4. La extraordinaria teoría del caos.
Taylor swift — Mr. perfectly fine (3:34 — 4:17)
Creo que, en algún momento de nuestras vidas, todos hemos escuchado sobre la teoría del caos, y ¿en qué consiste esta teoría? Es sencilla de explicar. La teoría del caos postula que cualquier alteración, tiene grandes repercusiones, ya sea en menor o en grandes medidas, y dichas repercusiones siguen una dinámica no lineal. Y la forma más sencilla de explicar esta teoría es con el famoso efecto mariposa: "El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".
Hice que Colin Hayes moviera las alas esa mañana en la iglesia, y yo voy a sentir el efecto del aleteo tal vez mañana o la semana que viene. Porque incluso aunque no sé el momento exacto que sentiré dicho efecto, sé que lo voy a sentir.
—¿Por qué siempre me regalas una rosa amarilla?
Es algo que empezó hacer después de impedir mi boda y no entiendo la razón.
—Porque te gustan.
—¿Y ya?
—Sí —responde—, es así de simple. Te gustan las rosas amarillas, hay una señora que vende rosas cerca de Reagan Corp. Ayudo a la señora y consigo sacarte una micro sonrisa. Es como ganar, ganar para mí.
En mi familia solo se hacen cosas por otros con la intención de que la otra persona nos deba algo. Es una de las razones por las que Stefan suele estar de mi lado en ciertas ocasiones, lo hace porque sabe que yo me sentiré en deuda con él y cuando necesite algo de mí, yo lo ayudaré.
Yo crecí con la idea que los actos de bondad no son genuinos, solo son meros favores a devolver cuando sea necesario para la otra persona.
—Eres un hombre tan extraño, Colin Hayes —le digo—. Y también me gustan los cactus. Solo para que lo sepas.
—Lo tendré presente, señorita.
Mi teléfono vibra en mi mano por un mensaje y el nombre en la pantalla me hace maldecir en mi mente.
Cristal: ¿Podemos hablar? Necesito explicarte algunas cosas, porque a pesar de lo que piensas, yo valoro mucho nuestra amistad.
Elimino el mensaje y pongo mi teléfono en modo no molestar.
—Bien, ya que hemos acordado que me va ayudar, creo que debemos aclarar un par de cosas, la primera es que debemos tutearnos. ¿Le parece bien?
—Sí.
—Puedes decirme Len o Lennox, cómo gustes.
—¿Solo tengo esas dos opciones?
Hay un toque de diversión en su voz que me hace enarcar una ceja hacia él y Colin solo se encoge de hombros.
—Sí, no abuses. ¿Te parece bien si vamos hablar de esto mientras comemos? Tenemos mucho que hablar y no he comido en todo el día.
La verdad es que no como nada desde ayer, pero él no necesita saberlo.
Cuando Colin me responde que no hay ningún inconveniente con ir a comer, le mando un mensaje a Katie, ella detesta que vayamos a su restaurante sin cita previa, pero siempre tiene una mesa para nosotros y estoy segura que hoy no será la excepción.
—Vamos al restaurante de Katie, mi hermana.
Katie es hermosa, de largo cabello negro que en su he estado natural es rizado, pero ella siempre lo alisa y recoge en un apretado moño. Ella es, sin lugar a dudas, la más hermosa de los seis. También es la más reservada y seria, no hay algo que ella no haga bien, mi padre la adora, el abuelo también. La relación con su mamá es una incógnita para todos.
Dice la madre de Andrew que papá quiere mucho a Katie porque su mamá, es su amante favorita y que por eso viaja mucho a Dublín.
—¿Te molesta si te pregunto cómo es tu relación con tus hermanos?
La pregunta en si no me molesta, solo me hace sentir algo molesta la respuesta ensayada que siempre doy, la respuesta que todos esperan escuchar. Aunque dudo que esa respuesta sea lo que espera Colin Hayes.
—Con quién mejor me llevo es con Lena, la menor.
