Cuarta Parte: 'Oxígeno'
¿Eso era estar enamorado? ¿Tan etéreo se sentía? Ninguno podía acostumbrarse totalmente a las mariposas que los consumaban día y noche ni mucho menos a la ansiosa felicidad súbita que los invadía por el simple hecho de conectar miradas. Ninguno se acostumbraba todavía, y tal vez, incluso eso lo hacía aún más mágico, el hecho de que fuera como una nueva sorpresa cada día juntos.
Vaya, todo era tan peligrosamente perfecto en su inmensidad que, aquellos sentimientos ya descontrolados daban miedo, mucho miedo.
Los días pasaron y las cosas no cambiaron mucho, solamente la intensificación de su amor, que iba en aumento por supuesto.
Cinco meses encerrados en el mismo bodrio, haciendo las mismas actividades, todos los días. La única parte emocionante ocurría durante la noche, cuando cruzaban esa puerta de Alicia en el país de las maravillas para empezar su propia aventura.
Así era normalmente, pero aquella noche fue especial y diferente.
Debido al programa de supervivencia, todos los alumnos debían asistir a un campamento donde probarían sus habilidades adquiridas en una zona que estaba a unas dos horas, donde todos serían transportados en camiones.
"Soobin, apúrate, ya todos han bajado" había un chico más en la habitación alistando sus cosas, única razón por la que no lo llamó con algún apodo cariñoso.
Cuando el último chico por fin dejó la habitación cerrando la puerta tras de sí. Yeonjun exhaló la ver a Soobin con una expresión irritada, completamente inmóvil sentadóte en su cama.
"Bebé..." usó un tono de reprimenda "¿Donde está tu mochila? Ni siquiera la has alistado, ¿verdad?".
En vez de darle una repuesta, Soobin, con una mueca perezosa en su bonito rostro, extendió los brazos y con estos alcanzó y rodeo la cintura del mayor apegándolo por completo a él, su nariz sobre su barriguita, aspirando y cerrando los ojos dejándose embriagar por su tan peculiar aroma dulce.
Yeonjun sonrió mientras lo veía con cariño desde arriba, acariciando sus cabellos con su mano libre, con la otra sostenía su maletín negro.
El sonido del motor del camión retumbó por la habitación. Era el último; Yeonjun se tensó y tuvo la intención de moverse, pero los brazos de Soobin apretaron con más fuerza.
"No vayamos porfa, quédate conmigo aquí" pidió con voz ahogada por la posición en la que estaba.
Antes de responder, el silencio de la habitación se llenó con un resoplido que denotaba frustración por parte del mayor. En ningún momento dejó de ver al pequeño más alto.
"Igual ya no podemos, tonto. Ese era el último" con su índice empujó su cabeza, pero Soobin se aferró más a él.
"¿Estás molesto?" inquirió aún sobre la tela su estómago, sin separarse ni un milímetro.
Yeonjun esbozó una sonrisa comprensiva que el menor no pudo ver, acarició sus cabellos. observándolo desde arriba.
"No Binnie, no lo estoy".
Solo entonces Soobin se animó a observarlo.
La sonrisa desanimada de su mayor le decía otra cosa.
"Pero querías ir, ¿verdad? Lo sé, se nota".
"Prefiero estar contigo a solas, bonito".
Yeonjun se sentó junto a Soobin y tomó su mano cariñosamente, viéndolas a ambas juntas y sintiéndose tan lleno de repente.
"No he podido tocarte ni tenerte como quisiera esta última semana. Te extrañé como no tienes una jodida idea" dijo el mayor luego de que no pudieran acceder a su lugar especial después de una semana con gente rondando cerca.
Ambos habían necesitado del cariño del otro, les había hecho falta como costumbre vital. Una falta en el registro de asistencia no era para tanto de todas formas. Valía por completo la pena.
Soobin sonrió ladino y se sentó sobre el regazo del mayor, sorprendiéndolo un poco pues usualmente no era de iniciar con esa clase de contacto. Sus manos buscaron su cuello y Yeonjun, gustosamente sorprendido por su atrevimiento de buscarlo primero, sostuvo su espalda con sus grandes manos.
