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—¿Serena? —oyó el llamado y los cuatro golpecitos a la puerta, mas no tenía ánimos para levantarse. Sus sabanas se sentían demasiado cómodas y relajantes, se encontraba en su mundo, aislada de todos. Si le abría tendría que salir de allí y tocar el frio suelo de la habitación...no quería eso, el frio suelo de la realidad no era algo que quisiera sentir por ahora —. Serena...—abrió la puerta y la franja de luz que dejó entrar se reflejó en ella, y en su deplorable situación.
Las cortinas cerradas, todo en penumbra, el hedor de algo comestible pudriéndose por algún lado, docenas de pañuelos usados regados por todo el piso y la sensación de encierro de casi un mes que se podía percibir.
La vio removerse bajo el acolchado y un bufido molesto escapó de sus labios «esta niña...». Caminó severa hasta la ventana, procurando no tropezar con alguna prenda o zapato que se encontrara desparramado, y de un solo movimiento con ambas manos abrió las cortinas dejando penetrar la radiante luz del sol por toda la habitación.
—¡Mamá! —enterró aún más su cabeza en la almohada y apretó con fuerza las sábanas contra ella.
—¡Mírate cómo estás hija! Llevas casi un mes de esta manera. ¿Así planeas pasar todo el verano?
—Sí —ante su corta y desafiante respuesta Grace tomó las sabanas del lado contrario a la cabecera de la cama y tiró de ellas, descubriendo a la pelimiel.
Tenía puesto un pijama de corazones rosas, su larga cabellera toda desalineada, los ojos hinchados y las mejillas sonrosadas. Estaba abrazando una nueva caja de pañuelos y una barra de cereal a medio comer.
—Cariño eres mejor que esto —su madre ladeo la cabeza con decepción y se dirigió de nuevo hasta las ventanas para abrirlas.
—Me gustaría que mi madre me entendiera —reprochó sentándose en la cama para terminar su barrita mientras la observaba.
—Te entendí las tres primeras semanas, pero ahora es mí deber hacerte entender a ti que esto —colocó ambos puños en sus caderas y señaló con la mirada el desorden del cuarto—... no es la solución —Serena cerró los ojos e hizo un sonido de queja desde su garganta para después subir la almohada hasta su rostro—. No voy a dejar que tengas esa actitud todo el verano. Levántate, vístete y arréglate; irás al cumpleaños del hijo de Emily.
—No me hagas esto mamá... —su voz deprimida sonó amortiguada detrás de la almohada.
—No aceptaré ningún pero. Es eso o ir conmigo a la granja durante todas las vacaciones a dar lecciones de equitación a los niños.
Un gruñido se escuchó igual de amortiguado y, tras unos varios segundos, Serena se levantó del lugar muy a su pesar.
—Está bien, está bien —bramó molesta mientras se dirigía a su baño. Grace sonrió triunfante y volvió a posar sus ojos en el desastre del lugar. Con un suspiro cansado comenzó a levantar algunas cosas, preguntándose que era lo que le ocurrió a su hija para que se deprimiera así.
Ella no lo sabía. Se lo había preguntado el día que la vio llegar y dirigirse a su cuarto sin emitir palabra, no quiso responderle y ella no quería agobiarla. Le dio su espacio, cuando se sintiera segura se lo diría. Entendía que Serena no era tan ruda como ella y algunas cosas, por muy simples que le parecieran, podían afectarle bastante.
Pero ya había sido mucho el tiempo en el cual se mantuvo encerrada, y no quería que su hija aprendiera a huir de las situaciones, tenía que ser fuerte y saber lidiar con los problemas.
Se mantuvo parada frente a esa casa casi por diez minutos. El aire fresco de verano movía ligeramente su cabello provocando que el aroma floral de su shampoo fuese más perceptible.
En ese momento la imagen de su madre la rememoraba con resentimiento, pero no podía molestarse con ella, sabía que no tenía malas intenciones, al fin y al cabo, no le había contado nada de lo sucedido y el porqué de su actitud.
