2. ¿Y si no nos volvemos a ver?

Em Beihold - Numb Little Bug (0:39 – 1:26)

Hay casi diez libros sobre la teoría del multiverso en la mesa de café, uno de ellos está abierto frente a mí y empiezo a subrayar una parte del texto que me resulta interesante.

Desde hace dos semanas que fui a ese concierto no he dejado de leer sobre el tema. Hasta ahora, mis libros favoritos han sido: "El efecto mariposa" de Ray Bradbury, "El país de las cosas posibles" de David Deutsch, y "Universos paralelos" de Brian Greene.

Al principio me costó entender de que iba todo, porque realmente la física nunca ha sido mi fuerte, pero el tema es tan interesante, que no lo dejé y seguí leyendo al respecto.

Así fue como aprendí sobre la hipótesis de que hay un número infinito de copias de nosotros mismos en el espacio-tiempo. Según esta hipótesis, cada vez que tomamos una decisión, se crea un universo paralelo en el que tomamos la opción opuesta. Esto significa que, en algún universo paralelo, tomas decisiones distintas a las que tomas en este universo.

—Cada vez que se debe tomar una decisión la realidad se fragmenta y nos muestra infinitas posibilidades.

¿No es aquello increíble?

Te hace cuestionar todo. Al menos así me sucedió a mí.

—Jazmín, ¿qué se supone que estás haciendo? Son las cuatro de la mañana. ¿No deberías estar durmiendo?

No levanto la vista del libro frente a mí y no necesito hacerlo para saber que Remy se está acomodando en mi apartamento como si fuera el suyo.

—¿Y tú no deberías estar en tu apartamento?

Escucho como abre y cierra la nevera, murmurando para él, sobre el helado que dejó ahí y yo me comí.

Pongo los ojos en blanco.

Si sus fans lo pudieran ver y escuchar ahora.

—Vine a ver cómo estabas. Aunque iba a esperar hasta la mañana, no pensé que estarías despierta. ¿Qué estás haciendo?

—Leyendo.

—Eso es obvio.

Lo veo tomar unas cuantas galletas que horneé hace unas horas y me felicita por lo buenas que están.

—Pero, ¿qué estás leyendo?

—No te voy a decir.

Toma unas cuantas galletas más y se acerca a dónde yo estoy sentada en el piso frente a la mesa de café.

Intenta tomar uno de los libros, pero yo lo aparto.

—Sigo molesta contigo.

—Mi respuesta sigue siendo no.

Me levanto del piso y me siento a su lado con fuerza, provocando que el sofá se mueva un poco y él hace una mueca porque odia que haga eso.

—¿Por qué no me la quieres presentar? Dijiste que la conoces. No es justo. Solo quiero conocerla.

Antes que finalizara el concierto de Drea Reagan, le pedí a Remy que hable con sus contactos y que nos permitan conocerla, pero Remy me dijo que no.

Se lo he estado pidiendo desde ese día y se rehúsa.

—No seas una acosadora, Jaz y te dije que no. Deja de insistir.

—Pero, ¿por qué?

—Solo no, ahora dime, ¿desde cuándo empezó tu obsesión con... Esto?

Señala los libros y me mira, esperando a que responda.

—Después del concierto —respondo—, me gustó lo que ella dijo.

—Sigo sin entender la razón.

Me encojo de forma leve de hombros y muerdo mi labio, pensando en si debo contarle o no.

Al final decido que sí, es Remy.

—Se que es tonto, pero me resulta algo reconfortante saber que, Incluso aunque sea en otro universo, hay una Jazmín que está haciendo las cosas bien, que está siendo feliz. Porque aquí, en este universo, está Jazmín está perdida y se siente avergonzada de sí misma al ver la vida que está llevando.

Después de la conversación con mi madre, no pude, incluso aunque lo intenté, quitar sus palabras de mi cabeza y pensar que soy un fracaso. Que soy solo una empleada más cuyo nombre será olvidado.

Porque la realidad es que si, si muero mañana, ¿cuál sería mi mayor logro? No hay ninguno. Soy un fracaso y una decepción que no consigue alcanzar su mayor potencial o peor aún, tal vez esto es todo a lo que puedo aspirar.

—¿A qué te refieres, Jaz?

