26. Tarde para pensar en universos alternos.

Adele - Someone Like You (1:14 - 1:48)

¿Alguna vez has mirado al sol por demasiado tiempo? No es algo que se recomiende hacer porque puede causar daños severos a los ojos y la visión. La luz solar intensa puede dañar la retina, la capa de células sensibles a la luz en la parte posterior del ojo. Es peligroso. En algunos casos, estos síntomas pueden ser temporales, pero en situaciones más graves, el daño a la retina puede ser permanente, lo que lleva a una pérdida permanente de la visión.

¿Cómo empieza todo? Con un ardor en los ojos y lágrimas que empiezan a caer por si solas. Esa es una señal que tomamos las personas para dejar de mirar y cuando lo hacemos, tenemos una visión borrosa y manchas oscuras nublan la vista. No dura demasiado si apartas la vista del sol a tiempo. Pero si dura el tiempo suficiente para dejarte aturdido y propenso a daños si decides dar un paso en ese preciso momento.

Y eso, justamente eso, fue lo que me sucedió con Jazmín.

Amarla y verla amando a alguien más es como mirar directamente el sol y seguir a su lado como su mejor amiga, es tropezar mientras todo lo que veo es a ella.

—¿Me vas a decir que te sucede?

Mi mamá sigue pasando sus dedos por mi cabello, algo similar a como hacia cuando era niña.

Por suerte, estoy de espalda a ella acostada en la cama, abrazando una almohada y escuchando de forma vaga la película en la televisión.

—No me sucede nada. Estoy bien.

—No te han dicho, hija, que cuando uno busca a su madre es porque el alma le duele.

Suelto una pequeña risa.

—Tal vez solo te extrañaba, mamá.

No, no es solo eso, ella lo sabe y yo también lo sé.

La verdad es que no sé qué hacer con estos sentimientos. He tratado de ignorarlos poniéndolos en una caja como decía Lennox —por eso ella me advirtió que no lo haga—, pero no funciona, siguen ahí, burlándose en mi cara. No me dejan estar tranquila. Incluso he tratado de nuevo de convencerme que no son reales o que realmente solo me gusta mucho como una amiga, porque hasta ahora no había tenido una amiga como ella. Eso tampoco funciona. Mi mente y todo mi ser saben que eso no es cierto, que amo a Jazmín, que estoy enamorada de ella.

¿Cómo fui tan estúpida de enamorarme de mi mejor amiga? Desesperada, irremediable y perdidamente enamorada de Jazmín.

Y no sé qué hacer con todo esto que siento.

—¿No deberías estar con tu amiga? Es raro que no estés con ella.

A mí madre le agrada Jazmín, lo cual me pareció curioso la primera vez que lo dijo un poco después que ambas se conozcan, porque a mi madre no le agradan muchas personas.

Se preocupa de forma genuina por ti —me dijo mi madre cuando le pregunté al respecto—, y te quiere. Por supuesto que me va agradar.

—Está celebrando su aniversario. Cumple un año con su novio. ¿Puedes creerlo? Ya un año. Parece que fue ayer cuando empezaron a salir y ya tienen un año.

—Sientes eso porque pasaste la mayor parte de ese tiempo ignorando esa relación y la otra parte en conciertos por el país, y solo fuiste consciente de ellos como pareja cuando ya se volvió demasiado como para seguir ignorándolos.

Los dedos de mi mamá se detienen y muevo mi cabeza hacia ella, mirándola por encima de mi hombro y sin dejar de abrazar la almohada.

—¿Vas a decirme que sucede o voy a tener que verte deprimida todo el día? —pregunta.

Suelto un suspiro.

Me muevo, para poder sentarme y recostar mi espalda en el respaldo de la cama, manteniendo la almohada contra mi pecho.

Mi madre me observa en silencio.

—No estoy deprimida —comento casi a la defensiva—. Estoy bien.

—Soy tu madre, Drea. No puedes mentirme.

—No sería la primera vez que lo hago.

Mi pecho se agita y mi respiración se acelera, aprieto la almohada con más fuerza.

—Soy tu mamá —repite.

