2. Los dioses lanzaran los dados.
ABBA - The Winner Takes It All (1:04 — 1:57)
Siempre he sido fanática de la astronomía, del espacio y sus misterios, en gran parte porque me gustan las cosas complicadas, que necesitan ser estudiadas a fondo para ser comprendidas, y, aun así, a pesar de lo mucho que las personas intenten, jamás logran saber todo sobre el gran universo al que pertenecemos. Gran parte del universo, empezando por su origen, siguen siendo un misterio. Aún no se puede determinar con exactitud, cuál teoría es la correcta, pero sabemos que tuvo un inicio y tendrá un final, como todo lo que en él existe, por ejemplo, las estrellas, que nacen y mueren, dejando a su paso un bonito cadáver en forma de supernova.
Todo lo que sucede en el universo está conectado con nosotros y ni siquiera nos damos cuenta de ello —me decía mi abuela.
Todo está conectado, incluso las cosas que parecen no estarlo, porque Dios no juega a los dados con el universo. Pero, ¿dios juega a los dados con la vida de las personas?
—Él me engañó —murmuro—. En el mensaje dice que me ha he estado engañando por tres meses, pero, ¿será eso verdad?
Nos hemos mudado a una mesa apartada para poder conversar. Exile es el lugar adecuado para poder mantener esta conversación, porque no se permiten teléfonos, no cualquiera puede entrar y asegura la privacidad, pero, sobre todo, no es grande y ostentoso.
—No quiero ser la víctima, no quiero que todos me miren con lastima y pesar. ¿Por qué ellos son los infieles y soy yo quien tiene que agachar la cabeza? ¿Por qué ellos son los que se equivocaron, pero soy yo quien se siente culpable? Siento que de alguna forma eso fue mi culpa y odio sentirme así.
Sé que la mayoría no lo hace con la intención de hacernos sentir mal, pero es así como nos sentimos, mal. Ver esa mirada en sus caras solo nos recuerda lo que sucedió, el dolor del engaño y la ira dormida de la traición. Yo me pregunto, si les llego a decir ¿en algún momento dejarán de mirarme así? No quiero ser por siempre la mujer que fue engañada. Pero eso es lo que seré si los demás se enteran.
—Entonces no lo sea, nadie tiene el derecho a decirle que o quien puedes ser —me dice Colin—. A menos claro, que usted les de ese derecho.
—Creo que ambos sabemos que lo hice.
—Y ambos sabemos que usted se los puede quitar, porque meceré más de lo que le han dado. Mucho más de lo que usted cree que merece.
Doy un pequeño sorbo a mi copa de martini porque, de pronto, mi garganta se ha secado al igual que mis labios. Tal vez se deba al recuerdo de esas malditas fotos o a la tela de mi vestido de novia rozando mi piel.
—Es usted más sabio de lo que pensaba.
—No sé si eso es un insulto o un cumplido.
Hago una seña para pedir otro trago, pero Colin me detiene y me dice que es momento de irnos, que me vendría bien cambiarme de ropa y comer algo.
Yo estoy a punto de refutar el hecho que yo soy su jefa y que no tiene derecho a darme órdenes, pero me siento tan cansada y me dejo llevar hasta mi ático, él abre la puerta y yo le agradezco antes de decirle que es todo por hoy, que puede irse.
—Espera. No te vayas aún, déjame tomar algunas cosas para que me puedas llevar al aeropuerto. Necesito irme por un tiempo, no puedo quedarme aquí.
Subo hasta mi ático y me quito el vestido casi rasgando la tela sin importarme la forma en que se daña el delicado encaje, lo dejo a un lado y tomo una pequeña maleta del armario y guardo algunas prendas de ropa, busco mi pasaporte y mi billetera antes de bajar para subirme de nuevo a mi auto con las gafas oscuras cubriendo mis ojos verdes.
Le pido a Tom, mi asistente, que me reserve un vuelo porque estoy camino al aeropuerto y también le pido discreción, porque no quiero que nadie se entere sobre esto. Solo me iré una semana, máximo dos.
—Gracias —le vuelvo a decir a Colin—. No sé cómo agradecerte por tu ayuda, pero tómate estás dos semanas de vacaciones, yo cubriré todo.
Saca una simple rosa amarilla de detrás de su espalda y la deja con cuidado en la palma de mi mano.
El gesto me toma con la guardia baja.
—Tenga cuidado, señorita y llame si necesita algo. Cualquier cosa.
—¿Yo llamo y tú vienes?
Él sonríe.
—Sí, ¿no ha sido así desde hace cuatro meses?