—Pero solo la has visto dos veces en los cuatro meses que llevo trabajando contigo.
—Exacto. Con Andrew mi relación siempre ha sido difícil, él es el mayor y piensa que los demás debemos hacer todo lo que él dice. Es un idiota. De ahí viene Katie que no trata con nadie y es difícil acercarse a ella o competir con ella porque es perfecta en todo lo que hace. Y con Stefan las cosas son difíciles porque nuestras madres se llevan muy mal.
—¿Y Drea?
—Me llevo bien con ella, excepto cuando nos vemos.
La única vez que todos nos reunimos es en acción de gracias y las cosas son demasiado tensas y falsas. Jamás entendí como Eliza permitía estar sentada en la misma mesa con las amantes de su esposo y los hijos bastardos.
La última cena de acción de gracias fue peor que las demás, antes, mi madre y las madres de mis hermanos, se comportaban, pero esa vez parecían competir por conseguir la atención y afecto de mi padre. Y yo no entiendo la razón, ¿qué tiene él que consigue que mujeres inteligentes y hermosas estén compitiendo por él? Desde mi punto de vista, mi padre no lo vale.
—¿Tú tienes hermanos? —le pregunto como una forma de cambiar de tema.
—Sí, una hermana mayor, Anissa, vive aquí en San Francisco y tiene una hermosa niña de seis años, Sammy, ella cree que eres linda.
Por la forma en que habla de su hermana y sobrina me atrevo asumir que su relación es buena.
—¿Le has hablado de mí?
—No, te ha visto en un par de revistas.
Intento no hacer una mueca porque ya sé a qué revistas se refiere.
—¿Tú no vivías aquí?
—No, vivía en New York, me mudé aquí hace cinco meses.
Llegamos al restaurante de mi hermana y Colin se baja para abrir la puerta del auto, le hago una seña para que me acompañe.
El maître nos lleva hasta la mesa que Katie ha reservado para nosotros. Nos acomodamos y nos entregan el menú, ofreciendo su opinión por la especialidad de la casa y el salmón.
Unos segundos después que él maître se ha ido con nuestra orden, mi hermana se acerca a nosotros, con su elegante traje de chef oscuro y su cabello recogido en un perfecto moño.
—Katie, hola —la saludo y ella me devuelve el saludo con cortesía, sus ojos fijos en Colin—. Colin, ella es Katie, mi hermana. Katie, él es Colin.
—El chófer que interrumpió tu boda.
Colin se ríe y extiende su mano hacia mí hermana.
—Justo así es como me conocen mis amigos, aunque yo prefiero solo Colin.
Katie estrecha la mano de Colin y sus ojos verdes me miran.
Katie es hermosa, capta la mirada de todos cuando entra en una habitación, pero hay algo más en ella, sus ojos verdes siempre esconden una profunda tristeza, algunos dicen que no, que se debe solo a su aura nostálgica o que Katie casi no sonríe. Pero yo sé que es algo más, que hay una tristeza en ella que yo puedo entender y relacionarme.
Es una tristeza que yo he visto antes en mis ojos cada vez que me veo al espejo.
—¿Ahora eres el nuevo novio?
—Soy un prospecto para nuevo novio —le explica Colin—. Lennox me está analizando para ver si soy material para ser su novio. Creo que está a punto de sacar un cuestionario.
—Exageras.
Katie muestra una media sonrisa.
—Eso suena como, Len —murmura—. ¿Estás feliz con tu nuevo prospecto para novio?
¿Feliz? No claro, que no. Y no tiene nada que ver con Colin o con esta mentira, tiene más que ver con lo que hay debajo, la razón de porque debo mentir y el hecho que quiero mantener esta mentira como una especie de salvavidas. Porque si quito esto, si dejo aún lado el intentar controlar está situación en la que me metí, lo único que queda es la horrible y dolorosa verdad de que la persona que yo amaba me estuvo engañando. Que tal vez todo fue una mentira.
—Algo así —respondo.
