11

Aoyama Sumire, 5 años.

—¡Mamá! ¡Estoy aquí!— decía una pequeña niña, jugando con su madre a las atrapadas —¡Ahora estoy aquí!— la pequeña niña, de nombre Sumire, aparecía y reaparecía en distintos lugares, haciendo imposible que su madre pueda atraparla.

Su madre -adoptiva-  se sentó en el pasto, intentando recuperar el aliento —Eres muy buena en ese juego Sumi— decía la mayor, Sumire, feliz por el cumplido, abrazó a su madre, con mucho cariño —¡De grande quiero ser una gran heroína! ¡Quiero salvar mucha gente y ayudar a todos!— la pequeña se separó de su madre y alzó su puño, el cual se encontraba cerrado —¡Seré la mejor heroína!— decía Sumire con aires de grandeza.

—Señorita heroína ¿Podría usted ayudarme?— Reiko, su apreciada hermana mayor apareció cargando a su hermanita.

—¡Reiko!— Sumire abrazó a su hermana —¡Al fin apareció mi quak!— la mayor rió, ya que Sumire no podía pronunciar bien la palabra quirk.

—¿Entonces que esperas? ¡Enséñame tu quirk!— Reiko bajó a Sumire y la pequeña cerró sus ojos con fuerza, en cuestión de segundos se encontraba cerca de un árbol, no muy lejos de dónde se encontraba, Reiko se sorprendió —¡Asombroso!—

—¡Verdad que sí!— Sumire fue corriendo en dirección a Reiko, y cuándo estuvo con ella, la abrazó. La mayor acarició su cabeza —No hagas eso ¡No soy un perro!— la pelinegra hizo un adorable puchero.

Su madre sonreía —Es hora de comer— decía, mientras se levantaba del suelo y dirigiéndose hacia la puerta.

—¡Pero mamá!— Sumire quería pasar más tiempo en el jardín, jugando con su querida hermana mayor.

—Me acabaré todo el postre— Reiko corrió hasta la puerta y entró. Sumire no se iba a quedar sin postre, así que entró a la casa.

• • •

Ya llegué— anunció el padre de la familia, quitándose los zapatos y desamarrandose la corbata.

—Bienvenido— dijo dulcemente su esposa, Naomi.

—¡Papá!— Sumire se abalanzó sobre su padre, abrazándolo —¡Al fin tengo mi quak!— decía la pequeña, con un brillo en los ojos.

—¡Eso es genial Sumi!— el padre, de nombre Kenji, abrazaba a su hija.

A pesar de estar agotado y fastidiado, siempre pasaba tiempo con su familia. Ayudaba a Reiko y Sumire con sus tareas, ayudaba a lavar los trastes, jugaba con Sumire e incluso algunas veces veían una película hasta que la menos; Sumire caía profundamente dormida.

Reiko no podía pedir una mejor familia, estaba feliz de que ellos la hayan adoptado. Kimura Reiko era ese tipo de adolescente que ama leer, obtenía excelentes calificaciones y era amable con todos, a pesar de tener un terrible pasado. En su escuela, era la chica popular y la más hermosa, una chica pelirroja de ojos color violeta. Siempre tenía su cabello atado en una cola de caballo con un listón blanco.

Reiko amaba a Sumire como si fuera su hermana menor de sangre, siempre tenía tiempo para ella. Eran inseparables.

Conforme el tiempo pasaba, ellas se hacían más cercanas. Hacían casi todo juntas. Y Reiko, tendía a contarle todo a Sumire, a pesar de que ella no entendía. También Reiko le daba consejos sobre el amor, pero Sumire siempre respondía "¡Que asco tomarse de las manos! ¡Gérmenes!"
Sumire era tan inocente...

Aoyama Sumire, 6 años.

La familia de los Aoyama fue feliz hasta que Sumire cumplió los 7 años, cuando manifesto su segundo quirk. Los problemas comenzaron, tanto para Reiko como para Sumire.

Su padre, Kenji, había sido despedido de su trabajo y por ende, se volvió alcohólico.
A veces, llegaba muy pasado de copas, Reiko se encerraba en su habitación junto con Sumire, escuchando alguna canción que les guste. Reiko lo hacía, con la intención de que Sumire no escuchara los golpes que su padre le daba a su madre.
Sumire, a tan corta edad, era consciente de lo que pasaba.

A pesar de eso, consiguieron un cachorro, lo llamaron Spike.
Era el secreto de Nanami, Reiko y Sumire.

Un día, las mayores dejaron a Sumire y Spike en la casa, solos, pues tenían que ir a arreglar unos papeles de la escuela de Reiko.
Sumire jugaba con el cachorro, lo alimentó, lo sacó a pasear y volvieron a su hogar, la pequeña se encontraba sentada en el sillón viendo algún programa para niños y Spike se dirigía a ella, pero de repente, el cachorro cayó al suelo, con los ojos de un azul claro.

—¿Spike...?— la pequeña no entendía lo que pasaba, y asustada comenzó a llorar mientras abrazaba al cachorro —¿Spike que tienes?— decía Sumire entre sollozos.