Lo ha sido, incluso si no lo sabía, porque es mi chofer, es su trabajo venir cuando yo llamo. Aunque no es su trabajo saber que me gustan las rosas amarillas.
El lugar que eligió Tom es Montana, dijo que nadie me va a buscar ahí y me hará bien estar apartada, él tiene razón, al menos la primera semana donde ignoro los mensajes, llamadas y correos del trabajo, del equipo de relaciones públicas. La segunda semana dejo de evitar el trabajo y me siento a responder la mayoría de correos, algo que me toma demasiado tiempo, en especial los que tienen que ver con el escándalo de mi boda.
La tercera y última semana la paso llorando todo lo que pueda llorar, porque sé que al regresar a San Francisco ya no podré hacerlo.
—Voy a regresar mañana —le digo a Kelly—. Mi padre está furioso, soy la persona más odiada por el equipo de relaciones públicas y tengo una reunión con mi abuelo en Reagan Corp a las tres.
—Len, no pienses en tu papá o tu mamá, en realidad, no pienses en nadie más que en ti. Cariño, no eres egoísta o mala hija por priorizar tus emociones, y si ellos no pueden verlo, es su problema no el tuyo. Ahora dime, ¿qué quieres hacer al regresar?
—Quiero que Niall vea que he seguido adelante, que mi vida no se acabó porque él decidió ser infiel y romper mi corazón. Quiero que vea que no puede regresar a mi vida solo porque se dio cuenta que la decisión que tomó fue un error, porque yo no lo estoy esperando.
Niall fue a verme ayer porque quería que regresemos, quería una segunda oportunidad, cuando no me encontró en mi ático, me llamó y dejó un mensaje de voz seguido de varios correos. Dijo que me ama y que podemos volverlo a intentar. Y mientras yo estaba ahí escuchando lo que él tenía que decir, solo pensé en cómo no se dio cuenta que me ama cada vez que me fue infiel.
Yo le conté todo a Kelly, pero omití decir el nombre de la persona con la que Niall me engañó.
—Ese piojo sin sangre siempre me dio mala espina, había algo en él que no me terminaba de convencer.
—Debí escucharte, tu sexto sentido jamás falla.
—Está bien, Len, de los errores se aprende y estás situaciones nos fortalecen. ¿Estás segura que es momento de regresar? Te extraño, pero si necesitas algo más de tiempo, deberías tomártelo.
Recargo mi mano sobre el lavado y observo mi reflejo, mi cara en forma de corazón y la forma que mi cabello rubio enmarca mi rostro, lo apagados que están mis ojos verdes —solo tengo un ojo verde, tengo heterocronía y tengo un ojo verde y otro azul grisáceo, aunque casi no se nota—. Observo mi reflejo por un largo tiempo y suelto un suspiro.
—Sí, Kelly, es momento de regresar
—Está bien, sabes que estoy aquí para ti. Lo que sea que necesites, soy tu persona. Te quiero y llámame antes de tomar el avión.
—Yo también te quiero.
Cuando llego a San Francisco al día siguiente, son las siete de la mañana, el señor Hayes me está esperando para tomar mi equipaje y hay una solitaria rosa amarilla junto a mi asiento en mi auto.
Toma la rosa y la observo con atención.
—¿Sabes de qué me di cuenta? —le pregunto cuando enciende el auto, no espero a que responda y continúo— Que el discurso que diste en mi boda fue similar al de Taylor Swift en Speak now.
Me di cuenta de eso tres días después de llegar a Montana y por alguna razón, me hizo sonreír.
—Llevo escuchando Taylor Swift todas las mañanas por cuatro meses, a estas alturas dudo que haya una música de ella que no me haya aprendido contra mi voluntad.
—¡Oye! Sus músicas son buenas.
—Sí, lo sé, cuentan una historia. Eso es lo que siempre dice, señorita.
Es verdad, me gustan las músicas que cuentan una historia y todas las mañanas voy al trabajo escuchando a Taylor Swift y Abba. Al regresar escucho a Sleeping at last o Imagine Dragons.
—Sí, señor Hayes, usted tiene suerte que yo lo deleite con esas músicas.
—Estoy seguro que soy el hombre más afortunado del mundo por escucharla cantar todas las mañanas All too well como si le acabaran de romper el corazón, señorita Reagan.
Todas las mañanas es una exageración, la canto pasando un día.
—Bueno, ahora sí me han roto el corazón y esa música es apropiada para mí situación.
—¿Le gustaría que la ponga?
—No, no. Deja esa, me gusta la historia de the last great american dynasty.
