1. No estaba en mí irme con gracia.
Taylor Swift - My tears ricochet (0:30 — 1:08 segundos)
¿Qué hubiera pasado sí? Es una de las preguntas que más nos hacemos a lo largo de nuestra vida. Pensamos en otras posibilidades, otros resultados, otras opciones. ¿Qué hubiera pasado sí giraba a la derecha en lugar de la izquierda? ¿Qué hubiera pasado sí mis elecciones fueran diferentes? Todos quisiéramos saber que pasaría sí, y lo fascinante de la física, es que hay una teoría que asegura que, en otros universos, eso aquello que pudo suceder, está sucediendo. Es decir, que sí yo escogí ir a la izquierda en este universo, hay otro universo donde yo fui a la derecha. Y así con cada elección que tomamos.
Aquella teoría del multiverso me da cierto consuelo, me hace sentir mejor de una forma que no logro entender, saber que hay otra yo, que puede estar tomando mejores decisiones y tal vez siendo feliz. Porque tal vez en otro universo, tuve la historia de amor que merezco y la felicidad que parece que en este universo me es negada.
—Lennox, hija, te ves hermosa —me dice mi padre cuando se para a mi lado—. Niall es un hombre afortunado.
Miro mis manos cubiertas con los guantes para ocultar mis uñas rotas, algo que provoqué después de no poder dejar de morderlas en las últimas semanas.
Levanto la mirada hacia mí padre y fuerzo una sonrisa.
—Papá... —las palabras se atascan en mi garganta. — ¿Tú entenderías si yo no continuara con esto? ¿Me perdonarías por irme ahora?
Tienes el síndrome de Wendy o el síndrome de la hija perfecta —me dijo mi terapeuta—. Por eso sientes esa necesidad de siempre querer complacer a tus padres, de no dejar que nadie se sienta infeliz con alguna decisión que tomas.
El comprenderlo y saber que es un problema, no hizo que de forma automática dejara de existir, dijo que será difícil erradicarlo y que aun así quedarán secuelas, porque es un comportamiento que he venido teniendo por años y no va a desaparecer de la noche a la mañana.
—¿De qué hablas, Len? Esto es lo que tú quieres y sabes que es bueno para nosotros. No digas tonterías, ya estamos a minutos de empezar la ceremonia.
Mi padre no cuestiona la razón de mis preguntas, él sabe que algo no anda bien, pero también sabe que aquello podría interferir en sus planes así que lo deja pasar, pone el error en un segundo plano olvidado y finge que las cosas están bien, que todo marcha de maravilla.
Palmea mi mano y me sonríe, yo tardo un par de segundos en devolverle la sonrisa.
—Te ves hermosa, hija —me repite.
Sí, sí, muy hermosa, pero, ¿también me veo feliz? La respuesta es no y eso debería ser lo más importante este día o cualquier otro día de mi vida.
—Yo siempre me veo hermosa, papá —respondo sin mirarlo.
—Gracias por incluir a tu hermana, Lena en tu ceremonia.
De mis cinco medios hermanos, Lena, la menor de todos, es con quién mejor me llevo.
Mi padre tiene seis hijos y todos con diferentes mujeres. El mayor es Andrew, va a cumplir treinta, su madre era una modelo británica, de ahí viene Katie con veintiocho, cuya madre trabajaba para una agencia publicitaria, de ahí sigue Stefan con veintisiete años, su madre era la azafata del avión de la compañía. De ahí vengo yo con veintiséis años, mi madre trabajaba en Reagan Corp hasta que quedó embarazada de mí. Después de mi viene Drea, con veinticuatro años, su madre cantaba en el club de empresarios que pertenece a mi familia. Y por último Lena con veintiún años recién cumplidos, cuya madre regresó a Corea y murió allá.
—No tienes nada que agradecer, papá, es un gusto para mí.
—Pero pensé que tendrías tres damas de honor.
Miro a mi padre de reojo.
—Sí, Cristal, mi amiga, iba a ser la tercera dama, pero dada algunas circunstancias optó por no venir y creo que fue lo mejor.
Kelly, mi mejor amiga se para delante de mí con una media sonrisa, pero se acerca un poco cuando me ve, ella me conoce lo suficiente como para saber que algo me está pasando.
