29. KAIHO.
Lewis Capaldi - Wish You The Best (0:00 - 3:31)
La organización de la fiesta y la reinauguración de la disquera está a cargo, como muchas otras cosas en mi vida, de Jeny —a quien de forma reciente le subí el sueldo—, y es perfecta. Invita a los medios que debe invitar, se encarga de que los periodistas no pregunten cosas que no deben o serán escoltados fuera del lugar y está atenta a que todo esté en su sitio.
Hay discursos y aplausos, risas, cantos y demás cosas. Mi familia está aquí, por supuesto que también está Jazmín y obviamente Spencer.
—¿Sabes lo que más me gusta de Spencer? —le pregunto a Lennox.
Mi hermana se gira y me mira con curiosidad.
—¿Qué es?
—Su novia.
Se ríe y me quita la copa de champán de la mano.
—Creo que ya has bebido lo suficiente, Drea.
—¿Qué? No, estoy celebrando. Vamos, Len. No merezco al menos eso.
Pero ella permanece inflexible.
En su lugar, toma mi mano y me lleva con ella hasta la pista de baile, dónde Lena se une a nosotras.
Unos cuantos bailes después, me encuentro alejándome de la fiesta cuando son casi las dos de la mañana y dirigiéndome a la terraza de este lugar.
Me paro cerca de la baranda y abro los brazos mientras una risa brota de mi pecho ante las sensaciones que burbujean en mi interior porque ya no existe Moon Records ahora es Drea Music. Es mío. Todo esto es mío y me lo merezco.
La sensación de ser observada me hace mover mi cabeza y me encuentro con la mirada de Jazmín, quien me está mirando, como buscando algo, pero mi mente está muy nublada por el alcohol como para poder notar que es.
—Siento que he ganado una batalla —confieso.
Estoy tan feliz de que él esté muerto, incluso con todo lo que dicen los medios y todo el caos porque compré la disquera y las especulaciones de porque no lo compraron sus hijos, no me interesa. Nada de eso podrá arruinar lo feliz que estoy por conseguir esto.
Porque he aprendido que haga lo que haga, igual van a hablar de mí. Así que he dejado de darle importancia a comentarios de personas que no me conocen.
—Lo hiciste —me dice Jaz—, y estoy muy orgullosa de ti.
Ella luce tan hermosa está noche, pero ahora, bajo la luz de la luna, se ve simplemente espléndida. Jamás he visto nada más hermoso que ella.
Pero Jazmín es solo mi mejor amiga —me recuerdo—. Solo mi mejor amiga.
Ahora, me repito esa frase a diario y varias veces al día: cuando me despierto y el sol me recuerda a ella; cuando estoy por irme a dormir. Y siento que eso, combinado con el limitado contacto que he mantenido con ella estás semanas, podría estar ayudando.
Quizás fue egoísta de mi parte saltarme la cena del jueves cuando nunca antes he cancelado de esa manera, quizás fue egoísta cancelar una noche de cine o una salida al mercado artesanal. Y si, sé que es egoísta la forma en que le respondo los mensajes con una o dos palabras mientras ignoro sus llamadas, pero estoy manejando la autopreservación.
—Baila conmigo.
Jazmín no pregunta, casi lo exige de una forma que jamás me ha pedido nada antes, sacándome de mis pensamientos con esas palabras.
Parpadeo, preguntándome por un par de segundos si fue correcto el tono en el que escuché lo que dijo.
—Baila conmigo —repite en el mismo tono con una sonrisa en sus labios.
—No hay música y ni tú o yo tenemos nuestros teléfonos.
Se acerca a mí y toma mi mano, llevándome a la mitad de la azotea.
—Entonces canta.
Lo dice de manera tan simple con una leve risa y en ese mismo tono demandante de antes.
Tomo su mano y pienso, ¿por qué me torturo de esta manera? Ya es bastante malo que mi estado de ánimo se haya desplomado un poco al verla llegar con Spencer, pero me doy cuenta que Jeny tiene razón y obligarme a que está amistad continúe cuando me siento así, es simplemente una tortura en este momento.