—Usted dice eso de todas las músicas, no creo que tenga una opinión parcial.
Me encojo de forma leve de hombros.
—¿Qué clase de música le gusta a usted? —le pregunto.
—Lo siento, señorita, pero no tenemos esa clase de confianza.
—¿Qué? Que exagerado, le estoy preguntando la música que le gusta, nada más. Y usted ya sabe la música que me gusta.
—No por elección propia. ¿No cree usted que la música que nos gusta es algo muy personal, algo intimo?
Él me da una mirada ilegible por el espejo retrovisor y yo aparto la mirada. No volvemos hablar por el resto del viaje hasta mi ático.
Me detengo en seco cuando llego a mi ático y veo a Niall sentado afuera de mi puerta.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto.
No me detengo a pensar en quien le pudo decir que estoy aquí porque sé que es algo que no vale la pena.
Él levanta la cabeza de forma brusca cuando me escucha y se levanta del piso con la intención de acercarse a mí, pero yo lo detengo estirando mi brazo para impedir que se acerque. ¿Qué le hace pensar que lo quiero cerca de mí?
—¿Podemos hablar? Por favor, Lennox.
—¿Hablar?
—Sí, después de todo lo que hemos pasado, creo que lo mínimo que nos merecemos es hablar. Una última conversación.
Yo busco las llaves en mi bolso y le hago una seña para que se mueva y me deje abrir la puerta.
—¿Quieres hablar? Bien, hablemos.
Dejo caer mi bolso y lo empujo con el pie hacia un lado mientras recuesto mi costado contra el marco de la puerta y me cruzo de brazos para sostenerle la mirada.
—¿Por qué ella? —le pregunto— Es que no lo entiendo, no comprendo cómo escogiste engañarme con ella cuando sabías todas las inseguridades que tengo por su culpa. Cuando sabes lo difícil que fue crecer a su sombra y la forma en que ella me hacía sentir. No entiendo porque justo tenías que engañarme con ella. Así que te vuelvo a preguntar, ¿por qué ella?
Lo que sucedió con Niall, me hizo renunciar a la idea que exista una especie de príncipe azul o caballero de la brillante armadura que venga a mi rescate, y con quién yo vaya a vivir feliz por siempre. No soy una damisela en peligro, y tampoco voy a quedarme sentada esperando a un hombre que quiera ser mi esposo, porque nunca he sido una mujer soñadora.
Tal vez mi final feliz no sea un hombre y eso está bien. Estoy muy bien con esa idea, pero a pesar de eso, yo quiero saber que lo orilló a engañarme, que lo hizo tomar esa decisión. Quiero saber porque hizo lo que hizo y creo que al menos merezco una explicación.
—¿Qué la hace mejor que yo? ¿Qué te hizo engañarme con ella y destrozar mi corazón? Por favor, dime qué pasó por tu cabeza esa primera noche y la razón por la cual seguiste regresando a ella. Dime porque no luchaste por mí y por mi perdón, porque me dejaste como sí yo no hubiera significado nada para ti.
Ya no menciono cosas como el destino o mi idea de las almas gemelas —no creo en las almas gemelas como tal, pero sí en el entrelazamiento cuántico—, solo me desperté un día y dejé de mencionar ese tipo de temas. Kelly, quien me conoce desde hace años, lo llamó efecto engaño, ella me dijo que es un efecto secundario de lo que sucedió con Niall, que va a pasar y volveré a ser la antigua Lennox. Pero yo no estoy tan segura que pueda volver a ser esa persona, porque a la antigua Lennox le costaba confiar y creía que era difícil de amar, y ahora esos miedos se han multiplicado por cien y me parece casi imposible volver al punto de partida.
No es tu responsabilidad hacer que te quieran —me dijo mi terapeuta—. Y sí te hacen sentir que es difícil amarte, tal vez no sea la persona correcta.
Y eso sería fácil de creer sí todas las personas en mi vida no me hubiera hecho creer que era difícil amarme a tal punto que fue normal para mí creer que el problema era yo. Pensé que sí todos decían lo mismo, tal vez tenían razón y el problema era yo.
—No lo estás entiendo, no es que ella sea mejor que tú, porque por supuesto no lo es. Fue solo un error, un jodido error que te prometo no voy a volver a cometer. Y es que te amo, a ti y solo a ti, jamás he amado a nadie de la forma que te amo a ti. Te quiero en mi vida y quiero casarme contigo, cumplir todos esos planes que teníamos. Te quiero, Len.
—¡Pero me engañaste con ella! ¡Me engañaste!
