03. «El Inicio de una Noche Memorable»

Con una simple invitación en nuestro chat grupal, la pandilla se reúne en el centro de operaciones en donde esperamos, atracándonos con cerveza, la llegada del ocaso como medida de seguridad antes de atrevernos a llevar a cabo nuestro plan de pacotilla.

Después nos transportamos en las motocicletas de los chicos y soy cuidadosa de no aferrarme al torso de Malcom para no enviar una señal equivocada; aunque Stone es el maestro en leer indirectas donde no las hay. De todas formas, ir con él es menos peligroso que poner mi vida en riesgo con Curtis conduciendo. Sabrá el infierno qué químicos corren por sus venas esta vez y cuánto afectarán su habilidad para reaccionar si algún obstáculo se nos presenta en el recorrido.

Al llegar, Mike y Tyler son los primeros en escalar la valla que rodea el perímetro de la escuela y lo hacen sin problemas; Trixie y yo optamos por ser las siguientes. En lugar de subir impulsándome con ayuda de las manos de Mal, como él ha sugerido, decido esquivar sus ridículas atenciones y demostrar que soy perfectamente capaz de valerme por mí misma.

A pesar del efecto de las cervezas, asciendo como una experta. Después de todo, este no es ni de cerca mi primer rodeo. Sin embargo, me congelo al llegar a la cima y reparar en la altura de aproximadamente tres metros y medio a la que me debo enfrentar. Mi miedo a las alturas no es ninguna novedad, así que me paso el bobo vértigo que sufro por el arco del triunfo y me lanzo sin más dilación, encomendando mi alma a Dios si es que existe.

¿Y adivinen qué? En el momento indicado, algún ser divino o fuerza providencial decide enviarme un ángel guardián, pues es Mike quien me atrapa en sus brazos impidiendo que caiga de lleno contra el suelo.

—Gracias, guapo.

La adrenalina que corre por mi cuerpo me hace verlo a través de un nuevo prisma, en el que las suaves ondas en su cabello castaño lucen más atractivas que nunca, como una marea portadora de un inusual poder magnético.

Beso rápidamente su mejilla en señal de gratitud para posteriormente desenredarme de sus brazos y apartarme de su poderosa y atractiva anatomía. Mis hormonas me reclaman, reviviendo excitantes memorias del pasado, no obstante, mi orgullo les recuerda que no soy plato de segunda mano y que, ante todo, aprecio mi dignidad.

Una vez que los siete hemos cruzado sin inconvenientes, -aunque Steph estuvo a punto de torcerse un tobillo en su aterrizaje-, invadimos la escuela por una entrada lateral y finalmente abrimos las puertas de nuestro libre albedrío. ¡Que comience la diversión!

...

Ya ha oscurecido y debo admitir que, tal vez, la idea de Malcom no fue un completo asco. Las barbaridades que hemos hecho durante las últimas horas serán un recuerdo que valdrá la pena conservar una vez nos hayamos marchado de aquí.

Suelto una grata carcajada al ver la obra maestra de Stephanie, quien ha empapelado la oficina de la señora Perkins con una bizarra mezcla de expresiones matemáticas de cuya existencia no estoy segura, y palabras obscenas que apenas puedo creer que sean reales, pero que deben serlo, porque ese es un ámbito en el que Steph es una irrefutable y entregada profesional.

—Contundente —concluyo con un gesto elegante y el insoportable acento escocés de la maestra.

—Seguramente la perra Findlay entenderá el mensaje.

Chocamos los cinco antes de reunirnos con la chica restante en el pasillo.

—Cuando el señor Hemmings entre en su despacho va a flipar.

La mayor de los hermanos Welsh sonríe con orgullo y Stephanie y yo nos limitamos a reír con complicidad para echarnos a correr como desequilibradas rumbo a la oficina del profesor de Química, con el único propósito de apreciar el resultado de la venganza de Trixie.

Quedo con la boca abierta al ver todo perfectamente desordenado, en tanto la pelinegra a mi lado parece no entender el concepto de la obra de arte frente a nosotras.

