Día 4: Reliquia valiosa.

Día de investigación. Leer libros. Pasar páginas. Investigar. Ese tipo de cosas, básicamente.

—¿No consiguen nada aún? —preguntó Gaten entrando a mi habitación.

—No aún, iré por algo de agua —dijo Noah, se paró de la cama y salió de la habitación. Gaten ahora fue quien se sentó a mi lado.

—Kam —soltó, yo levanté la mirada del libro.

—Gat —dije también.

—Finn está muy preocupado —dijo por fin, o más bien por Finn—. Asegura que Noah está armando cuentos en tu cabeza para que salgan juntos.

—Sinceramente, y estoy segura, Noah está haciendo esto por él y yo por mí. Yo sé lo que hago y también sé por qué lo hago, eso no tiene nada que ver con Noah y sus intereses, hay cosas que están allí desde antes de que Noah entrara al lugar, y es imposible que todo eso sea falso —respondí un poco alterada.

—Pero Finn... —susurró.

—Finn nada —interrumpí—. Si él estuviera tan preocupado, entonces sería él quien estuviera aquí hablando conmigo—allí sí me alteré por completo.

—En eso... Tienes razón —finalizó, se paró, y se fue rápido, estaba molesto y no era mí intención hacerlo sentir así, pero Finn estaba hartándome con sus pensamientos tan cerrados y sus cuentos inventados.

—¿Qué le pasa al mundo? —me pregunté a mí misma, luego Noah entró a la habitación.

—Dímelo a mí —comentó y volvió a sentarse a mí lado.

—Pásame el marcador —ordené, él me lo entregó—. Digamos que, es el mismo marcador que se utiliza desde hace años, y en algún momento, que no sé, se le tuvo que acabar la tinta, ¿no es así?

—Así es, pero, ¿y eso qué? Es solo un marcador barato —habló, ambos mirábamos fijamente el marcador intentando descifrarlo de alguna forma.

—O tal vez es lo que quieren que creamos.

—Quizá hay que abrirlo —comentó, puedo jurar que al escucharlo mis ojos se iluminaron, era justo la respuesta que necesitaba.

—Sin dudas investigar es mejor si tú estás presente —solté de pronto, sin pensarlo, luego ambos reímos entre miradas dulces.

—No lo creo, es aún mejor contigo —comentó también, yo giré los ojos mientras reía.

Noah se levantó de la cama y tomó el alicate que tenía en un cajón de la habitación. Lo posicionó en en tapón y lo sacó con cuidado, había emoción en el ambiente. Adentro solo había una barra de tinta, lo sacudió sin parar pero no había nada más dentro, eso nos decepcionó.

Nos miramos con decepción y cansancio, ya habíamos intentado conseguir alguna pista desde hace horas y no tenemos absolutamente nada. Y allí la puerta sonó.

—¿Qué pasa? —grité desde adentro.

—Los buscan —anunció, a juzgar por su voz, era Finn.

—¿Nos buscan? ¿Quién nos busca? —preguntó Noah, salimos de la habitación y caminamos por el pasillo.

Bajamos las escaleras, en tanto llegamos abajo lo supimos, todos los chicos estaban allí nerviosos y confundidos mirando dos policías frente a la puerta, policías que nos buscaban a nosotros dos, por supuesto. Tenían la misma expresión de todo los habitantes del pueblo, algo que ya me estaba hartando.

—Disculpen oficiales, ¿qué es lo que pasa? —pregunté, mi cabeza no dejaba de dar vueltas preguntándome qué era lo que pasaba.

—Ustedes tienen la descripción exacta de las personas que robaron, esta misma tarde, una reliquia muy valiosa del pueblo —explicó uno, era rubio.

—Y ahora nos acompañarán a dar un paseo por nuestra oficina —dijo el otro, como si fuéramos bebés, y fue muy ofensivo. Se trataba de un barbudo, un tanto viejo.

—¿De qué reliquia hablan? —preguntó Noah, pero claro que ambos sabíamos que lo único que robamos fue un marcador.

—Lo hablaremos, en nuestra oficina —dijo el rubio.

—Vengan —ordenó el viejo barbudo, ya me estaba comenzando a caer mal.

