Capítulo 2 : Confrontación

De repente, en su delirio, oyó como unos pasos se comenzaban a acercar hacia ella, cuando se dio la vuelta temblorosamente, no esperó encontrarse cara a cara con Dartz.
Por un momento, se miraron, ella estaba asustada, casi tambaleándose.

-Solo quería avisarte que, un duelo ha comenzado...- decía, mientras pasaba justo a su lado, ella por un momento dudó de aquello : ¿por qué le dijo eso? De repente, algo en su mente reaccionó, él no ha podido hacer lo que ella cree que ha hecho...

-¿Qué personas están involucradas?- pregunta, con un tono serio, mientras le da la espalda y agacha la cabeza.

-Amelda y Kaiba Seto. Él fue a buscarlo.- dijo, mientras notaba como la rubia se tensaba y cerraba sus manos, casi logrando hacerse sangre.

Justo lo que él quería...

Marie no dijo nada más, simplemente se marchó de aquel sitio, mientras varios pensamientos comenzaban a cruzar por su mente.

Sintió por un momento desesperación pensando todo lo que podría ocurrirle a aquella persona, y, de repente, un miedo incontrolable se desató dentro suyo.

Ella debía ir rápido hacia donde se disputaba aquel duelo, pero, maldita sea, ¿dónde podían estar?
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-Yo soy Amelda, y, juro vengarme de ti, Kaiba- dice el pelirrojo, mientras se revela ante el castaño. La duda crece en el rostro ajeno por un momento, ¿vengarse de qué?

-Por tu culpa, ahora mi hermano está muerto...- dice, mientras el duelo continúa.

Lo bueno, es que, una habilidad que poseen los portadores de los oricalcos es poder leer la mente de su contrincante, entre otros, como tener un poder en específico ; el suyo era el sigilo y el camuflaje.

Y, con eso, pudo ver cosas las cuales no le gustó ver, ya que, aquellos involucraba directamente a su novia, Marie...

Ese bastardo, quizás aprender la lección de alguna forma sea bueno, pero, por el momento, quizás el chantaje sea suficiente...

-Oh, ¿y es que acaso quieres que comience a hablar de tu queridísima Marie?- Notó como el ya debilitado castaño lo miraba incrédulo de lo que había dicho.

-Tú maldito, ni siquiera se te ocurra pronunciar su nombre.- dijo, aún seguía lamentándose de haberla dejado ir, ella no había vuelto y, eso, sin él saberlo, le había dolido. Si, él preocupándose por una persona que no fuese su hermano, eso era nuevo, hasta para él mismo.

Marie, de alguna forma, le hizo descubrir cosas que había olvidado, como, divertirse, ella siempre lograba de alguna forma animarlo. Y, de alguna forma, ellos se complementaban, los dos habían sido "dos almas desdichadas" o era así como solía decirlo la rubia.

Aunque, él de alguna forma, sabía que ella aún seguía sufriendo, se había logrado enterad de que, su vida era como la de una moneda : dos caras completamente diferentes.

-Oh, ¿acaso encontré tu punto débil?- dice Amelda, casi riéndose en su cara, cosa que solo lo molestó aún más de lo que ya lo estaba.

De repente, notó como unos pasos acelerados se hacían presentes, Mokuba solo atinó a mirar hacia la dirección proveniente de los pasos, encontrándose con la misma chica que hace tiempo vio, de pelo rubio largo y ojos negros, solo que, ahora, su cuerpo entero hervía de odio y furia.

-¡Marie!- gritó Kaiba, mientras la observaba, pero, ella parecía ser una chica completamente distinta a la que frecuentaba su oficina, ahora, su postura era amenzante, pero, sus ojos parecieron tranquilizarse al verlo, aún cuando el campo estaba aclarando completamente que él no era el que iba ganando.

-Kaiba...- dijo, antes de que una lágrima callera desde su rostro, mientras contenía un sollozo, la culpa se reflejó en su rostro por un momento, mientras sus piernas comenzaban a flaquear, pero, aquel no era el momento para lágrimas, aquel era el momento para desatar toda su furia guardada contra en el que en algún momento amó.

-Tú maldito... ¡termina esto ahora, o juro que te arrepentirás!- dijo, mientras su mirada se dirigía a Amelda, el cual la miró sorprendido ante sus actos.

-¿Y que vas a hacerme, Marie? ¿Si acaso no me amas?- pregunta, mientras devuelve su mirada vuelve hacia el duelo, ella no sabe el dolor que va a recibir. -Ataco a uno de los monstruos en el campo de Kaiba, y, que, como estamos en la barrera de los Oricalcos, aquel daño, aún cuando sea un mounstruo de defensa, será hecho a su portador...- lo que ninguno de los demás en aquel lugar esperaban era que, el dolor iba a ser enviado hacia Marie...

-¡Tú maldito, detén lo que sea que estés usando!- grita Seto, mientras nota como Mokuba ayuda a la rubia a recomponerse.

-Te dije que no era buena idea seguir con esto, Amelda-kun...- dijo la rubia, mientras sus ojos comenzaron a brillar de un rojo vibrante y, el símbolo de los Oricalcos se mostraba en su frente, justo como el del pelirrojo, solo que, ella no estaba luchando directamente, pero, pronto lo haría.

Sacó de uno de sus bolsillos su deck, de la cual sacó una carta : Anillo de destrucción, la cual permite designar a un mounstruo de tu posesión y hacer que el ataque del monstruo afecte a los Life Points de los dos.