"Bésame hyung" susurró sobre sus labios.
Yeonjun no tuvo que oírlo de nuevo para complacerlo, encontró sus labios con un hambre voraz, casi necesitada. No había podido besar a su pequeño en una semana, la desesperación por ello se notó en el beso pasional que cobraría la poca cordura restante en ambos.
Fue aquella noche, que la electricidad fue cortada para ahorrar en energía porque supuestamente no debería haber nadie en los dormitorios, esa noche a oscuras, que a pesar del miedo a lo desconocido, fue el querer tomarlo todo y reclamarlo como verdaderamente suyo y solo suyo, suficiente y superior a cualquier duda o temor.
∆ SOFT COTTON CANDY SMUT WARNING ∆
Los intensos y húmedos besos no fueron suficientes.
Yeonjun estaba seguro que amaba a Soobin en todas las formas humanas posibles; su risa, sus hoyuelos, su aroma, su presencia, su torpeza, su pésimo humor, su delicadeza... Todo, cada maldita parte.
Si existía una palabra más fuerte que "amar", entonces esa sería, porque cuanto más lo besaba, cuanto más profundo su lengua alcanzaba, cuanto más pegados estuvieran sus cuerpos, él solo quería más y más, más de sus besos, de su cuerpo, de sus ojos, de sus risas, más de él. Lo quería todo, cada minúscula parte de él; desde la parte más pura y limpia hasta lo más despreciable de su ser.
El padre de Soobin le había dicho a su hijo varias veces en vista a la llegada de su adolescencia que, cuando tuviera su primera vez, debía tomar el control, imponer su ritmo, debía ser él quien tomara las riendas y sarisfaciera a la chica, pues eso decía mucho de él como hombre.
El señor Choi hubiera estado más que decepcionado si hubiera visto a su hijo siendo un sumiso total, jadeando bajo un gran varonil y cálido cuerpo, desnudo junto a otro hombre, removiendo su cuerpo y temblando gracias a los estímulos, a los besos regados por su pecho y cuello, las mordidas dolorosas en los labios, a su mirada hambrienta penetrando hasta lo más profundo de su alma.
Después de varios minutos de besos y toqueteos con ambos recostados en la cama, los papeles se invirtieron; los muslos de Yeonjun rodeaban su estrecha cadera por encima, y sus manos estaban sujetas por una sola del mayor por encima de su cabeza. Soobin sintiéndose cada vez más atontado e inmerso en las sensaciones, en sus besos, en sus movimientos certeros sobre él, en la fricción deliciosa casi irreal causada al frotar sus erecciones expuestas por medio de falsas embestidas, en los jadeos de ambos creando una erótica melodía, en sus caricias y en los gruñidos guturales que provenían de un hombre, hombre al que decidió amaba con locura.
Tras cada lascivo beso y falsa estocada, el aire era cada vez más necesario pero menos accesible.
"Deténme" susurró el mayor dificultosamente sobre sus labios, todo su cuerpo tenso a nada de perder el control "Deténme, porque si no lo haces tú, no podré hacerlo yo" arremetió por encima de nuevo, temblando por autocontrol.
Soobin intentaba no gemir, se mordía la lengua por no hacerlo, pero Yeonjun era simplemente tan bueno en todo lo que hacía, que terminaba por ganarle y robarle gemidos que solo él tendría el placer de escuchar y guardar en aquella cajita de oro que atesoraba cada momento con el menor.
"Deténme" volvió a arremeter dejando un beso húmedo en su cuello "No puedo hacerlo Soobin, no puedo controlar-" le costaba mucho si quiera pensar, sus brazos temblorosos sosteniendo el peso de su cuerpo para no aplastarlo por completo, el cariño y hambre en su mirada era casi entenca. Cuando levantó la cabeza y observó cuidadosamente su rostro de ángel con una expresión tan erótica; labios entreabiertos, cabellos desordenados, piel dorada, y ojos dilatados y perdidos en algún punto del techo, Yeonjun hizo un esfuerzo sobrehumano por llamar su razón ahora intentando alejarse. No habría forma en la que lo arruinara de esa forma.