Me pregunta con la mirada que sucede y yo solo respondo con un gesto de cabeza antes que, Olga, la organizadora de la boda, le indique a Kelly dónde debe pararse. Lena, mi media hermana por parte de padre, se para detrás de Kelly y me dedica una sonrisa brillante.
—Bien, todos listos. La ceremonia va a empezar —nos dice Olga.
—¿Olga? Tengo una pequeña petición.
—Sí, te escucho.
Hoy se supone que era el día más feliz de mi vida y ella tenía que venir y quitarme está felicidad. ¿Era tan difícil para ella dejarme tener este día? Siento que no pido mucho, que me he esforzado lo suficiente, que he intentado y merecía este día.
Envuelvo mi brazo alrededor del brazo de mi padre y me apoyo en él un momento, porque mis piernas se han vuelto demasiado débiles como para sostenerme y mi corazón está latiendo demasiado rápido de nuevo. Cierro los ojos y tomo aire, dejándome sentir el dolor mientras el aire inunda mi cuerpo, me dejo sentir el dolor y la decepción antes de exhalar y poner mi mejor sonrisa falsa.
—¿Estás lista, Lennox?
No, porque me acabo de enterar que el hombre que amo me estuvo engañando todo este tiempo.
Pero estoy bien, porque al crecer como Reagan, aprendí a desarrollar como forma de sobrevivir una gran hiperconciencia de las emociones de quienes me rodean, para poder tener la capacidad de prepararme para cualquier problema o amenaza. Siempre lista y a la espera que caiga el otro zapato.
Así que está bien, yo puedo con esto. Yo soy más fuerte que ellos.
—Sí, estoy lista.
Las altas y elegantes puertas de la iglesia se abren y los invitados guardan silencio mientras se levantan y los músicos empiezan a tocar la marcha nupcial y yo pienso qué esa ni siquiera era la música que quería, que no quería simple flores blancas adornando la iglesia y mucho menos con flores azules.
A mí me gustan las rosas amarillas —pienso.
¿Él sabe que prefiero las rosas amarillas?
Casi puedo sentir como mis neuronas motoras se rompen y disparan para impulsar el movimiento de mis pies a pesar de las protestas del fuerte ardor en mi pecho, dónde metafóricamente están mis sentimientos. Y el sonido superficial de la sangre en mis oídos por los fuertes latidos de mi corazón, apagan los sonidos a mi alrededor y ahogan los pensamientos de mis pies y cuerpo moviéndose hacia el altar donde me espera Niall, con una brillante sonrisa.
Me sobresalto al sentir la mano de mi madre alrededor de mi brazo para llevarme hacia un grupo determinado de personas.
—Ven, Len, quiero presentarte a alguien.
Ella no me deja responder y mi mano queda extendía hacia la bandeja de canapés que pensaba tomar.
Miro hacia el grupo de personas que ella quiere que conozca, ya puedo imaginar por qué. A veces es un poco frustrante como mis padres me utilizan para consolidar o conseguir ciertos negocios, mamá dice que, si tengo belleza, debo hacer uso de ella y yo le digo que también tengo cerebro y uno muy bueno, pero a mi madre no parece importarle mucho. Papá no es mejor que ella y es por eso que agradezco que jamás hayan he estado juntos, si separados me vuelven loca, no quiero imaginarme cómo sería vivir con los dos.
—Lennox, estos son Rogers y su hijo Niall, están haciendo negocios con Reagan Corp, estoy segura que tu padre querría que los conozcas.
Niall, quien al parecer tiene mi edad, da un paso adelante y extiende su mano para tomar la mía y me sorprende cuando se lleva mi mano a sus labios y deja un casto beso en mi palma.
Todo un perfecto caballero.
Mi madre y el padre de Niall sonríen felices por el gesto.
—Es un gusto conocerte, Lennox. Tu papá hablado mucho de ti, ¿en qué departamento trabajas?
—Me acaban de nombrar directora del departamento de control de calidad.
—Vaya, felicidades. Creo que debemos celebrarlo. ¿Te gustaría bailar?
Miro hacia la pista, dónde algunas personas están bailando, yo usualmente no lo hago porque no me gusta mucho este tipo de eventos, pero mi familia insiste en que debemos asistir a las galas benéficas porque son buena publicidad para Reagan Corp.