No creo que haya necesidad de mentirle a Katie, porque sus ojos verdes siempre parecen saber lo que los demás intentamos esconder.
—¿Y él es bueno contigo?
Miro a Colin que me está sonriendo.
—Lo intenta.
Que es más de lo que hace la mayoría, pero después de todo, a Colin le pago. ¿Intentaría ayudarme si no trabajara para mí? Hay una pequeña parte en mí que aún mantiene su fe en la humanidad, que me grita que sí, porque aun sabiendo que puedo pagarle, no me está cobrando por ayudarme.
Al menos se merece el beneficio de la duda.
—Mereces más que alguien que solo lo intente, Len —dice Katie en ese tono suave y helado que siempre utiliza con todos—. Se bueno con mi hermana, porque de lo contrario, debo señalar que soy muy buena utilizando cuchillos.
Colin me mira y yo muevo mi cabeza de forma afirmativa.
—Me considero advertido.
—Espero que la comida sea de su agrado. Pidan lo que quieran, todo corre por mi cuenta.
—Gracias casi cuñada.
—De nada, prospecto de novio.
Katie se despide de mí y la veo desaparecer hacia la cocina.
—Me agrada —murmura Colin.
—Solo te agrada porque te da comida gratis.
—Sí, no lo pienso negar. ¿Quién puede decirle que no a la comida gratis?
—Los que tienen problemas alimenticios.
El camarero llega con nuestra orden y hacemos una pausa a nuestra conversación hasta que le damos las gracias y se retira.
—Pareces llevarte bien con Katie.
—Las apariencias engañan.
—¿Es así?
No, no del todo. No me llevo mal con Katie, pero mi madre tampoco dejó que me llevara bien. La relación entre hermanos se ve muy afectada por la relación que mantienen nuestras madres y al ser la madre de Katie la favorita de mi padre —aunque no entiendo lo fascinante de eso—, mi madre y las madres de Andrew, Drea y Stefan, siempre fueron muy firmes en mantener una distancia con Katie y es algo que nos transmitieron a nosotros.
La personalidad de lobo solitario que tenemos todos tampoco ayuda mucho.
—Me agrada Katie —confieso—. Casi no la veo, creo que solo nos vemos una vez al mes a lo mucho, pero cuando nos vemos ella me pregunta si estoy bien, si he comido o si estoy durmiendo lo suficiente. Sé que es su forma de decirme que se preocupa por mí y me gusta.
Es solo hasta varios segundos después, que me doy cuenta de lo que he dicho, y me quedo mirando confundida hacia Colin sin entender como estoy hablando con tanta naturalidad con él, contándole cosas que usualmente no le digo a nadie, en especial a personas que no conozco.
—Mi abuelo quiere conocerte y lo más probable es que el resto de mi snob familia también quiera. Mira mi abuelo no es mucho del old money porque él tuvo que trabajar para ganar su propio dinero, pero el resto de mi familia no opina lo mismo. Y antes que lo conozcas debemos hablar sobre una historia de portada.
—No hay necesidad de fingir, solo estamos los dos aquí —me dice Colin y al principio no entiendo su comentario, aunque después lo hago.
—No estoy fingiendo.
Sus ojos se entrecierran y hay un toque de sorpresa en su mirada.
No debería ser una sorpresa, yo fui educada para ser una Reagan y años de enterrar todo bajo capas y capas para evitar que salgan a la superficie, disfrazando el peso de todo con nada más que una máscara, es algo a lo que estoy condicionada y de lo cual no me voy a deshacer con tanta facilidad.
—En realidad, solo eres así cuando piensas que hay alguien mirando.
—¿A qué te refieres?
Lo escucho tatarear sobre la comida y yo levanto una ceja esperando una respuesta a mi pregunta.
—Cuando cierras la puerta del auto y te estoy llevando a casa, sacas un libro y mientras lo lees, murmuras para ti misma, te muerdes las uñas y haces todos los gestos que asumo hace la protagonista. Te molestas cuando las cosas no van como quieres y sonríes cuando algo bueno pasa. Incluso te he visto llorar por un mal final.
