20. ¿Y si nunca me hubiera enamorado de ti?

Joji - Glimpse of Us (1:32 - 2:47)

No puedo respirar.

Ni siquiera sé cómo logro llegar hasta el baño de mi habitación y encerrarme ahí, pero lo he hecho y me deslizo hasta el suelo con mi mano derecha apretada contra mi pecho en un vago intento de calmar los frenéticos latidos de mi corazón.

No. No. No.

Esto no está bien. Debe ser un error.

—Respira, Drea —intento tranquilizarme—, solo estás confundiendo las cosas. No estás enamorada de tu mejor amiga.

Mis palabras no ayudan mucho y mi mente sigue enloqueciendo, aunque al menos me las arreglo para hacerlo en silencio porque no puedo manejar la preocupación de Jazmín en este momento o cualquier cosa que venga de ella. Ni siquiera estoy segura de poder estar cerca de ella ahora o en algún tiempo cercano.

—Pero ella está ahí afuera.

Apoyo la cabeza contra la puerta y suelto un largo y profundo suspiro. Intento recuperar la compostura, pero es en vano.

Toda aquella amalgama de emociones que estaba sintiendo regresan a mí con fuerza. En especial los celos. Estaba celosa. Muy celosa. Y a pesar que no quiero pensar en la razón de mis celos, estos gritan dentro de mi cabeza.

Estoy celosa porque siento algo por Jazmín. Sentimientos que van más allá de la amistad.

¿Cómo sucedió esto?

¿Desde cuándo y cómo no me di cuenta?

—Esto no me puede estar pasando a mí.

Cierro los ojos con fuerza.

Deseo poder negar esto que siento, deseo estar exagerando la situación, pero cuando la imagen de Jazmín junto a Spencer viene a mi mente... No, ni siquiera soy capaz de terminar aquel pensamiento.

—Estoy jodida, muy jodida.

No puedo lidiar con Jazmín en este momento, pero, ¿qué hago?

Saco mi teléfono y llamo a Lennox, ella atiende al segundo tono.

—Buenos días, hermana. ¿Qué sucede?

—Necesito que me hagas un favor sin preguntar la razón. ¿Bien?

—Bien.

Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo.

—Necesito que llames a Jazmín y le inventes algo que la haga irse de aquí de forma urgente.

—Está bien. ¿Necesitas algo más? Cualquier cosa.

—Sí, ¿podrías venir a mi Pent-house?

—Por supuesto, estaré ahí cuánto antes.

Apago el teléfono y vuelvo a recostar mi cabeza contra la puerta con los ojos cerrados.

Soy vagamente consciente de que Jazmín me habla a través de la pared que nos separa y él tarareo de reconocimiento que doy, porque eso es todo de lo que soy capaz.

—Te quiero. Nos vemos después —grita antes de irse.

¿Por qué me tiene que estar pasando esto a mí?

Suspiro.

Bien, según mis últimos descubrimientos puede que esté, probablemente —aún nada está comprobado y seguro— un poco enamorada de Jazmín. Solo un poco, ¿verdad? Nada que no se pueda manejar.

Permanezco sentada en el baño con el pensamiento casual de que son solo "sentimientos" antes de que me golpee de repente, lo cual es nuevo, extraño y de alguna manera, demasiado familiar. Son como una serie de momentos. Un montaje que recapitulan nuestras últimas interacciones y algunas esporádicas desde que nos hemos conocido: las risas y los pequeños toques. La sensación de calidez, la forma en que me encuentro buscando su compañía sin ninguna razón más que estar con ella o la forma en que su sola mención me hace sonreír.

Los celos. Esos están mucho más claros ahora.

Pero también está la sensación de orgullo cada vez que Jazmín me cuenta algo de la radio o lo bien que le está yendo y el éxito de cada evento que organiza. La emoción que siento cuando veo sus mensajes de buenos días o buenas noches —algo que ella hace a diario—, porque es su forma de hacerme saber que Incluso aunque no está a mi lado, está ahí para mí.

