22. Hasta que los hechos me explotan en la cara.
The Night We Met - Lord Huron (1:42 - 2:37)
Encuentro a Lennox en la sala de su ático. Son más de las cuatro de la madrugada y mi hermana está sentada en el piso de la sala, frente a la mesa de café mirando un álbum de fotos con un vaso de whisky —que parece que no ha tocado— descansando frente a ella.
No sé mueve para reconocer mi presencia, ni cuando me empiezo acercar hacia ella. Ni siquiera se mueve cuando digo su nombre. Solo se limita a mirar el álbum de fotos, aunque mientras me acerco noto su mirada perdida. No está mirando el álbum, parece estar recordando algo y es un mal recuerdo porque puedo ver como los músculos de su cuello y mandíbula se tensan.
Lo que sea que está pensando o recordando hacen que ella haga un esfuerzo para no llorar. Está reprimiendo todo como suele hacer, tratando de mantenerse estoica, tratando de no verse afectada por la boda con su exnovio infiel que será en unas horas, y conforme se acerca el momento, ella sigue poniendo cada vez más cosas en sus cajas mentales y las entierra en lo más profundo de su mente.
—¿Lennox? Soy yo, Drea. Tu hermana favorita.
Es mentira. Ambas sabemos que la hermana favorita de Lennox es Katie.
Suelto un suspiro ante la falta de reconocimiento por parte de mi hermana, porque normalmente no me toma mucho tiempo llamar su atención.
Me siento a su lado y miro lo que ella ha estado mirando.
—¿Lennox?
No responde, pero una solitaria lágrima cae de su ojo izquierdo y se desliza por su mejilla.
—Vamos, Len, estoy aquí. No estás sola.
Esas palabras parecen hacer clic en su cabeza y llamar su atención.
—Todo lo que siempre quise fue que ellos me amaran, que estuvieran orgullosos de mi —murmura con voz tensa y algo rota mientras señala una foto en particular—. Me esforcé tanto por ser alguien que ellos puedan amar. Alguien que cualquiera pueda amar. Hice todo lo que siempre quisieron, todo y, ¿de qué me sirvió?
Entierra su rostro entre sus manos.
En la foto que Len señaló hace un momento está ella en una competencia de esgrima la cuál ganó. Está parada junto a un trofeo que tiene casi su altura, sosteniendo una medalla que tiene alrededor de su cuello y su mamá, nuestro padre y el abuelo están en la foto con ella.
En la foto nadie sonríe excepto Lennox. Cómo si el que ella haya ganado el campeonato nacional no fuera suficiente.
—¿Por qué? ¿Soy realmente tan difícil de amar?
—No, Len, por supuesto que no. Tú menos que nadie debería pensar aquello.
Suelta una risa seca y carente de humor.
—Es verdad, eres una persona tan buena y que ama deforma tan desinteresada. Estás ahí para las personas que amas sin importar nada. No es tu culpa que a quienes hayas amado no hayan sabido valorarte. No hay nada malo contigo.
—¡Si lo hay! ¿Cómo no puedes verlo? Estoy tan jodida como el resto de los Reagan, esa es nuestra maldición. ¿No te has dado cuenta? Cada vez que encontramos algo que queremos, algo que hemos anhelado y estamos felices, viene algo y nos lo arrebatan. Cómo si estuviéramos malditos y no pudiéramos alcanzar nunca la felicidad.
Lanza el álbum de fotos lejos de nosotras, este choca contra una mesa alta que contiene un florero lleno de tulipanes amarillos que han quedado tirados por todo el suelo alrededor de la cerámica rota del jarrón.
—¿Sabes por qué compré justamente tulipanes amarillos está semana?
Niego con la cabeza ante la pregunta de Lennox.
—Los tulipanes amarillos simbolizan la amistad y el amor sin futuro, pero también significan rechazo —me explica—. Bastante apropiado. ¿Verdad?
A mi mente vienen todos los ramos de tulipanes amarillos que le he regalado a Jazmín sin tener idea de su significado.
Lennox estira sus piernas y suelta un largo suspiro.
—¿Quieres hablar sobre lo que te está pasando?
Suelta un pequeño sollozo y se limpia las lágrimas de su mejilla.
Pienso que se va a negar, pero después de un momento en silencio ella habla.
—Fui tan estúpida por haber confiado en él, Drea y odio la facilidad con la que llega hasta mí. Todo lo que tiene que hacer es decir una pequeña cosa, igual a como lo hacía mi madre y siento que soy esa pequeña niña solitaria que anhelaba y hacia lo que le decían solo para sentirse amada o al menos ganarme su aprobación.
