un día lejos de todo


real life

❛ the flag is up ❜


Alana
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Qué día de mierda

La mañana había comenzado con una pequeña molestia en la muñeca, nada grave, pero lo suficientemente irritante como para recordarme el incidente de ayer.Lo que no era tan soportable era intentar controlar a un adolescente hiperactivo que se ponía insoportable cuando tenía hambre.

—¿Ya podemos bajar? Tengo hambre — Theo me miraba desde la puerta, más ansioso que de costumbre.

—Dame un segundo, tengo que terminar de arreglarme. — respondí mientras me aplicaba el delineador.

—Aun no entiendo cómo haces eso y no te sacas un ojo, digo, es como una mini arma letal utilizada para cosas raras.

—Esto no es raro, es estético.

—Y lo estético implica usar un arma letal para ponerse una cosa negra en los ojos? — cuestionó señalando mi cara.

Claramente lo miré mal, lo suficiente como para que entendiera el mensaje.

—¿Por qué no bajas y vas pidiendo tu desayuno? — sugerí.

—Ignorare el hecho de que no quieres darme la razón y me iré antes de que esa cosa termine en mi ojo.

Después de que Theo salió de la habitación, respiré hondo y me di un último vistazo en el espejo. Hoy iba a ser un día largo, lo sabía. Mi muñeca me molestaba un poco, pero no me preocupaba demasiado. Terminé de arreglarme, tomé mi bolso y bajé al comedor del hotel.

Cuando llegué, Theo ya estaba sentado en una mesa, consumiendo más cosas de las que podía comer.

—¿Te vas a comer todo eso? — pregunté al ver la cantidad de comida frente a él.

—Tengo hambre, y además habían muchas cosas en el buffet, no quise irme sin probar todo. — respondió con la boca llena.

—Nos vamos a quedar tres días, aparte no se para que te serviste un cheesecake de fresa si eres alérgico a ellas.

Theo se detuvo por un segundo, claramente no lo había pensado. —Bueno, no tomé eso en cuenta, ahora es para ti. — empujó el pequeño plato hacia mí.

—Gracias, pero no tengo mucha hambre. — lo empujé de vuelta.

—Pero no has comido nada.

—Comeré en el paddock, por ahora solo tomaré un café. — dije con una sonrisa forzada.

Mientras esperaba mi café, repasaba mentalmente el itinerario del día: llegar al circuito, saludar a Carlos y Charles, y después... bueno, que Theo no se metiera en problemas. No parecía tan difícil.


Después de que terminara de desayunar, finalmente nos dirigimos al circuito.

Al entrar, Theo corría un par de metros delante de mí, claramente emocionado.

—¡Carlos! ¡Charles! —gritó Theo al divisar a los dos pilotos hablando cerca del paddock.

—¡Mira quién llegó! — bromeó Carlos, abrazando a Theo como si fuera su hermano pequeño — ¿Vas a meterte en más problemas otra vez, enano?

—¡Siempre! —respondió Theo, riendo mientras intentaba escaparse del abrazo de oso.

Charles se unió a la conversación, dándole una palmada a Theo en la espalda antes de mirarme a mí con una sonrisa suave.

—¿Cómo va la muñeca? —preguntó con preocupación.

—Bien, ya está mejor. No es nada que no pueda manejar. — contesté con una sonrisa tranquila, tratando de restarle importancia al dolor que todavía sentía.

—Sabes que puedes descansar si lo necesitas.

—Estoy bien, de verdad. Además, no vine hasta aquí para quedarme sentada. — respondí con seguridad.

¿De verdad estaba bien? ¿Puedo manejar todo sin arruinarlo por completo?

—Lana, hey, estás ahí? — Un chasquido me sacó del trance.

—¿Qué? Ah sí perdón solo… pensaba. — sonreí un poco apenada.

—Tranquila, lo importante es que ya están aquí y justo a tiempo, porque ya casi comienza.

—Bueno, si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarnos. — agregó Carlos.

—Gracias, chicos. —les sonreí con sinceridad.

Theo, que no había dejado de moverse en todo momento, ya estaba dando saltitos de impaciencia.

—¿Podemos ir a ver los autos ya? —preguntó, tirando de mi brazo como si eso fuera a acelerar el tiempo.

—Sí, podemos ir. —cedí, dándole un pequeño empujón hacia adelante—. Vamos antes de que te explotes de tanta energía.

Mientras nos dirigimos hacia los garajes, sentí una oleada de nervios en el estómago. Hoy no era solo un día cualquiera. Era uno de esos días en los que todo podía salir bien… o mal, esperaba que sea la primera opción.

Cuando llegamos al área de los autos, Theo se lanzó directamente a explorar, y yo me quedé observando cómo la vida del paddock cobraba vida a nuestro alrededor.

Era un caos controlado, donde cada pieza encajaba perfectamente, excepto yo, que trataba de encontrar mi lugar sin hacer ruido.

Estaba lista para el día, o al menos, eso me repetía para mantener la calma.

El sol comenzaba a calentar más de la cuenta cuando finalmente tomamos nuestros lugares en el paddock.

—¡Ya van a salir! —gritó Theo al ver los primeros autos rodar desde los garajes. El rugido de los motores al encenderse llenó el circuito, haciendo que mi corazón se acelerara un poco.

Carlos fue de los primeros en salir, y a lo lejos pude verlo en la pantalla, su casco era inconfundible. Lando no tardó en seguirlo, y finalmente Charles. La emoción de ver a los tres en la pista, en un momento tan importante como el inicio de la temporada, era casi contagiosa.