—¿Cómo es que recién me doy cuenta de esto ahora? ¿Cómo he podido estar ciega todo este tiempo?

Llevo mi mano hasta mi pecho para sentir los latidos de mi corazón pensando en la forma que este late en las noches perezosas dónde estamos solo las dos. O como late más rápido ahora que estoy pensando en ella y en como comprende mis peculiaridades y sentimientos mejor que yo.

Las imágenes siguen pasando y siento que me voy a desmayar.

—Necesito llamar a mi terapeuta. No, necesito llamar a mi mamá.

No, lo que necesito es dejar de sentir esto. Sea lo que sea, porque no puede ser amor romántico. No. No estoy enamorada de mi mejor amiga. No, no y no.

Esto es solo un error, una confusión por todo el estrés de los conciertos y los viajes largos acompañados de pocos descansos. Sí, eso es. Además, está la suma de Spencer y el que siento que ahora que lo suyo con Jazmín es más serio, la voy a perder y ella es mi única amiga, no quiero perder a mi única amiga.

No quiero perder a Jazmín.

Mucho menos por sentimientos que no son correspondidos y que, para empezar, jamás debieron existir.

—¿Drea? ¿Estás ahí?

Abro los ojos al escuchar la voz de mi hermana y me levanto del piso para mojarme la cara antes de abrir la puerta del baño.

Los ojos verdes de Lennox me estudian con demasiada atención como si buscara algo en particular.

—No he consumido —digo a la defensiva.

—Lo sé.

Eso me toma por sorpresa, no las palabras sino la certeza con la que las dice.

Salgo del baño y caminamos hasta la cocina, dónde Len se siente en un taburete mientras yo empiezo a preparar algo de té para las dos.

—Entonces, ¿qué buscabas?

—Algún signo de un corazón roto.

Me congelo, dejo lo que estaba haciendo y me giro de forma lenta hacia ella

—¿Qué?

—Sonabas igual a como estaba yo cuando me di cuenta que estaba enamorada de Colin.

—¡No estoy enamorada de Jazmín!

—No dije ningún nombre.

Pero no fue necesario, ¿de quién más estaría ella hablando? Aunque pudo ser alguien más, solo que mi mente en lo único que puedo pensar en este momento es Jazmín y estoy enamorada de ella. Lo cual no es así. No. Para nada.

Mi cerebro ya no sabe lo que piensa.

—¿Por qué me pediste venir?

Hago un gesto con la mano y regreso a lo que estaba haciendo.

—Nada, solo era algo estúpido en lo que estaba pensando, pero ya estoy bien. Muy bien. Mejor que bien.

—Di bien una vez más y tal vez te crea, hermana.

La tetera suena y me dedico a servir el té para evitar responderle a Lennox.

—¿Sabías que a veces eres algo importable?

—Es de familia —responde con una sonrisa—. Ya que no me hiciste venir para nada en particular podrías acompañarme hoy, si no tienes nada más que hacer, claro. Me gustaría pasar tiempo con mi hermana favorita, pero Katie no puede así que pasaré tiempo contigo.

Le lanzo la bolsa de té y Lennox se ríe mientras la esquiva.

Esto es, de hecho, la distracción que necesitaba.

En momentos como este me pregunto, ¿qué tan diferentes serían nuestras vidas si hubiéramos crecido como hermanos? Pero no fue así, crecimos viéndonos como competencia y tratando de esperar el fracaso del otro para uno sobresalir.

Mi padre y mis abuelos paternos, fueron terrible influencias para nosotros, eso, sin sumar las figuras maternas de alguno de mis hermanos: Katie, Lennox y a veces Andrew.

—Iré a arreglarme para pasar tiempo con mi quinta hermana favorita.

—Eso es mentira, soy mínimo la tercera. No soportas a Andrew y en sus mejores días apenas y puedes lidiar con Stefan.

—Mantengo lo que dije Lennox Reagan.

—Yo igual, Drea Taylor Reagan.