Soobin sintió espacio crearse entre sus cuerpos y actuó rápidamente al darse cuenta de sus intenciones, no permitiendo que eso pasara, jaló de su cuello en un nuevo beso.
"Hazlo" dijo seguro mirando sus ojos cuando se separó de sus maltratados bellos "Quiero estar lleno de ti, te quiero dentro. Lo necesito" pidió en un susurro, ambas respiraciones hechas un desastre, sus frentes juntas.
Yeonjun miraba cada espacio en el rostro de Soobin como si fuera la primera vez que lo observaba.
Hermoso, ¿y la mejor parte? Suyo.
En esos ojos famélicos y deseosos, Soobin podía percibir que el miedo prevalecía. Él también estaba un poco asustado, pero como lo quería y ansiaba tanto, se dijo que esta vez no era momento de huir. A la mierda su padre y la tonta revista inglesa, condénenlo pues.
"Quiero todo de ti, mi amor. Todo" le aseguró el más alto atrapando su rostro entre sus manos "Te quiero a ti".
Los ojos de Yeonjun destilaron en adoración pura, no esperó ni un segundo más y volvió a apropiarse de sus labios con una nueva intención, nueva intensidad.
No sería simplemente sexo, era hacer el amor.
Porque se amaban, sí. Y significaría muchísimo.
Yeonjun extendió la mano por sobre la mesa de noche de su litera y alzó el aceite de cáñamo desinflamante que le había conseguido a Soobin meses atrás. Usaría eso como lubricante proque no había forma en la que lastimara su bebé.
"¿Estás seguro de esto?" volvió a preguntar, asegurándose que de verdad era lo que quería.
"Más que nunca".
Yeonjun, ya entre sus piernas, le dió un beso tranquilizador corto en los labios y lo miró algo inseguro una vez más, Soobin asintió con una sonrisa cansada, dándole la confianza.
[...]
Algunas chicas le habían dicho a Soobin durante la secundaria que la primera vez dolía como la mierda, y bueno, él no era chica, pero no podía estar más de acuerdo.
La primera sensación que tuvo al recibir a su novio por completo fue dolor. Dolor, dolor, y dolor, el más intenso y punzante dolor que sintió jamás. Yeonjun no era precisamente pequeño, y eso lo hacía aún más complicado.
El indescriptible placer que estuvo sintiendo con los roces, se desvaneció con cada segundo, lágrimas llenaron sus ojos y tuvo que aprender a respirar de nuevo porque sentía que se ahogaba.
Yeonjun tiró la cabeza hacia atrás y lanzo una maldición inaudible una vez lo llenó por completo. Esa tenía que ser una de las mejores sensaciones que alguna vez sintió en la puta vida, y no solamente por la satisfacción sexual, sino por el amor desbordante en el acto. Todo su cuerpo doliendo por más, espasmos recorriéndolo entero por la exquisita estrangulación, sintiéndose más feliz que nunca.
A pesar de que Yeonjun se moría por moverse, cuando vio a Soobin cubrirse el rostro con ambos brazos, se preocupó y pospuso su propio placer.
"¿Soobin?" musitó con voz ronca, intentó apartar los brazos de su rostro, pero Soobin puso resistencia. Escuchó un pequeño sollozo que el menor falló en ocultar. Los ojos del mayor se abrieron por el miedo al entender que lo había lastimado. "Mi amor, ¿estás bien?" preguntó alarmado "¿Te lastimé?" Soobin solo negaba con la cabeza sin dejarse ver "Soobin, por favor, déjame verte" al intentar quitar su brazo esta vez, cedió. Una alarma encendiéndose en el mayor al ver sus lágrimas gruesas. Yeonjun negó con la cabeza e intentó salir de él.
Pero Soobin lo detuvo halándolo del cuello, tomándose su tiempo para besar y saborear sus labios de nuevo, enfocado en volver a encontrar el placer inicial. "No" bramó con la cabeza levantada sosteniéndose de sus anchos hombros "E-estoy bien, m-muévete".
El cuerpo Yeonjun temblaba por hacerlo, pero lo último que quería era lastimarlo. Soobin sabía que Yeonjun lo quería tanto como él. El dolor pasaría, desaparecía para ser reemplazado por un incomparable placer, confiaba en ello.