—¡No es cierto!
Miro alrededor cuando me doy cuenta que he hablado más fuerte de lo que debería y me apresuro a recobrar la compostura.
—Lo haces. También cantas, no muy bien, pero te gusta cantar. Siempre estás tarareando las músicas de camino al trabajo y hablas para ti misma mientras respondes correos. Hay un tipo del trabajo, Fred, al que detestas y siempre estás maldiciendo a tu hermano, Andrew.
No me había dado cuenta que hacia ese tipo de cosas, suelo sumergirme demasiado en mis pensamientos cuando voy al trabajo o me dirijo a casa, y cuando estoy leyendo me desconecto del mundo.
Tampoco era consciente que Colin prestaba atención a lo que yo hacía.
—¿Que más has notado sobre mí?
Se sumerge un momento en sus pensamientos antes de responder.
—Siempre usas ropa blanca los lunes y azul los jueves, pero el resto de la semana vistes de negro, siempre negro.
Es verdad. Visto de blanco los lunes porque es el color de ropa que estaba usando en mi primer día ahí, y el negro se debe porque así no tengo que perder mi tiempo eligiendo colores. El negro es elegante y siempre es una buena opción.
—Te gustan los musicales y mirar las estrellas, aunque nunca te detienes a verlas el tiempo suficiente.
—También me sé todas las constelaciones y la historia detrás de cada una de ellas —agrego—. Mi abuela nos enseñó eso y nos impartió su amor por las estrellas. Ella nos dijo que siempre quiso estudiar astrofísica, pero que su familia nunca se lo permitió. Después de casarse, mi abuelo mismo la llevó a inscribirse a la universidad.
¿Por qué me resulta tan fácil hablar con Colín?
Es como si el filtro que siempre tengo al estar con los demás, se apagara una vez que estoy hablando con él. Y no me gusta.
—Voy hablar con Kelly, mi amiga y abogada para que redacte una especie de contrato. Te dejaré leerlo y puedes firmar si estás de acuerdo.
—Me parece bien. ¿Algo más, prospecto de novia?
Le digo que la historia de portada sobre nuestro romance debe estar ceñida a la realidad, entre más simple, mejor. Que no soy fanática de las demostraciones de afecto y en general de recibir afecto y mucho menos en público.
Mi regla de nada de abrazos o besos en público, me será muy útil en esta mentira.
—Y te pasaré un documento con información sobre mí, que, como mi novio, se supone que debes saber. También te mandaré un documento similar en blanco para que lo llenes con tu información y me lo envíes.
—¿Me vas a tomar algún examen? ¿Hay algo en específico que debo estudiar?
Su voz a veces sale como una suave caricia, tiene un tono tan relajante.
—Tal vez.
Sus ojos grises se entrecierran y miran en mi dirección.
—¿Y cuál es mi recompensa si respondo bien?
Le sostengo la mirada un momento antes de apartarla para mirar mi reloj y decirle que ya nos debemos ir porque debo revisar algunos informes.
Cuando salimos del restaurante y ambos estamos en el auto, volvemos a tratarnos de usted.
Me quito los zapatos de tacón y camino con ellos en mis manos hasta mi habitación donde me termino de quitar el resto de mi ropa para ponerme algo más cómodo.
Veo que tengo un mensaje en mi contestadora y aplasto para escuchar el mensaje, notando un poco tarde que es de mi madre, quien suena feliz, aunque con ella nunca se sabe. Fue de ella de quién aprendí a sonreír y fingir estar bien, también me enseñó que, si hablas suficiente frente a los demás, ellos asumen que estás bien y no te van a preguntar cómo estás, de esa forma uno se evita el mentir o pensar en excusas.