Me doy una rápida ducha con agua muy caliente e intento repetirme durante todo mi baño, que aquellos pensamientos de antes, no eran reales. Solo mi mente jugándome una mala pasada.

Acompaño a Lennox a realizar algunas diligencias para la librería que va abrir después de dejar Reagan Corp una vez que el abuelo se enteró de su mentira inicial sobre la relación con Colin. ¿Y cómo se enteró el abuelo? Stefan le dijo, porque obviamente él tenía que hacerlo para sacar a Lennox del juego y ser el siguiente CEO sin importarle lo que le sucedería a Lennox, su hermana.

A eso me refiero cuando digo que la crianza Reagan nos jodió como personas y arruinó las posibilidades de llevarnos bien como hermanos.

—Oye, Len.

Mi hermana levanta la cabeza del menú del restaurante que queda cerca de donde será su librería y me mira.

—Dime.

—¿Cómo te diste cuenta que amabas a Colin de forma romántica? Es decir, ¿cómo sabes que no lo quieres solo como amigo? No lo sé. ¿No te da miedo estar confundiendo los sentimientos y despertar un día y darte cuenta que no estabas enamorada de él?

He estado enamorada antes. ¿Verdad? Sí, amaba a Emilia. Era un amor toxico y retorcido, pero la amaba... Espera un momento, ¿cuándo dejé de amarla?

En todo este caos del descubrimiento de mis posibles sentimientos románticos por Jazmín no me di cuenta que en algún momento del camino, he dejado de amar a Emilia. Pero hubo un tiempo en que la amé y mucho, la amaba más de lo que me amaba a mí misma. Aunque ese amor que sentía por ella no se parece en nada a lo que siento por Jazmín.

Tal vez y en serio lo que siento por Jaz, no es amor romántico.

—Una noche estábamos jugando cartas y simplemente le dije te amo, pero, ¿saber que lo amaba? Fue todo un proceso, ya que como te darás cuenta estamos emocionalmente atrofiadas y no sabemos reconocer las emociones. Me costó darme cuenta que lo quería más allá de la gratitud y la amistad, que lo que sentía por él era amor, y no creas que fue fácil una vez que lo supe, en absoluto. Estaba aterrada por lo que eso significaba.

—Tenías miedo de que te vuelvan a romper el corazón.

Asiente con la cabeza.

La camarera viene a tomar nuestra orden y hacemos una pausa a nuestra conversación que Lennox retoma una vez que nos hemos vuelto a quedar solas.

—Es aterrador y requiere de mucha valentía aceptar que amas a alguien y más aún, arriesgarte porque aquello puede o no funcionar. Puede que tu corazón esté a salvo o puede que lo vuelvan a romper, o incluso puede que seas tú quien rompa su corazón. Pero hay personas por las cuales vale la pena correr el riesgo, y para mí, Colin vale todos los riesgos que puedan venir.

—Lo amas mucho. ¿Verdad?

—Sí y él me ama a mí. A su lado, he sido más feliz de lo que jamás he sido antes en mi vida. Me alegra haberme arriesgado.

Hay una sonrisa en su cara que no creo haber visto antes. De hecho, hay una ligereza en Lennox —que creo que también se debe a todo lo sucedido con su madre y como Len se alejó de ella—, que es obvio para cualquiera que la mire.

Según Lennox su relación con Colin se siente como el álbum Lover de Taylor Swift.

—Fue Colin quien dio el primer paso, el segundo y el tercero...

—Como iba diciendo antes de que me interrumpas de forma tan grosera, que, aunque ahora sé todo eso, cuando recién nos conocimos y al momento de darme cuenta que lo amaba, yo no estaba lista para una relación y mucho menos para arriesgarme y admitir que estaba enamorada de él.

—¿Qué te hizo cambiar de idea?

—Para cada persona es diferente, a mí me ayudó la terapia. Me ayudó el sanar heridas pasadas y traumas que he cargado por años y los dioses saben que me ayudó el alejarme de mi madre.