—Lo sé.

—¿Pasó algo con Jazmín?

Muevo mi cara hacia ella y levanto una ceja.

—¿Qué? ¿Por qué preguntas eso?

No quiero hablar del tema. Hablar de como he pasado estas semanas desde que descubrí estos sentimientos que me están carcomiendo por dentro. Qué con el pasar de las semanas he ido perdiendo la fuerza para enfrentarme a Jazmín y lidiar con saber que ella es feliz con alguien más. Dioses soy tan mala amiga. No debería sentirme de esta manera.

Estoy física, emocional y espiritualmente cansada.

He considerado hablar con Jazmín, explicarle que necesito tiempo, pero lo más seguro es que Jazmín quiera saber por qué y no tengo fuerzas para mentirle. Incluso he considerado otros métodos menos hostiles de actuar y... Simplemente es complicado.

—Has pasado dos semanas sin hablar de ella —me explica—. ¿Rompieron o algo así?

Abro mis labios para decir algo, pero los vuelvo a cerrar antes de volverlos abrir sin saber que decir.

—¿Qué? ¡Mamá! Sabes que ella y yo no estamos juntas. Jazmín tiene novio, te acabo de decir que está en su aniversario.

Mi madre se mueve para tomar su mate que está en la mesita de noche junto a ella y sonríe por encima de él.

—Entonces es Jazmín. Ya sabes, he tenido mis sospechas desde que me la presentaste.

—Jazmín y yo nunca hemos estado juntas de esa manera.

Las palabras se sienten mal en mi boca, tal vez Jazmín y yo no hemos salido, pero no es porque yo no quisiera.

De todas formas, está bien porque somos algo mientras estamos juntas en nuestra propia burbuja. Aunque no tengo idea de cuánto más pueda durar aquello.

—No, pero quieres. Te gusta.

—¿Por qué estamos hablando de esto? Además, no importa lo que sienta, ¿no estás escuchando que tiene novio? Un novio con el que acaba de cumplir un año de relación. Es algo serio. Muy serio.

Todo esto es tan complicado. No es blanco o negro. Ojalá lo fuera. Ni siquiera son algunos matices de gris; es aún más complicado que eso, de una forma que rompe mi corazón cada vez que me detenga a pensar en ello.

—Novio o no, estoy segura de que puedes encontrar una manera de sacarlo de la imagen. Pero dime, ¿qué es lo que está sucediendo?

No respondo en seguida, no sé si lo que quiero decir es lo correcto o tiene algún sentido.

Levanto la mirada hacia mi madre y noto que mi visión está borrosa. Suelto una maldición y levanto mi mano para limpiar las lágrimas con tanta fuerza, que mi madre debe detenerme y tomar mi mano entre las suyas.

—Tengo mucho miedo —finalmente digo—, de perder a Jazmín, de perderme a mí misma. Me ha costado mucho llegar hasta aquí y no quiero retroceder.

—¿Cómo perderte a ti misma?

Mi madre tira de mí y recuesto mi cabeza contra su pecho, dejando que me abrace con un brazo y con el otro peine mi cabello.

—Perderme en Jazmín —le explico—. En lo que sea que tengamos. He pasado años tratando de encontrarme a mí misma, los dioses saben que aún hay días donde lo intento, de cómo lucho contra todo esto y contra la idea de cometer los mismos errores que cometí en el pasado. No quiero lastimar a Jazmín si no lo logro, si me equivoco.

Ya tiene suficiente con su madre y con todos los traumas que esa mujer le ha generado.

No le digo como me siento porque si lo hago y al final fallo, Jazmín me seguirá, probablemente me seguiría hasta el infierno si se lo pidiera. Porque si mi amor es volátil, el de Jazmín es esa llama que podría conseguir que al final explotemos las dos.

—Pero, sobre todo, ella es feliz con Spencer, no puedo ser egoísta y quitarle esa felicidad. ¿Verdad? Y aun así existe en mi este aterrador sentimiento que sí sedo a él... Me siento como si estuviera al borde del abismo, mamá. No sé qué se supone que debo hacer. ¿Saltar? ¿Quedarme quieta y mirar?