—Yo quiero ir también, no los voy a dejar solos en eso —dijo Sadie.

—No es necesario, no creo que hablemos con los oficiales siquiera 5 minutos —le dije a Sadie, luego salí de la casa y Noah me siguió, más atrás los oficiales.

Subí al auto sin permiso y de mala gana, estaba muy molesta, no porque esto esté pasando sino porque los policías me amargaron el rato, y luego tendría que hablar con esos idiotas.

El camino fue simple y rápido, no sé ni siquiera para qué coño tienen auto si todo les queda a la vuelta de la esquina. Bajamos y entramos al centro policiaco de la ciudad, adentro estaba más solo que yo cuando los chicos andan viajando por el mundo, consecuencias de tener amigos famosos. Entramos a la oficina del viejo barbudo, este se sentó en la silla del escritorio y el rubio se quedó parado junto a él.

—¿Qué esperan? Siéntese —dijo el viejo barbudo.

—No creo que sea necesario —añadí con fastidio en mi voz.

—Kam... —dijo Noah en tono de regaño mientras se sentaba, yo me senté resignada.

—Ajá, ¿qué reliquia valiosa? —pregunté notablemente molesta y harta.

—Nosotros haremos las preguntas —habló con tono frío, luego frunció el ceño—. Un marcador con un valor muy sentimental, algo que es innato del pueblo y quizá, hasta un símbolo cultural o algo así, no lo sé muy bien, pero sé que es importante y que esta misma tarde despareció de la cabina de fotos, una cabina de fotos que ha sido intocable en este pueblo y dos niños malcriados querían jugar a los detectives, oh, y roban un marcador en el proceso.

—¿Quién le dijo que lo teníamos y qué hacíamos con él? —preguntó Noah cruzándose de brazos con los ojos entrecerrados.

—El chico más alto, su color de piel era como la leche, pecas y su cabello como un arbusto —respondió el rubio.

—¡Cállese Nichols! —gritó con agresividad el viejo barbudo, el rubio se disculpó asustado, Noah y yo nos miramos, Finn nos había delatado—. En fin, deben darnos el marcador, luego los llevaremos a su casita rentada. Y deben prometer que no jugarán de nuevo a los detectives, o sino, llamaremos a quien sea que los esté representando y luego tendremos una conversación muy larga e interesante.

Noah y yo nos miramos una vez más, él asintió, no sabía si estaba pensando lo mismo que yo, pero sabía que él tampoco quería que todo terminara allí. Cuando de reojo vi que se llevó la mano izquierda detrás de la espalda creí que leía mi mente, así que imité su acción disimuladamente. Hasta ahora me daba cuenta que el barbudo tenía una placa que decía “Alguacil Campbell”.

—Lo prometemos —hablé por los dos, ambos les sonreímos, algo que quizá ellos no sabían hacer.

—Perfecto, quiero el marcador ¿dónde lo tienen? —dijo Campbell mientras no examinaba con la vista para descifrar el escondite.

—Tome —lo saqué de mi bolsillo y se lo di, mientras se lo daba leí por última vez el nombre de la marca, era Varpie, en lugar de Sharpie.

—Nichols, llevalos a su casa ahora, tengo mucho papeleo pendiente y no tengo tiempo —dijo mientras leía unas páginas en su escritorio.

—Como usted diga señor —habló Nichols, el rubio, e hizo una seña para que lo siguiéramos.

Salimos rápido de allí, subimos al auto, una música muy triste en la radio estaba de fondo. Mientras íbamos en el camino de tres minutos a casa, pregunté:

—Oficial, ¿sabe qué marca es Varpie? Nunca en mi vida la había visto —comenté intentando parecer casual.

—Eh, es una marca de aquí, la de la familia Vartés —respondió sin darle mucha importancia.

—Ah, tiene sentido —dijo Noah, yo asentí.

—Niños, dejen de meterse en esos casos, o créanme que las consecuencias serán más graves de lo que piensan —advirtió, yo sonreí automáticamente.

—Como usted diga —hablé, una vez más, con mis dedos cruzados.

•   •   •

¡¡¡En serio lo siento muchísimo!!! que esto tuvo que haberse subido ayer, pero tuve algunas dificultades :(.

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