Tomo la mano de Niall y dejo que él me guíe hasta la pista de baile.
Nuestra historia empezó esa noche, no fue un comienzo especial o sentí alguna emoción cuando lo conocí, pero poco a poco eso fue cambiando y si pudiera cambiar algo, sería el asistir esa noche a esa gala benéfica.
La música sigue sonando y pienso en lo mucho que odio esa música y en cuando odio a Niall, y a todos. Incluso me odio a mí por no darme cuenta que él me estaba engañando.
—Niall, espero que sepas lo afortunado que eres al casarte con mi hermosa Lennox —le dice mi padre mientras toma mi mano y se la entrega a Niall.
¿Desde cuándo yo soy una posesión que deba ser entregada de un hombre a otro? ¿Cuándo me volví esto?
Agradezco tener guantes para evitar que mis manos toquen de forma directa la piel de las manos de Niall.
—No se preocupe, yo soy muy consciente del hombre afortunado que soy y le prometo hacer muy feliz a Lennox. Porque no hay nada más importante para mí, que su felicidad.
¿Cómo puede decir mentiras con tanta seguridad?
No puedo evitar analizar en mi mente cada cosa que me ha dicho pensando que cosas han sido mentiras y si hubo algo real en toda nuestra relación.
Dos años de relación, ¿para esto?
¿No crees que nos estamos apresurando, Niall? —le pregunté cuando los preparativos de la boda empezaron.
No, Len, te amo y quiero pasar el resto de mi vida contigo —fue su respuesta.
Y yo le creí.
—Estamos aquí reunidos para celebrar la unión de Niall Lane y Lennox Reagan.
Se supone que este debería ser el momento más feliz de mi vida. Debería serlo, me esforcé para esto y lo merezco, pero como siempre, nada sale como yo quisiera, al final, solo obtengo decepciones.
La gala benéfica parece que va a durar por siempre y la sonrisa en mi cara se siente tensa y pesada, creo que cada minuto se acerca más a una mueca que a una sonrisa.
Una mano se envuelve alrededor de la mía y antes que pueda reaccionar, estoy corriendo por el salón, sonrío al ver que es Niall quien ha tomado mi mano y me lleva fuera de esta fiesta hasta la terraza del edificio donde me dice que puedo gritar con libertad la frustración que me ha causado este evento.
—Gracias —le digo.
—Cualquier cosa por ti y por verte sonreír.
Sus manos toman las mías y comenta algo, no estoy segura, lo único que recuerdo con exactitud es la sensación de sus labios contra los míos.
Esa noche compartimos nuestro primer beso y fue tan perfecto. El tipo de primer beso que uno podría contar en la fiesta posterior a la boda, y eso era justo lo que tenía planeado hacer.
—Esto usualmente no se dice —empieza a decir el sacerdote—, pero como pedido especial de la encantadora novia voy a preguntar, ¿hay alguien aquí que se oponga a esta ceremonia? Sí es así, que hable ahora o que calle para siempre.
Bien, este es el momento.
Contengo la respiración y doy una mirada hacia los invitados que tienen una sonrisa en su cara sin entender por qué quería que se haga esa pregunta, dando paso a que la iglesia se sumerja en un silencio bullicioso.
—Yo me opongo —dice alguien con voz fuerte y clara.
Hay murmullos alrededor que se empiezan hacer cada vez más fuertes, y también escucho un par de jadeos de sorpresa.
A pesar de eso, esto es muy emocionante y sonrío aún más, cuando veo la forma dramática con la que Colin entra en la iglesia porque al parecer él se está tomando muy en serio su papel.
—Mira no soy el tipo de persona que interrumpe una boda, pero tú no eres el tipo de mujer que debería estar casándose con alguien que no sabe cuál es su flor favorita o porque te gusta tanto Taylor Swift y Abba. Con alguien que no entiende que no te gusta hablar por las mañanas y que en las tardes solo quieres leer un libro mientras vas camino a casa.
Él hace una pequeña pausa, tan corta como el tiempo que hay entre un latido y el siguiente, entre un parpadeo y las ganas que tengo de escuchar el final de esto.
—No eres el tipo de mujer que debería estar casándose con la persona equivocada —me dice y empieza a caminar hacia mí sin apartar sus ojos de los míos—. Tú debes estar conmigo, es el destino porque nuestra historia está escrita en las estrellas.