Un lento hilo de lágrimas se forma en la comisura de mis ojos, luego empiezan a caer en cascada por mis mejillas.

—¿Recuerdas cuando te pregunté cómo suena el amor? Bueno, ahora lo sé. Para mí suena a su risa. A ella.

Mi madre tararea y me abraza más fuerte.

—No deberías tener miedo al amor, cariño. Es como caer de aquel acantilado o como volar, supongo. Solo da miedo antes de dar el salto y luego, cuando saltas, simplemente disfrutas la sensación.

—Hasta que caes y te estrellas, quedando aplastada.

A pesar de la situación, mi madre se ríe.

—Es una forma de verlo. Pero dime, ¿qué vas hacer?

—Voy a mudarme a Londres. Después de todo mi gira empieza en unas semanas y he estado organizando las cosas con Jeny para mudarme a Londres mientras dure mi gira. Será más fácil para mí.

En estas dos semanas llegué a la conclusión que necesito distanciarme un poco de Jazmín, alejarme de ella para poder sanar o al menos sentirme mejor. Porque ahora mismo hablar o estar con Jazmín es como estar tratando con alguien que acaba de romper conmigo.

¡Excepto que jamás hemos sido nada!

Pero aun así tengo todos estos sentimientos; en su mayoría tristes. Mi pecho está lleno de amargura y enojo y no que se hacer al respecto.

—¿Y ya se lo dijiste a ella?

Niego con la cabeza.

—Se lo diré mañana.

No quiero irme, pero al estar cerca de Jazmín solo puedo pensar en todo lo que no puedo tener, en todo lo que no seremos y ya no puedo seguir torturándome de esta manera.

Al menos eso pensé después de analizar mejor aquella conversación que tuve hace tiempo con Katie.

—Bueno, sabes que te apoyo en lo que decidas hacer.

—Lo sé, mamá.

Deja un beso en mi cabeza y no volvemos a hablar, regresamos nuestra atención a la película en la televisión.

Me digo que le diré mañana a Jazmín que me mudaré a Londres.

Pero resulta que no lo hago, no sé lo digo mañana o al día siguiente o los días después de ese. La sigo evitando y el momento simplemente no llega.

Tomo mi teléfono y llamo a Jazmín, porque ya no puedo seguir postergando el hablar con ella. Me iré mañana, ella necesita saberlo.

—¿Drea? ¡Drea! Es tan bueno saber de ti. Siento que llevamos una eternidad sin vernos. Te extraño. Tanto.

Cierro los ojos con fuerza y pienso que no puedo hacer esto. No por teléfono y mucho menos en persona.

Tal vez solo le deje un mensaje o una nota en un bonito ramo explicándole sobre mi viaje. Eso estaría bien. ¿Cierto?

—Oye, Jaz, sé que acabo de llamar para decirte algo, pero me surgió... Una cosa. Disculpa, te llamo después. Adiós.

Cuelgo antes que Jazmín pueda agregar cualquier cosa y me maldigo en mi mente.

Hay una ligera llovizna cuando subo a la terraza y miro el horizonte, perdiéndome en mis pensamientos.

—Oye, extraña.

Mi cuerpo se tensa ante la voz de Jaz.

Mierda.

Debí saber que ella podría venir. No, debí saber que ella vendría.

—Lamento venir tan tarde, pero ya sabes, te extraño y no sé si ha pasado algo o si estamos bien. Estoy algo preocupada.

Inclino un poco mi cabeza y miro a Jazmín. Ella se acerca a mí, se cruza de brazos y espera expectante a qué yo diga algo.

—Lo lamento, Jaz. Se que estás semanas nuestras conversaciones y en sí, la comunicación no han sido las mejores, pero por supuesto que estamos bien.

Mi corazón da un vuelco y me encuentro atrapada bajo la intensa, pero cálida mirada de Jazmín

Estira su mano para tomar la mía y las coloca juntas sobre la baranda.

—¿De verdad estamos bien? —pregunta en voz baja.

Parece algo insegura y me duele verla de esa manera, más aún saber que soy la culpable.