Necesito tiempo y necesito pensar. Por suerte, mi gira empieza de nuevo en una semana.
—¿Has oído hablar del entrelazamiento cuántico? —le pregunto.
Empiezo a cantar Work song de Hozier mientras nos movemos de forma lenta por la azotea de mi nueva disquera.
Que buena manera de inaugurarla. Aunque se me ocurren otras mejores.
—Podría haber leído sobre el tema después de una de tus entrevistas —confiesa y sus mejillas adquieren un adorable tono rosado—. Y no me mires así, no puedo evitarlo. Hablas de muchas cosas interesantes en tus entrevistas.
Sonrío.
—No estoy juzgando, solo dime, ¿qué sabes sobre ese tema?
—No mucho, solo que es un fenómeno que ocurre cuando las partículas no se pueden describir de forma independiente. ¿Verdad? Y en sí, consiste en que dos partículas pueden estar conectadas de manera que la acción que se realiza sobre una de ellas también afecta a la otra, aunque estén a grandes distancias una de la otra.
La hago girar y ella regresa a mis brazos, mientras sigo cantando cerca de su oído.
—Sí —me detengo de la canción para responderle—. Incluso cuando están separadas, siempre están conectadas por lo que, si uno de ellos tiene un giro en el sentido contrario a las agujas del reloj, esto significa que todo el grupo tiene un giro en ese mismo sentido. Pero, algunos científicos como Einstein, no estaban de acuerdo con esto, decía que violaba las reglas.
Einstein no estaba de acuerdo con la interpretación del entrelazamiento cuántico propuesta por Niels Bohr y Werner Heisenberg, que proponía que el entrelazamiento cuántico era debido a la naturaleza fundamentalmente probabilística del universo, y que la realidad solo se materializaba cuando se realizaba una observación. Einstein se oponía a esta idea, y creía que la realidad debería ser invariable.
—Pero más tarde se demostró que es cierto —sigo diciendo—, mediante experimentos repetidos en los que, incluso cuando estaban separadas por una distancia mayor, las partículas compartían las mismas características. Y al menos para mí, el amor verdadero es muy similar a eso, al entrelazamiento cuántico. No podemos deshacernos de aquellos a quienes verdaderamente amamos. Esa persona vivirá en ti para siempre, incluso sí su lugar está siendo ocupado por alguien más.
Nos detenemos, pero no nos alejamos.
—Pero, si es así, ¿no deberían estar juntos?
Tal vez, Pero he aprendido que a veces incluso aunque dos personas se amen —como Katie y Remy, por ejemplo—, hay que entender que este es el mundo real y el amor es más complejo que eso.
—No necesariamente —le digo—. En mi opinión, puedes amar mucho a una persona, pero esa persona no amarte a ti de la misma manera, o pueden ser buenos el uno con el otro, pero aun así estar separadas, y aunque la amas, sabes que no pueden estar juntas.
Pero hay un universo donde si lo están. Solo que no es este. Nunca lo fue.
—Por qué a veces, incluso aunque estás realmente enamorada, no es suficiente, y creo que cuando amas mucho a alguien debes dejarlo ir, ¿sabes? Porque lamentablemente, no todas las historias de amor tienen un final feliz.
—No todas las historias de amor tienen que ser trágicas.
Ladeo la cabeza y pienso bien en mis siguientes palabras.
—La tragedia y el amor son dos caras de misma moneda, Jazmín.
El dolor provocado por un corazón roto es una enfermedad muy real y, como he descubierto de forma reciente, mortal si no se trata de manera adecuada o si no se le presta la atención que se le debe conceder.
Y a veces, la única cura para el dolor es simplemente olvidar.
—¿Estás bien, Drea?
Asiento con la cabeza de forma muy lenta.
—Sí, sabes que ahora mismo estoy un poco borracha y eufórica por esta noche, pero, ¿puedo admitir algo sin que me lo reproches después?
Los ojos de Jazmín se abren y sus labios se separan, no dice nada, pero me dice que sí con la cabeza.