Ella debió alejarse de su mamá después de todo el asunto con Niall, su ex prometido, pero, ¿quién soy yo para juzgar si tampoco me alejé de Emilia cuando debía?

Lo bueno es que Lennox se alejó finalmente de su mamá y aquella mujer está muy lejos.

—Me ayudó el entender que merezco cosas buenas en la vida y, sobre todo, que merezco que me amén. Merezco ser amada y tú también, Drea. Eres Sirius, solo que no te das cuenta porque creo que las luces del escenario no te dejan ver tu propio brillo, pero el resto lo vemos.

—No todos.

—Solo la gente inteligente y que realmente te quiere —responde Lennox—. Y tú también deberías verlo, pero está bien, somos pacientes y estaremos esperando a que lo veas.

Hay tantas calidez y cariño en la sonrisa de mi hermana que se forma un nudo en mi pecho y no sé qué decirle, pero Lennox no espera que diga nada.

—¿No te irás?

Niega con la cabeza.

—No.

—¿Por qué?

—Eres mi hermana y te quiero, incluso sí soy tu tercera hermana favorita.

—Quinta.

—Mentirosa.

No sabía cuánto necesitaba escuchar esas palabras hasta que ella las dijo.

En definitiva, fue una buena idea llamarla y pasar mi día con Lennox.

—Tengo algo para ti —me dice una vez que llegamos a mi Pent-house—. Estoy segura que este libro te va a gustar. Trata sobre...

—¿Len? ¿Por qué me regalaste ese libro a Jazmín?

Es algo que había querido preguntarle desde que leí el final del libro.

—Es muy bueno, uno de mis favoritos.

—¿Cómo te pudo gustar aquel libro? Tiene un final triste.

Mi hermana sonríe.

—No, tiene un final necesario.

—No entiendo.

—Es necesario que se rompa aquel corazón para que los lectores nos podamos dar cuenta de nuestros errores.

Levanto una ceja hacia Len, porque no creo que ella haya hecho justo lo que creo que hizo. No, ella no lo haría. ¿O sí?

—¿Le diste ese libro a propósito?

—No sé de qué me hablas, Drea. Solo compartí un buen libro con alguien que me agrada. Eso es todo. Lo que cada quien interpreta al leerlo, es cuestión suya. No tengo nada que hacer ahí.

No me convence su respuesta, pero lo dejo pasar.

—Adiós, Len. Gracias por este día, lo necesitaba.

—Cuídate y si necesitas hablar, llámame.

Me despido con la mano que no sostiene el libro que ella me dio y una vez que su auto avanza, entro al edificio donde vivo.

Las luces están encendidas cuando llego y sé que mi madre está aquí incluso antes de verla, el rastro de su perfume me acompañó durante todo el camino.

—Madre, ¿a qué debo esta agradable visita? ¿Vienes a ver si sigo viva? Pues si mamá, intenté lanzarme del balcón, pero estaba cerrado y no encontré las llaves, así que me dije, bueno, lo intentaré de nuevo mañana. Deséame suerte.

No tengo que ver a mi madre para poder saber la expresión que debe tener en su cara.

Sonrío.

Realmente disfruto molestar a otros y haciéndoles perder la paciencia. A veces me lo ponen tan fácil.

—No sé de dónde sacaste ese terrible sentido del humor, seguro de la familia de tu padre porque de la mía no.

—Si eso te ayuda a dormir por las noches, bueno.

La escucho moverse por la cocina y prepararse un mate, murmurando que es necesario uno para poder lidiar conmigo.

Para mí madre y su familia, es un arte y algo importante saber preparar un buen mate, yo nunca lo aprendí bien y no lo intento porque no lo disfruto. Mi madre dice que se debe a la sangre de mi padre y que no sé lo bueno que me estoy perdiendo.

Ella intentó por años que me guste, pero se dio por vencida cuando cumplí diecisiete.

—¿Quieres un poco?

—Sabes que no.