¿Cómo es que él no lo entiende? ¿Cómo elige ignorar mi dolor de esa forma y pensar solo en lo que él quiere?
Me engañó y eligió seguir engañándome. Fue una elección, no un error.
—Se que te mereces algo mejor que yo, créeme que lo sé, pero por favor, dame una oportunidad más y te prometo que esta vez no te voy a fallar. Por favor, es todo lo que pido, una oportunidad más, Len.
Es la verdad más grande que él me ha dicho. Porque no merezco alguien que descubra que me ama solo cuando me está perdiendo y en sus momentos de conveniencia. Merezco alguien que luche por la relación tanto como yo y no solo se quede ahí, dejándose querer por mí.
Estuve durante dos semanas esperando una llamada o mensaje de su parte donde me diga perdón por lo sucedido, perdón por herirme, solo quería que me pida perdón para saber que al menos yo le importaba algo. Pero me quedé noches enteras llorando junto a un teléfono esperando un mensaje que jamás llegó, anhelando una disculpa que él me negó y que yo tanto lo merecía. Esa disculpa no llegó y solo hace unos días se dio cuenta que me amaba y que quería una segunda oportunidad.
—Merezco alguien mejor que tú, y sin embargo aún te amo, y todo esto me duele. Me duele aún más el que a ti no te haya importado, porque se supone que eras el amor de mi vida y que íbamos a estar juntos por siempre. Y tal vez fui muy soñadora al creer eso, pero es que no merezco menos y no merezco la forma que me haces sentir, ni mucho menos el dolor que me estás causando. En resumen, tienes razón, merezco algo mejor que tú, pero tú jamás vas a merecer a alguien como yo. Entonces no, no voy a regresar contigo, ni ahora, ni nunca porque no lo vales y será mejor que te vayas.
Siempre se habla de lo difícil que es confiar en alguien más después de una traición, pero más que confiar en alguien más, lo que nos cuesta es volver a confiar en nosotros después que alguien que creíamos nos amaba, rompe esa confianza.
—Ya hiciste tu elección, Niall. Esa noche y cada vez que la buscaste la elegiste a ella, y ahora debes vivir con las consecuencias. Deberías irte, seguro te está esperando y nunca le ha gustado que la hagan esperar.
Cierro la puerta y me derrumbo hacia el suelo llorando en silencio y cubriendo mi boca con mis manos para ahogar un sollozo.
Pienso que hay un universo donde él no me engañó y nos casamos, nos fuimos de viaje a Grecia como teníamos planeado y justo ahora estamos acostados en nuestra cama, en la casa que compramos para empezar nuestra vida juntos. Pienso que hay un universo donde no estoy en el piso llorando por su traición.
Y con la idea de ese universo me quedo dormida en el mueble de mi sala después de llorar por su culpa, igual a como sucedido desde el día donde debió ser mi boda.
Cuando llego a Reagan Corp, el imbécil y arrogante hermano mayor que me tocó, me está esperando en la entrada con una sonrisa pretensiosa muy propia de él.
—¿El abuelo te nombró como el nuevo conserje? —le pregunto y saludo a Dustin cuando paso— Es bueno que te haya dado un puesto más apto para ti, claro, sin menospreciar a nuestro querido Dustin que hace un gran trabajo como conserje de Reagan Corp.
—¿Realmente regresaste? Cuando tu mamá nos lo dijo, no lo podía creer.
Por supuesto que tenía que ser mi madre quien les informó que yo regresaba y ni siquiera sé cómo ella se enteró, pero ella siempre logra enterarse de todo.
—No regresé, solo soy un holograma.
Toso la palabra idiota y sonrío hacia Andrew.
—Es bueno ver qué tus pequeñas vacaciones no te han quitado tu buen sentido del humor, querida hermana.
—¿Por qué lo haría?
Andrew iguala mi paso y pasa su tarjeta por el ascensor privado que tenemos, las puertas se abren y se hace a un lado para dejarme pasar.
—El abuelo te está esperando y papá no estaba nada feliz cuando se enteró que regresaste. Si yo fuera CEO de Reagan Corp, no creo que te dejaría seguir trabajando aquí. No es un buen ejemplo para el resto de empleados que te vayas sin previo aviso.
—Pero no eres CEO, así que lo que tú pienses o quieras, me tiene sin cuidado, querido hermano.
Con Andrew siempre he compartido una gran animosidad, competimos por ver quién de los dos es el mejor, Stefan también suele unirse a esta competencia, Katie no porque ella dirige su propio restaurante, Milis y es chef ahí. Drea es cantante y cuando no está de gira, está en alguna fiesta, ella es conocida como la oveja negra de los hermanos Reagan. A Lena tampoco, porque ella es patinadora olímpica y pasa casi todo su tiempo entrenando y en competencias.