Si bien ella era una chica que se guardaba muchas cosas, y entre ellas sus sentimientos con mucho más celo, sabía que deliberadamente no podía contarle a su mamá sobre lo que le pasó con Ash. Conociéndola, se molestaría y la relación con la señora Delia quizás se vea afectada, ella no quería eso, su mamá se llevaba muy bien con los Ketchum.
Suspiró resignada a sabiendas de lo que se encontraría tras esa puerta. Conocía a Tom el hijo de Emily, la amiga de su mamá, iban juntos a la escuela desde ese año; lo que significaba que todos sus compañeros estarían allí, lo que significaba que él también estaría allí. «vaya suerte la mía...» se lamentó mientras tocaba el timbre.
La señora Emily la saludó amigablemente y la invitó a pasar. Como sabía, al momento de entrar en la sala todos voltearon a verla, cosa que hizo que se pusieran muy nerviosa, pero al cabo de unos segundos volvieron a ignorarla. Típico.
Se sentó en una silla lejos de los demás, observando cómo se reían y divertían, sintiéndose tan fuera de lugar. Los conocía a cada uno, habían cursado juntos -al menos la mayoría- desde la primaria, pero ninguno parecía conocerla a ella a pesar de los años.
—¿Tú la invitaste Tom? —murmuró en un grupo un chico alto y moreno, llamando la atención de Ash que estaba allí apoyado contra la pared.
—No, no la conozco. ¿No era tu novia Ash? —preguntó inocente el castaño provocando que el azabache lo mirara fulminante.
—No, no es mi novia —contestó seco, pero sin dejar de mirarla. Aquella extraña sensación que le nacía en el pecho volvió a aflorarle en el momento en que la vio, provocándole un diminuto deseo por acercarse a ella, mas, intentó reprimirlo.
—¿Ah no? Eso había escuchado —el chico ladeo la cabeza y la giró en dirección a la pelimiel—. Es bastante bonita, ¿no? —ante la pregunta Ash lo miró confundido, pero no pudo pensar nada porque una chica alzó la voz.
—¡Oigan! ¿Y si hacemos una competencia? —la rubia, conocida como Korrina, se había parado estrepitosamente sobre una silla para que todos la escucharan.
—¿Una competencia de qué?
—¡Una carrera de bicicletas en la colina! —apuntó a la ventana que daba al jardín donde se veían unas cuantas de ellas—. El ganador —alzó su dedo índice— podrá pedir lo que quiera —cerró sus ojos y coloco airosa los puños en su cadera.
Sin bien no era un premio muy inspirador la idea emocionó a varios, sobre todo a los chicos y aún más a Ash, un entusiasta por las actividades deportivas.
—¡Yo me apunto, suena divertido! —el azabache levantó la mano y luego se dirigió al jardín.
—Yo también quiero —Exclamó Gary y luego lo siguió. Tom también se les unió, junto con Kiawe, Korrina y un obligado Clemont.
Serena miró, desde la distancia como todos elegían sus bicicletas y hablaban emocionados, debatiéndose si debía seguir allí o no. Mas, una conversación la sacó de sus pensamientos.
—¿Crees que sea buena idea Gary? —comprobó que la susurrante voz era del moreno conocido como Kiawe. Ambos estaban cerca de ella apartados de los demás, más claro, no se percataron de su presencia.
—Claro que sí, será muy divertido. En cuanto hagamos que Ash gane le bajaremos los pantalones frente a todos —ahogó una risa tapándose la boca con la mano —, será muy humillante.
—Pero no lo sé...
—Oh vamos, el niño estrella viene sintiéndose la gran cosa desde ese partido, no le vendría mal bajarse un poco.
Cubrió su cara de espanto tapándose la boca con una mano. No podía creer lo que había escuchado, ¡tenía que hacer algo! ¡Debía correr y avisarle a Ash que...!
No...
¿Por qué tenía que hacerlo? Él la había hecho a un lado de su vida, de la forma más baja que jamás se había sentido. Y por primera vez se preguntó si Ash no merecía ese castigo.
Además, si se lo decía, ¿qué le aseguraba que la escucharía? Sí siempre la consideró una molestia, un estorbo. Siempre llorando y escondiéndose detrás de su espalda, como si esa fuera su zona segura, como si él fuera una especie de muro contra la realidad para ella, pretendiendo que la protegiera de todo y de todos...