Hay un leve jadeo de sorpresa, que se escucha muy cerca y tardo un momento en comprender que es mío al darme cuenta las cosas que Colin sabe de mí, aunque no debería sorprenderme porque escucho a Taylor Swift y Abba todas las mañanas camino al trabajo y siempre me detengo los lunes y jueves a comprar rosas amarillas, me quejé por días al saber que las rosas de la boda serían blancas y azules.
Y siempre leo un libro cuando salgo del trabajo y me dirijo a mi casa. Es relajante, me gusta, me da confort.
No me sorprende que Colin sepa esas cosas de mí, mi sorpresa es que alguien que me conoce hace cuatro meses, sepa más sobre mí que el hombre con él que estoy a punto de casarme.
—¡Lennox! ¿Qué clase de retorcida broma es esta? —me pregunta mi madre.
—¡Seguridad! —dice mi padre.
Veo como mi padre se levanta y Andrew, mi hermano mayor, se levanta para detener a mi padre.
—Esto no es cierto, te conozco, Len, sé que jamás te fijarías en... ¡Un chofer! —sigue diciendo mi madre— Deja está estupidez y sigue con la maldita ceremonia.
—Lennox, amor, ¿qué está pasando aquí? —me pregunta Niall— Se supone que este es el día más feliz de nuestras vidas. ¿Lo recuerdas?
Pero no es eso lo que recuerdo en este momento, es otro, un recuerdo aún más doloroso.
Las estrellas están brillando está noche de una forma casi mágica, mis ojos están fijos en ellas y extiendo mi mano hacia arriba para poder indicarle a Niall la constelación de la cual le estoy hablando.
Hace poco le conté lo mucho que me gustan las estrellas y que, por años, fueron mi única compañía y consuelo, las únicas constante en mi vida y él decidió traerme aquí para que podamos observarlas.
—Gracias por hacer esto por mí, Niall.
Nadie antes se había tomado la molestia de hacer este tipo de gestos, de tener estos detalles para mí.
Su sonrisa se hace aún más amplia y toma mi mano entre la suya.
—Haría cualquier cosa con tal de verte sonreír.
No soy una persona muy afectuosa o propensa a las demostraciones públicas de afecto, para mí, tomarnos de la mano como lo estamos haciendo ahora se siente muy íntimo, pero hay otra parte de mí, aquella que se está congelando en años de indiferencia y falta de amor, que está desesperaba por acercarse al calor de Niall y dejarme envolver en él.
A veces yo soy tan fría.
—¿Cualquier cosa?
—Sí, siempre buscaré la forma de verte sonreír.
Hay una pequeña voz en mi cabeza que me susurra que en cualquier momento Niall se dará cuenta de algo que yo siempre he sabido, que estoy rota, tan rota que estoy más allá de la posibilidad de una reparación. Y que cuando él se dé cuenta de eso, se irá.
—¿Lo prometes, Niall?
—Lo prometo.
Soy consciente de cómo todos me están mirándome a mí y capto la mirada de Kelly, mi mejor amiga y ella me guiña un ojo, antes de aclararse la garganta y dar un paso al frente.
—Es verdad, ellos se aman —empieza a decir Kelly—. Yo he sido testigo de su gran amor. Igual que la canción, amor prohibido murmuran por las calles por qué somos de distintas sociedades. ¿Alguien se la sabe? ¿Nadie? Que decepción.
—¡Basta! Esto es inaudito.
Mi madre sigue farfullando sobre que esto no es posible porque yo jamás saldría con alguien que no sea de mi clase social, mi padre exige una explicación e incluso puedo escuchar las voces de mis hermanos mayores, Andrew, Stefan y Katie, quienes tratan de mantener en calma la situación y evitar que todo se salga de control. Drea, por el contrario, parece estar disfrutando del espectáculo y esperando que el drama aumente.
Miro de reojo a mi abuelo Samuel y su rostro está estoico.
Yo dejo caer el ramo de mis manos y lo piso cuando me giro hacia Niall, me quito el anillo y lo dejo en su palma.