Sumire tenía miedo de que su tan preciado cachorro, haya muerto. Comenzó a llorar desconsoladamente, y para su suerte, justo en eso llegó Reiko junto con Nanami, la madre.

—Mama... Spike no despierta— la mayor, sabía perfectamente lo que estaba pasando —Reiko no respires hasta que yo haya vuelto— subió corriendo las escaleras y entró a su habitación, urgo entre sus pertenencias hasta encontrar un cubre bocas y nuevamente bajó hasta llegar a Sumire y le colocó el cubre bocas —Sumire... Tú mataste a Spike— la pequeña sintió como su corazón se hacía pedazos.
Su madre, le contó sobre su otro quirk sin filtro alguno.

—Mamá...— Reiko abrazaba a Sumire, quién lloraba con fuerza en el pecho de su hermana —Se lo hubieras dicho con más sutileza—

—Creí estar preparada para este momento, pero le tengo miedo, Reiko comprende, esa niña es un peligro para la sociedad, por eso, los Hirahara me la encargaron— Reiko frunció el ceño.

—¿Y ahora por eso la trataras diferente?— protestó —No fue su culpa nacer con un quirk tan peligroso— Reiko abrazó más fuerte a Sumire —Es solo una niña—

—¡Pero esa niña puede matarnos!— Reiko chasqueó la lengua.

—Eres increíble, Nanami— por primera vez, Reiko llamó por su nombre a su madre adoptiva.

—Tarde o temprano comprenderás el peligro que corremos gracias a ella— Nanami señaló a Sumire.

—Tu deberías comprender— Reiko cargó a Sumire y la llevó a su habitación.

Una vez ahí, Reiko limpió sus lágrimas, y tomó su oso de felpa favorito.

—Coco no quiere que llores— decía Reiko, Sumire tomó el oso y lo abrazó con fuerza.

—Mamá ya no me quiere ¿Verdad?— Sumire se encontraba cabizbaja, abrazando a su oso.

Tan solo seis palabras lograron hacer que el corazón de Reiko se rompiera. Unas pequeñas lágrimas salieron de los ojos de la mayor. Sin pensarlo, Reiko abrazó a Sumire.

La puerta principal se azotó de golpe, lo cual anunciaba que el padre había llegado pasado de copas, nuevamente.

—¿Es eso labial?— se escuchó el grito de Nanami.

—Si ¿Y que?— también se escuchó como algo de cristal se rompía.

Reiko tapó los oídos de Sumire, para impedir que escuchara las groserías, los golpes y los gritos.
Pero por primera vez, Sumire no se quería quedar de brazos cruzados y sólo ver como su madre lloraba a solas en su habitación mientras curaba sus heridas.

—Ire a defender a mamá—  Sumire se quitó bruscamente las manos de sus oídos y se teletransportó hacia donde se encontraba su mamá, la cual estaba en el piso cubriéndose la cabeza con sus manos mientras su padre le pateaba el estómago —¡Deja a mamá!— Sumire golpeaba con todas sus fuerzas a su padre. Pero no le hacía daño alguno.

—Maldita mocosa, todo esto es tu culpa— su "padre" le dió una cachetada a Sumire y luego golpeó su estómago —Nunca y debímos aceptarte, eres una desgracia, ¡Un error!— torpemente, Sumire intentaba esquivar los golpes del señor.

Entendió que era débil y no podía proteger a su madre, así que solo lloró.

—No llores— su padre, la tomó por el cuello, con toda la intención de matarla —Llorar no te salvará— el aire le comenzaba a faltar a Sumire y ella intentaba quitar las manos de su padre desesperadamente.

Una luz morada envolvió a Kenji, soltó a Sumire, quién cayó al suelo, mientras respiraba pesadamente.
Kenji cayó inconsciente al suelo.

—Lamento llegar tarde— la pelirroja abrazo a Sumire.

Aoyama Sumire, 7 años.

¿Como debería reaccionar una niña de tan solo seis años de edad al ver que es adoptada?

Sumire encontró sus papeles de adopción, en un lugar en el que no debería de haber buscado en primer lugar.

Ella sabía que no tenía parecido alguno con su madre, su padre o con Reiko, pero nunca se espero la noticia de que fuera adoptada. Aún así, decidió guardar el secreto.

Kenji había encontrado un trabajo y "dejó" el alcohol. Pidió disculpas a su familia por todo lo malo que les hizo.
A pesar de eso, Nanami y Kenji le tomaron odio hacia Sumire. Desesperadamente buscaban deshacerse de ella, hasta que finalmente encontraron la solución, la cual era venderla a la Liga de Villanos, dado que tenía un quirk digno de un villano. Por supuesto que ellos aceptaron, no dejarían pasar la oportunidad de tener a un integrante tan valioso, al igual que poderoso.

—Entonces el trato está hecho, cuando la niña cumpla ocho años nos pertenecerá—  decía Kurogiri, uno de los integrantes de la liga de villanos.

—Gracias a dios— decía Nanami mientras recibía el dinero.

—La única condición, es que la necesitamos en buenas condiciones, vendremos por ella en un año— Kurogiri se alejó de aquél lugar.