—Lo sé, no tienes buen gusto. Eso también lo heredaste de tu padre.

—Bueno, si tú lo dices, solo recuerda que él salió contigo.

Y con muchas otras mujeres.

Me sorprende que solo tenga seis hijos bastardos.

Qué hombre tan despreciable tengo como padre.

—¿Cómo estás, Drea?

Sonrío ante su pregunta para cambiar de tema.

—Sigo viva, así que diría mal —respondo—. Y no me mires así. Mis traumas, mis chistes. Pero dime, madre, ¿por qué estás aquí?

Nos acomodamos en la sala y ella señala la tablet que está en la mesa de café. Levanto una ceja y sin decir nada tomo el aparato en mi mano y leo lo que dice:

"Tristán y Emilia han roto su compromiso. La pareja del momento que nos tenía a todos enamorados con su música y su relación, han puesto punto final a lo suyo. ¡Pero de una forma tan dramática! Algo digno de celebridades. Una fuente cercana le contó a la revista Focus que, en su boda en las Vegas, Tristán dejó a Emilia por alguien más. ¡Qué drama! Todavía no tenemos declaraciones de ninguno, pero manténgase atentos para más información".

—¿Pensaste que estaba con ella? Pues no, no he sabido de ella en meses y no me interesa saber de Emilia. Si la dejaron o no, me da igual. Lo que haga con su vida, me importa lo mismo que ella. Nada.

Mi madre toma mi mentón entre sus dedos y me mira con atención.

—A veces me pregunto si deberíamos ser como esas familias donde los padres le buscan pareja a los hijos.

Pongo los ojos en blanco ante el dramatismo de su madre.

—¿Por qué harías eso? ¿No crees que puedo conseguir alguien por mi cuenta?

Me cruzo de brazos con toda la intención de irritarla, pero mi madre luce dividida entre regañarme por mis terribles modales o responder la pregunta retórica que acabo de hacer.

Por supuesto, ella elige lo último, no podría dejar pasar una oportunidad como esa.

—Drea, mi querida hija —su mirada se suaviza con falsa pena, porque puedo ver el brillo de diversión en ellos—, tu gusto no es exactamente...

Y como siempre he sido un poco masoquista, insisto.

—¿Qué? Vamos, termina la frase, madre. Los dioses saben que te mueres por decirlo.

—Hija, no te lo tomes como algo personal. Pero seamos realistas, tienes un gusto muy deficiente. Sin ofender, claro.

—¡Por supuesto que me ofende!

Y estaba teniendo un buen día.

Mi madre levanta su cabeza hacia mí, bajando el mate a medio beber y me mira de esa forma que siempre logra hacerme perder la poca paciencia que me queda.

—Drea, no lo tomes a mal.

Típico, culpar a otros por sus comentarios.

—¿Cómo se supone que debería tomarlo? Acabas de insultarme, mamá. Por supuesto que me voy a molestar.

—No es mi culpa que tomes la verdad como un insulto.

Su audacia.

—¿Sabes qué? No voy a tener está conversación contigo. ¿Viniste para saber si me estoy acostando de nuevo con Emilia? La respuesta es no.

—Es bueno saberlo, esa situación me tenía tan preocupada.

No paso por algo el dramatismo en su tono.

Mi madre se queda a cenar, no discuto con ella cuando es quien ordena la comida y tampoco por la forma que me observa durante toda la cena. Se porque lo hace, está atenta a una posible recaída. Mi terapeuta dijo que era posible ahora estoy muy cerca del año de sobriedad. A solo días, para ser más exacta.

Una vez que mi madre me deja, tomo un baño y me acuesto en mi cama, dónde voy vueltas y vueltas hasta quedarme dormida.

Mi teléfono suena con un mensaje de Colin.

Colin: Buenos días, Drea, lamento escribirte tan temprano, pero Lee me pidió que les comunique a sus hermanos que su madre falleció. Espero entiendas lo delicado de la situación y que ella no quiere hablar del tema o actuar en consecuencia.

