Capítulo 4 : División

Marie se la quedó mirando, aturdida por las palabras de la que consideraba su amiga, sintió como una parte de su corazón poco a poco se rompía en miles y miles de pedazos.

-Hikari, no es lo que piensas lo juro...- dijo, temblorosa de sus palabras, mietras poco a poco retrocedía.

-Y entonces dime, ¿cuántas noches escapaste para ver a ese?- dijo, enarcando una ceja ella había sido el cajón de sus secretos más oscuros. -¿Cuántas veces te tuve que escuchar emocionada porque alguien te amaba?- dijo, mientras al mismo tiempo la delataba de la infidelidad que había cometido a su hermano.

-Tú... ¿me engañaste?- preguntó de repente el pelirrojo, mientras se acercaba amenazantemente a ella. -¿Con él?- señaló al castaño, el cual estaba perplejo por toda la situación.

-Vale, bien, lo hice pero, yo, simplemente, yo...- dijo, intentando escusarse de alguna forma, siendo totalmente en vano. -Pero yo al menos no estuve planeando planes de venganza por toda mi puta vida contra una persona que no tiene la culpa- dijo, en un tono venenoso, su mirada delataba que no estaba dispuesta a juegos esta vez.

De alguna forma, aquella mirada el castaño la conocía, esa era la Marie que él conocía, ágil y eficaz y sin miedo a nada.

-¡Vuelve a repetir eso!- dijo Amelda, mientras la cogía del cuello con fuerza, dejándola casi sin aire, pero, para sorpresa de todos, aquella chica logró lanzar unos finos hilos de color verdoso hacia él, y, con tan solo verlos él retrocedió.

-No te tengo miedo, Amelda, nunca más...- dijo, mientras sus ojos se llenaban de pura furia. -Y, ni siquiera piensen en hacerle algún tipo de daño, porque la pagarán muy caro...- dijo, mientras un instinto protector nacía de ella, no sabía de dónde había logrado decir esas palabras, solo sabe que, al soltarlas, no pudo ser más feliz.

-Kaiba, tú, ¿por qué la conoces?- exaltó de repente Yami, en el tenso ambiente.

-Puedo explicártelo, digamos que él quería información de nosotros, y, yo, bueno, le di algo más...- dijo Marie, con un tono algo juguetón en su frase, ese dulce doble sentido que tanto estaba adorando en esos instantes.

Todos se le quedaron mirando, maldita sea, maldita Marie y maldito mundo en contra de él...

-Qué lindo puedes llegar a ser, lastima que la gente sea tan malpensada...- decía, mientras exalaba con fuerza, Amelda y Hikari simplemente no se le acercaban porqud sabían su arma, si no, ella ya podría darse por muerta.

-He, Marie, no sabía que eras tan buena en esto.- dijo Mai, mientras la miraba con una sonrisa, a ella todo le parecía un juego, cosa la cual, solo hacía que la preocupación del rubio aumentara.

Aquella no era la Mai que logró conocer...

-¿Es que acaso me tenéis miedo?- preguntó la rubia, con las intenciones claras, todos los amigos de Yugi juraron que aquella mujer era malvada, y, parecía ser la peor de todos los integrantes.

-No, le que te estoy teniendo es odio. No pensé que fueras así, Marie...- dijo la oji grisácea, con las lágrimas casi cayendo por sus ojos, apretando sus puños.

Sintió como denuevo su cabeza volvía a gritarle que dejara de así, que le pidiera perdón a su amiga, pero, todos los presentes eran un problema, menos él, él ya la había visto en sus momentos más vulnerables, otro más a la lista no haría daño a nadie...

-Entonces, supongo que, todo acabó, ¿no?- preguntó, mientras las lágrimas comenzaron a desbordarse.

Y, ni siquiera les dio tiempo hasta que salió corriendo, huyendo como una cobarde, pero, ¿qué más le quedaba?

De repente, notó como una carta se cayó desde su bolsillo, pero, ni siquiera le dio importancia.

Esta, no era una carta de su deck, si no, más bien Obelisk...

Ni siquiera miró hacia atrás por esa pérdida, lo único que su mente rondaba es que su vida estaba cayéndose a pedazos, sin ella siquiera quererlo, todo lo que dijo que iba a cuidar, comenzó a caerse de repente.

Todo se ha derrumbado...

-¡Marie! Si tan fuerte eres, ¿por qué actúas como una cobarde?- se paró e, instintivamente se dio la vuelta, viendo que, el portador de aquellas palabras, no era otro que Seto...

Las lágrimas cayeron por sus mejillas, mientras un pequeño sonrojo comenzaba a aflorar por sus mejillas, y, sus ojos cadentes de brillo, volvieron a volverse una pequeña

-Lo siento, pero, yo creo que no soy tan fuerte como para estar junto a ti....
Todo esto, fue un error, yo nunca debería haberme acercado a ti, simplemente, olvídame y cree que fui una debilucha- dijo, mientras más lágrimas cayeron por sus ojos, cuando vio que él se acercó, un pequeño hilo verdoso salió de sus manos, apuntandolo.