—Estoy estancada. Sí, estoy trabajando en algo que me gusta, pero no avanzo estoy estática y veo a otros, y el cómo sus vidas avanzan y prosperan. Algunos se están cansando, teniendo hijos o siendo ascendidos en el trabajo y yo sigo igual. Me siento avergonzada de ver cómo la vida de los demás alcanza su máximo potencial y yo sigo siendo nada.

¿Cómo es que todos los demás consiguen avanzan mientras yo me quedé estancada?

Cuando era joven y soñaba con mi vida, haciendo planes de cómo sería mi futuro, a esta edad de veinticuatro años —a nada de cumplir veinticinco—, ya me veía teniendo una vida estable. Trabajando en lo que me gusta y teniendo una relación encaminada hacia el matrimonio. Pensaba que tendría mi propia radio y estaría lista para empezar a formar una familia.

Pero no tengo lo uno y mucho menos lo otro.

—Todos los demás están ahí, haciendo cosas fantásticas con sus vidas y yo, ¿qué estoy haciendo yo? Nada. Me siento perdida a pesar que se supone que estoy haciendo lo que quiero. Me siento perdida y un completo fracaso, pensando que esto, es lo mejor de mí, que este es mi mayor potencial y que no voy a conseguir nada más.

Mi madre siempre ha tenido ese poder sobre mí, el crearme inseguridades o sacar a flote algunos miedos que estaba tratando de evitar, algo que consiguió después de esa conversación. Pero ese mismo día, en el concierto, cuando Drea dijo sobre los universos paralelos y lo explico un poco, encontré cierto consuelo en la idea que hay una Jazmín que tiene la vida que yo había planeado.

Es absurdo, lo sé, el encontrar consuelo en una idea como esa, pero cuando uno se está ahogando, cualquier cosa que flote sirve de salvavidas.

—Tengo sueños y metas, ¿sabes? Los tengo, pero me ha resultado tan difícil enfocarme en ellos.

La verdad es que tengo miedo, miedo de intentar y fracasar. Corroborando de esa manera, que mi madre tenía razón sobre mí.

—Jaz, te estás ahogando en un vaso con agua. Mírate, eres joven, inteligente y capaz de conseguir lo que quieras. ¿Acaso olvidas como te graduaste casi un año y medio antes en la universidad? Eso es increíble y no cualquiera lo consigue, pero lo hiciste y harás cosas fantásticas a tu tiempo.

Entierro la cara en mis manos.

Desde la escuela mis maestros y niñeras decían que yo tenía mucho potencial, que conseguiría grandes cosas y estaría hasta arriba en la pirámide de logros, aquellos pensamientos duraron hasta la universidad, pero ahí, algo pasó. Creo que fue entre mi cambio de ideales o algo más, y las personas dejaron de pensar que conseguiría grandes cosas y solo vieron el potencial que estaba desperdiciando.

Me empezaron a ver como un fracaso y yo me empecé a sentir de esa manera.

—Mi tiempo, mi tiempo. ¡¿No ves que eso es justamente lo que estoy perdiendo?! Ayer, Alana, mi compañera de la secundaria estaba inaugurando su nueva línea de maquillaje y otra tiene su línea de bolsos. Otra es socia del conglomerado de su familia. Se están casando, teniendo hijos... Teniendo la vida que yo quisiera tener. ¿Y yo? Mírame, no me sirve de nada haberme graduado antes porque no soy nada.

—Primero, ¿qué importa lo que está haciendo Alana o Peter o quien sea? No puedes pararte ahí y comparar tu vida con la de otros...

—Es fácil para ti decirlo, señor súper estrella de la música.

Remy me detiene, pone sus manos en mis hombros y levanto mi mirada hacia la suya.

—¿Qué quieres?

—¿Qué?

—Dime, ¿qué es lo que quieres, Jaz?

No es una pregunta con la que esté muy familiarizada, sin embargo, a pesar de todo, tengo la respuesta.

—Quiero a alguien que me ame, que no tenga miedo de amarme y ser amado por mí, que no se sienta inseguro y me mantenga en el limbo de hoy si, mañana no se. Quiero estabilidad y seguridad. No creo que sea pedir demasiado. ¿Verdad? Pero, sobre todo, Quiero ser feliz, pero no sé cómo hacerlo. Ninguna de las decisiones que he tomado, me ha hecho feliz.