Tanto Katie, Lena y mi persona jamás tuvimos que lidiar con esa parte de ser un Reagan porque nuestra vida no gira alrededor de Reagan Corp, pero el resto de mis hermanos sí tuvieron que revolcarse en aquello y tratar de salir de la red que iba tejiendo el abuelo a su alrededor sin que ellos se dieran cuenta.
Y mi padre jamás hizo nada. Nunca hace nada más que vivir su vida, pensar en él y acostarse con las mujeres que se le pongan en frente.
—¿Es tan malo el que yo buscara su amor y aprobación?
—Por supuesto que no, Len.
En estos momentos agradezco que mi madre no haya sido como la de ella.
—Di tanto por esa compañía, por esta familia y apellido. Trabajé tan duro por ser digna de estar en Reagan Corp y dejé que él me manipule por años. ¿Cómo pude ser tan estúpida y permitirlo?
Lo que sucede con Henry Bauer viene a mi mente, pero lo aparto con la misma facilidad con la que llega.
—Vamos, Len, no eres estúpida. Eras solo una niña que confiaba y buscaba el amor de sus padres y después el de su abuelo. Y ellos traicionaron tu confianza, lo cual tiene que ver con la clase de personas que ellos son, no tú.
La cabeza de mi hermana cae contra mi hombro y su mano busca la mía.
—Siento que debería haberlo visto, que debí darme cuenta antes que el abuelo haría algo como esto. Que querría lastimarme y humillarme de esta manera. Me siento tan estúpida y avergonzada por toda esta situación.
—¿Cómo podrías saberlo? No tiene nada de malo que no andes por la vida esperando ser traicionada. Además, ¿me dirías lo mismo si yo estuviera pasando por lo que tú estás pasando ahora?
Se mueve un poco hacia atrás para poder mirarme a los ojos.
—Por supuesto que no, jamás te diría algo tan cruel.
Oh, Lennox.
—Y dime, ¿por qué te lo dices a ti misma? Te quiero, Len y debes recordar que no importa el tiempo que te tomó, ninguna de esas personas, ni el abuelo o tus padres, tiene poder sobre ti. Eres libre de su dominio. No lo olvides.
Mueve su cabeza de un lado a otro y sus rizos rubios se mueven con ella, cubriendo por un momento su rostro hasta que ella aparta aquellos mechones de forma violenta.
—No lo soy, Drea. Ni un poco. Aún puedo escuchar la voz del abuelo en mi cabeza diciendo lo débil e ingenua que soy. Lo puedo ver regodeándose del poder que tiene sobre mí.
Aprieta los dientes y después de un momento en silencio, deja escapar un grito de angustia y presiona la palma de las manos contra sus ojos.
—Esto nunca va a terminar, vamos a ganar esto y él encontrará algo más con que chantajearme o a cualquiera de nosotros. ¿No es lo que siempre ha hecho? Nos engañamos creyendo que tenemos una oportunidad, pero es mentira, al menos no mientras el abuelo siga con vida.
Me resulta casi inevitable no pensar en mi situación con Henry y mi contrato con su disquera, porque me sigo repitiendo que solo me falta ya menos de un año para dejar ese infierno, pero, ¿qué me asegura que él no encontrará una nueva forma de chantaje para seguir teniendo control sobre mí?
Tal vez ese infierno nunca va a terminar.
—La maldición de los Reagan.
Tomo su rostro entre mis manos y ella me mira con ojos azules llenos de lágrimas no derramadas.
—Vas a ser feliz, Len. Ya lo verás.
—¿Por qué lo dices?
—Uno de nosotros necesita serlo, para darle esperanza a los demás.
Me abraza y no dudo en devolverle el abrazo.
—Tú también mereces ser feliz, todos nosotros lo merecemos... Menos Stefan. Él no.
Sonrío.
—No, él no. Ahora deja eso ahí y vamos para que descanses un poco. Necesitas dormir, mañana será tu boda.
******
La boda es, como se predijo un gran pan y circo. Un circo enorme y sangriento, porque de un momento a otro y sin saber de dónde sacó la valentía de hacer algo, mi padre sacó un revolver y le disparó al abuelo.
Mi primer pensamiento ante lo sucedido es pensar que estoy soñando. Que nada de eso está sucediendo, no puede ser real. Pero entonces veo la sonrisa que intenta esconderse Katie y ladeo la cabeza antes de acercarme al cuerpo tirado en el piso sobre un charco de su propia sangre.