—... Tu padre me contó lo de tu ascenso, Len. Estoy tan orgullosa de ti, pero debemos hablar sobre ese chófer que tienes. Además, hija, no te olvides de comprarme ese bolso que vi en la tienda, te mandé una foto y prometiste que me lo ibas a comprar. Responde mis mensajes. Adiós, Len.
Me quedo un largo momento mirando la contestadora preguntándome qué pasó por la cabeza de mi madre cuando decidió tener una hija.
Es lo menos que puedes hacer por mí, Lennox. Yo no quería tenerte. Arruinaste mi vida, yo pude ser una gran ejecutiva sí tú no hubieras nacido —me dice cada vez que le niego algo —. Ojalá jamás hubieras nacido, mi vida sería mejor si tú no existieras.
Pero yo me pregunto, ¿qué haría ella sin mí? Soy yo quien paga sus cuentas, quien compra su comida y le da dinero para sus caprichos. Soy yo quien cuida de ella y a pesar de todo, jamás seré suficiente para alguien que solo se empeña en ver cómo yo arruiné su vida, cuando yo jamás pedí nacer y mucho menos pedí tenerla como madre.
Lo siento, Lennox, no quería decir eso, solo estoy molesta. Sabes que te quiero y que soy muy feliz de tenerte como hija —me suele decir después—. Te amo, no lo olvides.
A veces yo también deseo no haber nacido. A veces deseo dejar de existir.
Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos y camino para ver quién es.
—¿Qué quieres Niall? Pensé que te dejé muy claro que no quiero nada contigo. Nada.
Lo miro y pienso que es más fácil tratar de asimilar todo cuando él está lejos, pero cuando está cerca y lo veo, el dolor se vuelve más intenso y en lo único que pienso es en cada una de las promesas que rompió, en las fotos de sus cuerpos entrelazados y siento asco ante el recuerdo.
No estaban borrachos, tampoco les había sucedido nada que los haga caer en desesperación. Era una noche más del montón, lo cual vuelve todo aún más doloroso, porque al menos me gustaría tener alguna excusa, pero no tengo nada. Porque después de esa primera vez, él siguió regresando a ella y ella lo dejó entrar.
—Quería saber si habías hablado con ella. No está en su apartamento. Quería hablar con ella, terminar todo. Y lo sé, entiendo que es tarde, que debí hacer eso hace tiempo, que nunca debí estar con ella, pero estoy intentado hacer las cosas bien, Len.
¿Acaso él piensa que yo tengo una fortaleza sobre humana para soportar el dolor? ¿Qué le hace pensar que venir aquí y preguntar eso es una buena idea? O yo soy muy buena ocultando mi dolor, o él lo nota y no le importa en absoluto, y yo me inclino más por la segunda opción, y quizás me inclino por esa opción porque es más fácil de esa manera.
—Te amo.
Sus palabras causan un hincón en mi pecho, un ardor sordo dónde antes sentía calidez al escuchar esas mismas palabras. Ya no hay calidez dentro de mí, solo quedaron glaciales desolados que vagan sin rumbo congelando todo a su paso.
—Te amo, Lennox —repite.
¿Cómo puede mirarme a los ojos y decirme que me ama después de lo que me hizo? Uno no lastima de esa forma a quien dice amar. ¿Qué clase de amor siente él que causa un dolor tan fuerte? Ninguna clase de amor podría aguantar una traición como esa, y mi amor o yo, no somos tan fuertes como para resistir y perdonar. Porque incluso aunque quisiera perdonarlo, no puedo hacerlo.
Duele demasiado para si quiera intentar perdonar.
—No, no me amas a mí. Tú amas la forma en la que yo te hago sentir, amas tenerme a tu lado y amas que yo te ame, pero a mí, a mí no me amas. Y ya me cansé de dar amor y solo recibir migajas a cambio, me cansé de dar más en esa relación y que tú solo me des sobras. He terminado contigo, y con tu forma egoísta de amar, porque eres un cobarde que jamás me mereció. No sabes amar, solo sabes y quieres recibir amor, Niall.