Simplemente me siento estancada en el mismo lugar mientras todos los demás avanzan.

A pesar de lo cansado que se debe sentir, Remy me escucha en silencio, ofrece su apoyo de forma sutil, sin emitir alguna palabra, solo con leves movimientos de cabeza o apretando mi hombro cuando parece que me estoy debilitando.

Rodea mis hombros con su brazo y frota mi espalda con dulzura mientras yo finalmente libero todo aquello que he estado reprimiendo y lloro en su hombro, escuchando como él susurra palabras tranquilizadoras en mi cabello o algo como eso, porque como Remy mismo murmura, no tiene mucha práctica consolando a las personas.

—Lo siento —le digo.

Me alejo de él para poder limpiar mis lágrimas ahora que mi llanto a cesado.

—No te disculpes, no debes disculparte por cómo te sientes. Jamás.

Le dedico una media sonrisa.

—Gracias, Remy.

Espero que él entienda que le agradezco por algo más que consolarme, y Remy entiende.

Es un gracias por estar aquí. Gracias por ser mi hermano. Gracias por no perder las esperanzas en mí y dejarme.

—Todo estará bien, Jaz. Un día, miraras hacia atrás, hacia la vida que tenías y sonreirás al ver la vida que tienes.

—¿Lo prometes?

—Sí, lo prometo, ese día llegará.

Pero no llega al día siguiente o al día después de ese. No llega durante una semana o dos. Simplemente no llega. Los días siguen pasando y se transforman en semanas y luego en meses y nada cambia.

Pero si algo aprendí leyendo todos esos libros, es que los cambios suelen empezar con actos en dónde no siempre somos el detonante o el actor principal, a veces los cambios más trascendentales en nuestras vidas, se dan cuando nos volvemos un daño colateral.

—¡Me voy a casar! —me anuncia Colín.

No debería sorprenderme, antes de ir a sus conciertos por Europa, Remy y Colin habían salido a buscar un anillo de compromiso.

Colin dijo que era el paso correcto a seguir.

—Vaya, felicidades. Lorna es una mujer afortunada.

No nota la sonrisa forzada en mi cara o la forma que sujeto el borde de la mesa con tanta fuerza que mis nudillos se vuelven blancos.

Él no me nota, pero hubo un tiempo donde si lo hizo y como crecí sin la atención de nadie, cuando alguien me daba el mínimo afecto y atención, lo era todo para mí, así que tal vez por eso me cuesta tanto dejar ir a Colin.

No estoy enamorada de él, ya no. Pero aún duele lo que pudimos ser. Me duele dejar ir la vida que había imaginado en mi mente, porque sé que hubiera sido muy feliz con Colin.

—¿Jaz? ¿Estás bien?

No.

Siento como si I'm in here de Sia sonara una y otra vez dentro de mi cuerpo.

—Sí, estoy bien.

—Eres una terrible mentirosa. Vamos, dime, ¿qué sucede?

Suspiro y mis hombros caen.

—No pasa nada.

—Has estado distante desde hace un tiempo. Y está bien si no me quieres decir, no te voy a presionar, pero si hay algo que pueda hacer para ayudarte a sentirme mejor, dime.

Suspiro.

Detesto que Colin sea tan... Colin.

Ojalá pudiera odiarlo, quisiera que haga algo que me haga odiarlo. Como mi ex. Así todo será más sencillo para mí.

—Yo solo... —mi voz se quiebra y guardo silencio, tratando de mantener todo junto y controlado, aunque nunca he sido particularmente buena en hacerlo.

Miro alrededor de la pequeña sala de descanso de la radio donde tanto Colin como yo trabajamos y me pierdo en la frialdad de la habitación, en las tejas color gris y observo que él techo es de un gris más oscuro. Miro a todas partes, menos al hombre sentado frente a mí.

—¿Qué sucede, Jaz?

—Nada, es solo que siento que estoy perdida.

—¿Pérdida?

Asiento con la cabeza.

—Sí, dejé una buena carrera y un gran trabajo en las empresas de moda de mi madre para venir aquí y seguir mi sueño. Se suponía que lograría grandes cosas y sería... Todo lo que no soy.