Andrew es el director ejecutivo de Reagan Corp y Stefan está en el departamento legal.
—Bueno, hermana, no creo que el abuelo te siga teniendo en cuenta para ser su heredera después de esto.
—Cállate, Andrew y métete en tus propios asuntos.
—Como gustes, hermanita.
Las puertas del ascensor se abren e ignoro la risa de Andrew mientras me dirijo hacia la oficina de mi abuelo, el CEO se Reagan Corp.
Su asistente me dice que él me está esperando y tomo aire antes de entrar en su oficina.
—Buenas tardes, Abuelo. ¿Me dijeron que querías verme? Bueno, aquí me tienes. ¿De qué querías hablar conmigo?
No es tan difícil actuar como si no hubiera hecho todo un show el día de mi boda y he escapado a Montana por tres semanas sin notificar al trabajo o dar alguna señal de que estoy bien a excepción de un mensaje que le dejé a Tom, mi asistente.
Me siento en la silla que me indica mi abuelo y sonrío, pero mi abuelo no me devuelve la sonrisa, no me sorprende, él es alguien inexpresivo, rara vez muestra emociones. Katie se parece a él en eso.
—Lennox, es inaceptable lo que hiciste —empieza a decir mi abuelo—. No eres como cualquier otra persona, eres una Reagan, no puedes ir por ahí haciendo el tipo de espectáculo que hiciste el día de tu boda, esperaba esto de Drea, pero jamás de ti. Y mucho menos puedes escapar, así como así de tus responsabilidades.
Me invade esa sensación de pesadez y malestar que siento cada vez que algo sale mal, debo controlar la necesidad de morder mis uñas y mover mi pierna por la desesperación ante la mirada severa de mi abuelo.
No manejo muy bien la sensación de equivocarme, de cometer errores, de hacer algo que decepciona a otros.
—Sí, mira justo eso es lo que quería explicarte.
Estoy a punto de contarle a mi abuelo que en realidad no estoy saliendo con mi chofer, que lo hice solo porque minutos antes me enteré que Niall me había he estado engañando, cuando mi abuelo vuelve hablar.
—Pero entiendo porque lo hiciste y a pesar de todo, estoy orgulloso de ti, Len.
—¿Qué?
¿Acaso estoy soñando o me perdí parte de la conversación?
Mi abuelo mueve de forma ligera las comisuras de sus labios hacia arriba en lo que parece ser una sonrisa.
—Sí, hija, me enorgullece ver cómo dejaste de lado el dinero por seguir tu corazón. No es algo que tus hermanos harían, ni siquiera tu padre, pero al parecer hay esperanza contigo.
Mi abuelo me empieza a contar que él también trabajó un tiempo como chófer para poder pagarse sus estudios y los sencillos regalos para cotejear a mi abuela, quien pertenecía a una adinerada familia la cual no lo aceptaba por no pertenecer a su misma clase social, así que él me entiende.
También me felicita por lo valiente que fue al enfrentarme ante todos por amor y darle el lugar que mi "novio" se merece.
—Y es por ese acto, que estoy seguro que harás un excelente trabajo como nueva CFO de Reagan Corp, al menos como primer paso antes de nombrarte mi sucesora y heredera.
—¡Abuelito! ¿Hablas en serio?
—Sí, Len. Por años has trabajo muy duro y te has esforzado por estar donde estas, pero tenía que al igual que tus hermanos, tu padre te haya infectado con su amor por el dinero y sed insaciable de poder. Pero al ver cómo no te importó sacrificar ambas cosas que te podía dar Niall y su familia por el amor, entendí que tú eres digna de ser mi sucesora.
Oh, dioses benditos. Ya quiero ver la cara de Andrew cuando le dé la noticia.
—Y me encantaría conocer de forma oficial a tu novio. ¿Cómo dijiste que se llamaba?
Muerdo mi labio antes de forzar una enorme sonrisa.
—Colin, se llama Colin Hayes y me encantaría que lo conozcas.
Mi abuelo sonríe complacido con mi respuesta y yo le devuelvo la sonrisa, mientras pienso en el enorme problema en el que me estoy metiendo y la gran mentira que debo sostener.
"Sí Lennox le hubiera contado a su abuelo la verdad esa tarde, él entendería su situación, igualmente la nombraría CFO de Reagan Corp y seis meses después, Lennox seria nombrada CEO. Pero Lennox eligió mentir y las cosas se complicaron a partir de ahí".
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top