Me inclino y compruebo sus signos vitales.
—Está muerto —murmuro, más para mí que para los demás.
Un verdugo menos, quedan como cientos de miles más en el mundo.
Mi padre sigue repitiendo que no se iba a detener. Qué si no mataba al abuelo esto jamás se iba a detener, es ahí que comprendo que esto no lo hizo por Lennox o alguno de nosotros, no, como todo lo demás que ha hecho en su vida, lo hizo por él.
—¿Realmente está muerto? —me pregunta Andrew.
—Sí.
¿No es eso fantástico? El abuelo muerto y nuestro padre, su único hijo va a prisión. Hoy es un gran día para ser un Reagan.
Ya me puedo imaginar lo terrible que será la prensa y los paparazzi.
¿Qué tan furioso estará Henry y todo su equipo con esto?
—Esto es un desastre. Llamaré al equipo de Black and Company para que se encargue de esto y sigamos teniendo una compañía cuando esta noticia sea pública.
Pongo una mano en el hombro de Andrew.
—Me encargaré de la prensa por ahora. Haz esa llamada.
No me resulta difícil tratar con los periodistas, estoy versada en el tema y más aún sobre temas delicados que podrían explotar en nuestra cara si no se saben tratar.
Veo que Lennox se va y que Katie se acerca a Stefan, quien está sosteniendo a Lena.
Mi pobre y dulce Lena, ojalá pudiéramos evitarle tanto sufrimiento y tragedias.
—Creo que deberíamos llevar a Lenny a casa.
Katie levanta la cabeza y Lena no sé mueve, sigue con su cara enterrada en el pecho de Stefan, quien le sigue repitiendo que todo estará bien.
La seguridad y protección de Lena es en lo único que todos estamos de acuerdo.
—Sí —está de acuerdo Katie conmigo—. Ve a casa pequeño saltamontes, nosotros nos encargamos de todo lo demás, tú no te preocupes por nada.
Es algo difícil de pedir dadas las circunstancias.
—No quiero estar sola.
—Lenny, por supuesto que no lo estarás, me quedaré contigo o tú te puedes quedar conmigo. Lo que quieras, tú mandas.
Tararea una respuesta afirmativa y llamo a mi conductor para que nos espere en la parte trasera de la Iglesia, dónde Stefan nos acompaña y ayuda a Lena a subirse a mi auto.
Nos despedimos de él y el auto avanza hacia mí pent-house. Lena permanece en silencio durante todo el trayecto, no la puedo culpar. Debió ser tan impactante para ella no solo ver lo que ha estado sucediendo con el abuelo y lo que quería obligar a hacer a Lennox, si no ver cómo nuestro padre lo asesinaba.
—¿Quieres comer algo? ¿Ver una película? ¿Tomar una ducha? Solo dime qué quieres.
Paso mi brazo alrededor de sus hombros y ella se inclina hacia mí.
—Una ducha estaría bien.
La guío hasta la habitación de invitados y hago una llamada a Jeny mientras Lena se está bañando para que le consiga ropa.
Jeny llega con lo que le pedí antes de que Lena salga de bañarse, lo que me da tiempo para darle un resumen de la situación y que ella sepa cómo manejar todo una vez que la noticia sea pública.
—¿Y tú estás bien? ¿Necesitas algo?
—Jeny, deberías tener cuidado con tus preguntas, cualquiera que no te conozca va a pensar que te importo.
Cambia su peso de un pie a otro y entrecierra los ojos en mi dirección.
—Por supuesto que me importas —responde—. Eres quien firma mi cheque cada semana.
Sonrío.
—Estoy bien, sabes que ni el abuelo ni mi padre me importan. Me da igual lo que suceda con ellos, solo me preocupa todo el circo mediático que se va armar con lo sucedido y como va a reaccionar Henry.
No será bueno o bonito. Sobre todo porque ya está lidiando con la separación de su hijo con Emilia.
—Bueno. No hagas nada estúpido y si necesitas algo, llámame o manda un mensaje.
Sale con la misma pulcritud con la que entró.
Dejo la ropa en la cama de la habitación de invitados y voy a revisar la comida que trajo Jeny. No sé si Lena querrá comer —aunque debería—, pero de todas formas hice pedir comida.
Una vez que sale de la habitación ya bañada y con ropa cómoda, se acerca dónde estoy y se sienta en un taburete para ver qué hay en las bolsas de comida.
—¿Crees que papá estará bien?