Me tiembla la voz y me duele la cabeza por intentar silenciar las voces que me dicen el fracaso que soy. Recordándome que esto es todo lo que siempre seré.

Estás cansada de salvar a las personas —me dijo Remy antes de irse de gira por Europa—, porque necesitas ser salvada.

Y tal vez sí, pero también me gustaría ser feliz. Lo necesito y no lo he sido durante un tiempo. No realmente. Pero estoy tratando de serlo, de ser feliz con lo que tengo, aunque sea difícil porque mi mente no se calma.

—Dioses, Colin, lo siento mucho. Olvida lo que acabo de decir, no es justo que te llene con mis problemas cuando deberíamos estar celebrando tu compromiso. ¡Te vas a casar! Eso es algo bueno, es algo fantástico.

—Jaz, mira...

Pero yo no dejo que continúe.

—¡Salgamos a celebrar! Vamos a ese lugar que a Lorna le gusta, pregúntale y avísame si puede para yo hacer las reservas. Y de nuevo, felicidades.

Me alejo de él antes que pueda decir algo o detenerme, y me regaño mentalmente por ser egoísta y empañar de esa forma el momento de felicidad de mi amigo.

Hay un momento y lugar para todo y ese era el momento de Colin, no debí decir nada.

Se que Colín estará pensando en lo que le dije e intentará hablar conmigo, por eso lo evito todo el día con éxito.

—¿Jazmín? Pensé que estarías con Colin —me dice Joe, un compañero del trabajo.

Termino de recoger mis cosas para poder irme a casa y le dedicó una sonrisa.

—No, saldremos a celebrar después su compromiso.

—¿No sabes lo que sucedió?

—No. ¿Qué pasó?

—Mike, el amigo de Lorna, llamó al programa de Colin para decir que Lorna había ido a buscarlo después de que ella y Colin se comprometieron y que celebraron dicho compromiso en la cama de él.

Detengo todo lo que estoy haciendo y me giro hacia Joe, quien está serio y con los brazos cruzados sobre su pecho.

La sonrisa cae de mi cara y de alguna manera espero a que Joe me diga que es solo una broma.

—Eso es horrible.

—Colin y Lorna discutieron, ella le devolvió el anillo y le dijo que siempre había amado a Mike y que solo se estaba conformando con él.

—Debo irme, iré a ver cómo está Colin.

Llego a mi auto en tiempo récord y marco el número de Colin, pero me manda a buzón de voz.

Mierda.

Conduzco lo más rápido que puedo —siguiendo las leyes de tránsito—, e intento seguir comunicándome con Colin, pero no lo consigo.

Toco la puerta de su apartamento un par de veces y espero.

—Colin, soy Jazmín. Se que estás ahí y también sé que pobremente no quieras ver a nadie, pero estoy aquí por si cambias de opinión.

Entiendo por lo que él está pasando, dioses por supuesto que entiendo las emociones y la forma lenta que tiene nuestra mente de asimilar todo. La sensación de insuficiencia y el sentir, que, de alguna manera, todo lo que sucedió es culpa de uno.

La puerta se abre y Colin se hace a un lado para dejarme pasar. Veo a Carlos, el gatito que él rescató, sentado en el sofá y me acerco a saludarlo.

Amo a Carlos, en especial porque siempre está peleando con Remy.

—Lo siento —murmuro.

—¿Por qué? Tú no hiciste nada malo —me dice Colin, y se ríe un poco después, pero sus ojos caen al suelo y su sonrisa desaparece.

Recuerdo lo feliz que él estaba por mi cuando me dieron el trabajo en la radio.

Salto de emoción al ver la caja que sostiene Colin frente a mí cara.

—¡Te dije que no me trajeras nada!

Mi sonrisa se hace aún más amplia una vez que sostengo la caja y empiezo a quitar el envoltorio. Colin sabe que me encantan los regalos y las sorpresas.

Abro la caja muy despacio.

—Oh, dioses.

Sostengo el collar frente a mis ojos. Es dorado y en el centro hay un pequeño colgante con una "J" y una flor de jazmín.

—Colin, esto es... ¡Me encanta!

—Sabía que te iba a gustar.