Abrió los ojos incrédula y soltó un leve jadeo ante tal revelación.
¿Cómo no la iba a considerar una molestia si eso mismo era? Siempre persiguiéndolo, siempre abusando de su amabilidad y su buena voluntad para con ella. Porque, a pesar de que las circunstancias por las que se unió a ella no fueron de su propia voluntad, el jamás le negó nada.
Se sintió asqueada de si misma en ese momento, ¿qué clase de amiga había sido todo este tiempo? Dependiendo siempre de él egoístamente, pidiendo y pidiendo su seguridad, su protección. ¿Y ella que había dado a cambio en esta amistad? ¿Una amistad solo basada en una relación de protector y protegida?
¿Por qué iba a ayudarlo entonces? ¿Para volver a tener a su escudo humano para protegerla? ¿Por qué le gustaba? Pero... ¿En realidad tenía sentimientos por él o solo le gustaba sentirse protegida? Sabía que era insegura, pero hasta ahora se daba cuenta de que toda su vida la había vivido a costa de Ash y que él la mantuviera segura de ellas. Y eso lo podía comprobar fácilmente porque ahora, lejos de él, estaba sola.
Pero, entonces, la imagen de su sonrisa cual rayo de sol apareció para aclarar su mente, junto con todos esos recuerdos que ella se negaba a creer fueran una farsa. Sí bien ambos se habían mantenido juntos por diferentes razones, él por obligación y ella por dependencia, todas esas risas nunca fueron por ninguna de aquellas egoístas razones. Sintió, desde el fondo de su corazón, que eran genuinas como sus sentimientos por él. La amistad estaba ahí, solo que eran muy orgullosos para ver más allá de sus egoístas propósitos. ¡Ash era su amigo! Y poco importaba si la amistad no nació de la mejor manera.
Empuño sus manos con una firmeza y valentía que desconocía de ella misma «Esas no pueden ser mentiras». Se dijo con convicción a sí misma «Puede que ahora no seamos buenos amigos, ¡pero yo tengo que ayudarlo!»
—¡Están todos listos! —se dirigió Korrina hacía todos con la bicicleta en su mano.
—¡Sí! —afirmaron unánimes.
Antes de que todos pudieran dar un paso Serena tomó una bicicleta y se puso en medio con toda firmeza.
—¡Yo participaré! —alzó la mano e inevitablemente todas las miradas se posaron sorprendidas en ella, más aún la perpleja del azabache.
—¡¿Qué haces?! —se le acercó molesto.
—Yo quiero participar —lo miró con un brillo nuevo en sus ojos que lo sorprendió bastante. Estaba decidida; si para evitarle esa humillación a Ash debía participar y ganar lo haría, después de todo él no la escucharía, aunque se lo quisiera explicar.
—¡Pero que rayos Serena! ¡No sabes andar en bicicleta! «si mamá se entera, me mata».
¿Por qué Serena lo estaba enfrentando? Se puso extrañamente nervioso ante la nueva actitud que estaba tomando su amiga de la infancia. Llevaban tiempo sin verse y claramente fue obra suya, pesó que, finalmente se habría librado de ella. Y ese pensamiento lo mantuvo por al menos unas dos semanas, hasta que, extrañamente, se encontró pensando en ella varias veces en el día. Sí, intentó reprimirlo, como siempre, más sorprendentemente era algo que no podía evitar. Se sorprendió de encontrarse en la ventana de su cuarto mirando hacía su casa, ¿esperando qué? ¿Verla quizás? No quería saber la respuesta a eso. Su humor se había empeorado, tanto que su madre lo reprendió por ello varias veces.
¿Qué rayos le estaba pasando?
—Yo puedo —determinó airosa ignorando la mirada de Ash. Se giró de él y se alejó dejándolo perplejo ante su negativa.
—Me parece increíble que te animaras —apenas y se había alejado del azabache cuando esa voz la detuvo. Se volteó y pudo divisar al cumpleañero; un castaño de ojos verde opaco y cabello corto. Era alto, pero no tanto como Kiawe, solo un poco más que Ash.