—No te merezco Niall y lo nuestro no hubiera funcionado, no por mí, si no por ti. Yo siempre fui demasiado para ti y no es mi problema que tú no lo hayas podido ver, pero no me voy a quedar aquí a esperar que te des cuenta de la gran mujer que soy. No me voy a quedar a mendigar por tu amor porque, ¡Ni siquiera sabes cuál es mi flor favorita! Lo que es peor, no te importa y yo merezco más de lo que alguien como tú me podría dar.
Me quito el velo y lo lanzo a un lado, también me quito los guantes porque no me importa si pueden ver mis cutículas dañadas o mis uñas.
—Lennox...
—No, escúchame, por una vez en tu vida, realmente escúchame —no se lo pido, le exijo que me escuche—. Eres el perfecto caballero, el príncipe encantador sacado de un perfecto cuento de hadas, pero eres todo eso solo en apariencia, la verdad es que, en el fondo, no hay nada de ti que valga la pena y me lamento tanto por tardar en darme cuenta.
Las personas se quedan en silencio y los ojos de Niall arden con diferentes emociones.
—Puedes meterte todos tus millones por dónde no te da el sol, no me importa —le sigo diciendo—. Porque ni con todos los millones del mundo, podrás ser la mitad de hombre que Colin es.
Se escucha un jadeo colectivo y una exclamación llena de disgusto que estoy segura que proviene de mi madre quien sigue diciendo que yo solo estoy nerviosa y que por su puesto que amo a Niall y me quiero casar con él.
—Vamos, Len, ¿hablas en serio?
—Sí, Niall, hablo muy en serio.
Miro a Colin que parece estar disfrutando con lo que está pasando.
—Tienes razón —digo en dirección a Colin—. No soy el tipo de mujer que se va a casar con la persona equivocada.
Lena aplaude y da pequeños brincos de felicidad, la veo compartir una mirada con Kelly y ambas sonríen. Drea, desde su asiento, también aplaude.
Alguien, no estoy segura de quién es, comenta que yo no puedo estar enamorada de mi chofer.
—Pero, es verdad, Lennox y él se aman y querida amiga, es momento que huyas con tu verdadero amor. ¡Huye! ¡Ahora! Vamos, vamos.
Kelly me sonríe y me vuelve a guiñar un ojo antes de hacerme un gesto con la mano para que salga, y ese parece ser todo el estímulo que necesitaba porque dejo de escuchar los reproches de mi madre, los comentarios molestos de mi padre y los murmullos de los invitados, y solo corro hacia Colin quien sonríe cuando me acerco y me hace girar en sus brazos, me baja con cuidado, se quita el sombrero y se inclina en señal de despedida hacia donde está Niall con cara de enfado y se despide con la mano.
—Eso fue mejor de lo que había pensado —susurro en su oído—. Vámonos de aquí.
Hay gritos y exclamaciones, personas corriendo hacia nosotros, pero ninguno de los dos le presta atención y nos dirigimos hacia mí auto, él abre la puerta para mí y se sube casi al instante.
Lo hice. Lo dejé. No me casé.
Creo que, por primera vez en mi vida, no hice lo que se esperaba de mí, no me tragué mis emociones para hacer algo que haría feliz a los demás, me puse a mi primero y se siente liberador. Claro, también siento miedo a lo que va a pasar, a las consecuencias, pero dejando eso a un lado, la sensación de liberación es casi adictiva y me podría acostumbrar a ella.
—Creo que aquí es donde usted me dice hacia donde vamos.
Miro los ojos grises de Colin por el espejo retrovisor, pero aparto la mirada cuando mi teléfono suena junto a mí y lo tomo para ver la lluvia de mensajes que me empiezan llegar, pero hay uno en particular que llama mi atención y es el de Niall.
Abro su mensaje, escribo una simple oración y adjunto una de las fotos que me enviaron.
Para Niall: Espero que esto responda tu pregunta.
—¿Hacia dónde, señorita?
Lanzo mi teléfono con la respuesta de mi ex prometido infiel y miro por el espejo retrovisor el par de ojos grises que me observan expectantes.
—Hacia las estrellas o directo al infierno, justo ahora, me da igual conocer a Dios o a cualquier demonio.
"Y un día dos personas se conocen. ¿Quiénes son? ¿Quiénes eran antes de conocerse? ¿Cambiaran sus vidas ahora que se conocen? ¿Seguirán llevando vidas separadas o empezarán a compartir una vida? Todo puede suceder, el destino no está escrito en las estrellas".
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