—Sí —le aseguro—, lo somos. Siempre.

Hay el pequeño fantasma de una sonrisa en los labios de Jazmín.

—Siempre —repite.

¿Por qué al tenerla frente a mí todo se siente tan simple? No puede ser tan simple, pero pienso en todas las cosas relacionadas con Jazmín y como nunca ha sido difícil cuando se trata de ella, debido a que nos sincronizamos tan bien de forma natural.

Es fácil y cómodo.

Suelto un suspiro.

—¿Drea? —pregunta Jazmín, inclinándose un poco más hacia mí y de forma gentil.

—¿Sí?

—Soy tu mejor amiga. Sabes que puedes hablar conmigo.

No sobre esto.

Y esa es la cuestión. ¿No? Que puedo decirle muchas cosas, ella pondrá esa cara dónde sus labios se aprietan, sus cejas se fruncen levemente, mientras me mira, solo a mí, como si no existiera nadie más que yo.

Podría contarle todo, mucho, poco o nada y mientras sea la verdad, Jazmín me escuchará en silencio, con sus ojos azules llenos de comprensión y cariño.

El problema es que yo ni siquiera sé por dónde empezar porque hay tantas cosas que quisiera contarle.

—¿Podemos solo quedarnos aquí un rato?

Me sonríe.

—Por supuesto, lo que sea que necesites. Siempre estaré aquí para ti, Drea. No lo olvides.

—Gracias, Jaz.

Nos acomodamos en un suave silencio.

La llovizna permanece.

—De todos modos, ¿qué es lo que querías decirme? Por tu tono parecía ser algo serio. Algo importante.

Giro mi rostro hacia ella y la miro unos segundos más de lo necesario antes de negar con la cabeza.

—Solo quería decirte que dado que mi gira por Europa empezará pronto y tiene la duración de un poco más de un año...

—¿Más de un año? Pero tu contrato termina pronto... ¡Él lo hizo a propósito! ¿Cierto? Para que sigas en ese infierno de disquera.

Si, mi gira fue la forma que tuvo de mantenerme aún bajo su control.

Intenté discutir, negociar, pero la gira ya estaba acordada desde antes.

—Algo como eso, pero lo que quería decirte es que me voy a mudar a Londres mientras dure mi gira. Me voy mañana, lo siento por no decirte antes, no sabía cómo.

La sonrisa de Jazmín desaparece. Suelta mi mano y retrocede un paso.

—¿A Londres? ¿Por qué?

—Me gusta.

—¿Cómo te puede gustar? Es tan lúgubre y gris.

—Todo se siente frío y gris cuando no estoy contigo. Eres mi sol. ¿Recuerdas?

Mi voz suena plana para mis propósitos oídos, pero es lo mejor que puedo hacer con los cristales rotos en mi pecho.

—Entonces, ¿por qué te vas? ¿Por qué me dejas?

Porque justamente eres mi sol —pienso—, y yo seria la luna, quien necesita de la luz del sol, pero el sol no necesita de nadie para brillar.

Ella no me necesita de la forma en que yo la necesito.

—No te estoy dejando. No tienes que verlo de esa manera, Jaz. Seguiremos en contacto, hablaremos seguido.

Me acerco a ella y tomo ambas manos entre las mías.

—Sabes que no podremos, el cambio de horario y el trabajo no nos dejará.

—Podemos intentarlo.

—Debemos.

Parece que la idea de no verme por un largo tiempo le duele igual que a mí.

—Bueno, estaré aquí esperándote cuando decidas regresar.

Le dedico una mirada llena de cariño.

—¿Eso es lo que haces cuando no estoy? ¿Esperarme?

—Por supuesto. ¿Qué más podría hacer? Después de todo, soy tu mejor amiga. ¿No es lo que siempre dices que somos?

Se inclina hacia mí y deja un beso en mi mejilla, luego se aparta sin decir nada y antes de que yo pueda darme cuenta, ya se ha ido.

Siento un dolor insoportable en el momento en que ella se va y pienso que no puedo hacer esto, no puedo dejarla ir de esta manera.