Yeonjun seguía sintiéndose inseguro y culpable, pero Soobin lo miró a los ojos firmemente antes de decirle: "Mi amor, yo quiero esto. P-por favor".
Los ojos de Soobin aún acuosos por la difícil intromisión, le suplicaron que no se detuviera, que lo deseaba tanto como él. Y solo por eso, Yeonjun esperó y decidió que se tomaría todo el tiempo del mundo para hacerlo suyo.
Poco a poco las lágrimas de dolor fueron reemplazadas por lágrimas de placer, el dolor todavía no había desaparecido en su totalidad, pero Yeonjun se esforzaría por distraerlo, por aliviar esa dolorosa incomodidad. Besándolo dulcemente en los labios en lo que se acostumbraba a su tamaño, llenándolo por completo con besos, cada tramo de blanquecina piel que sus labios pudieron alcanzar a besar; su cuello, sus clavículas, su pecho, su rostro, su nariz, sus labios, su frente sus párpados húmedos. Cada beso devolviéndole esa calma faltante, cada besito significativo invitando gustosamente al placer de nuevo a pesar de las lentas estocadas que recién empezó a dar.
"Te amo" susurraba el mayor entre los tantos besos, grabando en su cabecita a Soobin así, dispuesto y entregado para él, tatuándose en lo más profundo de su ser sus dulces gemidos.
Sus ojos demandantes pero cariñosamente paliativos escrutaban con mucha intensidad, contrastando con las dulces palabras que interrumpían los besos. "Eres hermoso" decía casi con devoción antes de volver a besar su rostro "Mi niño precioso".
"Te amo" le repetía, sin embargo, el menor no era capaz de formular palabras coherentes más allá de gemidos e incoherencias. A pesar de la rudeza que empezó a tomar el acto, Yeonjun se tomó su tiempo para apreciarlo con todos sus sentidos, sonriendo desde el corazón al ver y sentir a su novio también empezar a disfutarlo.
Soobin tal vez pudo terminar llorando por razones ajenas al placer o al dolor, quizás también fue una experiencia rara e incómoda al principio terminando en la mejor noche de su vida, quizás también no pudo levantarse por su cuenta al día siguiente. Pero lo bonito y divertido de todo, era que el autor de cada sensación, fuera triste o feliz, estaría ahí para restablecer, curar, llenar, desaparecer y fortalecer.
Porque Yeonjun no lo dejaría jamás, ¿cierto?
• +×+ •
El izamiemto de banderas y la premiación a las excelencias, era la ceremonia que se daba cada fin de año y que la mayoría de internos esperaba con ansias.
Y aunque no lo crean, Soobin era uno de aquellos ansiosos. Él no formaría parte en el cuadro de honor, tampoco en la marcha y mucho menos en la entrega del estandarte, pero su novio sí, y eso lo hacía emocionarse incluso más que el mismo Yeonjun, como si fuera él mismo quien estuviera ahí.
Sabía lo mucho que Yeonjun amaba todo aquello; la tierra, los rifles, ya saben, todas esas mierdas que a Soobin no le interesaban, este era consciente del sacrificio en tiempo y esfuerzo que su novio había puesto en su sueño, incluso desde niño. Yeonjun le había comentado que jamás fue fácil, pero que las mejores cosas nunca han sido sencillas, y eso lo motivaba a seguir adelante, porque según él y la creencia popular, todo sucedía por algo; el hecho de que estuviera en aquel lugar en contra de su voluntad, también significaba algo, era por algo.
Cuando el aludido, aplaudido como ninguno, portando con orgullo las numerosas insignias y medallas en su pecho, bajó del escenario instalado especialmente para la ceremonia, lo primero que hizo una vez todos empezaron a disiparse en vista del fin de la misma, fue acercase a Soobin, quien lo miraba con la emoción de un cachorro al ver a su dueño.
Sus sonrisas no podrían ser más expresivas; una de orgullo y otra de realización.
Soobin casi se lanza sus brazos, casi, pero Yeonjun por una fractaria de segundo, tomó sus brazos y lo empujó con suavidad, Soobin quitó su expresión de confusión y ofensa al darse cuenta que lo había salvado; todavía había mucha gente cerca y ellos no podían abrazarse de esa forma allí.