—Am...Gracias...—se encojió en su lugar sintiéndose intimidada por su presencia, no era muy común para ella hablar con otras personas de su edad, mucho menos que le hablaran.
—Me llamo Tom por cierto —le extendió su mano amigablemente—. Aunque creo que eso no es necesario porque vamos en la misma clase —se rio levemente ante su ocurrencia. Ella sonrió por ello y, haciendo uso de su recién descubierto coraje, estrecho su mano con la de él.
—Serena, encantada —tan delicada como siempre le sonrió amable.
—Te conozco, ¿tú no eres la novia de Ash? —ante tal pregunta se soltó de su agarré y todo el valor que sentía le había embargado fue opacado por un deje de tristeza.
—N-no, solo somos amigos —intentó sonreírle—, solo eso...—bajó su semblante. Sabía que no debía ponerse así, pero de momento era inevitable.
—¡Vamos, no te pongas así! ¿Qué pasó con la chica decidida que acaba de poner en su lugar a la estrella Ash Ketchum? —sintió su mano apoyarse sobre su hombro y levantó la vista sorprendida por sus palabras —. Vamos, tenemos una competencia que ganar —le sonrió y se giró para tomar su bicicleta y emprendieron el camino con todos hacía la colina a unas calles de allí.
A la distancia, el azabache observaba la escena con una desconocida rabia que no entendió muy bien porqué, pero se prometió no volver a ayudarla «Has lo que quieras». Gruño en sus adentros y, tomando su bicicleta, se dirigió a la colina con los demás.
Miró con mucho espanto la pendiente delante de ella, imaginando mil y un escenarios posibles de accidente dolorosos. Era ilógico para ella pensar que una calle podía ser tan empinada, ¡¿cómo rayos la casas se mantenían allí?! Debería ser ilegal...sobre todo si a un grupo de chicos se les ocurría realizar una carrera en bicicleta por ella, estaba muerta.
—¿Ahora vez lo ridícula que es tu idea? —la fría voz de Ash le congeló la espalda, se notaba muy molesto—. Ni pienses que te ayudaré si algo te ocurre.
Ella volteo a verlo con tristeza, confirmando lo que imaginaba al escucharlo; tenía el ceño fruncido y ojos que atemorizaban de enojo, mas no daría marcha atrás.
—No tienes que cuidar de mi —lo cortó sin titubear, lanzándole una mirada de decepción. Aquello lo lastimó, haciendo que el dolor en su pecho quemara. Sin poder tolerarlo, desvió la mirada, mas ya no era tan sencillo pretender ignorarlo.
—¡¿Están todos listos?! —Shauna estaba en la acera a un lado de los participante junto con los demás espectadores de la fiesta, sostenía elevado un trapo rojo lista para indicar la salida.
—Hey...—Tom le susurró a su lado, haciendo que volteara a verlo —, buena suerte —le levanto el pulgar con una sonrisa y ella se la devolvió.
—¿Listos?... ¡Fuera! —En el momento en que la morena bajó el trapo todos se deslizaron pendiente abajo, soltando gritos de diversión embargados de la adrenalina que aquello implicaba.
Serena gritó de adrenalina y terror al ver como la bicicleta descendía, literalmente, sola por aquella colina, estaba segura de que moriría ese día.
—¡Vamos Serena, no te quedes atrás, hay que ganar! —el grito de Tom le hizo recordar porque estaba haciendo aquello. Es cierto, tenía que ganar. Lo miró y él apenas se volteó para sonreírle lleno de emoción, la cual se le contagió enseguida.
Por primera vez en su vida, decidió olvidarse de sus miedos e inseguridades y solo quiso disfrutar de esa extraordinaria aventura. Aseguró sus manos en el manubrio y pedaleo con avidez. Era tan emocionante sentir como el viento se desprendía en su rostro, y la sensación de adrenalina que le embriagaba todos los sentidos. Se sentía viva, intrépida, aventurera, como jamás se lo había permitido ser.