No. Lo dudo mucho.
—Tendrá los mejores abogados que podamos pagar.
—Pero igual irá a prisión.
No sé cómo decirle a Lenny que eso es lo mejor.
—Sí, Lenny.
—Nunca fue un padre para mí, y aun así me duele lo que le está pasando.
—Eso es porque a diferencia del abuelo y nuestro padre, tú eres una buena persona.
Se sirve una posición de tailandés y toma unos palillos.
—¿Crees que podamos irlo a visitar? Para saber cómo está.
—Tenemos que esperar, aún no sabemos nada.
Comemos en su mayoría en silencio, Lena hace algunas preguntas aquí y allá y trato de darle una respuesta honesta sin alterarla más.
Una vez que terminamos de comer, nos acomodamos en la sala para ver una película hasta que Lena bosteza y la acompaño a la habitación de invitados.
—Todo estará bien, Lenny. Tus hermanos mayores se encargarán de todo.
—Gracias, hermana. Te amo.
—Yo también, ahora duerme.
Apago la luz y me dirijo hasta el balcón, para sentir la brisa fría de la noche. Suelto un suspiro y me acomodo contra la baranda.
Tratando de ordenar mis ideas.
—¿Pensando en la inmortalidad del cangrejo?
—No, en la paradoja de Teseo.
Katie se une a mí en el balcón.
Para alguien que ha tenido que lidiar con todo ese caos durante dos semanas, no luce signo alguno de cansancio. Ni siquiera tiene un cabello negro fuera de lugar.
—¿Sabes? Desde que sucedió lo de papá no he podido dejar de pensar en lo raro que fue que él haga lo que hizo. ¿No crees? —pero mi hermana no responde solo se encoge de hombros— Y después recordé que tú fuiste la última persona en hablar con él.
—¿Y tú pregunta es?
Sonrío ante la indiferencia que nuestra Katie dada la situación.
Le da igual lo que ha hecho y lo sucedido.
—¿Manipulaste a papá para que le dispare al abuelo?
—Por supuesto —responde—. Alguien tenía que hacerlo y no sería justo que sea uno de nosotros. Excepto Stefan, pero tardaría un poco más en manipularlo y no teníamos tiempo. Además, papá fue tan fácil de manipular. Solo tuve que recordarle como siempre ha sido un títere del abuelo, y que jamás sería el titiritero. Cómo ha tenido que vivir toda su vida complaciendo a un hombre el cual jamás ha sabido apreciarlo. Y le dije que mientras el abuelo siga con vida, nada de eso va a cambiar.
No mintió. Esa era la verdad. El abuelo ha manipulado a su hijo desde que pudo hacerlo y después manipuló a sus nietos. Haciéndonos competir por el afecto y atención, tratando de que nos sintamos miserables cuando fallábamos porque nos decía que no éramos dignos del apellido Reagan.
Qué no éramos dignos de recibir amor.
—Nunca se iba a terminar, Drea. Iba a encontrar otra forma de manipularnos. Algo más con que lastimarnos. El abuelo debía morir para poder ser libres de aquello. De lo contrario, nada de eso iba a terminar.
—Sí, tienes razón.
La tiene y aquel pensamiento da vueltas en mi mente durante toda la noche y gran parte del día siguiente mientras veo las noticias y hablo sin parar con mi equipo. Pasando de uno a otro para saber cómo lidiar con la prensa.
Jeny gestiona mis redes y se encarga de que coma. Mi madre me visita, pero le digo que ahora estoy ocupada, y no es una mentira. Tengo reunión, tras reunión para mitigar una situación que podría salirse de control y afectar a mi gira por Europa.
¿Y la verdad? Es que no me importa.
Pienso que he terminado con todo aquello hasta que mi teléfono suena y veo el nombre de Henry Bauer brillando en la pantalla.
Y sé que este día solo puede empeorar.
—Mi querida Drea, ¿cómo estás? —pregunta de forma cortes, pero sin esperar una respuesta de mi parte—. Te programé una cita con el actor Darren Jones del show Bad habits Es necesario que te vean en público y que mejor que con una estrella de aquel show que está sonando en todas partes.
—No puedo —le digo en un tono seco—. Tengo planes y no incluyen a ningún actor.
Aunque, de hecho, conozco a Darren. Incluso me agrada, pero no estoy de humor para ningún show.
—Vaya, dado que ese es el caso, creo que tal vez deberíamos reunirnos en persona para discutirlo. Pero no quieres eso. ¿verdad?