—Eres lo primero en mi vida que tiene sentido en mucho tiempo, Jazmín, y tal vez tú seas la forma que tiene el universo de compensarme por cada cosa mala en mi vida —suelto una pequeña risa—, y vaya que ha habido cosas malas en mi vida, pero tú... Viviría todo eso de nuevo sí sé que al final te tendría a ti. Porque eres increíble, Jaz y solo necesitaba que lo sepas.
La veo contener el aliento y acercarse a mí, tan cerca que duele. Tan cerca que mi mente va hacia donde no debe.
Inclínate. Inclínate. Inclínate —me grita mi mente.
Pero antes de que pueda hacerlo, ella deja un beso en mi mejilla y se aleja.
—Tú lo eres todo para mí, Drea. Todo.
Toma mi mano entre la suya y suelta un suspiro.
—Ahora, vamos. Déjame llevarte a casa, ya ha sido suficiente celebración para ti está noche.
—¿Te quedarás conmigo?
Sonríe.
—Siempre.
*****************
Resulta que Jazmín no acepta en seguida la propuesta de Spencer, ella dice que primero quiere esperar a que Lennox y Colin se casen porque no quiere robarles protagonismo. Cuando la boda de mi hermana sucede y mientras bailamos casi al final de la ceremonia, me dice que va a esperar hasta que mi gira termine porque no quiere que yo esté lejos.
Y pronto, ella se encuentra celebrando dos años de relación —también nos hizo celebrar nuestros dos años de amistad—, y conforme todo se iba posponiendo, la idea de su boda fue doliendo menos, porque al igual que hice con el inicio de su relación, también empecé a ignorar su boda.
Cómo no había un anillo en su dedo, fue fácil ignorarlo. Fingir que aquello solo había sido un mal sueño hasta que la pesadilla regresó y mil veces peor. Porque todo el tiempo que tuve para hacerme la idea no fue suficiente cuando ella anuncio que se iba a casar.
—¡Spencer y yo nos vamos a casar! —anuncia con voz alegre y muestra a todos el anillo en su dedo anular.
Se ve feliz. Muy feliz.
Yo quiero estar feliz por ella, pero no puedo, mi mundo se detiene mientras escucho de fondo los aplausos de mi familia y amigos. Es como una escena de película, me pregunto de forma vaga si Jazmín lo hizo adrede porque ama las comedias románticas. Tal vez sí, pero no importa.
Para ella sería una comedia romántica y para mí un drama. Porque en un momento todos estamos riendo en una noche de juegos y al siguiente ella hace el anuncio y todo a mi alrededor empieza a perder su color y me sumerjo en una película en blanco y negro. Como esas películas antiguas que suelo ver con mi mamá.
—Aun no tenemos fecha oficial para la boda —anuncia Spencer.
Mis ojos se dirigen hacia Jazmín, quien está al otro lado de la habitación, bajo un reflector imaginario que existe solo para ella y veo que está sonriendo en mi dirección.
La sonrisa más bonita de todo este jodido mundo. La sonrisa que tanto amo.
Jazmín. Quien es mi mundo. Mi todo.
Veo como poco a poco ella también va perdiendo su color. De forma lenta, como una fotografía antigua. Y de repente, ya no me sonríe y ya no me ve.
Todo se detiene por unos largos segundos hasta que el mundo empieza a girar de nuevo. Todo se mueve de forma normal. El ruido de una botella de champán abriéndose llega a mis oídos y los murmullos de celebración son tan fuertes que por un momento temo quedarme sorda.
—¡Felicidades a la feliz pareja! —grita Remy.
Veo que es él quien ha abierto la botella de champán, feliz por su hermana.
Todos levantan sus copas, menos yo, pero ni siquiera me doy cuenta que no lo hago, hasta que Lena golpea mi costado con su codo y señala la copa que sostengo con fuerza en mi mano y la levanto, con una sonrisa falsa.
Todo empieza a doler de nuevo. ¿Por qué duele tanto? Pensé que a estas alturas ya me había acostumbrado a esto y no se supone que el amor deba doler así. No debería. Pero por eso me duele, porque yo la amo y ella no me ama, ella se va a casar con alguien más.