-Si tú continúas, me veré obligada a utilizar esta carta, y, sabes que, las reglas de Doma me dejan hacerlo.- esa, era una cosa buena de la barrera o de ser un integrante en si ; podías utilizar cualquier carta fuera del campo.

Por un momento, él se vio en una tesitura : aquello producía un empate, tampoco era tan mala idea, a fin de cuentas, nadie perdería, pero, por otro lado, él quería vengarse de quien cree que arrunió su vida.

-Pero, confío en ti, Kaiba- dijo, dándole una sonrisa, aún cuando sabía que ella iba a recibir el daño de la batalla, no le importaba. -Atacalo si es necesario, yo estaré bien...- dijo, las lágrimas casi se desbordaron de sus ojos, mientras apretaba uno de sus puños.

Y, de repente, como si sus palabras fueran el empujón de la esperanza, todo comenzó a ir a favor del castaño, aún cuando ella se sentía débil a veces, nunca paró de sonreír, no quería que él la viese mal y, tampoco quería entristecer al menor de los Kaiba.

Y, cuando menos se lo esperó aquel dragón legendario apareció en el campo del oji azul, como si de una llamada del destino se tratara. Ella lo vio asombrada por un momento, él había prácticamente ganado, la alegró aquello de alguna forma, la parte mala, era, bueno, Amelda, él iba a...

Pero, cuando menos se lo esperaron, él hizo que el duelo terminase en empate, causando que, la barrera se disipase y, él desapareciese...

-¡Cobarde!- gritó Marie, mientras salía de aquella escena, antes de que siquiera ninguno de los hermanos pudiese detenerla.

No tardó mucho en encontrarlo, estaba de espaldas hacia ella, parecía pensante.

-Tú, date la vuelta, ahora.- amenazó, mientras sus brazos se cruzaban sobre su pecho.
Cuando se dio la vuelta hacia ella, su mirada se tranquilizó por unos instantes,pensando que ella quería disculparse o algo parecido.

Lo que no se esperó fue ser abofeteado por la que creía que era su novia...

-Solo te di una orden, y la desobedeciste, todo por tus planes de venganza, todo por querer echarle la culpa a alguien que no tiene la culpa de nada...- dice, mientras lo miraba con odio y asco. -¿Realmente te haces llamar duelista? ¿Recordándole a la gente sus demonios pasados?-

-¿¡Por qué siquiera te importa tanto?!- exclama en colera el pelirrojo, no pudiendo entender el por qué las reacciones de ella, pensó todo este tiempo que, ella solo había jugado con el corazón de ese sujeto, pero, no parecía serlo.

-¡Porque lo amo joder! ¿O es que si acaso tampoco puedes entender eso? Tú no sabes nada de él, así que, te recomiendo que te alejes o si no, no dudaré en mandar tu alma como sacrificio.- con aquellas palabras, su impacto fue solamente mayor, ella no...

Aquello era una regla que, aún no prohibida era un riesgo que ella misma preguntó, pero, que se le negó. Entre ellos, era algo que nunca podía suceder, pero, de nuevo, estaba ella para contradecir todo lo que estaba cerca de ello.

Raphael tenía razón al describirla como un espíritu libre...

-Oh, y antes de que preguntes, terminamos.- dice, mientras se aleja de él, dándose la vuelta, retomando su camino.

Lo que ella no sabía es que aquello también iba a ser desobedecido...

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Por otro lado se encontraba el castaño, el cual, se fue en busca de ella, junto a su hermano, quien seguía dudando sobre la rubia, la cual parecía importarle demasiado a su hermano, y, de alguna forma, estaba feliz por eso, su hermano parecía haber comenzado a amar a otra persona y, eso se sintió para él como un gran paso.

Por un momento, se detuvieron, hasta que, logró escuchar su voz, la voz de Marie, casi sale corriendo hacia ella, pero, simplemente se quedó en su sitio cuando logró escuchar las siguientes palabras :

"¿¡Por qué siquiera te importa tanto?!" Aquel parecía ser Amelda.

"¡Porque lo amo joder!" Esa había sido Marie, él debía de estar soñando, aquello no podía ser cierto, ella no podía haber dicho eso...

Su mundo se detuvo por un segundo, antes de volver a la realidad.

-Nii-sama, ¿por qué ella es tan importante para ti?- pregunta el pelinegro, sorprendiendo al castaño, él no se había preocupado por ella, oh, bueno, lo acababa de hacer y, eso, era innegable, hasta para él, era intentar tapar el sol con un dedo.

Se quedó en silencio por un momento, sin saber que contestar ante aquella pregunta, ¿cómo podías siquiera decir el por qué alguien era tan importante para ti? ¿Eso si acaso se podía?

Simplemente, se quedó en silencio, y Mokuba tomó eso como que su hermano realmente le gustaba esa chica, era difícil dejarlo sin palabras, y decir algo sobre ella parecía ser efectivo.

Cuando la vio, se quedó atento a su figura, agazapada y sollozante, ella parecía haber comenzado a llorar después de aquella disputa.

El negro y el azul chocaron por un momento, existiendo por un momento en una burbuja en donde solo ellos dos habitaban, el momento se sintió mágico por tan solo un minuto, los pensamientos de Marie solo se concentraron en él y mandó todo a la mierda.

Y, cuando despertó a su pesada realidad, solo atinó a huir de aquel sitio, dejando a Kaiba destrozado por su perdida.

Ella parecía ser inalcanzable de alguna forma, un reto...
Y, si así fuera, él promete nunca rendirse...

Continuará...

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