Toma el collar y me hace girar, apartando mi cabello con cuidado y colocando el collar alrededor de mi cuello.

—Es hermoso, pero esto no era necesario, solo me dieron el trabajo.

Él me devuelve la sonrisa.

—Quería dártelo y esto me dio una razón, una muy buena —me dice y se inclina para dejar un beso en mi mejilla—. Felicidades por el trabajo, Jaz. Lo mereces. Mereces conseguir todo lo que te propongas.

Aparto mi mente de aquel recuerdo y vuelvo a enfocar mis ojos en Colin.

—Si hay algo que pueda hacer, no dudes en decírmelo. Lamento mucho que esto te esté sucediendo.

—Gracias, Jaz. Eres una buena persona, pero me gustaría estar solo. Necesito procesar esto y por favor, no le digas a Remy.

—Sí, lo entiendo, no te preocupes. Llámame si necesitas algo.

Me despido de Carlos y le doy una última mirada a Colin antes de irme de su apartamento para conducir hasta el mío.

Una vez que llego a casa, enciendo la televisión para no sentirme tan sola y paso los canales sin prestar atención, hasta que una entrevista me hace retroceder y detenerme.

—¿Por qué el título de tus álbumes tiene que ver con el espacio? —le pregunta el entrevistador.

Drea sonríe, la misma sonrisa que tenía en el escenario y mira al público invitado antes de recostar su espalda sobre el sofá azul y levantar un brazo sobre el respaldo.

Su cabello está peinado hacia un costado y deja ver los aretes en forma de serpiente que adorna su oreja.

—Me gusta el espacio. Me recuerda lo insignificantes que podemos ser. Bueno, ustedes, yo soy fabulosa.

Hay risas y Drea también se ríe.

—Esto podrá sonar un poco aburrido, pero estamos hechos de carbono, oxígeno, hidrógeno y otros elementos, los cuales se formaron en el interior de las estrellas. Estamos hechos de polvo de estrellas que han existido por millones de años, muchas de las cuales ya están muertas. ¿No es eso fantástico? La forma en que estamos hechos de las mismas partículas que esas cosas que brillan en el cielo que tanto nos fascinan.

Muerde su labio y sonríe, parece que quiere agregar algo más, pero no lo hace.

—No es aburrido, es muy interesante. Eres muy interesante —le dice el entrevistador—. Una chica lista, hermosa y con una gran voz. Eres todo el paquete. Y con tu voz, podría escucharte hablar sobre cualquier tema por horas.

Drea lo mira con los ojos entre cerrados y el público se ríe.

—En serio.

—Si tú lo dices, pero me gusta el espacio y las teorías, como la teoría del multiverso, por eso el nombre de mi nuevo álbum.

El estuche del álbum está en el escritorio del presentador y este lo toma, mirando la portada y luego lo levanta hacia el público.

—Es un álbum muy bueno y el sencillo es fantástico. ¿En qué estabas pensando cuando escribiste está canción?

—Pensé que lo peor que podrías hacerte a ti misma. Es dejar pasar las oportunidades, seguir haciendo lo mismo una y otra vez, sin importar lo infeliz que aquello te hace. Se supone que hay una cantidad infinita de universos, pero este es el tuyo y aquí, tienes la oportunidad de ser aquella persona que quieres. No la desperdicies.

—Eso es un gran mensaje.

—Sí, después de todo, somos estrellas que miran otras estrellas.

Drea Reagan no me conoce, no tiene idea de quién soy y tal vez, jamás nos lleguemos a conocer, pero está noche, al escucharla, me siento menos sola y con un poco más de esperanza.

Estamos conectados —dijo Drea en su concierto—, porque estamos hechos de las mismas partículas. Somos estrellas caídas que en algún momento regresarán al espacio donde pertenecen.

Sonrío y sigo observando la entrevista, pensando que tanto ella como yo, estamos hechas de las mismas partículas que en algún momento formaron parte del interior de una estrella.

"Se dice que somos "polvo de estrellas" porque se cree que la materia en nuestro planeta y en nuestro cuerpo proviene, en gran parte, de la materia estelar que se originó en las estrellas. Algunos científicos afirman que la materia del universo se formó en el interior de las estrellas durante procesos nucleares".

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top