Vaya.

Releo el mensaje un par de veces sin creerme del todo lo que dice y llamo a Katie, quien me cuenta mejor la situación.

—Len no quiere hablar del tema y debemos respetarlo —me dice mi hermana—, lo mejor será actuar como si no pasara nada.

Somos buenos en eso.

—Pobre Len, pero es lo mejor que le pudo pasar. Para tener una madre así es mejor no tener madre.

—Sí, pero no son comentarios que debemos hacerles, Drea.

—Lo sé, lo sé.

Termino la llamada y ordeno un ramo de rosas amarillas para ella con una nota del mismo color con un corazón.

Salgo de mi habitación y busco el libro que ella me dio.

—Si tú me dices ven, lo dejo todo... Pero dime ven —leo el título del libro—. Suena bastante interesante.

Es corto y pequeño. Ligero. Algo que podría llevar sin problemas durante mis ensayos. Creo que por eso Lennox lo escogió, siempre escoge libros así para que a mí me resulte sencillo llevarlos conmigo.

Las pisadas de Jeny llaman mi atención y levanto mi cabeza ante el sonido de un cascabel.

—Muy graciosa.

—Dijiste que debía conseguir uno. ¿Cierto?

Vuelve a mover el cascabel frente a mí.

—¿Y desde cuándo tú haces lo que te pido?

—Nunca es tarde para empezar.

Hay días donde es tan insoportable.

—¿Qué quieres?

—Preguntar si ya quieres desayunar y recordarte que hoy tienes una entrevista para la revista...

—Sí, lo recuerdo y sí, quiero desayunar.

Sonríe de esa forma que detesto y sale de la sala, dejándome sola con mi libro, pero no tarda en regresar con el desayuno.

Paso un dedo por el collar que me regaló Jazmín —y que nunca me quito—, antes de volver a hablar.

—Ayer por la mañana tuve un pensamiento interesante, no, fue un pensamiento raro.

—Lo raro es que estés pensando y mucho más raro que haya sido en la mañana, pero dime, ¿cuál fue ese pensamiento?

Ni siquiera sé porque le estoy diciendo esto a ella.

—Pensé que estaba enamorada de Jazmín, pero es una locura, ¿cierto? Tú me conoces, sabes que no puedo estar enamorada de ella. Ni siquiera sé si es posible que quiera a alguien de esa manera, al menos ya no. Y si lo hiciera, no podría ser Jazmín, no solo porque tiene novio y es heterosexual, sino porque es mi mejor amiga y tú y yo sabemos que destruyo todo lo que toco.

Si no he destruido mi carrera es por mi madre —y Jeny, pero no sé lo voy a decir—, y si aún soy amiga de Jazmín es por ella.

—No destruyes todo lo que tocas, crees que es así porque es más fácil eso, que aceptar el hecho de que no querías que nada de eso dure, porque la idea de perder algo que realmente quieres te asusta. Así que no te apegas a nada, porque cuando lo hiciste sucedió lo de Emilia y tu carrera.

—No se para que pago una terapeuta si te tengo a ti —le digo con desdén—. No sabes nada. Nada de mí y nada de lo que hablas.

Incluso aunque hace unos segundos atrás le dije que me conocía.

Se encoge de hombros.

—¡Y no estoy enamorada de Jazmín!

—Por supuesto que no —me dice con una sonrisa—. Aunque, por supuesto, ¿qué importa lo que diga? Sí, según tú, no sé nada de nada. Ten una buena mañana, Drea y disfruta tu desayuno.

Hay días como este dónde no entiendo cómo la he soportado por tanto tiempo.

Pero ella y todos los demás se equivocan. ¡No estoy enamorada de Jazmín!

No lo estoy.

Ni un poco.

Y se lo voy a demostrar a todos.

"A medida que las estrellas se acercan, pueden generar una envoltura común de gas y polvo a su alrededor. Este material puede ser expulsado de las estrellas debido a la transferencia de masa y la interacción gravitacional".

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