—Nos liberamos— Nanami suspiró.

• • •

Sumire vivía con el cubre bocas, pues tenía miedo de matar a alguien por error.
Reiko no dejó de tratarla como siempre lo ha hecho, a ella no le importaba que su hermana menor sea la persona más peligrosa del mundo.

Sumire se la pasaba la mayor parte del tiempo leyendo en su habitación. Rara vez salía de esta, y sus "padres" agradecían que ella no saliera de su habitación.

Era de noche, y Sumire se encontraba profundamente dormida. Kenji entró a su habitación y como cada noche, despertaba a su hija para "jugar", si Sumire se negaba, le iba peor.

Y por si fuera poco, Kenji y Nanami trataban a Sumire como su sirvienta.

No era de extrañarse que la personalidad de Sumire haya cambiado, pues de ser la niña feliz, soñadora y positiva, cambió a ser seria, fría y siempre se mantenía cabizbaja.

Claro que Reiko no estaba enterada de la situacion que hay en su hogar, pues vive en los dormitorios de su universidad, solo visita a su familia los fines de semana.

Es triste ver cómo una niña de 8 años tuvo que aprender a cocinar de la mala manera, pasaba toda la tarde sola y más le valía tener la comida y muchas botellas de alcohol en la mesa.
Sumire hacia el quehacer, cocinaba y lavaba.
Dejó de estudiar.
Ella se echaba la culpa por todo lo malo que le ha pasado, deseaba que todo hubiera sido como cuándo tenía 5 años.

Aoyama Sumire, 8 años.

Después de mucho tiempo, la familia de los Aoyama habían viajado a un bosque a él que iban siempre que tenían la oportunidad. Reiko los acompañaba.

En dicho bosque, tenían una cabaña, estaba a nombre de los Aoyama.

Sumire no tenía idea de por que estaban en ese lugar, simplemente le habían dicho que sería un intercambio. Ella nunca pensó que ella era parte del intercambio.
Más bien, ella creía que estaba ahí por su cumpleaños.

Y eso le hicieron creer Nanami y Kenji.
Le llevaron pastel, le dieron regalos, le cantaron las mañanitas y prepararon su comida favorita.
Tomaron una foto familiar para conmemorar la ocasión... La ocasión de librarse de Sumire. 
Enmarcaron la foto y la colocaron en una pared que estaba repleta de fotos de Sumire, Reiko, Nanami y Kenji.

Al caer la noche, los villanos entraron a la casa, aparentando ser simples conocidos que venían a felicitar a la cumpleañera.

Reiko reconoció a uno de los villanos, Kurogiri.

—Sumire sube a tu cuarto— Reiko se puso delante de Sumire, para protegerla.

—Pero ¿Por qué?— preguntó la pelinegra.

—¡Solo hazme caso!— gritó Reiko.

—No, ella vendrá con nosotros— Kurogiri apartó a Reiko, tomando del brazo a Sumire.

—Llevensela por favor— habló Nanami, con una gran cantidad de dinero entre las manos.

—¿Eh...?— Sumire miraba con lágrimas en los ojos a su madre —Mamá por qué— la pelinegra fue interrumpida.

—No me digas así, nunca quise ser tu madre— Nanami comenzó a contar el dinero —Pueden llevársela— Sumire comenzó a sentir mucho enojo, tristeza y odio.

—¿De que se trata todo ésto Nanami?— preguntó Reiko, quién fue ignorada por Nanami.

Kurogiri notó que la mirada de Sumire se tornó apagada, y como si de una prueba se tratase, la soltó.

—Veamos de que eres capaz— habló, sentándose en el sillón.

Sumire, llena de odio y rencor rompió un jarrón y tomó un gran trozo de vidrio.

Y todo pasó en cuestión de minutos.

Una pequeña niña de 8 años, con deseos de matar.

Una adolescente de 19 años intentando detener a su pequeña hermana, quién estaba cegada por el odio.

• • •

Cuando Sumire recobró la cordura, era demasiado tarde. Miró todo el desastre que había causado. Se dejó caer de rodillas al suelo.
Reiko aún seguía con vida, pero no por mucho.

—Sumire...— la mencionada miró con ojos llorosos a su hermana —Gracias por... Haber sido mí hermana...— la pelirroja dijo sus últimas palabras con una sonrisa.

—No... Reiko... Perdón... No me dejes— Sumire se acercó a su ya difunta hermana y la abrazó, comenzó a llorar desconsoladamente.

Se escucharon unos aplausos —¿Quien lo diría? De verdad naciste para ser una villana— al escuchar esas palabras miró sus manos, llenas de sangre, al igual que su ropa, negó con la cabeza —Pero no te preocupes, ahora tú familia seremos nosotros— decía Kurogiri —A fin de cuentas tus padres te vendieron a nosotros, así que nos perteneces— Kurogiri tomó a Sumire por el brazo y se la llevó en dirección a su nuevo hogar —Tienes potencial, serás una gran villana—

"Maté a mi propia familia..."

Era todo en lo que Sumire pensaba.

Foto hermosa de Deku por qué sí, ahr :v
Perdón por el capítulo tan... Sad(?

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