—No entiendo, está súper organizado. Da hasta miedito —Gittens finge tener escalofríos mientras observa el lugar con una mueca.

—Oh, créeme, no lo está —asevera Welsh con un guiño divertido.

Warren Hemmings, sabiondo y grotesco educador que ha logrado ganarse el repudio de cada estudiante lo suficientemente gafe como para tener la pésima suerte de verse obligado a aguantarle.

Fue bautizado como Helius Hemmings desde el primer día de clases en el que remarcó con el mayor entusiasmo del mundo que su elemento favorito de la tabla periódica era el Helio y osó preguntarle a un grupo de adolescentes a quienes no podría importarle menos, cuál era el suyo. Un acto que calificaría como, ¿estúpidamente valiente? ¿Valientemente estúpido? Nueves meses después y continuo sin alcanzar una proposición certera.

Lo que sí sé, es que luego de ese ridículo episodio, sumado a aquella vez en que se atrevió a ponerse una vergonzosa corbata con dibujo de átomos, y luego de que los alumnos notaron su manía por el estricto orden y disposición de los objetos en su oficina, su reputación y seriedad fueran echados por tierra.

¿Saben dónde queda la fosa de las Marianas? Bueno, sigan bajando y probablemente hallarán su respetabilidad perdida.

—Va a enloquecer cuando lo vea —declaro con emoción ante la simple expectativa de su reacción.

—Mi objetivo es que salga directamente hacia una clínica de salud mental —aclara Trixie con un deje gracioso.

—¿Cuánto apuestan a que deben usar una camisa de fuerza? —Steph se ríe de lo lindo, disfrutando la posibilidad.

—O una tonelada de antidepresivos.

Frente a semejante visión, las tres rompemos a carcajadas por el último comentario de Welsh para posteriormente ser interrumpidas:

—Chicas, ¡tienen que ver esto!

Tyler nos guía hasta la rectoría, en donde Malcom y Mike llevan horas “trabajando” y a donde también nos han prohibido el pase hasta, al parecer, este momento.

Fuera de la puerta, nos esperan ambos, acabando los detalles finales de su creación. Al terminar, nos dejan entrar a “apreciar” su obra maestra, según sus propias palabras.

—¿En serio chicos? ¿No se les pudo ocurrir algo más original?

—Sí saben que faltan meses para Halloween, ¿cierto?

Trix y yo chocamos puños por nuestra burla en equipo mientras Steph y Ty ríen en voz baja.

El despacho del director está decorado con el fin de otorgarle un ambiente “terrorífico” que me genera una profunda insatisfacción. Sombras con figuras fantasmales, marcos de fotografías y condecoraciones rotos esparcidos por el suelo y un enorme letrero hecho con una espesa pintura roja que pretende simular sangre y dice: “Tú eres el siguiente” son los elementos básicos con los que el dúo de “profesionales” pretende asustar al señor Cardwell.

—No quiero ser dura, sin embargo, esta es una broma de preadolescentes. Indigna de expertos como ustedes —opina la mayor de los Welsh con un encogimiento de hombros.

—Yo tenía un plan increíble, no obstante, tuve que prometer que no haría nada violento —Malcom se queja como si le hubiésemos quitado toda la diversión al asunto con ese “innecesario” juramento.

—Fue todo lo que vino a mi cabeza —es la pobre defensa de Michael.

—¿Qué será lo próximo? ¿Lanzarle rollos de papel higiénico a la fachada de su casa?

Alzo una ceja y Addams se limita a rodar sus ojos ante mi ataque mientras Mal resopla como la bestia que es. El resto ríe sin contención, mostrándose de acuerdo conmigo porque esto es verdaderamente decepcionante.

—¡Eh, gente! Adivinen a quién descubrí husmeando.

Curtis entra de la nada al mismo tiempo en que lleva a alguien sujetado fuertemente del hombro, aunque con el particular cuidado de no hacerle mucho daño.

La sangre hierve en mis venas cuando reconozco la sedosa cortina de cabello marrón y la mirada altiva en esos ojos obscuros. «¡Odio a esta tipa!»

«Lo más gracioso es que pronto tendría muchas más razones para hacerlo...»

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top