La mujer que amo está con otra persona, y yo, ¿qué queda a mí? Nada y la necesidad de escapar de aquí, araña mi pecho.
Necesito aire, porque no puedo respirar.
—¿Te vas?
Veo a mi hermana y le paso la copa intacta.
—Sí, estoy cansada, ha sido un día largo.
Dejo un rápido beso en su mejilla y me voy antes de que ella pueda decir algo, ni siquiera me detengo a recoger mi abrigo. No puedo, solo quiero escapar de ahí.
Estoy llegando a mi auto cuando alguien grita mi nombre y me detengo en seco porque reconozco esa voz.
—Drea —me vuelve a llamar.
No quiero darme la vuelta, no creo que pueda, pero hago un esfuerzo y me giro.
—Jaz.
Quiero desaparecer, evitar su mirada, pero eso la haría sospechar que algo no anda bien y no quiero arruinar su celebración.
Me sonríe y extiende mi abrigo hacia mí.
—¿Estás bien? ¿Por qué te vas tan pronto? —me pregunta con una sonrisa y a mí me duele más el corazón.
¿Por qué me duele tanto verla sonreír?
—Todo está bien, pero ha sido un día largo. Pensé que tú y yo podríamos celebrar después.
Estoy cansada de todo esto.
—Oh, cariño, debiste decirlo.
Murmura triste, pero ella no debería estar triste. Por fin está teniendo lo que quiere y merece, debe poder disfrutarlo. Después de las decepciones amorosas de su pasado, ella merece ser feliz, con alguien que está dispuesto a todo por su felicidad.
—Oye, no estés triste. Hoy es una noche de celebración. Te vas a casar.
Sonrío de forma débil porque quiero animarla.
No soporto verla triste.
—Tienes razón.
La veo juguetear con sus manos y levanta la cabeza de forma tímida.
—Así que tengo una propuesta para ti —me empieza a decir.
Una pequeña sonrisa aparece en sus labios y es doloroso ver esa sonrisa.
Estoy segura que llegando a mi pent-house necesitaré una gran copa de vino o tal vez incluso una botella para poder superar esta noche. Aunque pensándolo bien, dos botellas estarían mejor.
—Puedes pedirme lo que quieras, Jazmín.
Es cierto, haría cualquier cosa por Jazmín. Ella es mi mayor debilidad, pero también es mi mayor fortaleza.
—¿Te gustaría ser mi dama de honor?
La sonrisa de Jazmín se hace más grande, igual que el dolor en mi pecho.
¿Por qué yo? Entre todas las personas que ella conoce, ¿por qué me elige justamente a mí? Yo que quiero huir de todo esto y de su felicidad porque me encuentro herida de una manera que nadie puede ver.
—¿Por qué yo? —la pregunta se escapa de mis labios en un doloroso susurro.
—Porque eres mi mejor amiga y te amo. ¿A quién más podría elegir?
No sé, tal vez a alguien que no esté enamorada de ti —quiero responder.
Ella vuelve a sonreír y está sonrisa es incluso más dolorosa que todas las anteriores. Esto es un juego, un juego muy cruel y sádico en el que jamás tuve la oportunidad de ganar.
Jazmín espera mi respuesta. Los segundos se alargan tanto que parecen años. Pienso que debo negarme, ella lo entenderá. Debe hacerlo. No puedo aceptar.
Pero no puedo negarme, no mientras ella me mira con esos ojos azules brillantes, llenos de cariño y certeza, porque sabe que aceptaré, ya que se supone que no tengo ningún motivo para no hacerlo.
—Por supuesto que acepto.
Siempre he sido un poco masoquista.
Pero no me arrepiento de aceptar —al menos no todavía—, porque la sonrisa de Jazmín se vuelve más brillante y se lanza a mis brazos con la certeza de que la voy a atrapar.
Y en este punto de mi vida, aceptaré todo lo que pueda conseguir de ella, incluso sí son solo abrazos y besos en la mejilla.
Ya me detendré a lamentarme por mis malas decisiones en mi próxima vida.
