana, Sumire"— dijo Sumire para sí misma y continuó leyendo —"Los Aoyama, adoptaron dos hijas, según me dijeron mis fuentes, adoptaron a Kimura Reiko y a Hirahara Sumire, aún tengo desconocido el por qué la familia Hirahara dió en adopción a Sumire... Las dos chicas recibieron el apellido de los Aoyama..."—
Sumire no terminó de leer, ya que rompió las hojas, sentía mucho enojo por alguna desconocida razón.
Comenzó a patear el pequeño escritorio que había ahí y subió a la habitación del chico.
En el pizarrón, había varias páginas de periódicos del año 2010 con la noticia de que los Aoyama habían sido brutalmente asesinados, por supuesto que Sumire sabía la verdad detrás de eso.
Después, vió su primera noticia como villana. Sumire rápidamente ganó popularidad siendo villana.
Finalmente, la chica se harto de todo lo que había en esa casa y como pudo, encontró la manera de ver arder dicha casa.
Cuándo salió, había muchas personas muertas, más de 30, esto definitivamente saldrá en los periódicos. Pero, por alguna razón, los gatos y perros callejeros no estaban muertos. Por un lado, Sumire estaba muy feliz de no haber matado a ningún animal inocente, pero por el otro, se encontraba extremadamente confundida. Sin más, se fue, en cuestión de segundos apareció en la guarida y recibió felicitaciones por parte de Kurogiri. Pasó de largo y se fue a su habitación.
Tenía muchas cosas que pensar.
Sumire ya sabía que era adoptada, pues ni Reiko ni ella tenían un parecido a sus "padres"
Era una familia dispareja, era una familia unida hasta que Sumire cumplió los 5 años cuando su quirk comenzó a manifestarse. La única persona que no la odió por tener un quirk digno de un villano era Reiko.
Pensó en hablar con Ryousuke, pero, no quería saber la verdad, estaba siendo cobarde.
Se acomodó en su cama buscando una posición cómoda pero no lo lograba, sabía que pasaría otra noche sin dormir.
• • •
Sumire se encontraba leyendo mientras escuchaba música, a las 2:00 am.
Todo lo que hizo desde que llegó a la guarida después de aquella masacre que causó fue acostarse en su cama a pensar en lo que había descubierto sobre ella. Y de vez en cuando, el momento en el que Izuku le dió el beso en la frente se repetía una y otra vez, haciendo sonreír a la pelinegra y abrazar su almohada.
Sonreía cómo una tonta, cada vez que recordaba ese momento, los nervios, la emoción y la felicidad regresaban a ella. Se preguntaba si podría haber algo más que amistad... También pensó, que en muy poco tiempo, logró enamorarse de alguien por primera vez.
—¿Le molestará si lo visito?— la pelinegra se levantó de su cama y se puso una sudadera azul oscuro. Negó mientras sonreía, tenía el leve presentimiento de que no le molestará su presencia.
En cuestión de segundos, ya estaba en la habitación de Midoriya la cuál estaba repleta de todo tipo de mercancía de All Might, Sumire ya no se sorprendía, era como ver algo normal.
Izuku se encontraba dormido en su cama, Sumire pensó que se veía... Lindo y de cierta forma, indefenso. Las pecas le daban un toque aún más lindo.
No quería despertarlo... Pero lo necesitaba para que escuchara lo que tenía que decir. Necesitaba un amigo.
Sumire movió un poco a Izuku para que esté despertara. Pero nada, tal vez, la pelinegra intentó despertarlo unas 16 veces, sin exagerar. Hasta que finalmente logró despertar al pecoso, tenía una cara somnolienta, sin embargo, le alegró ver a Sumire.
Se saludaron, Sumire se sentó en la orilla de la cama de él y comenzaron a hablar sobre su día, primero empezó Izuku y después Sumire.
A medida que Izuku iba escuchando lo que le había pasado, se iba enojando más con la liga de villanos, Izuku le exigió a Sumire si podría ver sus heridas, obviamente se negó, a pesar de eso, Izuku seguía insistiendo.
—Sumire por favor déjame ver— habló Izuku, con cierta preocupación.
—No— negó la pelinegra mientras abrazaba su abdomen.
—Por favor— Izuku colocó sus manos en los hombros de Sumire y ella cerró los ojos —Sumire— Izuku intentaba buscar la mirada de la chica pero era imposible.
Sumire se levantó de la cama y se alejó de Izuku, el imitó su acción y se acercaba a ella. Finalmente, Sumire quedó acorralada contra la pared.
—Te dije que no, Midoriya—
Izuku se acercó un poco más —Sumire, entiende que estoy preocupado por ti— este comentario por parte del peliverde hizo sonrojar levemente a Sumire, quién giró su cabeza para evitar que Izuku la viera así.
—No quiero que veas... Eso es todo— musitó Sumire.
En realidad, ella sentía vergüenza de su cuerpo, pues tenía demasiadas cicatrices de cortes, eso junto con los posibles moretones que le dejó Shigaraki gracias a sus golpes.
—Solo quiero intentar ayudar— Izuku la miró con tristeza —¿Curaste tus heridas?— la pelinegra negó —Entonces con más razón quiero ayudarte—
Sumire iba a replicar, pero Izuku salió disparado de su habitación, no tardo más de un minuto y había llegado de nuevo con un botiquín de primeros auxilios en sus manos.
—Quítate la sudadera y levántate la playera— ordenó Izuku, después de unos segundos analizó lo que dijo y miró cómo Sumire estaba tan sonrojada como un tomate y el probablemente estaría peor —¡No.. No lo mal-malinterpretes! ¡N-no tengo malas intenciones! ¡N-no quería que sonará tan mal!— a medida que el peliverde hablaba, su sonrojo aumentaba.
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