—No.
—Lo supuse, así que ve a prepararte y compórtate de forma adecuada. Tal y como te he enseñado.
Esto nunca se va a terminar —me repito—. Me he estado engañando todo este tiempo.
Mi teléfono vuelve a sonar con un mensaje de Jazmín.
Jazmín: ¿Te gustaría que hagamos un picnic nocturno en tu terraza? Yo puedo llevar todo, tu solo lleva tu hermosa presencia.
Quisiera decirle que sí. No hay nada que quiera más que decirle que sí, pero no puedo y eso me duele. Llevo mi mano hacia mi pecho sintiendo los latidos de mi corazón y vuelvo a leer el mensaje. Pienso que es bueno que no tenga sentimientos románticos por Jazmín —sí, sigo en negación, ¿y qué? — porque si los tuviera, no podría hacer nada al respecto.
Nada dada mi situación con la disquera y Henry.
—Es bueno que solo seamos mejores amigas y que no esté enamorada de ti.
Drea: Me encantaría, pero no puedo está noche. ¿Puedes mañana?
Su respuesta es inmediata.
Jazmín: Es una cita.
Mi corazón se acelera, pero no le doy importancia.
No puedo.
No sería justo arrastrarla a ella a este infierno. Jaz merece tranquilidad y paz, una relación estable. Merece todo aquello que yo no le puedo dar y Spencer sí. Es bueno que tenga todo aquello que ella merece con Spencer.
—Como no sé si te voy a ver mañana. Feliz primer año sobria.
—¿Qué?
Me giro hacia Jeny que sostiene una magdalena con el número uno.
—¿Mañana cumplo un año de sobriedad? ¿Un año sin drogas?
—Sí.
Vaya.
Con todo el caos de la boda de Lennox y aquello, lo había olvidado. No puedo creer que ya haya pasado un año.
Sonrío y me acerco apagar la vela.
—Lamento la forma en que te traté al principio, sobre todo lamento lo que dije sobre que no eras un buen modelo a seguir. No debí decirte aquello —me dice Jeny, lo cual me toma por sorpresa y de forma disimulada piñizco mi brazo para saber si esto no es un sueño—. Es solo que eres una gran estrella y hay tantos jóvenes que te adoran, aunque de todas formas no debí decir nada, solo que aquello se me metió en la piel y asumí lo peor. No fue justo de mi parte juzgarte y tratarte de esa manera, y es algo que he lamentado desde que sucedió.
No sé exactamente cómo responder aquello, porque he sigo juzgada y criticada de formas más duras que lo que ella dijo, pero ¿recibir una disculpa por tratarme mal? No. Está sería la primera vez.
Y, aunque jamás lo vaya admitir en voz alta, significa mucho viniendo de Jeny.
—No soy esa persona —le digo, después de lo que parece una eternidad en silencio—. La mayoría de esas "citas" que tengo, no son reales. Él arruina mi reputación cada vez que hago algo que lo enoja y no hay nada que me gustaría más que lanzarlo de la azotea de su disquera, pero no voy a ir a prisión por él.
No después de todo el infierno que he tenido que vivir por su culpa.
—No puedo hacer nada en su contra debido a mi contrato —le sigo explicando, aunque eso es algo que ella sabe—. De hacerlo, tendría que renunciar a todo por lo que he trabajado. Mi música sería suya y no puedo permitir que me quite eso. Mi contrato finaliza en exactamente diez meses a partir de ahora, pero hasta que eso suceda, debo seguir siendo la Drea que él creó.
Diez meses más. ¿Realmente pienso que esto va a terminar en diez meses?
No, no lo hará. Debo dejar de ser tan ingenua. Este infierno no va a terminar.
Suspiro con derrota y miro a Jeny.
—No quiero tu lastima.
—No es lastima lo que estoy sintiendo.
Enarco una ceja.
—Entonces, ¿qué es?
—Orgullo.
Ojalá yo también pudiera estar orgullosa de mí misma.
Tomo la Magdalena que Jeny me entrega.
—Feliz año de sobriedad, Drea.
Observo la magdalena en mi mano.
Este infierno no va a terminar —pienso—. No lo hará mientras Henry siga con vida.
"La paradoja de Teseo plantea interrogantes sobre la identidad y la persistencia temporal al considerar un barco cuyas partes son gradualmente reemplazadas. Explora la complejidad de definir la esencia y la continuidad en medio del cambio constante, generando reflexiones filosóficas sobre la naturaleza de la identidad personal y la transformación".
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