—Por eso eres mi favorita, Drea. Gracias.
Sí, lo haré. Seré su dama de honor. Es mi mejor amiga, una amiga a la que amo más que a nada en mi vida y nunca, ni en un millón de años, podría negarle algo que ella me pida. Mucho menos cuando lo pide con tanto cariño... Cariño, eso es justo lo que ella siente por mí y estuvo bien por un tiempo, fue suficiente, hasta que ya no lo fue y se volvió parte de una broma cruel.
—En serio, Drea. Gracias por hacer esto. Tengo tantas ideas que me muero por compartir contigo.
Me rio, no por ella, sino por mí misma y de los patética que me siento en este momento. ¿Cuándo sucedió esto? ¿Fue cuando hizo el anuncio o cuando me dijo que se iba a casar? No, creo que me empecé a sentir así cuando descubrí que la amaba y en secreto esperaba a que ellos terminen.
No importa. Esto está sucediendo. Y ahora soy solo una sombra patética y cobarde. Si cobarde. Porque tuve tantas oportunidades para decirle lo que siento, decenas de posibilidades y no tomé ninguna. Tantos momentos desperdiciados.
Esperé mucho tiempo y ahora solo me queda sufrir en silencio.
—¿Jazmín?
Spencer la llama desde la entrada y Jazmín mira por encima de su hombro, se separa de mí y por un segundo pienso que me podría caer. Sintiendo que mi mundo se desmorona por completo.
—¿Sí?
—Vine a ver si todo estaba bien. Llevas tiempo aquí abajo.
Jaz se ríe.
—Estoy bien, Spencer.
Él asiente con la cabeza y le sonríe, sonriendo también en mi dirección. ¿Por qué me está sonriendo? ¿Quién le dio el derecho hacerlo?
Lo odio. Aunque en realidad no puedo odiarlo, porque hace feliz a Jazmín.
—¿Nos vemos después, Drea?
Me mira por última vez con sus hermosos ojos azules, brillando con súplica. Quiero regresar con ella a la fiesta, quedarme a su lado, pero luego miro por encima de su hombro a su prometido y no puedo hacerlo.
Solo quiero distancia de todo esto.
—Si.
—Cuídate y avísame cuando llegues a casa.
Suspira.
Está triste, no entiendo porque se ha puesto triste.
—Lo haré.
Deja un beso en mi mejilla y se gira para caminar hacia Spencer.
—Adiós, Drea.
—Adiós, Spencer.
Jazmín se despide de mí una última vez y la veo alejarse con él.
Me quedo sola en la acera, pero no solo eso, me siento sola.
Solo quiero ir a pent-house y llorar, y eso es justamente lo que hago.
Llego y empiezo a llorar. Lloro por mí y por este dolor. Lloro hasta quedarme dormida.
No sueño. Nada. Porque los sueños son para personas que aún tienen esperanzas, y en este momento yo no tengo nada más que dolor.
—Buenos días, bella durmiente.
—¿Lennox?
Mi hermana me entrega una taza de café y la veo regresar a la cocina a mover algo en un sartén, lo cual me sorprende porque Lennox odia cocinar.
—¿Qué haces aquí?
—Haciéndote compañía. ¿Qué clase de hermanas seríamos si dejamos que sufras sola?
Las puertas del ascensor se abren en ese momento y Lena entra dando saltos y corre a mis brazos, llenándome de calidez y amor.
El lugar es un poco más brillante con su llegada.
—Lenny, que gusto verte.
Katie viene detrás de ella, deja una bandeja con algunos panecillos y se mueve para servirse una taza de café.
—¿Len? Eso que estás cocinando no me a enfermar, ¿verdad? Porque tengo una competencia en unos días.
—Oye, esa acusación me ofende, ni que fuera Drea. Además, deberían agradecer porque ni siquiera cocino para Colin.
Lena se ríe y abraza a Lennox quien finge estar molesta, pero al final le devuelve el abrazo.
Por supuesto que Lennox sugiere ver Mamma Mia, dice que la película me hará sentir mejor. Hay una leve discusión, pero al final terminamos viendo esa película.