—¡Serena el basurero! —oyó lejos el grito de Tom, que había dejado atrás sin siquiera darse cuenta. De pronto lo vio, un enorme contenedor de basura al que, sabía, iba directo a estrellarse. Y supo que los menos importante sería terminar cubierta de basura, si por lo menos evitaba la parte de los huesos rotos. Pero cuando pensó que su choque sería inminente y solo pudo cerrar sus ojos esperando el golpe, una firme mano pareció tomarla y tirar de ella con ímpetu para detener la fuerza del impacto.
El estruendo de dos bicicletas sonó estridente a lo largo y ancho de la calle, y todos los chicos, incluyendo a un Tom muy consternado, corrieron a auxiliar a la pelimiel, quien estaba siendo abrazada protectoramente por un azabache. Al verla en peligro, no dudó ni un segundo en correr a auxiliarla. ¡Al diablo si estaban peleados!, ¡al diablo si ella no quería su ayuda!, ¡Al diablo todo!, simplemente, no dejaría que ella se lastimara mientras podía evitarlo.
Y haciendo uso de todos sus años de jugar fútbol, pedaleo, tan fuerte como sus piernas se lo permitieron, para socorrerla antes del impacto. Y poco le importaron las leyes de física cuando la jaló con fuerza, esperando lograr frenarla. O su pierna, que se había enredado entre los pedales cuando, al saber que el impacto sería inminente, saltó para abrazarla, provocándole el dolor más profundo que había sentido en toda su vida, haciéndolo consiente de que no podría caminar en varios días. Ahí estaba él de nuevo; haciendo todo lo posible, guiado por esos impulsos tan profundos que no lograba comprender, «Protégela» gritaba su conciencia.
Serena abrió los ojos sorprendida al sentirse envuelta por unos calurosos brazos que conocía muy bien. Con preocupación, alzó su rostro para mirar a un Ash que cerraba con fuerzas sus ojos, sin poder reprimir una mueca de dolor y vio con horror como un pequeño hilo de sangre escurría por su frente.
—Lo siento —susurró él apenas con la fuerza que tenía —, lo siento he sido un idiota —repitió con más convicción, como si también se hablara a sí mismo—. Nunca he creído que seas una carga —sus brazos la cercaron con más fuerza.
Ella lo miró consternada, sintiendo más de mil sentimientos diferentes que hacían palpitar su corazón con desenfreno. Sus ojos se empañaron de lágrimas, y con temblor en las manos, las elevó hasta su rostro para acariciarlo con tristeza y cariño.
—Yo...yo también lo siento —una lágrima escurrió por sus orbes zafiro, deslizándose velozmente por su roja mejilla. Él la contempló en aquella posición, hacía mucho tiempo que no estaba cerca de ella, lo suficiente para contemplar su rostro de esa manera. Era una sensación que no sabía que añoraba—Fui una pésima amiga...me aproveché de tu amabilidad —bajó débilmente su mirada, conteniendo los sollozos que quería escapar—. ¿Cómo no te ibas a cansar de mí?...
El rostro de Ash reflejó el dolor que había en el de ella. ¿Cómo pudo ser tan patán como para que ella llegara a creer eso?
—Yo...
No pudo pronunciar más porque, inmediatamente, sus compañeros se acercaron desesperados a ellos. Y aquellas palabras que debió decir, se perdieron en el momento...
Chan, chan, ¡chaaaan!
Esa no me la esperaba xdd
xD ok no :v
¡Hola chicos!
¿Que tal? :3
Nuevo capítulo lleeeno de emociones.
Les prometí que sería interesante...
¿Qué les pareció?
Les quiero agradecer por aguantarse todo el drama hasta ahora...se que fue difícil pero era necesario...
¡A partir de ahora las cosas se pondrán aún más interesantes! 7u7
xD
¡Gracias por leer!
Esperaré con gusto sus comentarios :3
Antes de irme les quiero comentar que con AndrsArguello y Nat-Morita estamos administrando un grupo de escritores y lectores de fics pokemon en Wattpad.
¡Sería divertido que se unieran!
Se llama: "Wattpad Pokemon"...Ingenioso, ¿verdad? :v
Ok, luego del spam del día ahora si me despido :v
¡Bye, bye!
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