—¿Tú crees que Carlos le gane hoy a Charles? —preguntó Theo, inclinándose hacia mí.

—Es solo una práctica, Theo —respondí riendo—. Esto apenas comienza.

—¡No importa! Mira cómo va —dijo señalando la pantalla, donde Carlos rodaba a buen ritmo.

Los tiempos comenzaron a aparecer en las pantallas alrededor del paddock. Las primeras vueltas no eran nada del otro mundo; los pilotos apenas estaban sintiendo la pista, calentando neumáticos, probando configuraciones. Pero cada vez que pasaban, los tiempos bajaban, y la competencia empezaba a subir de tono.

—¡Mira eso! —dijo Theo, con la emoción subiendo en su voz. Charles acababa de marcar una vuelta rápida, superando a Carlos por unas décimas.

—Es solo el inicio, Theo. Queda mucho por ver. —Aún así, no pude evitar sentir ese pequeño cosquilleo en el estómago. Ver a los dos tan cerca era hilarante.

El resto de la sesión pasó en un abrir y cerrar de ojos, entre pequeños ajustes, tiempos que subían y bajaban, y esa sensación de que, aunque era solo una práctica, todo el mundo ya estaba enfocado en lo que vendría después. Los Ferrari estaban fuertes, eso era evidente, y aunque no era una sorpresa, verlo en vivo y en directo hacía que todo se sintiera más real.

Al final, cuando la bandera a cuadros apareció para cerrar la sesión, Carlos y Charles se mantenían en los primeros puestos. No había sido una práctica llena de sorpresas, fue lo que todos esperábamos.

O al menos lo que yo esperaba.

—¡Sabía que este año Ferrari iba a arrasar! —dijo, saltando de su asiento.

—Tranquilo, no cantes victoria aún. —le dije con una sonrisa mientras recogemos nuestras cosas para salir del paddock.

Después de que terminó la primera práctica, Theo aún estaba muy emocionado, corriendo de un lado al otro.

—Theo, espera, no te alejes mucho —le advertí, pero sabía que mis palabras no surten mucho efecto en él. Sonreí un poco mientras lo veía moverse como una pequeña bala de energía.

Decidí seguirlo a una distancia prudente, dejándole disfrutar del momento. El calor de la tarde empezaba a hacerse más pesado.

En un momento, mientras revisaba el teléfono, distraída, di un paso sin mirar bien por dónde iba, chocando directamente contra alguien.

—¡Uy, lo siento mucho! —dije de inmediato, levantando la vista rápidamente.

—No pasa nada —contestó una voz relajada pero conocida.

Al levantar la vista, me encontré con un par de ojos azules intensos que me miraban con curiosidad. No necesitaba ver más para saber quién era. Max Verstappen, por un segundo, me quedé paralizada, intentando procesar la situación.

—Oh… eh, lo siento de verdad —repetí, un poco nerviosa. No esperaba encontrarme con él así de repente.

—Tranquila, suele pasar —dijo con una pequeña sonrisa, un destello divertido en sus ojos, como si hubiera visto esto más veces de las que podía contar.

Theo, que hasta ese momento había estado explorando por su cuenta, apareció a mi lado, con los ojos muy abiertos al reconocer a Max. Pero, sorprendentemente, se quedó callado.

—¿Tú también disfrutas de los autos o solo vienes de niñera? —preguntó Max, con un tono ligero, pero interesado, como si estuviera intentando alargar un poco la conversación.

—Un poco de ambas —respondí, sonriendo por el comentario—. Aunque no me quejo de estar aquí, es… todo un mundo, ¿no?

—Sí, es un caos organizado —dijo, asintiendo—. Pero supongo que te acostumbras, si vienes lo suficiente.

—Tú lo dices como si estuvieras aquí de vacaciones —repliqué en tono de broma, sin pensar demasiado en lo que decía.

Max soltó una pequeña risa.

—No lo había pensado así, pero me gusta la idea —dijo, antes de mirarme de nuevo—. ¿Es tu primera vez en el paddock?

—No, ya he estado antes, pero no tantas veces como para que me dejen vagar sin control —contesté, alzando una ceja con una sonrisa—. Todavía soy turista.

—Bueno, espero que disfrutes de tu “turismo” —añadió él, con un brillo curioso en los ojos—. Y asegúrate de que el pequeño explorador no se pierda.

—Lo intentaré —dije, mirando de reojo a Theo, quien finalmente recuperó su habla y parecía listo para lanzar un millón de preguntas, aunque aún se contenía.

Max me lanzó una última mirada, como si estuviera tratando de leer algo más en mi expresión, y luego dio un leve asentimiento.

—Disfruten el resto del día —dijo, antes de seguir su camino.

Theo esperó hasta que Max estuvo lo suficientemente lejos antes de dejar escapar un suspiro exagerado.

—Acabas de conocer a Max Verstappen —susurró Theo, como si lo que acababa de ocurrir fuese un sueño. — Y es mucho más simpático de lo que pensé, también es más alto en persona.

—Sí, lo sé —respondí, aún estoy procesando todo.

—¡Casi lo derribas, Lana! —exclamó.

—No lo derribé —repliqué, rodando los ojos, aunque la situación seguía siendo surrealista en mi mente.

Capítulo corto, pero bueno, quería actualizar y pues ajá.

Espero y les guste lo poquito mucho que escribí ✨

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