-Kaiba, no me hagas hacer esto, porfavor, no...- dijo, mientras su voz se comenzaba a quebrar y, sus ojos brillaron de un fuerte verde, mientras que, el símbolo de los Oricalcos aparecía en su frente.

Él estaba allí

Cuando vio que el chico no retrocedió ante su advertencia, se alejó ella, mientras agarraba su cabeza por el dolor que comenzó a sentir por culpa de estar intentando ser controlada.

-¡Déjalo en paz!- gritó, asombrando a todos, mientras Mai se giraba hacia ella, aún cuando parecía que Jonouchi había comenzado a tomar ventaja, ver en ese estado a su amiga era, doloroso cuanto menos.

Y, Hikari, sin poder evitarlo, comenzó a bajar las escaleras a toda velocidad, casi olvidándose de todo lo vivido hace tan siquiera minutos.

-Él está presente de alguna forma, lo noto.- vociferó Rafael, mientras utilizaba su poder para intentar comunicarse con la mente de la rubia. Aún considerándola una compañera y que, sus actos habían sido deleznables, ella no se merecía aquel dolor.

-Marie, querida, sabes que no puedes evitarme...- dijo Dartz, mientras una pequeña risa salía de él -ahora, atacale y hazle olvidarse de ti.- dijo, mientras sin ella saberlo una sonrisa aparecía en su rostro, gracias a su poder de contolar mentes, consiguió lograr poder borrar recuerdos.

-¡Hermano, aléjate de ella!- gritó Mokuba, al punto de las lágrimas, mientras corría para alejar al castaño de aquella chica ahora inestable.

Su cabeza dolía a horrores, y, ni siquiera supo en qué momento alguien logró sujetarla, ese era Amelda, solo sintió un pequeño soplo de ira salir de su cuerpo antes de perder la conciencia.

-Ahora haz lo que quieras con ella, está insconciente por el momento. Pero, no dudaré en destruirte la próxima vez que nos veamos, Kaiba Seto...- dijo el pelirrojo con odio, ahora que el problema estaba en silencio y zin riesgo alguno de hacer nada, podía sacar el veneno que llevaba dentro.

Mientras que, Hikari tuvo que ver como aquel que ella creyó que le quitó a su amiga la levantaba al estilo nupcial, mientras que, su mirada lo decía todo.

Él la amaba, y, ella sabe que eso es recíproco.

Nota como una lágrima sale por su mejilla, sin ella quererlo, mientras una sonrisa salía de su rostro.

-Cuidámela, por favor...- le dijo al castaño en un tono que era deprimente, mientras sentía como una parte de su corazón se rompía en miles de pedazos.

Ella, simplemente, se había ido...

-Hikari, ven aquí.- dijo el oji gris, mientras su miraba lo decía todo, ahora había pasado de amar a odiar a la ojinegra, pero, algo dentro de ella no dejaba hacerlo, le sonaba imposible hacerlo...

-Tú, niñito rico, suéltala, ahora.- dijo la rubia mayor, mientras que, en sus ojos se podía ver que, aquello no era una advertencia si no, una amenaza.

-Mai, tú, ¿no puedes verlo, cierto?- dijo Jonouchi, mientras bajaba su mirada, ella había logrado remontar otra vez, y, solo había una carta que podría hacerle ganar.

-¿El qué?- preguntó con arrogancia Mai, mientras no podía dejar de ver la escena que le resultaba repulsiva, diablos, Marie y el niño rico, qué mal gusto puede tener cuando quiere...

-Que vuestra organización solo le ha causado daño, aún cuando él no es de mi agrado, si tan amiga decís que es, entonces, ¿por qué tanta prohibición?- preguntó el rubio, mientras enarcaba una ceja, aún cuando no la conocía, él sabía mejor que nadie como el camino de las peleas y malas compañías no te puede llevar a nada bueno, y, menos si no tienes a nadie que te ayude, y, ella parecía ocultar algo, un motivo familiar que la impulsara a hacerlo...

-Si piensas eso, realmente te han jodido el cerebro tantos discursitos de amistad, como sea, ¡robo!- dijo, mientras su ceño se fruncía.

Y, de repente, aquel dragón legendario apareció y, todo acabó debido a Varon, ahora, el problema no era otro que, una de sus compañeras estaba en manos del bando enemigo...

-¡Varon!- gritó Hikari, yendo hacia él y hacia Mai, la cual había quedado inconsciente, y, en ese momento, el castaño aprovechó para correr y esconderse, siendo seguido por su hermano.

Todo lo que estaba haciendo por ella, era, tan malditamente absurdo.

-Realmente te importa esta chica,¿verdad?- pregunta Mokuba, mientras una sonrisa se le escapa, cree que esta chica puede ser la salvación que tanto tiempo esperó, la luz que pueda ya alumbrar a su hermano de una vez por todas.

Quizás él tenga razón...

Continuará...

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