Soobin solo le ofreció una sonrisa ladina y le ofreció la mano.
"Ese es mi chico" musitó lleno de orgullo.
"Gracias" tomó su mano y le dio un apretón también correspondiendo la sonrisa.
El gesto en sí no era nada sospechoso. Solo eran dos amigos saludándose, uno felicitando al otro por su increíble proeza, un apretón amical y hasta fraternal de manos. Nara raro si no mirabas de cerca.
Si no mirabas de cerca...
El gesto podía ser muy cándido, pero las miradas escoltadas por la sonrisas decían más que mil palabras. Así que no era nada raro si es que no mirabas de cerca.
Tristemente, estando dentro de su burbuja, ellos no pudieron darse cuenta de que alguien miraba, y precisamente, de cerca.
[...]
"Dijiste un año, mocoso mentiroso. Dijiste que en un año ibas a poder superarme en tiro. Sigo esperando, Soobin " se burló soberbio.
Esta vez ambos estaban sentados cruzados de piernas, cómodos en su jaula de libertad, conversando mientras miraban a la luna nueva llegar a su cúspide, el cielo viéndose más claro que otros días.
"No me provoques. Eres un idiota presuntuoso. Me caes mal" contraatacó el menor entornando los ojos.
Yeonjun río.
"Amor, ahí" señaló la comisura de su boca.
"¿Qué?" Yeonjun lo agarró desprevenido, y justo como quiso, lo tuvo palpalndo esa zona con desconcierto.
"Límpiate la envidia, it's gross".
El gesto de Soobin fue de fastidio cuando escuchó la mala broma.
"Justamente por tener un humor tan malo, te estás qudando calvo, viejo cutre".
La boca de Yeonjun cayó en una perfecta "o" de incredulidad, Soobin riendo.
"Yah... Eres cada vez más insoltente, voy a castigarte, en serio".
"¿Ah sí?" retó con desinterés fingido, tanteando la paciencia del mayor, dando un paso más solo porque lo encontraba divertido. Era hilarante que el más débil de todos fuera el único del lugar que pudiera faltarle el respeto a su antojo al más fuerte, sin represalias de por medio, claro. Algo así como una ventaja o beneficio.
"Me aburres" finalizó en un bostezo provocador.
Yeonjun lo miraba con diversión e incredulidad. Claro que no caería en su tonto juego.
"Cállate" se limitó a decir desviando la mirada al girar su cabeza. No podía exponer su sonrisa, demonios.
Bingo.
"Cállame" se acercó Soobin a susurrarle por detrás con picardía y diversión.
Yeonjun sintió a la piel de su nuca quemar, su corazón latiendo a velocidades anormales.
Increíble, ese niño de verdad iba a volver loco a Yeonjun.
Eventualmente, ambos terminaron por reír depues de montar su pequeño teatro. Tener discusiones mundanas era algo que no faltaba en su día a día, era jodidamente divertido probar la paciencia del otro e iniciar un debate acerca de cuestiones importantes o meras nimiedades.
Incluso el silencio era disfrutable en compañía.
Soobin sonrió ladino y se apoyó en su hombro. Tontamente feliz.
Tan efímero y feliz...
Tal vez si hubieran estado más atentos y hubieran oído el sonido de la puerta, las cosas hubieran sido diferentes.
"Fuera de bromas, estoy orgulloso de ti, muchísimo. Se cuánto querías esto, lo mereces".
Yeonjun sonrió para sí mismo después de oír esas palabras. Porque sabía que en las malas y buenas, siempre tendría a Soobin. Lo hacía sentirse el chico más afortunado del mundo por tenerlo.
"Te amo" respondió, simplemente dejando a su corazón hablar, el mayor giró la cabeza un poco pidiendole un beso.
Un beso que justo en ese momento, Soobin no debió corresponder, sin embargo, lo hizo.
•
Nota:
Les dije que ahí no terminaba KWKFJEEJ ^^ (lamento escribir tan horrible. Dios, por eso odio editar).
A quien lea esto: Te quiero ♡
Se viene lo mejor del drama, lloro.
¡Tengan linda semana!
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