Si nadie hubiera movido el teléfono de dónde Kelly lo dejó, si el zapato no se hubiera salido y al menos un semáforo hubiera he estado en verde, la historia sería muy diferente.
—Lo siento tanto, Len. Lamento de todo corazón haberte engañado.
—Deberías, porque jamás en tu patética y miserable vida, vas a encontrar a alguien que sea mejor que yo. Porque ambos sabemos que, de los dos, no soy yo quien perdió.
Yo no le digo nada más o espero a que él responda, solo cierro la puerta en su cara con fuerza.
—Ojalá te fueras al infierno, Niall y jamás regresarás de ahí.
El día de mi boda no se suponía que yo tuviera mi teléfono a la mano porque Kelly me dijo que no debía seguir trabajando, así que me quito el teléfono y lo dejó en una de las mesas más alejas de mí, del hotel donde me estaba arreglando, conectado a un enchufe. Alguien lo movió, lo desconecto y justo cuando me iba, mi zapato se salió, Kelly se adelantó solo un poco y mientras me acomodaba el zapato, vi el teléfono y lo tomé.
Y esa mañana todos los semáforos estaban en rojo, así que tuve tiempo suficiente para revisar mis correos, pasar a ver mis mensajes de texto y encontrarme con esas fotos.
—Una interesante y sencilla manera de ver el efecto mariposa o teoría del caos.
La puerta vuelve a sonar y maldigo pensando que es Niall de nuevo, pero al ver por el intercomunicador veo que es Kelly.
—Traje vino y mi hermosa compañía —me dice mi mejor amiga cuando abro la puerta.
—¿Me puedo quedar solo con el vino?
Me hago a un lado para dejarla pasar y Kelly suelta un fingido sonido de molestia.
—Hieres mis sentimientos, Len.
Ella camina por mi ático hasta la cocina en busca de dos copas y yo la sigo.
—¿Cómo estás, Len?
Estira una copa hacia mí y yo bebo la mitad de un solo sorbo.
¿Cómo estoy? No lo sé. Devastada, creo. Intentado no ahogarme en mi propio dolor y miseria.
—Mi abuelo no mintió, estoy saliendo con Colin, mi chofer.
—¿Qué? Espera un momento. ¿Hablas en serio? ¿Cuánto alcohol hemos bebido?
No el suficiente para mantener esta conversación.
—Y no, tampoco estoy lista para hablar de con quien Niall me engañó.
La realidad es mucho peor, porque tengo que mirarla a los ojos y ella me devuelve la mirada como si no pasara nada. Sonreír y fingir. Es lo que mejor sabemos hacer.
Solo debo tragarme mi dolor y fingir que estoy bien, como siempre hago.
—¿Sabes una cosa Kelly? —le pregunto cuando le quito la botella de vino de la mano— Mañana pensaré en resolver mis problemas como una persona madura, pero está noche los resolveré con alcohol.
Y al despertar en la mañana recuerdo porque no me gusta beber, y porque no debo tener el teléfono en la mano cuando lo hago.
"En la teoría del caos, incluso los pequeños cambios crean grandes diferencias respecto al resultado final de los hechos, por lo tanto, el final de los sucesos no resulta totalmente predecibles, porque las posibilidades son múltiples, pero los resultados limitados".
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⚠¡ALERTA DE SPOILER DEL CAPITULO 6!⚠
—Pero Len, es tan bueno ver qué vas a dejar tu ático para ir a vivir con el señor Hayes. Eso es algo que requiere un gran sacrificio y no puedo estar más orgulloso de ti. Aunque claro, esto para los demás podría ser algo apresurado, pero lo entiendo, seguro no quieres cometer los mismos errores que con Niall.
¿Qué yo voy hacer qué?
¡Jesús y todos sus apóstoles! ¿Qué parte de la historia me perdí? ¿Cómo es que esto pasó?
—¿Nosotros qué? —preguntamos Colin y yo al mismo tiempo mientras miramos a mi abuelo con la misma expresión de desconcierto.
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