Ellas se quedan junto a mi todo el día, y veo que intentan hacerme compañía los siguientes días, pero conforme el tiempo va pasando, incluso aunque ellas lo intentan, me voy aislando. Porque soy buena en eso, es un rasgo de familia. También soy buena fingiendo con una sonrisa en mi cara.
Y eso es triste. Tan, pero tan triste.
Jazmín dice que no quiere apresurar su boda y no se apresura a elegir una fecha y deja el que el tiempo pase, parece feliz y eso es todo lo que importa, incluso aunque las semanas se vuelven meses y aún no tiene una fecha exacta para su boda... Hasta que lo hace y todo se vuelve más real de lo que ya era.
—¿Por qué debo estar aquí para esto? —pregunto.
Colin y Lennox comparten una mirada y Remy pone los ojos en blanco. Los cuatro somos parte del comité de la novia. Damas y damos de honor.
Aunque Katie también está aquí porque Remy la invitó.
—Estas aquí porque eres la dama de honor, lo que me molesta porque debería ser yo. ¡Soy su hermano! Pero, bueno. Y dime, ¿por qué estás tan enojada? Pensé que estarías feliz con la boda de tu mejor amiga.
—¡No estoy enojada! Solo que tengo otras cosas que hacer.
Todos en la mesa me miran y nadie parece convencido con lo que acabo de decir.
—Bien, tal vez estoy un poco molesta, pero ¿no creen que Jazmín se está apresurando con todo esto? Ella es tan joven y conoce a Spencer como hace dos días.
—Llevan dos años y medio juntos, y Spencer es un gran tipo.
—Entonces cásate tú con él —espeto en dirección a Remy.
Él levanta las manos y yo cierro los ojos para controlar mis emociones.
—Este es el peor comité de boda en el que he estado y eso incluye al de Lennox.
Mi hermana le lanza una patata frita y Remy la esquiva.
—Y pensar que en algún momento llegué apoyar que Jazmín salga contigo.
Espera... ¿qué acaba de decir él?
—Te olvidas un detalle, Remy, tú hermana es hetero.
Colin tararea un no, pero es Remy quien responde.
—¿Eres su mejor amiga y no sabes que ella es pansexual?
—¡¿Qué?!
Golpeo la mesa con fuerza y mi pequeño estallido llama la atención de otros clientes.
—¿Ves? Ni siquiera sabes eso de ella, yo debería ser el padrino.
—Pensamos que lo sabías —agrega Colin—. No es como si Jazmín lo ocultara o que hubiera ocultado que le gustabas cuando te conoció.
Todas las Reagan en la mesa giramos nuestros rostros hacia Colin.
—¿Gustarle? —se burla Remy— Prácticamente se mudó a San Francisco por ti y te persiguió por tanto tiempo, pensé que se detendría cuando se enteró que le pediste a Lennox que le consiga una cita con Spencer, ella pensó que hiciste eso porque te habías dado cuenta de sus sentimientos y tú no sentías lo mismo. Que era tu forma de decepcionarla sin lastimarla.
Abro mis labios sin saber que decir.
—Pero seguía dándote señales y tú nada, así que se rindió —sigue diciendo Spencer—. Aunque te quiso por mucho tiempo. Demasiado. Me sorprendió cuando me contó lo de su boda su boda. Sinceramente creía que se terminaría casando contigo.
—¿Le gustaba a Jazmín?
Remy y Colin niegan con la cabeza.
—Ella estaba enamorada de ti y le rompiste el corazón al no corresponder sus sentimientos, pero tranquila, ya te superó.
No. No. No.
Esto no puede estar pasando. Esto no puede ser real.
¡Tenía una oportunidad con Jazmín! Pude evitarme todo este dolor y, ¿la dejé ir? No, no y no.
Pero, ¿qué se supone que debo hacer ahora?
"KAIHO: Un Anhelo desesperado, una soledad involuntaria en la que uno se siente incompleto y anhela algo inalcanzable o extremadamente difícil y tedioso de lograr".
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