Cielos azules y nubes blancas

Al día siguiente, Thomas lo llevó a un campo lleno de pequeñas flores. El día era brillante y el sol acariciando el pelo de Newt hacía que pareciera de oro.

Comieron unos sándwiches que Thomas había preparado y tomaron el delicioso jugo de naranja que prepara Newt.

Corrieron un rato, como niños pequeños, jugando tenta. Cuando Thomas agarró a Newt, lo envolvió en un abrazo y ambos cayeron riendo al pasto, rodando por la pequeña colina. Thomas ayudó a Newt a quitar el pasto de su rubio cabello y dejó una pequeña flor sin que Newt se diera cuenta.

Luego, cansados y satisfechos, se acostaron en la grama y se dedicaron a encontrar figuras en las esponjosas y blancas nubes. Cayó la noche y Thomas sacó la tienda de acampar que había llevado, preparando todo para pasar la noche. Newt buscaba con paciencia de santo a Cassiopeia en el oscuro firmamento. Thomas le tomó una foto discretamente y le dio el papel del día. Newt lo aceptó gustoso y leyó lo que en él decía.

Veo cielos azules y nubes blancas.
El brillante día bendito, la oscura noche sagrada
Y pienso "¡qué maravilloso mundo!"

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