Bajo corriendo las escaleras, tomo el ascensor hasta el living y salgo corriendo hasta donde ella esta.

—¡Jaz!

Se detiene y se da la vuelta, haciendo contacto visual conmigo y eso es todo lo que necesito antes de abrir mis brazos y estrecharla fuertemente contra mí.

Murmuro que la voy a extrañar mucho y ella me dice que esto no es una despedida, solo un hasta luego.

—Prométeme que volveremos a bailar —me pide.

Limpio con mis dedos las lágrimas que han empezado a rodar por sus mejillas.

—Definitivamente volveremos a bailar, Jaz.

—Ojalá no te tuvieras que ir.

Ojalá todo fuera diferente —pienso.

—No importa lo que sucede, Drea, tú siempre serás mi favorita.

La favorita, pero no la elegida.

Y ese es justamente el problema.

*****************

La gira empieza y me mantiene ocupada, al menos lo suficiente como para que el dolor de mi pecho se vuelva solo un ruido de fondo, para que las pesadillas se atenúen y todo lo demás se detenga.

Me deleito con la emoción del público en cada nuevo lugar al que voy. Los gritos, aplausos y sus voces coreando mis canciones. Es energizante, justo lo que necesitaba.

Sigo asistiendo a terapia, escuchando lo que me sugiere mi terapeuta y me vuelvo más abierta con algunos temas, aunque sigo cerrada sobre otros, pero todo es paso a paso. Es más fácil lidiar con todo y, aunque hay días donde mi cabeza duele y mi mal humor aumenta por la necesidad de conseguir algo de droga que me ayude a lidiar con esto, pienso en el largo camino que he recorrido, en todo lo que he luchado por estar aquí y me detengo. No es fácil, pero lo intento. Lo sigo intentando, no por los demás, si no por mí y eso es algo nuevo.

Es extraño comer porque quiero, porque sé que es bueno y algo que mi cuerpo necesita. También he empezado a hacer más ejercicio y he dejado de fumar cigarrillos, aunque por un momento flaqueé, porque no fue tan buena idea dejarlo en medio de una gira.

He aprendido que tengo que quererme, que merezco quererme y que no debo hacerme daño. También, gracias a la terapia, estoy aprendiendo que soy más que la imagen que han diseñado para mí. Es algo difícil de entender, tanto lo de quererme, como lo que soy más que máscaras. Hay días donde lanzo todo eso a la basura y otros dónde me lo tomo muy en serio. Aún voy a pasos pequeños, pero estoy intentado hacerlo bien, ser mejor, sé que puedo y me estoy tomando este tiempo lejos de todo: mi familia, la disquera, Henry y, sobre todo, Jazmín, para trabajar en mí y solo en mí.

Aunque eso no evita que la extrañe y vaya que la extraño.

—Parece que te estás divirtiendo —murmura Jazmín a través del auricular del teléfono—. Vi las fotos con esa rubia en aquel club en Ámsterdam. Te veías bien. Muy bien.

Parpadeo un poco intentado recordar de quien habla y sonrío ante el recuerdo.

—Oh, sí. Es una modelo, ella sabía que estaba aquí y me escribió para reunirnos. Fue agradable.

—Me imagino.

Hay algo en su tono que no logro captar del todo.

—¿Estás lista? La entrevista está por empezar —me avisa Jeny.

Le hago una seña y ella asiente con la cabeza antes de salir.

—Jaz, tengo que dejarte, pero prometo llamarte después.

—¿Me dedicaras el concierto de esta noche?

—Sabes que te dedico todos mis conciertos. Te quiero, adiós.

—Adiós, Drea.

Tengo esta entrevista aquí en Amsterdam antes del último concierto en esta ciudad, luego iré a París dos semanas. Jeny me programó un regreso a Londres antes de empezar el descanso de dos meses que tanto necesito y poder continuar con la gira porque estos casi cinco meses han sido agotadores.

—¿Segura que no quieres ayuda con el maquillaje?

—No, estoy bien —le digo a Jeny.

Lo que más odio de mi carrera es la fama y el juicio que la acompaña, la falta de privacidad cuando la gente tiende a tocarme para arreglarme, como una muñeca para poner en una vitrina.

Y una de las cosas que más amo de esto, son mis fans. Jeny comentó que hay un grupo de fans esperando afuera de este edificio donde se llevará a cabo la entrevista. Llevan ahí horas a pesar que saben que lo más probable es que no me puedan ver. Pero le dije a Jeny que, saliendo de aquí, me detendré a tomarme fotos y firmar algunos autógrafos, siento que es lo mínimo que puedo hacer.

—Estoy lista.

Jeny le avisa a alguien que ya estoy lista y me guía hasta el lugar donde está el equipo que me va a entrevistar.

La entrevista es fácil, conozco muy bien el ritmo de esto y me agrada que se centren en mi música y no tanto en mi vida personal. Les cuento un poco sobre el concierto de esta noche y al finalizar me despido de manera apresurada.

Una vez que llego al lugar del concierto todo es un corre, corre de un lado a otro. Me mueven, tiran de mi ropa, de mi cabello, voy de un lado a otro escuchando diversas recomendaciones.

—¿Listos para empezar el show?

Subo al escenario y sonrío ante los gritos y la forma que vitorean y saltan por la emoción de verme mientras los saludo con una sonrisa.

Llevo un vestido negro, mi cabello alisado, en un corte diferente y este es el primer concierto donde estoy luciendo mi nuevo flequillo, algo que los fans notan al instante. Más tarde leeré que piensan al respecto.

Goedenavond, Amsterdam. Ben je klaar om te beginnen?

La música empieza y tomo mi guitarra, moviéndome por el escenario y dando lo mejor de mí.

Para la última canción de la noche y al ser este el último concierto antes de regresar a San Francisco y a Jazmín, tengo pensando algo especial.

—Esta es una canción que es escribí para alguien muy especial para mí. Ella es mi todo —digo frente al micrófono mientras pienso en Jazmín—. Realmente mi todo. La amo. Estoy realmente muy enamorada de ella y le escribí está canción. Se llama: Pájaros enamorados.

Ella es fan de Hozier y yo de Lana de Rey

Pero a ambas nos gusta la misma canción de Billy Joel.

Ella ama las mañanas y yo las madrugadas

Pero ambas odiamos madrugar entre semana.

A ella le gustan las flores y hornear magdalenas

Los libros de romance y las tardes de primavera

Y a mí me gusta ella.

Tan simple como suena.

Me gusta su sonrisa y como ha logrado iluminar mi vida.

Y me gusta la forma en que describe las películas.

Tiene el nombre de una flor y ella odia la comparación y también odia sus diferentes significados

Y su ausencia me duele de la forma correcta.

Tan duro como suena.

Somos dos pájaros soñadores

Dos pájaros del amor

Yo enamorada de ella y ella enamorada de otro.

Pero aun así la amo, incluso si para ella siempre seré solos su mejor amiga

Porque a mí me gusta ella

Tan simple como suena

Tan doloroso como es...

El concierto termina, bajo del escenario y digo buenas noches para poder retirarme al hotel a tomar un buen baño y descansar.

Pero Jeny entra en mi habitación de forma apresurada cuando estoy por irme a dormir.

—¿Se puede saber que estás haciendo?

Toma el control de la televisión y la enciende.

—Tienes que ver esto —es todo lo que dice.

Camino hasta la sala de la suite mientras sujeto mi bata y me detengo en seco ante lo que se muestra en pantalla.

¿Es eso una broma?

—Aun no tenemos mayor información sobre la muerte del productor y dueño de Moon Records el gran empresario, Henry Bauer. Quien ha descubierto a grandes estrellas como Emilia, Drea, Santos, Calipso, entre otros grandes artistas que pertenecen a su sello musical. Los informes preliminares nos indican que se trataría de un aparentemente suicidio.

Henry Bauer está muerto.

Pero, ¿suicidio? ¿Él? No lo creo.

"Parte de la materia de las estrellas que colisionan puede ser expulsada en el espacio, formando una nebulosa o contribuyendo al medio interestelar con elementos recién sintetizados".

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